Anarquistas salvando comunistas (final de la GCE)

Este tipo de preguntas y de especulaciones sobre lo que ocurrió o dejó de ocurrir al margen de lo que parece probado no deja de ser un brindis al sol porque ¿son ciertas las aseveraciones de este señor Gregorio Gallego?, ¿se las está inventando?, ¿es su íntimo convencimiento porque quiere acallar su conciencia militante?, ¿alguien le contó una película en la que los anarquistas no aparecían como los malos y él lo ha dado por cierto?. ¿Se sintió engañado en su día y ahora quiere contar su verdad?.  A saber.

Lo único que se puede dar por cierto (hasta que pueda demostrarse lo contrario) es que la República española fue traicionada en varias ocasiones (no nos olvidemos del PNV, por favor, ni de las aventuras catalanas) y que con el avance fascista sobre Cataluña y el endurecimiento de la posición inglesa y francesa contra la República, la desmoralización comenzó a hacer mella entre aquéllos que, como Negrín, habían apoyado casi siempre la política de resistencia preconizada por los comunistas. Casado y compañía (se puede hablar del Servicio secreto británico, por ejemplo) encontraron un terreno aún más abonado para intensificar sus maniobras destinadas a poner fin a la guerra por la vía rápida. Y para ello les era necesario acallar a los comunistas, tarea en la que se volcaron distrayendo fuerzas militares en plena ofensiva de las tropas fascistas sobre Cataluña, prohibiendo la propaganda y los mítines del Partido bajo el pretexto de actuación de la censura militar y deteniendo en varias provincias a los comunistas que llamaban al pueblo a proseguir el combate. Al mismo tiempo, se empezó a insuflar entre el pueblo que un acuerdo con los nacionales lograría evitar muertes innecesarias y que no habría peligro de represión para "los que no han hecho nada". Mientras tanto, los casadistas, muchos de ellos ya activos quintacolumnistas, fueron copando puestos de mando claves, llegando a sabotear operaciones militares preparadas para intentar hacer frente a la ofensiva enemiga.

La noche del 5 de marzo de 1939 se sublevaba Casado en Madrid contra el Gobierno de la República, constituyendo una Junta de Defensa encabezada por el general Miaja, por el propio Casado y Julián Besteiro, destacado dirigente del PSOE. De ella formaban parte también representantes de todos los partidos que integraban el Frente Popular con excepción de los comunistas.

Se detuvo a militantes del PCE del ejército y de todo tipo de organizaciones hasta entonces unitarias, fueron encarcelados y los fascistas los encontraron metidos en las celdas. Eso es un hecho, independientemente de que, quizás, hubiera militantes anarquistas que quisieran ayudarlos e intentaran darles oportunidad de huir, lo que desde luego, no fue algo generalizado.

El 28 de marzo entraban las tropas fascistas en Madrid sin disparar un solo tiro, al mismo tiempo que todos los demás frentes deponían las armas pensando que la Junta había logrado algún tipo de compromiso. La supuesta paz honrosa y sin crímenes de los Casado, Miaja, Besteiro, Wenceslao Carrillo y Cipriano Mera se convertía así en la mayor carnicería que haya sufrido el pueblo a manos de la reacción a lo largo de la historia de España, constituyendo un auténtico genocidio.

¿De verdad alguien cree que si de manera fehaciente y probada se pudiera demostrar que los cenetistas y faístas implicados en la traición penúltima a la República y al pueblo español no fueron tales, sino simplemente tontos útiles del fascismo, no lo hubieran intentado lanzar a los cuatro vientos durante los malditos cuarenta años del franquismo en la cantidad de libros que fueron escritos por los dirigentes anarquistas y editados en América y Europa?.

Para revisionismo histórico (e histérico) ya están por ahí César Vidal, Pío Moa y algún otro de su calaña.

Con todos mis respetos hacia este señor Gregorio Gallego, que probablemente está contando su verdad asumida, pero que está por ver (y demostrar) que pueda ser cierta.
 

Durruti, me parece perfecto tu convencimiento personal, que pudiera ser tan válido como cualquier otro, pero para ti, como el mío lo es para mí. Ni por razones de edad, ni por situaciones vividas, ni por ganas, estoy en condiciones de dialogar (o incluso discutir) con quien prefiere dar pábulo a especulaciones e historias puramente sectarias sin tener en cuenta lo que hasta ahora se considera como cierto. Si los historiadores británicos que más se han ocupado de la Guerra de España (todos los libros más conocidos están a disposición de quien los quiera en el foro) deben considerarse, según dices, autores de libros de memorias de comunistas de la época, mal asunto. Entre otras cosas porque son conservadores y más de derechas que la madre que los parió y no precisamente pro-comunistas. Lo que sobre el asunto hayan escrito dirigentes y personalidades del PCE tiene, al menos, el mismo valor que lo escrito por dirigentes y personalidades de CNT. Y se podría matizar mucho en esto.

¿Tu crees que en un foro alguien te va a dar una clase magistral acerca de las últimas semanas de la guerra y de los distintos sucesos que acaecieron para que a su vez te pueda desmentir los comentarios de un señor que recuerda, no se sabe cómo, salvo por el uso de su memoria, algunas situaciones puntuales en contextos muy concretos y limitados?.

Deberías leer más y preguntar menos, es mi opinión, por supuesto, no tiene más valor y no estoy haciendo juicios de valor sobre ti y tus posibles conocimientos sobre la materia, incluyendo las valoraciones que pareces escupir más que escribir como defensa de algo que ni conozco ni me interesa. Pero leer significa también comprender lo que se lee y con el señor Gallego he sido total y absolutamente respetuosa, en contra de lo que das a entender en eso que has respondido. Lo que este señor crea y piense tiene, a priori, mi respeto aunque sólo sea por las situaciones que en su día vivió, estoy totalmente convencida, intentando llevar adelante la defensa de los trabajadores, las clases populares y el sistema republicano, al igual que muchos cenetistas y anarquistas en general que no son ni copartícipes ni culpables de la actuación, hasta ahora claramente probada por distintos autores, de líderes y personajes principales de la CNT que traicionaron a la Segunda República.