Creo que no podría expresarlo mejor.
: ¿A caso no es objetivo que se devasta por la fuerza de las armas a todo el movimiento revolucionario del Estado español aún a día de hoy? Los muertos ahí están, los presos también, las persecuciones, la guerra sucia y demás barbaridades que llevan adelante sin ningún tipo de pudor los imperialistas. Por una parte llevas razón, si consideramos que el exterminio es acabar
con algo, no son ni serán jamás de exterminio, por que con los comunistas nunca podrán acabar del todo los burgueses, por mucho que se lo empeñen.
: Mira, te la pongo aquí para que la puedas leer, que merece la pena leer esta entrevista.
A Francisco Brotons, la persona que más tiempo ha pasado en prisión en la historia de España, todo el mundo le conoce por Miguel, el nombre de guerra que él mismo eligió. Junto a Teresa González, compañera de militancia excarcelada hace apenas tres meses, pasó por Cádiz en el marco de una gira que están llevando a cabo por el Estado. Los dos entienden que éste es ahora su frente de lucha y, consecuentemente, recorren el mapa, ciudad por ciudad, explicando, a quienes quieran escucharles, el horror de unas cárceles diseñadas para la venganza, pensadas para provocar la rendición y la aniquilación intelectual de los disidentes. En su caso, desde luego, no lo han conseguido.
Iñaki Álvarez: ¿Qué es lo que te llevó a tomar la decisión de ingresar en la OMLE y, posteriormente, a militar en el PCE (r) y en los GRAPO?
Miguel Brotons: Hay muchas razones; la primera, el conjunto de mis experiencias infantiles. Nacer en el seno de una familia obrera, crecer en el marco de un barrio de obreros, además de escuchar conversaciones de mis mayores que hablaban de una realidad completamente distinta a la que yo vivía en aquellos momentos. Recuerdo, por ejemplo, cuando comentaban en mi presencia que durante la República se habían llegado a sentir dueños del poder, con la posibilidad de crear una nueva sociedad. Se habían sentido verdaderamente libres y todo aquello se les arrebató por la fuerza de las armas. Para mí, todo aquello supuso una enorme enseñanza. Desde pequeño conviví con la lucha de clases en su estado más puro.
Recuerdo que los mayores, cuando se referían al Estado, a los fascistas, hablaban de ellos. Toda la gente con la que yo hablaba, que eran obreros, trabajadores, diferenciaba muy bien entre Estado y Pueblo.
Éllos eran ellos y nosotros éramos nosotros.
Eran dos contrincantes y esa diferencia social la mamé desde pequeñito. Así, me fue muy fácil asumir que yo pertencía a los de abajo y que los de arriba eran mis enemigos.
Iñaki Álvarez: Por aquella época, aún no se habían producido movimientos importantes por la izquierda del PCE...
Miguel Brotons: Bueno, te hablaba de mis tiempos de infancia y para mí no había entonces diferencias entre el comunismo, el anarquismo o el sindicalismo.
Yo los veía a todos equivalentes. Eran La República, el mundo de mis mayores, el mundo de mis padres, el mundo de mis vecinos... Era un mundo con el que yo estaba completamente de acuerdo. Los matices políticos los fui adquiriendo mucho después, a finales de los 50 y comienzos de los 60. Y, efectivamente, el gran choque fue encontrarme con la nueva política que estaba llevando a cabo el Partido Comunista.
Iñaki Álvarez: ¿Llegaste a militar en el PCE?
Miguel Brotons: No, no, nunca; en el Partido Comunista de Carrillo, nunca.
Además, como te decía, el primer gran choque fue cuando comencé a darme cuenta del verdadero significado de la llamada política de reconciliación nacional. Yo, que entonces era un chaval, no podía entender aquello. No podía comprender que pudiéramos ser amigos de aquellos que todavía seguían torturando, que todavía seguían asesinando. Porque, en el año 1.956, los fascistas seguían asesinando. Por ejemplo, en Córdoba, en Pozoblanco, yo sabía que habían matado a jornaleros a la puerta de sus casas, delante de sus familias. Pues en aquel mismo año, Santiago Carrillo ya andaba preconizando la reconciliación nacional; es decir, la venta y la destrucción de su propio partido, del Partido Comunista.
Iñaki Álvarez: Llegamos, pues, a tu adolescencia. Percibes la situación política con más claridad, adquieres más conocimientos, tienes más formación...
Miguel Brotons: Más formación, sí, y fundamentalmente autodidacta, porque en aquella época era muy difícil encontrar libros de Marx, de Lenin, de Mao...
Era muy difícil, pero se encontraban. Recuerdo que, entonces, casi todas las librerías, al menos en Madrid, tenían una trastienda. Y algunos libreros progresistas, si confiaban en ti, si te conocían, te dejaban entrar en esa especie de rebotica en la que podías encontrar, por ejemplo, libros editados por Ruedo Ibérico, libros editados en México o en Argentina; libros de política, de poesía social... Esos libros me interesaban a mí. Podías encontrar también boletines, revistas clandestinas de los grupos más diversos... Y yo me iba nutriendo de todas aquellas lecturas.
Iñaki Álvarez: En esos años, además del PCE, empiezan a sonar otros grupos reformistas como el FELIPE, que gozaba de cierto carisma, sobre todo entre los estudiantes antifranquistas. Sin embargo, tú nunca te dejaste abrazar por ellos...
Miguel Brotons: Bueno... Es que esa gente, es verdad que era antifranquista, pero nada más. Ellos decían que eran socialistas, comunistas... Pero no lo eran. Pronto quedó claro que no eran más que demócratas burgueses, que sólo buscaban lo que luego consiguieron con la transición: una partitocracia burguesa en la que ellos pudieran medrar. Había mucha ilusión, pero también muchísima confusión. El hecho de sufrir un fascismo tan descarnado, aunque propiciaba que mucha gente decidiera pasar a la lucha, dificultaba encontrar la tecla, dificultaba la constitución de un verdadero partido comunista que se encumbrara directamente hacia la Revolución, hacia la conquista del Poder. Había mucho reformismo disfrazado de radicalismo. Por eso, cuando ahora comparamos la coyuntura actual con aquellas luchas de los años 60 y de los 70, tendemos a idealizarlas. ¿Por qué? Porque entonces se movilizaba mucha gente. Pero debemos descargar de idealismo a aquellos que no se movían por objetivos revolucionarios, aunque pensaran que sí, aunque, desde un punto de vista voluntarista, quisieran esa revolución. Eran reformistas a los que sólo les movía acabar con el Régimen de Franco.
