El origen de toda riqueza es la fuerza de trabajo
“Toda persona es rica o pobre según el grado en que pueda disfrutar de las cosas necesarias, convenientes y agradables de la vida. Pero una vez que la división del trabajo se ha consolidado, el propio trabajo de cada hombre no podrá proporcionarle más que una porción insignificante de estas tres cosas. La mayoría de ellas deberá conseguirlas del trabajo de otros hombres, y será por tanto rico o pobre según sea la cantidad de ese trabajo de que pueda disponer o que sea capaz de comprar. Por lo tanto, el valor de cualquier mercancía para la persona que la posee y que no pretende usarla o consumirla sino intercambiarla por otras, es igual a la cantidad de trabajo que le permite a la persona comprar u ordenar. El trabajo es, así, la medida real del valor de cambio de todas las mercancías”. Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, libro 1, capítulo 5º, 1776.
La fuerza de trabajo son unas determinadas aptitudes mentales y capacidades físicas, es energía fisiológica humana que se utilizan en la producción de bienes y servicios que satisfacen necesidades humanas o que son convenientes y agradables para la vida, en definitiva es energía humana cuyo consumo, como el de cualquier otra forma de gasto energético, lo podemos medir en calorías (cal) o en julios (J) si utilizamos el sistema internacional de medidas. Si por tradición se quiere mantener el tiempo en el cálculo para medir el gasto de fuerza de trabajo podemos usar el vatio hora (Wh) como unidad de medida. Decir que has hecho un gasto de fuerza de trabajo de ocho horas es como decir que pesas setenta kilogramos, a nivel coloquial puede estar bien, pero en realidad el peso es una fuerza y se mide en néwtones (N) y la fuerza de trabajo es un gasto de energía y se debe medir en julios (J).
Éste es uno de los puntos en que la teoría del valor de Marx se desliga de la de la escuela clásica de economía y la profundiza. Hasta que Marx introdujo esta distinción, en la economía política se trataba al trabajo mismo como una mercancía, pero, ya que el trabajo es la medida de todos los valores, esto conducía a una contradicción tautológica, pues no se podía determinar el valor del trabajo (una hora de trabajo es igual a una hora de trabajo) y a otra serie de paradojas y errores teóricos. En cambio, al introducir la distinción entre trabajo y fuerza de trabajo, se da cuenta Marx que la solución a las paradojas y contradicciones al respecto estriba en determinar el valor de la fuerza de trabajo y que lo que los economistas hasta ahora denominaban coste del trabajo o costo de producción del trabajo, en realidad era el costo de producción de la fuerza de trabajo en tanto mercancía, o sea, el costo de producir al propio obrero viviente. Lo que el trabajador asalariado vende al capitalista no es su trabajo sino que alquila su fuerza de trabajo, el trabajador asalariado se compromete mediante un contrato a realizar un trabajo a cambio de un salario futuro, equivalente al valor de producción de su fuerza de trabajo, es decir al valor del conjunto de bienes necesarios para su existencia. La fuerza de trabajo es un bien y su uso crea bienes con un valor de cambio añadido. El valor de cambio de la fuerza de trabajo, al igual que el de cualquier otro valor de uso, es igual a la cantidad de fuerza de trabajo socialmente necesario para producirlo. Al alcanzar un determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas, el valor de cambio de los bienes creados por el uso de la fuerza de trabajo es mayor que el valor de cambio de la fuerza de trabajo usada en la producción de dichos bienes.
Si consideramos la fuerza de trabajo como un gasto de energía, entonces deben cumplirse las leyes de la termodinámica. Según la primera ley de la termodinámica: la variación en la energía interna de un sistema es igual a la energía transferida a los alrededores o por ellos en forma de calor y de trabajo, por lo que la energía no se crea ni se destruye sólo se transforma, en su forma matemática más sencilla se puede escribir para cualquier sistema cerrado: ΔU = W + Q → W = ΔU – Q. Donde W es el trabajo realizado; ΔU es la variación de energía del sistema, la fuerza de trabajo empleada y Q es al calor intercambiado. En sistemas abiertos, como los sistemas biológicos se requiere una función de estado que incluya tanto energía como entropía.
