"Curso básico de marxismo"
escrito por Rolando Astarita
Este curso fue escrito por primera vez en enero de 1988, y fue editado con el nombre de “Actualidad y vigencia del comunismo, por Cuadernos de formación de Debate Marxista. Desde entonces fue reeditado por organizaciones y movimientos populares diversos para el abordaje de algunas ideas esenciales del marxismo. Tal vez fue obedeciendo a esta circunstancia que muchos lo conocen como “el curso básico”, y es por eso que aquí lo presentamos con este nombre.
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---mensaje nº 1---
Introducción
Los políticos y los medios de prensa nos dicen a diario que la única sociedad posible es la que tenemos, y que las experiencias de la Unión Soviética o de Cuba demuestran que cualquier intento de cambiarla está destinado al fracaso, que el socialismo es inaplicable, que no tiene ninguna base real. La discusión de estos problemas es muy importante para los trabajadores, porque si aquello fuera cierto, entonces deberíamos resignarnos a la desigualdad social extrema, a la desocupación, a la extensión del analfabetismo, de la mortalidad infantil. Actualmente en el mundo hay más de 1000 millones de personas que pasan hambre. En 2004 la Organización Internacional del Trabajo calculaba que había 188 millones de desocupados en el planeta; con iniciada en 2008, habrían aumentado en 50 millones.
La situación de la niñez es ilustrativa. Según investigadores del Banco Mundial, a comienzos de la década de 2000 casi 186 millones de niños y niñas, de entre cinco y 14 años, trabajaban. De ellos, 5,7 millones realizaban trabajos forzados, 1,8 millones estaban en la prostitución y 0,3 millones en conflictos armados. Si se agregaban los que trabajaban en forma intermitente, y el trabajo no contabilizado de las niñas (la mayoría en trabajo hogareño) se llegaba a la cifra de casi 480 millones de niños y niñas que trabajaban. Entre las tareas que realizaban estaba confección de ropa, fabricación de ladrillos, armado de cigarros, cosido de pelotas de béisbol, pulido de piedras preciosas, tareas mineras y agrícolas. En una gran mayoría estaban sometidos a condiciones infrahumanas, prácticamente tratados como esclavos, privados de su niñez y de acceso a la educación. Siempre según datos del Banco Mundial, a mediados de los 2000 uno de cada siete niños o niñas en edad escolar no concurría a la escuela.
Destaquemos que en Europa existían, en 2009, 56 millones de pobres, equivalentes al 15% de la población. En Grecia y Portugal la pobreza alcanzaba al 21% de la población, y en España al 19%, En Estados Unidos, la economía más poderosa del planeta, a comienzos de 2010 había 37 millones de pobres, representando más del 12% de la población; casi la cuarta parte de la población negra, y más del 21% de los hispanos, estaban en la pobreza. Son los países más poderosos, que experimentan las más gigantescas revoluciones de la técnica y de la ciencia que ha conocido la historia de la humanidad. Y nos insisten en que no hay alternativa a esto... ¿Qué porvenir nos espera? ¿Qué futuro pueden tener los jóvenes de nuestros países latinoamericanos?
Por otra parte, en la más alta cumbre, un puñado acumula fortunas inimaginables: Investigadores de un Instituto de Estudios Políticos de Estados Unidos calculan que la riqueza combinada de las 447 personas más ricas es mayor que el ingreso de la mitad más pobre de la población mundial.
En los países muy ricos, donde se concentra menos de una cuarta parte de la población mundial, se consumen más del 70% de los recursos de energía del mundo, se manejan más del 80% de los recursos financieros del planeta, se concentran los grandes medios de comunicación, los centros de investigación y desarrollo, al tiempo que las más extensas zonas del globo siguen quedándose atrás. El 20% de la población mundial que vive en los países más ricos, participa del 86% del consumo global, mientras que el 20% de la población que vive en los países más pobres, participa solo del 1% del consumo global.
De los 4400 millones de habitantes que están en los países subdesarrollados, casi tres quintas partes no tienen infraestructuras sanitarias básicas; casi un tercio no tiene acceso al agua potable; una quinta parte no accede a servicios modernos de salud. Unos 30.000 niños mueren por día por causas prevenibles. Según una agencia católica para el desarrollo, a mediados de los 2000 la vaca promedio europea recibía un subsidio de 2,2 dólares por día, más que el ingreso diario que recibía la mitad de la población mundial.
CUANDO NOS DICEN QUE EL SOCIALISMO NO ES POSIBLE, NOS ESTÁN DICIENDO QUE ESTE CUADRO DE UNA MINORÍA CADA VEZ MAS RICA, Y DE UNA MAYORÍA CADA VEZ MAS POBRE, SERÁ PERMANENTE Y LOS TRABAJADORES NO LA PUEDEN CUESTIONAR.
El objetivo de este escrito es discutir esta propaganda de los poderosos, y demostrar que existe otro tipo de sociedad, que no sólo es posible, sino también necesaria, la comunista. Para explicar qué es el comunismo y por qué es necesario y posible, primero debemos aclararnos qué es el capitalismo, el sistema social en que vivimos.
A. ¿QUÉ ES EL CAPITALISMO?
Las dos grandes clases sociales
El sistema capitalista se caracteriza, en primer lugar, por el hecho de que las fábricas, los campos, los bancos, los comercios, es decir, los medios para producir, comerciar y para el intercambio, son propiedad privada de un grupo social, los capitalistas. Frente a ellos se encuentra una inmensa mayoría de personas que no son propietarias de ningún medio para producir, y deben trabajar para los capitalistas por un salario. Son los obreros.
Ser obrero o capitalista no es algo que podamos elegir a voluntad, porque está determinado por la forma en que está organizada la sociedad. Para comprender este importante, punto, supongamos dos niños, uno hijo de obreros, el otro de empresarios. El primero, cuando llegue a adulto, a lo sumo tendrá como herencia la casa de sus padres; con eso no podrá mantenerse y deberá hacer lo mismo que hicieron sus padres: contratarse como empleado u obrero. Es decir, pertenece a la clase obrera desde su nacimiento, a la clase que no es propietaria de los medios para producir. Es una situación que no elige, porque la conformación de la sociedad lo destina a ese lugar. El segundo, en cambio, cuando llegue a adulto va a heredar la empresa de sus padres, y estará destinado "socialmente" a ser empresario. Como vemos, cada uno de estos niños pertenecerá a grupos sociales distintos. ¿Qué los distingue? El hecho de que uno de esos grupos es propietario de los medios de producción, el otro no lo es. Los que no son propietarios están obligados a trabajar bajo el mando de los que son propietarios.
A los grupos de personas que se distinguen por la propiedad o no propiedad de los medios de producción, se los llama CLASES SOCIALES. La clase capitalista es la clase o grupo de gente propietaria de los medios de producción. La clase obrera es el grupo que no es propietario de los medios de producción y debe trabajar por un salario, bajo el mando de los capitalistas. Un obrero puede ganar más o menos dinero, pero mientras no sea propietario de las herramientas y máquinas con las que trabaja, y esté obligado a emplearse por un salario bajo las órdenes del empresario, seguirá perteneciendo a la clase obrera.
En esta sociedad EXISTEN DOS GRANDES CLASES SOCIALES, LOS PROPIETARIOS DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN, QUE EMPLEAN OBREROS, Y LOS NO PROPIETARIOS DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN, QUE TRABAJAN COMO ASALARIADOS PARA LOS PRIMEROS.
Entre estas dos grandes clases sociales existe otra clase, que llamaremos la pequeña burguesía. Este grupo ocupa una posición intermedia entre la clase obrera y la clase capitalista, porque por lo general tienen una propiedad (por ejemplo, un taxi, un pequeño comercio, son profesionales independientes), pero no emplean obreros, y viven de su trabajo.
También existen otros sectores, que son más difíciles de clasificar; por ejemplo, los ladrones, los mendigos. Pero lo importante es que nos concentremos por ahora en las dos grandes clases, la capitalista y la obrera, para analizar qué relación existe entre ambas. Esta relación nos mostrará el secreto del funcionamiento de este sistema capitalista.
