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    "Perú: Mario Vargas Llosa, el encubridor de la masacre de Ucuraccay" - artículo de Gabriel Adrián - publicado en El Diario Internacional en febrero de 2013

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Mar Feb 05, 2013 10:12 pm

    Perú: Mario Vargas Llosa, el encubridor de la masacre de Ucuraccay

    artículo de Gabriel Adrián publicado en El Diario Internacional en febrero de 2013

    tomado del blog La historia del día en febrero de 2013

    El 26 de enero de 1983 ocho periodistas y un guía andino fueron brutalmente masacrados por campesinos al servicio de las fuerzas armadas. Este brutal crimen fue perpetrado en la comunidad de Uchuraccay (Ayacucho) por campesinos adiestrados y dirigidos por la Marina de guerra del Perú. Con este crimen, el gobierno y las fuerzas armadas ponen en evidencia la utilización de rondas campesinas en la lucha contrainsurgente contra la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso. Con este crimen el gobierno inaugura “las aldeas estratégicas” (rondas) contra la subversión. Ello ocurrió durante el gobierno de Fernando Belaúnde Terry (1980-1985) un personaje del derechista partido Acción Popular (AP) que en la década del 90 colaboraría estrechamente con el régimen de Alberto Fujimori.

    Los periodistas habían llegado hasta esa localidad para investigar la muerte de presuntos miembros del Partido Comunista del Perú, entre ellos algunos menores de edad, por pobladores de la vecina comunidad de Huaychao. Las Fuerzas Armadas habían empezado con su táctica de organizar comunidades campesinas contra las guerrillas como lo hicieron norteamericanos en Vietnam y que después se haría de uso corriente en Guatemala, El Salvador y Colombia.

    Los periodistas fueron asesinados a golpes con palos, piedras y hachas. Tras la masacre se creó una comisión investigadora presidida por el escritor Mario Vargas Llosa, hoy premio Nóbel de Literatura. La comisión investigadora determinó que los comuneros de Uchuraccay habían creído que los periodistas eran miembros de Sendero Luminoso confundiendo sus cámaras fotográficas con fusiles. Esta comisión investigadora presidida por Vargas Llosa concluyó que la masacre era producto de la existencia de “diferencias culturales entre los campesinos quechuahablantes y los periodistas provenientes de un mundo urbano” y que las “Fuerzas Armadas no habían tenido ninguna responsabilidad en el hecho”. “Todos somos culpables”, dijo Vargas Llosa en su conclusión final.

    Estas conclusiones contradecían todas las evidencias. En esta época las Fuerzas Armadas ejercían el control militar del campo. Uchuraccay estaba controlada por la Marina. Los militares intentaban organizar comunidades campesinas contra Sendero Luminoso y estaban en contacto directo con los campesinos, controlándolos y organizándolos para lucha antiguerrillera. La versión oficial decía que los campesinos de Uchuraccay habían confundido las cámaras fotográficas de los periodistas con armas. Pero se sabía que muchos campesinos de la zona habían hecho el servicio militar obligatorio y no podian confundir un fúsil con un aparato de fotografia

    De esta manera, la comisión Vargas Llosa exculpó la política de violación sistemática de derechos humanos como pilar de la estrategia contrainsurgente del Estado peruano y eximió a militares asesinos, encubrió una masacre y, de esta manera, muchas otras y legitimó la militarización del campo peruano.

    Al exculpar a los militares, Vargas Llosa se convirtió en complice de la matanza de Uchuraccay.

    El escritor peruano, para encubrir este crimen, pretendió dar un tono literario a la masacre. En una entrevista concedida posteriormente Vargas Llosa afirmó que la masacre había sido producto de la existencia de “dos Perús”, uno compuesto por hombres que viven en el siglo veinte y otros, como los pobladores de Uchuraccay, que vivían en el siglo XIX o incluso en el siglo XVIII.

