Pan y Rosas (Bread and Roses)
traducido de varios textos en inglés que circulan por Internet, en especial uno de Lyn Neeley publicado en la revista Workers World en enero de 1998 con el título: La huelga dirigida y ganada por mujeres
La ciudad de Lawrence (estado de Massachusetts, EE. UU.) fue fundada a mediados del siglo XIX como centro fabril del sector textil por un grupo de empresas que para abaratar costes salariales contratan a sus empleados directamente en Rusia, toda la Europa oriental y países árabes. El aumento constante de maquinaria especializada en fábricas y talleres provoca que alrededor de 1905 (año en el que se construye en la ciudad la mayor fábrica del sector de la lana de todo el mundo), apenas exista personal especializado en las empresas y el sueldo va bajando poco a poco para los miles de trabajadores (mayoritariamente mujeres) emigrantes que contrata el sector textil.
Los trabajadores, de al menos 25 nacionalidades diferentes, se alojan en las abarrotadas casas propiedad de las empresas (ocho y diez familias distintas en cada uno de los espacios dedicados a vivienda) y compran sus víveres y mercancías en las tiendas y economatos de esas mismas compañías. Familias enteras, incluidos menores de 14 años, trabajan en las fábricas. Los altos ritmos de trabajo provocan un gran número de accidentes laborales, mientras que el acoso sexual por parte de los jefes y sus matones es algo corriente en un sector en donde hay trabajando no menos de dos mujeres por cada hombre. La tuberculosis y todo tipo de enfermedades respiratorias hacen estragos (un tercio de trabajadores de las mayores fábricas mueren antes de los 25 años de edad) y el raquitismo infantil (acompañado de sarna, piojos y suciedad constante) provoca que un cincuenta por ciento de los niños muera antes de llegar a los seis años. El racismo y los enfrentamientos étnicos son fomentados por las empresas y sus matones a sueldo. El alcoholismo alcanza altos números, propiciado por los bajos precios del alcohol, que se regala a los hombres siempre que hay el menor atisbo de protestas laborales.
Los intentos de sindicalización son reprimidos brutalmente por las empresas y apenas se permite la existencia del sindicato de la Federación Americana del Trabajo (AFL), débil agrupación de artesanos y obreros especializados, conformado sólo por hombres blancos (hasta 1918 no admitieron la afiliación de mujeres y hombres de raza negra).
Una nueva ley estatal aprobada a primeros de enero del año 1912 obliga a reducir la jornada laboral de 56 a 54 horas, y lo que en principio puede parecer un avance en las condiciones laborales, se convierte en un inesperado retroceso porque los dueños de las fábricas bajan el sueldo (menos de seis dólares por semana) e incrementan el ritmo de trabajo en los telares a fin de compensar las dos horas de rebaja en la jornada semanal.
En apenas un par de horas, unos veintitresmil trabajadores de las empresas de Lawrence paran las máquinas, dejan de trabajar y salen a las calles de la ciudad en manifestación para exigir aumento de sueldo y mejoras en los ritmos de trabajo. La huelga se extiende a todas las empresas del sector en todas las localidades circundantes.
La policía y la Guardia nacional reúnen a más de 20 compañías fuertemente armadas y los pistoleros a sueldo de la patronal hacen su aparición provocando destrozos y pequeños incendios que son atribuidos a los huelguistas.
El sindicato AFL no apoya la huelga y hace públicos llamamientos a la vuelta al trabajo y a no dejarse engañar por revolucionarios profesionales comunistas y anarquistas que son quienes manejan a los buenos trabajadores. La Iglesia católica predica en sus iglesias de todo el Estado haciendo un llamamiento a la concordia y la vuelta al trabajo, anatemizando a los que siguen las consignas de comunistas y anarquistas.
