Marxismo, Materialismo Histórico, Materialismo Dialéctico
texto de Montserrat Galcerán Huguet, de la Universidad Complutense de Madrid
se publica en el Foro en dos mensajes
---mensaje nº 1---
--Cuándo y porqué Marx y Engels se denominan materialistas
--Materialismo histórico
--La acción colectiva
--¿Cómo lee la tradición marxista estas consideraciones?
--Conclusiones
Mi intervención se va a estructurar a partir de la problemática del materialismo, considerada como central del segundo módulo que se combina con el primero, de carácter más autobiográfico. El materialismo es algo que caracteriza a los planteamientos teóricos de Marx y de Engels, y también a los diferentes marxismos del siglo XX. Aún así, lo cierto es que centrar la articulación del módulo, y por tanto de su presentación, en la cuestión del materialismo tiene mucho de novedoso. Y muestra, a mi entender, la voluntad de los organizadores, de poner en el centro de los problemas a esa cuestión, que no es siempre el punto de partida entre otras cosas por las dificultades que plantea.
Cabe señalar que ni siquiera a un nivel introductorio es demasiado claro lo que se entienda por materialismo. En los diversos diccionarios el término tiene varias connotaciones. Se le presenta ligado al estudio de la naturaleza o de la materia, pero esto es algo ambiguo y no aclara demasiado la referencia de Engels, cuando afirma que el materialismo marxista guarda una relación distante con el materialismo mecanicista ilustrado pues, aunque esa precisión nos indique que el materialismo marxista no se agota en el análisis de los procesos naturales (procesos químicos, físicos, biológicos, ..) por más que mantenga una relación con ellos, no por ello sabemos mucho más. Tampoco la perspectiva materialista que se obtiene a partir del análisis crítico de Feuerbach y por referencia a él, aclara demasiadas cuestiones. Por ello, quizás, podríamos desglosar la cuestión, a su vez, en distintos apartados:
1) Cuándo y por qué Marx y Engels se denominan materialistas; 2) Qué entienden por materialismo histórico, qué se entiende por esa denominación; 3) Qué tiene que ver esta denominación con los problemas de la acción colectiva; 4) Cómo lee la tradición marxista estas consideraciones, máxime cuando se tiene en cuenta que la obra de Marx y Engels es tan considerable, unos 60 volúmenes en su última edición más su aparato crítico y notas. Además la tradición marxista hasta nuestros días ha tenido un desarrollo diverso, entre otras cuestiones por la propia edición, claramente irregular, de los textos de Marx y Engels, que ha propiciado diversas interpretaciones según hicieran hincapié en un tipo de textos o de otros, del Marx joven o maduro, de Engels frente a Marx, etc. En definitiva, cabe plantearse cómo la tradición marxista ha ido leyendo estos textos y cuál ha sido su recepción o interpretación.
1. Cuándo y porqué Marx y Engels se denominan materialistas.
Todos los autores y biógrafos insisten en señalar que la denominación “materialismo histórico” aparece temprano. En efecto, el primer lugar en la obra de Marx y Engels donde aparece esta distinción es en La ideología alemana (1845-6). Se trata de unos textos inéditos sometidos “a la crítica de los ratones”, lo cual supuso la desaparición de algunas páginas del manuscrito. La ideología alemana es un texto enormemente difundido aunque muy desigual. Las primeras páginas, de gran brillantez, plantean una crítica a Feuerbach sobre lo que consideran posiciones equivocadas de su filosofía. Luego siguen unas páginas farragosas que discuten con la izquierda hegeliana, sobre todo con Stirner; aún así la última crítica, como la de J. Derrida en Espectros de Marx, recoge algunas de estas posiciones y las valora como algo relevante.
