RAUCANA, cuando Lima era de Sendero Luminoso
Extractos tomados del libro "Memorias de una guerra", de Luis Arce Borja
tomado del blog Euskal Herria Sozialista en julio de 2012
se publica en dos mensajes en el Foro
--mensaje nº 1--
Raucana está ubicado en el distrito de Ate-Vitarte, a 8.5 kilómetros de Lima.
Su existencia como proyecto revolucionario hace parte de la historia de la lucha armada iniciada en 1980. Es lo que se llama en Perú un “Pueblo Joven “, que en otras palabras quiere de decir, un pedazo de tierra abandonada invadido por cientos de familias pobres de los alrededores de Lima. Buscar un techo es el objetivo de esta gente. El terreno, donde está instalado este pueblo, aparecía como parte de la propiedad de Antonio Isola de Lavalle un rico empresario italiano. El nombre de “Raucana”, le viene de un mártir de esta invasión asesinado por la policía el día de la toma de la tierra. Jorge Félix Raucana, que fue acribillado por la policía en la madrugada del 28 de julio de 1990 cuando cientos de peruanos “pobres sin techo” tomaron posesión de este campo árido y despoblado.
Con este crimen Alberto Fujimori inauguró su brutal gobierno que durante el periodo que va desde 1990 al 2000, se convertiría en una de las administraciones más sangrientas de la historia peruana. La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), dice que Raucana fue desde 1990, un “Comité Popular Abierto que existió en Lima”. La mayoría de los “invasores” de este terreno eran originarios de Andahuaylas, uno de los departamentos donde la lucha armada era intensa. Para la CVR la toma de estos terrenos y la fundación de Raucana, fue el “punto culminante de todo un trabajo previo que realizó el PCP-SL entre los asentamientos humanos” de Lima. Era, dice, una acción de gran envergadura realizada por el PCP-SL, buscando consolidar su protagonismo político en Lima” (66). Para Quehacer, una revista publicada por Desco (Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo) este asentamiento humano, era una “experiencia piloto de Sendero en su nueva estrategia de creación de comités populares abiertos en Lima Metropolitana”. Aquí dice esta revista, el adoctrinamiento era intenso, y la vida social era totalmente controlada.
Una mayoría de esta población, anota Quehacer, “está integrada a un estilo de vida colectivo: comen, hacen las faenas, hacen ejercicios militares y actividades políticas en común” (67).
Raucana, a diferencia de otros pueblos jóvenes de Lima no fue victima de aquellas organizaciones inescrupulosas que han hecho de la miseria un negocio rentable con grandes utilidades económicas y políticas.
Cientos de organizaciones no gubernamentales (ONG), millonariamente financiadas desde el extranjero, además de instituciones internacionales como Caritas, Ofasa (Agencia para el desarrollo y Recursos Asistenciales de la Iglesia Adventista), AID (Agencia para el Desarrollo Internacional) y otras que tienen sus sedes en los países ricos, han convertido a las poblaciones pobres que rodean Lima en masas mendigantes, carentes de dignidad propia, que tienen que arrastrarse por una ración de comida o canjear un pedazo de pan por un voto electoral.
Si en otros pueblos, se estableció la mendicidad y las acciones asistencialistas como norma y conducta, en la población de Raucana la situación fue completamente diferente. En este pueblo se privilegio el trabajo colectivo, la solidaridad, la disciplina y la iniciativa para resolver los problemas de la pobreza y la escasez. Se aplicó normas internas de producción y de distribución comunal auto sostenida sin intervención del Estado ni de organizaciones de caridad pública. La prensa y el gobierno la sindicaron muchas veces como “Comité Popular Abierto” de Sendero Luminoso y ello sirvió para facilitar los planes militares y de represión contra esta población. La misma Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), tan adversa a la guerrilla, ha admitido que la presencia de los maoístas en este terreno, en términos sociales y de organización, fue altamente positiva para la población. “El PCP-SL no sólo se preocupó de las acciones defensivas contra el desalojo, sino que organizó casi todos los aspectos de la vida diaria de los pobladores y respondió a sus expectativas para desenvolverse frente a los retos cotidianos con relativo éxito. Más aún, a diferencia de las habituales invasiones y de los traficantes de terrenos, los senderistas establecieron relaciones de confianza con los pobladores” (68).
