¿Qué es el Estado del Bienestar?. Nuevamente sobre reforma o revolución
artículo de José Moreno Pau
mayo de de 2012 - publicado en Página Roja nº 11, publicación mensual de Corriente Roja
Cuando estamos viendo los presupuestos más restrictivos de los últimos 30 años PSOE e IU acusan al PP de querer cargarse el Estado de Bienestar. El PP responde que también lo defiende y que los recortes no lo afectan. Así que para saber quién tiene razón deberíamos empezar por saber qué es exactamente de lo que estamos hablando.
Estado de Bienestar viene del inglés Welfare State término que se empezó a usar en 1945 para designar las políticas Keynesianas, desde entonces han sido el modelo de la socialdemocracia. Keynes planteaba un cierto control del Estado en la economía, además de inversiones y empresas públicas para garantizar empleo y crecimiento económico.
Bernstein y Rosa Luxemburgo
Fue Bernstein, miembro del SPD (partido socialdemócrata alemán) quien a finales del siglo XIX, inició el revisionismo de la teoría marxista para llegar al reformismo. Según él ya no era necesario luchar por la revolución socialista porque bastaba con luchar por reformas que nos llevarían al socialismo con el tiempo. Para justificarlo contaba con que los partidos socialistas de aquella época recién habían conquistado un espacio parlamentario. Con sus diputados y grandes sindicatos consiguieron importantes mejoras para los trabajadores, reducción de la jornada laboral, mejoras salariales, etc. Bastaba por tanto con tener un mayor número de diputados para ir avanzando hacia el socialismo.
Hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 la socialdemocracia rechazó los postulados reformistas de Berstein, aunque cada día más se adaptaba al Estado burgués y sus prebendas. Rosa Luxemburgo explicaba que para llegar al socialismo no bastaba con hacerle reformas. Las reformas son para arreglar, embellecer pero con el objetivo de mantener lo que hay. Si hacen reformas en un piso, lo pueden dejar más mono, paredes bien pintadas, suelos acuchillados, pero seguirá siendo un piso dentro del mismo edificio, con su misma estructura y cimientos. La burguesía europea podía permitirse el hacer esas concesiones porque estaba en un momento de expansión económica. Además las concesiones a los trabajadores europeos provenían del saqueo de los países coloniales. Esto le servía a la burguesía para ir domesticando a las organizaciones obreras: para que se contenten con las migajas.
Revolución y contrarrevolución en Europa
La Iª Guerra Mundial dio lugar a un paréntesis en las políticas reformistas. La revolución de octubre en Rusia mostró que los trabajadores podían gobernarse a sí mismos sin necesidad de la burguesía. Ésta entró en la desesperación buscando caminos para superar el peligro bolchevique. Así surgió el fascismo en Italia y Hitler en Alemania que acabaron llevando al mundo al borde del abismo con la guerra mundial. La crisis económica del 29 llevó al colapso a la economía capitalista, la guerra y el keynesianismo fueron sus salidas. La guerra destruyó gran cantidad de fuerzas productivas permitiendo una reconstrucción de estas. El Keynesianismo, y su reflejo tras la guerra en el Estado del bienestar, para frenar la revolución.
La IIª Guerra Mundial dejó una Europa destruida y con todo el Este controlado por el ejército rojo de la URSS. Los partisanos habían contribuido decisivamente a la derrota de los nazis en varios países. Los Partidos comunistas, de Europa Occidental, dirigidos por Stalin llamaron al desarme y a la “reconstrucción nacional”, a trabajar y a no hacer huelgas. Pero esto no bastaba. El triunfo revolucionario que había significado la derrota del nazismo, impulsaba a las masas a no aceptar por las buenas el que continuasen en la miseria y la explotación.
Para evitar nuevos estallidos revolucionarios que pudieran acabar con el capitalismo se tomaron dos medidas para frenar ese ascenso en los países centrales de Europa. Una enorme inyección de capitales para reconstruir la economía, conocido como Plan Marshall, desde EEUU, y medidas sociales que pudieran calmar a las masas. Estos son los años en los que se desarrollan los grandes planes de Seguridad social, de educación pública universal, de reglamentación laboral, de pensiones… el Estado de Bienestar.
