Estoy suscrito a una revista llamada ''Sàpiens'', este mes me ha llegado con un artículo muy interesante sobre los hechos de mayo del 37 en Barcelona. Os traduzco el inicio, si veo que interesa lo acabo de traducir entero.
Revista ''Sàpiens'', número 116. Páginas de la 27 a la 33.
Una radiografía del episodio más complejo de la Guerra Civil
Durante la primavera del 1937, las fuerzas rapublicanas en Cataluña se enfrentaron entre si. La contienda, que fue el resultado de tensiones acumuladas durante bastante tiempo, se ha convertido en uno de los episodios más polámicos y difíciles de entender de la guerra civil.
El lunes 3 de mayo de 1937, hacia las 2 y media de la tarde, tres camionetas con cerca de 200 guardias de asalto llegaron al edificio de Telefónica, en Plaça Catalunya, en Barcelona. El contingente, comandado por el comisario de orden público de la Generalitat y militante del PSUC, Eusebi Rodríguez Salas, anunció a los trabajadores de la empresa, controlada por un comité mixto de la CNT y la UGT, que la Generalitat se hacía cargo del servicio de comunicaciones. Los cenetistas, asombrados, se negaron a abandonar el edificio y respondieron abriendo fuego y resistiendo en las plantas superiores del edificio.
La noticia de la intervención fallida se extendió enseguida. En pocas horas, la cuidad se convirtió en un campo de batalla con dos bandos enfrentados: en uno el PSUC (comunista del corriente de la Unión Soviética), UGT, Esquerra Republicana de Catalunya y Estat Català con los cuerpos y fuerzas del orden publico de la Generalitat. En el otro, milicianos anarquistas de CNT-FAI, POUM y otros grupos menores. El intento de ocupación de Telefónica para devolverle las comunicaciones al control de la Generalitat, en manos de la CNT desde el inicio de la guerra desencadenó en conflicto, que se conocería como los hechos de mayo y se alargaría hasta el viernes 7. Aún así, eso solo fue la punta del iceberg de un complejo entramado de movimientos más complejo.
Después de la victoria contra el levantamiento en Barcelona, en julio del 1936, la alegría revolucionaria del verano fue desapareciendo. La alteración de la cotidianidad, el desajuste, la violencia en la retaguardia y las restricciones tensaron las relaciones entre los diferentes actores políticos y sindicales, los cuales, de acuerdo con las circunstancias y su ideología y objetivos estratégicos, fueron evolucionando aliándose o separándose. Estos movimientos en la lucha por el poder, evidentes o escondidos, se pusieron de manifiesto en algunos episodios concretos, como las disputas en el si del comunismo, la respuesta de la CNT a un poder sobrevenido, los enfrentamientos por las colectivizaciones y las tensiones por el control del orden público y el uso de la violencia.
En julio del 1936, cuatro organizaciones se unieron para fundar el PSUC. Un partido definido como antifascista, marxista y nacional, nacido de las dinámicas (¿frentepopulistas? *frontpopulistes en catalán) y de la incapacidad previa de llegar a un acuerdo con Bloc Obrer Camperol y la Izquierda Comunista que un año antes habían formado el POUM. En otoño, en el marco del interés creciente de la URSS de Stalin para evitar la expansión del fascismo, la Internacional Comunista maniobró para controlar el PSUC y así convertirlo en una filial del PCE, hegemónico en este campo ideológico en toda España excepto en Cataluña. En el marco de este proceso, el PSUC comenzó una campaña difamatoria contra el POUM, acusándoles de trotskistas y de estar conformados por agentes provocadores al servicio del fascismo.
El POUM no era un partido trotskista, aunque tenía una visión particular del comunismo, opuesta al estalinismo. El partido había sido parte de la coalición de republicanos de izquierda, socialistas y comunistas, llamado Frente Popular en España y ''Front d'esquerres'' en Cataluña, que había ganado las elecciones en enero del 1936. Desde septiembre, el POUM formaba parte del gobierno de Companys con Andreu Nin como ''conseller'' de justicia. Pero el partido, por su enfrentamiento con Moscú -el principal proveedor de armas de la República-, pronto fue un aliado incómodo. El POUM, además de no estarse de criticar el Frente Popular, sosteniendo que desviaba la revolución proletaria iniciada el 19 de julio hacia una colaboración con la burguesía. Aprovechándolo, el líder del PSUC, Joan Comorera, convenció a Companys de echar el POUM del ejecutivo. Por su parte, la CNT, con la victoria del 19 de julio, tubo que afrontarse a la responsabilidad de gestionar parte del poder conseguido en entrar en el Comité de Milicias Antifascistas y, desde octubre, al gobierno de unidad de Companys. Eso con el añadido que su diversidad interna iba más allá de la propia de los partidos y la hacía más difícil de controlar. Los anarcosindicalistas , además, aún estando dispuestos a entenderse con Esquerra Republicana desde la proclamación de la República, no formaban parte del Frente Popular. Su espacio no era propiamente la política.
