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La lucha de clases, motor que mueve el desarrollo de la humanidad
texto del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador publicado en el órgano de expresión del CC del PCML del Ecuador "En Marcha" en octubre de 2012
La lucha de clases representa un fenómeno sujeto a leyes y es la fuerza motriz del desarrollo de las sociedades de clase, se manifiesta en los ámbitos económico, político y social, pero, en última instancia, las clases luchan entre sí para conservar o destruir el régimen vigente y el modo de producción que le sirve de base.
En el Manifiesto Comunista, Carlos Marx y Federico Engels resumen, de manera sencilla, cómo la lucha de clases se manifestó en distintos estadios del desarrollo de la humanidad hasta el aparecimiento del capitalismo. “Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos, se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes”, aseveran los fundadores del socialismo científico. Afirmación que no deviene de su inventiva, sino de muchos años de estudio e investigaciones.
El marxismo ha tenido la capacidad de demostrar que esa confrontación se produce de manera independiente de la voluntad de las personas, y no como sostiene la burguesía que es resultado de la labor desplegada por “resentidos sociales” o “gente interesada en quebrantar la paz social y crear el caos”.
En sociedades en las que conviven distintas clases sociales, que tienen dispares condiciones económicas de vida y, por ende, intereses de clase diametralmente opuestos, no hay ni puede haber comunidad de intereses globales o unidad política, sino, por el contrario, un constante enfrentamiento.
No son pocos los intentos teóricos y prácticos por conducir a una conciliación de clases a través del establecimiento de elementos ético-morales comunes, universales, esfuerzos que por partir de posiciones idealistas –por tanto anticientíficas- han fracasado en el país y a nivel internacional.
A pesar de esto último, ese discurso conciliador de la burguesía no es abandonado, ahora mismo es utilizado en determinados momentos por el gobierno. Rafael Correa, en su libro “Ecuador: de Banana Republic a la No República”, pág.191, se atiene a esa concepción burguesa de la conciliación de los intereses particulares de clase con los de la sociedad en su conjunto. “Refiriéndonos a los empresarios capitalistas –señala Correa-, para que razonablemente a través de su fin de lucro se logren objetivos socialmente deseables, más allá de la ilusión de la competencia, lo importante es que guarden cuatro éticas fundamentales: la ética con sus trabajadores, esto es, saber distribuir justamente entre estos el valor agregado por la empresa, así como garantizar un adecuado ambiente de trabajo y estabilidad; la ética con sus consumidores, es decir, no abusar de su posición de mercado y tratar de brindar los mejores bienes y servicios a precios apropiados; la ética con la sociedad y el Estado, o sea, pagar tributos, cumplir las leyes del respectivo país y propender al desarrollo local por medio de, por ejemplo, la contratación de trabajadores de la localidad; y la ética con el medio ambiente, lo que implica que la actividad de la empresa no se base en la depredación y destrucción de la naturaleza y de esta manera no genere una falsa rentabilidad.” (El resaltado es nuestro).
El afán de lucro, de obtener el máximo de utilidades a costa de la explotación de la fuerza del trabajo del obrero no se resuelve con una “actitud ética” distinta de parte de los explotadores, sino echándoles del poder. Ese natural interés de clase de la burguesía está determinado por la posición que ocupa dentro del sistema de producción social. A su vez, en el caso de los proletarios, debido a que “carecen de medios de producción y sufren la explotación capitalista, están interesados, por su propia situación objetiva, en que se destruya el capitalismo, constituyendo por tanto una clase revolucionaria” (F.V. Konstantinov. Los fundamentos de la filosofía marxista, pág. 446)
No obstante que el interés de clase está determinado por la posición que ocupa dentro del sistema de producción social, no siempre sus integrantes tienen conciencia de los intereses de clase, de sus intereses vitales. Sin embargo, no por ello dejan de luchar, pero lo hacen por reivindicaciones materiales y políticas que si bien les puede significar mejorar, temporalmente, las condiciones de vida, no les libera definitivamente de su situación –cuando se trata de clases explotadas-, como ocurre con los trabajadores cuando luchan por salarios.