Antes de terminar este punto, queremos refutar una idea que tratan de inculcar desde las escuelas, la Iglesia, los medios de comunicación, y que viene a decir que es "natural" que los seres humanos pertenezcan a clases diferentes. Según este argumento, pareciera que la naturaleza ha dispuesto que algunos vengan a este mundo siendo propietarios de los medios para producir y comerciar, y otros no. En el mismo sentido, se nos quiere hacer creer que hace muchos años, hubo un grupo de gente que ahorraba y trabajaba mucho, y otro que haraganeaba todo el día. Entonces, el primer grupo se hizo propietario, y a partir de allí sus hijos y todos sus descendientes ya no tuvieron que trabajar. Mientras que los del segundo grupo, los holgazanes, se vieron obligados a trabajar como empleados, y todos sus descendientes también, y ya no pudieron salir de esa situación.
Como se puede intuir, todos estos son cuentos para disimular el hecho de que esta sociedad está dividida en clases, que esta situación ha sido provocada por la evolución de la historia humana, y por lo tanto es modificable. Veamos ahora qué sucede cuando un obrero trabaja para el patrón.
La explotación
1) ¿Qué es el valor?
Vamos a comenzar por una pregunta que está en la base de toda la economía: de dónde viene el precio de las cosas que compramos o vendemos. Aquí vamos a dar una explicación muy sencilla, que nos servirá para lo que sigue.
Cuando hablamos de precio, nos referimos al valor económico que tiene una mercancía. Por ejemplo, si un reloj tiene un precio muy alto, decimos que tiene mucho valor; de un producto de mala calidad, decimos que vale muy poco. Entonces, ¿Qué es lo que da valor a las cosas? ¿Por qué algunas tienen mucho valor (son caras) y otras no?
En el siglo pasado, varios economistas llegaron a la conclusión de que lo que otorga valor a las mercancías (por lo menos, de todas las que se hacen con vistas a la venta) es el trabajo humano empleado para producirlas.
Por ejemplo, si un mueble tiene una madera muy pulida, si tiene muchas manos de barniz, es decir, si tiene muchas horas de trabajo invertidas en su fabricación, tendrá más valor que otra mesa mal terminada, mal pulida. Supongamos que en la primera se han empleado 20 horas de trabajo, y en la segunda 10 horas. La primera tendrá el doble de valor que la segunda y eso se manifestará en el precio: podemos suponer que la primera costará el doble de dinero que la segunda. Por ejemplo, si la primera vale 100 pesos y la segunda 50 peso, esa diferencia expresará que en la primera se empleó aproximadamente el doble de tiempo de trabajo para producirla.1
Los socialistas decimos que la fuente de valor es el trabajo humano que se invierte en producir, en modificar materias tomadas de la naturaleza, para crear los bienes de uso que empleamos en nuestras vidas.
Entonces el valor es una cualidad, una propiedad, de los bienes que compramos o vendemos, que tiene algo así como dos "caras": por un lado, es el tiempo de trabajo que se emplea para producir ese bien; ésta sería la cara oculta, la que no vemos a primera vista, cuando estamos en el mercado. Por otro lado, ese tiempo de trabajo se nos muestra en el precio, en el dinero que pagamos cuando lo compramos o que recibimos cuando lo vendemos; esta es la cara visible del valor, que hace que no nos demos cuenta de que, al comprar o vender cosas, estamos comprando o vendiendo tiempos de trabajo.
Por eso, cuando decimos que un bien (una mesa, una camisa, etc.) vale tanto dinero, estamos diciendo en el fondo que se empleó una cierta cantidad de trabajo para producirla. A pesar de que esto no aparece a la vista, los empresarios siempre están calculando los tiempos de trabajo empleados. Por ejemplo, los empresarios del acero calculan que en Argentina, para producir una tonelada de acero, hoy hacen falta 11 horas de trabajo, en Brasil 8 y en México 12. Estas diferencias pueden estar dadas por las diferentes técnicas, o por otros motivos.
Por supuesto, un trabajo más complejo, más difícil, agrega más valor. Daremos un ejemplo. Supongamos que un campesino leñador va a un bosque y corta un árbol, y lo transporta hasta el pueblo, donde vende la madera, y que toda esa operación le lleva 10 horas de trabajo; supongamos que en cada hora de trabajo los hacheros generan 5 pesos de valor. Por lo tanto, este campesino podrá vender la madera en 50 pesos (10 horas de trabajo x 5 pesos = 50 pesos). Pero quien compra ahora la madera es un artesano, tallador experto, que saca de ella un bonito adorno. Supongamos que este artesano emplea otras 10 horas de trabajo, pero esta vez, como su trabajo es más complejo, más difícil, en cada hora de trabajo agrega 15 pesos de valor, en lugar de los 5 que generaba el leñador. Por lo tanto, habrá sumado a la madera un valor de 150 pesos (10 horas de trabajo x 15 pesos = 150 pesos). El adorno, de conjunto, valdrá 200 pesos = 50 pesos (valor creado por el leñador) + 150 pesos (valor creado por el tallador). Estos 200 pesos representarán 10 horas de trabajo "simple", del leñador, y 10 horas de trabajo complejo, del artesano tallador. También podríamos reducir todo a horas de trabajo simple, por ejemplo, decir que los 200 pesos que vale el adorno representan 40 horas de un trabajo tan simple como el que realizó el leñador.
2) ¿Qué es el plusvalor?
Conociendo qué es el valor, podemos saber cómo surge la ganancia del empresario.
Veamos qué sucede cuando el obrero trabaja en una fábrica por un salario.
Supongamos que en una empresa el obrero utiliza un telar, e hila algodón. El algodón que emplea diariamente para hacer el hilado tiene un valor de 100 pesos. Supongamos también que el obrero hace un trabajo simple, durante 10 horas, y crea un nuevo valor, de 50 pesos. Por otra parte, por el desgaste del telar, los gastos de luz, agua, y otros, hay que agregar otros 10 pesos de valor.
La cuenta es:
100 pesos que vale el algodón que emplea
+ 50 pesos que agrega el obrero con su trabajo diario de 10 horas
10 pesos de gastos del telar, y otros gastos
Total: 160 pesos que vale el hilado.
¿Dónde está la ganancia del dueño de la empresa? ¿De dónde puede salir? Esta era la gran pregunta que se hacían los economistas en el siglo pasado, y no acertaban a responder. La respuesta que dio Carlos Marx es la siguiente: el obrero agregó con su trabajo 50 pesos de valor al hilado. Pero el dueño de la empresa no le devuelve ese valor que produjo, porque sólo le paga de acuerdo a lo que necesita para mantenerse él y su familia, que será menos que los 50 pesos de valor que ha creado. Por ejemplo, si el obrero necesita -en promedio- 25 pesos por día para comer, vestirse, pagar el alquiler, mantener a sus hijos (aunque sea a nivel mínimo), el dueño de la empresa procurará pagarle sólo esos 25 pesos, que representan 5 horas de trabajo. De esta manera, el obrero habrá empleado 5 horas en producir un valor igual a su salario, de 25 pesos. Y otras 5 horas habrá trabajado gratis, produciendo un PLUSVALOR o PLUSVALÍA de 25 pesos, que se los apropia el capitalista.
En algunos casos los obreros, con sus luchas, consiguen aumentos, por ejemplo, llevar la paga a 27 pesos; en otros casos, el dueño de la empresa logrará bajar el salario, por ejemplo a 23 pesos. Pero siempre existirá ese plusvalor en favor del capital.
Hagamos ahora las cuentas totales:
El dueño de la empresa invirtió: 100 pesos en comprar algodón; invirtió antes en las instalaciones y las máquinas, y esto se lo va cobrando poco a poco, cargando 10 pesos por día en sus costos;2 además, pagó 25 pesos al obrero: Por lo tanto el costo del hilado para él es de 125 pesos. Pero como el obrero creó un nuevo valor "extra" por 25 pesos, podrá vender el hilado en 150 pesos. Le quedan 25 pesos de ganancia. Ahora, en cuentas:
100 pesos de algodón
+ 10 pesos de desgastes de la máquina
25 pesos de salario del obrero
25 pesos de plusvalía
Total: 160 pesos
Observemos entonces que el capitalista le paga al obrero no de acuerdo al valor que produjo, sino de acuerdo al valor de los alimentos, de la ropa, de la vivienda, que necesita para vivir. Por eso Marx dice que el dueño de la empresa le paga al obrero el valor de su FUERZA DE TRABAJO. El valor de la fuerza de trabajo es el valor de la canasta de bienes que consume el obrero para vivir y reproducirse.