Tras los primeros días surgen momentos de duda pero los trabajadores siguen firmes en la huelga a pesar de que ya se ha producido la muerte por disparos policiales de una joven huelguista. Es el momento en el que aparece en escena el pequeño y combativo sindicato IWW (Industrial Workers of the World), que envía a Lawrence a algunos de sus activistas y la socialista Elizabeth Gurley Flynn (conocedora del mundo laboral en el sector del textil por haber trabajado ella misma y su familia en fábricas por toda Nueva Inglaterra) se erige en líder de la huelga y en organizadora de las mujeres, que son quienes pasan a dirigir de facto el proceso con una gran capacidad de sacrificio e iniciativas entre las que destacan la solidaridad y la unión entre los obreros: comedores populares y comunitarios, clases para los niños, analfabetos y desconocedores de la lengua inglesa, recolección de ropa, medicamentos y alimentos por todo el estado, caja de resistencia, espectáculos de entretenimiento y, algo hasta entonces poco documentado: la utilización de piquetes (compuestos fundamentalmente por mujeres que agarradas de las manos forman grandes cadena humanas alrededor de las empresas) que impedían la entrada de esquiroles en las fábricas y la entrada de hombres a los bares en donde el alcohol es gratuito pagado por los empresarios.
Las reivindicaciones empiezan a tener un claro contenido de clase y no sólo se centran en el salario, sino en las mejoras de los niveles de vida de los trabajadores desde todos los puntos de vista. La solidaridad y la unión de todos los obreros del sector y de todas las áreas de actividad se busca en cada una de las asambleas, en donde se llega a tener que traducir las distintas intervenciones a 25 idiomas distintos, con miles de asistentes (incluso al aire libre en muchas ocasiones).
La brutalidad policial es constante y las palizas en las calles y los disparos indiscriminados provocan gran número de heridos que apenas se pueden atender, lo que sumado a la precaria situación de las familias en un invierno muy duro con temperaturas gélidas (los piquetes son atacados con mangueras de agua que se hiela sobre el cuerpo de los huelguistas) y la mala situación de los niños en particular, lleva al sindicato IWW a organizar un viaje en tren para que los niños y heridos puedan ser alojados en otras ciudades en casas de militantes socialistas. La policía ataca a los que quieren subir al tren y las dantescas escenas provocadas por las agresiones a niños, enfermos y mujeres (se habla de la paliza recibida por una embarazada que aborta y pierde a su hijo en el andén de la estación) son contadas en los periódicos de carácter nacional por algunos pocos periodistas que han sido capaces de romper el cerco policial alrededor de la estación de ferrocarril. El escándalo originado obliga a intervenir a políticos de todo tipo y el Congreso estadounidense se interesa por el caso y ordena una investigación.
El 14 de marzo los patronos del textil acceden a algunas de las reivindicaciones de los huelguistas y la huelga termina con un descenso de los ritmos de trabajo en los telares y subidas del 25% en el sueldo de los trabajadores no especializados, así como el pago de algunas horas extraordinarias por semana, la readmisión de despedidos y el compromiso de retirar todas las acusaciones a los miembros más destacados del sindicato, criminalizados por la policía. Los acuerdos se establecen también en otras ciudades fabriles de los estados de Nueva Inglaterra y Massachusetts.
La victoria no pudo celebrarse durante mucho tiempo, porque una vez desactivado el movimiento huelguista y desaparecidos de la escena los principales líderes sindicales, los patronos empiezan a incumplir los pactos acordados. Ya a comienzos de 1913 la actividad en Lawrence decae poco a poco y después de 1914 cierran muchas de las fábricas o se trasladan a otros estados.
El sindicato IWW (Industrial Workers of the World) desaparece prácticamente tras la Primera Guerra mundial y sus líderes, incluida Elizabeth Gurley Flynn, se involucran en la formación del Partido Comunista de los EE. UU.
La huelga de Lawrence había demostrado que los trabajadores mal pagados, oprimidos de diversas maneras, eran capaces de unir, organizar y librar una fuerte lucha para ganar sus objetivos. Se alza desde entonces como un brillante ejemplo de cómo construir una unidad solidaria, multinacional, antirracista y con mujeres, fundamentalmente, en la dirección del proceso y en la vanguardia de las luchas.
Pan y Rosas
poema de James Oppenheim, escrito a principios del siglo XX (entre 1908 y 1912)***
Mientras vamos marchando, marchando a través del hermoso día
Un millón de cocinas oscuras y miles de grises hilanderías
Son tocados por un radiante sol que asoma repentinamente
Ya que el pueblo nos oye cantar: ¡Pan y rosas! ¡Pan y rosas!
Mientras vamos marchando, marchando, luchamos también por los hombres
Ya que ellos son hijos de mujeres, y los protegemos maternalmente otra vez
Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte
Los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos
¡dennos pan, pero también dennos rosas!
