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    Métodos y ejemplos de fascistización de la sociedad

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    Mensaje por operario Lun Feb 15, 2010 8:28 pm

    Métodos y ejemplos de fascistización de la sociedad


    “El fascismo no es un poder situado por encima de las clases, ni el poder de la pequeña burguesía o del lumpenproletariado sobre el capital financiero. El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y la parte revolucionaria de los campesinos y de los intelectuales. El fascismo en política exterior es el chovinismo en su forma más brutal que cultiva un odio bestial contra los demás pueblos.”
    Jorge Dimitrov, El carácter de clase del fascismo.

    Actualmente vivimos en una sociedad capitalista en la cual el Estado lo controla la clase burguesa y lo emplea para reprimir a la clase trabajadora evitando así su emancipación. En el Estado español, podemos ver que siempre ha estado en manos de la clase explotadora, la que actualmente controla el mercado, nuestros trabajos y nuestras vidas. Hubo un pequeño período, durante la II República, en el que se atisbaba un cambio social. Fueron los pocos meses en que se metía a criminales fascistas en las cárceles y se expropiaban latifundios, es decir, de febrero del 36 a julio del mismo año, durante el gobierno del Frente Popular. Cuando la clase burguesa vio peligrar sus privilegios lanzó a los fascistas, en España lo vimos con el apoyo de los terratenientes a los sublevados liderados por el General Franco, en Alemania con el apoyo de grandes industriales a Adolf Hitler.

    Este modelo de fascismo tiene unas características muy concretas: sistemática represión, encarcelamiento y asesinato de los dirigentes de los movimientos obreros y populares, con el objetivo de minar la organización y la capacidad de respuesta al capitalismo de las masas, tanto para ese momento como para épocas posteriores; ese fascismo en general, negaba a rajatabla y bajo pena de prisión y/o muerte casi cualquier tipo de derecho político o reivindicación básica; se caracterizaba generalmente por el sindicalismo vertical (patrón y obrero en el mismo sindicato), que pretendía aprisionar totalmente la lucha obrera; era dirigido bajo un corporativismo económico de Estado; y propugnaba chovinismo e imperialismo extremo y dictadura militar abierta. Triunfó con gran fuerza en los años treinta porque exponía un modelo capaz de recuperar la economía capitalista de la crisis de superproducción en la que se hallaba inmersa, donde al no poder consumir las familias se reducía la producción y por lo tanto aumentaba el paro, lo que disminuía el poder adquisitivo de las familias y volvía a reducirse la producción entrando en un círculo vicioso de vertiginoso disparo del desempleo, de la pobreza y la miseria, ya existentes en las “belles époques” del capitalismo. En los Estados fascistas, con una intervención del Estado en obras públicas e industria armamentística se reactivaba la economía a la vez que se armaba contra el avance de los movimientos obreros, recordemos que por aquel entonces la URSS y los distintos movimientos obreros comenzaban a coger muchísima fuerza. El problema de esta inversión en industria armamentística es que las balas no se comen y por lo tanto se veían forzados a la invasión imperialista de otros países para controlar sus recursos y aumentar el mercado.

    Actualmente la economía capitalista mundial marcha pese a la crisis y el movimiento obrero está en una situación muy débil, con sindicatos de clase sin fuerza o sindicatos comprados. Por lo tanto la clase burguesa no necesita el fascismo, o al menos el tipo de fascismo anteriormente descrito. Siendo esto así, en el Estado español, como hemos dicho antes, siempre ha tenido el control la oligarquía y ha cambiado la forma de gobierno de dictadura fascista a “democracia” burguesa, pero no han cambiado los verdaderos amos. Esto se vio en la Transición. Se concedieron una serie de medidas de libertad individuales, pero no hubo ningún tipo de desplazamiento de poder real (tómese lo de “real” con el doble sentido que merece). Actualmente hay un Jefe de Estado que fue designado por Franco, existe represión a sindicalistas, leyes que apoyan y favorecen la explotación obrera (sucesivas reformas laborales como la que se está planteando ahora), etc. Por las condiciones concretas del momento en que vivimos la clase dominante no necesita el fascismo clásico, es más, le sería contraproducente ya que dicho modelo de fascismo implica un control de capitales a través del corporativismo de Estado antes mencionado, y lo que buscan es un liberalismo económico, con el fin de aumentar la explotación de los trabajadores, sobretodo ahora que con la crisis los empresarios ven reducirse sus cuotas de beneficios. Por eso, el capitalismo quiere evitar una respuesta obrera contundente y esto se consigue a través de diversas formas. Emplea por tanto otras técnicas para reprimir y controlar. A este fenómeno se le conoce como fascistización de la sociedad, del cual expondremos varios métodos (entrelazados y complementarios entre sí) y varios ejemplos de cada uno, y veremos diferencias y similitudes de este con el fascismo histórico.