Por otra banda, en el recurso de la guerra, la CNT había ido perdiendo peso por la importancia creciente de la UGT, controlada por el PSUC, por la sindicalización obligatoria y por la incorporación de la mediana y pequeña burguesía. Todos estos elementos hicieron que se estableciese un juego en el que Esquerra Republicana fuese el partido con el cual CNT por una banda y el PSUC, por otra buscaran una alianza. En este proceso Tarradellas, como conseller principal mantuvo una equidistancia que se sostuvo durante unos meses.
Al fin del 1936, apareció en las tierras del Ebro catalán y en el Priorat una importante resistencia de los medianos y pequeños propietarios de tierras y arrendatarios, representada por el PSUC, la UGT, Esquerra Republicana y ''Unió de Rabassaires'', frente a las colectivizaciones forzosas impulsadas, sobretodo, por las columnas de milicianos de la CNT-FAI. La resistencia terminó con combates, asesinados y ejecuciones entre los bandos durante el otoño en Gandesa, Móra d'Ebre, la Sénia, Ascó... Al inicio del 1937, la discrepancia llegó a tal extremo que en la Fatarella el conflicto dejó unos 30 muertos. La intervención en este hecho de miembros de las miembros de las patrullas de control, a través de las cuales la CNT-FAI ejercía la violencia revolucionaria, provocaron que Esquerra Republicana y el PSUC quisiesen reformar urgentemente los servicios de orden público para someterlos a la autoridad de la Generalitat, pero se encontraron con una fuerte opocisón cenetista.
Al mismo tiempo que este proceso, el avance de la guerra planteó también la necesidad de estructurar un ejercito regular, con unidades más disciplinadas que las columnas de milicianos que inicialmente se habían enviado al frente. Hacia primeros de abril de 1937, el PSUC supeditar todos los esfuerzos a ganar la guerra , con una serie de mesuras que se oponían a las visiones y consecuciones revolucionarias. Entre otras, planteó someter las industrias de guerra al gobierno de la República. Tarradellas, que las había impulsado, se negó. Este proceso de desgaste en las relaciones entre las diversas facciones del bando republicano provocaron dos crisis de gobierno durante el mes de abril.
La situación en la calle era cada vez más tensa. Desde enero en Barcelona se habían producido una media de 50 asesinatos al mes. El 25 de abril fue asesinado Roldán Cortada, militante del PSUC y secretario del conseller de trabajo y obras públicas, Rafael Vidiella. La prensa comunista acusó a los incontrolados de la FAI. El comisario de orden público Rodríguez Salas lideró una operación en Hospitales de Llobregat que acabó con la detención de 7 anarquistas acusados de crimen, que fueron liberados por falta de pruebas. Días después en Bellver de Cerdanya fueron asesinados Antonio Martín El cojo de Málaga y otros militantes anarquistas del comité revolucionario de La Seu d'Urgell. El comité controlaba los pasos fronterizos y el Gobierno ordenó una operación de ocupación de las frontera de Puigcerdà para hacerse cargo él. Ante la escalada de tensión, se declaró el 1 de mayo como jornada laboral y en Barcelona no hubo ninguna manifestación.
''¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Hay ruido en Plaça Catalunya'', exclamaba la gente ante la ocupación de Telefónica. Lo que sucedía era que Artemi Aiguader, conseller de seguridad interior, había ordenado hacerse con el control de las comunicaciones, en manos de la CNT desde el inicio de la guerra. Pero, ¿y Companys? ¿Estaba al corriente de esta decisión? ¿O quizás Aiguader se había dejado llevar por las presiones de los dirigentes comunistas del PSUC Comorera y Vidiella? El anuncio de los hecho hizo que Companys, reunido en Valencia con el presidente del gobierno español, Francisco Largo Caballero volviese inmediatamente.
