El pasado miércoles 4 de abril un anciano de 77 años se suicidaba en Atenas. Llevaba un escrito en el que decía “Dado que tengo ya una edad que no me permite recurrir a la fuerza —y a fe que si un griego agarrara un Kaláshnikov, yo sería el segundo en hacerlo—, no encuentro otra solución que un final digno antes de empezar a rebuscar comida entre la basura”[1] y, también, vaticinaba “Creo que los jóvenes sin futuro algún día cogerán las armas y en la plaza Sintagma colgarán a los que traicionaron a la nación, como hicieron los italianos con Mussolini en 1945”[2]. Este hecho, producto del imperialismo y la ‘democracia’ burguesa - tan vanagloriada por los sicarios de la oligarquía financiera que va desde periodistas a políticos, y que se traduce en opresión, hambre, miseria, enfermedad y muerte para la mayoría de la población, que son sacrificados en el altar imperialista para atiborrar de dinero a la oligarquía financiera – nos muestra con nitidez la necesidad de luchar contra este sistema capitalista, corrompido hasta el tuétano.
Estas políticas que hacen los imperialistas y que ejecutan sus verdugos – bajo las diferentes etiquetas burguesas, díganse socialdemócratas, demócratas-cristianos, liberales, fascistas, o ‘izquierdistas-transformadores’ de esos que están en el PIE - empujan a las clases laboriosas al paro forzoso y a sus familias al hambre y la miseria. Como estamos pudiendo comprobar, este es el destino que los imperialistas y sus políticos imponen a los pueblos, no sólo del tercer mundo sino de la mismísima Europa, como lo demuestran las políticas aplicadas en Irlanda, Portugal, Grecia, Italia, España, etcétera. “Precisamente desde el punto de vista de los imperialistas a veces es mucho más ventajoso tener como aliada una pequeña nación independiente en el aspecto político, pero dependiente en el financiero (…) Por ello es plenamente posible que, a la par con la política de estrangulación directa de las pequeñas naciones, a la que el imperialismo jamás podrá renunciar por completo, aplique en unos casos una política de alianza “voluntaria” (es decir, originada sólo por la estrangulación financiera) con nuevos Estados nacionales pequeños o con caricaturas de Estados”[3]. Estas caricaturas se visualizan en que en Estados como el griego o el italiano los imperialistas son los que, a cara descubierta, y sin maquillajes en forma de elecciones, han colocado a los primeros ministros – Papademos y Monti – como a dichos gobiernos o en otros estados, como España o Portugal, donde los gobiernos son títeres movidos por hilos en las manos de la oligarquía alemana.
Los estados nación son delegaciones de las estructuras de poder de los oligarcas internacionales, que siguen a pies juntillas los dictados de éstos. “El capital financiero es una fuerza tan considerable, puede decirse decisiva, en todas las relaciones económicas e internacionales que es capaz de subordinar, y en efecto subordina, incluso a los Estados que gozan de la independencia política más completa”[4]. Ello se comprueba en el estado español, donde los sucesivos gobiernos lacayunos del PSOE y del PP, a lo largo y ancho de estas últimas décadas, han llevado al pueblo a casi 6 millones de parados, supresión de todo derecho laboral de los trabajadores, salarios de miseria, desahucios, recortes sociales y, cómo no, amnistía para los que evaden fondos y roban al pueblo, dádivas para los empresarios y banqueros y fondos a mansalva para las fuerzas represivas del Estado y para las guerras imperialistas.
Desde los Pactos de la Moncloa a la última Reforma Laboral, pasando por los sucesivos Presupuestos Generales del Estado, reconversiones industriales y reformas laborales, la esencia de todo siempre ha sido la misma: liquidar derechos de los trabajadores, empobrecerlos para otorgar más privilegios a la burguesía, para enriquecerla cada vez más. Todo esto demuestra que el estado burgués no es sólo un instrumento de opresión y sometimiento en manos de la burguesía sobre las clases populares y ejecutor de las políticas dictadas por la oligarquía internacional sino que, como consecuencia de ello, además, es un instrumento que se encarga de la redistribución de la riqueza a favor de la clase explotadora, la clase de los capitalistas; baste ver la dirección de las sucesivas ‘reformas’ de los políticos a sueldo del Capital – ayer políticos, hoy asalariados de los monopolios capitalistas: Felipe González (Gas Natural) o José María Aznar o Elena Salgado (Endesa), por poner algunos ejemplos.