En cualquier caso parece innegable que en esta obra Marx y Engels llaman a sus posiciones materialistas para distinguirlas de otras, tanto de sus contrincantes como de otras corrientes más o menos cercanas. ¿Qué función cumple esta distinción? Se trata de una discusión sobre la fundamentación del socialismo y/o comunismo, o sea qué se entiende por tal, por qué supera al capitalismo, qué pretenden los socialistas y/o comunistas. Era éste un problema muy debatido en la época pues al inicio de la década de los cuarenta del siglo XIX se estaban extendiendo por Europa esas nuevas ideas que en parte procedían de la Revolución Francesa y en parte suponían interrogarse sobre la condición política de los nuevos movimientos de masas, entre otros del incipiente movimiento de los trabajadores y artesanos. Paso también por alto la distinción entre socialismo y comunismo pues aunque en ocasiones sea notable, no desempeña un papel relevante en el modo cómo nuestros autores encaran el problema en este momento. Pues bien, en innumerables y a veces farragosas páginas, pues La Ideología Alemana es un texto largo y, en ocasiones, bastante pesado, los autores, ya que lo escriben entre los dos, oponen sus planteamientos sobre qué sea socialismo y/o comunismo y a quién corresponda tal denominación. Y denominan materialistas a sus posiciones por oposición al resto que son tachados de idealistas, en especial Max Stirner y otros como Bruno Bauer, Moses Hess, etc. Se oponen sobre todo, al discurso individualista e idealista de M. Stirner que en El único y su propiedad de 1845 (Sein Leben und Sein Werk) afirma que se puede dudar de todo, incluso de posiciones políticas, ideologías, etc, sólo mi individualidad, mi propio cuerpo permite establecer un punto de vista singular y cierto. Proclama con ello no sólo una lectura de los acontecimientos históricos a partir de la figura del Yo o de la conciencia, sino que sostiene que el socialismo debe entenderse también como una “comunidad de humanos”, en cierta forma como una comunidad de Yoes, de seres individualizados que se relacionan en forma de comunidad pero a partir de la propia conciencia individual. Si se sigue en esa línea nos encontraríamos con un inicio del debate socialismo-anarquismo, puesto que tal argumentación alimenta las posiciones de los “verdaderos socialistas”. En el Manifiesto Comunista se habla precisamente de esos “verdaderos socialistas”, grupo con fama en Alemania y de raíz feuerbachiana, – dicho sea entre paréntesis Feuerbach era un pensador muy conocido en algunos círculos obreros como el filósofo que podía aportar elementos teóricos de apoyo del movimiento obrero-. Para los “feuerbachianos” el socialismo debe entenderse como una “comunidad verdadera” frente a las comunidades falsas del mercado o del Estado propias del sistema capitalista, puesto que en el mercado el nivel de interacción es bajísimo y el Estado siempre ha sido visto desde una perspectiva crítica.
Para Marx y Engels esos tipos de discurso son considerados inconsistentes a la hora de fundamentar el socialismo porque reducen un movimiento social e histórico a una concepción teórica, es decir porque no leen los acontecimientos históricos según aquello que los provoca, según sus “causas” podríamos decir, aún tomando con precaución la palabra, sino que los explican a partir del modo como los seres humanos se los representan, se representan a sí mismos y a aquello que les acontece. Y a partir de ahí, a partir de la idea que yo tengo de mí misma y de la idea que tengo de cómo podemos actuar colectivamente, explico la posibilidad de una sociedad diferente y anti-capitalista. Pero el individuo nunca puede ser una buena base para fundamentar la posibilidad de otro tipo de sociedad, puesto que el propio individuo es resultado de un largo proceso histórico. No en todas las sociedades hay “individuos”, ni tampoco “individuas” (mujeres con una capacidad laboral, intelectual, cultural…) sino que “el individuo” es una construcción social. Es obvio que para nuestros autores el individualismo fundamentará en el mejor de los casos una actuación voluntarista, demasiado corta para incidir realmente en procesos que escapan a la voluntad de los hombres, razón por la cual resulta insuficiente a la hora de explicar la posibilidad de los grandes cambios sociales, políticos y económicos. Lo que ellos contraponen a esa pseudo-explicación será una teoría más trabada y que podemos llamar con todos los matices materialismo histórico.
