Patria socialista, internacionalismo proletario y revolución mundial
Lenin en el debate sobre el tratado de Brest-Litovsk
texto de S. Fiume publicado en septiembre de 2012 en el blog Crítica marxista-leninista
publicado en el Foro en 2 mensajes
---mensaje nº 1---
Ante el nacionalismo burgués y pequeñoburgués, los comunistas siempre respondieron con lo dicho por Marx y Engels en el “Manifiesto del Partido Comunista”: “Los obreros no tienen patria”. Esta es la base inicial sobre la que se levanta el principio del internacionalismo proletario. La fundamentación de esta afirmación es de sobra conocida, tiene que ver con el carácter internacional del capital y en consecuencia con el carácter internacional de su sepulturero: el proletariado.
En principio, la línea divisoria entre el marxismo y el oportunismo en este punto estaba claramente delimitada por el “Manifiesto”. Sin embargo, la revolución de Octubre, la conquista del poder político por el proletariado ruso, la instauración de la dictadura del proletariado y la edificación del socialismo en Rusia, obligaron a actualizar y desarrollar el principio del internacionalismo proletario.
Después de Octubre, los obreros sí tienen patria
La conquista del poder por una de las secciones del proletariado mundial –el ruso– inauguró la época de las revoluciones proletarias y la creación de la URSS abrió el camino a la formación de un campo socialista.
Las ideas predominantes entre los marxistas antes de Octubre establecían la necesidad de que el proletariado triunfante inicie la “guerra revolucionaria” para contribuir a, que en los principales países de Europa (especialmente Alemania), estalle la revolución proletaria “mundial”, lo que a su vez ayudaría al proletariado del primer país vencedor a sostenerse en el poder.
Esta era una derivación de la teoría de la simultaneidad (o casi simultaneidad) de la revolución. Se pueden encontrar los rasgos de esta teoría en algunos escritos de Engels. Incluso en el “Manifiesto del Partido Comunista” publicado en 1848 se encontrará la dirección en ese sentido.
Los oportunistas al criticar a Stalin y a los marxista-leninistas por supuestamente olvidar el internacionalismo proletario y la revolución internacional, por su defensa de la URSS, siempre citan como por impulso que “los obreros no tienen patria”, pero pasan por alto el resto del párrafo donde esa expresión está incluida:
“Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Mas, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués.”
La expresión “todavía es nacional” enfatiza el carácter inicial de esa conquista del poder y la elevación de una sección del proletariado internacional a la condición de clase nacional, dado que la revolución debe triunfar inicialmente en un país concreto (que la Historia determinó que fuera la Rusia de 1917). Pero el carácter nacional de esa conquista del proletariado ya no es “de ninguna manera en el sentido burgués” sino que está signada por las tareas socialistas que debe emprender. Es interesante señalar que el “Manifiesto” fue escrito cuando las revoluciones de 1848 estaban anunciando lo que se venía (“Un fantasma recorre Europa…”), veintitantos años antes de que Marx encontrara -en la experiencia revolucionaria de la Comuna de París- lo que sería su mayor contribución: que toda la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado. (Carta a Wedemeyer, 5 de marzo de 1852, en Marx-Engels, O.E. en tres tomos, t. 1, Progreso, Moscú). Y sin embargo, existe una coherencia notable en su teoría de la revolución.
Después de Octubre, Lenin desarrollaría el contenido de la expresión: “aunque de ninguna manera en el sentido burgués”. Específicamente, fue en los meses inmediatos a Octubre, cuando se discutía la paz de Brest-Litovsk. En ese debate podemos encontrar las bases del desarrollo del principio del internacionalismo proletario y la revolución internacional, luego de inaugurada la época de las revoluciones proletarias, con el establecimiento del primer país socialista y el inicio de la edificación del socialismo.
Cuando el avance alemán amenazaba con tomar Petrogrado, ante la negativa de los “comunistas de izquierda” y aliados a la firma del tratado de paz con Alemania, el Partido bolchevique llamó a la defensa de la patria socialista: “Hasta que el proletariado alemán se alce en armas y venza, el deber sagrado de los obreros y campesinos de Rusia es defender con abnegación la República de los Soviets contra las hordas de la Alemania burguesa e imperialista.
¡La patria socialista está en peligro! ¡Viva la patria socialista! ¡Viva la revolución socialista internacional!”
(Lenin, “¡La patria socialista está en peligro!”, 8(21) de febrero de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 07, Progreso, Moscú, 1973).
