Sigo con el artículo:
"Por supuesto que en esos tiempos también había cosas malas. Como la escasez en las tiendas. La gente era sierva en su propia tierra, el estonio era un turista en su propia casa, por ejemplo para viajar a Saarema era necesario tener pasaporte y visado. En algunos lugares estaba prohibido acercarse al mar, pero en general las playas estaban abiertas. El cielo, claro está no era más azul ni la hierba más verde, pero la gente era feliz.
O por lo menos lo parecía. No tenían que preocuparse por la temporada para pagar los impuestos, ni de pagar con sus sueldos cada vez más bajos cada vez más altos créditos, cuyo valor de la deuda supera la mitad de la suma. Si dicen que el poder soviético impidió el nacimiento de millones de estonios, lo cierto es que en número de estonios creció y no bajó como ahora. Cada vez había más estonios, la tierra estaba llena de niños. Los estonies se ocupaban activamente del desarrollo de su cultura, nadie se lo impidió. Al contrario, fomentaron y apoyaron el principal acontecimiento de la cultura estonia - el festival de la canción y el baile. Independientemente de la ocupación, se podía cantar canciones patrióticas. No el himno de la República, naturalmente, pero sí su análogo "Mu isamaa on minu arm" (Mi patria, mi amor). Esta canción la cantan hoy también y es más conocida en la Estonia que lleva veinte años libre.
¿Qué más? En los tiempos soviéticos la gente tenía derecho a construirse una casa y muchos jóvenes hacían uso de ese derecho. Es decir, que parte de las casas de Estonia fueron construidas por estonios, con sus propias manos, de principio a fin, sin ningún tipo de crédito. Ahora uno no se puede hacer una casa sino es director de una empresa, !imagínenselo!. Y como no se consiga, sin crédito no hay dinero. En esa época cualquiera podía ir libremente al bosque, florecía la caza y la pesca. No hacía falta desarrollar y ayudar la vida aldeana, lo hacía ella misma.
Mi abuela, que vivía en un bosque, recibió su tierra gratis del estado, tenía vacas y ovejas, vendía la leche y lana en el punto de recogida. Con eso se ganaba unos céntimos y estaba feliz. Incluso ayudaba a sus hijos y nietos. Su vida era mucho más fácil que los mayores de ahora, que apenas pueden llegar a fin de mes. En verano yo me iba con ella para ayudarle, porque sabía que un anciano de 70 años sostenía por sí solo todo el caserío; el koljos le daba derecho a usar un tractor (con su conductor), si lo necesitaba, o coger los caballos de la vecindad. Y eso que ella no era progresista, al contrario, era la mujer de un enemigo del pueblo. A pesar de eso vivió una vida plena hasta su misma muerte. No se quejaba ni gruñía, y tampoco lo hacían sus amigas ni sus conocidos. Solo se quejaba de que los rusos se hubieran llevado a su marido a Siberia, pero nada más. No iba al médico, sencillamente porque no lo necesitaba. Mi abuela estaba bien enterada de los acontecimientos del mundo, en casa escuchaba "La Voz de América", pero me temo que si supiera qué panorama hay en la Estonia actual, preferiría quedarse en los tiempos soviéticos.
¿Qué más? En los tiempos soviéticos la educación era gratuita. No que oficialmente fuera gratuita y no así en la práctica, no, para nada, era completamente gratuita. Toda ella era gratis. De hecho, en la enseñanza superior pagaban a los estudiantes. Era difícil entrar en la universidad, pero la educación era gratuita. !Imagináoslo!
Mis padres no eran ricos, pero siempre tuvieron dinero para alimentar a sus hijos. Yo nunca he oído que alguien pasara hambre, o que un niño comiera hierbas por el hambre o que la gente buscara comida en los basureros. Eso era algo inaudito. Lo mismo que la ayuda alimentaria. Hoy en Estonia cientos, miles de personas viven de esa ayuda - copos de avena, arroz, harina y macarrones. !Imagináoslo!.
¿De qué crecimiento de población podemos hablar, cuando la cuestión es la propia ayuda a las personas que viven? En los tiempos soviéticos no había una gran variedad en las tiendas, los mostradores estaban vacíos, pero siempre había alimentos básicos, pan, leche, carne y pescado, patatas y otras verduras. No había variedad, pero siempre había algo y los precios siempre fueron bajos hasta el final. Yo vivía en la ciudad y no recuerdo que hubiera falta de comida. Aunque al final, cuando el país se vio dominado por la crisis y empezaron a faltar muchas cosas, vendían los productos alimenticios con cartillas de racionamiento. Nosotros teníamos todo un rincón de la habitación lleno de azucar, grano y otros productos comprados con la cartilla. Teníamos tanto que podríamos haber abierto una tienda nosotros mismos.
No es correcto seguir hablando de la nostalgia por aquellos tiempos. Ya que según la propaganda oficial eran tiempos de terror, ocupación y cárcel, tiempos que hay que condenar continuamente y a cada oportunidad, y ensalzar los tiempos actuales. Pero honradamente, no puedo ensalzar los tiempos que vivimos. Palabra de honor.
Traducción del estonio al ruso de Anastasia Raksa, para "Baltiiskoe Poberezhie (yo he hecho la traducción del ruso al español, NSV Liit)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Nota: el autor es estonio y naturalmente, hasta cierto punto, cree la propaganda sobre la ocupación y ese tipo de cosas, pero me parece interesante lo que comenta en este artículo.