    Los hechos posteriores fueron confirmando las sospechas en torno a la responsabilidad de las Fuerzas Armadas. 135 de los comuneros de Uchuraccay fueron muertos en los años posteriores, la mayoría de ellos desaparecidos por militares quienes pretendían de tal manera desaparecer cualquier vestigio de responsabilidad en la masacre de los periodistas. Los familiares de las víctimas han denunciado en repetidas oportunidades que han sido amenazados y presionados para que no hagan denuncias para el esclarecimiento de la masacre.

    A pesar de esto, la Comisión de la Verdad y Reconciliación, creada para investigar los crímenes cometidos en el marco de la guerra interna entre 1980 y 2000, avaló la tesis de la comisión Vargas Llosa y exculpó a las Fuerzas Armadas. Es este uno de los casos más claros en los cuales se evidencia que esta Comisión de la Verdad ha servido a escribir una Historia Oficial de la guerra interna exculpando a militares, policías o paramilitares o para minimizar su responsabilidad en los asesinatos, masacres, desapariciones y torturas cometidas contra ciudadanos y ciudadanas peruanos.

    Posteriores investigaciones no sólo han traído más luces y demuestran la coautoría de las Fuerzas Armadas en la masacre. Fernando Fuchs Valdez ha investigado el caso y ha revelado detalles de la coautoría de los militares. Según las investigaciones Fuchs Valdez, los militares no sólo alentaron la masacre sino que tendieron la celada a los periodistas y su guía. La región estaba llena de agentes de inteligencia que avisaron a los comuneros de Uchuraccay de la llegada de los periodistas y les dieron las órdenes de asesinarlos. Los responsables de la masacre fueron el Presidente Fernando Belaúnde en tanto Jefe de las Fuerzas Armadas, el General Clemente Noel como Jefe del Comando Militar de Huamanga, capital de Ayacucho, el oficial de la Marina Duffo, mando militar de la provincia de Huanta y su lugarteniente el marino Artaza Adrianzén. (Ver entrevista a Fuchs Valdez en: http://www.puntodevistaypropuesta.com/2013/01/por-fin-la-verdad-estos-son-los-que.html). La comisión Vargas Llosa y la Comisión de la Verdad y Reconciliación son responsables de encubrir la masacre.

    La Comisión Interamericana de Derechos Humanos con sede en San José de Costa Rica ha declarado en el 2010 admisible la demanda interpuesta por los familiares de la masacre para que lleve acciones para que el Estado peruano corrija las irregularidades en las investigaciones de la masacre de Uchuraccay por parte del Poder Judicial peruano. Esta demanda fue interpuesta por los familiares de las víctimas.

    Se han cumplido 30 años de mentiras, amedrentamiento sistemático a los familiares de las víctimas para intentar ocultar a los verdaderos responsables y asesinato selectivo de los testigos. Esta historia de infamia empezó con el informe de la Comisión Vargas Llosa que se esmero en tergiversar y ocultar informaciones, acallar a los familiares, exculpar a los militares y al gobierno de Belaúnde de toda culpa. El 26 de enero, aniversario de la masacre de Uchuraccay, quedara marcada con sangre en la copiosa biografía de Mario Vargas Llosa cuya pluma sivió y renombre ha servido para encubrir a militares asesinos.

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    Mensaje por javicho II Vie Feb 15, 2013 7:54 pm

    Las conclusiones del “Informe Vargas Llosa” sobre la masacre de Ucchurahay, ocurrida en enero de 1983, se puede considerar como el lado más oscuro del escritor ( el gran crítico y enemigo de todas las dictaduras que han existido y existen sobre la Tierra). El escritor vino desde Europa bajo el llamado de Belaunde, Vargas Llosa tenía el compromiso de limpiarle la cara al gobierno de turno y a las Fuerzas armadas que estaban aplicando una guerra de exterminio contra el PCP. Desde el ingreso de las Fuerzas Armadas, en las alturas de Ayacucho comenzaron a aparecer las fosas comunes llenos de hombres, mujeres y niños campesinos principalmente pobres. Vargas Llosa tenía que presidir la comisión investigadora para que sus conclusiones dijeran que los autores de la matanza eran los propios campesinos que confundieron a los periodistas como guerrilleros del PCP, y sus cámaras fotográfica como armas de guerra. Todo esto como producto de la ignorancia y el estado de barbarie que viven los campesinos del mundo andino. La conclusiones de su famoso informe lo transmitirían por la televisión peruana, en vivo y en directo.

