En defensa de China
China y la crisis del capitalismo
Artículo redactado por Peter Franssen entre el 1 y el 3 de noviembre de 2010. También forma parte del postfacio a la edición española de la pequeña obra “¿Hacia dónde va China? Que el autor publicó en 2007 en la serie Études Marxistes, en flamenco y francés. La edición española fue publicada en diciembre de 2010 en Madrid.
En Beijing acaba de terminar el plenario anual del Comité Central del Partido Comunista, el principal órgano político del país. La reunión se ha desarrollado en el contexto de la crisis en los países capitalistas y de los nuevos problemas derivados del desarrollo de China. ¿Cuáles son las consecuencias de esta doble evolución?
Desde hace ya dos años, los grandes países capitalistas atraviesan una crisis financiera y económica, comparable a la crisis de los años 30. En el cuadro siguiente, podemos ver cómo la economía china ha conseguido compensar los efectos negativos de la crisis en Estados Unidos, Japón y Europa.
Evolución de los datos de la economía china
2005 2006 2007 2008 2009 2010*
Producto Nacional Bruto (PNB – en 1012 de yuanes) 18,4 21,6 26,6 31,4 34,1 39,0
Ritmo de crecimiento del PNB (en %) 10,4 11,6 11,9 9,6 9,1 10,1
Ingresos de las autoridades centrales (en 1012 de yuanes) 3,2 3,9 5,1 6,1 6,8 7,9
Exportaciones (en billones de US $) 762 969 1.218 1.429 1.202 1.572
Importaciones (en billones de US $) 660 792 956 1.133 1.006 1.402
Inversiones extranjeras (en billones de US $) 68 60 121 94 34 40
Reservas de divisas extranjeras (en billones de US $) 819 1.066 1.528 1.946 2.340 2.700
* : estimación
Fuente: China Statistical Yearbook 2007, 2008 et 2010 ; GaveKal Dragonomics, China Economic Quarterly, septembre 2010, p. 3; Ministry of Commerce.
En Europa, Japon y Estados Unidos, la producción de la industria, la agricultura y el sector servicios ha bajado en 2009 un 3.6% de media. En China, la economía ha seguido creciendo: durante el primer año de crisis, un 9.6%; el año siguiente, un 9.1%; y en 2010 un 10.1% (estimación).
Desde el otoño 2008, economistas occidentales preveían con certeza que la crisis económica y financiera en las grandes metrópolis capitalistas iba a reducir al menos a la mitad el crecimiento anual de 9% o 10% que China había conocido a lo largo de las últimas dos décadas. Los chinos, por el contrario, decían que mantendrían el ritmo de crecimiento de su economía en el 8% al menos. Los economistas occidentales se burlaron de ellos: ¿cómo podían los chinos predecir aquello, con una bola de cristal? El gran jefe del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, el mayor experto en la materia, afirmaba en diciembre de 2008: “El año pasado, China tuvo un crecimiento del 11%. Este año caerá al 5 o al 6%.”
Los economistas occidentales se equivocaron porque no confían en el Partido Comunista de China, que defiende conceptos económicos, políticos y sociales que están a las antípodas de la fe cuasi religiosa del establishment occidental en el libre mercado. Los dirigentes políticos y economistas de Occidente no han comprendido que las autoridades pueden consolidar las inversiones y el consumo – los dos principales motores de la economía – de modo que se han podido compensar los efectos negativos de la disminución de las exportaciones. En otras palabras, no habían comprendido que las autoridades tenían realmente agarrado el timón de la economía. En los países capitalistas, es la economía quien dirige al Estado. En China, es el Estado quien dirige la economía. En los círculos dirigentes occidentales, también se observa un cierto desprecio, que tiene un fundamento racista y clasista. Se suele creer que China crece principalmente porque nosotros, en Occidente, compramos masivamente productos chinos. En Estados Unidos, algunos políticos y personalidades del mundo de los negocios definen el ambiente con esta absurdidad populista: “La economía china sólo puede crecen porque el consumidor americano compra productos chinos”. En realidad, las exportaciones chinas han crecido tres veces más que el crecimiento del consumo americano . A ojos del establishment occidental, resulta impensable que desde hace 32 años, contando en un 90% con sus propias fuerzas, China haya podido mantener un crecimiento entre tres y cinco veces más elevado que el de las metrópolis capitalistas. El sentimiento de superioridad ideológica ciega al establishment y esconde el hecho material de que las exportaciones no son más que uno de los motores de la economía china.
Para compensar la disminución de las exportaciones, las autoridades chinas han hecho crecer las inversiones y los pedidos públicos y también han asegurado una elevación aún más rápida de las rentas familiares. Más tarde, en las metrópolis capitalistas, también se lanzó una batería de medidas financieras contra la crisis. Pero no se planteó en absoluto elevar las rentas familiares. El apoyo a los bancos, a las compañías de seguros y a los mastodontes de la industria se basó en gran parte en la compra de las deudas de estas empresas. Los analistas hablaron de socialización de las deudas y de privatización de los beneficios.
En China, los pedidos públicos destinados a compensar los efectos de la crisis en los países capitalistas se dirigieron en más de un 90% hacia las empresas estatales que, de esta forma, pudieron reforzar aún más su posición dominante. Ello se expresó, entre otras cosas, en los beneficios de las empresas: juntos, los beneficios de las dos empresas estatales China Mobile y PetroChina fueron más importantes que el beneficio total de las 500 mayores empresas privadas. El beneficio neto de las dos empresas estatales se elevó a 218.3 billones de yuanes. El de las 500 mayores empresas privadas fue de 217.9 millones.
A causa del paro, la congelación y la reducción de los salarios, el alza de los impuestos directos e indirectos, el desmantelamiento de la seguridad social, las rentas de la población de Estados Unidos, Japón y Europa ha bajado. En China, la renta media y neta ha conocido en los últimos cinco años un crecimiento anual del 8.5%.
En 2009, las autoridades centrales de Beijing ingresaron dos veces más dinero que 5 años antes, lo que acrecentó las posibilidades de dirigir el país con mayor decisión e impacto, extender el radio de acción y corregir, al menos parcialmente, algunas desviaciones ocurridas en los últimos 30 años. Entre otros asuntos, en el plano de la enseñanza. Los niños y los jóvenes de entre 6 y 15 años se benefician desde entonces de la enseñanza gratuita, tanto en las ciudades (2008) como en el campo (desde 2006). En 2009, el número de alumnos y estudiantes se elevó a 260 millones, había 14 millones de enseñantes, profesores de secundaria, profesores universitarios y encargados de cursos a tiempo completo, y el país contaba con 552 000 escuelas. Entre 2007 y 2009, el gobierno aumentó las inversiones en enseñanza un 84%, y las de sanidad un 92%.