De esta manera el dueño de la empresa dispone de una forma de generar ganancias sin tener que trabajar; o a lo sumo, trabaja en la vigilancia de los trabajadores, en cuidar que éstos produzcan lo debido. Pero cuando es poderoso, contrata a los capataces y supervisores para esa tarea. A esto le llamamos explotación, porque el obrero produce más valor que el que recibe a cambio.
¿Por qué el capitalista pudo hacer esto? Recordemos lo básico: porque es el dueño de los medios de producción, es decir, de los medios para crear lo que necesitan los seres humanos para vivir. Sin herramientas, sin materias primas, sin dinero para mantenerse mientras produce, el obrero no puede vivir. Por eso está obligado a vender su fuerza de trabajo al empresario, y a producir plusvalía para éste. Recordemos lo que decíamos al comienzo: desde su cuna los obreros están destinados a ir a trabajar por un salario, porque no disponen de los medios para producir. Y si carecemos de herramientas y de las materias primas, si tampoco tenemos un pedazo de naturaleza para proveernos, es imposible alimentarnos, vestirnos, tener vivienda. Estar carente de propiedad es como estar encadenado al capital; el obrero es libre sólo en apariencia.
¿Qué es capital?
Ahora estamos en condiciones de definir qué es capital: es el dinero, los medios de producción, y las mercancías, que son propiedad de los empresarios y se utilizan en la extracción de plusvalía. Veamos esto con detenimiento.
Cuando el empresario decide invertir su dinero, ese dinero es la forma que toma su capital. Con ese dinero compra el algodón, el telar, el edificio de la fábrica; por lo tanto, en esta segunda etapa, su capital está compuesto por algodón, telar, edificio de la fábrica; o sea, el capital del empresario cambia de forma: antes era dinero, ahora se transformó en medios de producción.
Pero además, nuestro empresario contrata obreros, y por lo tanto una parte de su dinero se transforma en el trabajo humano que genera la plusvalía. Así, otra parte de su capital que tenía la forma dinero, ahora, mientras trabaja el obrero, se ha transformado en trabajo, que está creando valor.
Posteriormente, aparece el hilado terminado, que se destinará a la venta. Por consiguiente, ahora el capital tomó la forma de hilado, existe como hilado; nuevamente el capital cambió de forma. Por último, cuando el empresario vende el hilado, habrá obtenido dinero, es decir, su capital ha vuelto a la forma de dinero.
Si lo analizamos desde el punto de vista del valor, podemos ver que, por ejemplo, había un valor igual a 1.000 pesos, que estaba en billetes; luego ese valor se transformó en medios de producción (algodón, telar, etc.), y en trabajo de los obreros; al salir del proceso de producción, los 1.000 pesos de valor se habían transformado en hilado, y además se había engendrado una plusvalía, supongamos de otros 50 pesos. Por lo tanto, el valor originario, de 1000 pesos, se ha incrementado; decimos que el valor se ha valorizado, gracias al trabajo del obrero.
En vista de esto, podemos decir que el capital es valor en movimiento y transformación: primero aparece bajo la forma de dinero, luego de medios de producción y trabajo, luego de mercancía, y por último de nuevo como dinero. Capital es entonces valor que genera más valor sustentado por la explotación de los obreros. El telar es capital porque está dentro de este movimiento; lo mismo podemos decir del algodón, de la fábrica, o del dinero.
Observemos que si el capitalista comprara el algodón y el telar, y contratara al obrero para que le hiciera un hilado para su uso personal, el dinero gastado, el algodón, el telar o el trabajo no serían capital. En este caso, el capitalista probablemente estaría mejor vestido, pero no habría incrementado el valor del dinero que poseía; por el contrario, lo habría gastado. Sólo hay capital cuando se invierte con vistas a obtener una ganancia.
La acumulación de capital
Una vez puesto en funcionamiento un capital, es decir, una vez que un capitalista inició el proceso de comprar medios de producción y fuerza de trabajo, para producir plusvalor, puede seguir acrecentando su capital.
Supongamos que un capitalista tiene 10.000 pesos iniciales, invertidos en máquinas y materia prima, con los cuales explota a un obrero. Supongamos que este obrero gana 200 pesos mensuales, y produce otros 200 pesos de plusvalía por mes. Supongamos también que el capitalista tiene ahorrado dinero, de manera que puede vivir como vive el obrero, durante varios meses. Si hace trabajar al obrero durante varios meses, y ahorra la plusvalía, al cabo de 50 meses habrá reunido un fondo de 10.000 pesos (200 de plusvalía por mes x 50 meses). Con este dinero ahora podrá comprar otra maquinaria y contratar un segundo obrero, al que le pagará también 200 pesos y del cual sacará otros 200 pesos de plusvalor. Con dos obreros bajo su mando, nuestro capitalista podrá utilizar 200 pesos de plusvalía para consumir y ahorrar otros 200 pesos de plusvalía por mes. O sea, ya no necesita vivir de su fondo de reserva; ahora vive de la plusvalía.
Así, al cabo de otros 50 meses tendrá otros 10.000 pesos, con los que podrá contratar a un tercer obrero. Si todo sigue igual, ahora obtendrá otros 200 pesos de plusvalía. Ahora podrá consumir un poco más, por ejemplo, vivir con 250 pesos, y le quedarán 350 para ahorrar. Ahora podrá contratar a un cuarto obrero en poco más de 28 meses. Si lo hace, y continúan las ventas de sus productos, y los salarios siguen al mismo nivel, su plusvalía pasará a 800 pesos por mes. Y después de varios ciclos tendrá necesidad de ampliar su establecimiento, para contratar más obreros, que le darán más plusvalía. Por supuesto, ya no tendrá ninguna necesidad de vivir estrechamente. Y dispondrá de un capital de varias decenas de miles de dólares.
Este ejemplo es imaginario, pero en líneas generales se reproduce en la vida real. Muchos capitalistas en sus orígenes vivieron pobremente. De allí que muchos empresarios nos digan que ellos, o sus padres, o sus abuelos "empezaron desde cero". Pero esto no es cierto, porque tuvieron la posibilidad de tener un pequeño capital inicial, y además tuvieron la suerte de que nada interrumpiera la acumulación. Si se dieron esas condiciones, a partir de la explotación del obrero el capitalista pudo acumular la plusvalía, acrecentando más y más su capital. Esto se llama la ACUMULACIÓN DE CAPITAL.
Por otra parte, los obreros, condenados a vivir con 200 pesos mensuales -el valor de su fuerza de trabajo- no pueden acumular. Después de varios años habrán perdido su salud trabajando, y estarán tan pobres como cuando empezaron. En el otro polo, el capitalista habrá acumulado riqueza. El hijo del obrero estará condenado, con toda probabilidad, a repetir la historia de su padre. El hijo del capitalista estará destinado a otra historia, porque iniciará su carrera sobre la base de la riqueza acumulada.
Volvemos en cierto sentido al principio, pero ahora viendo cómo este movimiento del capital REPRODUCE EN UN POLO A LOS OBREROS Y EN EL OTRO A LOS CAPITALISTAS, es decir, reproduce las clases sociales. Y no sólo las reproduce, sino que las reproduce de forma AMPLIADA, porque el capitalista cada vez contrata más obreros, al tiempo que concentra más capital.
Si los capitalistas se enriquecen cada vez más, si con ello aumentan las fuerzas de la producción y la riqueza, y si los trabajadores siguen ganando lo mismo, entonces, en proporción, los trabajadores son cada vez más pobres. Incluso los obreros pueden aumentar el consumo de bienes, pero no por ello dejan de ser pobres, porque la pobreza o la riqueza están en relación con la situación de la sociedad y el desarrollo de la producción. Por ejemplo, en el siglo 19 prácticamente ningún trabajador tenía reloj; el reloj era para los ricos y nadie se consideraba extremadamente pobre si no tenía reloj. En las fábricas hacían sonar unas sirenas para despertar a los obreros a las mañanas y anunciar la hora de entrada al trabajo. Sin embargo hoy, en Argentina o Paraguay, un obrero que no tenga dinero para comprar un reloj (aunque sea uno "descartable") es considerado extremadamente pobre. Con relación a la riqueza producida por las modernas fuerzas productivas, podemos decir que los obreros y las masas oprimidas son hoy tanto o más pobres que lo eran hace cien años.