Por primera vez de manera clara, a sólo unos meses de la revolución de Octubre, Lenin no sólo acuñaba una expresión o lanzaba una simple consigna, sino que incorporaba un nuevo concepto a la teoría marxista, el concepto de la “patria socialista”. A algunos “perspicaces” se les ocurrirá señalar el carácter temporal y relativo de ese llamamiento, dado que el mismo Lenin dice: “hasta que el proletariado alemán se alce en armas y venza…”. Sin embargo, Lenin se encarga de aclarar esto en la sustentación de su tesis: “...Somos defensistas desde el 25 de octubre de 1917. Somos partidarios de “la defensa de la patria”; pero la guerra patria hacia la que nos encaminamos es una guerra por la patria socialista, por el socialismo como patria, una guerra por la República Soviética como destacamento del ejército mundial del socialismo.
“¡Odia al alemán, muera el alemán!”: tal ha sido y sigue siendo la consigna del patriotismo corriente, es decir, del patriotismo burgués. Pero nosotros diremos: “¡Odia a los bandidos imperialistas, odia al capitalismo, muera el capitalismo!” Y al mismo tiempo: “¡Aprende del alemán! ¡Sé fiel a la alianza fraternal con los obreros alemanes! Se han retrasado en acudir en nuestra ayuda. Pero nosotros ganaremos tiempo, los esperaremos, y ellos vendrán en nuestra ayuda.”
(Lenin, “Las tareas principales de nuestros días”, 11 de marzo de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 8, Progreso, Moscú, 1973)
El socialismo como patria y el deber internacionalista de la revolución socialista victoriosa
En esta coyuntura crítica para la amenazada revolución rusa, Lenin introdujo dos cuestiones importantes que desarrollaron el principio del internacionalismo proletario y la teoría de la revolución proletaria: 1) el socialismo como patria y 2) las tareas de la revolución socialista triunfante en relación con la revolución mundial. Para Lenin, ambas tienen como denominador común –por supuesto– los intereses de la revolución proletaria mundial.
Desde esa perspectiva, la sección del proletariado que ha triunfado y el proletariado internacional en general deben defender la revolución socialista victoriosa y contribuir a su fortalecimiento. La defensa de la patria socialista no es exclusivamente el deber de la sección victoriosa del proletariado sino el deber del proletariado internacional en su conjunto; porque lo que se defiende no es un territorio, una nacionalidad, una cultura especifica, lo que se defiende es el socialismo como patria, definida como base de apoyo de la revolución proletaria mundial y escenario de la materialización de los principios marxista-leninistas de construcción del socialismo.
De esta forma, con el nacimiento de la Rusia soviética (y después con la creación del campo socialista) se pudo decir: “Los obreros ya tienen patria, es la patria socialista, la patria de todos los obreros del mundo. ¡Que no se os arrebate!”. Con el triunfo de la revolución proletaria en uno o varios países, a partir de 1917, la consigna del “Manifiesto” (“los obreros no tienen patria”) dejó de ser actual, ya no correspondía en su integridad a la realidad (aunque la restauración del capitalismo en los países socialistas, la derrota temporal del proletariado, haya restablecido la vigencia de esa consigna).
Ahora bien, ¿cuál debe ser la actitud de la revolución triunfante en relación con sus tareas hacia la revolución proletaria mundial? Lenin esbozó esto en 1915, antes de Octubre:
"La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que el socialismo triunfe primero en unos cuantos países capitalistas, o incluso en un solo país capitalista. El proletariado triunfante de este país, después de expropiar a los capitalistas y de organizar la producción socialista dentro de sus fronteras, se enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás países, levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados."
(Lenin, “La consigna de los Estados Unidos de Europa”, 23 de agosto de 1915, O.E. en 12 tomos, t. 5, Progreso, Moscú, 1973)
En este artículo, Lenin habló por primera vez sobre la posibilidad del socialismo en un solo país, no solamente del triunfo de la revolución en un solo país ni de la dictadura del proletariado en un solo país, sino del socialismo en un solo país. Aquí Lenin dice claramente que el proletariado triunfante debe “expropiar a los capitalistas” y “organizar la producción socialista dentro de sus fronteras”. La pregunta que cabe es: ¿qué significa desde el punto de vista marxista “organizar la producción socialista”? La respuesta no puede ser mejor ejemplificada que con la experiencia histórica de la construcción del socialismo en la URSS bajo la dirección de Stalin.
Pero además de eso, Lenin en 1915 define teóricamente la tarea de la revolución socialista triunfante, prefigurando la tesis de la guerra revolucionaria (es decir, la guerra defensiva del proletariado triunfante contra las fuerzas imperialistas agresoras). Mas la cuestión de la actitud de la revolución triunfante en relación con la revolución mundial adquiere contenido sólo después de Octubre, cuando se vive la experiencia de una revolución triunfante en medio de condiciones desfavorables y convulsas, en las condiciones de una guerra mundial en desarrollo y el triunfo del proletariado en un país atrasado desde el punto de vista capitalista y por añadidura devastado por la guerra.
