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    [Tinta Roja-CJC]El oportunismo anarquista (y contestación)

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    Mensaje por incontrolable Miér Abr 23, 2014 10:56 pm

    El oportunismo anarquista
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    Es frecuente escuchar que el marxismo-leninismo es una corriente parecida al anarquismo y que solo se diferencian en matices. Pero estamos ante una afirmación totalmente falsa. Desde el nacimiento del socialismo científico surgen corrientes hostiles que intentan dañarla, entre ellas el anarquismo. Desde el momento de la elaboración de la teoría anarquista por Bakunin, el anarquismo se convierte en un enemigo ideológico del marxismo-leninismo.

    El anarquismo como pensamiento ideológico toma fuerza a mediados del siglo XIX. Las diversas corrientes que conviven en el anarquismo es fruto del movimiento reaccionario de la pequeña burguesía. Esta pequeña burguesía observaba perpleja como el sistema capitalista y el modo de producción avanzaba a pasos agigantados y devastadores en su desarrollo histórico hacia una fase imperialista donde el pequeño burgués no entraba en sus planes, viéndose obligados a formar parte de la clase trabajadora. Su único camino era retroceder pidiendo, arañando y luchando por la vuelta de un capitalismo librecambista, donde ellos tenían un mínimo de control y poder, una diferenciación entre ellos y el proletariado. Para ello culpan al estado de todos sus males y luchan contra la Revolución Industrial y el desarrollo de las grandes producciones capitalistas. Así el pensamiento anarquista cala en los pequeños propietarios y en el campesinado con pequeños privilegios. La poca experiencia de la clase obrera en el ámbito político es lo que permite al anarquismo tomar algo de protagonismo, conforme este hecho va cambiando el anarquismo pierde el poco peso que iba teniendo en la clase obrera.

    En 1868 Bakunin entra en la Internacional Socialista con el objetivo de defender sus intereses pretendiendo que esta pierda su carácter obrero, introduciendo ideas pequeñoburguesas, partiendo de una elaborada base idealista de la realidad para compensar su falta de bases científicas en sus análisis. Así Marx expone un paso intermedio entre la sociedad capitalista y la comuna, el socialismo, para la extinción de las clases, mientras que el anarquismo expone una extinción radical del estado, donde no se suprimen las clases y la pequeña burguesía se ve beneficiada. Tanto el anarquismo como el marxismo-leninismo ven necesaria la desaparición del estado, aunque de forma muy diferente. El anarquismo coge al estado como una entidad abstracta y la culpa de todos los males, por lo que únicamente se centra en la abolición del estado. El marxismo-leninismo parte de un análisis científico de la sociedad, por el que determina que el estado es un instrumento de la clase dominante, en este caso la burguesía, para seguir manteniendo su hegemonía, así expone la necesidad de un estado proletario que defienda los intereses populares y de los trabajadores. La burguesía siempre va a necesitar una clase trabajadora y obrera a la que explotar, mientras que la clase obrera puede vivir sin una burguesía que les robe y explote. De tal forma que un estado proletario que defienda los intereses de los trabajadores terminara aboliendo la sociedad de clases hasta el punto de la extinción del estado. La ideología anarquista al estar en contra de cualquier representación del estado, lucha contra este aunque sea de carácter proletario, de tal forma que una sociedad anarquista seguiría manteniendo la desigualdad que surja debido a las clases sociales.

    La concepción del capitalismo por parte de la ideología anarquista lleva a la abstención política, estando en contra de los partidos. De tal forma que la única vía para la lucha seria formando cooperativas al margen del estado y esperando que las masas se unan de forma espontánea. Aun así, contando con que la concepción anarquista se les apareciese como un rayo de iluminación a todo el pueblo, la burguesía y el estado capitalista no dejarían que la pequeña burguesía controlase los medios de producción. El marxismo-leninismo llama a la cordura mediante el análisis científico, pidiendo realizar una estructura férrea de extracción obrera y popular capaz de combatir contra el capitalismo. Desde el mismo momento de la revolución obrera comienza la extinción del estado.

    El anarquismo renuncia al análisis científico superponiendo el idealismo y por supuesto renunciando al materialismo dialectico, intentando eliminar el estado y no la sociedad clasista en la que vivimos, fortaleciendo a la pequeña burguesía y no a los trabajadores.


    La empanada leninista
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    Recientemente las juventudes asociadas al PCPE, los CJC, han publicado en la edición digital de su revista Tinta Roja un artículo, escrito por Jorge Orts, dedicado por entero a explicar su particular visión del anarquismo. Como buen oportunista, aprovecho mi oportunidad para escribir una respuesta.