Revista ''Sàpiens'', número 116. Páginas de la 27 a la 33.
Una radiografía del episodio más complejo de la Guerra Civil
Durante la primavera del 1937, las fuerzas rapublicanas en Cataluña se enfrentaron entre si. La contienda, que fue el resultado de tensiones acumuladas durante bastante tiempo, se ha convertido en uno de los episodios más polámicos y difíciles de entender de la guerra civil.
El lunes 3 de mayo de 1937, hacia las 2 y media de la tarde, tres camionetas con cerca de 200 guardias de asalto llegaron al edificio de Telefónica, en Plaça Catalunya, en Barcelona. El contingente, comandado por el comisario de orden público de la Generalitat y militante del PSUC, Eusebi Rodríguez Salas, anunció a los trabajadores de la empresa, controlada por un comité mixto de la CNT y la UGT, que la Generalitat se hacía cargo del servicio de comunicaciones. Los cenetistas, asombrados, se negaron a abandonar el edificio y respondieron abriendo fuego y resistiendo en las plantas superiores del edificio.
La noticia de la intervención fallida se extendió enseguida. En pocas horas, la cuidad se convirtió en un campo de batalla con dos bandos enfrentados: en uno el PSUC (comunista del corriente de la Unión Soviética), UGT, Esquerra Republicana de Catalunya y Estat Català con los cuerpos y fuerzas del orden publico de la Generalitat. En el otro, milicianos anarquistas de CNT-FAI, POUM y otros grupos menores. El intento de ocupación de Telefónica para devolverle las comunicaciones al control de la Generalitat, en manos de la CNT desde el inicio de la guerra desencadenó en conflicto, que se conocería como los hechos de mayo y se alargaría hasta el viernes 7. Aún así, eso solo fue la punta del iceberg de un complejo entramado de movimientos más complejo.
Después de la victoria contra el levantamiento en Barcelona, en julio del 1936, la alegría revolucionaria del verano fue desapareciendo. La alteración de la cotidianidad, el desajuste, la violencia en la retaguardia y las restricciones tensaron las relaciones entre los diferentes actores políticos y sindicales, los cuales, de acuerdo con las circunstancias y su ideología y objetivos estratégicos, fueron evolucionando aliándose o separándose. Estos movimientos en la lucha por el poder, evidentes o escondidos, se pusieron de manifiesto en algunos episodios concretos, como las disputas en el si del comunismo, la respuesta de la CNT a un poder sobrevenido, los enfrentamientos por las colectivizaciones y las tensiones por el control del orden público y el uso de la violencia.
En julio del 1936, cuatro organizaciones se unieron para fundar el PSUC. Un partido definido como antifascista, marxista y nacional, nacido de las dinámicas (¿frentepopulistas? *frontpopulistes en catalán) y de la incapacidad previa de llegar a un acuerdo con Bloc Obrer Camperol y la Izquierda Comunista que un año antes habían formado el POUM. En otoño, en el marco del interés creciente de la URSS de Stalin para evitar la expansión del fascismo, la Internacional Comunista maniobró para controlar el PSUC y así convertirlo en una filial del PCE, hegemónico en este campo ideológico en toda España excepto en Cataluña. En el marco de este proceso, el PSUC comenzó una campaña difamatoria contra el POUM, acusándoles de trotskistas y de estar conformados por agentes provocadores al servicio del fascismo.
El POUM no era un partido trotskista, aunque tenía una visión particular del comunismo, opuesta al estalinismo. El partido había sido parte de la coalición de republicanos de izquierda, socialistas y comunistas, llamado Frente Popular en España y ''Front d'esquerres'' en Cataluña, que había ganado las elecciones en enero del 1936. Desde septiembre, el POUM formaba parte del gobierno de Companys con Andreu Nin como ''conseller'' de justicia. Pero el partido, por su enfrentamiento con Moscú -el principal proveedor de armas de la República-, pronto fue un aliado incómodo. El POUM, además de no estarse de criticar el Frente Popular, sosteniendo que desviaba la revolución proletaria iniciada el 19 de julio hacia una colaboración con la burguesía. Aprovechándolo, el líder del PSUC, Joan Comorera, convenció a Companys de echar el POUM del ejecutivo. Por su parte, la CNT, con la victoria del 19 de julio, tubo que afrontarse a la responsabilidad de gestionar parte del poder conseguido en entrar en el Comité de Milicias Antifascistas y, desde octubre, al gobierno de unidad de Companys. Eso con el añadido que su diversidad interna iba más allá de la propia de los partidos y la hacía más difícil de controlar. Los anarcosindicalistas , además, aún estando dispuestos a entenderse con Esquerra Republicana desde la proclamación de la República, no formaban parte del Frente Popular. Su espacio no era propiamente la política.