La gran diferencia entre el planteamiento marxista y el de los comunistas previos (no necesariamente utópicos) es la errónea definición que estos dan del capitalismo. En efecto, lo que esos autores hacen es pensar cómo debería ser una sociedad para ser justa. Marx y Engels por su parte se plantean más bien cómo es el capitalismo y qué elementos deben transformarse para lograr alcanzar una sociedad distinta. Obviamente esto implica pensar que los sistemas sociales son resultado de la acción colectiva de los seres humanos. El capitalismo no es un sistema económico, social y político que viene de sí mismo, sino de actuaciones que en su articulación y movilización tienen una cierta lógica y una cierta concepción de los procesos históricos que proceden de la acción colectiva de los seres humanos. No basta pues pensar con una sociedad futura, sino cómo funciona la sociedad en la que vivimos y que tiene una dinámica de formación, una genealogía. Esa es la parte de su obra que van a analizar con el denominado materialismo histórico.
2. Materialismo histórico.
Frente a la insuficiencia de las concepciones criticadas, hace falta una teoría que pueda indagar en las características del capitalismo y por tanto plantear una transformación social. No se puede partir de concepciones falsas sino de análisis a fondo de aquello que se pretende transformar. Frente al modelo ideologizado de la filosofía de la historia clásica M. y Engels presentan su concepción como una teoría realista que la hace verificable. Y que se caracteriza por varios rasgos generales:
1. Presenta una determinada explicación del proceso histórico que incluye una determinada concepción de qué sea “lo histórico” -aquello como luego veremos que es resultado de la acción colectiva- y que en términos amplios puede decirse que supone una teoría de la historia. La historia no es el espacio donde se manifiesta la providencia divina, sino el proceso complejo donde los individuos construyen sociedades con una organización y un funcionamiento más o menos lógico y que permite su reproducción; la historia tiene que ver pues con esos procesos. Aquí entramos en un problema complejo: si admitimos que una teoría de la historia puede prefigurar un devenir, se nos podrá contestar que no estamos ante una teoría de la historia, sino ante una filosofía de la historia, la cual podría no ser más que un relato, un gran relato o un metarrelato (según el concepto posmoderno de Lyotard); pero, por otra, si sustantivamos ese complejo proceso al margen de las actuaciones colectivas, no sólo estaríamos ante un gran relato sino ante una auténtica ontología o teología histórica. Esa ambigüedad es la que más críticas ha recibido a partir de la denuncia post-moderna de los grandes relatos históricos. Para los postmodernos (que en mi opinión, no han leído con detenimiento la obra de Marx y Engels) el relato marxista como cualquier otro relato histórico está sujeto a una metafísica de la historia que le condena irremisiblemente. Al final de estas sesiones volveremos sobre ello intentando averiguar en qué medida esta crítica está justificada en el caso que nos ocupa. Bien es cierto que Marx y Engels utilizan una terminología propia de la filosofía de la historia, aunque parcialmente, en sus obras históricas; pero con ello persiguen dar cuenta de una causalidad compleja, atenta al detalle, que no implica una concepción teleológica de la historia. No habría, a mi entender, una filosofía de la historia, pero sí una teoría de la historia que antes hemos llamado materialismo histórico.