Los bolcheviques habían triunfado en Octubre ganándose a la clase obrera, al campesinado y al ejército, entre otras, con la consigna de la paz, en medio de una guerra donde el ejército ruso había tenido más bajas que todos los países beligerantes juntos. Inmediatamente después de la toma del poder, los bolcheviques propusieron la paz a todos los países beligerantes y desmovilizaron a su ejército. Alemania tenía interés en firmar la paz con Rusia, lo más pronto posible, para abocarse de lleno a la lucha en el frente occidental contra Inglaterra y Francia. En el Partido bolchevique había renuencia para firmar una paz por separado con Alemania. Los imperialistas alemanes, a su vez, se sentían apremiados por la debilidad de su frente occidental y a medida que pasaba el tiempo exigían que el nuevo poder soviético se decida a negociar y firmar la paz, amenazando con avanzar hacia la capital rusa. Por su parte, los aliados ofrecían ayuda a los bolcheviques para que continúen en la guerra contra Alemania. Presiones de ambos bloques de potencias imperialistas y discrepancias en el seno del Partido bolchevique, eran parte del marco en el que se desarrollaría el debate sobre la paz de Brest-Litovsk (para no mencionar la profunda crisis económica, la paralización de la producción, la escasez de alimentos, la actividad contrarrevolucionaria, etc.)
Los “comunistas de izquierda” se oponían al tratado de paz con Alemania y proponían llamar a la guerra revolucionaria. El concepto de guerra revolucionaria fue planteado por Engels, y sostenía la posibilidad de guerras defensivas del proletariado victorioso contra la burguesía de otros países (Carta a Kautsky del 12 de setiembre de 1882 en Marx-Engels, O.E. en tres tomos, t. 3, Progreso, Moscú). Bujarin y sus seguidores sostenían que, ante la amenaza del imperialismo alemán, lo único acorde con los principios comunistas era llevar adelante la guerra revolucionaria para estimular la revolución en Alemania; que firmar la paz era una traición a la revolución mundial; que esa paz en el hipotético caso de dar un respiro a Rusia, permitiría a la reacción alemana aplastar el movimiento revolucionario liderado por Liebknecht; que si era necesario había que sacrificar la revolución rusa en aras del estallido de la revolución en Alemania; que el triunfo de la revolución en el país más desarrollado de Europa, con el proletariado más avanzado, permitiría después que el proletariado ruso recuperara lo perdido, etc.
Estas tesis –excepto de la viabilidad de la guerra revolucionaria en ese momento– eran compartidas por Trotsky, sólo que éste vacilaba. Sabía que no existían condiciones materiales y subjetivas para llevar adelante la guerra revolucionaria, condición básica de las tesis de Bujarin, pero se rehusaba a firmar la paz. Una vez más, su política era que los acontecimientos se desenvuelvan por sí solos para luego tomar una posición.
En medio del debate, que –es bueno reiterar– se realizaba en las circunstancias de una guerra mundial, Lenin describió la terca realidad contra la que chocaban las consignas aventureristas de los “comunistas de izquierda” y las vacilaciones de los centristas de “ni guerra ni paz”: "10. ...el principio que debe servir de base a nuestra táctica no es establecer a cuál de los dos imperialismos nos conviene más ayudar en estos momentos, sino determinar cuál es el medio más eficaz y seguro de garantizar a la revolución socialista la posibilidad de afianzarse o, por lo menos, de sostenerse en un país hasta que otros países se adhieran a él.
12. ...Pero el problema de si es posible sostener una guerra revolucionaria ahora, inmediatamente, debe resolverse tomando en consideración de manera exclusiva las condiciones materiales de su realización y los intereses de la revolución socialista ya iniciada.
17. Por tanto, en lo que concierne a la guerra revolucionaria en el momento actual, la situación es la siguiente:
Si la revolución alemana estallara y triunfase en los próximos tres o cuatro meses, tal vez la táctica de la guerra revolucionaria inmediata no originaría la ruina de nuestra revolución socialista.
Pero si la revolución alemana no se produce en los meses próximos, el curso de los acontecimientos, de continuar la guerra, será inevitablemente tal que gravísimas derrotas obligarán a Rusia a concertar una paz separada aún más desfavorable; y, además, esta paz no la firmaría un Gobierno socialista, sino otro cualquiera (por ejemplo, el bloque de la Rada burguesa con la gente de Chernov o algo semejante). Porque el ejército campesino, extremadamente agotado por la guerra, derrocaría al Gobierno obrero socialista después de las primeras derrotas, probablemente no al cabo de varios meses, sino a las pocas semanas.
18. En tales condiciones, sería una táctica inadmisible por completo jugarse a una carta los destinos de la revolución socialista, ya iniciada en Rusia, sólo para ver si estalla la revolución en Alemania en un plazo cercano, brevísimo, calculado en semanas. Semejante táctica sería una aventura. No tenemos derecho a correr ese riesgo.
(Lenin, “Acerca de la historia de la paz desdichada”, con las tesis presentadas el 8 (21) de en enero de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 7, Progreso, Moscú, 1973).