La conciencia política no determina los intereses de una clase, pero sí ayuda a que sus integrantes actúen en conjunto. Por eso, en el caso de la sociedad capitalista, es muy importante el papel que el partido revolucionario cumple en la labor de politización de la clase, para que las acciones y esfuerzos que ésta desarrolla se encuentren o avancen por el andarivel que le lleve a su liberación como clase explotada y oprimida. En el capitalismo se crean las condiciones no solo para que se desarrolle la acción conjunta del proletariado, sino también de éste con las otras clases trabajadoras, con sectores de la pequeña burguesía urbana y rural, en general, con aquellos sectores oprimidos por el capital.
Hay quienes sostienen que el desarrollo del capitalismo ha provocado el aparecimiento de una cantidad de clases y grupos sociales (no previstos por el marxismo) con intereses particulares distintos. Tratándose de sectores subalternos, es decir, discriminados y oprimidos por el capitalismo, esos intereses específicos tienen un carácter pasajero y pueden combinarse con los intereses vitales de la clase fundamental del capitalismo: el proletariado. No hay que perder de vista que el interés general de la clase obrera es duradero y esencial.
La lucha de clases representa un fenómeno sujeto a leyes y es la fuerza motriz del desarrollo de las sociedades de clase, se manifiesta en los ámbitos económico, político y social, pero, en última instancia, las clases luchan entre sí para conservar o destruir el régimen vigente y el modo de producción que le sirve de base. Su expresión más acabada se encuentra en la lucha entre los partidos políticos que, a su vez, expresan los intereses de determinadas clases y dirigen la batalla que éstas libran.
En el caso del partido del proletariado, éste trabaja para que la clase obrera tome conciencia de sus intereses vitales y en función de ellos se organice políticamente, lo cual ejerce una influencia decisiva en la trayectoria posterior de la lucha de clases.
“En sociedades en las que conviven distintas clases sociales, que tienen dispares condiciones económicas de vida y, por ende, intereses de clase diametralmente opuestos, no hay ni puede haber comunidad de intereses globales o unidad política, sino, por el contrario, un constante enfrentamiento.”
texto del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador publicado en el órgano de expresión del CC del PCML del Ecuador "En Marcha" en octubre de 2012
La lucha de clases representa un fenómeno sujeto a leyes y es la fuerza motriz del desarrollo de las sociedades de clase, se manifiesta en los ámbitos económico, político y social, pero, en última instancia, las clases luchan entre sí para conservar o destruir el régimen vigente y el modo de producción que le sirve de base.
En el Manifiesto Comunista, Carlos Marx y Federico Engels resumen, de manera sencilla, cómo la lucha de clases se manifestó en distintos estadios del desarrollo de la humanidad hasta el aparecimiento del capitalismo. “Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos, se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes”, aseveran los fundadores del socialismo científico. Afirmación que no deviene de su inventiva, sino de muchos años de estudio e investigaciones.
El marxismo ha tenido la capacidad de demostrar que esa confrontación se produce de manera independiente de la voluntad de las personas, y no como sostiene la burguesía que es resultado de la labor desplegada por “resentidos sociales” o “gente interesada en quebrantar la paz social y crear el caos”.
En sociedades en las que conviven distintas clases sociales, que tienen dispares condiciones económicas de vida y, por ende, intereses de clase diametralmente opuestos, no hay ni puede haber comunidad de intereses globales o unidad política, sino, por el contrario, un constante enfrentamiento.
No son pocos los intentos teóricos y prácticos por conducir a una conciliación de clases a través del establecimiento de elementos ético-morales comunes, universales, esfuerzos que por partir de posiciones idealistas –por tanto anticientíficas- han fracasado en el país y a nivel internacional.
