Se desata la persecución del «stalinismo»
Inmediatamente después de la muerte de Stalin, el Comité Central del Partido de los Trabajadores Húngaros, en sus sesiones del 27 y 28 de junio de 1953, criticó los «errores izquierdistas» de la dirección de Rakosi, Gerö y Farkas; nombró primer ministro a Imre Nagy, un viejo oportunista de derecha, quien había sostenido siempre que la democracia popular no debía definirse bajo la forma de una dictadura del proletariado. Creía que Hungría debería conocer un período de capitalismo de Estado, y que las fuerzas productivas del campo se desarrollarían del modo más rápido mediante una política de apoyo al campesinado medio. Añadía que así evitaría que Hungría se viera mezclada en la confrontación entre los bloques. En 1954, Nagy desarrolló, desde la dirección del gobierno un programa centrado en la idea de «la unidad nacional», llamó a los nueve millones y medio de húngaros a unir sus corazones y sus almas. (36)
Pero en noviembre de 1955, Rakosi consiguió que el revisionista Nagy fuera expulsado del partido.
Después del XX Congreso del PCUS, los oportunistas húngaros redoblaron sus esfuerzos en las críticas contra el «stalinismo» de Rakosi. El 1 de julio de 1956 Imne Nagy se declaró preparado para «luchar hombro con hombro por eliminar las distorsiones stalinistas del marxismo en el terreno ideológico, político y metodológico». Y juró fidelidad a las «ideas y principios de Lenin». (37)
La Asociación de Escritores Húngaros envió sus mejores plumas para la campaña en favor de Nagy que, de golpe, se convirtió en la vedette principal de Radio Europa Libre y de la BBC. El 17 de septiembre la asociación se refirió a «la resistencia burocrática, sectaria y dogmática» y llamó a la lucha contra el «peligro de una restauración stalinista y rakosista». (38)
A fines de junio de 1956, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos dedicó una sesión especial a la agitación en el Este. El 29 de junio John Foster Dulles, al hacer las conclusiones, expresó:
«El mundo libre ha de permanecer unido para ejercer las presiones que aceleren la desintegración total del comunismo internacional y, quizás, del sistema actual de la Unión Soviética. Es preciso, en especial, intensificar la presión sobre los países satélites, lo que podría conducir a su liberación completa». (39)
El Partido de los Trabajadores Húngaros, confundido por la campaña contra Stalin conducida conjuntamente por Jruchov, Radio Europa Libre, el grupo de Imre Nagy y la vieja derecha húngara, decidió organizar un nuevo entierro solemne de las «víctimas del stalinismo». El 6 de octubre de 1956 la «reposición» de los funerales se convirtió en una fiesta anticomunista. Nostálgicas y confundidas 300.000 personas proclamaron a Imre Nagy como ídolo.
En las semanas siguientes, gran parte de los estudiantes e intelectuales participaron en manifestaciones nacionalistas dirigidas contra la presencia de las tropas soviéticas, a favor de la retirada de Hungría del Pacto de Varsovia y por la recuperación de los territorios perdidos a raíz de la «derrota» de 1944. El nacionalismo burgués presentó un doble aspecto: antisovietismo, por la aversión hacia el primer país socialista, y adhesión a la ideología fascista, por su nostalgia de los 25 años de «grandeza» húngara.
