por Muntz Miér Sep 05, 2012 8:06 pm
Buenas:
Personalmente me parece bastante chorra descontextualizar cualquier fenómeno. No tener en cuenta las circunstancias exactas en las que se produce la "pequeña orgía nacionalista" de Stalin (como la definió el periodista Alexandr Werth) autoriza cualquier "lectura".
En estas fechas, no sólo los alemanes están casi a las puertas de Moscú, sino que el 40% nominal de la población de la URSS se encuentra en los territorios ocupados por el invasor. Más o menos todo el mundo ha oído hablar de las espeluznantes barbaridades que cometieron los alemanes en esos territorios. Pero lo que no sabe tanta gente fue la enorma campaña propagandística que hicieron los nazis en esos mismos territorios.
¿O alguien es tan inocentorro como para pensar que Stalin se despertó un buen día y le dio por querer hablar bien de los grandes héroes militares históricos del pueblo ruso porque tuvo un sueño raro o algo parecido? Con los datos en la mano, no resulta difícil entender que todo esto consistió fundamental en contrarrestar la feroz campaña antibolchevique de los nazis, que se autoproclamaban los "salvadores del alma rusa".
Así pues, no se trataba solamente de galvanizar absolutamente todas las fuerzas contra el invasor, sino de contrarrestar una enorme campaña propagandística que oponía "lo ruso" (tutelado por Alemania) al bolchevismo. Esto sin olvidar que los nazis también fueron grandes expertos en enfrentar a las diferentes nacionalidades unas contra otras de todos los territorios que ocuparon. Azuzaron el nacionalismo bretón contra el nacionalismo francés en la Francia ocupada, por ejemplo; tampoco se privaron de azuzar el nacionalismo ucraniano contra el ruso, y viceversa, por poner otro ejemplo. Y que nadie se lleve a engaño: la "lobotomía" funcionó en muchas ocasiones.
Y como muestra de lo dicho, una cita del propio Alexander Werth refiriendose a la primavera de 1944:
"Las carreteras seguían siendo ríos de barro, pero cierta mañana el comandante Kampov tomó un Studebaker, y en ese vehículo recorrimos el trayecto hasta el Bug, al oeste de Uman. Aunque el Ejército rojo había ya avanzado un buen trecho más allá del Bug, en busca de la frontera rumana, la carretera estaba muy animada: soldados vadeando el fangoso terreno hacia el Bug, con ánimo alegre y moral elevada; nuevos batallones de campesinos reparando la vía férrea, y que no parecían muy contentos de haber tenido que dejar sus granjas, y, finalmente, nuevos reclutas para el Ejército rojo, que iban hacia Uman para alistarse, pues al quedar liberada esa zona de Ucrania, habían sido llamados a filas. Bastantes de ellos parecían singularmente deprimidos y faltos de entusiasmo ante las perspectivas.
-Sin embargo -me decía el comandante Kampov-, pronto se acostumbrarán cuando encuentren a tantos connacionales ucranianos que han servido con distinción en el Ejército rojo, y llevan ahora el pecho cubierto de medallas. No cabía duda -afirmó-, de que la ocupación nazi había desmoralizado a muchas personas en esa zona del país, y, aun cuando odiaban al nazismo, habían perdido mucho de su "conciencia soviética", convirtiéndose en personas de ideas cortas." (Alexander Werth, De Stalingrado a Berlin - Rusia en la guerra (II), p. 321).
Saludos.