Iñaki Álvarez: Pasan los años, no muchos, y llegamos al momento que decides ingresar en la OMLE, que es tu primera militancia...
Miguel Brotons: No. Antes había pasado por el FRAP. Había estado en las Juntas Antifascistas y Patriotas. Por eso tenía contacto con gente del PCE (ml) que era el partido que lideraba todo aquel movimiento. Pero muy pronto me convencí de que aquello no podía llegar muy lejos. Hacían una proyección mecánica de las experiencias chinas al caso del Estado español y, claro, proyectar las experiencias de un país campesino como China, enorme, sí, pero fundamentalmente campesino, a un país industrializado como empezaba a ser el Estado español, era absurdo. Por ejemplo, esta gente decía que el enemigo principal, el enemigo fundamental de los trabajadores españoles era el imperialismo yanqui, y eso, evidentemente, también era absurdo. Tú a la gente no la podías movilizar simplemente contra el imperialismo yanqui, porque su enemigo principal no era ése. Su enemigo, nuestro enemigo fundamental, era el régimen fascista que imperaba en el Estado español y el patrón que les explotaba directamente. Y, claro, con esas prioridades no podía calar el mensaje del PCE (ml) y del FRAP. Así que entré en la OMLE, que también se reclamaba seguidora de Mao, en el sentido de que Mao tenía y tiene muchas cosas que enseñar, porque entre las experiencias chinas hay algunas que tienen validez universal, pero lo que no se puede hacer es un mimetismo absoluto de la política que Mao diseño para China, en cada uno de sus puntos, para aplicarla a un país desarrollado y capitalista.
Iñaki Álvarez: Habéis dado siempre mucha importancia a las etiquetas.
Que si maoístas, que si trotskistas...
Miguel Brotons: No, no demasiada. Tampoco es que hayamos caído en el eclecticismo nunca, pero yo personalmente pienso que de todas las experiencias se puede aprender, tanto en lo positivo como en lo negativo. Yo, desde luego, he aprendido mucho de la experiencia de la Unión Soviética y también de la República Popular China, por ejemplo del establecimiento de las comunas, de su tratamiento de las contradicciones en el seno del pueblo, de la profundización de la dialéctica marxista... Como se puede aprender también de las guerrillas latinoamericanas. Por eso, sin caer en el eclecticismo, hay que estar permanentemente abiertos a otras experiencias. No para mimetizarlas, sino, muchas veces, para corregir errores más que para copiar aciertos que casi nunca son trasladables a otras realidades. Los errores, en cambio, tienen un carácter más universal.
Iñaki Álvarez: En aquella época, la URSS era el punto de referencia principal de la mayoría de los movimientos de izquierda del planeta. Sin embargo, vosotros ya denunciabais el revisionismo y desviacionismo del PCUS.
Miguel Brotons: Efectivamente, nosotros siempre denunciamos el nefasto revisionismo moderno que, entonces, a nivel internacional, estaba encabezado por la Unión Soviética. Y, consecuentemente, aquí nos negamos a tener cualquier relación con el partido de Carrillo. De hecho, varios militantes nuestros procedían del Partido Comunista, y algunos habían tenido puestos en su dirección, por ejemplo en las juventudes de Galicia, en organizaciones sindicales. Incluso contábamos en la OMLE con camaradas que habían creado las primeras comisiones obreras en Madrid. Nosotros siempre tuvimos claro que, a partir del XX Congreso del PCUS, la URSS se dirigía de cabeza a la reconstrucción del capitalismo y así lo denunciamos desde el nacimiento de la OMLE en 1.968, aunque los primeros en verlo fueron los comunistas chinos. Por eso, en los países capitalistas se produjo una eclosión de partidos y grupos a la izquierda de los partidos comunistas oficiales. Hubo, pues, una verdadera ruptura en el movimiento comunista tradicional que era necesaria porque, al estar liderada por el PCUS, no se encaminaba hacia la construcción del comunismo sino que estaba abocada irremisiblemente al capitalismo, como después sucedió.
Iñaki Álvarez: Sin embargo, aquí las teorías maoístas las esgrimieron partidos mucho mayores numéricamente que el vuestro que acabaron engrosando las filas del PSOE y hasta del PP. Por ejemplo, la ORT o el PTE.
Miguel Brotons: Claro, claro. De hecho, esos partidos que citas, en cuanto llegó la transición, abrazaron la reforma, se legalizaron y llegaron, incluso, a participar en las primeras elecciones. Demostraron en la práctica que no eran más que unos demócratas burgueses. Aceptaron la Constitución. Nosotros, en cambio, ya como PCE (r), nos enfrentamos a ella y la denunciamos como lo que es, como lo que siempre fue, un enmascaramiento del mantenimiento del régimen de los monopolios.
Iñaki Álvarez: Pero estamos hablando aún de la OMLE. Y, antes de llegar a ese 15 de diciembre de 1.976 en el que el Gobierno celebró el referéndum para aprobar su Proyecto de Ley para la Reforma Política, y aún antes de constituiros en 1.975 como PCE (r), vosotros os definíais como la vanguardia de la clase obrera...
Miguel Brotons: Sí, pero no teníamos pretensión ni voluntad alguna de exclusividad. De hecho, durante mucho tiempo mantuvimos relaciones con otros grupos y con otros partidos, con el fin de unir en un solo partido a todos aquellos que se autodefinían como comunistas, pero eso resultó imposible. Sólo lo conseguimos en el caso de la OMLG, que se fundó con algunos de los militantes gallegos escindidos del PCE que habían formado la Organización Obreira y que tuvo una gran importancia en la huelga general revolucionaria que hubo en Vigo en 1.973.
Iñaki Álvarez: En aquellos días en que aún había grandes diferencias entre sectores sociales como los obreros, los jornaleros, los estudiantes, etcétera, vosotros creasteis otras organizaciones como ODEA...