La CIA dicta el programa de la «revolución»
A partir del 23 de octubre de 1956, en todas partes se produjeron manifestaciones contra el gobierno socialista. Según Robert T. Holt, uno de sus principales responsables, Radio Europa Libre recibía diariamente, del cuartel general en Nueva York, instrucciones tácticas detalladas. La radio de la CIA exaltaba una política de gran unidad popular, se ponía en guardia frente a cualquier forma de precipitación. Hay que glorificar los valores nacionales húngaros y pedir un «perfeccionamiento» y una «rectificación» del sistema socialista. En el curso de la acción habrá lugar para, paso a paso, remendar la cualidad política de las reivindicaciones. Con tal fin, la CIA lanzó la consigna «¡Haced de la revolución una revolución permanente!» (40)
Desde el 23 de octubre, los sublevados lanzaron ataques armados de poca envergadura. El 25 el coronel Pal Maléter, encargado de reprimir la insurgencia, se pasó a la contrarrevolución. El consejero militar de Radio Europa Libre, Julián Borsanyi, antiguo teniente coronel del ejército de Horthy, so pretexto de «discutir la forma en que los insurgentes actuaban», dio instrucciones para el progreso la rebelión. (41)
La Comisión de Radio Europa Libre financiaba el Centro Militar,establecido en Viena, que coordinaba la ayuda militar desde el extranjero. El general Andras Zako, jefe de la principal organización fascista húngara, dirigía este centro. En Budapest, los ataques armados estaban organizados por personas con gran experiencia en la guerra y la guerrilla: oficiales del ejército de Horthy, miembros de las milicias fascistas de las Cruces Flechadas y algunos tránsfugas del ejército húngaro. Así comienza lo que The New York llerald Tribune llamó, el 17 de noviembre de 1956, «la primera batalla de la Tercera Guerra Mundial por los valores occidentales». (42)
A la vista de esta primera fase de la contrarrevolución, el partido organizó guardias obreras en las empresas y les proporcionó cierta cantidad de armas. La mayor parte del ejército húngaro permanecía leal al gobierno y desarrolló operaciones eficaces con el apoyo de unidades soviéticas. (43)
El 28 de octubre los anticomunistas se encontraron prácticamente derrotados.
El mismo día, el cuartel general de la Comisión de Radio Europa Libre envió un telegrama desde Nueva York a Munich; que contenía un «programa de ocho puntos» para la insurrección húngara; el cual se propagaría intensamente y de inmediato, gracias a las emisiones de Radio Europa Libre y casi todos los grupos anticomunistas lo
adoptarían. A continuación se describe someramente el «programa»:
«1. Retirada inmediata y total de las tropas soviéticas en territorio húngaro. 2. Disolución integral e inmediata de la Fuerza de Seguridad del Estado (AVH). 3. Amnistía total para todos los combatientes por la libertad que han participado en la insurrección. 4. Exclusión del nuevo gobierno provisional de toda persona asociada de algún modo al gobierno o a la dirección superior del partido desde el precedente gobierno de Nagy. 5. La mayoría del gabinete del nuevo gobierno provisional debe proceder de los diversos grupos patrióticos sobre una base representativa. 6. Convocatoria inmediata de una Asamblea Constituyente, seleccionada mediante elecciones libres y secretas, para redactar una nueva Carta Magna y un programa de acción. 7. Retirada de Hungría del Pacto de Varsovia. 8. Conservación de los consejos obreros y otros consejos locales y comités populares formados durante la crisis, y comunicación permanente entre ellos hasta que las condiciones mencionadas anteriormente hayan sido cumplidas». (44)
El revisionista Nagy a la cabeza del gobierno
Cuando se desencadena en el país la contrarrevolución violenta, la fuerza de determinación del Partido Comunista adquirió una importancia capital para el éxito de la lucha. Ahora bien, el partido se encontraba en un estado lamentable. Cuando el Comité Central se reunió el 23 y el 24 de octubre, fue sacudido por un viento de pánico. En lugar de orientarse hacia un modo de acción inflexible y hacia una movilización de las masas fieles al socialismo, sus miembros buscaron refugio en la Gran Unidad. La tendencia Mathias Rakosi-Ernö Gerö, considerada por todas partes como «stalinista», se encontraba ya bastante aislada. El grupo de Janos Kadar-Ferenc Münnich, mayoritario, llamó a la unidad de todos los comunistas, incluidos los hombres de Nagy. ¡Se reincorporó Imre Nagy en su calidad de miembro del partido y se le ofreció el puesto de primer ministro! Sin embargo, todos sabían que Nagy se encontraba en la base de la agitación antigubernamental en el medio estudiantil e intelectual. Como lo diría Kadar más tarde:
«Estábamos reticentes de tomar la seria decisión de revelar ante el mundo que no había unidad en el seno del órgano dirigente superior del partido y el gobierno». (45)
El 23 de octubre Nagy da su consentimiento para solicitar el apoyo del ejército soviético. Pero cinco días más tarde, el 28 de octubre, en el momento en que los contrarrevolucionarios se encontraban arrinconados, Nagy decretó por radio un alto el fuego inmediato y general, y anunció el retiro de las tropas soviéticas de Budapest. Y declaró:
«El gobierno rehúsa la idea de que el gran movimiento popular que se desarrolla en este momento, es una contrarrevolución. Y la revuelta se transforma en un movimiento nacional y democrático que garantiza nuestra independencia nacional, nuestra autodeterminación y soberanía».