Mientras vamos marchando, marchando, innumerables mujeres muertas
Van gritando a través de nuestro canto su antiguo reclamo de pan
Sus espíritus fatigados conocieron el pequeño arte y el amor y la belleza
¡Sí, es por el pan que peleamos, pero también peleamos por rosas!
A medida que vamos marchando, marchando, traemos con nosotras días mejores
El levantamiento de las mujeres significa el levantamiento de la humanidad
Ya basta del agobio del trabajo y del holgazán: diez que trabajan para que uno repose
¡Queremos compartir las glorias de la vida: pan y rosas, pan y rosas!
Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte
Los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos
¡pan y rosas, pan y rosas!
***Este poema del escritor norteamericano James Oppenheim, escrito a principios del siglo XX, es un homenaje a las mujeres trabajadoras que protagonizaron el movimiento huelguístico (ocurrido en Lawrence, Massachusetts, USA, entre enero y marzo de 1912) conocido con el nombre de PAN Y ROSAS (Bread and Roses). James Oppenheim era un activista afiliado al combativo sindicato IWW (Industrial Workers of the World).
Según la tradición oral, durante una manifestación de más de 15.000 obreras textiles celebrada (y duramente reprimida por la policía y pistoleros de la patronal) en Nueva York en marzo de 1908, un grupo de mujeres jóvenes portaban una bandera con la inscripción: "Queremos pan y también queremos rosas", frase que inspiró este poema (aunque hay otra versión que dice que el poema es anterior a la manifestación) que luego se ha convertido en una canción popular de la clase obrera norteamericana. En la historia del movimiento obrero de los EE. UU., el movimiento huelguístico de PAN Y ROSAS se considera una de las primeras manifestaciones organizadas de mujeres obreras (con gran participación de emigrantes de todo el mundo) que reclamaban aumento de salarios y mejores condiciones de trabajo y de vida. En el movimiento feminista, posteriormente, la expresión PAN Y ROSAS se utilizó, metafóricamente, para sintetizar la unidad de las demandas de género y de clase.
traducido de varios textos en inglés que circulan por Internet, en especial uno de Lyn Neeley publicado en la revista Workers World en enero de 1998 con el título: La huelga dirigida y ganada por mujeres
La ciudad de Lawrence (estado de Massachusetts, EE. UU.) fue fundada a mediados del siglo XIX como centro fabril del sector textil por un grupo de empresas que para abaratar costes salariales contratan a sus empleados directamente en Rusia, toda la Europa oriental y países árabes. El aumento constante de maquinaria especializada en fábricas y talleres provoca que alrededor de 1905 (año en el que se construye en la ciudad la mayor fábrica del sector de la lana de todo el mundo), apenas exista personal especializado en las empresas y el sueldo va bajando poco a poco para los miles de trabajadores (mayoritariamente mujeres) emigrantes que contrata el sector textil.
Los trabajadores, de al menos 25 nacionalidades diferentes, se alojan en las abarrotadas casas propiedad de las empresas (ocho y diez familias distintas en cada uno de los espacios dedicados a vivienda) y compran sus víveres y mercancías en las tiendas y economatos de esas mismas compañías. Familias enteras, incluidos menores de 14 años, trabajan en las fábricas. Los altos ritmos de trabajo provocan un gran número de accidentes laborales, mientras que el acoso sexual por parte de los jefes y sus matones es algo corriente en un sector en donde hay trabajando no menos de dos mujeres por cada hombre. La tuberculosis y todo tipo de enfermedades respiratorias hacen estragos (un tercio de trabajadores de las mayores fábricas mueren antes de los 25 años de edad) y el raquitismo infantil (acompañado de sarna, piojos y suciedad constante) provoca que un cincuenta por ciento de los niños muera antes de llegar a los seis años. El racismo y los enfrentamientos étnicos son fomentados por las empresas y sus matones a sueldo. El alcoholismo alcanza altos números, propiciado por los bajos precios del alcohol, que se regala a los hombres siempre que hay el menor atisbo de protestas laborales.
Los intentos de sindicalización son reprimidos brutalmente por las empresas y apenas se permite la existencia del sindicato de la Federación Americana del Trabajo (AFL), débil agrupación de artesanos y obreros especializados, conformado sólo por hombres blancos (hasta 1918 no admitieron la afiliación de mujeres y hombres de raza negra).