    Ya en la entradilla del artículo comienza a anunciarse el tono general. Nos dice el camarada que, desde que Bakunin lo formulara, el anarquismo se convierte en un enemigo ideológico del marxismo leninismo. Esto es cuanto menos sorprendente, dado que para cuando Bakunin muere Lenin tenía seis años. El primer contacto de Lenin con el socialismo revolucionario le vendría, pocos años más tarde, por su hermano Aleksandr, precisamente de ideología anarquista. Resumiendo, que si tenemos en cuenta que Bakunin escribe la mayor parte de su obra en la década de 1860, se puede considerar un auténtico logro convertirse en un enemigo del marxismo-leninismo 40 años antes de la fundación del partido bolchevique.

    Merece la pena detenerse en el tratamiento que hace el camarada de la historia a lo largo de todo el artículo. Parece ser que ahora el materialismo histórico consiste en ignorar los datos objetivos para que todo coincida con las directrices del partido. Dice que el anarquismo “toma fuerza a mediados del siglo XIX”. El anarquismo a medidados del siglo XIX no toma fuerza, sino que empieza a formularse de la pluma de Proudhon. Es a finales de este siglo y, sobre todo, a comienzos del siglo XX, cuando el anarquismo vinculado al movimiento obrero se hace fuerte. La huelga de la CNT 1919 que logra las ocho horas en España; la semana trágica argentina que mantiene al gobierno una semana en jaque, también en 1919; el Biennio Rosso italiano entre 1919 y 1920; o la revolución anarcosindical de 1936 son todos eventos de comienzos del siglo XX.

    Justo después el camarada nos relata que el anarquismo “cala especialmente en la pequeña burguesía y el campesinado con pequeños privilegios”, siendo propio de aquellos lugares donde el capitalismo no ha alcanzado un gran estado de desarrollo y donde, por tanto, existe una pequeña burguesía asustada ante el avance. Si examinamos las zonas donde el anarquismo cobra especial importancia nos encontramos con la industrial Cataluña, donde es hegemónico entre la clase trabajadora (la clásica de los panfletos leninistas, con mono azul y todo), en el Norte de Italia (también eminentemente industrial), o en Argentina, uno de los pocos lugares de Latinoamérica que por entonces poseía un desarrollo industrial. En otros lugares, como EEUU, sindicatos revolucionarios afines al anarquismo como la IWW también alcanzarían un notable nivel de desarrollo (¿Hace falta recordar que los mártires de Chicago, primer lugar en el que se lograron las 8 horas, eran todos anarquistas?). Es cierto que el anarquismo también llega a tener implantación en áreas rurales como Andalucía, sin embargo, aquí no encontramos un campesinado pequeñopropietario, sino auténticos trabajadores del campo, sin ninguna clase de privilegio y a menudo sin más propiedades que sus manos desnudas.
    El marxismo-leninismo, más bien al contrario, tiene su principal foco de desarrollo en la Rusia zarista, país atrasado y sin industria donde el campesinado sí era, tras la manumisión de los siervos, pequeño propietario. En otros lugares las filas de los partidos adheridos a la tercera internacional a menudo se llenarían de intelectuales orgánicos, esto es, pequeña burguesía, pero por lo general no de obreros. La Profintern, intento del marxismo-leninismo de constituir una internacional sindical, fracasó estrepitosamente. Tan solo lograría extenderse el marxismo-leninismo, tras la Segunda Guerra mundial, a otros países igualmente atrasados y de base campesinacomo las repúblicas del Este de Europa o lugares como China en el continente asiático.

    El camarada llega incluso a confundir nombres, llamando “Internacional Socialista” a la Asociación Internacional de los Trabajadores. Bakunin entra en ella, frente a los que querían convertirla en un partido parlamentario, defendiendo la necesidad de una AIT sindical y federalista. La causa de la escisión en la AIT no es pues el debate ideológico entre Marx y Bakunin (esto sería, desde luego, una concepción idealista de un hecho histórico) sino las tensiones orgánicas entre las regionales del Sur (Suiza, Italia o España), federalistas y las del Norte (Francia, Inglaterra), centralistas. Una concepción que tiene más que ver con las primitivas formas de organización obrera y sindical que se estaban desarrollando en esos países que con un debate de salón.
    El anarquismo, dice el compañero, “coge el estado como una entidad abstracta y lo culpa de todos los males” centrándose únicamente en la abolición del Estado y, además “carece de bases científicas en su análisis”. Quien afirma esto, evidentemente, no ha leído una sola página escrita por Kropotkin (reconocido ideólogo del anarquismo). Kropotkin, siendo un reconocido científico (geógrafo y naturalista) se apoya en un análisi científico para desarrollar sus tesis del Apoyo Mutuo. Lenin, por cierto, se entrevistaría con él para conseguir los derechos de reproducción de la obra para incorporarla al sistema educativo soviético. Otros científicos, como Elisée Reclus, participarían igualmente en la formación de las ideas anarquistas. Frente a ello, en la formación del marxismo leninismo, encontramos muchos políticos profesionales, pero científicos más bien pocos. También Kropotkin realizará un complejo análisis del Estado, como ya antes lo había hecho Bakunin, definiéndolo como el instrumento de mantenimiento de los monopolios, de sometimiento de una clase sobre otra y defiendiendo la necesidad de que la revolución acabe con el Estado y la propiedad privada de un mismo plumazo, pues la existencia de uno de los dos factores alimenta al otro.