Nagy continuó:
«El gobierno va a sostener a los nuevos órganos democráticos creados con la iniciativa del pueblo y los integrará en la administración del Estado».
Anunció la creación de:
«Una nueva fuerza de seguridad, formada a partir de unidades del ejército, de la policía, como de las unidades armadas obreras y de jóvenes». (46)
En realidad, el revisionista Nagy tomó por su cuenta lo esencial del programa dictado por Radio Europa Libre.
El 29 y 30 de octubre el Ejército Rojo se retiró de Budapest. Una onda de euforia levantó a los contrarrevolucionarios hasta las nubes. Nagy recibió a Dudas, uno de los principales responsables de los «combatientes de la libertad», que había hecho suyos los «ocho puntos» de la CIA. Al día siguiente, Radio Europa Libre anunciaba:
«Pareciera que la democracia pluripartidista pueda ser restaurada en Hungría y que Hungría pueda asumir una posición de libertad y de neutralidad según el modelo austríaco». (47)
Nagy a la cabeza de la contrarrevolución
Partiendo de su oposición contra el «dogmatismo», el «sectarismo» y el «stalinismo», Imre Nagy pasó en pocos días a la contrarrevolución abierta. El 30 de octubre declaró a la radio:
«El gobierno reconoce a todas las autoridades locales, autónomas y democráticas, creadas por la revolución, nosotros nos apoyamos en ellas y les pedimos su ayuda».
Y continuó:
«El gabinete decide abolir el sistema de partido único y establecer un gobierno sobre la base de la cooperación democrática entre partidos de coalición como existía en 1945».
¡En el presidium del Partido de los Trabajadores Húngaros, Nagy obtuvo la mayoría para disolver el partido y formar un partido nuevo! Núcleos de antiguos partidos burgueses fueron restablecidos bajo la impulsión de emigrantes anticomunistas. Estos partidos, que se habían dislocado entre 1945 y 1948 durante los combates entre elementos reaccionarios y los antifascistas, volvieron a nacer como fuerzas abiertamente de derecha y proimperialistas.
El 1 de noviembre el Partido Independiente de Pequeños Propietarios manifestó:
«Nosotros queremos una nueva Constitución, una república en lugar de una república popular».
En una circular de 31 de octubre, este partido se confirmó como:
«Un partidario incondicional de la empresa privada y de la economía privada».
El 2 de noviembre Jozsef Pasztor, el dirigente de la socialdemocracia, declaró:
«El partido acepta la propiedad privada».
El programa del Partido de la Independencia húngara definía:
«4. La inviolabilidad de la propiedad privada. (…) 6. La puesta en práctica de la democracia pura, eterna y burguesa». (48)
El 30 de octubre Imre Nagy sacaba de la cárcel al cardenal Mindszenty, quien se apresuró en declarar:
«Voy a continuar desde donde me forzaron a pararme hace ya ocho años». (49)
En sus memorias, Eisenhower anotó sus reflexiones del 1 de noviembre de 1956:
«El problema de Hungría es que los insurgentes no tienen un dirigente fuerte que haga autoridad. Imre Nagy fracasa y los insurgentes piden su dimisión. El cardenal Mindszenty podría ser este dirigente, si es apoyado por el ardor católico del pueblo húngaro». (50)
Por la radio, el 3 de noviembre, Mindszenty saludó al «pueblo» y a la «lucha armada», denunció al «imperio ruso» y manifestó que:
«El antiguo régimen ya había sido barrido. Nosotros queremos ser una nación con un espíritu exclusivamente cultural y nacional, basado en la propiedad privada y limitada por las obligaciones sociales». (51)
El 31 de octubre Nagy anunció su intención de retirarse del Pacto de Varsovia y al día siguiente proclamó la neutralidad de Hungría, concluyendo su discurso con las palabras siguientes:
«¡Viva Hungría libre, independiente, democrática y neutral!»