En los Estados Unidos, en Europa y en Japón, el paro aumentó, alcanzando el 10% e incluso más. En China, entre 2005 y 2009, se crearon más de 50 millones de nuevos empleos y 45 millones de campesinos fueron retirados de la agricultura para ser trasvasados en la industria y el sector servicios. Por ello, la parte porcentual de la agricultura, la industria y los servicios han variado en un sentido positivo. Podemos verlo en el cuadro siguiente.
Parte de la industria, la agricultura y los servicios en la población profesional (en porcentaje)
2000 2006 2009
Agricultura 50 44 38
Industria 22 24 28
Servicios 27 32 34
Fuente: China Statistical Yearbook 2010
En 2009, el 38% de la población profesional trabajada aún en la agricultura, es decir una disminución del 12% desde el año 2000. En comparación, en los Estados Unidos el 1% trabaja aún en la agricultura. Cuanto más elevada sea la parte de la agricultura en el empleo, menos está desarrollado el país y más difícil resulta hacer crecer la economía. China hacer disminuir permanentemente la parte de la agricultura en el empleo, mientras la crisis hace estragos en Estados Unidos, Europa y Japón. Esta disminución no sólo es buena para la productividad de la agricultura, es también el camino más rápido hacia la emancipación en el campo.
Hacia una nueva estrategia de desarrollo
Un año después de la crisis, Hu Jintao, Secretario General del Partido Comunista, declaraba: “Considerando superficialmente las cosas, se podría creer que la crisis financiera internacional tiene influencia en China en el plano de nuestro crecimiento. En realidad, la crisis ha tenido una influencia sobre nuestra estrategia de desarrollo .”
Desde los años 2003-2004, el Partido Comunista mantiene una discusión abierta y democrática acerca del modelo de crecimiento de la economía y la sociedad. El crecimiento rápido de la economía ha creado e intensificado algunas contradicciones y empuja inexorablemente algunos problemas al primer plano.
Parece ser que la base de los problemas y de las contradicciones se encuentra en el énfasis unilateral que se hace sobre la tasa de crecimiento. Desde comienzos de siglo, la tasa de crecimiento anual mínima de entre 7.5 y 8% siempre se ha considerado la prioridad absoluta. Pero mientras que – y debido a que – la economía alcanza siempre esta cifra, e incluso la sobrepasa con creces, nuevos retos aparecen y el carácter unilateral de este objetivo se hace cada vez más manifiesto. A medida que sigue el crecimiento, las exigencias y los objetivos del socialismo cambian.
Por supuesto, en los años venideros China seguirá tendiendo hacia una tasa de crecimiento elevada. Pero el crecimiento será diferente y, independientemente de la tasa de crecimiento, habrá nuevas prioridades. Podemos intentar hacer una síntesis de este conjunto de problemas:
- Un primer problema importante es el del consumo interior. Es obvio que se necesita un aparato económico y de una infraestructura para generar prosperidad. Todo país que trate de salir del subdesarrollo pone todo el énfasis sobre las inversiones en detrimento del consumo de la población. De la misma forma que a lo largo de los primeros 40 o 50 años de la República Popular fue el campo quien financió la urbanización, es toda la población quien pagó por las inversiones y la puesta en pie de la infraestructura. Las autoridades han crecer la renta de la población más lentamente que la renta nacional. Esto no quiere decir que la población china se ha empobrecido. Estos últimos 15 años, el ingreso neto por habitante ha crecido cada entre un 7% y un 9%. Pero la industria y los servicios han crecido cada año entre un 12% y un 15%. Hoy debemos, dicen en China, procurar hacer que la renta de las personas siga mejor el ritmo del crecimiento de la industria y del sector servicios. Debemos hacerlo mediante el aumento de los salarios, la seguridad social, los préstamos a bajo interés para la construcción y la compra de vivienda, los servicios públicos eficientes y baratos. Hace falta invertir más fondos del Estado hacia el campo, para el paso a una etapa superior y la industrialización de la agricultura y hace falta acelerar la urbanización, a fin de que la productividad en el campo crezca más rápidamente y que un mayor número de campesinos se conviertan en habitantes de la ciudad. De esta forma, el crecimiento económico dependerá en mayor medida del consumo interno.
- El segundo problema importante reside en el desequilibrio entre las distintas regiones. Estos últimos treinta años, el centro de gravedad del crecimiento económico se ha situado en el Este del país. Era una estrategia adoptada de forma consciente. “Debemos permitir que algunas personas y algunas regiones accedan primero al desarrollo”, decía Deng Xiaoping. El crecimiento económico en el este ha sido tan colosal, con tasas de crecimiento de hasta 15%, que el oeste del país había perdido de vista a las provincias orientales. En el oeste vive el 27% de la población. Pero el oeste no contribuye más que en un 17% al Producto Nacional Bruto.
Hoy, el aparato económico nacional ha sido puesto en pie de tal forma que ahora es posible desplazar fábricas o incluso sectores industriales entero hacia el oeste del país. Al mismo tiempo, China se emplea a un ritmo vertiginoso en la construcción de una red de carreteras y ferroviaria muy densa. Entre 2010 y 2015, se construirán más kilómetros de vías férreas que en todos los demás países del planeta. Para el año 2020, China extenderá su red de trenes de alta velocidad y la llevará de 6000 a 16 000 kilómetros. John Scales, el hombre del Banco Mundial que sigue de cerca el sector de los transportes en China, declara: “El establecimiento de la red de trenes de alta velocidad es sin duda la mayor iniciativa ferroviaria de la historia .” Si este proyecto se realiza, China tendrá más kilómetros de líneas de alta velocidad que el resto del mundo en su conjunto.
Así, el país construye una infraestructura que dinamiza el mercado nacional. Y de esta forma nacen los nexos que hacen posible suprimir la segmentación nacional y las divisiones administrativas. El aparato industrial se extenderá entonces de forma homogénea de este a oeste y de norte a sur. Ello reducirá las diferencias de prosperidad que existen entre el este y el oeste.