2. Lo que ocurre históricamente tiene unas consecuencias para los individuos pero según una mecánica precisa, siguiendo una genealogía en la que se encadenan unas consecuencias y no otras a partir de una cierta lógica. Algunos críticos plantean que esto sigue albergando una filosofía pues encierra la idea de continuidad y presupone una concepción del tiempo histórico relativamente continuo. Podemos pensar que el capitalismo proviene de la desarticulación del sistema feudal y éste a su vez del sistema esclavista, por lo que se puede establecer una cierta periodización. La teoría incluye así una determinada periodización con los correspondientes pasos o transformaciones de un sistema a otro. Incluye una teoría de los “modos de producción” y de los “procesos de transición”. Un “modo de producción” se estructura a partir de la producción propiamente dicha, la cual comporta un determinado sistema de clases y genera determinadas formas de percepción y de enunciación presentes en la cultura. Permite además hablar de fases dentro de esa continuidad histórica. El término alemán “modo de producción”, habla literalmente de una “manera de producir”, por ejemplo, el tipo específico de trabajo en el modo de producción capitalista es el trabajo asalariado y la forma específica o hegemónica de la propiedad de los medios de producción es en forma de capital, aunque haya otras. Dados los elementos que entran en el sistema productivo hay una forma de producir y reproducir la vida. Por ejemplo, en el modo esclavista la formulación básica del trabajo la aportan los esclavos, no obstante hay otros tipos de trabajo, por ejemplo el trabajo comercial, y por tanto otros modos de propiedad de la fuerza de trabajo. El modo de producción habla pues de un sistema de producir y reproducir los medios de vida, y de producir y reproducir los elementos que sirven para ello. Luego hablar de modo de producción implica que la forma de producir en un sistema engloba bajo una misma calificación el modo cómo las relaciones sociales de producción y reproducción se generan y regeneran.
“Esta concepción de la historia consiste, pues, en exponer el proceso real de la producción, partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata y en concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y engendrada por él, la sociedad civil, en sus diferentes fases, como el fundamento de toda la historia, presentándola en su acción en cuanto estado y explicando en base a ella todos los diversos productos teóricos y formas de la conciencia, la religión, la filosofía, la moral…” (La ideología Alemana, Editorial Crítica, pp. 37-38).
El problema de nuevo es que estos pasos y sus transformaciones se rigen por un criterio eurocéntrico. No está claro qué pasa en las sociedades primitivas o fuera de Europa, como sucede con el modo de producción asiático. Además, es un esquema excesivamente productivista aunque permita introducir elementos que sin embargo quedan al margen de la propia teoría. También en este punto ha surgido una fuerte discusión sobre el alcance de la teoría general de la historia en el marxismo pues hay quien se inclina por decir que Marx realiza un importante y decisivo análisis del capitalismo que, sin embargo, no puede ampliarse, ni es conveniente hacerlo a una teoría general ya que tal teoría adolecería de los defectos de una meta-teoría o filosofía de la historia. De ahí procede en parte toda la complicada discusión sobre estructura y superestructura, y sus respectivas relaciones, que tal vez no aporte nada excesivamente importante. Cuando se habla de “modo de producción” significa que éste tiene unas formas determinadas, fluye por unos cauces determinados, lo que no implica que un ámbito no pueda cambiar de ubicación según el sistema productivo de que se trate. En mi opinión la teoría se reduce en gran parte, a la explicitación del principio interno de los procesos históricos que no es otro que el antagonismo de clase tal como se enuncia al inicio del Manifiesto Comunista cuya incidencia y efectos, sin embargo, hay que examinar en cada caso.
3. La acción colectiva.
El punto de partida pues para comprender el materialismo histórico es la acción colectiva.
“Las premisas de las que partimos … son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquéllas con que se han encontrado como las engendradas por su propia acción” (La ideología Alemana, Editorial Crítica, p. 20).
Al menos en teoría podríamos hacer un corte en el tiempo -algo de eso es lo que hace el historiador – y comprobar qué tipo de relaciones sociales y económicas, de propiedad de la tierra, de capital y de materias primas, se dan en él; y podríamos comprobar cómo los individuos y grupos sociales que se encuentran en esa situación producen y reproducen su vida, tanto a nivel propiamente productivo como a nivel global.
Surge entonces otro problema. El texto nos habla de la acción de los individuos, por tanto hemos de suponer que los individuos actúan (no es que sean sujetos autónomos con una idea clara en su cabeza) en los sistemas institucionales produciendo y reproduciendo su vida. No es que los procesos históricos precisen de alguien que los evidencie, sino que reposan en las acciones de los seres humanos. Pero la acción colectiva no puede operar bajo el criterio singular de lo individual, sino como una articulación compleja de los individuos y sus determinaciones (de clase).
texto de Montserrat Galcerán Huguet, de la Universidad Complutense de Madrid
se publica en el Foro en dos mensajes
---mensaje nº 1---
--Cuándo y porqué Marx y Engels se denominan materialistas
--Materialismo histórico
--La acción colectiva
--¿Cómo lee la tradición marxista estas consideraciones?