El socialismo es superior: la piedra de toque
Uno de los argumentos que utilizaban Bujarin y Trotsky era que la posición de Lenin significaba abandonar a su suerte la lucha de algunas naciones por su autodeterminación, al dejarlas a merced del imperialismo alemán. Lenin respondió esas acusaciones desarrollando la teoría del socialismo en un solo país y definiendo la piedra de toque que deslinda el nacionalismo del socialismo: "20. Al concertar la paz separada nos libramos en el mayor grado posible, en el momento actual, de ambos grupos imperialistas contendientes, aprovechándonos de la hostilidad existente entre ellos y de la guerra –que les impide confabularse contra nosotros–, y conseguimos tener las manos libres durante cierto tiempo para proseguir y consolidar la revolución socialista. La reorganización de Rusia sobre la base de la dictadura del proletariado, sobre la base de la nacionalización de los bancos y de la gran industria, con un régimen de intercambio natural de productos entre la ciudad y las cooperativas de consumo rurales, formadas por los pequeños campesinos, es posible desde el punto de vista económico, a condición de que tengamos asegurados unos meses de trabajo pacífico. Y esa reorganización haría que el socialismo fuese invencible tanto en Rusia como en el mundo entero, creando a la vez una firme base económica para un poderoso Ejército Rojo Obrero y Campesino.
21. En el momento actual, una guerra revolucionaria de verdad sería la guerra de la República Socialista contra los países burgueses con el claro fin, plenamente aprobado por el ejército socialista, de derrocar a la burguesía de otros países. Pero es indudable que en este momento no podemos todavía señalarnos esa meta. Objetivamente, lucharíamos ahora por la liberación de Polonia, Lituania y Curlandia. Pero ningún marxista podría negar, sin romper con los principios del marxismo y del socialismo en general, que los intereses del socialismo están por encima de los intereses del derecho de las naciones a la autodeterminación...
(Lenin, “Acerca de la historia de la paz desdichada”, con las tesis presentadas el 8 (21) de en enero de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 7, Progreso, Moscú, 1973).
Los oportunistas, trotskistas y revisionistas de todo pelaje “olvidan” el principio marxista que sostiene que “el socialismo es superior”, cuando atacan la actitud de Stalin y la URSS en relación con momentos específicos y concretos de las luchas de liberación nacional y de revoluciones en progreso dirigidas por partidos comunistas de algunos países. Olvidan que “los intereses del socialismo están por encima de los intereses del derecho de las naciones a la autodeterminación…”, olvidan que los intereses de la revolución victoriosa están por encima de los intereses de la revolución por venir o en desarrollo, olvidan que los intereses del país del socialismo están por encima de los intereses de las democracias populares, olvidan que la patria que los obreros deben defender es el país de la dictadura del proletariado, olvidan que el proletariado debe luchar por fortalecer y ampliar esa patria socialista. Este es uno de los principios de la teoría marxista-leninista de la revolución proletaria y el internacionalismo proletario. Lenin es muy claro y enfático en cuanto a eso: “..qué es superior, el derecho de las naciones a la autodeterminación o el socialismo?
El socialismo es superior.
¿Es permisible que, para evitar la violación del derecho de las naciones a la autodeterminación, se sacrifique a la República Socialista Soviética, se la exponga a los golpes del imperialismo en un momento en que este último es a todas luces más fuerte y la República Soviética es a ciencia cierta más débil?
No. No es permisible. Eso no es una política socialista, es una política burguesa.”
(Lenin, “Acerca de la frase revolucionaria”, 8(21) de enero de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 7, Progreso, Moscú, 1973).
Y esta no es una frase suelta, fuera de contexto, como suelen decir los oportunistas y trotskistas cuando no pueden rebatir las tesis leninistas. Está presente a lo largo de la obra de Lenin después de Octubre y sobre todo en su práctica como líder de la revolución rusa. La creación de la URSS se hizo de conformidad con este principio. Stalin aplicó ese mismo principio en vida de Lenin –cuando le correspondió llevar a la práctica la política bolchevique sobre las nacionalidades en la Rusia soviética– y después cuando fue el dirigente máximo de la revolución proletaria mundial; con esa política se creó, amplió y fortaleció el campo socialista y se impulsó el avance de la lucha del proletariado revolucionario internacional y el movimiento de liberación nacional en los países coloniales, semicoloniales y dependientes, bajo la dirección de Stalin.
Lenin en el debate sobre el tratado de Brest-Litovsk
texto de S. Fiume publicado en septiembre de 2012 en el blog Crítica marxista-leninista
publicado en el Foro en 2 mensajes
---mensaje nº 1---
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
La línea punteada, en la izquierda, indica la posición del ejército alemán en diciembre de 1917, cuando se acordó el armisticio. El área de color rosa muestra el territorio ganado por los alemanes con el Tratado de Brest-Litovsk, que en su mayor parte ya había sido ocupado antes del tratado. La línea continua de la derecha indica el nuevo límite occidental de la república rusa soviética.