    El camarada no solamente no ha leído a Kropotkin sino que, aparentemente, tampoco ha leído a Marx. Dice que para éste el socialismo (asociado a la dictadura del proletariado) es una sociedad intermedia entre el capitalismo y la Comuna. Curioso, cuando Marx escribe “La guerra civil en Francia” en ningún momento argumenta que los franceses hayan necesitado de un estado intermedio para levantar su Comuna. Engels, el segundo padre del marxismo, dirá:

    “Últimamente, las palabras ‘dictadura del proletariado’ han vuelto a sumir en santo horror al filisteo socialdemócrata. Pues bien, caballeros, ¿queréis saber qué faz presenta esta dictadura? Mirad a la Comuna de París: ¡he ahí al dictadura del proletariado!”.

    Vaya, parece ser que la Comuna y la dictadura proletaria son para Marx y Engels exactamente la misma cosa. El socialismo, el estado intermedio del que habla Marx, no es una categoría política, sino económica, que se corresponde con un periodo en el que los medios de producción todavía no están lo suficientemente avanzados como para implantar el “a cada cual según su necesidad”, siendo necesario un reparto de acuerdo al valor-trabajo.

    El último párrafo parece una colección de tópicos sacados de algún cuaderno de primero de bachillerato. Dice el compañero que el anarquismo lleva necesariamente a la abstención. El anarquismo, contrario al parlamentarismo burgués, recurre a la abstención activa como táctica política, no teniendo problemas en abandonarla cuando ha sido necesario (caso de 1936, cuando el voto anarquista da el triunfo al Frente Popular). Tampoco reniega el anarquismo de la organización política de la minoría consciente, al contrario, es algo que promueve desde sus orígenes. Este es el caso del Partito Socialista Anarchico Rivoluzionario de Errico Malatesta, la Alianza por la Democracia Socialista de Bakunin, o de las distintas federaciones anarquistas y anarco-comunistas existentes actualmente (Federación Anarquista Ibérica, Federación Anarquista Uruguaya, Alternative Libertaire…).

    La idea de formar cooperativas hasta lograr la revolución, si bien es formulada por Proudhon, es desestimada por absurda por todo el anarquismo posterior. La acción histórica del anarquismo se ha basado, ante teorías socialistas descendientes del jacobinismo burgués como el marxismo leninismo, en la transformación social de las fuerzas productivas (mediante la acción sindical) y en la transformación política de la sociedad (mediante la revolución violenta, expropiatoria y anti-estatal). Las ideas cooperativistas propias del socialismo utópico no aparecen en ninguno de los lugares en los que el anarquismo adquiere importancia. Es sin embargo la concepción burguesa del Estado socialista que posee el marxismo leninismo el que ha provocado revoluciones que han acabado en agujeros sin salida, siéndoles imposible abolir el Estado tras reforzarlo y volviendo, al cabo de unas décadas, al capitalismo de libre mercado (URSS, China, Vietnam…). Sirviendo, en este proceso, para reprimir procesos revolucionarios (Ucrania, Kronstadt, Cataluña…). El marxismo leninismo, al menos el que defiende el camarada Jorge, no llama a la cordura, sino a repetir estos experimentos fracasados en un arranque de idealismo y fetichismo.

    El anarquismo es la corriente del socialismo crítica con las concepciones estatistas, que pone el acento sobre la necesidad de llevar a cabo una revolución totalitaria que se desarrolle a todos los niveles en los que el capitalismo sufre contradicciones, teniendo en cuenta la necesidad material de eliminar no solo a la burguesía sino a la estructura política de denominación que reproduce el orden burgués.