Si la mayor parte de los 6 o 7 millones de habitantes pobres que rodean Lima, sufrían (aun no acaba este sufrimiento) escasez de agua y tenían que recurrir a los negociantes y traficantes del líquido elemento, la gente de Raucana buscó el agua bajo el suelo donde habían construido sus casas pobres. Organizaron grupos de trabajadores incansables que con lampas y picos hicieron profundos huecos en el suelo. A 20 metros bajo tierra encontraron enormes reservorios de agua que les sirvió para el uso cotidiano, y además para los cultivos de legumbres y otros productos agrícolas para la alimentación cotidiana. Con el esfuerzo propio construyeron pozos de agua en cada perímetro de la ciudad, y se dotó de agua suficiente a la población. Se organizó el trabajo social, y se instituyó jornadas laborales para todos los ciudadanos (dos o tres horas por semana). El trabajo comunal se realizaba en los huertos, jardines, parques y otras instancias en beneficio de la población.
Con el trabajo voluntario y por turno se construyeron escuelas, caminos y otras obras que servían para el bien común. Los dirigentes y líderes populares de Raucana no tenían ninguna ventaja de carácter personal, y nadie se enriquecía ni sacaba provecho del bien común como sucede en las instituciones asistencialistas cuando se implantan en los pueblos jóvenes. Gran parte de la alimentación de este pueblo provenía de la producción agrícola en los huertos comunales, cuyos sombríos estaban tratados con métodos biológicos sin ningún ingrediente químico Se construyó una red de modernos y grandes posos higiénicos (silos) que resolvieron el problema del desagüe, de higiene y salubridad.
“El trabajo en estos espacios productivos también se realizaba por turnos controlados a través de padrones levantados en cada sector. La central había planificado incluso lo que debía sembrarse. La etapa de las ollas comunes fue quedando atrás y empezaron a organizarse los comedores comunales, uno por cada sector, donde se destinaba todo lo producido en las áreas agrícolas. Nada se vendía, y todo era destinado a los comedores. Al inicio, se usaban latas de aceite vacías para que las mujeres cocinaran y los hombres recolectaban leña para los fogones; poco a poco cada sector empezó a organizar actividades para la implementación de los comedores y cocinas…Pese a lograr altos niveles de autosubsistencia, Raucana no podía satisfacerse de otros productos de primera necesidad (arroz, azúcar, aceite). Además, no siempre lo sembrado pudo ser cosechado de manera exitosa”.
Extractos tomados del libro "Memorias de una guerra", de Luis Arce Borja
tomado del blog Euskal Herria Sozialista en julio de 2012
se publica en dos mensajes en el Foro
--mensaje nº 1--
Raucana está ubicado en el distrito de Ate-Vitarte, a 8.5 kilómetros de Lima.
Su existencia como proyecto revolucionario hace parte de la historia de la lucha armada iniciada en 1980. Es lo que se llama en Perú un “Pueblo Joven “, que en otras palabras quiere de decir, un pedazo de tierra abandonada invadido por cientos de familias pobres de los alrededores de Lima. Buscar un techo es el objetivo de esta gente. El terreno, donde está instalado este pueblo, aparecía como parte de la propiedad de Antonio Isola de Lavalle un rico empresario italiano. El nombre de “Raucana”, le viene de un mártir de esta invasión asesinado por la policía el día de la toma de la tierra. Jorge Félix Raucana, que fue acribillado por la policía en la madrugada del 28 de julio de 1990 cuando cientos de peruanos “pobres sin techo” tomaron posesión de este campo árido y despoblado.
Con este crimen Alberto Fujimori inauguró su brutal gobierno que durante el periodo que va desde 1990 al 2000, se convertiría en una de las administraciones más sangrientas de la historia peruana. La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), dice que Raucana fue desde 1990, un “Comité Popular Abierto que existió en Lima”. La mayoría de los “invasores” de este terreno eran originarios de Andahuaylas, uno de los departamentos donde la lucha armada era intensa. Para la CVR la toma de estos terrenos y la fundación de Raucana, fue el “punto culminante de todo un trabajo previo que realizó el PCP-SL entre los asentamientos humanos” de Lima. Era, dice, una acción de gran envergadura realizada por el PCP-SL, buscando consolidar su protagonismo político en Lima” (66). Para Quehacer, una revista publicada por Desco (Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo) este asentamiento humano, era una “experiencia piloto de Sendero en su nueva estrategia de creación de comités populares abiertos en Lima Metropolitana”. Aquí dice esta revista, el adoctrinamiento era intenso, y la vida social era totalmente controlada.
Una mayoría de esta población, anota Quehacer, “está integrada a un estilo de vida colectivo: comen, hacen las faenas, hacen ejercicios militares y actividades políticas en común” (67).