--Conclusiones
Mi intervención se va a estructurar a partir de la problemática del materialismo, considerada como central del segundo módulo que se combina con el primero, de carácter más autobiográfico. El materialismo es algo que caracteriza a los planteamientos teóricos de Marx y de Engels, y también a los diferentes marxismos del siglo XX. Aún así, lo cierto es que centrar la articulación del módulo, y por tanto de su presentación, en la cuestión del materialismo tiene mucho de novedoso. Y muestra, a mi entender, la voluntad de los organizadores, de poner en el centro de los problemas a esa cuestión, que no es siempre el punto de partida entre otras cosas por las dificultades que plantea.
Cabe señalar que ni siquiera a un nivel introductorio es demasiado claro lo que se entienda por materialismo. En los diversos diccionarios el término tiene varias connotaciones. Se le presenta ligado al estudio de la naturaleza o de la materia, pero esto es algo ambiguo y no aclara demasiado la referencia de Engels, cuando afirma que el materialismo marxista guarda una relación distante con el materialismo mecanicista ilustrado pues, aunque esa precisión nos indique que el materialismo marxista no se agota en el análisis de los procesos naturales (procesos químicos, físicos, biológicos, ..) por más que mantenga una relación con ellos, no por ello sabemos mucho más. Tampoco la perspectiva materialista que se obtiene a partir del análisis crítico de Feuerbach y por referencia a él, aclara demasiadas cuestiones. Por ello, quizás, podríamos desglosar la cuestión, a su vez, en distintos apartados:
1) Cuándo y por qué Marx y Engels se denominan materialistas; 2) Qué entienden por materialismo histórico, qué se entiende por esa denominación; 3) Qué tiene que ver esta denominación con los problemas de la acción colectiva; 4) Cómo lee la tradición marxista estas consideraciones, máxime cuando se tiene en cuenta que la obra de Marx y Engels es tan considerable, unos 60 volúmenes en su última edición más su aparato crítico y notas. Además la tradición marxista hasta nuestros días ha tenido un desarrollo diverso, entre otras cuestiones por la propia edición, claramente irregular, de los textos de Marx y Engels, que ha propiciado diversas interpretaciones según hicieran hincapié en un tipo de textos o de otros, del Marx joven o maduro, de Engels frente a Marx, etc. En definitiva, cabe plantearse cómo la tradición marxista ha ido leyendo estos textos y cuál ha sido su recepción o interpretación.
1. Cuándo y porqué Marx y Engels se denominan materialistas.
Todos los autores y biógrafos insisten en señalar que la denominación “materialismo histórico” aparece temprano. En efecto, el primer lugar en la obra de Marx y Engels donde aparece esta distinción es en La ideología alemana (1845-6). Se trata de unos textos inéditos sometidos “a la crítica de los ratones”, lo cual supuso la desaparición de algunas páginas del manuscrito. La ideología alemana es un texto enormemente difundido aunque muy desigual. Las primeras páginas, de gran brillantez, plantean una crítica a Feuerbach sobre lo que consideran posiciones equivocadas de su filosofía. Luego siguen unas páginas farragosas que discuten con la izquierda hegeliana, sobre todo con Stirner; aún así la última crítica, como la de J. Derrida en Espectros de Marx, recoge algunas de estas posiciones y las valora como algo relevante.
