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    La Iglesia y La Dictadura

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    Mensaje por AnarcComunis Dom Jul 22, 2012 11:38 pm

    Videla aseguró que parte de la Iglesia sabía de las desapariciones y asesoró a la Junta

    Entre los nombres que conocían sobre las operaciones de la dictadura estaba Raúl Primatesta, según el propio dictador.

    El ex dictador Jorge Rafael Videla aseguró en una entrevista que altos cargos de la Iglesia católica estaban al tanto de las desapariciones durante el régimen de facto (1976-1983) y hasta se ofrecieron a informar a los familiares de las víctimas sobre los asesinatos.
    En la entrevista, realizada por la revista El Sur, de la ciudad de Río Cuarto, y reproducida hoy en parte por el diario Página/12, el ex presidente de facto afirmó que la "desaparición de personas fue una cosa lamentable" en lo que insistió en llamar "guerra" contra la subversión.
    Videla dijo que era un asunto del que había hablado "con muchas personas", entre ellas, según precisó, el entonces nuncio apostólico en Argentina, Pío Laghi -fallecido en 2009-, quien fuera cardenal primado del país, Raúl Primatesta -fallecido en 2006-, y otros obispos de la Conferencia Episcopal local.
    "Con ellos hemos tenido muchas charlas. (...) Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla", dijo Videla, de 86 años, el primero de los cuatro presidentes de la dictadura y condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad.
    El ex dictador sostuvo que "la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto".
    Riesgos. "La repregunta es un derecho que todas las familias tienen. Eso lo comprendió bien la Iglesia y también asumió los riesgos", afirmó Videla.
    La entrevista, publicada por la revista de Río Cuarto, fue realizada en 2010, cuando Videla permanecía en una prisión de la central ciudad de Córdoba, mientras era sometido allí a juicio oral por delitos de lesa humanidad, por los que fue condenado.
    La entrevista fue realizada por el periodista Adolfo Ruiz, quien en la revista El Sur explicó que hasta ahora no la había divulgado tras dar su palabra a Videla, que entonces le pidió al reportero que no publicara nada hasta que él muriera.
    "Sé que mis expresiones van a causar dolor en mucha gente", justificó el ex presidente de facto.
    Sin embargo, según el periodista, fue el propio Videla quien quebrantó el compromiso asumido "concediendo una entrevista publicable al periodista español Ricardo Angoso, que vio la luz en la revista Cambio 16 en febrero de este año".
    Como en otras ocasiones, en la entrevista el ex dictador justificó las acciones de represión desplegadas por los militares en base a los "decretos de aniquilación" firmados por el ex presidente interino Italo Luder.
    Horror. Cuando se le preguntó si las torturas, el robo de bebés hijos de desaparecidos y la usurpación de bienes propiedad de las víctimas formaba parte del plan para "aniquilar" a la subversión, Videla tachó esos actos como "bajezas humanas" derivadas del gran "poder y libertad de acción otorgados al Ejército".
    "Es inevitable que muchos utilicen esas libertades en beneficio propio", justificó.
    Videla dijo que sobre el final de su mandato, en 1981, la Junta militar pensó en la posibilidad de publicar una lista con los nombres de las víctimas secuestradas y desaparecidas, algo que finalmente descartó.
    "Si a una madre le decíamos que su hijo estaba en la lista, nadie le impediría que preguntara ¿dónde está enterrado, para llevarle una flor? ¿quiénes lo mataron? ¿por qué? ¿cómo lo mataron? No había respuestas para cada una de esas preguntas, y creímos que era embochinchar (hacer ruido, lío) más esa realidad, y que sólo lograríamos afectar la credibilidad", alegó.


    http://www.lavoz.com.ar/noticias/politica/videla-aseguro-que-parte-iglesia-sabia-desapariciones-asesoro-junta
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    La Iglesia y La Dictadura Empty Re: La Iglesia y La Dictadura

