Las rubias despampanantes son huecas y los hombres apuestos son estúpidos. Al menos así lo cree la mayoría de las personas. También es popular la idea de que los más inteligentes son poco agraciados, torpes e ineptos en sus relaciones interpersonales. Es tal el estereotipo que cuando alguien dice ‘nerd’ no se imagina a un símbolo sexual como Brad Pitt sino a un feo como Woody Allen. Curiosamente, la ciencia ha encontrado que estas dos percepciones están erradas. Los bonitos, según una investigación de Satoshi Kanazawa, serían también los más brillantes.
Para demostrarlo, el experto del London School of Economics tomó dos grandes muestras. Una de ellas es el Child Development Study, que siguió durante 50 años a todos los niños nacidos en la semana de marzo 3 al 9 de 1958 en Gran Bretaña. Los investigadores pidieron a los profesores de los infantes que los describieran físicamente en dos oportunidades, cuando tenían 7 y 11 años. En esta valoración, 62 por ciento de ellos fueron considerados atractivos. Para determinar su inteligencia, se les practicaron exámenes cognitivos a los 7, 11 y 16 años. El experto encontró que los considerados atractivos eran mucho más inteligentes que los demás. La diferencia de IQ (cociente intelectual) entre el grupo de los bonitos y los feos fue de casi 14 puntos, “lo cual es muchísimo cuando se comparan dos grandes muestras de gente”, dijo el experto a SEMANA.
El otro estudio tomó como base la muestra del Adolescents Health, hecho por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, en la que participaron 35.000 jóvenes. Se trata de una de las pocas bases de datos que estudia la influencia de la genética en el comportamiento humano y que rutinariamente mide tanto el IQ como el atractivo físico. Para esto último, un entrevistador objetivo que no sabe de los puntajes de inteligencia de los participantes establece quién es agraciado y quién no con una escala de uno a cinco, en la cual uno es equivalente a muy poco atractivo y cinco es muy atractivo.
El catedrático encontró, de nuevo, que mientras más llamativos eran los participantes también tenían puntajes más altos de inteligencia. Esta vez la diferencia entre los hombres bonitos y feos era de ocho puntos, una cifra igualmente considerable. Y, en un resultado controversial, el estudio concluyó que así como las chicas son un poco más bellas que los hombres, ellos son más inteligentes que las mujeres. Estos resultados se dieron aun cuando se controlaron variables como el estrato socioeconómico, la raza, la salud y el peso corporal.
Para muchos lo anterior, por decir lo menos, es injusto. A la luz de estos hallazgos, dice Kanazawa, se puede ver que la relación entre belleza y neuronas es mucho más estrecha de lo pensado. De otro lado, Leslie Zebrowitz, doctora en Psicología de la Universidad de Yale, corroboró este hallazgo cuando encontró en sus propios estudios evidencia científica de que la gente más fea era especialmente escasa de inteligencia.
Algunos dirán que la belleza es relativa. Los expertos dicen que, aunque es difícil definirla, la gente sabe distinguir objetivamente una cara linda de una fea. “Es como la pornografía, yo sé qué es cuando la veo”, dice Daniel Hamermesh, economista de la Universidad de Texas y autor del libro Beauty Pays. “Todos tenemos estándares similares, aunque indefinidos, y si alguien considera que otro es bonito o feo, la mayoría va a estar de acuerdo con esa apreciación”, afirma. Agrega que si en un grupo de gente linda preguntan quién es más bonita es probable que haya diferentes opiniones, “pero al diferenciar tipos de atractivo, todos vemos la belleza de la misma manera”.
La razón por la cual la naturaleza premia a los bonitos con más materia gris es que belleza e inteligencia vienen en un solo paquete para favorecer la supervivencia de la especie. Según el psicólogo Geoffrey Miller, de la Universidad de Nuevo México, hay una fuente común para estos dos rasgos. Él lo llama el fitness factor, que traduce algo como la aptitud física. Cuando alguien la tiene significa que no solo es lindo, lo cual es un indicador de salud y buenos genes, sino que además es inteligente, un rasgo que se ha asociado a longevidad.
Pero Kanawaza comparte más otra tesis y es que la belleza y la inteligencia van de la mano gracias a que los individuos más inteligentes tienden a escoger parejas bonitas y, teniendo en cuenta que estas dos características se heredan, hay grandes probabilidades de que la siguiente generación las reciba en el material genético de ambos padres. “Los hijos de hombres y mujeres atractivos deberían ser simultáneamente bellos y lúcidos, así como los hijos de hombres brutos y mujeres menos atractivas deberían ser menos apuestos y menos perspicaces ”.
No obstante, Kanazawa admite que no se sabe a ciencia cierta cuál de las dos teorías podría explicar esa relación. De hecho, se han visto casos de bonitas huecas y de feos inteligentes, como Sócrates, Jean-Paul Sartre o Stephen Hawking.
Kanazawa explica que estos casos son simplemente excepciones a la regla y, como lo dijo a SEMANA, esto no invalida su tesis. “Conozco a muchas mujeres altas y a hombres bajos, pero eso no acaba con la generalización de que los hombres miden más que ellas”.
A pesar de lo anterior, otros expertos, como Hamermesh, no han encontrado una correlación entre belleza e inteligencia. Sin embargo, en su libro Beauty Pays ofrece decenas de ejemplos de cómo los bellos tienen ventajas sobre los demás. No solo ganan más, sino que encuentran parejas que también tienen altos ingresos y además son más bonitas. Así mismo, reciben más rebajas en los préstamos para comprar casa. La gente prefiere comprarle a vendedores atractivos, los estudiantes aprenden más con los profesores apuestos y los votantes prefieren a políticos de buen aspecto. “No es que la gente sea malvada, todo es un simple prejuicio”, dice.
Al hacer la cuenta, Hamermesh llegó a la suma de 230.000 dólares, que sería lo que una persona bonita gana de más por serlo. El experto reitera que esto no se logra porque además de bellas sean más inteligentes, sino porque “los individuos sienten placer de estar cerca de la gente bella, ya sea contratándolos, comprándoles o trabajando a su lado”.
Lo anterior se conoce como el efecto halo, estudiado desde 1920 cuando fue descrito por primera vez. En este contexto, implica que la gente vería a los niños más atractivos por el hecho de ser superiores en términos cognitivos. Kanazawa es consciente de este fenómeno, pero considera que en su investigación quedó invalidado porque quienes hacían la evaluación física de las personas no sabían si eran o no inteligentes.
Lo grave es que, según él, de nada valdrían las cirugías estéticas ni acicalarse con la mejor vestimenta porque esto tiene un impacto pequeño en la belleza física. Tampoco ayudaría cultivar la mente para avisparse porque la inteligencia tiene un amplio componente genético y, por lo tanto, “hay un límite para lo que la gente podría hacer para cambiar”, dijo el investigador a SEMANA.
Por esto, Hamermesh señala que ante semejante injusticia se necesita una solución más radical y es ofrecer protección legal a los casos más dramáticos de fealdad, que serían el 1 o 2 por ciento de la población, así como se hace con otras minorías. Pero concluye que sería contraproducente porque hay otros grupos que tienen más argumentos para ser protegidos por discriminación.
Entre tanto, Kanazawa, quien es controvertido por sus investigaciones, dice que ya no se requieren exámenes para medir el intelecto de una persona, pues solo basta con verle la cara para saber si es un genio o no.
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¿Cada dia la gente es mas estupida o es cosa mia?