En cualquier caso parece innegable que en esta obra Marx y Engels llaman a sus posiciones materialistas para distinguirlas de otras, tanto de sus contrincantes como de otras corrientes más o menos cercanas. ¿Qué función cumple esta distinción? Se trata de una discusión sobre la fundamentación del socialismo y/o comunismo, o sea qué se entiende por tal, por qué supera al capitalismo, qué pretenden los socialistas y/o comunistas. Era éste un problema muy debatido en la época pues al inicio de la década de los cuarenta del siglo XIX se estaban extendiendo por Europa esas nuevas ideas que en parte procedían de la Revolución Francesa y en parte suponían interrogarse sobre la condición política de los nuevos movimientos de masas, entre otros del incipiente movimiento de los trabajadores y artesanos. Paso también por alto la distinción entre socialismo y comunismo pues aunque en ocasiones sea notable, no desempeña un papel relevante en el modo cómo nuestros autores encaran el problema en este momento. Pues bien, en innumerables y a veces farragosas páginas, pues La Ideología Alemana es un texto largo y, en ocasiones, bastante pesado, los autores, ya que lo escriben entre los dos, oponen sus planteamientos sobre qué sea socialismo y/o comunismo y a quién corresponda tal denominación. Y denominan materialistas a sus posiciones por oposición al resto que son tachados de idealistas, en especial Max Stirner y otros como Bruno Bauer, Moses Hess, etc. Se oponen sobre todo, al discurso individualista e idealista de M. Stirner que en El único y su propiedad de 1845 (Sein Leben und Sein Werk) afirma que se puede dudar de todo, incluso de posiciones políticas, ideologías, etc, sólo mi individualidad, mi propio cuerpo permite establecer un punto de vista singular y cierto. Proclama con ello no sólo una lectura de los acontecimientos históricos a partir de la figura del Yo o de la conciencia, sino que sostiene que el socialismo debe entenderse también como una “comunidad de humanos”, en cierta forma como una comunidad de Yoes, de seres individualizados que se relacionan en forma de comunidad pero a partir de la propia conciencia individual. Si se sigue en esa línea nos encontraríamos con un inicio del debate socialismo-anarquismo, puesto que tal argumentación alimenta las posiciones de los “verdaderos socialistas”. En el Manifiesto Comunista se habla precisamente de esos “verdaderos socialistas”, grupo con fama en Alemania y de raíz feuerbachiana, – dicho sea entre paréntesis Feuerbach era un pensador muy conocido en algunos círculos obreros como el filósofo que podía aportar elementos teóricos de apoyo del movimiento obrero-. Para los “feuerbachianos” el socialismo debe entenderse como una “comunidad verdadera” frente a las comunidades falsas del mercado o del Estado propias del sistema capitalista, puesto que en el mercado el nivel de interacción es bajísimo y el Estado siempre ha sido visto desde una perspectiva crítica.
Para Marx y Engels esos tipos de discurso son considerados inconsistentes a la hora de fundamentar el socialismo porque reducen un movimiento social e histórico a una concepción teórica, es decir porque no leen los acontecimientos históricos según aquello que los provoca, según sus “causas” podríamos decir, aún tomando con precaución la palabra, sino que los explican a partir del modo como los seres humanos se los representan, se representan a sí mismos y a aquello que les acontece. Y a partir de ahí, a partir de la idea que yo tengo de mí misma y de la idea que tengo de cómo podemos actuar colectivamente, explico la posibilidad de una sociedad diferente y anti-capitalista. Pero el individuo nunca puede ser una buena base para fundamentar la posibilidad de otro tipo de sociedad, puesto que el propio individuo es resultado de un largo proceso histórico. No en todas las sociedades hay “individuos”, ni tampoco “individuas” (mujeres con una capacidad laboral, intelectual, cultural…) sino que “el individuo” es una construcción social. Es obvio que para nuestros autores el individualismo fundamentará en el mejor de los casos una actuación voluntarista, demasiado corta para incidir realmente en procesos que escapan a la voluntad de los hombres, razón por la cual resulta insuficiente a la hora de explicar la posibilidad de los grandes cambios sociales, políticos y económicos. Lo que ellos contraponen a esa pseudo-explicación será una teoría más trabada y que podemos llamar con todos los matices materialismo histórico.