El marxismo-leninismo es la única ciencia que caracteriza de manera exacta el momento y el sistema actual. Vivimos en la fase de imperialismo y hoy, con una claridad meridiana, se constatan los rasgos fundamentales del imperialismo que son “1) la concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes”[5], y sólo un ciego, o un burgués, no pueden ver esta verdad objetiva.
“…en la época del más alto desarrollo del capitalismo, está organizado el saqueo de cerca de mil millones de habitantes de la Tierra por un puñado de grandes potencias. Y en el capitalismo es imposible cualquier otra organización… ”[6]. Para ello, están todas las instituciones supranacionales desde donde la oligarquía financiera de las potencias imperialistas aplican su dictadura con objeto de llevar a término dicho saqueo. El Club Bildelberg, Comisión Trilateral, OCDE, UE, FMI, BM, etcétera, son las instituciones políticas y económicas encargadas de someter a los pueblos del mundo; mientras, la OTAN es la organización militar que defiende a sangre y fuego los intereses de la oligarquía.
“Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, de la exportación de capitales y del reparto del mundo por las potencias coloniales ‘avanzadas’ y ‘civilizadas’, los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo, son imposibles o son reaccionarios (…) Bajo el capitalismo es imposible un proceso uniforme de desarrollo económico de las distintas economías y de los distintos Estados. Bajo el capitalismo, para restablecer de cuando en cuando el equilibrio alterado, no hay otro medio posible más que las crisis en la industria y las guerras en lo político”[7]. La Unión Europea es la forma acabada de bloque imperialista europeo, por consiguiente, es reaccionaria y lo único que puede aportar a los pueblos de Europa y del mundo es sometimiento, crisis y guerra.
La cuestión no está en qué lacayo del Capital gobierne, el problema es la existencia del imperialismo en sí. La historia nos ha demostrado que el capitalismo no tiene rostro humano alguno, y que el desarrollo de la democracia burguesa a lo que conduce es al incremento del ejército de parados forzosos, al aumento de la explotación, a la pérdida de todo tipo de derecho para los trabajadores, al saqueo de los pueblos, a la represión política, a la reacción desembocando en el fascismo. La historia nos muestra que todos aquéllos, desde las filas del oportunismo, que décadas atrás renegaban de la dictadura del proletariado, del marxismo-leninismo y que señalaban que el camino hacia el socialismo debía venir por la vía de la democracia burguesa, hoy están alineados con el imperialismo y son enemigos jurados de los trabajadores.
La lucha de clases se juega en tres frentes de batalla – económico, político e ideológico – y la burguesía no duda en lanzar sus ofensivas en todos los terrenos, pero fundamentalmente en los frentes ideológicos y políticos, pues ellos son la garantía de su imposición en el frente económico. Consecuentemente, la burguesía, consciente de la importancia de la batalla ideológica un día sí y otro también, no duda en arremeter contra el marxismo-leninismo, contra la URSS, etcétera y, por supuesto, no duda en atacar a los partidos comunistas o en negar, incluso, el motor de la historia: la lucha de clases, atreviéndose a lanzar embustes como que “los tiempos de la lucha de clases han pasado y empresarios y trabajadores van ahora en el mismo barco”[8]. Pero todo esto no es nuevo. Atacan al marxismo-leninismo y al corazón de la revolución – el Partido Comunista- porque son conscientes que el Proletariado sin Partido Comunista, fiel a los principios del leninismo, es imposible que rompa al capitalismo putrefacto y parásito y, consecuentemente, la burguesía perpetuar su dominio , tal y como hacían a principios del siglo XX. “El social-liberal Hobson ve que esta ‘resistencia’ sólo puede oponerla el proletariado revolucionario, y sólo en forma de revolución social. ¡Por algo es social-liberal! Pero ya en 1902 abordaba admirablemente tanto el problema de la significación de los ‘Estados Unidos de Europa” (¡sépalo el kautskiano Trotski!) como todo lo que tratan de disimular los kautskianos hipócritas de diversos países, a saber que los oportunistas (socialchovinistas) colaboran con la burguesía imperialista precisamente para formar una Europa imperialista sobre los hombros de Asia y de África; que los oportunistas son, objetivamente, una parte de la pequeña burguesía y de algunas capas de la clase obrera, parte sobornada con las superganancias imperialistas, convertida en mastín del capitalismo, en elemento corruptor del movimiento obrero”[9]
Conviene incidir en este último aspecto - sobretodo en estos tiempos donde los monopolios capitalistas hacen bandera de la crisis, para robar todavía más a las masas trabajadoras –, en que el oportunismo (cuya teoría hunde sus raíces en el revisionismo y su praxis en el legalismo y en el reformismo) es producto genuino del imperialismo para desguarnecer al proletariado. “El imperialismo (…) origina la posibilidad económica de sobornar a las capas superiores del proletariado y, con ello, nutre el oportunismo, le da cuerpo y lo refuerza”[10]. “Los oportunistas tratan de apartar a los obreros de la lucha de clases mediante sus prédicas en favor de la unidad de los intereses de clase del proletariado y la burguesía, y de la posibilidad de "mejorar" el capitalismo a través de reformas. Los oportunistas son agentes de la burguesía en el movimiento obrero”[11]. Describe perfectamente el argumentario de los dirigentes reaccionarios del PP, del PSOE, de la CEOE, pero también de las cúpulas sindicales de CCOO y UGT e, incluso, de los Directores y directivos de las Empresas.