La lucha entre el capital y el trabajo y el ejército de desocupados
Pero a medida que ha ido creciendo el número de obreros agrupados bajo el mando de los capitales, se fueron organizando para luchar por una parte de esa riqueza. Los sindicatos, los partidos obreros y otras formas de organización surgieron al calor de este movimiento de los trabajadores. Los obreros pelearon por aumentos del salario, para que se les pagara mejor el valor de lo único que pueden vender, su fuerza de trabajo. Esta es una manifestación de la lucha de clases en la sociedad capitalista, es decir, de la lucha en defensa de los intereses de clase, unos por aumentar la explotación, otros por ir en el sentido contrario. Todas las mejoras de los trabajadores se consiguieron gracias a esa presión, a las huelgas, manifestaciones, incluso revoluciones contra el sistema explotador. Las mejoras de vida de la clase obrera no fueron el resultado de la bondad de los empresarios, sino conquistas que se arrancaron con pelea, es decir, con la lucha de la clase obrera. Los políticos de la burguesía, así como la iglesia y otros ideólogos, tratan de frenar y desviar la lucha de clases, predicando la conciliación entre obreros y patronos. Los actuales dirigentes de los sindicatos, que han pasado al lado de la patronal, hacen lo mismo. Los revolucionarios, en cambio, mostramos la raíz de la explotación para fortalecer la conciencia de clase obrera, para demostrar que la lucha entre el capital y el trabajo es inevitable y necesaria, y el único camino para acabar con la explotación.
A pesar de las gigantescas luchas obreras dentro del sistema capitalista, los empresarios lograron, a lo largo de la historia, mantener a raya los salarios; los trabajadores muchas veces obligaron a ceder, pero nunca pudieron hacer desaparecer la plusvalía con la lucha sindical. Tomemos el ejemplo anterior, en donde al obrero le pagaban 25 pesos diarios por su fuerza de trabajo, y producía 25 de plusvalía. Dijimos que las luchas obreras podían arrancar aumentos de salario y disminuir la plusvalía. Por ejemplo llevar el salario a 27 pesos y la plusvalía a 23 pesos. Tal vez a 30 de salario y 20 de plusvalía; incluso si la lucha obrera fuera muy fuerte, y los capitalistas estuvieran muy necesitados de trabajo, los salarios podrían llegar a 35 pesos por día y la plusvalía bajar a 15.
¿Puede seguirse así hasta acabar con la plusvalía y la explotación?
La experiencia nos muestra que no, que esta lucha económica tiene un límite. Llegado un punto los capitalistas aceleran las innovaciones, introducen maquinarias que reemplazan la mano de obra y despiden obreros. Marx cuenta un caso de una zona de Inglaterra en que faltaban cosechadores, y los trabajadores conseguían más y más aumentos salariales. Pero llegó un momento en que a los empresarios les convino comprar máquinas cosechadoras, en lugar de contratar obreros. Al poco tiempo había enormes masas de desocupados, que peleaban por un puesto de trabajo, y los salarios se desplomaban. Hoy en todos lados los capitalistas reemplazan a los obreros por máquinas; en las fábricas automotrices, por ejemplo, en muchas líneas de montaje los robots hacen el trabajo de varios obreros.
Así se generan más y más desocupados, es decir, se crea un EJÉRCITO DE DESOCUPADOS, que es la principal arma que tiene el capital para derrotar las luchas sindicales. Por eso Marx decía que la maquinaria se ha transformado en un arma poderosa contra la clase obrera. La maquinaria debería ser un instrumento para liberar al ser humano de las penalidades del trabajo manual, pero bajo el dominio del capital se convierte en un instrumento para esclavizar más al obrero; porque crea desocupados, pero también porque los que conservan el empleo son sometidos a mayores ritmos de producción, a peores salarios.
Pero existe otra vía por la cual se crea desocupación. Cuando los capitalistas ven que las ganancias están disminuyendo, comienzan a interrumpir sus inversiones. Por ejemplo, el empresario que vende el hilado, en lugar de contratar de nuevo a los obreros, guarda el dinero a la espera de que mejoren las condiciones para sus negocios. Cuando muchos capitalistas hacen lo mismo, hablamos de una crisis, y por todos lados aparecen obreros sin trabajo. En estos períodos se crean enormes masas de desocupados.
En el mundo capitalista desde hace por lo menos 20 años que ha estado creciendo la masa de desocupados, porque se frenaron las inversiones y porque se introducen maquinarias que desplazan a los obreros. Cuando se habla de la cantidad de robos que existen actualmente, de que no hay seguridad en las calles, de que las cárceles están llenas, se pasa por alto la raíz del fenómeno: la explotación capitalista y las leyes de la acumulación. Estos desocupados y marginados por el sistema presionan hacia abajo los salarios; y los capitalistas chantajean a los que tienen trabajo con la amenaza de mandarlos a la miseria si no se someten a sus exigencias.
EL CAPITALISMO CREA CONSTANTEMENTE UNA MASA DE MARGINADOS, DE POBRES ABSOLUTOS, QUE SON UTILIZADOS COMO ARMA DE DOMINACIÓN CONTRA LA CLASE OBRERA.
Tomar conciencia de los límites de las luchas por las reivindicaciones económicas es fundamental para que la clase obrera no siga atada a los políticos de la burguesía y para empezar a forjar su independencia de clase, esto es, sus propias organizaciones, con un programa y una estrategia que apunten contra la explotación del capital.
La competencia y la concentración de la riqueza
Si bien los capitalistas están unidos cuando se trata de mantener la explotación, entre ellos existe la más feroz competencia. Cada empresario trata de vender más que sus competidores, sacarle clientes. Para eso, cada uno busca aumentar la explotación de sus obreros y tecnificarse. Si un capitalista descubre una técnica mejor para producir, procura que la competencia no la conozca, con la esperanza de bajar los precios y arruinar a los otros. Los capitalistas que no logran seguir el ritmo de la renovación tecnológica, se arruinan y son absorbidos por la competencia o van a la quiebra.
Por eso Marx decía que la competencia es como un látigo, que obliga a cada empresario a ir hasta el fondo en la explotación de sus obreros. Esta es una ley de hierro en la sociedad actual. Por esta razón la explotación no tiene que ver con la buena o mala voluntad de algunos empresarios individuales. Puede haber dueños de empresas que consideren inhumanas las condiciones en que viven los trabajadores, pero seguirán manteniendo los salarios bajos y exigiendo más y más ritmo de trabajo, argumentando que "si no lo hacemos la competencia nos va a arruinar". Por eso no hay que esperar que los capitalistas "comprendan" las necesidades de los trabajadores y modifiquen voluntariamente sus comportamientos.
Hoy este impulso del sistema capitalista se ve multiplicado por la competencia internacional. Los capitalistas de todos los países están lanzados a una carrera desesperada por bajar los costos, por aumentar la explotación, para sobrevivir en el Mercosur y en otros mercados mundializados. Los empresarios hacen un chantaje a los trabajadores porque dicen: "si no aceptan todas las condiciones de trabajo que impongo, voy a invertir en otro país".
ESTA LUCHA ENTRE LOS CAPITALISTAS POR AUMENTAR LA EXPLOTACIÓN PARA SOBREVIVIR ES LA RAZÓN PRINCIPAL POR LA CUAL NO PUEDE EXISTIR UN CAPITALISMO HUMANO Y COMPRENSIVO DE LAS NECESIDADES DE LOS OBREROS
En la lucha entre los capitales, inevitablemente muchos caen, y son "comidos" por los más fuertes. Como dice el dicho popular, el pez gordo se come al pez chico. Todos los días se fusionan capitales, hay empresarios que compran fábricas en quiebra, hay comercios y bancos que caen en problemas y no pueden sobrevivir. Millones de cuentapropistas, de pequeños campesinos, aun de pequeños empresarios, se funden, y van a la pobreza absoluta o a trabajar de obreros. Un ejemplo es lo que sucedió con la entrada de los hipermercados. Miles y miles de almaceneros, panaderos, carniceros, se arruinaron y ellos, o sus hijos, tuvieron que emplearse como asalariados, muchas veces en los mismos supermercados que los hundieron.
Así los capitales cada vez más se concentran en pocas manos. Hoy, las 200 corporaciones más grandes del planeta tienen ventas equivalentes al 28% de la actividad económica del mundo. En cada país podemos ver cómo un puñado de 300 o 400 empresas tiene un peso descomunal en la economía; algunas compañías transnacionales tienen ventas anuales por sumas que superan largamente los presupuestos de la mayoría de los países. En manos de algunas decenas de miles de grandes capitalistas se concentra el poder de dar trabajo o no a cientos de millones de desposeídos.
escrito por Rolando Astarita
Este curso fue escrito por primera vez en enero de 1988, y fue editado con el nombre de “Actualidad y vigencia del comunismo, por Cuadernos de formación de Debate Marxista. Desde entonces fue reeditado por organizaciones y movimientos populares diversos para el abordaje de algunas ideas esenciales del marxismo. Tal vez fue obedeciendo a esta circunstancia que muchos lo conocen como “el curso básico”, y es por eso que aquí lo presentamos con este nombre.