    En la ciudad y capital de Ayacucho se encontraban los ocho periodistas, que venían de Lima, como corresponsales de sus respectivos medios. Estos ocho periodistas llegaron a un acuerdo de ir todos juntos hasta el pueblo de Huaychao con la ayuda de un guía de la zona porque no existía carreteras para llegar al pueblo o se podían perder por las alturas ayacuchanas. El motivo que les impulsaba a estos periodistas ir a Huaychao era porque habían ocurrido otra matanza de campesinos y querían cubrir la noticia. Pero el gobierno y las Fuerzas Armadas no lo iban a permitir.

    Al enterarse el Ejército que ocho periodistas se dirigían a Huaychao decidieron actuar, utilizando a sus mesnadas, habían decidido eliminar a los ocho periodistas para que no se sepa en el mundo lo que había sucedido en Huaychao. En una de sus “bases” del Ejército en Uchuracchay, ordenaron a sus mesnadas, que eran campesinos aliados del Ejército e ideológicamente enemigos del PCP, matar a todos los periodistas junto con el guía, luego el Ejército sacaría un comunicado en el que responsabilizarían al PCP como autores de la masacre. Estas mesnadas de las Fuerzas Armadas peruanas era parte de su política de guerra de masas contra masas o pueblo contra pueblo para derrotar al PCP. Cuando los ocho periodistas y su guía pasaron por el pueblo de Uchuracchay es donde fueron detenidos por las mesnadas del Ejército, y después de un intenso diálogo de los periodistas con los campesinos, mesnadas del Ejército, empezó la matanza a base de machetes y hachas.

    Pero las cosas no salieron como esperaban los genocidas de las Fuerzas Armadas, nadies les creyó que los autores de la matanza sea el PCP, y al verse descubierto el engaño llamaron a Vargas Llosa. Pero no solo se conformaron con el informe Vargas Llosa, sabían que tarde o temprano los campesinos responsables de la matanza iban a comenzar a hablar y a delatar quiénes los habían obligado a hacerlo, es decir, iban a delatar a los autores intelectuales de la matanza de los ocho periodistas y a su guía. Entonces todos los campesinos que estaban involucrados en los hechos, autores materiales y testigo, comenzaron a desaparecer y a morir en accidentes extraños. Al final no quedó nadies.


    Esta es la noticia en Dazibao Rojo:


    En el Perú, en enero del año 1983, la noticia sobre la muerte de presuntos guerrilleros del Partido Comunista del Perú (conocido como Sendero Luminoso) en la localidad de Huaychao a manos de campesinos, atrajo el interés de la prensa nacional. Un grupo de 8 periodistas de diferentes medios escritos decidieron emprender camino a las serranías peruanas para recoger la información que bullía en los medios limeños que decía que los campesinos se habían levantado, con armas en la mano, en contra de Sendero Luminoso. Pero había muchos cabos sueltos como la existencia de menores de edad entre los muertos, así que el grupo de periodistas se aventuró a recoger la información en el lugar de los hechos.
    Gobernaba el Perú Fernando Belaúnde Terry del conservador partido Acción Popular, un partido que en los noventa colaboró con Fujimori, pero en los ochenta todavía tenía la “simpatía” de algunos reciclados “izquierdistas”, oportunistas y revisionistas.
    La guerra interna había comenzado tres años antes y enfrentaba, por un lado, a los guerrilleros compuestos por campesinos pobres principalmente, y por el otro, al destacamento “los Sinchis” de la policía nacional. Pero el año 83, el gobierno de Belaúnde había autorizado la entrada de las FFAA en el conflicto que se establecieron en las “zonas de emergencia”. Desde ese momento estas fuerzas dejarían su sello criminal, en particular la Marina de Guerra del Perú que trataba con especial sadismo a los guerrilleros detenidos por luchar contra el Estado y por ser campesinos serranos.
    Eran momentos en que las Fuerzas Armadas iniciaban la creación de “aldeas estratégicas”, siguiendo la estrategia yanqui en Vietnam, a través de la formación forzosa de “rondas campesinas” para enfrentar a los guerrilleros. La orden que daban los miembros del Ejército a los dirigentes de estas “rondas” (muchos de ellos campesinos ricos que perdieron sus tierras a manos de la guerrilla) era de matar a todo extraño que llegara por tierra y solo recibir a los que venían por aire. En estos tiempos los generales del Ejército declaraban abiertamente “si de 100 campesinos muertos hay un subversivo, entonces se justifica la acción”. Era la confesión sin ningún tipo de escrúpulos de que estaban aplicando la estrategia de “tierra arrasada” en la guerra contrasubversiva.
    El equipo de periodistas que se dirigía a Huaychao compuesto por Jorge Sedano, Eduardo de la Piniella, Félix Gavilán, Amador García, Willy Retto, Jorge Luis Mendivil, Pedro Sánchez y Octavio Infante, junto a su guía, Juan Argumedo, y otro comunero, Severino Huáscar Morales Ccente, llegó a la comunidad de Uchuraccay y fue recibido por un grupo de campesinos que estaban bajo el mando de las Fuerzas Armadas, inmediatamente fueron interrogados, hostigados y acusados; empezó un forcejeo que terminó con el asesinato de todos los periodistas a golpes de palos, piedras y hachas. Parte de estos hechos se registraron en la cámara del periodista Willy Retto que, al caer durante el forcejeo, hizo algunos disparos de flash y tomó varias fotografías.
    El crimen conmocionó a la población peruana y comprometió la estrategia del Gobierno y las Fuerzas Armadas, surgieron denuncias sobre la presencia de agentes vestidos de poncho que azuzaron a los campesinos a matar a los periodistas, incluso algunas fotos de supuestos campesinos con bota militar y otros con anillos en los dedos.
    El gobierno conformó una Comisión investigadora a cargo del novelista Mario Vargas Llosa que se encargó de librar de responsabilidad a las Fuerzas Armadas. Las conclusiones de esta Comisión fueron que se trató de un choque producto de “las diferencias culturales entre los campesinos quechuahablantes y los periodistas provenientes del mundo urbano” que los campesinos habían confundido a los periodistas con guerrilleros de Sendero Luminoso y sus cámaras con fusiles, agregó también que las “Fuerzas Armadas no habían tenido ninguna responsabilidad en el hecho”.
    Por supuesto que las conclusiones de esta Comisión iban contra todas las evidencias que surgían sobre las responsabilidades de la masacre, los militares controlaban todo el sector, Uchuraccay estaba bajo el mando de la Marina, fueron ellos quienes habían organizado las rondas campesinas e implementaron el servicio militar en la zona. El objetivo de Vargas Llosa fue exculpar a los militares y tomar partido por el Estado. Lo mismo hizo la Comisión de la Verdad creada el 2001 al avalar la versión de Vargas Llosa, negó a los familiares de los muertos y a la población peruana el derecho a la justicia, a conocer la verdad de los hechos y escondió la responsabilidad de los militares en la masacre de Uchuraccay. Con esta parcialización, la Comisión de la Verdad demostró su carácter partidista con el aparato represor del Estado, las FFAA, que cometieron grandes genocidios durante la guerra interna.