La burguesía internacional no duda en invertir una pequeña parte de sus ingentes beneficios en desarrollar al oportunismo, en sobornar a la ‘aristocracia obrera’, con objeto de desviar a los trabajadores Ello lo hace en el terreno de la política mediante “subsidios directos a las organizaciones reformistas”[12] y, por supuesto, en el terreno de lo sindical, el cual lo manejan los oligarcas burgueses a nivel mundial – como demuestra la fusión de los sindicatos socialdemócratas de la CIOSL y los sindicatos democristianos de la CMT en 2006 dando lugar a la CSI – integrando a dichos sindicatos, cuyas cúpulas están entregadas a los intereses del imperialismo y son declarados enemigos del proletariado y del socialismo, incluso en las estructuras imperialistas desde donde la oligarquía impone su dictadura a nivel planetario. Ello se comprueba claramente observando a los sindicatos de la Confederación sindical Mundial. Los sindicatos europeos que la conforman ya se encontraban organizados previamente en la Confederación Europea de Sindicatos (CES). Dicha Confederación es reconocida por la Unión Europea y por el Consejo de Europa como contraparte que representa a los trabajadores. Asimismo, la Unión Europea otorga espacio y participación (por consiguiente integra) a la CES en la construcción de la política comunitaria macroeconómica, social y de empleo. Otra institución imperialista que integra a la CSI es la OCDE (Organización Para la Cooperación y el Desarrollo Económico), un club compuesto por 34 estados capitalistas entre los que descuellan EEUU, Japón, Israel, Francia o Alemania. La integración de la CSI con la OCDE se hace efectiva a través de las denominadas Global Unions. “La Agrupación Global Unions está compuesta por organizaciones sindicales internacionales que trabajan juntas y que pertenecen a la misma “familia sindical”. La Confederación Sindical Internacional (CSI) y la Comisión Sindical Consultiva ante la OCDE (TUAC-CSC) afilian a las centrales sindicales nacionales integradas por sindicatos de diversos sectores. Las once Federaciones Sindicales Internacionales agrupan a los sindicatos nacionales en función del sector u ocupación que cubren.”[13]. Ni que decir tiene que estos sindicatos pertenecientes a la CSI, además, participan activamente en los estados nación a los que pertenecen y sirva como ejemplo el Estado español, donde son muchos los diputados pertenecientes a CCOO o UGT ; sin ir más lejos, en el último Consejo de Ministros del gobierno del PSOE muchos de ellos poseían el carnet de la UGT, empezando por el expresidente del Gobierno y por el exministro de Trabajo. Queda, pues, más que demostrado el entrelazamiento entre instituciones supranacionales imperialistas, estados capitalistas y la CSI y los sindicatos que pertenecen a ella y es claramente patente su colaboracionismo con la oligarquía y su traición a los trabajadores.
