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    "El misterio de Mr. Peel" (mencionado por Marx en el capítulo final del tomo I de El Capital) - texto de Dizdira Zalacaín publicado en 2011 en su blog: La cocina de Dizdira

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Ago 18, 2012 9:23 pm

    El misterio de Mr. Peel.

    texto de Dizdira Zalacaín publicado en febrero de 2011 en su blog: La cocina de Dizdira

    Edward Gibbon Wakefield fue uno de esos pioneros descritos de modo tan elogioso por las noveluchas de aventuras decimonónicas que han vendido esa imagen del lord británico que surca los mares del Sur. Por eso el arquetipo de lord aventurero que todavía hoy tienen las masas es el de un hombre sumamente instruído, de exquisitos modales pero al mismo tiempo aguerrido y valeroso, un modelo a envidiar, a seguir y con el que soñar. (El último subproducto cultural de esta calaña es Indiana Jones).

    Pero la realidad es muy distinta. Los lords aventureros no eran por lo general más que unos delincuentes que sembraban robo y destrucción por los pocos paraísos en los que el hombre "civilizado" no había puesto aun sus sucias botas. En concreto, Wakefield se dedicó a expoliar y asesinar a los habitantes de Nueva Zelanda y el sur de Australia, todo ello para acrecentar su economía personal. Fue premiado y halagado por ello y ocupó un puesto en el democrático Parlamento británico. Y ello a pesar de que fue acusado de secuestrar a una niña de 15 años, rica heredera, para forzar así un ventajoso matrimonio con ella. Pero al final ninguna de sus heroicas hazañas -secuestrar niñas, matar indígenas indefensos- se ha hecho tan célebre para la posteridad como el hecho de que Karl Marx lo mencione en uno de los más interesantes pasajes de El Capital, concretamente en el último capítulo del tomo I.

    Y lo menciona porque Wakefield, con su sentido práctico de la rapiña, fue el primero que comprendió que el capitalismo no era lo que los teóricos clásicos del liberalismo decían que era.

    Ocurrió todo a raíz de un misterioso suceso: el fracaso de la empresa de Mr. Peel en Australia.
    Thomas Peel decidió fundar una colonia en la desembocadura del río Swan, en lo que hoy es la ciudad de Perth. Fundar una colonia significaba reproducir exactamente el tipo de sistema que en la metrópoli permitía a unos capitalistas enriquecerse a base del trabajo ajeno.

    La teoría del libre mercado, expuesta desde Adam Smith, concebía el capitalismo como un proceso natural: los individuos libremente establecían un pacto por el que unos vendían su trabajo y otros sus mercancías a cambio de un precio. Ese precio no viene impuesto por ninguna ley: simplemente la libre competencia es la que lo determina de manera natural. Así, según este esquema, el trabajo de un carpintero o un kilo de patatas terminan pagándose por el precio que realmente es justo mediante la natural ley de oferta y demanda. Esta bonita descripción del capitalismo es algo en lo que todavía muchos creen y en lo que, para su desgracia, también creía Mr. Peel.

    Así pues, Thomas Peel obtuvo permiso de la corona para establecer una colonia. El pionero empresario lo previó todo, según la teoría capitalista: un buen capital con el que partir (50.000 libras), herramientas y centenares de trabajadores ingleses cualificados y de probada entrega. Es decir, Mr. Peel lo llevaba todo para hacer sus negocios: en lenguaje marxista, llevaba medios de producción (capital, tierras y herramientas) y fuerza de trabajo (obreros).

    Sin embargo la cosa salió fatal. Al poco tiempo, en expresión de Marx, "el señor Peel se quedó sin un sirviente que le tendiera la cama o que le trajera agua del río." Todos los trabajadores de la colonia se habían marchado y le habían dejado a él con su parcela de tierra vacía. ¿Cómo era posible que esos trabajadores, tan responsables y entregados en Inglaterra, se hubieran vuelto unos haraganes en la salvaje Australia? La mayoría de ellos, tras dejar plantado a su jefe, se internó por las tierras del país y, matando, esclavizando y robando a los indígenas, pronto se convirtieron ellos también en prósperos terratenientes. Algunos de los antiguos empleados de Mr. Peel llegaron incluso a ser más ricos y poderosos que él.

    Pero ¿qué es lo que había fallado? El primero en darse cuenta fue precisamente Edward Gibbon Wakefield, igual de ladrón que Mr. Peel pero más astuto que él. Su descubrimiento lo expone en su obra "A View of the Art of Colonization".

    La clave, según Wakefield, es que no basta con llevar capitalistas a las colonias, como se creía hasta ese momento: lo esencial es llevar trabajadores asalariados. Y es que un trabajador asalariado no es simplemente cualquier persona que pueda trabajar, sino una persona que no tiene otra manera de vivir que vender su fuerza de trabajo.