La energía libre de Gibbs, se define como aquella parte de la energía total de un sistema que puede convertirse en trabajo en condiciones isotérmicas: ΔG = ΔH - T ∙ ΔS, donde H es el contenido energético o entalpía, T es la temperatura absoluta, S es la entropía y G es la energía libre de Gibbs. En todos los procesos espontáneos la energía libre del sistema disminuye, es decir, el valor final de G es menor que el inicial y, por tanto, ΔG es negativa. Podemos definir ΔG como la fracción de variación total de energía que es capaz de efectuar trabajo a medida que el sistema tiende al equilibrio, a P y T constantes. W = - ΔG (trabajo máximo)
De lo que se deduce que la productividad de la fuerza de trabajo (ΔG) es mayor cuanto menor es la energía total (ΔU) que se disipa en forma de calor (Q) lo que popularmente se conoce como “más vale maña que fuerza.” Y que la energía como fuerza de trabajo (ΔG) usada en la producción de medios de trabajo es mucho menor que su contenido como potencial energético, como fuerza de trabajo (ΔH). La productividad de la fuerza de trabajo está determinada por múltiples circunstancias, entre otras por:
• La división del trabajo, la coordinación social del proceso de producción.
• Los medios de trabajo, el estadio de desarrollo en que se hallan la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas.
• El nivel medio de destreza del trabajador en la producción y el uso de los medios de producción.
• Los recursos naturales, la misma cantidad y calidad de fuerza de trabajo, por ejemplo, produce más trigo en un buen año que en un mal año. La misma cantidad y calidad de fuerza de trabajo produce más metal en las minas ricas que en las pobres, etc.
Las sociedades más ricas son aquellas que emplean una mayor cantidad de fuerza de trabajo de la forma más productiva que el desarrollo de la ciencia y que el perfeccionamiento de las aplicaciones técnicas permiten, en otras palabras las sociedades más ricas son las que pueden producir una mayor cantidad de valores de uso, con un menor valor de cambio.
Con una población similar tiene un menor nivel de riqueza una sociedad que produce una cantidad de X valores de uso con un valor de Y unidades de cambio, que una sociedad que produce una cantidad de 2X valores de uso con un valor de Y/2 unidades de cambio, Si bien la primera sociedad tiene el doble de valor expresado en dinero, la segunda tiene el doble de bienes y el doble de tiempo para disfrutarlos. Adam Smith en la introducción de su famosa obra Una Investigación sobre la Naturaleza y las Causas de la Riqueza de las Naciones dice
“En consecuencia, la nación estará mejor o peor provista de todo lo necesario y cómodo que es capaz de conseguir según la proporción mayor o menor que ese producto, o lo que con él se compra, guarde con respecto al número de personas que lo consumen. […]En la nación, esa proporción depende de dos circunstancias distintas, primero, la habilidad, destreza y juicio con que habitualmente se realiza el trabajo, y segundo, de la proporción de los que están empleados en un trabajo útil y los que no lo están. Sean cuales fueren el suelo, clima o extensión territorial de cualquier nación en particular, la abundancia o escasez de sus abastecimiento anual siempre depende, en cada caso particular, de esas dos circunstancias”
La fuerza de trabajo humano tiene una doble naturaleza por una parte crea valores de uso que satisfacen necesidades humanas, crea bienes convenientes y agradables para la vida, desde este punto de vista los trabajos se diferencian los unos de los otros, lo que importa de ellos es su naturaleza y calidad. Por otra parte el trabajo humano es un gasto de energía, es creador de valor de cambio, desde este punto de vista todos los trabajos son iguales lo que importa de ellos es la cantidad de energía consumida. Atendiendo a su uso concreto el valor de la fuerza de trabajo es subjetivo, no se puede comparar, no existen criterios objetivos para establecer que tipo de fuerza de trabajo es más valiosa, no se puede decir que el trabajo de un campesino o de un carpintero sea más valioso que el de un herrero, depende de las necesidades concretas en un momento dado, sin embargo si se puede medir con toda precisión la energía necesaria para producir cualquier bien, ya sea un Kg. de trigo, una mesa o una sartén. Hay quien piensa que unos trabajos son más valiosos que otros debido a un supuesto mayor uso del cerebro, son los llamados trabajos “intelectuales” frente a los trabajos “manuales” caracterizados por un mayor uso muscular.
La realidad es que independientemente de la actividad física que se realice el cerebro consume el 20 % del gasto energético total de un ser humano.
