Hemos podido ver a lo largo de mucho tiempo, como los fascistas no se cansan en sus paginas de justificar el destino de sumisión que les es reservado a las mujeres en las sociedades actuales, justificándolo por las propias mujeres machistas que apoyan este modelo patriarcal y misógino.
Sin embargo tras mucho reflexionar y buscar, se puede constatar fácilmente de donde viene tanto auto-odio, tanto desprecio al sexo femenino por parte del nazi-fascismo, y la respuesta la podemos encontrar nada mas y nada menos que en las palabras textuales y literales del canciller del III Reich alemán Adolfo Hitler, creador e ideólogo del partido nazi y del nazismo demostró a lo largo de su imperio cual debía ser el papel destinado a la mujer en gobiernos similares.
Así, entre otras perlas, Hitler dice a lo largo del año 1942 en discursos, textos y panfletos cosas como:
"Me dan horror las mujeres que se meten en política y si ya se meten en asuntos militares, es insoportable. En ninguna sección del partido nacional socialista alemán nunca ha tenido una mujer derecho a ocupar el menor puesto. Por eso dicen que somos un partido misógino, pero ello no es así porque siempre he conocido la importancia de la mujer en la formación de la juventud y en los centros de asistencia. El 99% de las cuestiones del parlamento alemán son asuntos de hombres, sobre los cuales las mujeres no podrían opinar de manera digna de tenerse en cuenta. Un hombre vociferando no es un espectáculo sugestivo, pero si lo hace una mujer es espantoso. Todo cuanto sea lucha pertenece al hombre y hay otro camino reservado a la mujer, en la casa por ejemplo".
No obstante, el canciller del imperio de los mil años, después de hacer sin ningún tipo de vergüenza estas demoledoras, humillantes e insultantes declaraciones contra el sexo femenino, no se cansa y ahora vuelve a la carga de nuevo, esta vez indicando el, a su juicio, destino profesional único que naturalmente debía estarle reservado a la mujer alemana:
"Lo que resulta sorprendente es que los maestros varones puedan soportar la duración de una vida condenada a enseñar diariamente los mismos mecánicos rudimentos. La mujer se adapta mejor a este genero de trabajos, ya que una madre acepta echar al mundo a sus hijos sin cansarse nunca, y reiniciando cada vez uno por uno su papel de educadora, como la mecanografía, trabajo mecánico cada día".
También, por si fuera poco, para el líder de los nazis la mujer de por si no era ni ciudadana:
"La joven alemana tiene la condición de súbdito y adquiere el derecho de ciudadanía por virtud del matrimonio. El Estado puede también conceder ese derecho a las mujeres alemanas que vivan del ejercicio autorizado de una profesión u oficio"
Esto no obstante, no se nos muestra como una anécdota teórica si no como una realidad histórica aplastante en un imperio, en el cual el papel profesional de las mujeres que no estaban en el hogar fue de maestras, enfermeras, coristas, criadas o prostitutas ( siendo los territorios dominados por el III Reich y aliados el mayor del mundo con presencia regulada y masiva de prostitutas como oficio natural de la mujer).
Pero ahí no queda la cosa, y a continuación el canciller nazi Hitler nos da toda una explicación de por que la mujer no esta destinada a trabajos y la vida intelectual:
"El universo del hombre es vasto comparado con el de la mujer. El hombre se centra en las ideas, pero el universo de la mujer es el hombre, donde no ve mas que a el. Por eso, la inteligencia no es en la mujer una cosa esencial. Prefiero, pues, verlas embelleciéndose que entregadas a la metafísica ya que no hay peor calamidad en este mundo que ver a una mujer luchando por las ideas".
En este sentido vemos un mas que clarísimo parangón del nazismo alemán con uno de sus productos importados mas celebres, el falangismo españolista de primera hora, que también en palabras de sus aduladores e ideólogos condena a la mujer a una vida al margen de la vida publica o intelectual y reservándole el mismo papel tradicionalista en la "nueva España . Y es que junto al desprecio manifiesto de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido fascista Falange Española, al papel en el parlamento republicano de mujeres como Clara Campoamor, Margarita Nelken o Victoria Kent, se sumaba su escepticismo al papel soberano de la mujer cuando dice :
"No soy feminista; por tanto, huelga que le diga que no soy partidario de dar el voto a la mujer."
También, en otro discurso, el líder fascista afirmaba lo siguiente:
"Habéis querido, mujeres extremeñas, venir a acompañarnos en nuestra despedida. Y acaso no sabéis toda la profunda afinidad que hay entre la mujer y la Falange. Ningún otro partido podréis entender mejor, precisamente porque en la Falange no acostumbramos usar ni la galantería ni el feminismo.