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---mensaje nº 1---
Introducción
Los políticos y los medios de prensa nos dicen a diario que la única sociedad posible es la que tenemos, y que las experiencias de la Unión Soviética o de Cuba demuestran que cualquier intento de cambiarla está destinado al fracaso, que el socialismo es inaplicable, que no tiene ninguna base real. La discusión de estos problemas es muy importante para los trabajadores, porque si aquello fuera cierto, entonces deberíamos resignarnos a la desigualdad social extrema, a la desocupación, a la extensión del analfabetismo, de la mortalidad infantil. Actualmente en el mundo hay más de 1000 millones de personas que pasan hambre. En 2004 la Organización Internacional del Trabajo calculaba que había 188 millones de desocupados en el planeta; con iniciada en 2008, habrían aumentado en 50 millones.
La situación de la niñez es ilustrativa. Según investigadores del Banco Mundial, a comienzos de la década de 2000 casi 186 millones de niños y niñas, de entre cinco y 14 años, trabajaban. De ellos, 5,7 millones realizaban trabajos forzados, 1,8 millones estaban en la prostitución y 0,3 millones en conflictos armados. Si se agregaban los que trabajaban en forma intermitente, y el trabajo no contabilizado de las niñas (la mayoría en trabajo hogareño) se llegaba a la cifra de casi 480 millones de niños y niñas que trabajaban. Entre las tareas que realizaban estaba confección de ropa, fabricación de ladrillos, armado de cigarros, cosido de pelotas de béisbol, pulido de piedras preciosas, tareas mineras y agrícolas. En una gran mayoría estaban sometidos a condiciones infrahumanas, prácticamente tratados como esclavos, privados de su niñez y de acceso a la educación. Siempre según datos del Banco Mundial, a mediados de los 2000 uno de cada siete niños o niñas en edad escolar no concurría a la escuela.
Destaquemos que en Europa existían, en 2009, 56 millones de pobres, equivalentes al 15% de la población. En Grecia y Portugal la pobreza alcanzaba al 21% de la población, y en España al 19%, En Estados Unidos, la economía más poderosa del planeta, a comienzos de 2010 había 37 millones de pobres, representando más del 12% de la población; casi la cuarta parte de la población negra, y más del 21% de los hispanos, estaban en la pobreza. Son los países más poderosos, que experimentan las más gigantescas revoluciones de la técnica y de la ciencia que ha conocido la historia de la humanidad. Y nos insisten en que no hay alternativa a esto... ¿Qué porvenir nos espera? ¿Qué futuro pueden tener los jóvenes de nuestros países latinoamericanos?
Por otra parte, en la más alta cumbre, un puñado acumula fortunas inimaginables: Investigadores de un Instituto de Estudios Políticos de Estados Unidos calculan que la riqueza combinada de las 447 personas más ricas es mayor que el ingreso de la mitad más pobre de la población mundial.
En los países muy ricos, donde se concentra menos de una cuarta parte de la población mundial, se consumen más del 70% de los recursos de energía del mundo, se manejan más del 80% de los recursos financieros del planeta, se concentran los grandes medios de comunicación, los centros de investigación y desarrollo, al tiempo que las más extensas zonas del globo siguen quedándose atrás. El 20% de la población mundial que vive en los países más ricos, participa del 86% del consumo global, mientras que el 20% de la población que vive en los países más pobres, participa solo del 1% del consumo global.
De los 4400 millones de habitantes que están en los países subdesarrollados, casi tres quintas partes no tienen infraestructuras sanitarias básicas; casi un tercio no tiene acceso al agua potable; una quinta parte no accede a servicios modernos de salud. Unos 30.000 niños mueren por día por causas prevenibles. Según una agencia católica para el desarrollo, a mediados de los 2000 la vaca promedio europea recibía un subsidio de 2,2 dólares por día, más que el ingreso diario que recibía la mitad de la población mundial.
CUANDO NOS DICEN QUE EL SOCIALISMO NO ES POSIBLE, NOS ESTÁN DICIENDO QUE ESTE CUADRO DE UNA MINORÍA CADA VEZ MAS RICA, Y DE UNA MAYORÍA CADA VEZ MAS POBRE, SERÁ PERMANENTE Y LOS TRABAJADORES NO LA PUEDEN CUESTIONAR.
El objetivo de este escrito es discutir esta propaganda de los poderosos, y demostrar que existe otro tipo de sociedad, que no sólo es posible, sino también necesaria, la comunista. Para explicar qué es el comunismo y por qué es necesario y posible, primero debemos aclararnos qué es el capitalismo, el sistema social en que vivimos.
A. ¿QUÉ ES EL CAPITALISMO?
Las dos grandes clases sociales
El sistema capitalista se caracteriza, en primer lugar, por el hecho de que las fábricas, los campos, los bancos, los comercios, es decir, los medios para producir, comerciar y para el intercambio, son propiedad privada de un grupo social, los capitalistas. Frente a ellos se encuentra una inmensa mayoría de personas que no son propietarias de ningún medio para producir, y deben trabajar para los capitalistas por un salario. Son los obreros.
Ser obrero o capitalista no es algo que podamos elegir a voluntad, porque está determinado por la forma en que está organizada la sociedad. Para comprender este importante, punto, supongamos dos niños, uno hijo de obreros, el otro de empresarios. El primero, cuando llegue a adulto, a lo sumo tendrá como herencia la casa de sus padres; con eso no podrá mantenerse y deberá hacer lo mismo que hicieron sus padres: contratarse como empleado u obrero. Es decir, pertenece a la clase obrera desde su nacimiento, a la clase que no es propietaria de los medios para producir. Es una situación que no elige, porque la conformación de la sociedad lo destina a ese lugar. El segundo, en cambio, cuando llegue a adulto va a heredar la empresa de sus padres, y estará destinado "socialmente" a ser empresario. Como vemos, cada uno de estos niños pertenecerá a grupos sociales distintos. ¿Qué los distingue? El hecho de que uno de esos grupos es propietario de los medios de producción, el otro no lo es. Los que no son propietarios están obligados a trabajar bajo el mando de los que son propietarios.
A los grupos de personas que se distinguen por la propiedad o no propiedad de los medios de producción, se los llama CLASES SOCIALES. La clase capitalista es la clase o grupo de gente propietaria de los medios de producción. La clase obrera es el grupo que no es propietario de los medios de producción y debe trabajar por un salario, bajo el mando de los capitalistas. Un obrero puede ganar más o menos dinero, pero mientras no sea propietario de las herramientas y máquinas con las que trabaja, y esté obligado a emplearse por un salario bajo las órdenes del empresario, seguirá perteneciendo a la clase obrera.
En esta sociedad EXISTEN DOS GRANDES CLASES SOCIALES, LOS PROPIETARIOS DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN, QUE EMPLEAN OBREROS, Y LOS NO PROPIETARIOS DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN, QUE TRABAJAN COMO ASALARIADOS PARA LOS PRIMEROS.
Entre estas dos grandes clases sociales existe otra clase, que llamaremos la pequeña burguesía. Este grupo ocupa una posición intermedia entre la clase obrera y la clase capitalista, porque por lo general tienen una propiedad (por ejemplo, un taxi, un pequeño comercio, son profesionales independientes), pero no emplean obreros, y viven de su trabajo.
También existen otros sectores, que son más difíciles de clasificar; por ejemplo, los ladrones, los mendigos. Pero lo importante es que nos concentremos por ahora en las dos grandes clases, la capitalista y la obrera, para analizar qué relación existe entre ambas. Esta relación nos mostrará el secreto del funcionamiento de este sistema capitalista.