Miguel Brotons: Sí, la Organización Democrática de Estudiantes Antifascistas. Pero, claro, es que nosotros deciamos que el enemigo del pueblo español, el enemigo a batir y a abatir es el capitalismo, sí, pero el capitalismo tiene una forma de dominación muy concreta en esta etapa y esa forma es el fascismo. Y el fascismo no afecta sólo a la clase obrera. Hay otras colectivos sociales que también se ven afectados por este fascismo. Están los campesinos, los estudiantes... Y nosotros teníamos que atender también las necesidades de esos colectivos, creando otros frentes de lucha contra el enemigo común. Así nacieron la ODEA y otras organizaciones como la OMA -Organización de Mujeres Antifascistas- o el Socorro Rojo, que luchaba en el frente de la solidaridad. La diversificación es necesaria para combatir al fascismo. Pero es que, además, yo estoy convencido de que no existe la revolución proletaria pura, y mucho menos en la etapa moderna que es una etapa fascista que afecta a muchas capas sociales distintas del proletariado, que es la clase fundamental y en la que va a imprimir su sello la organización y la que va a marcar los grandes objetivos de la revolución futura.
Iñaki Álvarez: Si te parece, Miguel, después hablaremos de la vigencia de esos términos. Nos encontramos ahora en el momento en que decidís cambiaros de nombre, liquidar la OMLE y reivindicar las siglas del PCE, fundando el nuevo PCE (reconstituido).
Miguel Brotons: Bueno, no es una cuestión semántica. No fue únicamente cambiar de nombre. De hecho, la organización, la OMLE, nació con el objetivo fundamental de reconstruir el Partido. Tanto es así que hasta el boletín de la organización local de Madrid se llamaba Reconstrucción. Porque hay una diferencia evidente entre lo que es una organización y lo que es un partido. Es decir, la Organización reconstruye el Partido que, a su vez, es el que tiene como objetivo hacer la revolución. Durante la etapa OMLE, fuimos, poco a poco, desarrollando las líneas generales de lo que después sería el PCE(r), su línea revolucionaria. Se van acumulando experiencias revolucionarias y experiencias organizativas. En 1.975 se cumplió, pues, un objetivo histórico.
Iñaki Álvarez: El mismo 1.975 en el que decidisteis dar un salto profundamente cualitativo y, siguiendo el clásico esquema de otros partidos revolucionarios -partido dirigente que decide y supervisa todos los métodos de lucha, incluida la armada-, algunos de vosotros dais a conocer las siglas GRAPO -Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre- matando a cuatro policías el 1 de octubre de aquel año en Madrid, cuatro días después de que el Gobierno ordenase ejecutar a cinco antifascistas: tres del FRAP y dos de ETA.
Miguel Brotons: En cuanto a lo del esquema de partido clásico, es que así debe ser. Vamos a ver, el que tiene que dirigir el proceso revolucionario es el proletariado, sí, pero, ¿con qué medios? El proletariado se tiene que dotar necesariamente de una organización. Esa organización, para nosotros, es el Partido Comunista.
Iñaki Álvarez: Ya, pero hay otras experiencias que no responden a ese esquema. Por ejemplo, el caso vasco.
Miguel Brotons: Sí, pero es que en el País Vasco hay una lucha interclasista. Lo que, además, es muy lógico porque es una lucha de liberación nacional. Pero eso es lo que te decía. El enfrentamiento al fascismo no es propiedad exclusiva del proletariado. Y como la opresión fascista está afectando a otras clases y a otros sectores sociales, todos ellos pueden y deben participar en esa lucha contra el fascismo. En el caso vasco está muy claro. Allí hay burguesía, hay pequeña burguesía, hay proletariado, y ellos se dotan de las organizaciones y de las formas de lucha que consideran oportunas. No es un movimiento proletario, ni falta que hace, puesto que es una lucha de liberación nacional que tiene que tener un carácter muchísimo más amplio y deben participar, y de hecho participan, sectores sociales que no tienen objetivos socialistas. Algunos de ellos sí los tienen, pero otros lo único que quieren es su patria vasca independiente, a lo cual tienen todo el derecho del mundo.
Iñaki Álvarez: Siempre habéis dado mucha importancia a la formación. De hecho, me decía una vez el difunto José María Sánchez Casas que parecíais catequistas, apóstoles predicando la Revolución, valga la metáfora, no sé si muy afortunada. Pero sí veiais la necesidad de reforzar ideológicamente a las masas...
Miguel Brotons: Sí, desde luego nosotros impulsamos ese refuerzo ideológico de muchas formas, entre ellas una parecida a la catequesis que decías.
Eran los seminarios, que era como les llamábamos, no sólo nosotros, sino que era un término acuñado por todas las fuerzas de la izquierda revolucionaria de los años 60 y 70. Nosotros hemos prestado una gran atención a la teoría revolucionaria, pero nunca hemos sido excesivamente "practicistas", ni muchísimo menos, pese a que para nosotros, como marxistas, la praxis tiene una importancia decisiva. Pero, claro, partíamos de una verdadera degeneración del Partido Comunista.
Partíamos de que los conceptos clásicos, los conceptos verdaderamente revolucionarios, habían sido robados por los revisionistas. Partíamos de que era necesario recuperar la herencia revolucionaria de todo el movimiento obrero internacional y transmitirla a los obreros. De ahí que siempre hayamos prestado una enorme importancia al estudio, a la discusión, a la propaganda revolucionaria, dando siempre prioridad a los temas fundamentales para la revolución en nuestro país. Y los temas fundamentales son muchas veces temas teóricos, temas complejos, muy difíciles, que hemos tratado siempre explicar, a través de nuestra propaganda, de la forma más sencilla posible.
Iñaki Álvarez: Sin embargo, se os ha acusado muchas veces de ortodoxos...