Por otra banda, en el recurso de la guerra, la CNT había ido perdiendo peso por la importancia creciente de la UGT, controlada por el PSUC, por la sindicalización obligatoria y por la incorporación de la mediana y pequeña burguesía. Todos estos elementos hicieron que se estableciese un juego en el que Esquerra Republicana fuese el partido con el cual CNT por una banda y el PSUC, por otra buscaran una alianza. En este proceso Tarradellas, como conseller principal mantuvo una equidistancia que se sostuvo durante unos meses.
Al fin del 1936, apareció en las tierras del Ebro catalán y en el Priorat una importante resistencia de los medianos y pequeños propietarios de tierras y arrendatarios, representada por el PSUC, la UGT, Esquerra Republicana y ''Unió de Rabassaires'', frente a las colectivizaciones forzosas impulsadas, sobretodo, por las columnas de milicianos de la CNT-FAI. La resistencia terminó con combates, asesinados y ejecuciones entre los bandos durante el otoño en Gandesa, Móra d'Ebre, la Sénia, Ascó... Al inicio del 1937, la discrepancia llegó a tal extremo que en la Fatarella el conflicto dejó unos 30 muertos. La intervención en este hecho de miembros de las miembros de las patrullas de control, a través de las cuales la CNT-FAI ejercía la violencia revolucionaria, provocaron que Esquerra Republicana y el PSUC quisiesen reformar urgentemente los servicios de orden público para someterlos a la autoridad de la Generalitat, pero se encontraron con una fuerte opocisón cenetista.
Al mismo tiempo que este proceso, el avance de la guerra planteó también la necesidad de estructurar un ejercito regular, con unidades más disciplinadas que las columnas de milicianos que inicialmente se habían enviado al frente. Hacia primeros de abril de 1937, el PSUC supeditar todos los esfuerzos a ganar la guerra , con una serie de mesuras que se oponían a las visiones y consecuciones revolucionarias. Entre otras, planteó someter las industrias de guerra al gobierno de la República. Tarradellas, que las había impulsado, se negó. Este proceso de desgaste en las relaciones entre las diversas facciones del bando republicano provocaron dos crisis de gobierno durante el mes de abril.
La situación en la calle era cada vez más tensa. Desde enero en Barcelona se habían producido una media de 50 asesinatos al mes. El 25 de abril fue asesinado Roldán Cortada, militante del PSUC y secretario del conseller de trabajo y obras públicas, Rafael Vidiella. La prensa comunista acusó a los incontrolados de la FAI. El comisario de orden público Rodríguez Salas lideró una operación en Hospitales de Llobregat que acabó con la detención de 7 anarquistas acusados de crimen, que fueron liberados por falta de pruebas. Días después en Bellver de Cerdanya fueron asesinados Antonio Martín El cojo de Málaga y otros militantes anarquistas del comité revolucionario de La Seu d'Urgell. El comité controlaba los pasos fronterizos y el Gobierno ordenó una operación de ocupación de las frontera de Puigcerdà para hacerse cargo él. Ante la escalada de tensión, se declaró el 1 de mayo como jornada laboral y en Barcelona no hubo ninguna manifestación.
''¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Hay ruido en Plaça Catalunya'', exclamaba la gente ante la ocupación de Telefónica. Lo que sucedía era que Artemi Aiguader, conseller de seguridad interior, había ordenado hacerse con el control de las comunicaciones, en manos de la CNT desde el inicio de la guerra. Pero, ¿y Companys? ¿Estaba al corriente de esta decisión? ¿O quizás Aiguader se había dejado llevar por las presiones de los dirigentes comunistas del PSUC Comorera y Vidiella? El anuncio de los hecho hizo que Companys, reunido en Valencia con el presidente del gobierno español, Francisco Largo Caballero volviese inmediatamente.
Última edición por ermm el Sáb Jul 28, 2012 6:54 pm, editado 3 veces