    Éste es el fallo de Mr. Peel: él llevó en su barco a personas que en Inglaterra sí que eran trabajadores asalariados, pero cuando llegaron a Australia se dieron cuenta de que podían ganarse la vida de mil maneras mejores que vendiendo su fuerza de trabajo. Así que rápidamente dejaron solo al señor Peel y a sus herramientas. Sin trabajo asalariado, la suma de dinero no servía de nada y las herramientas no eran más que chatarra: ninguna de ambas funcionaban ya como capital. Los trabajadores del señor Peel podían robar tierras a los indígenas y montar su propia granja, por ejemplo. O podían montar sus propios talleres de artesanía, pues el costo en materiales y suelo era ridículo. O, sin más, podían vivir como los indígenas y llevar una tranquila vida salvaje, tumbados en una hamaca y limitándose a recolectar los alimentos que la naturaleza les ofrecía gratis. Nada de eso era posible en Inglaterra.

    Con este caso Marx ilustra magníficamente ese elemento que los teóricos del capitalismo no habían sabido o no habían querido ver y que es, como lo demostró el caso Peel -y otros muchos semejantes- esencial: las relaciones de producción.

    Para que otros señores Peel pudieran prosperar era preciso establecer en Australia las mismas relaciones de producción que en Inglaterra. Esto es, había que haber exportado no solo dinero, herramientas y personas, sino también las relaciones de producción necesarias.

    ¿Y en qué consisten esas relaciones de producción? Pues básicamente en despojar por la violencia o el engaño a las personas de cualquier posible medio de ganarse la vida y obligarlas, así, a vender su fuerza de trabajo. Y esto es justamente lo que se hizo en Australia, una vez que los capitalistas comprendieron dónde estaba el fallo. ¿Por qué el capitalismo no funcionaba en Australia? Pues no funcionaba porque el capitalismo no es un sistema que surge naturalmente, como decía la teoría, sino que precisa de una acción violenta por parte del estado para evitar que los trabajadores puedan ganarse la vida sin tener que vender su fuerza de trabajo. Así que el gobierno británico, obedeciendo a los capitalistas (para eso están los gobiernos) privatizó las tierras de Australia y estableció por ley unos precios difícilmente alcanzables para nadie que no fuese un capitalista, desde luego mucho más altos de lo que la ley de oferta y demanda establecía. Gracias a ello se consiguió obligar a los colonos que llegaban a Australia a tener que vender su fuerza de trabajo con el objetivo -realista o no- de independizarse algún día y comprar uno de aquellos carísimos terrenos.

    Hoy en día esto sigue funcionando: vemos cómo las multinacionales procuran por todos los medios aniquilar los modos tradicionales de ganarse la vida de los indígenas, expulsándolos de las tierras, destruyendo sus bosques, contaminando sus ríos o imponiéndoles cultivos de semillas transgénicas, con copyright. Todo ello para que pasen a ser personas que ya no pueden vivir por sí solas, sino que precisan que alguien les contrate para poder comer, es decir, para que dejen de ser productores libres y pasen a formar parte de la gran masa de trabajadores asalariados que, por su sobreabundancia, abarata hasta el mínimo el precio de su fuerza de trabajo.

    Seguramente este es el punto clave de la obra de Marx: el capitalismo no funciona de manera "natural" mediante la justa competencia de individuos libres y que, partiendo de condiciones iguales, llegan unos a la riqueza y otros a la pobreza. Eso es la bonita teoría. Pero el caso de las colonias ilustra que a esa teoría le falta explicar que el capitalismo en realidad no surge de ni consiste en la libre concurrencia, pues de ser así fracasaría, sino en una intervención violenta que expropia a los trabajadores de sus medios de trabajo para obligarlos a trabajar para otro so pena de morir de hambre.

    Marx concluye el primer tomo de su obra -el único que terminó- con esta frase, que es la clave de bóveda de su análisis del sistema capitalista:

    Sin embargo, no nos concierne aquí la situación de las colonias. Lo único que nos interesa es el secreto que la economía política del Viejo Mundo descubre en el Nuevo y proclama en alta voz: el modo capitalista de producción y de acumulación, y por ende también la propiedad privada capitalista, presuponen el aniquilamiento de la propiedad privada que se funda en el trabajo propio, esto es, la expropiación del trabajador.

    Ni que decir tiene que la mayoría de los periodistas, de los historiadores, o de los economistas siguen haciendo como que este hallazgo científico nunca ha tenido lugar. Opinan y explican la economía como si esto no hubiera sido explicado y demostrado fehacientemente hace 150 años, como si Marx nunca hubiese existido. Siguen hablando del capitalismo como un sistema económico que surge natural y pacíficamente, frente a otros sistemas, como el socialismo, que han de ser impuestos por la fuerza. Es como si doscientos años después de Galileo todo el mundo académico hubiera seguido hablando de la Tierra como el centro inmóvil del Universo.

    De hecho, es significativo que las enciclopedias, incluso, nos siguen contando que la colonia de Peel fracasó por "la mala calidad de la tierra" o "por su falta de capacidad organizativa", ignorando la verdadera causa explicada no ya por Marx, sino por uno de los suyos, Mr. Wakefield.



    Última edición por pedrocasca el Sáb Ago 18, 2012 11:37 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Ago 18, 2012 9:25 pm

    El Capital, tomo I, CAPITULO XXV: LA TEORIA MODERNA DE LA COLONIZACION:

    se puede leer en el enlace:

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