Los Sinónimos de la Violencia
La violencia de guante blanco.
La palabra violencia siempre ha sido tomada por la sociedad por su acepción relativa a actos violentos de jóvenes y no tan jóvenes, “radicales”, “antisistemas”, etc., rompiendo mobiliario urbano, bancos, ETT´s, etc. Es el significado que los empresarios y su Estado nos han metido en la cabeza como el único. Si nos detenemos en su definición académica nos encontramos con que esta palabra expresa que se obliga a algo contra natura por la fuerza a alguien: Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias, que se hace contra el gusto de uno mismo, que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia (dicc. RAE). Según esto, podemos decir que nuestros grandes amigos empresarios, y su “democracia”, con ayuda de sus medios de información, la gran mayoría de los existentes, alienan a los trabajadores para ocultar la violencia que ellos mismos ejercen, ya no solo cuando reprimen violentamente las luchas obreras o por los derechos o invaden países para arrebatarles las riquezas naturales y humanas sino cuando despiden a un trabajador, arrebatándole sus medios de vida. Es una manipulación intencionada para sus intereses de control social y político que a su vez les permite el control económico para continuar con la explotación del trabajador.
La propia acción del despido, sea cual sea y como sea, es una acción violenta por parte del empresario contra el trabajador, porque el primero obliga al segundo a dejar su trabajo, es decir, su forma de conseguir sus medios de vida para pagar su vivienda, su comida, su ropa, etc, para que su familia sobreviva. Además se produce de forma brusca y por la fuerza, ya que el trabajador no quiere perder su empleo. En este sentido, y en todos los demás, el Capitalismo es violento porque no nos permite, a la gran masa de trabajadores, obtener nuestros medios de vida por nuestros propios medios, cuando éramos pequeños campesinos nos los arrebataron. Tenemos que “alquilarnos” al empresario, el cual nos saca el máximo de nuestro jugo interno para el “democrático” y vil objetivo de su beneficio privado, aunque ello pase por someternos a condiciones laborales miserables. Ni siquiera la mayoría de los trabajadores autónomos pueden hacerlo, ya que dependen de que el empresario de turno les contrate para realizar una u otra unidad de producto, distribución del mismo, unidad de obra o lo que sea. Es decir, nos obligan a ser dependientes de ellos hasta que este considere que dejamos de ser útiles para sacar su beneficio privado y, así, poder competir en esta sociedad de libre competencia, estado propio del reino animal.
Más de 4.500.000 de trabajadores, en el estado español, nos encontramos en estas condiciones de incapacidad para pagar los productos necesarios para nuestra supervivencia, por la acción violenta del despido. Muchos de nosotros nos encontramos en una situación de paro de larga duración. De los cuales, más de 800.000 trabajadores desempleados no ingresamos ni un euro en nuestras cuentas para poder sobrevivir en esta economía de mercado y más de 1.100.000 solo ingresamos 420 míseros euros. ¿Cómo podemos vivir con esos exiguos ingresos o ninguno? Para poder pagar la vivienda, nos vemos abocados a la venta de lo poco que tenemos y que nos es vital para nuestra supervivencia: coche, moto, televisión, móvil, ordenador, algunos muebles, etc., lo cual se está dando habitualmente en la actualidad. Igualmente nos vemos abocados a la compra y único consumo de los alimentos más baratos y malísima calidad, en el caso de que podamos comer: pasta, carne de cerdo (es carne de alto contenido graso), carnes de dudosa procedencia, comida basura, maíz transgénico (recientemente aprobado en la UE), etc.; alimentos menos saludables, que nos satura las arterias de colesterol, entre otras muchas enfermedades, poniendo en peligro nuestra salud por no llevar una dieta equilibrada, obviamente más cara. Cuando ni con esas podemos pagar nuestro refugio para el descanso, la vivienda, supone que ésta sea embargada y nosotros desahuciados por el “humilde” y usurero banco, pasando a su propiedad, o tenemos que abandonarla, en caso de alquiler, para volver a casa de nuestros padres, en el mejor de los casos, o acabar viviendo en una chabola o en el coche; esto supone otro acto de violencia, miseria y exclusión social contra los trabajadores. ¿Cómo pretenden que los jóvenes podamos independizarnos? En estas penosas situaciones, y muchas más, se encuentran millones de trabajadores en el mundo, incluido nuestro país.
Esta violencia empresarial la encontramos en todos los rincones de la sociedad. Acto de violencia por parte de los empresarios es que nos rebajen los salarios, aprovechándose de la necesidad vital de trabajo del desempleado, de modo que no podamos llegar a fin de mes. Acto de violencia es que nos impongan una Reforma Laboral con peores condiciones laborales y contractuales, que abaraten el despido, con lo que resultará más fácil el acto violento del despido. Acto de violencia es que los jóvenes trabajemos con contratos basura. Acto de violencia es que nos impongan la elevación de la edad de jubilación a los 67 años, para que nos estrujen más años como si fuéramos máquinas. Acto de violencia es que no nos den los medios de seguridad para que no suframos un accidente laboral. Acto de violencia es que mientras millones de trabajadores en todo el mundo vivimos apurados para sobrevivir mes a mes, en el mejor de los casos, por no decir que millones de ellos no tienen garantizada la supervivencia por la miseria de vida, unos pocos dominan las riquezas del mundo y viven en la opulencia y el derroche. Acto de violencia es esta sociedad capitalista que somete a una mayoría a unas condiciones de miseria y precariedad para que una minoría obtenga enormes beneficios.
Si ellos nos quieren hacer ver que el Capitalismo es una sociedad de derecho y “democrática” sin violencia, el paradigma a seguir, los trabajadores tenemos claro que para nosotros es una sociedad de explotación, violencia y desprecio contra nuestras vidas y nuestros derechos. Frente a su violencia los trabajadores, jóvenes y mayores, no debemos ceder. Necesitamos construir una nueva sociedad en la que se deje de ejercer esa violencia contra la mayoría, contra los trabajadores. Una sociedad que se estructure por y para los trabajadores, que produzca para toda la sociedad, que sea justa, en la que nadie se apodere del trabajo de los demás para su beneficio privado y luego sean desechados como si de una máquina vieja se tratase.
UJC-Madrid
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