- El tercer problema importante reside en el propio aparato industrial. Tomemos un ejemplo: durante la Copa del Mundo de fútbol en Sudáfrica en 2010, se vendieron más de un millón de vuvuzelas, como ya sabéis, las trompetas que rompen los tímpanos. Se vendían a 8 dólares la pieza. Casi todas eran “made in China”, de donde salían de la fábrica a 0.30 dólares la unidad . Así, vemos cómo los beneficios de las exportaciones chinas no van realmente a China…
La producción industrial china representa el 15.6% del total mundial, pero una gran parte de esta producción consiste en la fabricación y montaje de productos de poco valor. En realidad, las empresas chinas disponen de pocas patentes y su capacidad de innovación es débil. Apenas un 10% de las exportaciones chinas se hacen bajo una marca china. El nivel técnico de las fábricas aún sigue siendo netamente inferior al de Estados Unidos, Japón y Europa, lo que tiene efectos muy nocivos en el medio ambiente. La industria china del hierro y del acero, las centrales eléctricas, las fábricas químicas y petroquímicas necesitan de media un 30% más de energía que sus competidoras de Estados Unidos, Japón y Europa para fabricar la misma cantidad de productos . Entre un 10% y un 25% de los medios de producción de los 18 sectores industriales, incluyendo gigantes como la siderurgia y la industria del cemento están obsoletos y deberían cerrarse. De las 123 empresas estatales (los pilares de la economía), pocas pueden estar a la altura de la competencia internacional. China es la segunda economía del mundo, pero en el plano de la competitividad el país solamente ocupa el lugar nº29 .
Por lo tanto, China presenta las características de una industria en vías de desarrollo que debe emplearse a fondo para acceder a un nivel superior. La crisis de las metrópolis capitalistas ha generado una competencia aún más dura en los mercados chinos e internacionales. Ello le da un fuerte empujón a la industria china para incitarla a franquear esta etapa.
Como en cada paso que se da hacia adelante, ya sea en una economía capitalista o socialistas, el aumento de la productividad es la condición determinante. Ello sólo puede conseguirse con el desarrollo de la ciencia y la técnica, el estímulo de la investigación, la puesta en pie de innovaciones y diseños propios Unas técnicas de producción más modernas y la búsqueda de sofisticación en el reparto del trabajo, que también forma parte de ellas, asegurarán una producción más elevada.
En este plano, China ha iniciado una maniobra de recuperación simplemente pasmosa. Desde el año 2000, la suma de dinero liberada por Beijing para investigación y desarrollo ha aumentado cada año un 20%. Así, en 2007, según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), China estaba en la segunda posición en la lista mundial del gasto en investigación y desarrollo, detrás de los Estados Unidos . En 1995, China estaba en el lugar nº14 en la lista mundial de publicaciones en revistas científicas y técnicas internacionales. Hoy, está en el segundo lugar de la misma lista, una vez más detrás de los Estados Unidos.
En octubre de 2010, con el fin de consolidar esta evolución, las autoridades designaron siete industrias clave donde irían a concentrar sus esfuerzos. Son los cuatro pilares: la tecnología del medio ambiente y la energía, la informática, la biología y la industria de tecnología avanzada. Después, están las tres industrias punteras: las energías renovables, los coches eléctricos y los nuevos materiales. Estas siete ramas de la industria no representan más que el 2% del Producto Nacional Bruto. Tienen que haber pasado al 8% en 2015 y al 20% en 2020. Una vez más, un ejemplo de cómo una economía gestionada por el Estado puede conseguir cambios en un tiempo récord.
El tratamiento de las tres contradicciones y problemas que acabamos de enumerar han hecho que la consigna “todo por el crecimiento económico” le haya dejado el lugar a la de “todo por el desarrollo de la economía y la sociedad”.
Irritación en Washington
A medida que China sale del subdesarrollo, la irritación crece en Estados Unidos. Es un tanto extraño, pues ¿quién no se alegraría de ver al 22% de la población mundial salir de la pobreza?
El 5 de agosto de 1991, el diario financiero y económico americano Forbes publicaba en el New York Times una página de publicidad para su próximo número. Sobre toda la amplitud de la página, se podía leer el título: “¡En China, el capitalismo está venciendo !”
Los Estados Unidos siempre han soñado con una China occidentalizada con una economía de libre mercado y un sistema político a la americana. Mientras no se den estas dos condiciones, los empresarios y dirigentes políticos estadounidenses dirán de China que es “autoritaria” y “dictatorial”. A medida que China coge fuerza, en Estados Unidos se dan cuenta de que el país no evolucionará como lo había previsto Forbes en 1991. De ahí que el American Enterprise Institute, una comisión de especialistas salidos de los círculos afines a los empresarios estadounidenses, declara: “Después de 1990, esperábamos que nuestro compromiso multidimensional con Beijing conduciría a una China fuerte, rica, pacífica y democrática. Dos décadas más tarde, nos tememos que este compromiso haya conducido efectivamente a una China fuerte y rica, pero por desgracia aún autoritaria .” La China “autoritaria” es una cortapisa para las empresas estadounidenses. Se estima que en 2008, las 57 000 empresas estadounidenses presentes en China tuvieron unos beneficios totales de 80 billones de dólares, de los que la mayor parte volvió a los Estados Unidos . Pero habría sido mucho más y las multinacionales americanas y las empresas privadas chinas habrían podido retomar la dirección del aparato de Estado, si las empresas hubiesen estado tan libres como en Estados Unidos.
Otro motivo de irritación: en los años 90, los empresarios y políticos americanos estaban convencidos de que China iba a desmantelar progresivamente el sector estatal de la economía. Habría sido perfecto para las grandes empresas privadas extranjeras. Pero hoy resulta que el sector estatal es cada vez más fuerte. La revista Foreign Policy, una publicación cercana a los demócratas en los Estados Unidos, escribe. “A medida que China se refuerza y se enriquece, los sectores de la economía controlados por el Estado se desarrollan. Se vuelven más poderosos, al contrario de lo que ocurre en el sector privado independiente, que es oprimido conscientemente. Cerca del 95% de los 586 billones de dólares de incentivos que anunció Beijing en noviembre de 2008 va hacia las empresas del sector estatal. China Inc. se vuelve más poderosa, pero eso no nos aproxima lo más mínimo de la reforma política. Al contrario, el sector estatal, más potente, le da al Partido Comunista más medios aún para reforzar su control de la economía y la sociedad .”
El diario financiero británico The Financial Times también constata que la crisis en las metrópolis capitalistas le da aún más alas a este proceso: “La crisis financiera ha agravado la situación que se conoce bajo el nombre de guojimintui: el Estado se desarrolla mientras que el sector privado retrocede. Las empresas estatales siempre han recibido préstamos enormes, ligados a los incentivos, que ellas utilizan para comprar empresas privadas .”
Aún hay un tercer factor de irritación: a medida que China se desarrolla económicamente, algunas empresas chinas se hacen más competitivas, en una escala aún modesta, ciertamente, pero su evolución no deja de ser manifiesta. No dejan de incrementar su cuota en el mercado chino, y cada año se hacen más activas en los mercados internacionales.