No obstante, esta forma de actuación es consecuente con los principios de la CSI, con su programa. Un programa que asiente y asume el imperialismo y sus instituciones – G20, G8, OCDE, FMI, OMC, ONU, etc. - así como que los trabajadores deben colaborar y estar siempre bajo la férula de la burguesía y no emanciparse de la explotación. Reveladoras son estas palabras de la CSI que sintetizan en parte su programa y que ilustran todo lo expresado por nosotros: “La economía de un mundo globalizado requiere una gobernanza global efectiva, tal y como lo está demostrando la crisis económica, financiera y de empleo mundial. La CSI está tratando de acrecentar la cooperación intergubernamental para asegurarse de que la dimensión social de la globalización, incluyendo el trabajo decente y los derechos fundamentales de los trabajadores y trabajadoras, se sitúe en el eje de los procesos de toma de decisiones de las principales instituciones globales y regionales del mundo. Esto incluye el G20, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC) y las Naciones Unidas y sus agencias especializadas, principalmente la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con su estructura tripartita y mandato para establecer normas sociales internacionales.
La CSI también trabaja con sus asociados en la Agrupación Global Unions para promover normas eficaces que gobiernen el comportamiento de las empresas privadas. Queremos conseguir marcos internacionales para el diálogo social y la negociación colectiva, y sistemas de gobernanza corporativa que responsabilicen a los directivos por el impacto social de las actividades empresariales. Esto requiere una combinación de campañas y movilizaciones con actividades de defensa y de presión, de manera que las políticas de estas instituciones y empresas apoyen, en vez de socavar, el logro del trabajo decente para todos y todas.”[14].
Por ello, no es de extrañar que las cúpulas de CCOO y de UGT no duden en firmar las sucesivas reformas de las pensiones o los AENC. Conviene recordar a Lenin cuando señalaba “Es evidente que una superganancia tan gigantesca (ya que los capitalistas se apropian de ella, además de la que exprimen a los obreros de su "propio" país) permite corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera. Los capitalistas de los países "avanzados" los corrompen, y lo hacen de mil maneras, directas e indirectas, abiertas y ocultas. (…) Esta capa de obreros aburguesados o de "aristocracia obrera", completamente pequeños burgueses en cuanto a su manera de vivir, por la cuantía de sus emolumentos y por toda su mentalidad, es el apoyo principal de la Segunda Internacional, y, hoy día, el principal apoyo social (no militar) de la burguesía. Pues éstos son los verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, los lugartenientes obreros de la clase capitalista (labour lieutenants of the capitalist class), los verdaderos portadores del reformismo y del chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesía se ponen inevitablemente, en número no despreciable, al lado de la burguesía, al lado de los "versalleses" contra los "comuneros"”[15].
El imperialismo, consecuentemente, tratará de conducir la respuesta de los trabajadores por la senda del oportunismo, o lo que es lo mismo, del reformismo. Porque es consciente que “El reformismo es una manera que la burguesía tiene de engañar a los obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados(…) mientras subsista el dominio del capital”[16] . Es plenamente consciente que la misión de los reformistas es “dividir y engañar con algunas dádivas a los obreros, pretenden apartarlos de su lucha de clase”[17]. Por ello la oligarquía se afana en subvencionar al oportunismo, cuya praxis es el reformismo y de aquí se derivan las ingentes cuantías de dinero otorgadas a las podridas cúpulas sindicales y a los partidos reformistas.
La orfandad de la clase obrera de un Partido Leninista en las últimas décadas ha servido para que la ideología burguesa penetre en gran parte de la clase, la cual o ignora la lucha de clases o la concibe a imagen y semejanza del oportunismo. Así, la mayoría de los obreros honestos en sus mentes reflejan, a lo sumo, el sindicato, suplantando éste en gran parte la naturaleza y la necesidad del Partido Leninista. Por ello también, la beligerancia y la batalla ideológica y política que el imperialismo mantiene contra el marxismo-leninismo y contra el Partido del Proletariado, el Partido Leninista y no dudará en desviar al proletariado del camino de su emancipación – la revolución socialista – llevándole por la senda del oportunismo, de la ‘aristocracia obrera’ sobornada y comprada por la burguesía. “Toda lucha de clase es una lucha política. Se sabe que los oportunistas, esclavos de las ideas del liberalismo, comprendieron torcidas estas hondas palabras de Marx e intentaron darles una interpretación falsa. Entre los oportunistas se encontraban, por ejemplo, los ‘economistas’, hermanos mayores de los liquidadores. Los ‘economistas’ creían que cualquier choque entre las clases era ya una lucha política. Por eso consideraban que la lucha por un aumento salarial de poca monta era ‘de clase’ y no admitía otra superior, más desarrollada, de carácter nacional, la lucha de clase por objetivos políticos. Admitían, por consiguiente, la lucha de clase en su forma embrionaria y repudiaban su forma desarrollada. Dicho con otras palabras, aceptaban de la lucha de clase la forma que la burguesía liberal toleraba mejor y rechazaban la forma superior, intolerable para los liberales. Así los ‘economistas’ se veían convertidos en políticos obreros liberales y renunciaban, por tanto, al concepto marxista, revolucionario, de lucha de clase”[18].