    Uno de ellos es directamente desde el Estado a través de leyes como la Ley de Partidos y la Ley Antiterrorista y a través de detenciones ilegales, intensificación de medidas de vigilancia (cámaras en las calles, aumento de efectivos policiales), etc. El encarcelamiento de los sindicalistas Cándido y Morala, ambos activistas frente al cierre de la Naval de Gijón, y cuando la Comunidad de Madrid aumentó la presencia policial y la EMT la presencia de servicio de seguridad privado para evitar las movilizaciones, las frecuentes ilegalizaciones de la izquierda abertzale y la represión, detenciones ilegales y torturas a sus militantes, etc. Es destacable el caso de las últimas detenciones de 34 militantes de Segi falsamente de ser “la organización juvenil de ETA”, en palabras del ministro Rubalcaba. También es de señalar las frecuentes denuncias al Estado español por torturas policiales, hecho reconocido por Amnistía Internacional y por el Comité de Derechos Humanos de la ONU. Nótese que el número de denuncias son proporcionalmente mayores sobre la Ertzaintza y en los Mossos d’Esquadra, que son los cuerpos de policía autonómicos del País Vasco y Cataluña, los lugares del Estado donde mayores movilizaciones populares hay. ¿Será mera casualidad?

    Otro método es la fraseología fascista que ensucia las mentes de una parte de los trabajadores y que se lanza tanto desde grupos de ultraderecha, como desde corrientes en partidos tradicionales, medios de comunicación y diversas asociaciones que actúan en institutos, centros de trabajo, barrios, etc. Por un lado, esta fraseología hace que se anteponga la cuestión “patriótica” y la cuestión racista a la cuestión obrera. Muchas veces hemos oído las típicas frases de: “los inmigrantes me quitan el trabajo”, “los gitanos son delincuentes”, etc. Estas frases son mentira ya que el paro está propiciado por el sistema económico y la delincuencia viene de sectores marginales, de sectores dónde no hay más remedio que buscar el alimento de cualquier manera, y no de los genes. Esto propicia que, sin que haya un régimen fascista como tal, se den ideas fascistas. Provoca que el prototipo de “obrero nacional” se enfrente a los obreros inmigrantes, los cuales son explotados mayor cantidad de horas a un sueldo más bajo. Esto crea una serie de tópicos y hace que haya una lucha entre obreros nativos e inmigrantes en vez de una lucha conjunta hacia el sistema capitalista. Por otro lado, tenemos la criminalización del antifascismo, complemento de lo anterior. En esta labor cumplen un papel crucial los medios de comunicación burgueses, que crean una opinión que tiende a fomentar estas ideas fascistas y sobretodo, como hemos visto recientemente, a criminalizar a los movimientos sociales y de lucha obrera. Los ejemplos más evidentes son la asociación del movimiento antifascista con el vandalismo y las peleas de bandas, y la asimilación de toda la izquierda abertzale y el movimiento social vasco con ETA, o al Islam y sus reivindicaciones antiimperialistas (ejemplos Palestina, Líbano y Afganistán) con terrorismo, en los informativos y en las tertulias. También manipulan con sus imágenes las movilizaciones obreras más combativas, mostrando sobretodo los momentos de mayor violencia. Otro ejemplo de fascistización es la campaña que viene llevando la derecha contra los derechos civiles de los homosexuales (lo cual propicia la homofobia), y contra el derecho de las mujeres al aborto (lo cual lleva a criminalizar el movimiento feminista), sobretodo desde sectores cercanos al PP y a los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica. Esto recuerda a la propaganda nazi y fascista contra los judíos, gitanos, indigentes, comunistas y otras gentes que “ensuciaban la nación”, que luego llevaron a muchos a los campos de concentración y exterminio.