La galantería no era otra cosa que una estafa para la mujer. Se la sobornaba con unos cuantos piropos, para arrinconarla en una privación de todas las consideraciones senas. Se la distraía con un jarabe de palabras, se la cultivaba una supuesta estúpida, para relegarla a un papel frívolo y decorativo. Nosotros sabemos hasta dónde cala la misión entrañable de la mujer, y nos guardaremos muy bien de tratarla nunca como tonta destinataria de piropos.
Tampoco somos feministas. No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnifico destino y entregarla a funciones varoniles. A mí siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada en una rivalidad donde lleva –entre la morbosa complacencia de los competidores masculinos– todas las de perder. El verdadero feminismo no debiera consistir en querer para las mujeres las funciones que hoy se estiman superiores, sino en rodear cada vez de mayor dignidad humana y social a las funciones femeninas.
Pero por lo mismo que no somos ni galantes ni feministas, he aquí que es, sin duda, nuestro movimiento aquel que en cierto aspecto esencial asume mejor un sentido femenino de la existencia. No esperaríais, sin duda, esta declaración de boca de quien manda –inferior en esto a cuantos le obedecen– tantas filas magníficas de muchachos varoniles.
Los movimientos espirituales del individuo o de la multitud responden siempre a una de estas dos palancas: el egoísmo y la abnegación. El egoísmo busca el logro directo de las satisfacciones sensuales; la abnegación renuncia a las satisfacciones sensuales en homenaje a un orden superior. Pues bien: si hubiera que asignar a los sexos una primacía en la sujeción a esas dos palancas, es evidente que la del egoísmo correspondería al hombre y la de la abnegación a la mujer. El hombre –siento, muchachas, contribuir con esta confesión a rebajar un poco el pedestal donde acaso lo teníais puesto– es torrencialmente egoísta; en cambio, la mujer casi siempre acepta una vida de sumisión, de servicio, de ofrenda abnegada a una tarea".
Con ello, mostraba un claro escepticismo al papel intelectual de la mujer, que como bien matizaría después Pilar Primo de Rivera, su hermana y fundadora de la Sección Femenina de Falange en 1943:
"Las mujeres nunca descubren nada. Les falta, desde luego, el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo que los hombres han hecho."
No obstante, ello no obedece a una locura personal de la familia Primo de Rivera, si no que este prejuicio misógino y machista contra la mujer se ve ampliamente apoyado por aduladores nazis tan destacados como el "doctor" Antonio Vallejo Najera:
"A causa de la debilidad mental el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal."
O el insigne representante de las letras españolistas, el declarado carlista, tradicionalista y anti comunista Ramón del Valle Inclán cuando afirma con un aplomo tajante y sin más matización:
"En la presente civilización no tienen nada que hacer las mujeres."
Ello queda muy bien ejemplificado en producciones de la España fascista muy conocidas y de contenido abiertamente machista que circularon durante la dictadura, como la famosa "Guía de la buena esposa", en la cual se inculcaban valores de sumisión servil hacia la figura del varón elevándolo casi a un dios en la casa.
Más contundente se mostraba el fundador del movimiento fascista internacional, el italiano Benito Mussolini el cual, durante su mandato de hierro, convirtió a Italia en un autentico país misógino y de férrea exaltación machista.
De hecho, era frecuente que en la propaganda fascista se produjeran imágenes donde se veía a niñas cosiendo con la y niños jugando con un fusil, seguidos de mensajes del estilo;
"Tu hermana cose con la singer y tú te entrenas con el mosquetón.”
No obstante y por si ello fuera poco, vemos como el falangismo importa de los caudillos fascistas otras de las cualidades típicas de los seres habituados con este tipo de ideologías el maltrato y la violencia machista contra la mujer cuando, en boca de Hitler, dice :
"El hombre debe ser instruido para la guerra y la mujer para la procreación y descanso del guerrero. Si vas con la mujer...¡¡no olvides el látigo!!"
Ello en palabras de un ser que pocos látigos pudiera haber levantado nunca por su carácter enclenque. Pero este látigo se levanto literalmente contra la mujer pero también metafóricamente, de modo que durante los años de la II Guerra Mundial había en el III Reich poco más de 100.000 mujeres en fábricas o puestos públicos frente al mas de 1.500.000 ellas que en esos mismos años se ocupaban en casas como criadas y sirvientas, frente a un numero similar de ellas que ocupaban puestos en fabricas, talleres y demás oficios públicos en países mas evolucionados como la Unión Soviética.