A pesar de esto último, ese discurso conciliador de la burguesía no es abandonado, ahora mismo es utilizado en determinados momentos por el gobierno. Rafael Correa, en su libro “Ecuador: de Banana Republic a la No República”, pág.191, se atiene a esa concepción burguesa de la conciliación de los intereses particulares de clase con los de la sociedad en su conjunto. “Refiriéndonos a los empresarios capitalistas –señala Correa-, para que razonablemente a través de su fin de lucro se logren objetivos socialmente deseables, más allá de la ilusión de la competencia, lo importante es que guarden cuatro éticas fundamentales: la ética con sus trabajadores, esto es, saber distribuir justamente entre estos el valor agregado por la empresa, así como garantizar un adecuado ambiente de trabajo y estabilidad; la ética con sus consumidores, es decir, no abusar de su posición de mercado y tratar de brindar los mejores bienes y servicios a precios apropiados; la ética con la sociedad y el Estado, o sea, pagar tributos, cumplir las leyes del respectivo país y propender al desarrollo local por medio de, por ejemplo, la contratación de trabajadores de la localidad; y la ética con el medio ambiente, lo que implica que la actividad de la empresa no se base en la depredación y destrucción de la naturaleza y de esta manera no genere una falsa rentabilidad.” (El resaltado es nuestro).
El afán de lucro, de obtener el máximo de utilidades a costa de la explotación de la fuerza del trabajo del obrero no se resuelve con una “actitud ética” distinta de parte de los explotadores, sino echándoles del poder. Ese natural interés de clase de la burguesía está determinado por la posición que ocupa dentro del sistema de producción social. A su vez, en el caso de los proletarios, debido a que “carecen de medios de producción y sufren la explotación capitalista, están interesados, por su propia situación objetiva, en que se destruya el capitalismo, constituyendo por tanto una clase revolucionaria” (F.V. Konstantinov. Los fundamentos de la filosofía marxista, pág. 446)
No obstante que el interés de clase está determinado por la posición que ocupa dentro del sistema de producción social, no siempre sus integrantes tienen conciencia de los intereses de clase, de sus intereses vitales. Sin embargo, no por ello dejan de luchar, pero lo hacen por reivindicaciones materiales y políticas que si bien les puede significar mejorar, temporalmente, las condiciones de vida, no les libera definitivamente de su situación –cuando se trata de clases explotadas-, como ocurre con los trabajadores cuando luchan por salarios.
La conciencia política no determina los intereses de una clase, pero sí ayuda a que sus integrantes actúen en conjunto. Por eso, en el caso de la sociedad capitalista, es muy importante el papel que el partido revolucionario cumple en la labor de politización de la clase, para que las acciones y esfuerzos que ésta desarrolla se encuentren o avancen por el andarivel que le lleve a su liberación como clase explotada y oprimida. En el capitalismo se crean las condiciones no solo para que se desarrolle la acción conjunta del proletariado, sino también de éste con las otras clases trabajadoras, con sectores de la pequeña burguesía urbana y rural, en general, con aquellos sectores oprimidos por el capital.
Hay quienes sostienen que el desarrollo del capitalismo ha provocado el aparecimiento de una cantidad de clases y grupos sociales (no previstos por el marxismo) con intereses particulares distintos. Tratándose de sectores subalternos, es decir, discriminados y oprimidos por el capitalismo, esos intereses específicos tienen un carácter pasajero y pueden combinarse con los intereses vitales de la clase fundamental del capitalismo: el proletariado. No hay que perder de vista que el interés general de la clase obrera es duradero y esencial.
La lucha de clases representa un fenómeno sujeto a leyes y es la fuerza motriz del desarrollo de las sociedades de clase, se manifiesta en los ámbitos económico, político y social, pero, en última instancia, las clases luchan entre sí para conservar o destruir el régimen vigente y el modo de producción que le sirve de base. Su expresión más acabada se encuentra en la lucha entre los partidos políticos que, a su vez, expresan los intereses de determinadas clases y dirigen la batalla que éstas libran.
En el caso del partido del proletariado, éste trabaja para que la clase obrera tome conciencia de sus intereses vitales y en función de ellos se organice políticamente, lo cual ejerce una influencia decisiva en la trayectoria posterior de la lucha de clases.
“En sociedades en las que conviven distintas clases sociales, que tienen dispares condiciones económicas de vida y, por ende, intereses de clase diametralmente opuestos, no hay ni puede haber comunidad de intereses globales o unidad política, sino, por el contrario, un constante enfrentamiento.”