    Todo ello, además de fomentar el chovinismo, la xenofobia, la homofobia, el machismo y la desinformación en una gran parte de la población, propicia la proliferación de los grupos de extrema derecha y neonazis, ya sean partidos políticos (Democracia Nacional, España 2000), sindicatos fantasmas (como Manos Limpias), u otro tipo de colectivos, que amparan, organizan y justifican ataques violentos y asesinatos contra militantes antifascistas (como el caso de Carlos Palomino en Madrid y otros similares en Europa como el reciente asesinato de Ivan Kurzhovsky, fundador de RASH Moscú), o contra personas LGTB y contra inmigrantes, como ocurrió con el joven búlgaro apuñalado en Palencia el 17 de diciembre. Esto recuerda mucho a los clásicos grupos paramilitares como las SS y las SA en Alemania, los Camisas Negras en Italia, los falangistas en España y posteriormente los GAL en la Transición. En Colombia existen hoy en día grupos paramilitares de tipo similar conocidos como Águilas Negras (provenientes de las AUC).

    También es de señalar cómo esa misma derecha ataca a la Ley de Memoria Histórica, ley que aunque es claramente insuficiente, puede plantear problemas a esa derecha, que es heredera directa del franquismo. ¿Qué pasaría si las masas comenzaran a cuestionar la Ley de Amnistía de 1977? ¿Qué pasaría si se condenara a Fraga por su responsabilidad en los sucesos de Vitoria de 1973? ¿Qué pasaría si se esclarecieran todos los lazos de la Monarquía con el franquismo? ¿Qué pasaría si se viniese abajo el velo censor con el que se ha protegido la Casa Real desde la Transición?

    Relacionado con la memoria histórica, hay que citar la campaña de ilegalización y difamación que se está dando en el seno de la Unión Europea y de otros países del continente contra el movimiento comunista internacional. El Secretario General del PCE, José Luis Centella, se dirigió hace unos días al presidente de la RAE Víctor García de la Concha ante la noticia aparecida en un medio de comunicación por la que la RAE está estudiando introducir el término “totalitario” en su definición. Estamos ante un hecho muy grave, porque no sólo faltaría a la verdad, ya que definir como totalitario un ideal que, entre otras cosas, defiende la justicia social, la eliminación de la explotación del ser humano y su liberación de toda alienación es una verdadera aberración semántica. Son de señalar otros casos como el de la República Checa, donde varios senadores, sin respetar siquiera el quórum necesario han solicitado al gobierno que inicie el proceso para ilegalizar al Partido Comunista de Bohemia y Moravia, tercera fuerza política del país, imitando el proceso que se siguió hace pocos años contra la Unión de la Juventud Comunista Checa (KSM), que fue ilegalizada, aunque en este caso la solidaridad mostrada por los comunistas y otras fuerzas de izquierdas a nivel internacional lograron revertir este hecho. El actual ataque contra el PCBM se basa exclusivamente en la valoración subjetiva sobre su posición marxista, y para nosotros supone un ataque a todos los comunistas, a todos los obreros, a todos los antifascistas que lucharon en ese país, en el nuestro y en toda Europa, contra el fascismo. Igualmente, en otros países ya se han ilegalizado los símbolos comunistas (Polonia, Rumania), se han creado leyes expresamente dirigidas a dificultar o criminalizar la actividad de organizaciones comunistas, y todo ello con el apoyo de las organizaciones que sirven al capital monopolista europeo, tales como la UE, la OSCE y el Consejo de Europa, que dan cobertura ideológica a estos atropellos. Esta sarta de difamaciones recuerdan a la película de Espartaco, en la cual, una vez que los generales y senadores romanos vieron que aquello provocaba el auge de las rebeliones de los esclavos en otras partes del Imperio, y el peligro que esto suponía para sus intereses, iniciaron una campaña de calumnias contra los esclavos rebeldes, diciendo a los ciudadanos y al resto de esclavos del Imperio que saqueaban las tierras, robaban el ganado, violaban a las mujeres, adoraban a dioses paganos y mataban a los que se negaban a unirse a ellos. Todas esas cosas eran mentira. Y cosas similares dijeron y dicen hoy los capitalistas de los comunistas. Y con esto pretenden ilegalizarnos.
    El fascismo es un enemigo claro con una forma obvia, la fascistización sin embargo es algo etéreo que solo se percibe tras una observación detenida de la sociedad, ahí radica su peligro en que crea medidas fascistas sin que se perciba. Por todo esto no sería correcto decir que actualmente hay un fascismo ya que el ejército tiene, en teoría, poderes limitados, ya que no hay una autarquía visible con un líder indiscutible, y sobre todo porque no hay un corporativismo de Estado sino que es la economía la que emplea el Estado. El sometimiento de todas las fuerzas sociales, tanto productivas como de pensamiento, es la fascistización de la sociedad, cuyo grado aumenta por momentos, porque sin que haya un Estado fascista hay medidas que podríamos calificar de fascistas.