Antes de terminar este punto, queremos refutar una idea que tratan de inculcar desde las escuelas, la Iglesia, los medios de comunicación, y que viene a decir que es "natural" que los seres humanos pertenezcan a clases diferentes. Según este argumento, pareciera que la naturaleza ha dispuesto que algunos vengan a este mundo siendo propietarios de los medios para producir y comerciar, y otros no. En el mismo sentido, se nos quiere hacer creer que hace muchos años, hubo un grupo de gente que ahorraba y trabajaba mucho, y otro que haraganeaba todo el día. Entonces, el primer grupo se hizo propietario, y a partir de allí sus hijos y todos sus descendientes ya no tuvieron que trabajar. Mientras que los del segundo grupo, los holgazanes, se vieron obligados a trabajar como empleados, y todos sus descendientes también, y ya no pudieron salir de esa situación.
Como se puede intuir, todos estos son cuentos para disimular el hecho de que esta sociedad está dividida en clases, que esta situación ha sido provocada por la evolución de la historia humana, y por lo tanto es modificable. Veamos ahora qué sucede cuando un obrero trabaja para el patrón.
La explotación
1) ¿Qué es el valor?
Vamos a comenzar por una pregunta que está en la base de toda la economía: de dónde viene el precio de las cosas que compramos o vendemos. Aquí vamos a dar una explicación muy sencilla, que nos servirá para lo que sigue.
Cuando hablamos de precio, nos referimos al valor económico que tiene una mercancía. Por ejemplo, si un reloj tiene un precio muy alto, decimos que tiene mucho valor; de un producto de mala calidad, decimos que vale muy poco. Entonces, ¿Qué es lo que da valor a las cosas? ¿Por qué algunas tienen mucho valor (son caras) y otras no?
En el siglo pasado, varios economistas llegaron a la conclusión de que lo que otorga valor a las mercancías (por lo menos, de todas las que se hacen con vistas a la venta) es el trabajo humano empleado para producirlas.
Por ejemplo, si un mueble tiene una madera muy pulida, si tiene muchas manos de barniz, es decir, si tiene muchas horas de trabajo invertidas en su fabricación, tendrá más valor que otra mesa mal terminada, mal pulida. Supongamos que en la primera se han empleado 20 horas de trabajo, y en la segunda 10 horas. La primera tendrá el doble de valor que la segunda y eso se manifestará en el precio: podemos suponer que la primera costará el doble de dinero que la segunda. Por ejemplo, si la primera vale 100 pesos y la segunda 50 peso, esa diferencia expresará que en la primera se empleó aproximadamente el doble de tiempo de trabajo para producirla.1
Los socialistas decimos que la fuente de valor es el trabajo humano que se invierte en producir, en modificar materias tomadas de la naturaleza, para crear los bienes de uso que empleamos en nuestras vidas.
Entonces el valor es una cualidad, una propiedad, de los bienes que compramos o vendemos, que tiene algo así como dos "caras": por un lado, es el tiempo de trabajo que se emplea para producir ese bien; ésta sería la cara oculta, la que no vemos a primera vista, cuando estamos en el mercado. Por otro lado, ese tiempo de trabajo se nos muestra en el precio, en el dinero que pagamos cuando lo compramos o que recibimos cuando lo vendemos; esta es la cara visible del valor, que hace que no nos demos cuenta de que, al comprar o vender cosas, estamos comprando o vendiendo tiempos de trabajo.
Por eso, cuando decimos que un bien (una mesa, una camisa, etc.) vale tanto dinero, estamos diciendo en el fondo que se empleó una cierta cantidad de trabajo para producirla. A pesar de que esto no aparece a la vista, los empresarios siempre están calculando los tiempos de trabajo empleados. Por ejemplo, los empresarios del acero calculan que en Argentina, para producir una tonelada de acero, hoy hacen falta 11 horas de trabajo, en Brasil 8 y en México 12. Estas diferencias pueden estar dadas por las diferentes técnicas, o por otros motivos.
Por supuesto, un trabajo más complejo, más difícil, agrega más valor. Daremos un ejemplo. Supongamos que un campesino leñador va a un bosque y corta un árbol, y lo transporta hasta el pueblo, donde vende la madera, y que toda esa operación le lleva 10 horas de trabajo; supongamos que en cada hora de trabajo los hacheros generan 5 pesos de valor. Por lo tanto, este campesino podrá vender la madera en 50 pesos (10 horas de trabajo x 5 pesos = 50 pesos). Pero quien compra ahora la madera es un artesano, tallador experto, que saca de ella un bonito adorno. Supongamos que este artesano emplea otras 10 horas de trabajo, pero esta vez, como su trabajo es más complejo, más difícil, en cada hora de trabajo agrega 15 pesos de valor, en lugar de los 5 que generaba el leñador. Por lo tanto, habrá sumado a la madera un valor de 150 pesos (10 horas de trabajo x 15 pesos = 150 pesos). El adorno, de conjunto, valdrá 200 pesos = 50 pesos (valor creado por el leñador) + 150 pesos (valor creado por el tallador). Estos 200 pesos representarán 10 horas de trabajo "simple", del leñador, y 10 horas de trabajo complejo, del artesano tallador. También podríamos reducir todo a horas de trabajo simple, por ejemplo, decir que los 200 pesos que vale el adorno representan 40 horas de un trabajo tan simple como el que realizó el leñador.
2) ¿Qué es el plusvalor?
Conociendo qué es el valor, podemos saber cómo surge la ganancia del empresario.
Veamos qué sucede cuando el obrero trabaja en una fábrica por un salario.
Supongamos que en una empresa el obrero utiliza un telar, e hila algodón. El algodón que emplea diariamente para hacer el hilado tiene un valor de 100 pesos. Supongamos también que el obrero hace un trabajo simple, durante 10 horas, y crea un nuevo valor, de 50 pesos. Por otra parte, por el desgaste del telar, los gastos de luz, agua, y otros, hay que agregar otros 10 pesos de valor.
La cuenta es:
100 pesos que vale el algodón que emplea
+ 50 pesos que agrega el obrero con su trabajo diario de 10 horas
10 pesos de gastos del telar, y otros gastos
Total: 160 pesos que vale el hilado.
¿Dónde está la ganancia del dueño de la empresa? ¿De dónde puede salir? Esta era la gran pregunta que se hacían los economistas en el siglo pasado, y no acertaban a responder. La respuesta que dio Carlos Marx es la siguiente: el obrero agregó con su trabajo 50 pesos de valor al hilado. Pero el dueño de la empresa no le devuelve ese valor que produjo, porque sólo le paga de acuerdo a lo que necesita para mantenerse él y su familia, que será menos que los 50 pesos de valor que ha creado. Por ejemplo, si el obrero necesita -en promedio- 25 pesos por día para comer, vestirse, pagar el alquiler, mantener a sus hijos (aunque sea a nivel mínimo), el dueño de la empresa procurará pagarle sólo esos 25 pesos, que representan 5 horas de trabajo. De esta manera, el obrero habrá empleado 5 horas en producir un valor igual a su salario, de 25 pesos. Y otras 5 horas habrá trabajado gratis, produciendo un PLUSVALOR o PLUSVALÍA de 25 pesos, que se los apropia el capitalista.
En algunos casos los obreros, con sus luchas, consiguen aumentos, por ejemplo, llevar la paga a 27 pesos; en otros casos, el dueño de la empresa logrará bajar el salario, por ejemplo a 23 pesos. Pero siempre existirá ese plusvalor en favor del capital.
Hagamos ahora las cuentas totales:
El dueño de la empresa invirtió: 100 pesos en comprar algodón; invirtió antes en las instalaciones y las máquinas, y esto se lo va cobrando poco a poco, cargando 10 pesos por día en sus costos;2 además, pagó 25 pesos al obrero: Por lo tanto el costo del hilado para él es de 125 pesos. Pero como el obrero creó un nuevo valor "extra" por 25 pesos, podrá vender el hilado en 150 pesos. Le quedan 25 pesos de ganancia. Ahora, en cuentas:
100 pesos de algodón
+ 10 pesos de desgastes de la máquina
25 pesos de salario del obrero
25 pesos de plusvalía
Total: 160 pesos
Observemos entonces que el capitalista le paga al obrero no de acuerdo al valor que produjo, sino de acuerdo al valor de los alimentos, de la ropa, de la vivienda, que necesita para vivir. Por eso Marx dice que el dueño de la empresa le paga al obrero el valor de su FUERZA DE TRABAJO. El valor de la fuerza de trabajo es el valor de la canasta de bienes que consume el obrero para vivir y reproducirse.
De esta manera el dueño de la empresa dispone de una forma de generar ganancias sin tener que trabajar; o a lo sumo, trabaja en la vigilancia de los trabajadores, en cuidar que éstos produzcan lo debido. Pero cuando es poderoso, contrata a los capataces y supervisores para esa tarea. A esto le llamamos explotación, porque el obrero produce más valor que el que recibe a cambio.