La línea punteada, en la izquierda, indica la posición del ejército alemán en diciembre de 1917, cuando se acordó el armisticio. El área de color rosa muestra el territorio ganado por los alemanes con el Tratado de Brest-Litovsk, que en su mayor parte ya había sido ocupado antes del tratado. La línea continua de la derecha indica el nuevo límite occidental de la república rusa soviética.
Ante el nacionalismo burgués y pequeñoburgués, los comunistas siempre respondieron con lo dicho por Marx y Engels en el “Manifiesto del Partido Comunista”: “Los obreros no tienen patria”. Esta es la base inicial sobre la que se levanta el principio del internacionalismo proletario. La fundamentación de esta afirmación es de sobra conocida, tiene que ver con el carácter internacional del capital y en consecuencia con el carácter internacional de su sepulturero: el proletariado.
En principio, la línea divisoria entre el marxismo y el oportunismo en este punto estaba claramente delimitada por el “Manifiesto”. Sin embargo, la revolución de Octubre, la conquista del poder político por el proletariado ruso, la instauración de la dictadura del proletariado y la edificación del socialismo en Rusia, obligaron a actualizar y desarrollar el principio del internacionalismo proletario.
Después de Octubre, los obreros sí tienen patria
La conquista del poder por una de las secciones del proletariado mundial –el ruso– inauguró la época de las revoluciones proletarias y la creación de la URSS abrió el camino a la formación de un campo socialista.
Las ideas predominantes entre los marxistas antes de Octubre establecían la necesidad de que el proletariado triunfante inicie la “guerra revolucionaria” para contribuir a, que en los principales países de Europa (especialmente Alemania), estalle la revolución proletaria “mundial”, lo que a su vez ayudaría al proletariado del primer país vencedor a sostenerse en el poder.
Esta era una derivación de la teoría de la simultaneidad (o casi simultaneidad) de la revolución. Se pueden encontrar los rasgos de esta teoría en algunos escritos de Engels. Incluso en el “Manifiesto del Partido Comunista” publicado en 1848 se encontrará la dirección en ese sentido.
Los oportunistas al criticar a Stalin y a los marxista-leninistas por supuestamente olvidar el internacionalismo proletario y la revolución internacional, por su defensa de la URSS, siempre citan como por impulso que “los obreros no tienen patria”, pero pasan por alto el resto del párrafo donde esa expresión está incluida:
“Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Mas, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués.”
La expresión “todavía es nacional” enfatiza el carácter inicial de esa conquista del poder y la elevación de una sección del proletariado internacional a la condición de clase nacional, dado que la revolución debe triunfar inicialmente en un país concreto (que la Historia determinó que fuera la Rusia de 1917). Pero el carácter nacional de esa conquista del proletariado ya no es “de ninguna manera en el sentido burgués” sino que está signada por las tareas socialistas que debe emprender. Es interesante señalar que el “Manifiesto” fue escrito cuando las revoluciones de 1848 estaban anunciando lo que se venía (“Un fantasma recorre Europa…”), veintitantos años antes de que Marx encontrara -en la experiencia revolucionaria de la Comuna de París- lo que sería su mayor contribución: que toda la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado. (Carta a Wedemeyer, 5 de marzo de 1852, en Marx-Engels, O.E. en tres tomos, t. 1, Progreso, Moscú). Y sin embargo, existe una coherencia notable en su teoría de la revolución.
Después de Octubre, Lenin desarrollaría el contenido de la expresión: “aunque de ninguna manera en el sentido burgués”. Específicamente, fue en los meses inmediatos a Octubre, cuando se discutía la paz de Brest-Litovsk. En ese debate podemos encontrar las bases del desarrollo del principio del internacionalismo proletario y la revolución internacional, luego de inaugurada la época de las revoluciones proletarias, con el establecimiento del primer país socialista y el inicio de la edificación del socialismo.
Cuando el avance alemán amenazaba con tomar Petrogrado, ante la negativa de los “comunistas de izquierda” y aliados a la firma del tratado de paz con Alemania, el Partido bolchevique llamó a la defensa de la patria socialista: “Hasta que el proletariado alemán se alce en armas y venza, el deber sagrado de los obreros y campesinos de Rusia es defender con abnegación la República de los Soviets contra las hordas de la Alemania burguesa e imperialista.
¡La patria socialista está en peligro! ¡Viva la patria socialista! ¡Viva la revolución socialista internacional!”
(Lenin, “¡La patria socialista está en peligro!”, 8(21) de febrero de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 07, Progreso, Moscú, 1973).