Estos factores y los lazos cada vez más estrechos que unen a China con Asia, África y América Latina provocan un cambio fundamental en la correlación de fuerzas a nivel mundial: el peso de los Estados Unidos y de la Unión Europea baja. Hasta tal punto que los Estados Unidos y Europa pierden su control sobre toda una serie de países en vías de desarrollo. Los lazos que estrecha China son en primer lugar de naturaleza económica: China necesita de los demás países en vías de desarrollo de Asia, África y América Latina, de la misma manera que estos países necesitan a China. Son relaciones con ventajas recíprocas, que reposan en el beneficio y el desarrollo económico mutuos.
La crisis en los Estados Unidos y Europa también le ha dado un fuerte empujón a este proceso. En 2009, las importaciones mundiales disminuyeron un 23%. Este mismo año, las importaciones de Estados Unidos incluso retrocedieron un 26%. En China, las importaciones retrocedieron un 11%. En 2010, se estima que las importaciones de los grandes países capitalistas aumentaron de nuevo un 12% . Pero en China, se estima que aumentarán un 40% . La crisis ha hecho que China se haya convertido hoy en el motor más importante de la economía mundial, después de que los Estados Unidos lo hayan sido durante 65 años consecutivos. Así es como en 2009, China se convirtió en el primer socio comercial de África, en detrimento de Estados Unidos. Este mismo año, China también superó a Estados Unidos convirtiéndose en la primera socia comercial de Brasil, el mayor y más importante país de América Latina. En 1995, Japón exportaba tres veces más hacia Estados Unidos que hacia China. Pero hoy, China se ha convertido en la primera importadora de productos japoneses. China también se ha convertido en la primera socia comercial de Australia, Taiwan, Corea del Sur e India. Esto hace mucho más débil la posición de Estados Unidos en Asia: Taiwan, Corea del Sur, Japón y Australia eran aliados de Estados Unidos cuya misión era poner firme a China. China ha llegado incluso a importar más petróleo de Medio Oriente que los Estados Unidos. ¡Medio Oriente! ¡La reserva petrolera de Estados Unidos desde hace sesenta o setenta años!
La solidaridad de Asia, África y América Latina con China es cada vez más mayor debido a que la venta de materias primas hacia China va de la mano con la financiación y la organización de proyectos de infraestructura en los países en vías de desarrollo. Es precisamente la infraestructura lo que falta en esos países para terminar con la pobreza y el sub-desarrollo. Incluso el diario financiero británico The Financial Times escribe: “Algunos analistas occidentales describen la relación de China con África como una nueva forma de colonialismo que descansa en la búsqueda de materias primas. Esta crítica carece particularmente de fundamento. La estrategia occidental de desarrollo tal vez fuera bien intencionada, pero no rompió el ciclo del subdesarrollo en África. Las inversiones chinas inspiradas por intereses comerciales hacen aumentar el empleo y el crecimiento en África, y ofrecen perspectivas de una vía alternativa para salir adelante. Los chinos trabajan en la construcción de una infraestructura que también tendrá efectos positivos en otras ramas industriales aparte de las materias primas .”
La ligazón entre los tres continentes del tercer mundo y China, y las ventajas que esta colaboración agudizan considerablemente la batalla de las ideas entre el capitalismo y el socialismo. El premio Nobel y profesor de economía Joseph Stiglitz escribe: “Ninguna crisis seria termina sin dejar profundas marcas. El combate mundial entre las ideas, y acerca de la cuestión de saber qué sistema económico es mejor para el pueblo, forman parte de la herencia de la crisis actual. Este combate no se produce en ninguna parte del mundo de forma tan aguda como en el tercer mundo, entre la gente en Asia, América Latina y África. Aquí se libra una batalla entre las ideas del capitalismo y el socialismo […] Los países del tercer mundo están cada vez más convencidos de que no hay que abrazar los ideales económicos americanos, sino que hay que alejarse de ellos lo más rápido posible .”
Hacia una nueva guerra fría
El auge de China y la crisis económica y financiera hacen que el clima se vuelva más agresivo en los Estados Unidos. Ya en 1997 el ministro de Defensa William Cohen le escribía a su presidente, el demócrata Bill Clinton, diciendo que “las fuerzas armadas americanas tienen como tarea asegurar el acceso sin trabas a las materias clave, al aprovisionamiento en energía y a las materias primeras estratégicas .” Desde la publicación de estas memorables palabras, toda una serie de países proveedores de materias primas y energía tratan de salirse de la esfera de influencia de los Estados Unidos. ¿Cómo acabar con esta tendencia? En 2005, Robert Kaplan expresaba las conclusiones que había sacado una mayoría de miembros del establishment de Estados Unidos. Kaplan es miembro del “Center for a New American Security”, una comisión de expertos que describe sus objetivos con estas palabras: “El desarrollo de una política fuerte, pragmática y de principios en beneficio de la seguridad y la defensa de la nación mientras se vigila la protección y la facilitación de los intereses y valores de los Estados Unidos. ” Con Barack Obama, Kaplan se convirtió en miembro del Defense Policy Board Advisory Committee, un influyente órgano del consejo del Pentágono. En junio de 2005, Kaplan había publicado en la revista The Atlantic Monthly un artículo titulado “Cómo vamos a combatir a China”. Kaplan escribía: “Si la guerra en Irak se termina con un happy end democrático, habrá sido de todas maneras una victoria pírrica. Nadie en el seno del establishment político y militar quiere repetir la experiencia. Y de ninguna manera en Asia, donde las consecuencias económicas de una aventura militar tan peligrosa son imprevisibles, ya que Estados Unidos y China tienen la capacidad de seguir luchando incluso si alguno de los dos pierde una gran batalla militar o si se bombardean mutuamente a golpe de misiles .”
Es por ello Kaplan opta – y con él, la mayoría del mundo de los negocios de Wall Street en Nueva York y del cuartel general político en Washington – por una serie de confrontaciones en el plano ideológico, político y económico, a imagen de la lucha permanente contra la Unión Soviética entre 1945 y 1990.
Washington se dirige así en línea recta hacia una nueva guerra fría. Uno de los primeros capítulos de esta guerra será probablemente una guerra comercial. Hoy los Estados Unidos ya cierran sus fronteras a un cierto número de productos chinos y a la mayor parte de las inversiones chinas. En el Congreso americano, la mayoría se posiciona a favor de la imposición de tasas elevadas a la importación de productos chinos. De ser así, la guerra comercial ya sería un hecho.