¿Por qué el capitalista pudo hacer esto? Recordemos lo básico: porque es el dueño de los medios de producción, es decir, de los medios para crear lo que necesitan los seres humanos para vivir. Sin herramientas, sin materias primas, sin dinero para mantenerse mientras produce, el obrero no puede vivir. Por eso está obligado a vender su fuerza de trabajo al empresario, y a producir plusvalía para éste. Recordemos lo que decíamos al comienzo: desde su cuna los obreros están destinados a ir a trabajar por un salario, porque no disponen de los medios para producir. Y si carecemos de herramientas y de las materias primas, si tampoco tenemos un pedazo de naturaleza para proveernos, es imposible alimentarnos, vestirnos, tener vivienda. Estar carente de propiedad es como estar encadenado al capital; el obrero es libre sólo en apariencia.
¿Qué es capital?
Ahora estamos en condiciones de definir qué es capital: es el dinero, los medios de producción, y las mercancías, que son propiedad de los empresarios y se utilizan en la extracción de plusvalía. Veamos esto con detenimiento.
Cuando el empresario decide invertir su dinero, ese dinero es la forma que toma su capital. Con ese dinero compra el algodón, el telar, el edificio de la fábrica; por lo tanto, en esta segunda etapa, su capital está compuesto por algodón, telar, edificio de la fábrica; o sea, el capital del empresario cambia de forma: antes era dinero, ahora se transformó en medios de producción.
Pero además, nuestro empresario contrata obreros, y por lo tanto una parte de su dinero se transforma en el trabajo humano que genera la plusvalía. Así, otra parte de su capital que tenía la forma dinero, ahora, mientras trabaja el obrero, se ha transformado en trabajo, que está creando valor.
Posteriormente, aparece el hilado terminado, que se destinará a la venta. Por consiguiente, ahora el capital tomó la forma de hilado, existe como hilado; nuevamente el capital cambió de forma. Por último, cuando el empresario vende el hilado, habrá obtenido dinero, es decir, su capital ha vuelto a la forma de dinero.
Si lo analizamos desde el punto de vista del valor, podemos ver que, por ejemplo, había un valor igual a 1.000 pesos, que estaba en billetes; luego ese valor se transformó en medios de producción (algodón, telar, etc.), y en trabajo de los obreros; al salir del proceso de producción, los 1.000 pesos de valor se habían transformado en hilado, y además se había engendrado una plusvalía, supongamos de otros 50 pesos. Por lo tanto, el valor originario, de 1000 pesos, se ha incrementado; decimos que el valor se ha valorizado, gracias al trabajo del obrero.
En vista de esto, podemos decir que el capital es valor en movimiento y transformación: primero aparece bajo la forma de dinero, luego de medios de producción y trabajo, luego de mercancía, y por último de nuevo como dinero. Capital es entonces valor que genera más valor sustentado por la explotación de los obreros. El telar es capital porque está dentro de este movimiento; lo mismo podemos decir del algodón, de la fábrica, o del dinero.
Observemos que si el capitalista comprara el algodón y el telar, y contratara al obrero para que le hiciera un hilado para su uso personal, el dinero gastado, el algodón, el telar o el trabajo no serían capital. En este caso, el capitalista probablemente estaría mejor vestido, pero no habría incrementado el valor del dinero que poseía; por el contrario, lo habría gastado. Sólo hay capital cuando se invierte con vistas a obtener una ganancia.
La acumulación de capital
Una vez puesto en funcionamiento un capital, es decir, una vez que un capitalista inició el proceso de comprar medios de producción y fuerza de trabajo, para producir plusvalor, puede seguir acrecentando su capital.
Supongamos que un capitalista tiene 10.000 pesos iniciales, invertidos en máquinas y materia prima, con los cuales explota a un obrero. Supongamos que este obrero gana 200 pesos mensuales, y produce otros 200 pesos de plusvalía por mes. Supongamos también que el capitalista tiene ahorrado dinero, de manera que puede vivir como vive el obrero, durante varios meses. Si hace trabajar al obrero durante varios meses, y ahorra la plusvalía, al cabo de 50 meses habrá reunido un fondo de 10.000 pesos (200 de plusvalía por mes x 50 meses). Con este dinero ahora podrá comprar otra maquinaria y contratar un segundo obrero, al que le pagará también 200 pesos y del cual sacará otros 200 pesos de plusvalor. Con dos obreros bajo su mando, nuestro capitalista podrá utilizar 200 pesos de plusvalía para consumir y ahorrar otros 200 pesos de plusvalía por mes. O sea, ya no necesita vivir de su fondo de reserva; ahora vive de la plusvalía.
Así, al cabo de otros 50 meses tendrá otros 10.000 pesos, con los que podrá contratar a un tercer obrero. Si todo sigue igual, ahora obtendrá otros 200 pesos de plusvalía. Ahora podrá consumir un poco más, por ejemplo, vivir con 250 pesos, y le quedarán 350 para ahorrar. Ahora podrá contratar a un cuarto obrero en poco más de 28 meses. Si lo hace, y continúan las ventas de sus productos, y los salarios siguen al mismo nivel, su plusvalía pasará a 800 pesos por mes. Y después de varios ciclos tendrá necesidad de ampliar su establecimiento, para contratar más obreros, que le darán más plusvalía. Por supuesto, ya no tendrá ninguna necesidad de vivir estrechamente. Y dispondrá de un capital de varias decenas de miles de dólares.
Este ejemplo es imaginario, pero en líneas generales se reproduce en la vida real. Muchos capitalistas en sus orígenes vivieron pobremente. De allí que muchos empresarios nos digan que ellos, o sus padres, o sus abuelos "empezaron desde cero". Pero esto no es cierto, porque tuvieron la posibilidad de tener un pequeño capital inicial, y además tuvieron la suerte de que nada interrumpiera la acumulación. Si se dieron esas condiciones, a partir de la explotación del obrero el capitalista pudo acumular la plusvalía, acrecentando más y más su capital. Esto se llama la ACUMULACIÓN DE CAPITAL.
Por otra parte, los obreros, condenados a vivir con 200 pesos mensuales -el valor de su fuerza de trabajo- no pueden acumular. Después de varios años habrán perdido su salud trabajando, y estarán tan pobres como cuando empezaron. En el otro polo, el capitalista habrá acumulado riqueza. El hijo del obrero estará condenado, con toda probabilidad, a repetir la historia de su padre. El hijo del capitalista estará destinado a otra historia, porque iniciará su carrera sobre la base de la riqueza acumulada.
Volvemos en cierto sentido al principio, pero ahora viendo cómo este movimiento del capital REPRODUCE EN UN POLO A LOS OBREROS Y EN EL OTRO A LOS CAPITALISTAS, es decir, reproduce las clases sociales. Y no sólo las reproduce, sino que las reproduce de forma AMPLIADA, porque el capitalista cada vez contrata más obreros, al tiempo que concentra más capital.
Si los capitalistas se enriquecen cada vez más, si con ello aumentan las fuerzas de la producción y la riqueza, y si los trabajadores siguen ganando lo mismo, entonces, en proporción, los trabajadores son cada vez más pobres. Incluso los obreros pueden aumentar el consumo de bienes, pero no por ello dejan de ser pobres, porque la pobreza o la riqueza están en relación con la situación de la sociedad y el desarrollo de la producción. Por ejemplo, en el siglo 19 prácticamente ningún trabajador tenía reloj; el reloj era para los ricos y nadie se consideraba extremadamente pobre si no tenía reloj. En las fábricas hacían sonar unas sirenas para despertar a los obreros a las mañanas y anunciar la hora de entrada al trabajo. Sin embargo hoy, en Argentina o Paraguay, un obrero que no tenga dinero para comprar un reloj (aunque sea uno "descartable") es considerado extremadamente pobre. Con relación a la riqueza producida por las modernas fuerzas productivas, podemos decir que los obreros y las masas oprimidas son hoy tanto o más pobres que lo eran hace cien años.