Consideramos que entrar a valorar de forma aislada y separada los recortes, las reformas laborales, las medidas adoptadas para potenciar los monopolios y la concentración de capitales, los Presupuestos Generales del Estado, etcétera, es un error tan grave como el considerar que, para las clases laboriosas, puede haber futuro bajo el imperialismo y su dictadura, ya se manifieste ésta como ‘democracia’ burguesa o como fascismo. Analizar de esta manera la realidad haría que los árboles no nos dejasen ver el bosque. La situación insostenible del proletariado en el estado español, en Europa y en el mundo, es el resultado de la victoria temporal del imperialismo sobre el socialismo, es el resultado de la obra de la oligarquía financiera, del desarrollo del capitalismo putrefacto, monopolista y parasitario. La caída de la URSS y del campo socialista, fruto de la acción del oportunismo – inoculado por el imperialismo - en el seno de las direcciones de los Partidos Comunistas, dio riendas sueltas a la burguesía internacional para desarrollar al imperialismo. Hoy la oligarquía financiera y sus lacayos gestores –políticos burgueses– manifiestan la faz que siempre ha tenido el imperialismo y su dictadura – ya sea en su forma democrático-burguesa o en su forma fascista -, que no es otra que la de negarle al Pueblo Trabajador todo, llevándole a la miseria y a la muerte.
Los seis millones de parados y la lamentable situación del estado español son hijos de la Transición y obra de la democracia burguesa y todos aquéllos que la han abanderado – desde los herederos de Franco (PP) hasta el oportunismo traidor (PSOE, PCE, IU, CCOO o UGT) – todos ellos “vehículos de la política burguesa que condena al proletariado al papel de instrumento de la burguesía”[19].
Desde el Comité Ejecutivo del Partido Comunista Obrero Español somos plenamente conscientes de ello, al igual que tenemos presente la enseñanza de que “Cuanto mayor es la influencia de los reformistas en los obreros, tanto menos fuerza tiene éstos, tanto más dependen de la burguesía y tanto más fácil le es a esta última anular con diversas artimañas el efecto de las reformas. Cuanto más independiente y profundo es el movimiento obrero, cuanto más amplio es por sus fines, más desembarazado se ve de la estrechez del reformismo y con más facilidad consiguen los obreros afianzar y utilizar ciertas mejoras.”[20] como también que “la lucha de clase llega a ser auténtica, consecuente y elevada sólo cuando abarca la esfera política. En política también se puede limitar la lucha a cuestiones pequeñas y parciales o calar más hondo, hasta lo fundamental. El marxismo admite que la lucha de clase adquiere pleno desarrollo y es ‘nacional’ sólo cuando, además de abarcar la política, toma de ella lo más importante: la organización del poder del Estado”[21].
El momento histórico requiere de una fuerza leninista que esté a la cabeza de las luchas del proletariado contra el imperialismo. Es el momento en que los comunistas debemos ir a las clases laboriosas para que se organicen de manera independiente del sistema, rompiendo con la burguesía, y ello sólo será posible desbancando al oportunismo traidor aupado por la oligarquía para desviar a los explotados de la emancipación, del socialismo. La misión de los comunistas en el momento actual debe ser el fortalecimiento y el desarrollo de ese tipo de Partido Leninista, el partido de la Revolución. Es importante recordar estas palabras: “los partidos de la II Internacional son inservibles para la lucha revolucionaria del proletariado, que no son partidos combativos del proletariado y que conduzcan a los obreros al Poder, sino máquinas electorales, apropiadas para las elecciones al Parlamento y para la lucha parlamentaria.”[22], para poner sobre el tapete adónde no debemos ir.