Hungría dejó de ser socialista. Y la bandera de la independencia ocultaba apenas que las formaciones sublevadas dependían, en gran parte, del imperialismo. La dirección de la Internacional Socialista, reunida en Viena y el presidente Eisenhower, en Nueva York, prometían inmediatamente una «ayuda económica» para la «reactivación económica de Hungría». (52)
Entre tanto, los generales Bela Kiraly y Maléter habían distribuido miles de armas a los sublevados. Kiraly y otros dos oficiales de Horthy constituyeron, el 1r de noviembre, un comité de rehabilitación con el objeto de crear un cuerpo de oficiales del antiguo régimen fascista: se presentaron 500. (53)
¡Y el 1 de noviembre, Nagy nombró a Pal Maléter, el general pasado al lado de los sublevados, ministro de la Defensa! (54)
¿Qué ocurría en la ciudad de Györ? En Transdanuvia, la parte de Hungría que limita con Austria, el Consejo Nacional Transdanuvio se presentó como gobierno alternativo. El presidente del consejo, el exalcalde socialdemócrata Udvaros, en una entrevista, expuso las siguientes orientaciones:
«El consejo ha sufrido una evolución nacionalista. Los comunistas se han refugiado con los rusos que están en guarnición en las afueras de Györ. El primer objetivo de la muchedumbre fue la destrucción de la policía política. En Gyór, eran un centenar, los jefes han sido asesinados, los otros han huido. Nosotros estamos en contra de la colectivización de la tierra. Nosotros le damos nuestra confianza a Nagy. Por otra parte, él ha recibido a nuestra líder Anna Ketly y nos ha asegurado que él compartía el punto de vista del Consejo Nacional Transdanuvio. En fin, aquellos que han hecho esta revuelta están en el gobierno, con Pal Maléter que acaba de ser llamado al Ministerio de la Defensa Nacional. En caso de elección, la mayoría de los votos iría a un partido clerical, en una proporción del 60%. El Partido Socialdemócrata podría obtener entre un 18% o un 20%». (55)
El general Zako, el jefe de las Cruces Flechadas, viajó de Viena a Gyór y una delegación de Gyór partió a Munich para entrevistarse con el teniente coronel Julián Borsanyi, exhorthysta y cabecilla de Radio Europa Libre. (56)
La derecha comenzó la caza de los comunistas: tres mil de ellos fueron detenidos por los contrarrevolucionarios. El periódico Nueva Hungría escribió el 2 de noviembre:
«Nuestra policía neutraliza a los enemigos de la revolución nacional. (…) La operación de limpieza ha comenzado bajo el control del Comité Revolucionario de Fuerzas Especiales». (57)
Comunista húngaro linchado por los “revolucionarios".
Los Cruces Flechadas y los fundamentalistas católicos exhortaron el espíritu revanchista a tal punto que hasta hostigaron a un periodista de derecha como Alain de Seydouy, un fanático de la «Hungría Indomable”. En su obra, publicada bajo este título, decía, a propósito de los últimos días de la insurrección, lo siguiente:
«Poniendo a su ventaja la debilidad del gobierno de Nagy, los elementos de extrema derecha como Dudas, podían hacer temer el retomo de elementos fascistas, lo que ahora es explotado a fondo por los stalinistas. Desde su liberación, el cardenal Mindszenty multiplica las declaraciones imprudentes. Finalmente, mientras que la administración se desintegraba, la desaparición de comunistas de todos los puestos claves tiraba al país en la anarquía. Incluso Tito manifestaba su inquietud». (58)
Estas observaciones de un anticomunismo declarado constituían una excelente introducción al análisis que el grupo de Mandel presentó de la contrarrevolución húngara. El IX Congreso Mundial Trotskista rindió un homenaje a los insurgentes húngaros en los siguientes términos:
«La revolución húngara de octubre-noviembre de 1956 ha ido lo más lejos en la vía de la revolución política antiburocrática plenamente desarrollada». (59)
Es en estos términos que Mandel nos reveló que la contrarrevolución armada húngara era un trotskismo «plenamente desarrollado».