    Mensaje por Platon Lun Jul 23, 2012 6:56 pm

    Buenos Oficios

    Por Horacio Verbitsky

    El ex dictador Jorge Videla dijo que el ex nuncio apostólico Pío Laghi, el ex presidente de la Iglesia Católica de la Argentina Raúl Primatesta, y otros obispos de la Conferencia Episcopal asesoraron a su gobierno sobre la forma de manejar la situación de las personas detenidas-desaparecidas. Según Videla la Iglesia “ofreció sus buenos oficios” para que el gobierno de facto informara de la muerte de sus hijos a familias que no lo hicieran público, de modo que cesaran la búsqueda. Esto confirma el conocimiento de primera mano que esa institución tenía sobre los crímenes de la dictadura militar, como consta en los documentos secretos cuya autenticidad el Episcopado reconoció ante la justicia hace dos meses. Pero además muestra un involucramiento episcopal activo para que esa información no trascendiera tampoco por comentarios de los familiares de las víctimas, de cuyo silencio la Iglesia era garante.
    Diálogos en la cárcel

    El reportaje con la revista cordobesa El Sur, que edita en Río Cuarto Hernán Vaca Narvaja, se realizó antes de los concedidos al periodista español Ricardo Angoso y al argentino Ceferino Reato, pero sólo se divulgó esta semana. Fue realizado en tres partes por el periodista Adolfo Ruiz, en la cárcel de alta seguridad de Bouwer, donde el ex jefe de la Junta Militar estuvo detenido entre el 26 de junio y el 23 de diciembre de 2010, mientras se extendieron las audiencias del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la cárcel de Córdoba conocida como UP1. Videla fue condenado en ese proceso a prisión perpetua por los asesinatos de 31 prisioneros dentro de la cárcel o mediante fraguados intentos de rescate en ocasión de traslados. Videla recibió a Ruiz el 6 y el 13 de agosto y el 18 de octubre de 2010 en el locutorio de la cárcel de Bouwer, cuyos dos mil internos superan el número de pobladores de esa pequeña ciudad, que hasta hace dos años fue el depósito de los residuos domiciliarios de Córdoba. Antes de comenzar puso como condición que sus palabras recién se difundieran cuando dejara la provincia, como consta en la carta manuscrita que se reproduce aquí.

    Como en aquellas otras entrevistas y en sus alegatos judiciales, Videla justificó el plan que aplicó la Junta Militar por los “decretos de aniquilación” firmados por el ex presidente interino Italo Luder, que constituyeron “una licencia para matar concedida por un gobierno democrático”. Cuando el periodista le inquirió si esa licencia incluía las torturas, el robo de bebés y el saqueo de los bienes de las víctimas, dijo que esas “bajezas humanas” se debieron al gran “poder y libertad de acción otorgados al Ejército”, situación en la cual “es inevitable que muchos utilicen esas libertades en beneficio propio”. Agregó que con los juicios él y sus camaradas pagan el costo de “no haber blanqueado” los métodos dispuestos entonces. Videla sostiene que “hacia el final de mi mandato, entre el ’80 y el ’81, se llegó a evaluar la posibilidad de publicar la lista, blanquear los desaparecidos”. Explica que “no era tan fácil, porque además íbamos a estar expuestos a la contra pregunta. Si a una madre le decíamos que su hijo estaba en la lista, nadie le impediría que preguntara ¿dónde está enterrado, para llevarle una flor? ¿quiénes lo mataron? ¿por qué? ¿cómo lo mataron? No había respuestas para cada una de esas preguntas, y creímos que era embochinchar más esa realidad, y que sólo lograríamos afectar la credibilidad. Entonces en ese momento no se quiso correr ese riesgo”. El razonamiento es idéntico al que Videla suministró a la Comisión Ejecutiva del Episcopado, cuando los obispos le transmitieron que el método de la desaparición de personas produciría a la larga “malos efectos”, dada “la amargura que deja en muchas familias”. Pero la fecha es muy anterior a la que menciona el dictador. Ese diálogo tuvo lugar el 10 de abril de 1978 durante un almuerzo de Videla con la Comisión Ejecutiva del Episcopado, que presidía el arzobispo de Córdoba Primatesta y que también integraban los arzobispos de Santa Fe y de la Capital Federal, Vicente Zazpe y Juan Aramburu, como vicepresidentes.

