Manifiesto del Comité Provincial de Córdoba del PCOE
Analizar la situación actual, como base de una conducta dialéctica, ha de ser la clave de bóveda para determinar la estrategia a seguir por la vanguardia comunista, para acercar a la masas laboriosas a la conciencia de clase de la que se ha visto extirpada por la metástasis del gen capitalista y corroída por la enfermedad del consumismo, para preparar a la sociedad en la tarea que deberá desempeñar por sí misma llegado el momento, el momento en que las instituciones burguesas alcancen el paroxismo en sus políticas de explotación, simiente de toda situación revolucionaria; y en definitiva, para acercarnos paso a paso a la dictadura del proletariado, principal e inexcusable meta para los marxistas-leninistas. En esta tarea ¿Deben los movimientos revolucionarios seguir trabajando desde dentro de tales instituciones, ensoñándose con el placebo de las reformas que pueden filtrarse dentro de la superestructura que hoy nos acaudilla y nos ahoga con sus recortes?
Lenin al respecto nos dice:
“Los Marxistas admiten la lucha por las reformas, es decir por mejoras de la situación de los trabajadores que no lesionan el poder, dejándolo en manos de la clase dominante. Pero, a la vez, los marxistas combaten con la mayor energía a los reformistas, los cuales circunscriben directa o indirectamente la actividad de la clase obrera a las reformas……… obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas mejoras aisladas.”
No podemos esgrimir expresiones como “es mejor estar que no estar”, “la gente puede ver en el marco del electoralismo nuestro trabajo”. La crisis hace temblar los fundamentos sociales, éticos y filosóficos del capitalismo, por lo cual, la burguesía cierra filas en lo económico, y tras desatar una recesión sin precedentes, nacida del fenómeno de la superproducción y continuada con una caída del valor de los activos financieros, nacidos a su vez, de los flujos de capital especulativos que han hecho proliferar el dinero ficticio sobre el real, la forma de mantener su status es hacer que la crisis la paguen los trabajadores: reformas laborales que aumentan la flexibilidad en las empresas para que los empresarios corrijan su actividad productiva deficiente a despido limpio, disminución del techo de gasto en servicios públicos para salvar a los bancos, desarrollo de una política fiscal regresiva…. Etc. Todo justificado además en el hecho de que hemos sido los trabajadores los que hemos despilfarrado. Estas medidas aumentan, tal y como recogen las estadísticas, el paro, la exclusión social, los casos de pobreza extrema, además de ser una ofensiva clara de la burguesía en el ámbito de la lucha de clases, por lo que se hace necesaria una contraofensiva que no descanse únicamente en las reformas, una ofensiva que libere al proletariado de su esclavitud.
Es cierto, por otro lado, que es importante la participación de los cuadros revolucionarios en las instituciones burguesas, tal y como recoge Lenin en su obra y como hicieron los bolcheviques en la Duma zarista, pero es necesario hacerlo no únicamente con afán reformista, sino para atacar, atacar y atacar sin descanso al capitalismo, ofrecer al pueblo un programa revolucionario, denunciar una democracia que se aleja de la labor política del pueblo, acabar con un ordenamiento jurídico reaccionario y una constitución que mantiene la monarquía y bendice la propiedad privada por encima de otros derechos.
En lugar de esto, el electoralismo en España tuvo a bien firmar esta constitución para asegurar las prebendas de traidores a la causa proletaria. En alarde de electoralismo oportunista, Diego Valderas, blandía el Estatuto de Andalucía en el debate televisado para las elecciones andaluzas, exigiendo a Griñán que no atentara contra su contenido (increíble pero cierta defensa de un texto burgués). UPOA, grupo municipal del PCPE para las elecciones, apoya al PSOE en la aprobación de los presupuestos municipales, utilizando una vez más el pretexto reformista. ¿Es que este pacto va a lograr que esos presupuestos sean solidarios con los más necesitados, acaso van a generar empleo, es que se va a invertir en servicios sociales sin mediación de la empresa privada y sobre todo, van a lograr con esta medida que el pueblo pueda decidir sobre tales presupuestos?
Hay que decir basta, es la hora de que la vanguardia opte por un movimiento obrero combativo y de clase.
Por otro lado, tenemos a los sindicatos mayoritarios. La batalla por las reformas no nos puede llevar a pensar que el único sindicalismo eficaz y operativo es el que desarrollan CCOO y UGT. Estamos como reconocen sus líderes “ante la reforma laboral más cruenta de la historia de la democracia española”, y lo máximo que llegan a pedir es sentarse con el gobierno para hacer valer el pacto y cohesión social, subterfugios burgueses para endulzar un poco el puñado de sal que con las reformas se lanza día a día a la economía herida del pueblo. Llegan a condicionar sin rubor la huelga general, principal arma de los trabajadores, a que el gobierno se siente a negociar. Los comunistas no podemos seguir con nuestro trabajo en tales instituciones, alimentando la felonía que la dirección de tales sindicatos hace al movimiento obrero, felonía con la que buscan mantener su privilegiada situación de liberados. Pero además, los comunistas no podemos seguir en tales sindicatos por la falta de democracia interna de la que hacen gala, galvanizando el corsé con el que oprimen a las bases deseosas de un sindicalismo combativo y de clase. Hay que recordar que el II Congreso de la Internacional Comunista establecía que se han de abandonar aquellos sindicatos que por su naturaleza reaccionaria debilitan la lucha obrera.