La gran diferencia entre el planteamiento marxista y el de los comunistas previos (no necesariamente utópicos) es la errónea definición que estos dan del capitalismo. En efecto, lo que esos autores hacen es pensar cómo debería ser una sociedad para ser justa. Marx y Engels por su parte se plantean más bien cómo es el capitalismo y qué elementos deben transformarse para lograr alcanzar una sociedad distinta. Obviamente esto implica pensar que los sistemas sociales son resultado de la acción colectiva de los seres humanos. El capitalismo no es un sistema económico, social y político que viene de sí mismo, sino de actuaciones que en su articulación y movilización tienen una cierta lógica y una cierta concepción de los procesos históricos que proceden de la acción colectiva de los seres humanos. No basta pues pensar con una sociedad futura, sino cómo funciona la sociedad en la que vivimos y que tiene una dinámica de formación, una genealogía. Esa es la parte de su obra que van a analizar con el denominado materialismo histórico.
2. Materialismo histórico.
Frente a la insuficiencia de las concepciones criticadas, hace falta una teoría que pueda indagar en las características del capitalismo y por tanto plantear una transformación social. No se puede partir de concepciones falsas sino de análisis a fondo de aquello que se pretende transformar. Frente al modelo ideologizado de la filosofía de la historia clásica M. y Engels presentan su concepción como una teoría realista que la hace verificable. Y que se caracteriza por varios rasgos generales:
1. Presenta una determinada explicación del proceso histórico que incluye una determinada concepción de qué sea “lo histórico” -aquello como luego veremos que es resultado de la acción colectiva- y que en términos amplios puede decirse que supone una teoría de la historia. La historia no es el espacio donde se manifiesta la providencia divina, sino el proceso complejo donde los individuos construyen sociedades con una organización y un funcionamiento más o menos lógico y que permite su reproducción; la historia tiene que ver pues con esos procesos. Aquí entramos en un problema complejo: si admitimos que una teoría de la historia puede prefigurar un devenir, se nos podrá contestar que no estamos ante una teoría de la historia, sino ante una filosofía de la historia, la cual podría no ser más que un relato, un gran relato o un metarrelato (según el concepto posmoderno de Lyotard); pero, por otra, si sustantivamos ese complejo proceso al margen de las actuaciones colectivas, no sólo estaríamos ante un gran relato sino ante una auténtica ontología o teología histórica. Esa ambigüedad es la que más críticas ha recibido a partir de la denuncia post-moderna de los grandes relatos históricos. Para los postmodernos (que en mi opinión, no han leído con detenimiento la obra de Marx y Engels) el relato marxista como cualquier otro relato histórico está sujeto a una metafísica de la historia que le condena irremisiblemente. Al final de estas sesiones volveremos sobre ello intentando averiguar en qué medida esta crítica está justificada en el caso que nos ocupa. Bien es cierto que Marx y Engels utilizan una terminología propia de la filosofía de la historia, aunque parcialmente, en sus obras históricas; pero con ello persiguen dar cuenta de una causalidad compleja, atenta al detalle, que no implica una concepción teleológica de la historia. No habría, a mi entender, una filosofía de la historia, pero sí una teoría de la historia que antes hemos llamado materialismo histórico.