    Primatesta hizo referencia a las desapariciones producidas durante la Pascua de 1978, “en un procedimiento muy similar al utilizado cuando secuestraron a las dos religiosas francesas”. Videla respondió que “sería lo más obvio decir que éstos ya están muertos, se trataría de pasar una línea divisoria y éstos han desaparecido y no están. Pero aunque eso parezca lo más claro sin embargo da pie a una serie de preguntas sobre dónde están sepultados: ¿en una fosa común? En ese caso, ¿quién los puso en esa fosa? Una serie de preguntas que la autoridad del gobierno no puede responder sinceramente por las consecuencias sobre personas”, es decir para proteger a los secuestradores y asesinos. El detalle de este diálogo consta en una minuta que los tres arzobispos redactaron en la sede del Episcopado en cuanto concluyó el almuerzo para enviarla al Vaticano. La autenticidad de ese texto fue reconocida por la Conferencia Episcopal, que hoy preside el arzobispo de Santa Fe, José Arancedo, ante una consulta de la jueza federal de San Martín, Martina Forns, luego de su publicación aquí. Pero en el reportaje con El Sur, Videla describe un grado de complicidad de la Iglesia Católica con los crímenes de su gobierno superior a lo que se conocía y con un carácter institucional que comprende tanto al Episcopado local como a la sede central en Roma. No se trata sólo de callar lo que sabían para no “hacer daño al gobierno”, como dijo Primatesta aquel día de 1978, sino incluso de asesorar a la Junta Militar y garantizar que tampoco los familiares de las víctimas contaran lo que había ocurrido con sus hijos. Lo que sigue es la transcripción textual del tramo de la entrevista sobre el tema:

    –No deja de llamar la atención la forma en que se refiere a la situación de los desaparecidos. Hace sentir que para usted es un tema pendiente.

    –La desaparición de personas fue una cosa lamentable en esta guerra. Hasta el día de hoy la seguimos discutiendo. En mi vida lo he hablado con muchas personas. Con Primatesta, muchas veces. Con la Conferencia Episcopal Argentina, no a pleno, sino con algunos obispos. Con ellos hemos tenido muchas charlas. Con el nuncio apostólico Pío Laghi. Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla. En algunos casos, la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto.

    –No parece suficiente.

    –Es que la repregunta es un derecho que todas las familias tienen. Eso lo comprendió bien la Iglesia y también asumió los riesgos.

    Hasta la expresión impersonal escogida por Videla (“se lo planteó”, “se les dijo”) trasluce la identidad entre Iglesia y Dictadura.

