(Ibagué, octubre 5 de 2012) Al segundo día de ser detectado el cáncer de próstata al señor presidente de la república, Juan Manuel Santos Calderón, era operado inmediatamente con tecnología de punta y con los medicamentos idóneos para neutralizar la terrible enfermedad.
Millones de enfermos que llevan meses buscando una posibilidad de ser diagnosticados y atendidos como seres humanos, quedaron atónitos. A manera de broma, muchos se preguntaban y ¿cuál será esa EPS tan eficiente y oportuna?
Es más: el presidente pudo seguir atendiendo, lo que implica que no será descontada una sola hora de “trabajo”, no perjudicándole en consecuencia su “modesta” quincena, tampoco las demás prebendas de ley. ¿A quién se le presenta un gangazo de esta naturaleza en Colombia? Solo a una clase social: La burguesía.
Es evidente. Sin embargo, algunos insisten en decir que la lucha de clases ya pasó de moda, es una cosa anacrónica que nada tiene que ver con los deslumbrantes acontecimientos del siglo XXI y que por lo tanto hay que ponernos a la moda asumiendo como suya todo el consumismo que los poderosos nos imponen a través de los medios de comunicación y la sociedad de consumo.
Lo desconcertante es que algunos seudoizquierdistas se prestan como mansas palomas para repetir maquinalmente el discurso de la derecha, y en muchos casos son los primeros que salen a decir que la lucha de clase es tema del pasado que nada tiene que ver con la realidad concreta que sufre el pueblo en la era contemporánea.
Sin mucho discurso rimbombante, esquemático, cenagoso y ampuloso, este sencillo ejemplo nos ilustra claramente sobre la lucha de clases y su inexorable vigencia.
Se demuestra que la salud en Colombia es una mercancía y la compra quien tiene poder, es decir, dinero. Se demuestra que toda la parafernalia del Estado capitalista se encuentra al servicio de esa clase social. Eso explica la eficacia y prontitud con que fue atendido el señor presidente de la república.
Ciertamente un hecho de esta naturaleza produce rabia e indignación porque cualquier miembro del proletariado, es decir, del pueblo es también un ser humano y debería tener igual o mejor atención por parte de esas criminales EPS y del Estado en general, pero la realidad es bien diferente.
¿Cuál es la solución? Asumir una posición consecuente con nuestra clase social, fortalecer la unidad y actuar. Solo el pueblo organizado es capaz de poner fin a la burda explotación e injusticia social como la que venimos analizando.
Con toda seguridad si Santos hubiera sido un obrero raso, un campesino, un indigente, un docente o periodista, o sea, un hijo del pueblo, todavía estaría haciendo largas y extenuantes colas en busca de un examen por amor a Dios.
Esto nos debe hacer reflexionar para redoblar esfuerzos de lucha y unidad del pueblo en su conjunto. Solo la unidad nos puede sacar de este cúmulo de vergonzantes privilegios. Son razones concretas para participar - por ejemplo - de la jornada de la indignación y del paro cívico nacional. Quedarnos quietos es condenarnos a otros cien años de soledad como dice Gabriel García Márquez
Buen artículo, aunque en mi opinión algo MUY obvio.