Por primera vez de manera clara, a sólo unos meses de la revolución de Octubre, Lenin no sólo acuñaba una expresión o lanzaba una simple consigna, sino que incorporaba un nuevo concepto a la teoría marxista, el concepto de la “patria socialista”. A algunos “perspicaces” se les ocurrirá señalar el carácter temporal y relativo de ese llamamiento, dado que el mismo Lenin dice: “hasta que el proletariado alemán se alce en armas y venza…”. Sin embargo, Lenin se encarga de aclarar esto en la sustentación de su tesis: “...Somos defensistas desde el 25 de octubre de 1917. Somos partidarios de “la defensa de la patria”; pero la guerra patria hacia la que nos encaminamos es una guerra por la patria socialista, por el socialismo como patria, una guerra por la República Soviética como destacamento del ejército mundial del socialismo.
“¡Odia al alemán, muera el alemán!”: tal ha sido y sigue siendo la consigna del patriotismo corriente, es decir, del patriotismo burgués. Pero nosotros diremos: “¡Odia a los bandidos imperialistas, odia al capitalismo, muera el capitalismo!” Y al mismo tiempo: “¡Aprende del alemán! ¡Sé fiel a la alianza fraternal con los obreros alemanes! Se han retrasado en acudir en nuestra ayuda. Pero nosotros ganaremos tiempo, los esperaremos, y ellos vendrán en nuestra ayuda.”
(Lenin, “Las tareas principales de nuestros días”, 11 de marzo de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 8, Progreso, Moscú, 1973)
El socialismo como patria y el deber internacionalista de la revolución socialista victoriosa
En esta coyuntura crítica para la amenazada revolución rusa, Lenin introdujo dos cuestiones importantes que desarrollaron el principio del internacionalismo proletario y la teoría de la revolución proletaria: 1) el socialismo como patria y 2) las tareas de la revolución socialista triunfante en relación con la revolución mundial. Para Lenin, ambas tienen como denominador común –por supuesto– los intereses de la revolución proletaria mundial.
Desde esa perspectiva, la sección del proletariado que ha triunfado y el proletariado internacional en general deben defender la revolución socialista victoriosa y contribuir a su fortalecimiento. La defensa de la patria socialista no es exclusivamente el deber de la sección victoriosa del proletariado sino el deber del proletariado internacional en su conjunto; porque lo que se defiende no es un territorio, una nacionalidad, una cultura especifica, lo que se defiende es el socialismo como patria, definida como base de apoyo de la revolución proletaria mundial y escenario de la materialización de los principios marxista-leninistas de construcción del socialismo.
De esta forma, con el nacimiento de la Rusia soviética (y después con la creación del campo socialista) se pudo decir: “Los obreros ya tienen patria, es la patria socialista, la patria de todos los obreros del mundo. ¡Que no se os arrebate!”. Con el triunfo de la revolución proletaria en uno o varios países, a partir de 1917, la consigna del “Manifiesto” (“los obreros no tienen patria”) dejó de ser actual, ya no correspondía en su integridad a la realidad (aunque la restauración del capitalismo en los países socialistas, la derrota temporal del proletariado, haya restablecido la vigencia de esa consigna).
Ahora bien, ¿cuál debe ser la actitud de la revolución triunfante en relación con sus tareas hacia la revolución proletaria mundial? Lenin esbozó esto en 1915, antes de Octubre:
"La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que el socialismo triunfe primero en unos cuantos países capitalistas, o incluso en un solo país capitalista. El proletariado triunfante de este país, después de expropiar a los capitalistas y de organizar la producción socialista dentro de sus fronteras, se enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás países, levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados."
(Lenin, “La consigna de los Estados Unidos de Europa”, 23 de agosto de 1915, O.E. en 12 tomos, t. 5, Progreso, Moscú, 1973)
En este artículo, Lenin habló por primera vez sobre la posibilidad del socialismo en un solo país, no solamente del triunfo de la revolución en un solo país ni de la dictadura del proletariado en un solo país, sino del socialismo en un solo país. Aquí Lenin dice claramente que el proletariado triunfante debe “expropiar a los capitalistas” y “organizar la producción socialista dentro de sus fronteras”. La pregunta que cabe es: ¿qué significa desde el punto de vista marxista “organizar la producción socialista”? La respuesta no puede ser mejor ejemplificada que con la experiencia histórica de la construcción del socialismo en la URSS bajo la dirección de Stalin.
Pero además de eso, Lenin en 1915 define teóricamente la tarea de la revolución socialista triunfante, prefigurando la tesis de la guerra revolucionaria (es decir, la guerra defensiva del proletariado triunfante contra las fuerzas imperialistas agresoras). Mas la cuestión de la actitud de la revolución triunfante en relación con la revolución mundial adquiere contenido sólo después de Octubre, cuando se vive la experiencia de una revolución triunfante en medio de condiciones desfavorables y convulsas, en las condiciones de una guerra mundial en desarrollo y el triunfo del proletariado en un país atrasado desde el punto de vista capitalista y por añadidura devastado por la guerra.