China y la crisis del capitalismo
Artículo redactado por Peter Franssen entre el 1 y el 3 de noviembre de 2010. También forma parte del postfacio a la edición española de la pequeña obra “¿Hacia dónde va China? Que el autor publicó en 2007 en la serie Études Marxistes, en flamenco y francés. La edición española fue publicada en diciembre de 2010 en Madrid.
En Beijing acaba de terminar el plenario anual del Comité Central del Partido Comunista, el principal órgano político del país. La reunión se ha desarrollado en el contexto de la crisis en los países capitalistas y de los nuevos problemas derivados del desarrollo de China. ¿Cuáles son las consecuencias de esta doble evolución?
Desde hace ya dos años, los grandes países capitalistas atraviesan una crisis financiera y económica, comparable a la crisis de los años 30. En el cuadro siguiente, podemos ver cómo la economía china ha conseguido compensar los efectos negativos de la crisis en Estados Unidos, Japón y Europa.
Evolución de los datos de la economía china
2005 2006 2007 2008 2009 2010*
Producto Nacional Bruto (PNB – en 1012 de yuanes) 18,4 21,6 26,6 31,4 34,1 39,0
Ritmo de crecimiento del PNB (en %) 10,4 11,6 11,9 9,6 9,1 10,1
Ingresos de las autoridades centrales (en 1012 de yuanes) 3,2 3,9 5,1 6,1 6,8 7,9
Exportaciones (en billones de US $) 762 969 1.218 1.429 1.202 1.572
Importaciones (en billones de US $) 660 792 956 1.133 1.006 1.402
Inversiones extranjeras (en billones de US $) 68 60 121 94 34 40
Reservas de divisas extranjeras (en billones de US $) 819 1.066 1.528 1.946 2.340 2.700
* : estimación
Fuente: China Statistical Yearbook 2007, 2008 et 2010 ; GaveKal Dragonomics, China Economic Quarterly, septembre 2010, p. 3; Ministry of Commerce.
En Europa, Japon y Estados Unidos, la producción de la industria, la agricultura y el sector servicios ha bajado en 2009 un 3.6% de media. En China, la economía ha seguido creciendo: durante el primer año de crisis, un 9.6%; el año siguiente, un 9.1%; y en 2010 un 10.1% (estimación).
Desde el otoño 2008, economistas occidentales preveían con certeza que la crisis económica y financiera en las grandes metrópolis capitalistas iba a reducir al menos a la mitad el crecimiento anual de 9% o 10% que China había conocido a lo largo de las últimas dos décadas. Los chinos, por el contrario, decían que mantendrían el ritmo de crecimiento de su economía en el 8% al menos. Los economistas occidentales se burlaron de ellos: ¿cómo podían los chinos predecir aquello, con una bola de cristal? El gran jefe del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, el mayor experto en la materia, afirmaba en diciembre de 2008: “El año pasado, China tuvo un crecimiento del 11%. Este año caerá al 5 o al 6%.”
Los economistas occidentales se equivocaron porque no confían en el Partido Comunista de China, que defiende conceptos económicos, políticos y sociales que están a las antípodas de la fe cuasi religiosa del establishment occidental en el libre mercado. Los dirigentes políticos y economistas de Occidente no han comprendido que las autoridades pueden consolidar las inversiones y el consumo – los dos principales motores de la economía – de modo que se han podido compensar los efectos negativos de la disminución de las exportaciones. En otras palabras, no habían comprendido que las autoridades tenían realmente agarrado el timón de la economía. En los países capitalistas, es la economía quien dirige al Estado. En China, es el Estado quien dirige la economía. En los círculos dirigentes occidentales, también se observa un cierto desprecio, que tiene un fundamento racista y clasista. Se suele creer que China crece principalmente porque nosotros, en Occidente, compramos masivamente productos chinos. En Estados Unidos, algunos políticos y personalidades del mundo de los negocios definen el ambiente con esta absurdidad populista: “La economía china sólo puede crecen porque el consumidor americano compra productos chinos”. En realidad, las exportaciones chinas han crecido tres veces más que el crecimiento del consumo americano . A ojos del establishment occidental, resulta impensable que desde hace 32 años, contando en un 90% con sus propias fuerzas, China haya podido mantener un crecimiento entre tres y cinco veces más elevado que el de las metrópolis capitalistas. El sentimiento de superioridad ideológica ciega al establishment y esconde el hecho material de que las exportaciones no son más que uno de los motores de la economía china.
Para compensar la disminución de las exportaciones, las autoridades chinas han hecho crecer las inversiones y los pedidos públicos y también han asegurado una elevación aún más rápida de las rentas familiares. Más tarde, en las metrópolis capitalistas, también se lanzó una batería de medidas financieras contra la crisis. Pero no se planteó en absoluto elevar las rentas familiares. El apoyo a los bancos, a las compañías de seguros y a los mastodontes de la industria se basó en gran parte en la compra de las deudas de estas empresas. Los analistas hablaron de socialización de las deudas y de privatización de los beneficios.
En China, los pedidos públicos destinados a compensar los efectos de la crisis en los países capitalistas se dirigieron en más de un 90% hacia las empresas estatales que, de esta forma, pudieron reforzar aún más su posición dominante. Ello se expresó, entre otras cosas, en los beneficios de las empresas: juntos, los beneficios de las dos empresas estatales China Mobile y PetroChina fueron más importantes que el beneficio total de las 500 mayores empresas privadas. El beneficio neto de las dos empresas estatales se elevó a 218.3 billones de yuanes. El de las 500 mayores empresas privadas fue de 217.9 millones.
A causa del paro, la congelación y la reducción de los salarios, el alza de los impuestos directos e indirectos, el desmantelamiento de la seguridad social, las rentas de la población de Estados Unidos, Japón y Europa ha bajado. En China, la renta media y neta ha conocido en los últimos cinco años un crecimiento anual del 8.5%.
En 2009, las autoridades centrales de Beijing ingresaron dos veces más dinero que 5 años antes, lo que acrecentó las posibilidades de dirigir el país con mayor decisión e impacto, extender el radio de acción y corregir, al menos parcialmente, algunas desviaciones ocurridas en los últimos 30 años. Entre otros asuntos, en el plano de la enseñanza. Los niños y los jóvenes de entre 6 y 15 años se benefician desde entonces de la enseñanza gratuita, tanto en las ciudades (2008) como en el campo (desde 2006). En 2009, el número de alumnos y estudiantes se elevó a 260 millones, había 14 millones de enseñantes, profesores de secundaria, profesores universitarios y encargados de cursos a tiempo completo, y el país contaba con 552 000 escuelas. Entre 2007 y 2009, el gobierno aumentó las inversiones en enseñanza un 84%, y las de sanidad un 92%.
