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    "Un revisionista entre los bolcheviques: Nicolás Bujarin" - texto de Mario Quintana - publicado en la web del Grupo de propaganda marxista

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Nov 24, 2012 2:08 pm

    Un revisionista entre los bolcheviques: Nicolás Bujarin

    texto de Mario Quintana incluido en DEL ROMANTICISMO AL REVISIONISMO Superproducción, crisis y derrumbe del capitalismo

    publicado en la web del Grupo de propaganda marxista

    Bujarin fue miembro del partido bolchevique, en el que mantuvo posiciones ideológicas contradictorias. Durante cierto tiempo fue considerado el economista "oficial" del Partido y sus escritos tuvieron una cierta resonancia gracias a que intervino en los debates de la Internacional Comunista. Sin embargo, no elaboró ninguna aportación significativa al marxismo y su fama se debe más a la labor propagandística de los anticomunistas que al mérito intrínseco de sus estudios De toda su obra, nos interesan aquí dos de sus ensayos, uno de ellos, escrito en l914, exponiendo sus propias concepciones sobre el imperialismo, que se tituló "La economía mundial y el imperialismo" y el otro, escrito en l925, replicando a Luxemburgo y titulado "El imperialismo y la acumulación de capital".

    Bujarin, influido por el revisionismo, defiende las tesis subconsumistas y su crítica a Luxemburgo no tiene más que ese núcleo sustancial, en el que, por lo demás, coincide con ella: que la producción tiene el consumo como destinatario final, que hay una "conexión totalmente objetiva" entre ambos, que hay una "mutua dependencia" y, en suma, que "el volumen de la producción es determinado por el nivel de la demanda (...) La contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio de la mercancía aparece aquí en el marco de la contradicción entre la producción de plusvalía, que tiende a una expansión sin límites, y el limitado poder de compra de las masas, que realizan el valor de su fuerza de trabajo. Esta contradicción encuentra su solución en las crisis" (80). Alude en varias ocasiones al poder de consumo de las masas, que es cada vez menor, a causa de una distribución de la riqueza que tiende a reducir al mínimo vital los salarios y se adhiere así a la vieja ley de bronce de los salarios (81). En una conocida obra de divulgación, "El ABC del comunismo", Bujarin escribe: "¿Qué son las crisis? He aquí cómo se desenvuelve el proceso éste. Un buen día resulta que se han producido algunas mercancías en cantidad excesiva. Los precios bajan y, sin embargo, no se encuentra quien las compre. Todos los almacenes se abarrotan. Gran cantidad de obreros son reducidos a unas condiciones de miseria en las que no pueden comprar lo poco que consumían en otros tiempos. Entonces comienzan las catástrofes" (82). El abarrotamiento de los mercados obstaculiza las salidas a la producción en el interior del país; el imperialismo se vincula a esa búsqueda afanosa de mercados donde vender mercancías.

    Su pensamiento económico es muy contradictorio: en lo sustancial Bujarin es un subconsumista, pero por lo demás sigue fielmente todas las tesis de Hilferding. En su caso, no hay aciertos que compensen los numerosos errores teóricos y simplicidades en que incurre. Así, por ejemplo, sostiene que los movimientos migratorios internacionales tienen su origen en los diferentes niveles de salarios existentes entre los países, cuyas diferencias tienden a igualar, lo mismo que se iguala la cuota de ganancia por medio del comercio internacional: "Tratando de maximizar las ganancias busca fuerza de trabajo más barata y, al mismo tiempo, la mayor tasa de explotación. Esta diferencia en la remuneración del trabajo, que está relacionada funcionalmente con la ganancia, es la verdadera razón de aquella cacería" (83).