Miguel Brotons: Sí, pero es una acusación injusta. Nosotros siempre hemos tenido un criterio muy amplio. Es lo que te decía antes, que sin caer en el eclecticismo siempre hemos estudiado con muchísimo interés todo tipo de experiencias. Yo recuerdo, por ejemplo, que antes de iniciar la formación de los GRAPO, nosotros estudiábamos con mucho detenimiento las experiencias de los tupamaros; y teníamos muchas discrepancias con ellos, pero los estudiábamos porque considerábamos que teníamos cosas que aprender. De los tupamaros, de las Brigadas Rojas, de la RAF, de la guerra popular en China, de todos los sitios hemos extraído muchas enseñanzas. O sea que ortodoxos sí, en el sentido de que mantenemos los principios del marxismo leninismo. En eso somos totalmente ortodoxos. Pero también estamos completamente abiertos a las nuevas experiencias, porque las nuevas experiencias nacen de las nuevas realidades, y tenemos que aprender a aplicar los antiguos principios a esas nuevas realidades. Por eso nos interesa estudiar muy al detalle esa nueva realidad.
Iñaki Álvarez: Miguel, antes ha quedado en el aire todo lo referente a la decisión que tomasteis de dar el salto cualitativo a la lucha armada el 1 de octubre de 1.975 y de crear los GRAPO.
Miguel Brotons: Bueno, antes de ese día, se habían realizado algunas operaciones, por ejemplo, la del canódromo de Madrid donde se ajustició a unos guardias civiles, también en respuesta a una ación represiva del Estado. O sea, que los GRAPO no existían oficialmente. De hecho, tras aquel 1º de octubre, todavía pasaron algunos meses -en los que ya actuábamos pero que dedicábamos a la consolidación interna- hasta el verano de 1.976, fecha en que los GRAPO nacen de manera oficial presentándose en sociedad con un comunicado en el que expresaban las causas del nacimiento y los objetivos de la organización. Digamos que es cuando aparecen en la vida política española.
Iñaki Álvarez: Parece que, cómo te decía antes, demostrasteis una capacidad de reflejos importante, porque las acciones de ese Primero de Octubre que dio nombre a la organización tuvieron lugar sólo cuatro días después de aquel triste 27 de septiembre de 1.975...
Miguel Brotons: Hombre, eso fue algo que ya estaba bastante preparado.
Aquellos fusilamientos estaban cantados. Ya se conocía lo que iba a pasar. De hecho, al menos en Madrid que era donde yo me movía, había montones de manifestaciones, pintadas, mucha preocupación en todo el seno de la Izquierda... Pero, ¿qué es lo que pasó? Pues que tras los fusilamientos, toda esa izquierda que se autotitulaba revolucionaria se escondió debajo de la cama. Sólo aparecimos nosotros que, claro, ya estábamos absolutamente dispuestos a pasar a la acción en caso de que se cometiesen los fusilamientos. Y, lógicamente, los objetivos estaban claramente decididos y más que estudiados. O sea, que no se improvisó nada. Los fusilamientos eran algo cantado y cantada estaba también nuestra respuesta.
Iñaki Álvarez: ¿Qué mueve a alguien a empuñar las armas por sus ideas?
Miguel Brotons: Mira, Iñaki, te puedo asegurar que a nadie le gusta apretar el gatillo, eso es evidente. A nadie le gusta matar y, lógicamente, a nadie le gusta tampoco arriesgar su vida. Porque son los dos aspectos. A nadie le gusta disparar y matar a un semejante, aunque sea un esbirro, aunque sea un fascista, y a nadie le gusta arriesgar su vida en esa acción. La cuestión está en ver la necesidad histórica de esa forma de lucha. Nosotros, desde luego, la comprendimos. Y la comprendimos gracias a lo que te comentaba antes, gracias a estudiar las experiencias ajenas. No solamente estudiábamos la realidad española y el desarrollo del capitalismo en España, sino que estábamos viendo el desarrollo del capitalismo en el ámbito internacional, el proceso de fascistización creciente que ya entonces empezaba a apuntar. Porque el fascismo no son sólo Hitler, Mussolini y Franco. El fascismo no es sólo una cuestión de colores, de que la camisa sea azul, parda o negra. El fascismo es una forma de gobierno que acompaña indefectiblemente al desarrollo del capitalismo monopolista del Estado. A mayor concentración económica, le sigue una mayor concentración del poder político y una mayor capacidad represiva por parte del Estado... Es en esa coyuntura, en esa etapa, cuando vimos que era imprescindible la lucha armada. Y, repito, fue por todas esas experiencias históricas de las que hablaba antes. No fue sólo un hallazgo intelectual, sino que fue consecuencia de ver que otros pueblos estaban practicando la violencia revolucionaria y que con esa violencia revolucionaria se podía avanzar. Y veíamos, por otra parte, que nosotros cuando íbamos por la calle y hacíamos una pintada o repartíamos unas octavillas, éramos reprimidos a tiros. Simplemente por hacer una pintada. La Policía, cuando nosotros, claro, salíamos corriendo, nos disparaba. Así que dijimos, bien, pues habrá que ir a hacer una pintada, o a la puerta de una fábrica a repartir octavillas o a dar un mitin, habrá que ir con algo más que con el papel o la pintura. Habrá que defenderse también. La violencia revolucionaria por parte del débil siempre tiene un carácter defensivo.
Iñaki Álvarez: En ese tramo histórico que fue la transición, entre 1.975 y 1.980 o 1.982, que yo recuerde, practicaban la lucha armada, al menos, los GRAPO, ETA militar, el FRAP, ETA (pm), los Comandos Autónomos Anticapitalistas, Terra Lliure, el Exercito Guerrilleiro do Pobo Galego Ceibe, Iraultza, algunos grupos anarquistas de acción directa... En 2.003 quedan operativos sólo los dos primeros: ETA y los GRAPO. Pero es que en Europa, ha pasado algo parecido. De todos los grupos armados que había en esos años, quedan solamente Iparretarrak (que nació posteriormente en el País Vasco francés), los corsos y algo en Irlanda...
Miguel Brotons: Bueno, mira, es que esto de la revolución es una cosa muy complicada. Es una cosa muy difícil, que requiere muchísimos sacrificios.
