Kaixo!!
Os traigo un artículo del genial propagandista soviético Ilia Ehrenburg, en que se mete con la División Azul. No se si publicarlo aquí, ya que el título "Biblioteca" induce más a libros que artículos, pero en fin, que no he encontrado otro sitio "mejor", así aquí va:
Os traigo un artículo del genial propagandista soviético Ilia Ehrenburg, en que se mete con la División Azul. No se si publicarlo aquí, ya que el título "Biblioteca" induce más a libros que artículos, pero en fin, que no he encontrado otro sitio "mejor", así aquí va:
DESILUSIÓN DE UN MERCENARIO
El teniente Jorge Mercader era un fascista probado, fiel acólito de los verdugos de Berlín. En su tierra Jorge asesinó a no pocos españoles. Quiso ensanchar su campo de acción. Los alemanes le dijeron que en Rusia se podía asesinar confortablemente y saquear con comodidad. El ingenuo Mercader lo creyó, y eso fue lo que le trajo desde la lejana España hasta nuestro país, al sector de Voljov.
A fines de noviembre jorge se siente todavía muy animado. Se dedica a merendar y a fumar. En su diario hace constar con satisfacción cómo sus soldados descargan sus rifles contra los rusos. El capitán Alba ha elogiado al teniente Jorge, y éste se encuentra en el séptimo cielo. Pero el 7 de diciembre, el estado de ánimo de Jorge cambia bruscamente. Escribe en su diario:
“la situación es terrible…Por la noche recibimos órdenes del Coronel Esparza de dejar las posiciones. A las nueve en punto comienza la retirada; abandonamos todo el material…”
Maravillosa transformación: antes todo era estupendo y ahora “la situación se hace terrible”. Los rusos inesperadamente atacaron a los fascistas; como es natural, el teniente Jorge no esperaba tal afrenta. El valiente Jorge abandonó el mortero y huyó con toda felicidad. Por eso ahora se encuentra un poco más tranquilo:
“La retirada se está efectuando con éxito, aunque me da pena mirar a los pocos soldados supervivientes, apenas son capaces de arrastrar los pies. La gente está desnuda, cansada, se muere de hambre y frío. Estoy al mando de los restos de la primera y tercera secciones – 50 hombres en total- ; no son soldados, son despojos sin fuerzas, sin víveres ni municiones, sin moral. Para cinco ametralladoras sólo tenemos ocho cintas”.
Lo que más pena le da al teniente es su propia situación. ¿Qué decir de los soldados si el mismo orgulloso Jorge está hecho un piojoso?
“Hace un mes que no nos lavamos. Llevo los calcetines rotos, los calzoncillos destrozados, y estoy lleno de piojos”.
El cuadro es conocido: el piojo es un insecto irrespetuoso, lo mismo pica al Barón prusiano que al hidalgo español.
El 22 de diciembre Jorge está radiante de júbilo: al pobre imbécil le prometieron enviarle a casa a mediados de enero. Y anota en su diario “Esta noticia me ha animado de tal manera que hasta me he puesto a cantar”.
Pero “demasiado pronto canta el pajarillo”: después de la agradable notificación, comenzó un desagradable bombardeo. Jorge tiembla de miedo. Y, para colmo de males, por primera vez le invade la duda sobre la invencibilidad de sus amos de Berlín.
“Un oficial alemán de zapadores me ha dicho que han relevado a Brauchitsch de su cargo y que ahora es Hitler en persona quien dirige las operaciones.. Esto es un mal síntoma”.
Pasan unos días más y Jorge anota en su diario algo completamente inusitado: “El estado de ánimo de nuestra división es ahora del todo adverso a los alemanes”.
En vano se esforzaron los hitlerianos en traer a los españoles a pelear contra los rusos, ahora resulta que los españoles sólo sueñan en volver las armas contra los propios alemanes”.
Mientras los falangistas españoles disputan con los alemanes, los rusos prosiguen con su ofensiva. Jorge ve como huyen los alemanes y luego con la conciencia tranquila, huye también. Después de tomar aliento, saca su diario y anota:
“En la actualidad la división española es un verdadero caos. Sus unidades están deshechas. No tiene espíritu combativo ni municiones. Falta la confianza en los mandos. Los jefes son una perfecta nulidad. Tenía razón nuestro general Queipo de Llano, al escribir a uno de mis soldados: “He perdido la fe en España y en sus dirigentes: La División Azul llegó llegó aquí para cubrir de gloria a España pero ha resultado lo contrario: todo el mundo es testigo de nuestra deshonra. Me averguenzo, aunque me consuela la idea de que no todos los españoles son tan brutos…”
El teniente Jorge no se consuela únicamente con las ideas: el 23 de diciembre “requisa unas gallinas y consigue coñac”. Considera que una cosa es la vergüenza y otra beberse unas copitas con motivo de la fiesta.
Por fin el 26 de diciembre le anuncian “A las cuatro de la tarde seréis relevados y luego la división volverá a España…”
Jorge está contento de nuevo. Se olvida del espíritu combativo, de la Gloria, de la Falange, y de la requisa de gallinas. Quiere volver a casa; quiere estar lejos de los obuses rusos. Pero en este momento, precisamente se interpone el destino tres veces justiciero. El teniente Jorge Mercader, que vino a nuestro país para matar y saquear, fue muerto el 27 de diciembre en las proximidades del sovjos “Krasny Udárnik” (“Obrero de choque rojo”).
Nosotros sabemos que “no todos los españoles son tan brutos” como este Jorge. Jamás consideraremos a los oficiales de la División azul como representantes del noble pueblo español. Los alemanes trajeron aquí la hez de España. Pero incluso esta escoria se levanta contra sus amos. Incluso la División azul, sueña con ajustar cuentas a la horda alemana.
Mientras los alemanes triunfaban, los soldados de la División azul los odiaban y temían. Ahora les siguen odiando pero ya no les temen. Acaso mañana echarán sus cuentas y encontrarán el mejor modo de aprovechar las ocho cintas y las cinco ametralladoras.
“¡ Duro con los alemanes!” Esta frase la comprenden hoy cuarenta pueblos de Europa. Todos estarán de acuerdo con ella. Y todos los pueblos glorificarán al pueblo que no sólo fue el primero en decir “¡Duro con los alemanes!”, sino que empezó a golpearlos y lo hace a conciencia.
05 de enero de 1942