    El rol de Laghi

    La minuta para el Vaticano también muestra el conocimiento de la Iglesia sobre el secuestro de las religiosas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Sin embargo, cuando la superiora de las monjas en la Argentina, Evelyn Lamartine, y la religiosa Montserrat Bertrán recurrieron a Laghi, el nuncio las miró “como si fuéramos bichos asquerosos, y nos dijo: ‘Nosotros no sabemos nada, por algo habrá sido’. Montse se arrodilló y le rogó que hiciera algo. El se la sacó de encima, instintivamente, describe Evelyn, que entonces pensó: ‘Dios no se olvida de lo que dijiste’”. Su testimonio fue recogido por María Arce, Andrea Basconi y Florencia Bianco, cuya investigación fue publicada por Clarín en 2007. Un obispo y una madre superiora llegaron desde Francia para interesarse por Alice y Léonie, pero Primatesta ordenó desmentirlo y explicar que sólo venían a pasar Navidad. En 1995, bajo la conmoción de las revelaciones del ex capitán Adolfo Scilingo sobre el asesinato de prisioneros arrojados al mar, la esposa del secuestrado periodista Julián Delgado, María Ignacia Cercós, contó que el Comandante en Jefe de la Armada Armando Lambruschini consultó con Laghi acerca del destino de 40 detenidos-desaparecidos en la ESMA, que su antecesor, Emilio Massera, le había entregado al retirarse. Lambruschini no quería matarlos pero temía que si los dejaba en libertad contaran lo padecido en la ESMA, tal como ocurrió, y le preguntó a Laghi qué hacer. Según Cercós, el concimiento de Laghi sobre lo que sucedía en aquel campo de concentración llegaba hasta la nómina de los prisioneros que aún quedaban con vida. Ante el pedido de María Ignacia, Laghi consultó esa lista y “me dijo que Julián no estaba entre ellos. Quiere decir que tenía pleno acceso a la información”. En aquel momento, el propio Massera defendió a Laghi de tales “noticias calumniosas” y dijo que se preocupó en forma permanente por la suerte de “los llamados desaparecidos”. El problema es que Laghi había elegido la estrategia opuesta: negar que hubiera conocido la índole y la extensión de las violaciones a los derechos humanos. Dijo que “no tenía ni micrófonos ni espías que fuesen a los cuarteles a ver lo que los militares hacían”. Sus amigos Oscar Justo Laguna (quien al morir este año estaba procesado por la justicia federal de San Nicolás, por haber mentido en su testimonio sobre el asesinato de su colega Carlos Horacio Ponce de León), Alcides Jorge Pedro Casaretto, Carlos Galán, Domingo Castagna y Emilio Bianchi di Carcano sostuvieron que declaraciones como la de María Ignacia Cercós podrían “reinstalar entre nosotros no ya la violencia de las armas sino la de la venganza”. La esposa de Julián Delgado dijo entonces que durante años estuvo agradecida a Laghi por sus gestiones. “Pero ahora sé que no puedo perdonarle su silencio cómplice. Me siento un monstruo por haber escuchado esas cosas sin reaccionar.” El propio jefe máximo de aquella Junta Militar, sin el menor asomo de crítica, confirma tres décadas después el asesoramiento de Laghi sobre el secreto más horrendo y peor guardado de la dictadura.

    La Eucaristía

    Recuerdos coincidentes tienen muchos sacerdotes que en aquellos años frecuentaron a Laghi. Uno de ellos, Hugo Collosa, de Rafaela, le narró al periodista Carlos del Frade que Laghi visitó esa ciudad santafesina luego de la muerte de su obispo, Antonio Alfredo Brasca, incendiado por un cáncer en 1976. La enfermedad se adelantó a las Fuerzas Armadas, que lo tenían en su lista corta de aversiones. En el Obispado se reunían las agrupaciones laicas que militaban en los barrios más humildes y las del peronismo revolucionario, que tenían algunos miembros en común, entre ellos un sacerdote. Brasca se había manifestado en apoyo del movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo junto con los obispos Enrique Angelelli, Ponce de León y Alberto Devoto. “Laghi vino a maltratarnos”, dice Collosa, quien ya no es sacerdote. “No tenía ninguna intención de discutir el perfil del nuevo obispo ni mucho menos que se siguiera la línea de Brasca. Lo llevamos a almorzar en un comedor para chicos de la ciudad y allí, a varios sacerdotes, nos contó de los vuelos de la muerte, de los secuestros, las desapariciones y las torturas. Es decir que ellos ya sabían lo que estaba pasando con lujo de detalles desde mucho antes que 1978. Y hablaba con fundamento de lo que hacía cada una de las tres armas. Nosotros ya habíamos sufrido el secuestro del padre Raúl Troncoso que militaba en barrio Fátima, y estábamos muy preocupados. Después lo mandaron a Cassaretto que hizo una pastoral totalmente distinta a la de Brasca y bien cercana a los sectores dominantes de la ciudad”. La primera entrevista de Videla con el periodista cordobés se interrumpió cuando lo trasladaron al Hospital Militar para tratarse de una incipiente bronquitis. Formaba parte de la comitiva que buscó a Videla “un hombre canoso que venía, cáliz y alba en mano, a darle la Eucaristía”. Es decir que pese a las sucesivas condenas por los más graves delitos, la Iglesia Católica no consideró necesario excomulgarlo, pena eclesiástica que impide la recepción de los sacramentos y se aplica a los pecados graves. El no considerar como tales los delitos de Videla certifica la prolongación en el tiempo de la complicidad eclesiástica con ellos.