Primero, hay una serie de grupos que han desaparecido de la faz de la tierra. Eso es así, y ha ocurrido por una falta de teorización, por una falta de comprensión del papel que debe jugar la lucha armada en el proceso revolucionario. Otros han fallado por la misma falta de comprensión de cuál es esa revolución que nosotros tenemos pendiente; otros, por una especie de cansancio histórico. Porque parece ser que ha habido mucha gente que optó por la lucha armada y que quería ver resultados inmediatos; que pretendía que, inmediatamente, su pueblo les reconociese y aplaudiese y que, además, quería conquistar el corazón de las amplias masas de la noche a la mañana. Y eso no es posible. Los procesos históricos son muy largos, cuestan muchos sacrificios y se recorren siempre a través de muchos errores. Y esos errores se pagan, y se pagan con la muerte de la organización, no solamente con la muerte de los militantes. Por eso hay que ver la Historia en su conjunto, no en un tramo determinado. La Historia no es una foto fija. Es una película en la que después del Hoy viene el Mañana y el Hoy es producto del Ayer, de nuestros errores y de nuestros aciertos. Por lo tanto, no podemos exigir a ninguna organización que triunfe inmediatamente. No podemos pensar que el desarrollo de la revolución va a ser lineal. No podemos pensar que una organización hoy nace pequeña, mañana será más fuerte, y al otro crecerá aún más.
No. Así no ocurren las cosas. La revolución se desarrolla con avances y con retrocesos. Con muchas más derrotas que victorias por parte de las fuerzas revolucionarias. Y esto es así, tiene que ser así, por la sencilla razón de que partimos de una posición de verdadera inferioridad en fuerza material con relación al enemigo.
Esto es evidente. Por eso no debemos exigir a ningún proceso revolucionario que siga una carrera ascendente, lineal y en avance constante. No. Hay retrocesos. Y en estos momentos estamos viviendo una etapa de retroceso.
Iñaki Álvarez: Llegaremos al 2.003, pero estamos todavía en 1.975, en el momento en que mientras tus camaradas del PCE (r) se dedican a la lucha puramente política, tú, junto a algunos de tus compañeras y compañeros, dais el salto a la clandestinidad que acompaña indefectiblemente a la lucha armada. ¿Qué sacrificio personal acompaña a esa decisión? Pese al morbo que pueda acompañar tanto a mi pregunta como a tu respuesta, pienso que es mi deber de periodista hacértela porque estoy convencido de que a quienes lean esta entrevista les interesa. ¿Qué supone el tener que vivir bajo otra identidad, escondido, renunciando para siempre al puesto de trabajo, a los estudios, a las comodidades, a los normales vínculos con familiares, amigos...? ¿Cómo se lleva el vivir cada día esperando que, en cualquier momento, te maten o te encierren de por vida?
Miguel Brotons: Pues mira, Iñaki, supone dos cosas contrapuestas, como si fuesen las dos caras de una misma moneda. Cuando pasa a la lucha clandestina, sea ésta política o armada, como tú bien dices, eres consciente de que en cualquier momento puedes perder la vida, lo cual implica un alto grado de conciencia política y de conciencia social y un alto grado de convicción de tus propias ideas. Si no tienes eso, evidentemente, no puedes asumir esos riesgos. Pero la moneda, además de la cruz, tiene también una cara. Es la cara más positiva. Me refiero a que estás haciendo aquello que quieres hacer. Te sientes completamente libre. Y te sientes libre, no solamente porque estás luchando por la libertad, sino, sobre todo, porque estás haciendo lo que tú quieres. Tú crees que debes combatir al Sistema y lo combates. Bien, pues en ese momento has tomado una decisión completamente libre. Eres libre. Porque solamente la mujer o el hombre que lucha de acuerdo con sus ideas puede ser libre. La persona que tiene unas ideas muy bellas pero no combate por ellas, no es libre. Pero no es libre, no porque la estén atenazando desde el Estado, no. No es libre porque ella misma no quiere ser libre. El paso hay que darlo. El paso de transformar tus ideas en actos, hay que darlo. Y al dar ese paso, estás siendo completamente libre. Por lo tanto, el paso a la lucha clandestina, el paso a la lucha armada, implican esas dos caras de la moneda. Por un lado, el riesgo evidente, que requiere una gran conciencia política y social: pero, por otro, una inmensa alegría por haber llegado a ser completamente libre, por hacer exactamente lo que quieres hacer.
Iñaki Álvarez: Segregaréis adrenalina a chorros...
Miguel Brotons: Sí, sí, por supuesto. Y, efectivamente, como nosotros somos verdaderos coleccionistas de derrotas, como constantemente nos están machacando, nos están matando, nos están acorralando, cuando conseguimos una victoria, por chiquita que sea, la celebramos. Y, desde luego, eso nos insufla nueva moral.
Iñaki Álvarez: Prácticamente desde el nacimiento de los GRAPO, se os colgó una leyenda negra, se os pintó como algo raro. Se decía que se os infiltraba la Policía un día sí y otro también; que estabais dirigidos por el propio Estado...
Miguel Brotons: Sí, bueno, hemos combatido mucho esa campaña. La cosa no es así. Por un lado, la leyenda negra, la campaña de calumnias es algo que está en cualquier manual de contrainsurgencia. O sea, el punto número uno de la doctrina de seguridad nacional, que lo parieron los yanquis, es destruir la imagen del enemigo.
Iñaki Álvarez: Sí, pero, por ejemplo, eso en ETA no consta que pasara. A nadie se le ha ocurrido jamás decir que ETA fuese un montaje policial...
Miguel Brotons: Era otra época y eran otras condiciones también. En nuestro caso, una de las formas de combatirnos fue precisamente esa, crear esa leyenda a nuestro alrededor, el calumniar, el decir un día que éramos agentes de la CIA, al siguiente que lo éramos del KGB, y al otro que pertenecíamos al Mossad.
Insisto en que eso forma parte de cualquier manual de contrainsurgencia.
Iñaki Álvarez: En los medios periodísticos corría el rumor de que Juan Tomás de Salas y su Grupo 16 (Diario 16, Cambio 16, Historia 16...) tuvieron algo que ver en esa campaña. ¿Es verdad?