Hay que decir basta, es la hora de que la vanguardia opte por un movimiento obrero combativo y de clase.
En el PCOE consideramos que ha llegado el momento de implementar nuevas vías de actuación, vías en que los trabajadores, los campesinos y los estudiantes, empiecen a desempeñar un papel protagónico, para dejar de ser estatuas de sal en el acervo económico, político y social. Para nosotros la estrategia a seguir pasa por la creación en cada localidad del Consejo Ciudadano y Obrero como auténtico Frente Único del Pueblo. En tales Consejos, se han de aglutinar los movimientos vecinales, culturales, sociales y ciudadanos con el fin de que el pueblo sea partícipe, y lo haga con conciencia de clase de su presente, pueda construir su futuro y desde luego, pueda defenderse en unidad y ante las instituciones, de los atropellos que las medidas neoliberales nos infieren.
Junto al Consejo, en el PCOE apostamos por la creación de un frente de masas obrero en los puestos de trabajo mediante las Asambleas de Comités de empresa, una forma de que la clase obrera se desperece de la labor más jurídica de la defensa de las condiciones laborales inmediatas y coadyuven en el desarrollo de un modelo productivo socializado, base de una sociedad más justa, igualitaria y sostenible.
Finalmente el PCOE, en la cuestión sindical, se posiciona a favor del sindicalismo de clase y por la unidad del sindicalismo de clase, que pasa por todas aquellas organizaciones que forman parte de la Federación Sindical Mundial, referente de un sindicalismo (valga la redundancia) que defiende los intereses de los trabajadores, entrando en la arena ideológica de la lucha de clases y significando un brete real al recorte de derechos brutal que se han llevado a cabo con las últimas reformas.
Fuente
Analizar la situación actual, como base de una conducta dialéctica, ha de ser la clave de bóveda para determinar la estrategia a seguir por la vanguardia comunista, para acercar a la masas laboriosas a la conciencia de clase de la que se ha visto extirpada por la metástasis del gen capitalista y corroída por la enfermedad del consumismo, para preparar a la sociedad en la tarea que deberá desempeñar por sí misma llegado el momento, el momento en que las instituciones burguesas alcancen el paroxismo en sus políticas de explotación, simiente de toda situación revolucionaria; y en definitiva, para acercarnos paso a paso a la dictadura del proletariado, principal e inexcusable meta para los marxistas-leninistas. En esta tarea ¿Deben los movimientos revolucionarios seguir trabajando desde dentro de tales instituciones, ensoñándose con el placebo de las reformas que pueden filtrarse dentro de la superestructura que hoy nos acaudilla y nos ahoga con sus recortes?
Lenin al respecto nos dice:
“Los Marxistas admiten la lucha por las reformas, es decir por mejoras de la situación de los trabajadores que no lesionan el poder, dejándolo en manos de la clase dominante. Pero, a la vez, los marxistas combaten con la mayor energía a los reformistas, los cuales circunscriben directa o indirectamente la actividad de la clase obrera a las reformas……… obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas mejoras aisladas.”
No podemos esgrimir expresiones como “es mejor estar que no estar”, “la gente puede ver en el marco del electoralismo nuestro trabajo”. La crisis hace temblar los fundamentos sociales, éticos y filosóficos del capitalismo, por lo cual, la burguesía cierra filas en lo económico, y tras desatar una recesión sin precedentes, nacida del fenómeno de la superproducción y continuada con una caída del valor de los activos financieros, nacidos a su vez, de los flujos de capital especulativos que han hecho proliferar el dinero ficticio sobre el real, la forma de mantener su status es hacer que la crisis la paguen los trabajadores: reformas laborales que aumentan la flexibilidad en las empresas para que los empresarios corrijan su actividad productiva deficiente a despido limpio, disminución del techo de gasto en servicios públicos para salvar a los bancos, desarrollo de una política fiscal regresiva…. Etc. Todo justificado además en el hecho de que hemos sido los trabajadores los que hemos despilfarrado. Estas medidas aumentan, tal y como recogen las estadísticas, el paro, la exclusión social, los casos de pobreza extrema, además de ser una ofensiva clara de la burguesía en el ámbito de la lucha de clases, por lo que se hace necesaria una contraofensiva que no descanse únicamente en las reformas, una ofensiva que libere al proletariado de su esclavitud.