    Del mismo modo, siguiendo siempre literalmente a Hilferding (84), considera que es la diferencia en las cuotas de ganancia (y por tanto, en las composiciones orgánicas de capital) la que provoca la exportación de capitales. Por tanto, concibe la superproducción de capitales no de manera absoluta sino puramente relativa (85): en un país dado el capital resulta excedente y exportable sólo en relación al beneficio que puede obtener en comparación con otro país. Y este principio erróneo lo eleva nada menos que a la categoría de "ley general del modo de producción capitalista en su amplitud mundial". Escribe Bujarin: "No es, pues, la imposibilidad de desplegar una actividad en el país, sino la búsqueda de una tasa de beneficio más elevada lo que constituye la fuerza motriz del capitalismo. Ni siquiera la 'plétora capitalista' moderna representa un límite absoluto. Una tasa de beneficio más baja desplaza mercaderías y capitales cada vez más lejos de su 'país de origen'. Este proceso se cumple simultáneamente en las diversas partes de la economía mundial. Los capitalistas de las diferentes economías nacionales chocan dentro de ellas como concurrentes, y cuanto menos débil es el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo mundial, la expansión del comercio exterior resulta menos contenida y más aguda la lucha en el terreno de la concurrencia" (86). Por el contrario, Marx y Lenin no tenían esa concepción económica. Ya en su época, Marx defendió la naturaleza absoluta de la superproducción de capital: "El sistema de crédito es, de por sí, un resultado de la dificultad con que tropieza para invertir el capital 'productivamente', es decir, de un modo rentable Esto es, en efecto, lo que obliga a los ingleses a prestar sus capitales al extranjero para abrirse mercados. La superproducción, el sistema de crédito, etc., son medios con los que la producción capitalista se esfuerza en traspasar las fronteras que circunscriben su campo de acción y en producir con exceso. Obra así empujada de una parte por su propia tendencia y, de otra parte, porque no admite más producción que aquella en que el capital existente encuentre una inversión rentable. Y así es como estallan las crisis" (87). Lenin tampoco se refirió para nada a una supuesta superproducción "relativa" de capital, y escribió al respecto: "La necesidad de la exportación de capital es debida al hecho de que en algunos países el capitalismo ha 'madurado' excesivamente y (en las condiciones creadas por el desarrollo insuficiente de la agricultura y por la miseria de las masas) no dispone de un terreno para la colocación lucrativa del capital" (88). La superproducción de capital es, por tanto, según Marx y Lenin, de carácter absoluto: un país no exporta capital porque pueda obtener fuera de las fronteras un beneficio mayor que en el interior, sino porque aquí aparece un excedente, un sobrante. Esto es propio, como dice Lenin, de los Estados más maduros desde el punto de vista capitalista, de las grandes potencias, que es donde se produce ese fenómeno de superproducción de capital. La superproducción "relativa" de capital a la que se refieren Hilferding y Bujarin no explica que la exportación de capital sea mutua entre las grandes potencias imperialistas, donde la cuota de ganancia y, por tanto, la expectativa de beneficio, es parecida. La teoría de la superproducción "relativa" de capital es otro de los grandes tópicos económicos del revisionismo, que Bujarin definirá sintéticamente del modo siguiente: "La expansión del capital está condicionada por el movimiento de la ganancia, su monto y su tasa, de la cual el monto depende" (89). Algunas décadas después, el Partido Comunista Francés repetirá: "El excedente de capital no se aprecia en sí mismo sino en relación con la cuota de ganancia perseguida" (90).

    En contradicción con la plétora de capital, Bujarin, lo mismo que Hilferding, exagera el poder de la banca. Según él, el capital bancario domina progresivamente al industrial, operando como organizador de la industria, de manera que no se puede fundar ningún nuevo monopolio sin intervención de la banca (91).

    Esta influencia bancaria contribuye a superar el caos del mercado competitivo y tiende hacia un gigantesco monopolio omnicomprensivo, hacia el superimperialismo de que hablaba Kautsky: "Las diferentes esferas del proceso de concentración y organización se estimulan recíprocamente y originan una fuerte tendencia a la transformación de toda la economía nacional en una gigantesca empresa combinada bajo la égida de los magnates de las finanzas y del Estado capitalista, de una economía que monopoliza el mercado mundial y que llega a ser la condición necesaria de la producción organizada en su forma superior no capitalista" (92). Tampoco este fue el criterio de Marx, quien escribió: "Cuando la producción capitalista se desarrolla plenamente y pasa a ser el régimen fundamental de producción, el capital usurario se somete al capital industrial y el capital comercial se convierte en una modalidad de éste, en una forma derivada del proceso de circulación. Más para ello, ambos tienen que rendirse y supeditarse previamente al capital industrial (93). Lenin tampoco habló jamás de supeditación del capital industrial al capital bancario sino de la fusión de ambos, a la que denomina capital financiero.

    En la misma línea que Hilferding, sostiene Bujarin que a finales del siglo XIX el capitalismo experimentó un claro proceso de creciente "organización" que modificó seriamente el libre juego de las fuerzas de la competencia. Según Bujarin, el proceso de concentración y de creciente monopolización es lineal; el volumen y tamaño de las empresas crece cada vez más hasta llegar a un consorcio identificado con el Estado: "Cada una de las 'economías nacionales' desarrolladas, en el sentido capitalista de la palabra, se ha transformado en una especie de trust nacional del Estado (...) La economía nacional se transforma en un gigantesco trust combinado, cuyos accionistas son los grupos financieros y el Estado(...) Los Estados económicamente desarrollados han llegado, por así decirlo, a un punto en que se les puede considerar como una especie de organización trustificada o, conforme al nombre que les hemos dado, como trusts capitalistas nacionales" (94). Después de muchas matizaciones Bujarin acaba finalmente por sucumbir ante las tesis de Hilferding y Kautsky: "La formación de los trusts capitalistas nacionales desplaza casi enteramente la concurrencia al campo de la concurrencia exterior". La competencia, añade, "está a punto de desaparecer" (95). Operan dos tendencias contradictorias; por un lado la internacionalización que lleva hacia una organización capitalista mundial; por la otra, una tendencia nacionalista más fuerte que obliga al cierre de las fronteras. La competencia capitalista ya sólo existe fuera de las fronteras, donde se manifiesta como una pugna de los grupos nacionales entre sí, porque a corto plazo no cabe esperar que los diversos Estados, a su vez. se coaliguen en un trust mundial único, en una organización capitalista universal, aunque finalmente ésta se imponga "pero solamente después de un largo periodo de áspera lucha entre los trusts capitalistas nacionales" (96) En su obra "El ABC del comunismo" su posición es aún más contundente: "Los Sindicatos y los trusts dominan casi por entero el mercado. No temen la concurrencia porque la han suprimido previamente. En el puesto de la concurrencia han colocado al monopolio capitalista, esto es, el dominio del trust.