Miguel Brotons: Sí, sí, tuvieron que ver bastante. Por eso se les puso alguna bomba que otra. Concretamente Juan Tomás de Salas participó en un congreso antiterrorista de ámbito internacional, no sé si en París o en dónde, y el tipo lo dijo claramente y expresó esta idea a la que me refería antes: "Hay que destruir la imagen del enemigo". Y añadió en primera persona: "En el caso de los GRAPO, nosotros dijimos que procedían de aquí, procedían de allá..." Él mismo reconoció que había sido mentira todo lo que habían dicho. Y en cuanto a las infiltraciones, yo estoy muy orgulloso, pero mucho, de que la Policía intente infiltrarnos. Si no intentase infiltrarnos, pensaría qué estamos haciendo mal, porque estaríamos haciendo algo mal, fijo. La Policía sólo intenta infiltrarse en aquellos grupos que realmente considera enemigos y que realmente considera que tienen una potencialidad revolucionaria; que si hoy son pocos, mañana pueden ser muchos. Cuando detectan un grupo que puede conseguir contactar con el movimiento espontáneo de las masas, intentan infiltrarlo. Y al PCE (r) y a los GRAPO han intentado infiltrarlos muchas veces. Se puede decir que, de diez veces que lo han intentado, lo han conseguido una. Eso no es malo, es inevitable.
Nosotros podemos evitar las consecuencias graves de una infiltración. ¿Cómo? Pues organizándonos bien, creando cortafuegos, compartimentando nuestro trabajo de manera que cada militante no sepa más que aquello que tiene que saber en función de su trabajo. De esa forma lo podemos conseguir y, de hecho, lo conseguimos. Hemos tenido algunas infiltraciones, muchas menos de las que se han dicho, pero hemos descubierto muchos más intentos de infiltración policial, de los que, evidentemente, ningún medio de comunicación se ha hecho eco.
Iñaki Álvarez: También se os ha acusado de endogámicos...
Miguel Brotons: Hombre, Iñaki, nunca hemos sido muchos, eso es evidente, pero tampoco hemos caído en la endogamia. De hecho, a nosotros nos han asesinado a cerca de treinta militantes, y, en total, en estos años, habrán pasado por las cárceles unos dos mil militantes. Claro, esto es inimaginable teniendo en cuenta los parámetros que se ven por la televisión, que parece que somos cuatro. Pues sí, en cada momento, a lo mejor hemos sido cuatro, o diez, o quince o cincuenta; desde luego, siempre muy pocos. Pero, desde luego, no es por endogamia, no es por elección personal. Hay que tener en cuenta que militar en nuestras filas, ser miembro de un partido comunista verdaderamente revolucionario o participar en la lucha armada no está al alcance de cualquiera. Implica muchos riesgos, como ya he dicho antes. Por lo tanto, la gente que se acerca a nosotros, efectivamente tiene miedo. ¿Cómo no va a tener miedo si sabe a lo que se arriesga? Si está arriesgando su vida y su libertad. La Revolución, desgraciadamente, es cosa de pocos. Y durante mucho tiempo va a seguir siendo así. Nosotros decimos que estamos en la etapa de sembrar en pequeños tiestos. No podemos sembrar a manos llenas, no podemos sembrar la idea revolucionaria entre las amplias masas; no podemos, no tenemos medios para ello. Y es más, las amplias masas no van a pasar a la acción revolucionaria más que en los últimos momentos de la Revolución, por decirlo así. Eso ha ocurrido en todos los procesos revolucionarios. Solamente las fuerzas revolucionarias han sido numerosas el día anterior a la conquista del Poder, no mucho antes. Es que los procesos históricos son así.
Iñaki Álvarez: Y llegamos a 1.977, que es el año de tu detención. ¿Qué supone para ti esta detención? ¿Cómo te planteas la vida a partir de ese momento? Y, si quieres, hablamos de tu paso por Comisaría que, supongo, sería una experiencia inolvidable.
Miguel Brotons: No, no fue ninguna fiesta mi paso por Comisaría, eso desde luego. Pero vamos, que no fue una fiesta. Fue, eso sí, un verdadero dolor y un verdadero sufrimiento porque nos torturaron a conciencia tanto a mí como a todos mis compañeros. Pero era algo esperado. Es lo que te decía antes. Cuando nosotros tomamos la decisión de pasar a la clandestinidad, la decisión de luchar toda nuestra vida por una causa que consideramos justa, conocemos las consecuencias. Hombre, una cosa es saber las consecuencias en un plano teórico, en una charla con los camaradas, y otra cosa es estar allí en el potro de la tortura. Evidentemente, es distinto. Pero es algo esperado y en esos momentos, cuando te enfrentas a tus torturadores, te enfrentas a ellos como enemigo. Tú sabes que son tu enemigo, que no les puedes decir tal o cual cosa, que tienes que callar. Y lo consideras como una acción más, como cuando ejecutas una acción armada, o como cuando vas a dar un mitin a la puerta de una fábrica. Para ti es una acción más. Es un acto revolucionario.
En ese instante no te sientes derrotado. Sientes que estás combatiendo, y tu forma de combatir, en ese momento, es el silencio. Es una batalla más que tú sabes que vas a tener que librar desde que decides entrar en estos berenjenales. Y la libras, y vences esa batalla. Y ellos no consiguen lo que quieren hacerte; no lo pueden conseguir porque tú tienes unas ideas muy firmes, muy asentadas.
Iñaki Álvarez: ¿Comprendéis a aquellos que revelan información como consecuencia de las torturas?
Miguel Brotons: Ah, por supuesto, por supuesto. Cuando una compañera o un compañero canta, no le echamos la culpa al compañero. La culpa es del torturador, evidentemente. Hombre, hay cosas que no se deben cantar y generalmente no se han cantado. Nuestros camaradas, en general, se han portado de una forma muy digna ante los torturadores. Aunque, después, a renglón seguido, hayan dicho: "Bueno, pues hasta aquí he llegado; no quiero pasar otra vez por esto". Eso también lo comprendemos, porque es una cosa muy humana, evidentemente. No todo el mundo aguanta toda su vida a este ritmo que nosotros tenemos que aguantar. Y eso lo tenemos que comprender, y no nos preocupa excesivamente. Sabemos que a ese que cede, mañana le seguirá otro que va a continuar su lucha.