Para garantizar las medidas de protección estatal e inversiones que pudieran dar estabilidad y continuidad a la explotación capitalista el Estado aumentó los impuestos y el expolio a los países dependientes. En la Europa capitalista contaron con el apoyo de los partidos socialdemócratas y stalinistas, pero también de los partidos burgueses tradicionales como el del presidente Adenauer de Alemania adscripto a la CDU (de la actual Angela Merkel).
La socialdemocracia veía en el Estado de Bienestar una confirmación a su política reformista pero también un camino para abandonar definitivamente la lucha por el socialismo. Los partidos “comunistas” la continuación de su política de colaboración con la burguesía “progresista” y de su transformación en organizaciones directamente socialdemócratas como los conocemos hoy en día.
El fin del Estado del Bienestar
Con la crisis económica del petróleo del año 1973, este modelo de Estado del Bienestar comenzó a entrar en crisis. Los años 80 con Reagan y Thatcher marcaron a nivel mundial la vuelta a los recortes sociales. Los gobiernos socialdemócratas aplicaron las mismas medidas que los liberales. Recordemos que fue Felipe González el que empezó con las privatizaciones y los recortes a las pensiones. El gobierno de Zapatero hizo lo mismo cuando estalló la crisis en el 2008: aumentó la edad de jubilación, apoyó el proceso de privatización de la salud y la educación y la reforma laboral.
¿Hay espacio para las reformas sustanciales y duraderas hoy en día?
Ahora podemos hacer balance del reformismo y del Estado de Bienestar, veamos cual ha sido el veredicto de la historia. Para empezar, con las reformas en ningún lugar se llegó al socialismo, más bien los reformistas renunciaron definitivamente al socialismo. Las reformas llegaron solo hasta donde la economía capitalista, en su afán por salvar el sistema, las podía conceder y eso a costa del resto del planeta y aún así están constantemente amenazadas por las crisis. En las últimas décadas el ataque a las conquistas sociales ha sido constante y con la crisis económica mundial ha dado un salto. Con ello vemos que las reformas no son cambios estructurales y acaban, con el tiempo mostrando las viejas paredes del edificio resquebrajándose de nuevo. Los que se empeñen en hacernos creer que podemos volver a recuperar lo perdido sin atacar las bases del sistema no tienen como demostrarlo. Solo la revolución que acabe con el sistema capitalista podrá levantar un edificio nuevo sobre nuevos cimientos: los del socialismo.
artículo de José Moreno Pau
mayo de de 2012 - publicado en Página Roja nº 11, publicación mensual de Corriente Roja
Cuando estamos viendo los presupuestos más restrictivos de los últimos 30 años PSOE e IU acusan al PP de querer cargarse el Estado de Bienestar. El PP responde que también lo defiende y que los recortes no lo afectan. Así que para saber quién tiene razón deberíamos empezar por saber qué es exactamente de lo que estamos hablando.
Estado de Bienestar viene del inglés Welfare State término que se empezó a usar en 1945 para designar las políticas Keynesianas, desde entonces han sido el modelo de la socialdemocracia. Keynes planteaba un cierto control del Estado en la economía, además de inversiones y empresas públicas para garantizar empleo y crecimiento económico.
Bernstein y Rosa Luxemburgo
Fue Bernstein, miembro del SPD (partido socialdemócrata alemán) quien a finales del siglo XIX, inició el revisionismo de la teoría marxista para llegar al reformismo. Según él ya no era necesario luchar por la revolución socialista porque bastaba con luchar por reformas que nos llevarían al socialismo con el tiempo. Para justificarlo contaba con que los partidos socialistas de aquella época recién habían conquistado un espacio parlamentario. Con sus diputados y grandes sindicatos consiguieron importantes mejoras para los trabajadores, reducción de la jornada laboral, mejoras salariales, etc. Bastaba por tanto con tener un mayor número de diputados para ir avanzando hacia el socialismo.
Hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 la socialdemocracia rechazó los postulados reformistas de Berstein, aunque cada día más se adaptaba al Estado burgués y sus prebendas. Rosa Luxemburgo explicaba que para llegar al socialismo no bastaba con hacerle reformas. Las reformas son para arreglar, embellecer pero con el objetivo de mantener lo que hay. Si hacen reformas en un piso, lo pueden dejar más mono, paredes bien pintadas, suelos acuchillados, pero seguirá siendo un piso dentro del mismo edificio, con su misma estructura y cimientos. La burguesía europea podía permitirse el hacer esas concesiones porque estaba en un momento de expansión económica. Además las concesiones a los trabajadores europeos provenían del saqueo de los países coloniales. Esto le servía a la burguesía para ir domesticando a las organizaciones obreras: para que se contenten con las migajas.