2. Lo que ocurre históricamente tiene unas consecuencias para los individuos pero según una mecánica precisa, siguiendo una genealogía en la que se encadenan unas consecuencias y no otras a partir de una cierta lógica. Algunos críticos plantean que esto sigue albergando una filosofía pues encierra la idea de continuidad y presupone una concepción del tiempo histórico relativamente continuo. Podemos pensar que el capitalismo proviene de la desarticulación del sistema feudal y éste a su vez del sistema esclavista, por lo que se puede establecer una cierta periodización. La teoría incluye así una determinada periodización con los correspondientes pasos o transformaciones de un sistema a otro. Incluye una teoría de los “modos de producción” y de los “procesos de transición”. Un “modo de producción” se estructura a partir de la producción propiamente dicha, la cual comporta un determinado sistema de clases y genera determinadas formas de percepción y de enunciación presentes en la cultura. Permite además hablar de fases dentro de esa continuidad histórica. El término alemán “modo de producción”, habla literalmente de una “manera de producir”, por ejemplo, el tipo específico de trabajo en el modo de producción capitalista es el trabajo asalariado y la forma específica o hegemónica de la propiedad de los medios de producción es en forma de capital, aunque haya otras. Dados los elementos que entran en el sistema productivo hay una forma de producir y reproducir la vida. Por ejemplo, en el modo esclavista la formulación básica del trabajo la aportan los esclavos, no obstante hay otros tipos de trabajo, por ejemplo el trabajo comercial, y por tanto otros modos de propiedad de la fuerza de trabajo. El modo de producción habla pues de un sistema de producir y reproducir los medios de vida, y de producir y reproducir los elementos que sirven para ello. Luego hablar de modo de producción implica que la forma de producir en un sistema engloba bajo una misma calificación el modo cómo las relaciones sociales de producción y reproducción se generan y regeneran.
“Esta concepción de la historia consiste, pues, en exponer el proceso real de la producción, partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata y en concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y engendrada por él, la sociedad civil, en sus diferentes fases, como el fundamento de toda la historia, presentándola en su acción en cuanto estado y explicando en base a ella todos los diversos productos teóricos y formas de la conciencia, la religión, la filosofía, la moral…” (La ideología Alemana, Editorial Crítica, pp. 37-38).
El problema de nuevo es que estos pasos y sus transformaciones se rigen por un criterio eurocéntrico. No está claro qué pasa en las sociedades primitivas o fuera de Europa, como sucede con el modo de producción asiático. Además, es un esquema excesivamente productivista aunque permita introducir elementos que sin embargo quedan al margen de la propia teoría. También en este punto ha surgido una fuerte discusión sobre el alcance de la teoría general de la historia en el marxismo pues hay quien se inclina por decir que Marx realiza un importante y decisivo análisis del capitalismo que, sin embargo, no puede ampliarse, ni es conveniente hacerlo a una teoría general ya que tal teoría adolecería de los defectos de una meta-teoría o filosofía de la historia. De ahí procede en parte toda la complicada discusión sobre estructura y superestructura, y sus respectivas relaciones, que tal vez no aporte nada excesivamente importante. Cuando se habla de “modo de producción” significa que éste tiene unas formas determinadas, fluye por unos cauces determinados, lo que no implica que un ámbito no pueda cambiar de ubicación según el sistema productivo de que se trate. En mi opinión la teoría se reduce en gran parte, a la explicitación del principio interno de los procesos históricos que no es otro que el antagonismo de clase tal como se enuncia al inicio del Manifiesto Comunista cuya incidencia y efectos, sin embargo, hay que examinar en cada caso.
3. La acción colectiva.
El punto de partida pues para comprender el materialismo histórico es la acción colectiva.
“Las premisas de las que partimos … son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquéllas con que se han encontrado como las engendradas por su propia acción” (La ideología Alemana, Editorial Crítica, p. 20).
Al menos en teoría podríamos hacer un corte en el tiempo -algo de eso es lo que hace el historiador – y comprobar qué tipo de relaciones sociales y económicas, de propiedad de la tierra, de capital y de materias primas, se dan en él; y podríamos comprobar cómo los individuos y grupos sociales que se encuentran en esa situación producen y reproducen su vida, tanto a nivel propiamente productivo como a nivel global.
Surge entonces otro problema. El texto nos habla de la acción de los individuos, por tanto hemos de suponer que los individuos actúan (no es que sean sujetos autónomos con una idea clara en su cabeza) en los sistemas institucionales produciendo y reproduciendo su vida. No es que los procesos históricos precisen de alguien que los evidencie, sino que reposan en las acciones de los seres humanos. Pero la acción colectiva no puede operar bajo el criterio singular de lo individual, sino como una articulación compleja de los individuos y sus determinaciones (de clase).
---fin del mensaje nº 1---