Los bolcheviques habían triunfado en Octubre ganándose a la clase obrera, al campesinado y al ejército, entre otras, con la consigna de la paz, en medio de una guerra donde el ejército ruso había tenido más bajas que todos los países beligerantes juntos. Inmediatamente después de la toma del poder, los bolcheviques propusieron la paz a todos los países beligerantes y desmovilizaron a su ejército. Alemania tenía interés en firmar la paz con Rusia, lo más pronto posible, para abocarse de lleno a la lucha en el frente occidental contra Inglaterra y Francia. En el Partido bolchevique había renuencia para firmar una paz por separado con Alemania. Los imperialistas alemanes, a su vez, se sentían apremiados por la debilidad de su frente occidental y a medida que pasaba el tiempo exigían que el nuevo poder soviético se decida a negociar y firmar la paz, amenazando con avanzar hacia la capital rusa. Por su parte, los aliados ofrecían ayuda a los bolcheviques para que continúen en la guerra contra Alemania. Presiones de ambos bloques de potencias imperialistas y discrepancias en el seno del Partido bolchevique, eran parte del marco en el que se desarrollaría el debate sobre la paz de Brest-Litovsk (para no mencionar la profunda crisis económica, la paralización de la producción, la escasez de alimentos, la actividad contrarrevolucionaria, etc.)
Los “comunistas de izquierda” se oponían al tratado de paz con Alemania y proponían llamar a la guerra revolucionaria. El concepto de guerra revolucionaria fue planteado por Engels, y sostenía la posibilidad de guerras defensivas del proletariado victorioso contra la burguesía de otros países (Carta a Kautsky del 12 de setiembre de 1882 en Marx-Engels, O.E. en tres tomos, t. 3, Progreso, Moscú). Bujarin y sus seguidores sostenían que, ante la amenaza del imperialismo alemán, lo único acorde con los principios comunistas era llevar adelante la guerra revolucionaria para estimular la revolución en Alemania; que firmar la paz era una traición a la revolución mundial; que esa paz en el hipotético caso de dar un respiro a Rusia, permitiría a la reacción alemana aplastar el movimiento revolucionario liderado por Liebknecht; que si era necesario había que sacrificar la revolución rusa en aras del estallido de la revolución en Alemania; que el triunfo de la revolución en el país más desarrollado de Europa, con el proletariado más avanzado, permitiría después que el proletariado ruso recuperara lo perdido, etc.
Estas tesis –excepto de la viabilidad de la guerra revolucionaria en ese momento– eran compartidas por Trotsky, sólo que éste vacilaba. Sabía que no existían condiciones materiales y subjetivas para llevar adelante la guerra revolucionaria, condición básica de las tesis de Bujarin, pero se rehusaba a firmar la paz. Una vez más, su política era que los acontecimientos se desenvuelvan por sí solos para luego tomar una posición.
En medio del debate, que –es bueno reiterar– se realizaba en las circunstancias de una guerra mundial, Lenin describió la terca realidad contra la que chocaban las consignas aventureristas de los “comunistas de izquierda” y las vacilaciones de los centristas de “ni guerra ni paz”: "10. ...el principio que debe servir de base a nuestra táctica no es establecer a cuál de los dos imperialismos nos conviene más ayudar en estos momentos, sino determinar cuál es el medio más eficaz y seguro de garantizar a la revolución socialista la posibilidad de afianzarse o, por lo menos, de sostenerse en un país hasta que otros países se adhieran a él.
12. ...Pero el problema de si es posible sostener una guerra revolucionaria ahora, inmediatamente, debe resolverse tomando en consideración de manera exclusiva las condiciones materiales de su realización y los intereses de la revolución socialista ya iniciada.
17. Por tanto, en lo que concierne a la guerra revolucionaria en el momento actual, la situación es la siguiente:
Si la revolución alemana estallara y triunfase en los próximos tres o cuatro meses, tal vez la táctica de la guerra revolucionaria inmediata no originaría la ruina de nuestra revolución socialista.
Pero si la revolución alemana no se produce en los meses próximos, el curso de los acontecimientos, de continuar la guerra, será inevitablemente tal que gravísimas derrotas obligarán a Rusia a concertar una paz separada aún más desfavorable; y, además, esta paz no la firmaría un Gobierno socialista, sino otro cualquiera (por ejemplo, el bloque de la Rada burguesa con la gente de Chernov o algo semejante). Porque el ejército campesino, extremadamente agotado por la guerra, derrocaría al Gobierno obrero socialista después de las primeras derrotas, probablemente no al cabo de varios meses, sino a las pocas semanas.