En los Estados Unidos, en Europa y en Japón, el paro aumentó, alcanzando el 10% e incluso más. En China, entre 2005 y 2009, se crearon más de 50 millones de nuevos empleos y 45 millones de campesinos fueron retirados de la agricultura para ser trasvasados en la industria y el sector servicios. Por ello, la parte porcentual de la agricultura, la industria y los servicios han variado en un sentido positivo. Podemos verlo en el cuadro siguiente.
Parte de la industria, la agricultura y los servicios en la población profesional (en porcentaje)
2000 2006 2009
Agricultura 50 44 38
Industria 22 24 28
Servicios 27 32 34
Fuente: China Statistical Yearbook 2010
En 2009, el 38% de la población profesional trabajada aún en la agricultura, es decir una disminución del 12% desde el año 2000. En comparación, en los Estados Unidos el 1% trabaja aún en la agricultura. Cuanto más elevada sea la parte de la agricultura en el empleo, menos está desarrollado el país y más difícil resulta hacer crecer la economía. China hacer disminuir permanentemente la parte de la agricultura en el empleo, mientras la crisis hace estragos en Estados Unidos, Europa y Japón. Esta disminución no sólo es buena para la productividad de la agricultura, es también el camino más rápido hacia la emancipación en el campo.
Hacia una nueva estrategia de desarrollo
Un año después de la crisis, Hu Jintao, Secretario General del Partido Comunista, declaraba: “Considerando superficialmente las cosas, se podría creer que la crisis financiera internacional tiene influencia en China en el plano de nuestro crecimiento. En realidad, la crisis ha tenido una influencia sobre nuestra estrategia de desarrollo .”
Desde los años 2003-2004, el Partido Comunista mantiene una discusión abierta y democrática acerca del modelo de crecimiento de la economía y la sociedad. El crecimiento rápido de la economía ha creado e intensificado algunas contradicciones y empuja inexorablemente algunos problemas al primer plano.
Parece ser que la base de los problemas y de las contradicciones se encuentra en el énfasis unilateral que se hace sobre la tasa de crecimiento. Desde comienzos de siglo, la tasa de crecimiento anual mínima de entre 7.5 y 8% siempre se ha considerado la prioridad absoluta. Pero mientras que – y debido a que – la economía alcanza siempre esta cifra, e incluso la sobrepasa con creces, nuevos retos aparecen y el carácter unilateral de este objetivo se hace cada vez más manifiesto. A medida que sigue el crecimiento, las exigencias y los objetivos del socialismo cambian.
Por supuesto, en los años venideros China seguirá tendiendo hacia una tasa de crecimiento elevada. Pero el crecimiento será diferente y, independientemente de la tasa de crecimiento, habrá nuevas prioridades. Podemos intentar hacer una síntesis de este conjunto de problemas:
- Un primer problema importante es el del consumo interior. Es obvio que se necesita un aparato económico y de una infraestructura para generar prosperidad. Todo país que trate de salir del subdesarrollo pone todo el énfasis sobre las inversiones en detrimento del consumo de la población. De la misma forma que a lo largo de los primeros 40 o 50 años de la República Popular fue el campo quien financió la urbanización, es toda la población quien pagó por las inversiones y la puesta en pie de la infraestructura. Las autoridades han crecer la renta de la población más lentamente que la renta nacional. Esto no quiere decir que la población china se ha empobrecido. Estos últimos 15 años, el ingreso neto por habitante ha crecido cada entre un 7% y un 9%. Pero la industria y los servicios han crecido cada año entre un 12% y un 15%. Hoy debemos, dicen en China, procurar hacer que la renta de las personas siga mejor el ritmo del crecimiento de la industria y del sector servicios. Debemos hacerlo mediante el aumento de los salarios, la seguridad social, los préstamos a bajo interés para la construcción y la compra de vivienda, los servicios públicos eficientes y baratos. Hace falta invertir más fondos del Estado hacia el campo, para el paso a una etapa superior y la industrialización de la agricultura y hace falta acelerar la urbanización, a fin de que la productividad en el campo crezca más rápidamente y que un mayor número de campesinos se conviertan en habitantes de la ciudad. De esta forma, el crecimiento económico dependerá en mayor medida del consumo interno.
- El segundo problema importante reside en el desequilibrio entre las distintas regiones. Estos últimos treinta años, el centro de gravedad del crecimiento económico se ha situado en el Este del país. Era una estrategia adoptada de forma consciente. “Debemos permitir que algunas personas y algunas regiones accedan primero al desarrollo”, decía Deng Xiaoping. El crecimiento económico en el este ha sido tan colosal, con tasas de crecimiento de hasta 15%, que el oeste del país había perdido de vista a las provincias orientales. En el oeste vive el 27% de la población. Pero el oeste no contribuye más que en un 17% al Producto Nacional Bruto.
Hoy, el aparato económico nacional ha sido puesto en pie de tal forma que ahora es posible desplazar fábricas o incluso sectores industriales entero hacia el oeste del país. Al mismo tiempo, China se emplea a un ritmo vertiginoso en la construcción de una red de carreteras y ferroviaria muy densa. Entre 2010 y 2015, se construirán más kilómetros de vías férreas que en todos los demás países del planeta. Para el año 2020, China extenderá su red de trenes de alta velocidad y la llevará de 6000 a 16 000 kilómetros. John Scales, el hombre del Banco Mundial que sigue de cerca el sector de los transportes en China, declara: “El establecimiento de la red de trenes de alta velocidad es sin duda la mayor iniciativa ferroviaria de la historia .” Si este proyecto se realiza, China tendrá más kilómetros de líneas de alta velocidad que el resto del mundo en su conjunto.
Así, el país construye una infraestructura que dinamiza el mercado nacional. Y de esta forma nacen los nexos que hacen posible suprimir la segmentación nacional y las divisiones administrativas. El aparato industrial se extenderá entonces de forma homogénea de este a oeste y de norte a sur. Ello reducirá las diferencias de prosperidad que existen entre el este y el oeste.