Una nueva ley estatal aprobada a primeros de enero del año 1912 obliga a reducir la jornada laboral de 56 a 54 horas, y lo que en principio puede parecer un avance en las condiciones laborales, se convierte en un inesperado retroceso porque los dueños de las fábricas bajan el sueldo (menos de seis dólares por semana) e incrementan el ritmo de trabajo en los telares a fin de compensar las dos horas de rebaja en la jornada semanal.
En apenas un par de horas, unos veintitresmil trabajadores de las empresas de Lawrence paran las máquinas, dejan de trabajar y salen a las calles de la ciudad en manifestación para exigir aumento de sueldo y mejoras en los ritmos de trabajo. La huelga se extiende a todas las empresas del sector en todas las localidades circundantes.
La policía y la Guardia nacional reúnen a más de 20 compañías fuertemente armadas y los pistoleros a sueldo de la patronal hacen su aparición provocando destrozos y pequeños incendios que son atribuidos a los huelguistas.
El sindicato AFL no apoya la huelga y hace públicos llamamientos a la vuelta al trabajo y a no dejarse engañar por revolucionarios profesionales comunistas y anarquistas que son quienes manejan a los buenos trabajadores. La Iglesia católica predica en sus iglesias de todo el Estado haciendo un llamamiento a la concordia y la vuelta al trabajo, anatemizando a los que siguen las consignas de comunistas y anarquistas.
Tras los primeros días surgen momentos de duda pero los trabajadores siguen firmes en la huelga a pesar de que ya se ha producido la muerte por disparos policiales de una joven huelguista. Es el momento en el que aparece en escena el pequeño y combativo sindicato IWW (Industrial Workers of the World), que envía a Lawrence a algunos de sus activistas y la socialista Elizabeth Gurley Flynn (conocedora del mundo laboral en el sector del textil por haber trabajado ella misma y su familia en fábricas por toda Nueva Inglaterra) se erige en líder de la huelga y en organizadora de las mujeres, que son quienes pasan a dirigir de facto el proceso con una gran capacidad de sacrificio e iniciativas entre las que destacan la solidaridad y la unión entre los obreros: comedores populares y comunitarios, clases para los niños, analfabetos y desconocedores de la lengua inglesa, recolección de ropa, medicamentos y alimentos por todo el estado, caja de resistencia, espectáculos de entretenimiento y, algo hasta entonces poco documentado: la utilización de piquetes (compuestos fundamentalmente por mujeres que agarradas de las manos forman grandes cadena humanas alrededor de las empresas) que impedían la entrada de esquiroles en las fábricas y la entrada de hombres a los bares en donde el alcohol es gratuito pagado por los empresarios.
Las reivindicaciones empiezan a tener un claro contenido de clase y no sólo se centran en el salario, sino en las mejoras de los niveles de vida de los trabajadores desde todos los puntos de vista. La solidaridad y la unión de todos los obreros del sector y de todas las áreas de actividad se busca en cada una de las asambleas, en donde se llega a tener que traducir las distintas intervenciones a 25 idiomas distintos, con miles de asistentes (incluso al aire libre en muchas ocasiones).
La brutalidad policial es constante y las palizas en las calles y los disparos indiscriminados provocan gran número de heridos que apenas se pueden atender, lo que sumado a la precaria situación de las familias en un invierno muy duro con temperaturas gélidas (los piquetes son atacados con mangueras de agua que se hiela sobre el cuerpo de los huelguistas) y la mala situación de los niños en particular, lleva al sindicato IWW a organizar un viaje en tren para que los niños y heridos puedan ser alojados en otras ciudades en casas de militantes socialistas. La policía ataca a los que quieren subir al tren y las dantescas escenas provocadas por las agresiones a niños, enfermos y mujeres (se habla de la paliza recibida por una embarazada que aborta y pierde a su hijo en el andén de la estación) son contadas en los periódicos de carácter nacional por algunos pocos periodistas que han sido capaces de romper el cerco policial alrededor de la estación de ferrocarril. El escándalo originado obliga a intervenir a políticos de todo tipo y el Congreso estadounidense se interesa por el caso y ordena una investigación.
