Soy un pequeño empresario de 28 años. He trabajado toda mi vida, desde los 17 años, para poder labrarme un futuro. Hace unos años, solicité la capitalización del paro que me correspondía, mediante la cual me adelantaron el 80% de mis dos años de paro para poder montar mi negocio. Junto con ese dinero y la ayuda de un socio nos embarcamos en la arriesgada aventura de montar un negocio propio. A día de hoy el negocio sigue en pie, permitiéndonos cobrar un sueldo que no nos permite ni llegar a mileuristas, aunque con la tranquilidad (a veces no tan tranquila) de trabajar para uno mismo y no tener jefes detrás a los que tener que dar explicaciones.
Ahora nos encotramos en un momento en que nos vendría bien contratar a alguien pero, en primer lugar, resulta que contratar a una persona me cuesta más de lo que el trabajador ve a simple vista. Aparte de lo que va en su nómina, se pagan casi un 30% más por seguros sociales. De entrada me estaría costando, como mínimo, casi 1000€ (más de lo que gano yo). Pero, sobre todo, el mayor temor es que llegue un día en que se aburra del trabajo (todos hemos conocido casos de vagos). En ese caso me arriesgo a que, de tener que despedirle, me toque pagarle una indemnización (cuando ya le he estado pagando un sueldo todos los meses) que me podría costar el negocio, si resulta muy alta y no puedo hacerle frente.
Creo que se enfoca mal el problema laboral. Hay que diferenciar más entre las grandes empresas (de las cuales estoy en contra) y el pequeño empresario que día a día se está jugando todos sus ahorros. No estoy hablando de despido libre, pero no se debe medir a todo el mundo por el mismo rasero. Y este aspecto veo mucho sindicalista, pero poco apoyo a los "curritos" como yo. Creo que según lo enfocamos para con los "pequeños" es contraproducente, por que sólo provoca inseguridad e indecisión a la hora de contratar personal. Podríamos pensar "Antes que correr el riesgo de que me salga el tiro por la culata prefiero quedarme con el volumen de trabajo que tengo, no crecer y así no contratar a nadie". Por lo que, al final, el pastel que no me como yo se lo llevan las grandes empresas y la cola del paro sigue creciendo.