- El tercer problema importante reside en el propio aparato industrial. Tomemos un ejemplo: durante la Copa del Mundo de fútbol en Sudáfrica en 2010, se vendieron más de un millón de vuvuzelas, como ya sabéis, las trompetas que rompen los tímpanos. Se vendían a 8 dólares la pieza. Casi todas eran “made in China”, de donde salían de la fábrica a 0.30 dólares la unidad . Así, vemos cómo los beneficios de las exportaciones chinas no van realmente a China…
La producción industrial china representa el 15.6% del total mundial, pero una gran parte de esta producción consiste en la fabricación y montaje de productos de poco valor. En realidad, las empresas chinas disponen de pocas patentes y su capacidad de innovación es débil. Apenas un 10% de las exportaciones chinas se hacen bajo una marca china. El nivel técnico de las fábricas aún sigue siendo netamente inferior al de Estados Unidos, Japón y Europa, lo que tiene efectos muy nocivos en el medio ambiente. La industria china del hierro y del acero, las centrales eléctricas, las fábricas químicas y petroquímicas necesitan de media un 30% más de energía que sus competidoras de Estados Unidos, Japón y Europa para fabricar la misma cantidad de productos . Entre un 10% y un 25% de los medios de producción de los 18 sectores industriales, incluyendo gigantes como la siderurgia y la industria del cemento están obsoletos y deberían cerrarse. De las 123 empresas estatales (los pilares de la economía), pocas pueden estar a la altura de la competencia internacional. China es la segunda economía del mundo, pero en el plano de la competitividad el país solamente ocupa el lugar nº29 .
Por lo tanto, China presenta las características de una industria en vías de desarrollo que debe emplearse a fondo para acceder a un nivel superior. La crisis de las metrópolis capitalistas ha generado una competencia aún más dura en los mercados chinos e internacionales. Ello le da un fuerte empujón a la industria china para incitarla a franquear esta etapa.
Como en cada paso que se da hacia adelante, ya sea en una economía capitalista o socialistas, el aumento de la productividad es la condición determinante. Ello sólo puede conseguirse con el desarrollo de la ciencia y la técnica, el estímulo de la investigación, la puesta en pie de innovaciones y diseños propios Unas técnicas de producción más modernas y la búsqueda de sofisticación en el reparto del trabajo, que también forma parte de ellas, asegurarán una producción más elevada.
En este plano, China ha iniciado una maniobra de recuperación simplemente pasmosa. Desde el año 2000, la suma de dinero liberada por Beijing para investigación y desarrollo ha aumentado cada año un 20%. Así, en 2007, según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), China estaba en la segunda posición en la lista mundial del gasto en investigación y desarrollo, detrás de los Estados Unidos . En 1995, China estaba en el lugar nº14 en la lista mundial de publicaciones en revistas científicas y técnicas internacionales. Hoy, está en el segundo lugar de la misma lista, una vez más detrás de los Estados Unidos.
En octubre de 2010, con el fin de consolidar esta evolución, las autoridades designaron siete industrias clave donde irían a concentrar sus esfuerzos. Son los cuatro pilares: la tecnología del medio ambiente y la energía, la informática, la biología y la industria de tecnología avanzada. Después, están las tres industrias punteras: las energías renovables, los coches eléctricos y los nuevos materiales. Estas siete ramas de la industria no representan más que el 2% del Producto Nacional Bruto. Tienen que haber pasado al 8% en 2015 y al 20% en 2020. Una vez más, un ejemplo de cómo una economía gestionada por el Estado puede conseguir cambios en un tiempo récord.
El tratamiento de las tres contradicciones y problemas que acabamos de enumerar han hecho que la consigna “todo por el crecimiento económico” le haya dejado el lugar a la de “todo por el desarrollo de la economía y la sociedad”.
Irritación en Washington
A medida que China sale del subdesarrollo, la irritación crece en Estados Unidos. Es un tanto extraño, pues ¿quién no se alegraría de ver al 22% de la población mundial salir de la pobreza?
El 5 de agosto de 1991, el diario financiero y económico americano Forbes publicaba en el New York Times una página de publicidad para su próximo número. Sobre toda la amplitud de la página, se podía leer el título: “¡En China, el capitalismo está venciendo !”
Los Estados Unidos siempre han soñado con una China occidentalizada con una economía de libre mercado y un sistema político a la americana. Mientras no se den estas dos condiciones, los empresarios y dirigentes políticos estadounidenses dirán de China que es “autoritaria” y “dictatorial”. A medida que China coge fuerza, en Estados Unidos se dan cuenta de que el país no evolucionará como lo había previsto Forbes en 1991. De ahí que el American Enterprise Institute, una comisión de especialistas salidos de los círculos afines a los empresarios estadounidenses, declara: “Después de 1990, esperábamos que nuestro compromiso multidimensional con Beijing conduciría a una China fuerte, rica, pacífica y democrática. Dos décadas más tarde, nos tememos que este compromiso haya conducido efectivamente a una China fuerte y rica, pero por desgracia aún autoritaria .” La China “autoritaria” es una cortapisa para las empresas estadounidenses. Se estima que en 2008, las 57 000 empresas estadounidenses presentes en China tuvieron unos beneficios totales de 80 billones de dólares, de los que la mayor parte volvió a los Estados Unidos . Pero habría sido mucho más y las multinacionales americanas y las empresas privadas chinas habrían podido retomar la dirección del aparato de Estado, si las empresas hubiesen estado tan libres como en Estados Unidos.
Otro motivo de irritación: en los años 90, los empresarios y políticos americanos estaban convencidos de que China iba a desmantelar progresivamente el sector estatal de la economía. Habría sido perfecto para las grandes empresas privadas extranjeras. Pero hoy resulta que el sector estatal es cada vez más fuerte. La revista Foreign Policy, una publicación cercana a los demócratas en los Estados Unidos, escribe. “A medida que China se refuerza y se enriquece, los sectores de la economía controlados por el Estado se desarrollan. Se vuelven más poderosos, al contrario de lo que ocurre en el sector privado independiente, que es oprimido conscientemente. Cerca del 95% de los 586 billones de dólares de incentivos que anunció Beijing en noviembre de 2008 va hacia las empresas del sector estatal. China Inc. se vuelve más poderosa, pero eso no nos aproxima lo más mínimo de la reforma política. Al contrario, el sector estatal, más potente, le da al Partido Comunista más medios aún para reforzar su control de la economía y la sociedad .”
El diario financiero británico The Financial Times también constata que la crisis en las metrópolis capitalistas le da aún más alas a este proceso: “La crisis financiera ha agravado la situación que se conoce bajo el nombre de guojimintui: el Estado se desarrolla mientras que el sector privado retrocede. Las empresas estatales siempre han recibido préstamos enormes, ligados a los incentivos, que ellas utilizan para comprar empresas privadas .”
Aún hay un tercer factor de irritación: a medida que China se desarrolla económicamente, algunas empresas chinas se hacen más competitivas, en una escala aún modesta, ciertamente, pero su evolución no deja de ser manifiesta. No dejan de incrementar su cuota en el mercado chino, y cada año se hacen más activas en los mercados internacionales.