El 14 de marzo los patronos del textil acceden a algunas de las reivindicaciones de los huelguistas y la huelga termina con un descenso de los ritmos de trabajo en los telares y subidas del 25% en el sueldo de los trabajadores no especializados, así como el pago de algunas horas extraordinarias por semana, la readmisión de despedidos y el compromiso de retirar todas las acusaciones a los miembros más destacados del sindicato, criminalizados por la policía. Los acuerdos se establecen también en otras ciudades fabriles de los estados de Nueva Inglaterra y Massachusetts.
La victoria no pudo celebrarse durante mucho tiempo, porque una vez desactivado el movimiento huelguista y desaparecidos de la escena los principales líderes sindicales, los patronos empiezan a incumplir los pactos acordados. Ya a comienzos de 1913 la actividad en Lawrence decae poco a poco y después de 1914 cierran muchas de las fábricas o se trasladan a otros estados.
El sindicato IWW (Industrial Workers of the World) desaparece prácticamente tras la Primera Guerra mundial y sus líderes, incluida Elizabeth Gurley Flynn, se involucran en la formación del Partido Comunista de los EE. UU.
La huelga de Lawrence había demostrado que los trabajadores mal pagados, oprimidos de diversas maneras, eran capaces de unir, organizar y librar una fuerte lucha para ganar sus objetivos. Se alza desde entonces como un brillante ejemplo de cómo construir una unidad solidaria, multinacional, antirracista y con mujeres, fundamentalmente, en la dirección del proceso y en la vanguardia de las luchas.
Pan y Rosas
poema de James Oppenheim, escrito a principios del siglo XX (entre 1908 y 1912)***
Mientras vamos marchando, marchando a través del hermoso día
Un millón de cocinas oscuras y miles de grises hilanderías
Son tocados por un radiante sol que asoma repentinamente
Ya que el pueblo nos oye cantar: ¡Pan y rosas! ¡Pan y rosas!
Mientras vamos marchando, marchando, luchamos también por los hombres
Ya que ellos son hijos de mujeres, y los protegemos maternalmente otra vez
Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte
Los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos
¡dennos pan, pero también dennos rosas!
Mientras vamos marchando, marchando, innumerables mujeres muertas
Van gritando a través de nuestro canto su antiguo reclamo de pan
Sus espíritus fatigados conocieron el pequeño arte y el amor y la belleza
¡Sí, es por el pan que peleamos, pero también peleamos por rosas!
A medida que vamos marchando, marchando, traemos con nosotras días mejores
El levantamiento de las mujeres significa el levantamiento de la humanidad
Ya basta del agobio del trabajo y del holgazán: diez que trabajan para que uno repose
¡Queremos compartir las glorias de la vida: pan y rosas, pan y rosas!
Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte
Los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos
¡pan y rosas, pan y rosas!
***Este poema del escritor norteamericano James Oppenheim, escrito a principios del siglo XX, es un homenaje a las mujeres trabajadoras que protagonizaron el movimiento huelguístico (ocurrido en Lawrence, Massachusetts, USA, entre enero y marzo de 1912) conocido con el nombre de PAN Y ROSAS (Bread and Roses). James Oppenheim era un activista afiliado al combativo sindicato IWW (Industrial Workers of the World).
Según la tradición oral, durante una manifestación de más de 15.000 obreras textiles celebrada (y duramente reprimida por la policía y pistoleros de la patronal) en Nueva York en marzo de 1908, un grupo de mujeres jóvenes portaban una bandera con la inscripción: "Queremos pan y también queremos rosas", frase que inspiró este poema (aunque hay otra versión que dice que el poema es anterior a la manifestación) que luego se ha convertido en una canción popular de la clase obrera norteamericana. En la historia del movimiento obrero de los EE. UU., el movimiento huelguístico de PAN Y ROSAS se considera una de las primeras manifestaciones organizadas de mujeres obreras (con gran participación de emigrantes de todo el mundo) que reclamaban aumento de salarios y mejores condiciones de trabajo y de vida. En el movimiento feminista, posteriormente, la expresión PAN Y ROSAS se utilizó, metafóricamente, para sintetizar la unidad de las demandas de género y de clase.
Última edición por pedrocasca el Mar Jul 16, 2013 8:17 pm, editado 2 veces