Iñaki Álvarez: Centrémonos ahora en el período comprendido desde tu detención en 1.977 hasta el 17 de diciembre de 1.979, fecha en que consigues fugarte de la prisión de Zamora junto a otros cuatro compañeros. ¿Cómo fueron esos dos años?
Miguel Brotons: Sí, bueno, esos dos años fueron el aterrizaje en un mundo completamente desconocido. Conocido teóricamente, en el papel, pero desconocido en la práctica. Y fue un tiempo de descubrimiento de aquella realidad. Allí se confirman muchas de las ideas que teníamos nosotros antes, en torno a la cárcel, al papel del Estado, a la función de los carceleros... Y empezamos a aprender a combatir en esas nuevas condiciones. Para nosotros, la cárcel es un frente más de lucha revolucionaria. Un frente que, además, todo revolucionario tiene que conocer más tarde o más temprano. Desgraciadamente, es así.
Iñaki Álvarez: Bueno, en tiempos de Franco se acuñó el tópico de que la cárcel era la Universidad del revolucionario...
Miguel Brotons: Sí, pero ese tópico lo acuñó la Policía, no nosotros. Y lo gracioso es que nos caló. Es cierto. Yo recuerdo que en esos años, 78, 79, 80, cuando detenían a un camarada, después de haberle torturado, cuando pasaba a disposición judicial y ya iba a entrar en la cárcel, los policías le decían:
"Bueno, ahora te vas a la Universidad, ahora vas a aprender". Y, efectivamente, en eso acertaron por completo, porque en la cárcel se aprenden muchas cosas. Es lógico. Es un frente más de lucha, es un nuevo campo del que tú no conoces nada en absoluto y tienes que combatir en esas condiciones. Y descubres que se puede combatir. Descubres que se pueden hacer muchísimas cosas en la cárcel, cosas a nivel teórico, desarrollando tus ideas anteriores. descubres que puedes conseguir victorias, que puedes hacer un trabajo de propaganda, que puedes autoorganizarte, que te puedes autoafirmar como individuo... Todas esas cosas las descubres.
Iñaki Álvarez: El compañerismo...
Miguel Brotons: Claro, pero ya no es sólo el compañerismo. Eso es lo elemental. Tú descubres que allí, si no estás unido a tus compañeros, si no te sientes uno con ellos, te van a comer. Te va a comer el carcelero, el enemigo de turno te va a comer. Pero es mucho más que eso, éste sería, si quieres, un nivel puramente defensivo, pero se consiguen más cosas. Por ejemplo, se consigue crear, se consigue aprender; se consigue descubrir que un obrero, que un estudiante, te pueden enseñar muchas cosas y que tú también les puedes enseñar muchas cosas a ellos. Es algo más que compañerismo, es una especie de aprendizaje mutuo.
Iñaki Álvarez: Oye, Miguel, un inciso. Teniendo en cuenta que el único cuerpo civil con el que mantenéis relación dentro de las cárceles es el de los presos comunes, ¿habéis conseguido convencer a alguno de ellos?
Miguel Brotons: Sí, claro. Incluso uno de ellos, creo recordar que se llamaba Juan García, pasó a militar en los GRAPO y fue asesinado por la Guardia Civil en el momento de su detención en La Coruña. Ha habido más presos comunes, aunque pocos, que han pasado a militar.
Iñaki Álvarez: ¿Cómo es, en general, vuestra relación con los presos comunes?
Miguel Brotons: Hay de todo, como en botica. Hay de todo, como pasa en la sociedad. En la sociedad hay gente con la que no puedes relacionarte, que no te comprende, que no te acepta, que te considera un enemigo... Pues en la cárcel pasa igual. Ahora bien, hay mucha gente en la cárcel que es muy digna, que está luchando por su propia dignidad como personas, como individuos; que se enfrenta a los carceleros de una forma muy consecuente. Esos son hermanos nuestros y nos llevamos muy bien con todos ellos. Es más, incluso con gente que no se distingue precisamente por combatir al Sistema o por defender su propia dignidad, cuando se han visto en problemas, nosotros hemos estado a su lado.
Porque nosotros no podemos ver una injusticia contra nadie, sea quien sea, sin responder a esa injusticia, sin tratar de impedirla, aunque nos acarree cualquier tipo de consecuencia. Entonces, todo esto ha creado una serie de relaciones buenas con los comunes. Ha generado un respeto muy grande que cualquier preso común tiene por los presos de los GRAPO. Nos conocen muy bien; saben que siempre estamos al lado de los débiles y saben que nunca hemos tirado contra ningún preso.
Siempre que hemos tenido broncas, siempre han sido contra los carceleros, nunca contra los presos.
Iñaki Álvarez: Y llegamos al 17 de diciembre de 1.979, el día en que cinco presos de los GRAPO llevasteis a cabo, con notable éxito, la fuga a la que llamasteis Operación Gaviota. De los cinco que conseguisteis escapar de la cárcel de Zamora, sólo sobrevivís dos: Fernando Hierro Chomón, que ahora se encuentra preso en Francia, y tú. A los otros tres los mató la Policía. Pasaron nueve meses hasta que te volvieron a detener. ¿Cómo viviste esos nueve meses? ¿Qué supuso para ti volver a sentirte libre?
Miguel Brotons: Pues mira, Iñaki, esos nueve meses supusieron una etapa también muy rica porque tuvimos que reorganizar los GRAPO, en mi caso.
Mientras otros compañeros pasaron a militar en el Partido, yo pasé directamente a los GRAPO y tuvimos que reoganizarlos porque, durante los años 1.978 y 1.979 se habían producido muchas caídas, habíamos perdido los laboratorios, toda la infraestructura de la Organización estaba prácticamente destruida y nos dedicamos pacientemente a reconstruirla. Y la conseguimos reconstruir en un período muy pequeño de tiempo. Es más, se consiguió una cosa que era verdaderamente difícil: reponer las fuerzas que se habían gastado, que la represión había gastado. Porque durante una batalla se pierden muchas fuerzas, sobre todo en nuestras condiciones, en el caso de una organización revolucionaria.