    Esta situación requiere una respuesta antifascista en todos los frentes. Una respuesta que debe ser unitaria, política y de masas. El antifascismo o es unitario o no es antifascismo. Todo grupo, colectivo, organización ha de participar de espacios amplios. El movimiento antifascista debe ser plural. Debe estar basada en la organización y movilización de la juventud y la alianza con todos los sectores populares: trabajadores, mujeres, inmigrantes, etc. Para ello, debemos llevar la respuesta antifascista allí donde la juventud sufre el problema: en los barrios, en los institutos. Los objetivos de esta ofensiva antifascista podemos sintetizarlo en uno solo: generar hegemonía, desarrollar un discurso amplio, mayoritario, cohesionador. Un discurso que articule un verdadero movimiento antifascista. Y este discurso que tenemos que hacer hegemónico entre todo el movimiento antifascista debe abordar: La cuestión de la inmigración, en la perspectiva de integrar al colectivo inmigrante y a sus organizaciones en las organizaciones de la clase y evitar que la juventud inmigrante caiga en la exclusión. La lucha contra organizaciones racistas y xenófobas. La cuestión de la memoria histórica, para que la aprobación de la ley no suponga un carpetazo a las reivindicaciones pendientes que son además las fundamentales. La denuncia de las agresiones fascistas, la lucha contra la impunidad y por la justicia, ya vengan de manos del Estado o de otras organizaciones. Tenemos en nuestras manos las herramientas para cerrar puertas y ventanas al fascismo. Pongámonos a ello. CONTRA EL FASCISMO, UNIDAD, ORGANIZACIÓN Y LUCHA.

    “Pero cualquiera que sea la careta con que se disfrace el fascismo, cualquiera que sea la
    forma en que se presente, cualquiera que sea el camino por el que suba al Poder,
    el fascismo es la más feroz ofensiva del capital contra las masas trabajadoras;
    el fascismo es el chovinismo más desenfrenado y la guerra de rapiña;
    el fascismo es la reacción feroz y la contrarrevolución;
    el fascismo es el peor enemigo de la clase obrera y de todos los trabajadores.”
    Jorge Dimitrov, El carácter de clase del fascismo.

    Extraido de la revista El Insolente
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    Mensaje por carlos Lun Feb 15, 2010 8:47 pm

    el texto esta bien

    solo tiene algunos pequeños fallos los GAL no fueron de la transicion sino del felipismo y la huelga de los obreros de vitoria en el 76
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    Mensaje por operario Mar Feb 16, 2010 7:15 pm

    cierto, ahi han tenido dos deslices temporales.

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