Estos factores y los lazos cada vez más estrechos que unen a China con Asia, África y América Latina provocan un cambio fundamental en la correlación de fuerzas a nivel mundial: el peso de los Estados Unidos y de la Unión Europea baja. Hasta tal punto que los Estados Unidos y Europa pierden su control sobre toda una serie de países en vías de desarrollo. Los lazos que estrecha China son en primer lugar de naturaleza económica: China necesita de los demás países en vías de desarrollo de Asia, África y América Latina, de la misma manera que estos países necesitan a China. Son relaciones con ventajas recíprocas, que reposan en el beneficio y el desarrollo económico mutuos.
La crisis en los Estados Unidos y Europa también le ha dado un fuerte empujón a este proceso. En 2009, las importaciones mundiales disminuyeron un 23%. Este mismo año, las importaciones de Estados Unidos incluso retrocedieron un 26%. En China, las importaciones retrocedieron un 11%. En 2010, se estima que las importaciones de los grandes países capitalistas aumentaron de nuevo un 12% . Pero en China, se estima que aumentarán un 40% . La crisis ha hecho que China se haya convertido hoy en el motor más importante de la economía mundial, después de que los Estados Unidos lo hayan sido durante 65 años consecutivos. Así es como en 2009, China se convirtió en el primer socio comercial de África, en detrimento de Estados Unidos. Este mismo año, China también superó a Estados Unidos convirtiéndose en la primera socia comercial de Brasil, el mayor y más importante país de América Latina. En 1995, Japón exportaba tres veces más hacia Estados Unidos que hacia China. Pero hoy, China se ha convertido en la primera importadora de productos japoneses. China también se ha convertido en la primera socia comercial de Australia, Taiwan, Corea del Sur e India. Esto hace mucho más débil la posición de Estados Unidos en Asia: Taiwan, Corea del Sur, Japón y Australia eran aliados de Estados Unidos cuya misión era poner firme a China. China ha llegado incluso a importar más petróleo de Medio Oriente que los Estados Unidos. ¡Medio Oriente! ¡La reserva petrolera de Estados Unidos desde hace sesenta o setenta años!
La solidaridad de Asia, África y América Latina con China es cada vez más mayor debido a que la venta de materias primas hacia China va de la mano con la financiación y la organización de proyectos de infraestructura en los países en vías de desarrollo. Es precisamente la infraestructura lo que falta en esos países para terminar con la pobreza y el sub-desarrollo. Incluso el diario financiero británico The Financial Times escribe: “Algunos analistas occidentales describen la relación de China con África como una nueva forma de colonialismo que descansa en la búsqueda de materias primas. Esta crítica carece particularmente de fundamento. La estrategia occidental de desarrollo tal vez fuera bien intencionada, pero no rompió el ciclo del subdesarrollo en África. Las inversiones chinas inspiradas por intereses comerciales hacen aumentar el empleo y el crecimiento en África, y ofrecen perspectivas de una vía alternativa para salir adelante. Los chinos trabajan en la construcción de una infraestructura que también tendrá efectos positivos en otras ramas industriales aparte de las materias primas .”
La ligazón entre los tres continentes del tercer mundo y China, y las ventajas que esta colaboración agudizan considerablemente la batalla de las ideas entre el capitalismo y el socialismo. El premio Nobel y profesor de economía Joseph Stiglitz escribe: “Ninguna crisis seria termina sin dejar profundas marcas. El combate mundial entre las ideas, y acerca de la cuestión de saber qué sistema económico es mejor para el pueblo, forman parte de la herencia de la crisis actual. Este combate no se produce en ninguna parte del mundo de forma tan aguda como en el tercer mundo, entre la gente en Asia, América Latina y África. Aquí se libra una batalla entre las ideas del capitalismo y el socialismo […] Los países del tercer mundo están cada vez más convencidos de que no hay que abrazar los ideales económicos americanos, sino que hay que alejarse de ellos lo más rápido posible .”
Hacia una nueva guerra fría
El auge de China y la crisis económica y financiera hacen que el clima se vuelva más agresivo en los Estados Unidos. Ya en 1997 el ministro de Defensa William Cohen le escribía a su presidente, el demócrata Bill Clinton, diciendo que “las fuerzas armadas americanas tienen como tarea asegurar el acceso sin trabas a las materias clave, al aprovisionamiento en energía y a las materias primeras estratégicas .” Desde la publicación de estas memorables palabras, toda una serie de países proveedores de materias primas y energía tratan de salirse de la esfera de influencia de los Estados Unidos. ¿Cómo acabar con esta tendencia? En 2005, Robert Kaplan expresaba las conclusiones que había sacado una mayoría de miembros del establishment de Estados Unidos. Kaplan es miembro del “Center for a New American Security”, una comisión de expertos que describe sus objetivos con estas palabras: “El desarrollo de una política fuerte, pragmática y de principios en beneficio de la seguridad y la defensa de la nación mientras se vigila la protección y la facilitación de los intereses y valores de los Estados Unidos. ” Con Barack Obama, Kaplan se convirtió en miembro del Defense Policy Board Advisory Committee, un influyente órgano del consejo del Pentágono. En junio de 2005, Kaplan había publicado en la revista The Atlantic Monthly un artículo titulado “Cómo vamos a combatir a China”. Kaplan escribía: “Si la guerra en Irak se termina con un happy end democrático, habrá sido de todas maneras una victoria pírrica. Nadie en el seno del establishment político y militar quiere repetir la experiencia. Y de ninguna manera en Asia, donde las consecuencias económicas de una aventura militar tan peligrosa son imprevisibles, ya que Estados Unidos y China tienen la capacidad de seguir luchando incluso si alguno de los dos pierde una gran batalla militar o si se bombardean mutuamente a golpe de misiles .”
Es por ello Kaplan opta – y con él, la mayoría del mundo de los negocios de Wall Street en Nueva York y del cuartel general político en Washington – por una serie de confrontaciones en el plano ideológico, político y económico, a imagen de la lucha permanente contra la Unión Soviética entre 1945 y 1990.
Washington se dirige así en línea recta hacia una nueva guerra fría. Uno de los primeros capítulos de esta guerra será probablemente una guerra comercial. Hoy los Estados Unidos ya cierran sus fronteras a un cierto número de productos chinos y a la mayor parte de las inversiones chinas. En el Congreso americano, la mayoría se posiciona a favor de la imposición de tasas elevadas a la importación de productos chinos. De ser así, la guerra comercial ya sería un hecho.