Hay detenciones, hay asesinatos, pero nosotros siempre hemos conseguido reponer esas fuerzas. ¿Qué nos demuestra éso? Nos demuestra que sí tenemos una base social; reducida, no tan grande como quisiéramos, pero tenemos una base social que nos ha permitido permanentemente reponer esas fuerzas.
Recuerdo que la fuga significó una inyección de moral muy grande en el movimiento. Muy grande en toda esa base social. gracias a esa fuga, por ejemplo, muchísima gente pasó a militar en los GRAPO y en el PCE (r).
Iñaki Álvarez: Vuestra fuga fue silenciada por los medios...
Miguel Brotons: Es que, desde el mismo día de nuestro nacimiento, el Estado ha seguido dos políticas con nosotros: la calumnia y el silencio. Cuando hablaban de nosotros era para calumniar, para lanzar esas ideas tan extrañas de que si somos de aquí o de allá, que si tenemos unos oscuros intereses, que si nos maneja no sé quién... Pero, por otra parte, también han mantenido silencio, silencio no sólo ante nuestros éxitos, sino también ante muestros avances en cualquier ámbito. Han tratado de silenciarnos y cuando han hablado, lo han hecho para calumniarnos. Bien, esa es la labor del enemigo y, por decirlo así, tiene todo su derecho a hacerlo; es normal que lo haga así, y no nos asusta ni nos preocupa en absoluto. Lo que sí que es cierto es que el tiempo que estuvimos en la calle después de la fuga lo empleamos a fondo. Y se dieron una serie de condiciones que permitieron que consiguiéramos avances, y se debieron precisamente a eso, a la existencia de una base social y al hecho de que fue un verdadero aldabonazo la cuestión de la fuga, una inyección de moral para un sector de gente, ese sector de gente que tiene una relación con nosotros, que nos conoce y que nos reconoce como gente que está luchando y que está luchando por el pueblo y por los trabajadores.
Iñaki Álvarez: ¿Cómo se produjo tu nueva detención en septiembre de 1.980?
Miguel Brotons: La caída fue a través de una compañera, con la que me relacionaba, que estaba haciendo labores de información. Estaba vigilando el domicilio de un general; la Policía tenía montado un dispositivo de contrainformación, y la detectaron. A través de un contacto mío con ella, pues caí.
Iñaki Álvarez: ¿Volvieron a torturarte?
Miguel Brotons: Sí, claro, cómo no. No se puede pasar por la DGS sin torturado. Ahora parece ser que la tortura es un poco más selectiva... Pero entonces era bastante brutal.
Iñaki Álvarez: Y tú, que eres madrileño de adopción, ¿qué piensas cuando pasas por la Puerta del sol y ves aquel edificio convertido en sede del Gobierno de la Comunidad Autónoma?
Miguel Brotons: Pues veo que es una cosa muy lógica. Efectivamente, una cosa sucede a otra. Es un verdadero símbolo. Antes estaban allí los torturadores y ahora están los jefes de los torturadores. Ahora está el Estado que es el que maneja, y el que utiliza, y el que necesita a los torturadores.
Iñaki Álvarez: ¿Y cómo es el regreso a la cárcel?
Miguel Brotons: Pues la vuelta a un sitio que ya conocía. Si la detención del 77 era la entrada a un sitio desconocido, ahora ya lo conocía. Y entré con toda la tranquilidad del mundo.
Iñaki Álvarez: Tenemos por delante, pues, 22 años seguidos en prisión, ya sin interrupciones. Y, mientras, afuera pasan muchas cosas. Por ejemplo, en octubre de 1.982 se produce un hecho relevante: la llegada al Gobierno del PSOE. ¿Cómo recuerdas aquellos momentos?
Miguel Brotons: Nosotros, desde luego, seguíamos muy al detalle y discutíamos mucho sobre la realidad social. Porque, claro, nos interesa. Nosotros no tenemos unas ideas al margen de la realidad social. Nosotros tenemos unos principios, tenemos una línea de conducta y tenemos una línea revolucionaria que constantemente necesitamos adecuar a la realidad. Porque, al fin y al cabo, esa línea no está al margen de la realidad, sino que la establecemos para poder trabajar sobre esa realidad y cambiarla, revolucionarla. Entonces, claro, nos interesa mucho lo que ocurre en la sociedad. Por lo tanto, cualquier noticia que nos llegaba allí, a la cárcel, era estudiada, discutida, comentada por todos y cada uno de nosotros. Gracias a eso, hemos podido ver, antes que mucha gente, el desarrollo de los acontecimientos. Por ejemplo, cuando subió el PSOE al poder, dijimos: "Estos van a reprimir más y mejor.
Estos se van a enfangar en la guerra sucia". Porque no podían hacer otra cosa. Cualquier gobierno que haya en un país capitalista tiene que enfangarse. Y si hay un ascenso en las luchas... Nosotros decíamos que si el Gobierno lleva adelante una reconversión, si están despidiendo a miles de obreros, ello tiene que provocar una respuesta, ello tiene que provocar problemas para el Estado y, por lo tanto, el Estado tiene que impedir que ese movimiento espontáneo que vaya naciendo de las reconversiones -como pasó en Reinosa o como pasó en Sagunto- conecte con el movimiento organizado. ¿Cómo lo va a impedir? Tiene que barrer el movimiento organizado como pueda. Tiene que impulsar la guerra sucia. Pero una guerra sucia que ya existía desde hacía muchos años. El PSOE no inventa la guerra sucia. La guerra sucia es algo cosustancial a los estados capitalistas. El PSOE lo que hace es aceptar la orden de los militares de impulsarla, de organizarla, de sistematizarla. Eso es lo que hace el PSOE. Entonces, claro, eso era fácil de prever, porque es una necesidad del capitalismo. Vamos a ver. Si el capitalismo emprende la guerra sucia, si el capitalismo oprime, reprime, no es porque sean especialmente malos, no es porque tengan un gen de la maldad metido en el cuerpo, no. Son iguales que nosotros. Es porque lo necesitan para mantener su dominio, su sistema de dominio, para mantener sus privilegios. Es una necesidad, y eso lo hace tan peligroso. Eso hace que tú no les puedas convencer de lo contrario, de que practiquen otra política. No puedes convencerles de eso, porque necesitan esa política y no otra.