Kadar y su padre adoptivo Jruschov
El 1 de noviembre, Janos Kadar y Ferenc Münnich, dos miembros del gobierno de Nagy, decidieron romper con el Primer Ministro. Al día siguiente, recibieron el apoyo de Gyorgy Marosan, Antal Apro, Imre Horvath y de Karoly Kiss. Ellos proclamaron la constitución de un gobierno revolucionario húngaro de obreros y campesinos que llamó al ejército soviético a restablecer el orden. El 4 de noviembre el Ejército Rojo atacó las dos principales bases de sublevados en Budapest, las que agrupaban a unos 10.000 hombres armados. Los combates violentos duraron dos días. El 9 de noviembre los principales jefes de la contrarrevolución se pasaron al Occidente. Del 23 de octubre al 9 de noviembre, se contaron 3 000 muertos. (60)
Kadar se opuso a la contrarrevolución abierta y al revisionismo implacable de Imre Nagy. No obstante, el mismo Kadar contribuyó a colocar de nuevo a Nagy a la cabeza del gobierno en el cual él participó. Además, atacó con todas sus fuerzas la línea revolucionaria defendida por Rakosi. Su proclamación a nombre del gobierno revolucionario, el 4 de noviembre de 1956, comenzó con estas frases:
«El 23 de octubre un movimiento popular nació. El objetivo de este movimiento era la eliminación del régimen criminal de Rakosi y de sus cómplices, la adquisición de nuestra independencia nacional y la defensa de nuestra soberanía nacional. Por la debilidad del gobierno de Imre Nagy, los elementos contrarrevolucionarios han logrado introducirse en este movimiento». (61)
En lo que llamaba la resolución histórica del 5 de diciembre de 1956, Kadar hizo insertar lo que sigue:
«Desde el fin de 1948, la banda Rakosi-Gerö desviaba los principios fundamentales del marxismo-leninismo». (62)
Así, todas las victorias obtenidas en la revolución, en la edificación económica y en la represión de la reacción, fueron denigradas como una desviación. Kadar era un huérfano de la socialdemocracia húngara, adoptado y alimentado por su padre Jruschov. Rakosi era un auténtico bolchevique, quien combatió al lado de Bela Kun en 1920, y encarcelado por Horthy de 1927 a 1940; pero su partido, que fue fundado después de la guerra, estaba compuesto por un conjunto de diversas fuerzas, enormemente influenciadas por la socialdemocracia. Rakosi no logró unificar, con un trabajo ideológico, político y organizativo profundo, a los ejecutivos en una óptica marxista-leninista. El partido siguió siendo un conjunto de diferentes corrientes disparatadas.
El «stalinista» Rakosi fue eliminado de la cabeza del partido después de una intervención directa del PCUS. Jruschov también intervino en la rehabilitación de Rajk, en la liberación de la prisión de Kadar –encarcelado en 1950 por seguir los lineamientos de Tito– y en la rehabilitación de Nagy. (63)
En junio de 1956, cuando la contrarrevolución se desarrolló a la vista y el saber de todos, Suslov poseía, entre sus manos, una mitocrítica escrita de Imre Nagy —en quien tenía absoluta confianza), afirmando que la situación en Hungría tendía a normalizarse. Después de los primeros combates en Budapest, Andropov, embajador soviético, expresó:
«Nosotros no podemos considerar a los insurgentes como contrarrevolucionarios, porque también hay entre ellos gente honesta. El nuevo gobierno [de Nagy] es bueno y es necesario que se mantenga para estabilizar la situación. Nagy trata de mantener los lazos con las masas». (64)
Fueron los soviéticos quienes –el 2 de noviembre– reunieron a Kadar y sus amigos en Crimea, y, después de una concertación con Tito, impusieron a Kadar como el nuevo jefe del partido. (65)
Jruschov, Tito, Kadar y Nagy estaban ligados en una defensa común por una política revisionista y en una lucha contra el stalinismo. Cuando Nagy pasó abiertamente al lado del imperialismo y amenazó, en consecuencia, la base misma del poder de Jruschov, fue cuando este reaccionó.
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