Raucana, a diferencia de otros pueblos jóvenes de Lima no fue victima de aquellas organizaciones inescrupulosas que han hecho de la miseria un negocio rentable con grandes utilidades económicas y políticas.
Cientos de organizaciones no gubernamentales (ONG), millonariamente financiadas desde el extranjero, además de instituciones internacionales como Caritas, Ofasa (Agencia para el desarrollo y Recursos Asistenciales de la Iglesia Adventista), AID (Agencia para el Desarrollo Internacional) y otras que tienen sus sedes en los países ricos, han convertido a las poblaciones pobres que rodean Lima en masas mendigantes, carentes de dignidad propia, que tienen que arrastrarse por una ración de comida o canjear un pedazo de pan por un voto electoral.
Si en otros pueblos, se estableció la mendicidad y las acciones asistencialistas como norma y conducta, en la población de Raucana la situación fue completamente diferente. En este pueblo se privilegio el trabajo colectivo, la solidaridad, la disciplina y la iniciativa para resolver los problemas de la pobreza y la escasez. Se aplicó normas internas de producción y de distribución comunal auto sostenida sin intervención del Estado ni de organizaciones de caridad pública. La prensa y el gobierno la sindicaron muchas veces como “Comité Popular Abierto” de Sendero Luminoso y ello sirvió para facilitar los planes militares y de represión contra esta población. La misma Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), tan adversa a la guerrilla, ha admitido que la presencia de los maoístas en este terreno, en términos sociales y de organización, fue altamente positiva para la población. “El PCP-SL no sólo se preocupó de las acciones defensivas contra el desalojo, sino que organizó casi todos los aspectos de la vida diaria de los pobladores y respondió a sus expectativas para desenvolverse frente a los retos cotidianos con relativo éxito. Más aún, a diferencia de las habituales invasiones y de los traficantes de terrenos, los senderistas establecieron relaciones de confianza con los pobladores” (68).
Si la mayor parte de los 6 o 7 millones de habitantes pobres que rodean Lima, sufrían (aun no acaba este sufrimiento) escasez de agua y tenían que recurrir a los negociantes y traficantes del líquido elemento, la gente de Raucana buscó el agua bajo el suelo donde habían construido sus casas pobres. Organizaron grupos de trabajadores incansables que con lampas y picos hicieron profundos huecos en el suelo. A 20 metros bajo tierra encontraron enormes reservorios de agua que les sirvió para el uso cotidiano, y además para los cultivos de legumbres y otros productos agrícolas para la alimentación cotidiana. Con el esfuerzo propio construyeron pozos de agua en cada perímetro de la ciudad, y se dotó de agua suficiente a la población. Se organizó el trabajo social, y se instituyó jornadas laborales para todos los ciudadanos (dos o tres horas por semana). El trabajo comunal se realizaba en los huertos, jardines, parques y otras instancias en beneficio de la población.
Con el trabajo voluntario y por turno se construyeron escuelas, caminos y otras obras que servían para el bien común. Los dirigentes y líderes populares de Raucana no tenían ninguna ventaja de carácter personal, y nadie se enriquecía ni sacaba provecho del bien común como sucede en las instituciones asistencialistas cuando se implantan en los pueblos jóvenes. Gran parte de la alimentación de este pueblo provenía de la producción agrícola en los huertos comunales, cuyos sombríos estaban tratados con métodos biológicos sin ningún ingrediente químico Se construyó una red de modernos y grandes posos higiénicos (silos) que resolvieron el problema del desagüe, de higiene y salubridad.
“El trabajo en estos espacios productivos también se realizaba por turnos controlados a través de padrones levantados en cada sector. La central había planificado incluso lo que debía sembrarse. La etapa de las ollas comunes fue quedando atrás y empezaron a organizarse los comedores comunales, uno por cada sector, donde se destinaba todo lo producido en las áreas agrícolas. Nada se vendía, y todo era destinado a los comedores. Al inicio, se usaban latas de aceite vacías para que las mujeres cocinaran y los hombres recolectaban leña para los fogones; poco a poco cada sector empezó a organizar actividades para la implementación de los comedores y cocinas…Pese a lograr altos niveles de autosubsistencia, Raucana no podía satisfacerse de otros productos de primera necesidad (arroz, azúcar, aceite). Además, no siempre lo sembrado pudo ser cosechado de manera exitosa”.
--fin del mensaje nº 1--
Última edición por pedrocasca el Lun Jul 16, 2012 12:48 pm, editado 1 vez