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    Mensaje por Durruti_36 Vie Abr 25, 2014 8:45 pm

    Proudhon fue el primer socialista científico, por lo menos así lo declaró Marx, dando por finiquitado el socialismo utópico con él. Bakunin estudiaba a todos los científicos sociales, profundizó en la dialectica hegeliana, llegó a considerarse un alumno de Marx en materia económica, era un materialista de cuidado y siempre ensalzando a la ciencia, que según él terminaría por romper todas las cadenas  físicas y morales. Reclus y Kopotkin fueron dos de los más importantes teóricos y científicos de profesión, el último elaborando la teoría del apoyo mutuo entre especies, base científicobiológica que desarrolla la solidaridad que Bakunin preconizaba como método de defensa y vida.

    Luego Marx, pues era un genio, dominaba varios campos científicos, desde la economía a la antropología, y elaboró una teoría para interpretar la historia, el materialismo histórico, pero ya no se si es que llaman a su socialismo como científico porque emplean ese metodo o es por mas cosas. El caso es que el MH era una herramienta ideada por Marx para ser utilizada por las clases trabajadoras en general.
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    Mensaje por Durruti_36 Vie Abr 25, 2014 9:22 pm


    Ayer escribió algo el Acratosaurio rex, quizá en respuesta al artículo de Tinta Roja

    Bujarin y los esquemas duales de la izquierda

    Enviado por Acratosaurio rex en Jue, 04/24/2014 - 23:54

    En 1922 le dijo Lenin a Bujarin que escribiera algo sobre los anarquistas, que él andaba muy ocupado. Bujarin se aplicó a ello con diligencia, y estableció las tres diferencias fundamentales entre comunistas científicos y anarquistas (1).

    La primera es que los comunistas científicos están a favor de centralizar las decisiones y de planificar a gran escala la economía para mejorar las condiciones de vida del proletariado, mientras que los anarquistas proponían empobrecer la producción a través de comunas descentralizadas sin mando unificado, propias de la Edad Media.

    La segunda diferencia  es que en la sociedad comunista el proletariado ejerce una dictadura contra las burgueses. En cambio los anarquistas se oponen a todo tipo de dictadura y de Estado, chillan cuando se reprime a los burgueses, y por lo tanto se convierten en aliados de la burguesía y enemigos de la revolución.

    La tercera diferencia se encuentra en que los comunistas científicos están a favor de colectivizar los recursos sociales, mientras que los anarquistas pretenden una expropiación basada en el saqueo, en la que el que pilla algo se lo mete en el bolsillo y adiós muy buenas.

    En definitiva, que el anarquismo es la ideología de mendigos, bandidos, burgueses arruinados, campesinos sin familia, e intelectuales decadentes. Y siendo los anarquistas terroristas y traidores, no queda otra a los comunistas científicos que aplastarlos como a cualquier piojo si se resisten.

    El esquema dualista queda así establecido. De un lado los buenos, los comunistas. Del otro lado los malos, que son todos los demás: capitalistas liberales, conservadores, socialdemócratas, fascistas, socialistas de izquierda, otros comunistas y anarquistas, entran en el lote reaccionario.

    Y en la actualidad, la actitud se mantiene. Dentro de la izquierda transformadora (lo del comunismo científico ha quedado pasado de moda), es bueno lo que apoya al socialismo gubernamental. Y es malo aquello que lo critica. El que murmure contra los gobiernos de izquierdas realmente o potencialmente existentes, es un fascista pro-OTAN, un reaccionario o algo parecido que merece desprecio, una escupiña, una estaca o cuatro tiros, dependiendo de la fuerza que se tenga.

    Hoy puede decirse, que este esquema no es saludable. Por una parte la izquierda se busca una cantidad de enemigos inconmensurable, ya que considera reaccionario a cualquiera que no apoye incondicionalmente al Gobierno izquierdista. Si por decenas de miles sale la población a la calle a protestar contra la izquierda, la explicación es sencilla: son fascistas, o están apoyados por los EE.UU., o no se enteran y hay que hacerles entrar en razón.

    Pero la receta es muy mala, porque los procesos sociales son tercos, las masas tienen sus propias y desconocidas agendas, y los gobiernos de izquierda, llegado el momento, caen como la fruta pasada. Tal vez por eso a Bujarin le dieron sus camaradas de partido, el tratamiento que él aconsejaba para los opositores del proletariado (2). Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

    —————————
    NOTAS

    (1)  El debate entre Bujarin y los anarquistas puede leerse en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    (2) El 15 de marzo de 1938 Bujarin, fue fusilado por traición, asesinato, terrorismo, y sabotaje.

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