Es cierto, por otro lado, que es importante la participación de los cuadros revolucionarios en las instituciones burguesas, tal y como recoge Lenin en su obra y como hicieron los bolcheviques en la Duma zarista, pero es necesario hacerlo no únicamente con afán reformista, sino para atacar, atacar y atacar sin descanso al capitalismo, ofrecer al pueblo un programa revolucionario, denunciar una democracia que se aleja de la labor política del pueblo, acabar con un ordenamiento jurídico reaccionario y una constitución que mantiene la monarquía y bendice la propiedad privada por encima de otros derechos.
En lugar de esto, el electoralismo en España tuvo a bien firmar esta constitución para asegurar las prebendas de traidores a la causa proletaria. En alarde de electoralismo oportunista, Diego Valderas, blandía el Estatuto de Andalucía en el debate televisado para las elecciones andaluzas, exigiendo a Griñán que no atentara contra su contenido (increíble pero cierta defensa de un texto burgués). UPOA, grupo municipal del PCPE para las elecciones, apoya al PSOE en la aprobación de los presupuestos municipales, utilizando una vez más el pretexto reformista. ¿Es que este pacto va a lograr que esos presupuestos sean solidarios con los más necesitados, acaso van a generar empleo, es que se va a invertir en servicios sociales sin mediación de la empresa privada y sobre todo, van a lograr con esta medida que el pueblo pueda decidir sobre tales presupuestos?
Hay que decir basta, es la hora de que la vanguardia opte por un movimiento obrero combativo y de clase.
Por otro lado, tenemos a los sindicatos mayoritarios. La batalla por las reformas no nos puede llevar a pensar que el único sindicalismo eficaz y operativo es el que desarrollan CCOO y UGT. Estamos como reconocen sus líderes “ante la reforma laboral más cruenta de la historia de la democracia española”, y lo máximo que llegan a pedir es sentarse con el gobierno para hacer valer el pacto y cohesión social, subterfugios burgueses para endulzar un poco el puñado de sal que con las reformas se lanza día a día a la economía herida del pueblo. Llegan a condicionar sin rubor la huelga general, principal arma de los trabajadores, a que el gobierno se siente a negociar. Los comunistas no podemos seguir con nuestro trabajo en tales instituciones, alimentando la felonía que la dirección de tales sindicatos hace al movimiento obrero, felonía con la que buscan mantener su privilegiada situación de liberados. Pero además, los comunistas no podemos seguir en tales sindicatos por la falta de democracia interna de la que hacen gala, galvanizando el corsé con el que oprimen a las bases deseosas de un sindicalismo combativo y de clase. Hay que recordar que el II Congreso de la Internacional Comunista establecía que se han de abandonar aquellos sindicatos que por su naturaleza reaccionaria debilitan la lucha obrera.
Hay que decir basta, es la hora de que la vanguardia opte por un movimiento obrero combativo y de clase.
En el PCOE consideramos que ha llegado el momento de implementar nuevas vías de actuación, vías en que los trabajadores, los campesinos y los estudiantes, empiecen a desempeñar un papel protagónico, para dejar de ser estatuas de sal en el acervo económico, político y social. Para nosotros la estrategia a seguir pasa por la creación en cada localidad del Consejo Ciudadano y Obrero como auténtico Frente Único del Pueblo. En tales Consejos, se han de aglutinar los movimientos vecinales, culturales, sociales y ciudadanos con el fin de que el pueblo sea partícipe, y lo haga con conciencia de clase de su presente, pueda construir su futuro y desde luego, pueda defenderse en unidad y ante las instituciones, de los atropellos que las medidas neoliberales nos infieren.
Junto al Consejo, en el PCOE apostamos por la creación de un frente de masas obrero en los puestos de trabajo mediante las Asambleas de Comités de empresa, una forma de que la clase obrera se desperece de la labor más jurídica de la defensa de las condiciones laborales inmediatas y coadyuven en el desarrollo de un modelo productivo socializado, base de una sociedad más justa, igualitaria y sostenible.
Finalmente el PCOE, en la cuestión sindical, se posiciona a favor del sindicalismo de clase y por la unidad del sindicalismo de clase, que pasa por todas aquellas organizaciones que forman parte de la Federación Sindical Mundial, referente de un sindicalismo (valga la redundancia) que defiende los intereses de los trabajadores, entrando en la arena ideológica de la lucha de clases y significando un brete real al recorte de derechos brutal que se han llevado a cabo con las últimas reformas.
¡EL PCOE NO ESTA POR EL REFORMISMO, EL PCOE NO ESTÁ CON LA BURGUESÍA!
¡EL PCOE ESTÁ POR EL PUEBLO, EL PCOE ESTÁ CON EL PUEBLO!
¡VIVA EL COMUNISMO!
Comité Provincial del PCOE de Córdoba
¡EL PCOE ESTÁ POR EL PUEBLO, EL PCOE ESTÁ CON EL PUEBLO!
¡VIVA EL COMUNISMO!
Comité Provincial del PCOE de Córdoba
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