    Cómo fueron los hechos
    En los años 80 el periódico Kausachum había alertado sobre la responsabilidad de los militares en la masacre de Uchuraccay. Este medio mencionó al contralmirante Juan Bergelund Remy comprometido con el asesinato. El investigador Fernando Fuchs Valdez, que por entonces trabajaba en ese medio, declaró muchos años después, que dicha revelación la hizo el director del periódico Augusto Zimmermann Zavala pero no avanzó la investigación porque fue amenazado de muerte.
    En el Perú de aquel entonces las amenazas y los atentados contra la vida periodistas era moneda corriente. La acción salvaje y brutal de las Fuerzas Armadas en las serranías peruanas recaía sobre los campesinos pobres, siempre sospechosos de apoyar a la guerrilla, con detenciones arbitrarias, secuestro, muerte y desaparición forzosa. Los periodistas que denunciaban estos hechos eran objetos de amenazas y muerte.
    Uno de estos periodistas fue el joven de 22 años y corresponsal del periódico La República en Huanta (Ayacucho), Jaime Boris Ayala Sulca, quien fue secuestrado por el capitán de corbeta, Alvaro Artaza Adrianzen conocido como “Comandante Camión”, en el propio cuartel improvisado de la Marina de Guerra en Huanta.
    Ayala fue torturado y asesinado en el cuartel, un testigo del hecho relató 19 años después que fue el propio “Camión” quien lo mató a golpes y después fue seccionado y sus restos enterrados en varios lugares del cuartel para que no fuera encontrado por sus familiares.
    Este escenario dificultaba tremendamente cualquier investigación contra los crímenes del Ejército en las zonas de emergencia, sin embargo Fuchs, en su trabajo de investigación muchos años después, señala que “fue el Ejército peruano que tendió una celada” a los periodistas que murieron en Uchuraccay.
    Huanta estaba controlada por un capitán de navío de apellido Duffo (su nombre hasta ahora es un secreto) y lo secundaba el capitán de corbeta Alvaro Artaza Adriánzen (el “Comandante Camión”). Fuchs señala que “El Jefe político militar de la zona de Ayacucho, General EP Clemente Noel estaba al tanto de la llegada de los periodistas” y también el contralmirante jefe del Servicio de Inteligencia nacional (SIN) Juan Bergelund Remy “que había sembrado de agentes infiltrados [en] toda la ruta de los periodistas, en particular el hotel “Santa Rosa” de Ayacucho, donde estuvieron alojados los periodistas y conoció la fecha y hora del viaje. Fue Bergelund el que alertó a Duffo a impedir el ingreso de los periodistas al área, porque corría el riesgo de que aborten el esquema contrasubversivo de tierra arrasada que habían comenzado a implementar en la zona” (estas declaraciones se pueden ver en: http://www.puntodevistaypropuesta.com/2013/01/por-fin-la-verdad-estos-son-los-que.html). Según este investigador, lo que en realidad temía el Ejército era que los periodistas descubriesen que muchos de los promocionados “muertos senderistas” a manos de los campesinos que se habrían revelado contra Sendero, eran campesinos comunes y corrientes que morían en la política de tierra arrasada que aplicaba el ejército para combatir a la guerrilla.
    Por esa razón armaron la trampa para los periodistas y utilizaron a los comunarios como ejecutores de su plan de matanza. Muchos años después la Marina se encargó de matar a muchos campesinos de Uchuraccay que estaban arrepentidos y querían confesar como ocurrió aquella masacre.
    La muerte de los ocho periodistas, su guía y el comunario que los acompañaba jamás fue esclarecida, el proceso que se abrió para investigar los hechos acabó bajo una montaña de papeles y acciones judiciales, uno de los implicados de este caso, el Comandante Camión que tiempo después daría muerte al periodista Ayala, fue protegido por la Marina que lo secuestró y lo declaró muerto para que no se le siguiese proceso, sin embargo se descubrió que fue llevado a vivir a los Estados Unidos con otra identidad por su institución.
    Los crímenes de lesa humanidad que cometieron las FFAA en la guerra contrasubversiva no son únicamente responsabilidad de éstas, sino de todo el Estado en su conjunto, el viejo Estado peruano aplicó sistemáticamente el terrorismo de Estado y lleva sus manos manchada de sangre de campesinos pobres, obreros y estudiantes, de gente progresista y ligada al pueblo. Estas heridas aún esperan la llegada de una justicia verdadera.


    http://dazibaorojo08.blogspot.com.es/2013/02/peru-30-anos-de-la-masacre-de-uchuraccay.html

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