Me gustaría saber en qué situación se encontraba el trabajo infantil en la Unión Soviética; si se cumplía con lo planteado por Marx en su carta al I Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores (lamentablemente la Constitución del '36 no habla sobre el tema).
Copio la propuesta sobre el trabajo infantil para el que no la tiene presente:
Copio la propuesta sobre el trabajo infantil para el que no la tiene presente:
4. EL TRABAJO DE LOS JOVENES Y NIÑOS (DE AMBOS SEXOS)
Consideramos que es progresiva, sana y legítima la tendencia de la industria moderna a incorporar a los niños y los jóvenes a cooperar en el gran trabajo de la producción social, aunque, bajo el régimen capitalista, ha sido deformada hasta llegar a ser una abominación. En todo régimen social razonable, cualquier niño de 9 años de edad debe ser un trabajador productivo del mismo modo que todo adulto apto para el trabajo debe obedecer la ley general de la naturaleza, a saber: trabajar para poder comer, y trabajar no sólo con la cabeza, sino también con las manos. Sin embargo, en el presente, nos ocupamos sólo de los niños y los jóvenes de ambos sexos de la clase obrera.
Por razones fisiológicas estimamos que los niños y los jóvenes de ambos sexos deben dividirse en tres clases, que requieren distinto tratamiento: la primera comprende a los niños de 9 a 12 años de edad; la segunda, a los de 13 a 15 años, y la tercera, a los de 16 y 17 años de edad. Proponemos que la ley restrinja el trabajo de los niños de la primera clase a dos horas en todos los tipos de talleres o a domicilio; la duración del trabajo para los niños de la segunda clase debe ser de cuatro horas y para los de la tercera, de seis horas. Para la tercera clase deberá hacerse un intervalo de una hora, como mínimo, para comer o descansar.
Sería deseable que la enseñanza en las escuelas elementales comenzase antes de los 9 años de edad; pero aquí tratamos nada más que del más indispensable antídoto contra las tendencias del régimen social que reduce al obrero a la condición de simple instrumento de acumulación de capital y convierte a los padres, agobiados por la miseria, en esclavistas que venden a sus propios hijos. Hay que defender los derechos de los niños y los jóvenes, ya que ellos no pueden hacerlo. Esta es la razón de que la sociedad tenga el deber de intervenir en su favor.
Si la burguesía y la aristocracia muestran negligencia respecto de sus deberes para con sus descendientes, es cosa suya. A la vez que disfruta de los privilegios de estas clases, el niño se ve condenado a sufrir las consecuencias de sus prejuicios.
El caso de la clase obrera es completamente distinto. El obrero no es libre en sus actos. En demasiado frecuentes casos resulta tan ignorante que no es capaz de comprender los verdaderos intereses de su hijo o las condiciones normales de desarrollo humano. De cualquier modo, la parte más ilustrada de la clase obrera se da perfecta cuenta de que el porvenir de su clase y, por tanto, de la humanidad, depende enteramente de la formación de la joven generación obrera. Sabe que antes de nada es preciso preservar a los niños y los jóvenes contra los efectos destructivos del sistema vigente. Esto sólo se puede conseguir mediante la transformación de la razón social en fuerza social, y en las circunstancias presentes esto sólo es posible a través de leyes generales aplicadas por el poder del Estado. Con la aplicación de semejantes leyes, la clase obrera no fortalece en modo alguno el poder del Gobierno. Al contrario, convierte en arma propia el poder que se utiliza ahora contra ella, consigue mediante un acto legislativo general lo que estaría procurando en vano a través de multitud de esfuerzos individuales dispersos.
Partiendo de eso, decimos que no se debe permitir en caso alguno a los padres y los patronos el empleo del trabajo de los niños y jóvenes si ese empleo no se conjuga con la educación.
Por educación entendemos tres cosas:
Primero, educación mental.
Segundo, educación física, como la que se da en los gimnasios y mediante los ejercicios militares.
Tercero, educación tecnológica, que da a conocer los principios generales de todos los procesos de la producción e inicia, a la vez, al niño y al joven en el manejo de los instrumentos elementales de todas las industrias.
A la distribución de los niños y los jóvenes obreros en tres clases debe corresponder un curso gradual y progresivo de formación mental, física y tecnológica. Los gastos para el mantenimiento de las escuelas tecnológicas deben cubrirse en parte mediante la venta de su producción.
La combinación del trabajo productivo retribuido, la formación mental, los ejercicios físicos y la enseñanza politécnica pondrá a la clase obrera muy por encima del nivel de la aristocracia y la burguesía.
De suyo se entiende que el empleo del trabajo de niños de 9 a 17 años de edad de noche o en cualquier industria nociva para la salud debe estar rigurosamente prohibido por la ley.
Marx (1866): Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional; Marxists