Por un feminismo de la recuperación
texto de Casilda Rodrigáñez Bustos
Ponencia para las Jornadas sobre Valores Femeninos y Progreso Social, organizadas por la Gran Logia Femenina, Barcelona mayo 2010
Nuestra incorporación a la vida pública y la igualdad de los derechos sociales, no puede hacerse haciendo tabla rasa de lo que somos, ni haciendo tabla rasa del matricidio. En nuestra sociedad no hay espacio ni tiempo para la madre verdadera; ni para la madre ni para la mujer. La verdadera pareja no es la heterosexual adulta, sino la pareja simbiótica, la díada madre-criatura en donde empieza y se desarrolla toda vida humana, masculina y femenina. Si la sociedad no se vertebra desde la madre, seguiremos viviendo una sociedad desquiciada, fuera de madre. Las mujeres hemos recuperado subjetivamente nuestra dignidad; y hemos necesitado reconocernos iguales para empezar a reconocer nuestra diferencia. Y el reconocimiento de la diferencia nos ha llevado a la mujer perdida y prohibida que tenemos que recuperar, y con ella a la madre que cada ser humano y la sociedad necesita. Hay que tender la urdimbre. Y también hay que tramarla.
se puede leer y descargar desde el enlace: (6 páginas de excelente formato pdf)
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texto de Casilda Rodrigáñez Bustos
Ponencia para las Jornadas sobre Valores Femeninos y Progreso Social, organizadas por la Gran Logia Femenina, Barcelona mayo 2010
Nuestra incorporación a la vida pública y la igualdad de los derechos sociales, no puede hacerse haciendo tabla rasa de lo que somos, ni haciendo tabla rasa del matricidio. En nuestra sociedad no hay espacio ni tiempo para la madre verdadera; ni para la madre ni para la mujer. La verdadera pareja no es la heterosexual adulta, sino la pareja simbiótica, la díada madre-criatura en donde empieza y se desarrolla toda vida humana, masculina y femenina. Si la sociedad no se vertebra desde la madre, seguiremos viviendo una sociedad desquiciada, fuera de madre. Las mujeres hemos recuperado subjetivamente nuestra dignidad; y hemos necesitado reconocernos iguales para empezar a reconocer nuestra diferencia. Y el reconocimiento de la diferencia nos ha llevado a la mujer perdida y prohibida que tenemos que recuperar, y con ella a la madre que cada ser humano y la sociedad necesita. Hay que tender la urdimbre. Y también hay que tramarla.
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