18. En tales condiciones, sería una táctica inadmisible por completo jugarse a una carta los destinos de la revolución socialista, ya iniciada en Rusia, sólo para ver si estalla la revolución en Alemania en un plazo cercano, brevísimo, calculado en semanas. Semejante táctica sería una aventura. No tenemos derecho a correr ese riesgo.
(Lenin, “Acerca de la historia de la paz desdichada”, con las tesis presentadas el 8 (21) de en enero de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 7, Progreso, Moscú, 1973).
El socialismo es superior: la piedra de toque
Uno de los argumentos que utilizaban Bujarin y Trotsky era que la posición de Lenin significaba abandonar a su suerte la lucha de algunas naciones por su autodeterminación, al dejarlas a merced del imperialismo alemán. Lenin respondió esas acusaciones desarrollando la teoría del socialismo en un solo país y definiendo la piedra de toque que deslinda el nacionalismo del socialismo: "20. Al concertar la paz separada nos libramos en el mayor grado posible, en el momento actual, de ambos grupos imperialistas contendientes, aprovechándonos de la hostilidad existente entre ellos y de la guerra –que les impide confabularse contra nosotros–, y conseguimos tener las manos libres durante cierto tiempo para proseguir y consolidar la revolución socialista. La reorganización de Rusia sobre la base de la dictadura del proletariado, sobre la base de la nacionalización de los bancos y de la gran industria, con un régimen de intercambio natural de productos entre la ciudad y las cooperativas de consumo rurales, formadas por los pequeños campesinos, es posible desde el punto de vista económico, a condición de que tengamos asegurados unos meses de trabajo pacífico. Y esa reorganización haría que el socialismo fuese invencible tanto en Rusia como en el mundo entero, creando a la vez una firme base económica para un poderoso Ejército Rojo Obrero y Campesino.
21. En el momento actual, una guerra revolucionaria de verdad sería la guerra de la República Socialista contra los países burgueses con el claro fin, plenamente aprobado por el ejército socialista, de derrocar a la burguesía de otros países. Pero es indudable que en este momento no podemos todavía señalarnos esa meta. Objetivamente, lucharíamos ahora por la liberación de Polonia, Lituania y Curlandia. Pero ningún marxista podría negar, sin romper con los principios del marxismo y del socialismo en general, que los intereses del socialismo están por encima de los intereses del derecho de las naciones a la autodeterminación...
(Lenin, “Acerca de la historia de la paz desdichada”, con las tesis presentadas el 8 (21) de en enero de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 7, Progreso, Moscú, 1973).
Los oportunistas, trotskistas y revisionistas de todo pelaje “olvidan” el principio marxista que sostiene que “el socialismo es superior”, cuando atacan la actitud de Stalin y la URSS en relación con momentos específicos y concretos de las luchas de liberación nacional y de revoluciones en progreso dirigidas por partidos comunistas de algunos países. Olvidan que “los intereses del socialismo están por encima de los intereses del derecho de las naciones a la autodeterminación…”, olvidan que los intereses de la revolución victoriosa están por encima de los intereses de la revolución por venir o en desarrollo, olvidan que los intereses del país del socialismo están por encima de los intereses de las democracias populares, olvidan que la patria que los obreros deben defender es el país de la dictadura del proletariado, olvidan que el proletariado debe luchar por fortalecer y ampliar esa patria socialista. Este es uno de los principios de la teoría marxista-leninista de la revolución proletaria y el internacionalismo proletario. Lenin es muy claro y enfático en cuanto a eso: “..qué es superior, el derecho de las naciones a la autodeterminación o el socialismo?
El socialismo es superior.
¿Es permisible que, para evitar la violación del derecho de las naciones a la autodeterminación, se sacrifique a la República Socialista Soviética, se la exponga a los golpes del imperialismo en un momento en que este último es a todas luces más fuerte y la República Soviética es a ciencia cierta más débil?
No. No es permisible. Eso no es una política socialista, es una política burguesa.”
(Lenin, “Acerca de la frase revolucionaria”, 8(21) de enero de 1918, O.E. en 12 tomos, t. 7, Progreso, Moscú, 1973).
Y esta no es una frase suelta, fuera de contexto, como suelen decir los oportunistas y trotskistas cuando no pueden rebatir las tesis leninistas. Está presente a lo largo de la obra de Lenin después de Octubre y sobre todo en su práctica como líder de la revolución rusa. La creación de la URSS se hizo de conformidad con este principio. Stalin aplicó ese mismo principio en vida de Lenin –cuando le correspondió llevar a la práctica la política bolchevique sobre las nacionalidades en la Rusia soviética– y después cuando fue el dirigente máximo de la revolución proletaria mundial; con esa política se creó, amplió y fortaleció el campo socialista y se impulsó el avance de la lucha del proletariado revolucionario internacional y el movimiento de liberación nacional en los países coloniales, semicoloniales y dependientes, bajo la dirección de Stalin.
---fin del mensaje nº 1---