Revolución y contrarrevolución en Europa
La Iª Guerra Mundial dio lugar a un paréntesis en las políticas reformistas. La revolución de octubre en Rusia mostró que los trabajadores podían gobernarse a sí mismos sin necesidad de la burguesía. Ésta entró en la desesperación buscando caminos para superar el peligro bolchevique. Así surgió el fascismo en Italia y Hitler en Alemania que acabaron llevando al mundo al borde del abismo con la guerra mundial. La crisis económica del 29 llevó al colapso a la economía capitalista, la guerra y el keynesianismo fueron sus salidas. La guerra destruyó gran cantidad de fuerzas productivas permitiendo una reconstrucción de estas. El Keynesianismo, y su reflejo tras la guerra en el Estado del bienestar, para frenar la revolución.
La IIª Guerra Mundial dejó una Europa destruida y con todo el Este controlado por el ejército rojo de la URSS. Los partisanos habían contribuido decisivamente a la derrota de los nazis en varios países. Los Partidos comunistas, de Europa Occidental, dirigidos por Stalin llamaron al desarme y a la “reconstrucción nacional”, a trabajar y a no hacer huelgas. Pero esto no bastaba. El triunfo revolucionario que había significado la derrota del nazismo, impulsaba a las masas a no aceptar por las buenas el que continuasen en la miseria y la explotación.
Para evitar nuevos estallidos revolucionarios que pudieran acabar con el capitalismo se tomaron dos medidas para frenar ese ascenso en los países centrales de Europa. Una enorme inyección de capitales para reconstruir la economía, conocido como Plan Marshall, desde EEUU, y medidas sociales que pudieran calmar a las masas. Estos son los años en los que se desarrollan los grandes planes de Seguridad social, de educación pública universal, de reglamentación laboral, de pensiones… el Estado de Bienestar.
Para garantizar las medidas de protección estatal e inversiones que pudieran dar estabilidad y continuidad a la explotación capitalista el Estado aumentó los impuestos y el expolio a los países dependientes. En la Europa capitalista contaron con el apoyo de los partidos socialdemócratas y stalinistas, pero también de los partidos burgueses tradicionales como el del presidente Adenauer de Alemania adscripto a la CDU (de la actual Angela Merkel).
La socialdemocracia veía en el Estado de Bienestar una confirmación a su política reformista pero también un camino para abandonar definitivamente la lucha por el socialismo. Los partidos “comunistas” la continuación de su política de colaboración con la burguesía “progresista” y de su transformación en organizaciones directamente socialdemócratas como los conocemos hoy en día.
El fin del Estado del Bienestar
Con la crisis económica del petróleo del año 1973, este modelo de Estado del Bienestar comenzó a entrar en crisis. Los años 80 con Reagan y Thatcher marcaron a nivel mundial la vuelta a los recortes sociales. Los gobiernos socialdemócratas aplicaron las mismas medidas que los liberales. Recordemos que fue Felipe González el que empezó con las privatizaciones y los recortes a las pensiones. El gobierno de Zapatero hizo lo mismo cuando estalló la crisis en el 2008: aumentó la edad de jubilación, apoyó el proceso de privatización de la salud y la educación y la reforma laboral.
¿Hay espacio para las reformas sustanciales y duraderas hoy en día?
Ahora podemos hacer balance del reformismo y del Estado de Bienestar, veamos cual ha sido el veredicto de la historia. Para empezar, con las reformas en ningún lugar se llegó al socialismo, más bien los reformistas renunciaron definitivamente al socialismo. Las reformas llegaron solo hasta donde la economía capitalista, en su afán por salvar el sistema, las podía conceder y eso a costa del resto del planeta y aún así están constantemente amenazadas por las crisis. En las últimas décadas el ataque a las conquistas sociales ha sido constante y con la crisis económica mundial ha dado un salto. Con ello vemos que las reformas no son cambios estructurales y acaban, con el tiempo mostrando las viejas paredes del edificio resquebrajándose de nuevo. Los que se empeñen en hacernos creer que podemos volver a recuperar lo perdido sin atacar las bases del sistema no tienen como demostrarlo. Solo la revolución que acabe con el sistema capitalista podrá levantar un edificio nuevo sobre nuevos cimientos: los del socialismo.