El momento actual hace todavía más importante el desarrollo de la política de masas del Partido. La lucha de clases es, fundamentalmente, política e ideológica y, consecuentemente, debemos hacer ver a la clase esta realidad y la necesidad de que la clase trabajadora se organice de manera adecuada para ello. Y más cuando desde el Gobierno, siguiendo las directrices de la burguesía internacional, ya se está hablando de privar a las masas trabajadoras no sólo del empleo, sino de la educación y de la sanidad. Hay que redoblar los esfuerzos por desarrollar los órganos de poder del proletariado – los comités de empresa y delegados de personal en los centros de trabajo y las asambleas populares en los pueblos y barrios –, unirlos y universalizarlos constituyendo y desarrollando asambleas de comités y delegados, así como el Frente Único del Pueblo de tal modo que ellos conciban la lucha de clase en la forma marxista y no tal y como lo concibe el imperialismo y los sobornados oportunistas.
Desde el Comité Ejecutivo del Partido Comunista Obrero Español insistimos en la necesidad de desbancar al oportunismo de los órganos de poder obreros y populares para devolverlas a su original actividad y para transformarlos en verdaderos órganos alternativos al poder capitalista establecido. En este proceso el Partido irá siendo reconocido por las masas y éstas perfeccionarán sus órganos unitarios de poder y generar otros si es necesario. La unión de los Comités de Empresa y de las clases laboriosas en los barrios y los pueblos pondrá en manos de éstas la capacidad de producir y dirigir la producción de los bienes materiales que sustenta a la sociedad y de democratizar la vida del pueblo si impone su poder o democracia: la Dictadura Democrática del Proletariado.
Desde el Comité Ejecutivo del Partido Comunista Obrero Español consideramos esencial la unidad de los comunistas y que sólo será posible haciéndose en movimiento, en lucha, de tal modo que se arribe a la homogeneidad política e ideológica; por ello, afirmamos que nuestro Partido está abierto a entablar la unidad de acción con otras organizaciones comunistas para desarrollar esta política de masas que organice al Proletariado y demás clases populares.
[1]: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[2]: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[3]: VI. Lenin. Borrador de las Tesis de un llamamiento a la Comisión Socialista Internacional y a todos los Partidos Socialistas (Obras Completas, tomo 30, págs. 281-282).
[4]: VI. Lenin. El Imperialismo, fase superior del capitalismo (Obras Escogidas en 12 tomos, tomo 5 pág. 191, Ed. Progreso).
[5]: VI. Lenin. El Imperialismo, fase superior del capitalismo (Obras Escogidas en 12 tomos, tomo 5 pág. 194, Ed. Progreso).
[6]: VI. Lenin. La Consigna de los Estados Unidos de Europa (Obras Escogidas en 12 tomos, tomo 5 pág. 141, Ed. Progreso).
[7]: VI. Lenin. La Consigna de los Estados Unidos de Europa (Obras Escogidas en 12 tomos, tomo 5 pág. 142, Ed. Progreso).
[8]:Diputada del PP, Elvira Rodríguez: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[9]: VI. Lenin. El imperialismo y la escisión del socialismo (Obras Escogidas en 12 tomos, tomo 6, pág. 57, Ed. Progreso).
[10]: VI. Lenin. El Imperialismo, fase superior del capitalismo (Obras Escogidas en 12 tomos, tomo 5 pág. 200, Ed. Progreso).
[11]: Academia de Ciencias de la URSS. Manual de Marxismo-Leninismo, pág. 132. Editorial Grijalbo México 1960.
[12]: Academia de Ciencias de la URSS. Manual de Marxismo-Leninismo, pág. 132. Editorial Grijalbo México 1960.
[13]: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[14]: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[15]: VI. Lenin. Obras Escogidas en tres tomos, tomo I, pág 368. Ed. Progreso, Moscú 1.961.
[16]: VI. Lenin. Marxismo y Reformismo.
[17]: VI. Lenin. Marxismo y Reformismo.
[18]: VI. Lenin. El concepto liberal y el concepto marxista de lucha de clases (Obras Escogidas en 12 tomos, tomo 5 pág. 11, Ed. Progreso).
[19]: JV Stalin. Obras Escogidas, pág. 88.
[20]: VI. Lenin. Marxismo y Reformismo.
[21]: VI. Lenin. El concepto liberal y el concepto marxista de lucha de clases (Obras Escogidas en 12 tomos, tomo 5 pág. 11, Ed. Progreso).
[22]: JV Stalin. Obras Escogidas, pág. 87.
Fuente