“El consumo de energía (en forma de oxígeno y glucosa) del cerebro con relación al resto del cuerpo es aproximadamente del 20%, manteniéndose muy estable en torno a ese valor independientemente de la actividad corporal. Por esta razón hay actividades incompatibles entre sí, pues el cerebro varía la cantidad de energía consumida con referencia al sistema circulatorio, y por consecuencia a la del resto del cuerpo. Por ejemplo, si se hace deporte y se queman 1500 calorías, el cerebro habrá consumido el 20%, del cual ha invertido en activar la región cerebral que controla la parte corporal que a su vez ejecuta las órdenes en las partes físicas que han actuado con la actividad ordenada por el consciente. Si se trata de estudiar mientras se hace deporte (por ejemplo), la misma energía que el cerebro debería estar empleando para esa actividad, la deriva a otras funciones relacionadas con el aprendizaje, concentración y atención. Cuanto más se entrene en realizar varias actividades al mismo tiempo, menos energía empleará el cerebro en realizar esas mismas funciones en un futuro, pues no necesitará crear los enlaces sinápticos necesarios que le permiten ese tipo de "tarea múltiple". Diferentes regiones cerebrales entrando en juego con consumos paralelos mermaran la calidad de las actividades. El cerebro no puede ni debe consumir más del 20% de la energía general del cuerpo. Es la cantidad que soporta el ser humano, más energía posiblemente desemboque en patologías mentales; menos energía causaría una desconexión inmediata de las partes menos representativas a la hora de conservar el estado homeostático (análogamente a lo que supondría enchufar un electrodoméstico con un cortocircuito en su electrónica o sus componentes eléctricos, el cerebro que aumenta su consumo a más del 20% tiene algo roto y el que lo disminuye, es que no le llega el aporte suficiente, el cerebro tiene un consumo nominal dependiente del trabajo a realizar)”
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Estos hechos biológicos ponen de manifiesto que, cualquier trabajo agrícola que cueste a un trabajador medio pongamos por caso 1.500 calorías, supondrá un “gasto de energía muscular” de 1.200 calorías y un “gasto de energía cerebral” de 300 calorías, de igual forma un trabajo docente de nivel superior que suponga un gasto de 1.000 calorías, equivaldrá a un gasto energético cerebral de 200 calorías y uno muscular de 800 calorías.
Al producirse el descubrimiento de que el origen de la ganancia capitalista es la plusvalía y poder hacer mediciones precisas no ya en términos monetarios, sino cálculos científicos del costo energético real, la ciencia oficial abandona la teoría objetiva del valor-trabajo de la escuela económica clásica por las teorías subjetivistas de las escuelas marginalitas, corrientes filosóficas de idealismo utilitarista, del último cuarto del siglo XIX, cuyos creadores son Jevons del marginalismo inglés, Menger de la escuela austríaca, Walras de la escuela de Lausana y posteriormente Keynes. Desde este momento la economía oficial se esfuerza por demostrar y convencer al público en general del por qué el gasto de energía de 200 calorías de un profesor universitario es más valiosas que el gasto de energía de 300 calorías de un peón agrícola. Los economistas modernos han abandonado la senda de la ciencia, salvo para tratar de aumentar la plusvalía, y se han adentrado en el terreno subjetivo de la ideología, olvidando la inocente sinceridad de los estudiosos pre-científicos.
"Donde la propiedad está suficientemente protegida, sería más fácil vivir sin dinero que sin pobres, ¿porque quién haría el trabajo?... Así como se debe velar para que los pobres no mueran de hambre, no debieran recibir nada que valga la pena ahorrar. Si de tanto en tanto una persona de la clase más baja, gracias a una diligencia extraordinaria y apretarse el cinturón, se eleva sobre la condición en que se crió, nadie debe impedírselo: no puede negarse que el plan más sabio para todo particular, para cada familia en la sociedad, consiste en ser frugal; pero a todas las naciones ricas les interesa que la parte mayor de los pobres nunca esté inactiva y, sin embargo, que gasten continuamente lo que perciben... Los que se ganan la vida con su trabajo diario [...] no tienen nada que los acicatee para ser serviciales salvo sus necesidades, que es prudente mitigar, pero que sería insensato curar. La única cosa que puede hacer diligente al hombre que trabaja es un salario moderado: si fuera demasiado pequeño lo desanimaría o, según su temperamento, lo empujaría a la desesperación; si fuera demasiado grande, se volvería insolente y perezoso... De lo que hasta ahora hemos expuesto, se desprende que en una nación libre, donde no se permite tener esclavos, la riqueza más segura consiste en una multitud de pobres laboriosos. Porque además de ser la fuente inagotable de las armadas y los ejércitos, sin ellos no habría ningún disfrute y ningún producto del país sería valorizable. “Para hacer feliz a la sociedad (que, naturalmente, se compone de no trabajadores)" y para contentar al pueblo aun en su mísera situación, es necesario que la gran mayoría siga siendo tan ignorante como pobre. El conocimiento amplía y multiplica nuestros deseos, y cuanto menos desea un hombre tanto más fácilmente pueden satisfacerse sus necesidades". Bernard de Mandeville, The Fable of the Bees, 1728, An Essay on Trade and Commerce...
Espero que te haya servido y disculpa si me he extendido demasiado
Saludos