1- Las condiciones de trabajo y de vida de la población laboriosa se vienen deteriorando desde hace 30 años, con la reestructuración posfranquista, a raíz de la ofensiva neoliberal de los capitalistas y, sobre todo, tras la derrota del socialismo en la URSS y en Europa.
Mientras España se convertía en una de las diez mayores economías del mundo y la gran burguesía amasaba enormes fortunas, los asalariados hemos reducido nuestra participación en la renta nacional a menos de la mitad, el paro se ha multiplicado por siete y más de la mitad de nosotros está sin empleo o con un empleo precario.
Y, ahora, con la nueva crisis económica, se está acelerando este proceso involutivo particularmente con el último pacto de moderación salarial, con la nueva reforma laboral y con el “pensionazo” en ciernes.
Esto es en el plano económico. En el plano político e ideológico, la conciencia y la solidaridad obreras están bajo mínimos, el filisteísmo burgués campa a sus anchas, la reacción está envalentonada, el arco parlamentario y la opinión pública carecen de voces proletarias, la represión se beneficia del respaldo o, al menos, de la indiferencia de la mayoría.
La clase obrera e incluso el resto de las masas populares necesitan con urgencia un Partido Comunista. Lo necesitamos, ante todo, los comunistas, para que nuestra lucha no se eche a perder, para volver a la senda de las victorias. Un Partido Comunista es necesario a corto plazo como contrapeso insustituible en la lucha de clases; y, a largo plazo, para preparar la revolución socialista que es la única solución a los problemas de los trabajadores.
2- Existe una organización llamada Partido Comunista de España, que lo fue realmente pero que, ahora, no reconocen los obreros, ni siquiera los más avanzados. Al contrario que en Grecia o Portugal, su fuerza es débil porque su política no es proletaria sino vacilante, encadenada a la de la burguesía por medio siglo de claudicaciones. Sólo una sólida base teórica marxista-leninista puede dar firmeza proletaria al Partido Comunista, pero Frutos, Centella y sus otros correligionarios no la quieren.
Los partidarios del marxismo-leninismo somos muchos, pero estamos divididos por polémicas que no supimos resolver en el pasado. Lo peor es que nos hemos acostumbrado a la división y tratamos de desarrollar cada una de nuestras pequeñas organizaciones como si ya fuera el Partido, en lugar de contar con las demás para construir ese partido que queremos. Pero la clase obrera no se deja engañar y nos da la espalda, porque ve desunión y no ve que hagamos esfuerzos, sacrificios incluso, por unirnos.
3- Hoy existen mejores condiciones que en los años 60, 70 y 80 para unificar a los marxistas-leninistas. Las experiencias socialistas de la URSS, de China o de Albania –que contraponíamos entre sí como si fueran antagónicas- han vivido cambios drásticos que ponen de manifiesto los aciertos y los defectos de todas las diferentes versiones de marxismo-leninismo a que dieron lugar. Hoy es posible comprenderlas de una manera más racional y menos sentimental, es posible realizar una síntesis dialéctica de estas experiencias y, con ella, una aplicación cabal y no deformada del marxismo-leninismo.
4- En nuestra reciente historia de lucha contra el revisionismo liquidador del PCE, hemos aprendido que Marx, Engels, Lenin y todos los grandes dirigentes proletarios se enfrentaron a los traidores, recurriendo incluso a escisiones y a la creación de nuevas organizaciones. Pero, no hemos reparado en que también lucharon por la unidad de la clase obrera y de los partidos obreros; que también lucharon contra los sectarios que rechazaban la unidad con tal de que prevaleciera su punto de vista particular. Mientras vivieron, los trabajadores pudieron contar con grandes y poderosos partidos de masas. Por eso la Internacional Comunista definía nuestra tarea fundamental así: “el agrupamiento de todas las fuerzas comunistas diversas, la formación en cada país de un Partido Comunista único… a fin de activar el trabajo de preparación del proletariado para la conquista del poder bajo la forma de dictadura del proletariado”.
5- Ahora bien, aquí y ahora, ¿cómo conseguir la unidad de los comunistas en un solo Partido? Unión Proletaria tiene una propuesta para ello, pero está abierta a cualquier método que otros puedan proponer. Nuestra propuesta tiene los siguientes ejes:
PRIMER EJE: Un punto de partida y una actitud que consisten en reconocer que ninguna de las actuales organizaciones marxistas-leninistas es el Partido Comunista, que este Partido –en la medida en que existe hoy- lo formamos todas esas organizaciones y que nuestra tarea más importante y urgente es reunificar a todos los marxistas-leninistas en un solo Partido Comunista.
SEGUNDO EJE: Un método que consiste en realizar simultáneamente tres tipos de tareas:
* La tarea de desarrollar nuestra unidad de acción sobre la base de las muchas propuestas que, para las masas, tenemos en común.
* La tarea de debatir nuestras diferencias principales –en parte discretamente y en parte públicamente-, con voluntad unitaria, con disposición a la autocrítica y buscando una solución racional a dichas diferencias.
* La tarea de crear opinión pública, mediante la agitación y la propaganda, a favor de la unidad obrera y comunista, y en contra del sectarismo divisor.
TERCER EJE: Un objetivo inmediato que consiste en la convocatoria, preparación y realización, en el plazo más breve posible, de un Congreso de Unificación orgánica de todos los marxistas-leninistas, en el que rija el centralismo democrático, es decir, la subordinación de la minoría a la mayoría.
6- Vamos a concluir nuestra intervención y a continuar escuchando con avidez vuestras interesantes opiniones. Pero, antes, hacemos un llamamiento a la responsabilidad de cada militante comunista y de cada obrero consciente para hacer avanzar la causa de la unidad marxista-leninista, la causa de la reconstitución de un Partido Comunista de tipo bolchevique en España. También hacemos un llamamiento a las formaciones comunistas aquí presentes, a las que no han venido y a los marxistas-leninistas que no militan en ninguna de ellas, a coordinarse de una forma estable para la acción y para la elaboración de un programa político unificado.
¡Viva la clase obrera!
¡Viva la unidad de los marxistas-leninistas!
¡Viva el Partido Comunista!