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    Mensaje por AnarcComunis Lun Jul 23, 2012 6:57 pm

    Muy Bueno Compa!

    Saludos.
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    Mensaje por Blood Lun Jul 23, 2012 6:59 pm

    "Los movimientos nacionales de contenido burgués capitulan ante el imperialismo, desde Chiang Kai Sek hasta Perón, cuando pierden o están por perder el control de los trabajadores, su capacidad para contenerlos."
    Jorge Altamira/"Galasso reincide"/18 de enero de 2011


    Excelente aporte de ambos, Kameraden Wink

    Saludos.
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    Mensaje por AnarcComunis Mar Jul 24, 2012 6:48 pm

    EX SOCIALISTA, AHORA k y ex intendente de Rosario acusa a Binner de haber colaborado con la dictadura // El ex intendente de Rosario Héctor Cavallero lo acusó de haberse relacionado con la dictadura. El líder del FAP dijo que Cavallero siempre miente “calamitosamente”.

    El ex gobernador santafesino Hermes Binner salió a negar ayer cualquier supuesto vínculo con la última dictadura militar. En declaraciones radiales, el ex candidato presidencial por el Frente Amplio Progresista desmintió las acusaciones que un político santafesino le endilgó vía Internet y aseguró que no atendió en su calidad de médico a víctimas de la represión ilegal a pedido de las autoridades del régimen. “La única vinculación que tuve con el Ejército fue cuando hice el servicio militar”, informó el referente del FAP.

    A través de declaraciones radiales, Binner salió al cruce ayer del concejal del Partido del Progreso Social Héctor Cavallero, quien lo había acusado de haber colaborado con el gobierno de facto.

    “No tengo nada que ver con esas acusaciones. La única vinculación que tuve con el Ejército fue cuando hice el servicio militar y no lo hice en enfermería, sino en ropería”, reveló Binner ayer y añadió: “No me sorprenden los dichos de Cavallero, porque siempre ha mentido calamitosamente. Lo que dijo carece absolutamente de sentido, así que no tengo por qué preocuparme”.

    A través de redes sociales, el edil –quien perteneció al socialismo y hoy está alineado en el kirchnerismo– se había basado en el alegato final del abogado Gonzalo Miño en el juicio de lesa humanidad contra su defendido, el general retirado Ramón Díaz Bessone. El militar mencionó a Binner como partícipe en la asistencia médica de víctimas de las torturas del terrorismo de Estado. Cavallero dijo que, entonces, Miño había referido que uno de los condenados, Carlos Ulpiano Altamirano, señaló que Binner había “atendido a varios presos que luego fueron desaparecidos, que llegaban torturados y encapuchados” y que el ex gobernador pedía que los llevaran “tabicados para que no lo reconocieran”, por lo que reclamó que “se procese a los civiles que colaboraron con la dictadura, como Hermes Binner”.

    Por último, Binner aseguró que las acusaciones que Cavallero ventiló sobre él “tienen que ver con el pasado”. “Estamos hablando del pasado cuando debemos preocuparnos por el futuro”, remarcó.

    Fuente: Pagina12

    NOTA DE IZQUIERDA PUNTO INFO: Siempre nos sorprende que cuando alguien es acusado de haber colaborado con la dictadura apele a la frase de que las acusaciones “tienen que ver con el pasado”. “Estamos hablando del pasado cuando debemos preocuparnos por el futuro”. Dos cursos de accion: que se investigue exhaustivamente la imputacion y si Binner se siente vulnerado que inicie un juicio por "calumnias e injurias" donde se ventilen todos los hechos.

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