La lucha entre el capital y el trabajo y el ejército de desocupados
Pero a medida que ha ido creciendo el número de obreros agrupados bajo el mando de los capitales, se fueron organizando para luchar por una parte de esa riqueza. Los sindicatos, los partidos obreros y otras formas de organización surgieron al calor de este movimiento de los trabajadores. Los obreros pelearon por aumentos del salario, para que se les pagara mejor el valor de lo único que pueden vender, su fuerza de trabajo. Esta es una manifestación de la lucha de clases en la sociedad capitalista, es decir, de la lucha en defensa de los intereses de clase, unos por aumentar la explotación, otros por ir en el sentido contrario. Todas las mejoras de los trabajadores se consiguieron gracias a esa presión, a las huelgas, manifestaciones, incluso revoluciones contra el sistema explotador. Las mejoras de vida de la clase obrera no fueron el resultado de la bondad de los empresarios, sino conquistas que se arrancaron con pelea, es decir, con la lucha de la clase obrera. Los políticos de la burguesía, así como la iglesia y otros ideólogos, tratan de frenar y desviar la lucha de clases, predicando la conciliación entre obreros y patronos. Los actuales dirigentes de los sindicatos, que han pasado al lado de la patronal, hacen lo mismo. Los revolucionarios, en cambio, mostramos la raíz de la explotación para fortalecer la conciencia de clase obrera, para demostrar que la lucha entre el capital y el trabajo es inevitable y necesaria, y el único camino para acabar con la explotación.
A pesar de las gigantescas luchas obreras dentro del sistema capitalista, los empresarios lograron, a lo largo de la historia, mantener a raya los salarios; los trabajadores muchas veces obligaron a ceder, pero nunca pudieron hacer desaparecer la plusvalía con la lucha sindical. Tomemos el ejemplo anterior, en donde al obrero le pagaban 25 pesos diarios por su fuerza de trabajo, y producía 25 de plusvalía. Dijimos que las luchas obreras podían arrancar aumentos de salario y disminuir la plusvalía. Por ejemplo llevar el salario a 27 pesos y la plusvalía a 23 pesos. Tal vez a 30 de salario y 20 de plusvalía; incluso si la lucha obrera fuera muy fuerte, y los capitalistas estuvieran muy necesitados de trabajo, los salarios podrían llegar a 35 pesos por día y la plusvalía bajar a 15.
¿Puede seguirse así hasta acabar con la plusvalía y la explotación?
La experiencia nos muestra que no, que esta lucha económica tiene un límite. Llegado un punto los capitalistas aceleran las innovaciones, introducen maquinarias que reemplazan la mano de obra y despiden obreros. Marx cuenta un caso de una zona de Inglaterra en que faltaban cosechadores, y los trabajadores conseguían más y más aumentos salariales. Pero llegó un momento en que a los empresarios les convino comprar máquinas cosechadoras, en lugar de contratar obreros. Al poco tiempo había enormes masas de desocupados, que peleaban por un puesto de trabajo, y los salarios se desplomaban. Hoy en todos lados los capitalistas reemplazan a los obreros por máquinas; en las fábricas automotrices, por ejemplo, en muchas líneas de montaje los robots hacen el trabajo de varios obreros.
Así se generan más y más desocupados, es decir, se crea un EJÉRCITO DE DESOCUPADOS, que es la principal arma que tiene el capital para derrotar las luchas sindicales. Por eso Marx decía que la maquinaria se ha transformado en un arma poderosa contra la clase obrera. La maquinaria debería ser un instrumento para liberar al ser humano de las penalidades del trabajo manual, pero bajo el dominio del capital se convierte en un instrumento para esclavizar más al obrero; porque crea desocupados, pero también porque los que conservan el empleo son sometidos a mayores ritmos de producción, a peores salarios.
Pero existe otra vía por la cual se crea desocupación. Cuando los capitalistas ven que las ganancias están disminuyendo, comienzan a interrumpir sus inversiones. Por ejemplo, el empresario que vende el hilado, en lugar de contratar de nuevo a los obreros, guarda el dinero a la espera de que mejoren las condiciones para sus negocios. Cuando muchos capitalistas hacen lo mismo, hablamos de una crisis, y por todos lados aparecen obreros sin trabajo. En estos períodos se crean enormes masas de desocupados.
En el mundo capitalista desde hace por lo menos 20 años que ha estado creciendo la masa de desocupados, porque se frenaron las inversiones y porque se introducen maquinarias que desplazan a los obreros. Cuando se habla de la cantidad de robos que existen actualmente, de que no hay seguridad en las calles, de que las cárceles están llenas, se pasa por alto la raíz del fenómeno: la explotación capitalista y las leyes de la acumulación. Estos desocupados y marginados por el sistema presionan hacia abajo los salarios; y los capitalistas chantajean a los que tienen trabajo con la amenaza de mandarlos a la miseria si no se someten a sus exigencias.
EL CAPITALISMO CREA CONSTANTEMENTE UNA MASA DE MARGINADOS, DE POBRES ABSOLUTOS, QUE SON UTILIZADOS COMO ARMA DE DOMINACIÓN CONTRA LA CLASE OBRERA.
Tomar conciencia de los límites de las luchas por las reivindicaciones económicas es fundamental para que la clase obrera no siga atada a los políticos de la burguesía y para empezar a forjar su independencia de clase, esto es, sus propias organizaciones, con un programa y una estrategia que apunten contra la explotación del capital.
La competencia y la concentración de la riqueza
Si bien los capitalistas están unidos cuando se trata de mantener la explotación, entre ellos existe la más feroz competencia. Cada empresario trata de vender más que sus competidores, sacarle clientes. Para eso, cada uno busca aumentar la explotación de sus obreros y tecnificarse. Si un capitalista descubre una técnica mejor para producir, procura que la competencia no la conozca, con la esperanza de bajar los precios y arruinar a los otros. Los capitalistas que no logran seguir el ritmo de la renovación tecnológica, se arruinan y son absorbidos por la competencia o van a la quiebra.
Por eso Marx decía que la competencia es como un látigo, que obliga a cada empresario a ir hasta el fondo en la explotación de sus obreros. Esta es una ley de hierro en la sociedad actual. Por esta razón la explotación no tiene que ver con la buena o mala voluntad de algunos empresarios individuales. Puede haber dueños de empresas que consideren inhumanas las condiciones en que viven los trabajadores, pero seguirán manteniendo los salarios bajos y exigiendo más y más ritmo de trabajo, argumentando que "si no lo hacemos la competencia nos va a arruinar". Por eso no hay que esperar que los capitalistas "comprendan" las necesidades de los trabajadores y modifiquen voluntariamente sus comportamientos.
Hoy este impulso del sistema capitalista se ve multiplicado por la competencia internacional. Los capitalistas de todos los países están lanzados a una carrera desesperada por bajar los costos, por aumentar la explotación, para sobrevivir en el Mercosur y en otros mercados mundializados. Los empresarios hacen un chantaje a los trabajadores porque dicen: "si no aceptan todas las condiciones de trabajo que impongo, voy a invertir en otro país".
ESTA LUCHA ENTRE LOS CAPITALISTAS POR AUMENTAR LA EXPLOTACIÓN PARA SOBREVIVIR ES LA RAZÓN PRINCIPAL POR LA CUAL NO PUEDE EXISTIR UN CAPITALISMO HUMANO Y COMPRENSIVO DE LAS NECESIDADES DE LOS OBREROS
En la lucha entre los capitales, inevitablemente muchos caen, y son "comidos" por los más fuertes. Como dice el dicho popular, el pez gordo se come al pez chico. Todos los días se fusionan capitales, hay empresarios que compran fábricas en quiebra, hay comercios y bancos que caen en problemas y no pueden sobrevivir. Millones de cuentapropistas, de pequeños campesinos, aun de pequeños empresarios, se funden, y van a la pobreza absoluta o a trabajar de obreros. Un ejemplo es lo que sucedió con la entrada de los hipermercados. Miles y miles de almaceneros, panaderos, carniceros, se arruinaron y ellos, o sus hijos, tuvieron que emplearse como asalariados, muchas veces en los mismos supermercados que los hundieron.
Así los capitales cada vez más se concentran en pocas manos. Hoy, las 200 corporaciones más grandes del planeta tienen ventas equivalentes al 28% de la actividad económica del mundo. En cada país podemos ver cómo un puñado de 300 o 400 empresas tiene un peso descomunal en la economía; algunas compañías transnacionales tienen ventas anuales por sumas que superan largamente los presupuestos de la mayoría de los países. En manos de algunas decenas de miles de grandes capitalistas se concentra el poder de dar trabajo o no a cientos de millones de desposeídos.
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Última edición por pedrocasca el Miér Sep 12, 2012 11:50 am, editado 4 veces