    "Con esto la concurrencia ha sido lentamente destruida por la concentración y centralización del capital. La concurrencia se devoró a sí misma. A medida que se acentuaba progresaba la centralización. Hasta que finalmente, la concentración del capital provocada por la concurrencia mató a la concurrencia misma. En lugar de la libre concurrencia apareció el dominio de las Asociaciones de monopolio, de los sindicatos, de los trusts" (97).

    Por contra en el Vl Congreso de la Internacional Comunista, Bujarin matizó que el superimperialismo era viable en teoría pero no en la práctica (98). En cualquier caso, todas estas ideas son ajenas al marxismo.

    En cuanto al derrumbe, Bujarin se manifiesta contrario y critica en este aspecto a Rosa Luxemburgo por su "determinismo económico" (99). Considera que el futuro del capitalismo sólo depende de la "relación de fuerzas sociales en lucha y nada más" (100) Su exposición es, por tanto, notablemente peor que la de Kautsky: al menos éste aludía a un factor "objetivo" paralelo al subjetivo, mientras que Bujarin únicamente expone este último. La revolución vuelve a convertirse en un imperativo categórico kantiano, en una cuestión meramente ética.

    Notas:

    80-El imperialismo y la acumulación de capital, cit., pgs. 173 y 174.
    81-La economía mundial y e1 imperialismo, Ruedo Ibérico, París, 1969, pg. 72.
    82-El ABC del comunismo, Júcar, Madrid, 1977, pg. 47.
    83-El imperialismo y la acumulación de capital, cit., pg. 188; La economía mundial, cit., pg. 31.
    84-El capital financiero, cit., pg. 348.
    85-El imperialismo y la acumulación de capital, cit., pgs. 164-165, 186-187 y 194.
    86-La economía mundial, cit. pgs. 37-38 y 75
    87-Teorías de la plusvalía, cit., tomo II, pg. l68.
    88-El imperialismo, fase superior del capitalismo, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1972, pgs. 77-78.
    89-El imperialismo y la acumulación de capital, cit., pg. 194.
    90-Capitalismo monopolista de Estado. Tratado marxista de Economía Política, Ediciones de Cultura Popular, México, 1972, tomo I, pg. 194.
    91-La economía mundial, cit., pgs. 63-64. En el VI Congreso de la Internacional Comunista, Bujarin salió expresamente en defensa de Hilferding para sostener esta tesis (Informes y Discusiones. Segunda Parte, cit., pgs. 198-203).
    92-La economía mundial., pg. 65.
    93-Teorías de la plusvalía, cit., tomo II, pgs. 376-377.
    94-La economía mundial, cit., pgs. 98 y 110.
    95-La economía mundial, cit., pg. 115.
    96-La economía mundial, cit., pgs. 129-130
    97-Cit., pgs.75-76. Otras traducciones de1 mismo texto, aluden a un "trust único" (con E. Preobrazhenski: ABC del comunismo, Fontamara, Barcelona, 1977, pg. 98).
    98-Informes y Discusiones. Segunda Parte, cit., pgs. 204-205.
    99-El imperialismo y la acumulación de capital, cit., pg. 201.
    100-La economía mundial, cit., pg. l26.
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Nov 24, 2012 2:15 pm

    El texto completo de Mario Quintana titulado DEL ROMANTICISMO AL REVISIONISMO Superproducción, crisis y derrumbe del capitalismo se puede leer y copiar por capítulos desde el enlace:

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Contenido:

    1-Introducción
    2-Romanticismo económico y socialismo utópico
    3-Los posiciones económicas de Bernstein y los revisionistas
    4-La lucha contra el revisionismo desde el propio revisionismo: Kautsky
    5-La ley de los mercados de Say
    6-La lucha contra el revisionismo: Rosa Luxemburgo
    7-Un revisionista entre los bolcheviques: Nicolás Bujarin
    8-La lucha contra el revisionismo: Lenin
    9-Eugen Varga y los nuevos revisionistas
    10-La superproducción absoluta de capital: Henryk Grossman
    11-La versión moderna del subconsumo: Natalie Moszkowska
    12-Conclusión: el capital más preciado

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