El propio Mussolini también despreciaba el papel de la mujer fuera del sexo y el cuidado, exaltando la violencia machista mas soez y pueril cuando afirmaba:
“A las mujeres, bastonazos e hijos”.
Por ello, frente a la afirmación del nazi-fascismo (varonil o femenino) de su apuesta por el papel tradicional de la mujer, frente a sus constantes afirmaciones de que "ellos no son misóginos, porque entienden el elevado papel de la mujer en casa"...no se dude nunca de que se esconde la mas pueril, vergonzosa y criminal excusa de aquellos que imitando a genocidas, pervive hoy en día en nuestras calles y escupiendo, humillando y despreciando a las mujeres de todo el mundo, una ideología que sigue fomentado la sumisión, humillación y desprecio contra la mujer, tal y como decían sus ídolos hace ya mas de 60 años.
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Sin embargo tras mucho reflexionar y buscar, se puede constatar fácilmente de donde viene tanto auto-odio, tanto desprecio al sexo femenino por parte del nazi-fascismo, y la respuesta la podemos encontrar nada mas y nada menos que en las palabras textuales y literales del canciller del III Reich alemán Adolfo Hitler, creador e ideólogo del partido nazi y del nazismo demostró a lo largo de su imperio cual debía ser el papel destinado a la mujer en gobiernos similares.
Así, entre otras perlas, Hitler dice a lo largo del año 1942 en discursos, textos y panfletos cosas como:
"Me dan horror las mujeres que se meten en política y si ya se meten en asuntos militares, es insoportable. En ninguna sección del partido nacional socialista alemán nunca ha tenido una mujer derecho a ocupar el menor puesto. Por eso dicen que somos un partido misógino, pero ello no es así porque siempre he conocido la importancia de la mujer en la formación de la juventud y en los centros de asistencia. El 99% de las cuestiones del parlamento alemán son asuntos de hombres, sobre los cuales las mujeres no podrían opinar de manera digna de tenerse en cuenta. Un hombre vociferando no es un espectáculo sugestivo, pero si lo hace una mujer es espantoso. Todo cuanto sea lucha pertenece al hombre y hay otro camino reservado a la mujer, en la casa por ejemplo".
No obstante, el canciller del imperio de los mil años, después de hacer sin ningún tipo de vergüenza estas demoledoras, humillantes e insultantes declaraciones contra el sexo femenino, no se cansa y ahora vuelve a la carga de nuevo, esta vez indicando el, a su juicio, destino profesional único que naturalmente debía estarle reservado a la mujer alemana:
"Lo que resulta sorprendente es que los maestros varones puedan soportar la duración de una vida condenada a enseñar diariamente los mismos mecánicos rudimentos. La mujer se adapta mejor a este genero de trabajos, ya que una madre acepta echar al mundo a sus hijos sin cansarse nunca, y reiniciando cada vez uno por uno su papel de educadora, como la mecanografía, trabajo mecánico cada día".
También, por si fuera poco, para el líder de los nazis la mujer de por si no era ni ciudadana:
"La joven alemana tiene la condición de súbdito y adquiere el derecho de ciudadanía por virtud del matrimonio. El Estado puede también conceder ese derecho a las mujeres alemanas que vivan del ejercicio autorizado de una profesión u oficio"
Esto no obstante, no se nos muestra como una anécdota teórica si no como una realidad histórica aplastante en un imperio, en el cual el papel profesional de las mujeres que no estaban en el hogar fue de maestras, enfermeras, coristas, criadas o prostitutas ( siendo los territorios dominados por el III Reich y aliados el mayor del mundo con presencia regulada y masiva de prostitutas como oficio natural de la mujer).
Pero ahí no queda la cosa, y a continuación el canciller nazi Hitler nos da toda una explicación de por que la mujer no esta destinada a trabajos y la vida intelectual:
"El universo del hombre es vasto comparado con el de la mujer. El hombre se centra en las ideas, pero el universo de la mujer es el hombre, donde no ve mas que a el. Por eso, la inteligencia no es en la mujer una cosa esencial. Prefiero, pues, verlas embelleciéndose que entregadas a la metafísica ya que no hay peor calamidad en este mundo que ver a una mujer luchando por las ideas".
En este sentido vemos un mas que clarísimo parangón del nazismo alemán con uno de sus productos importados mas celebres, el falangismo españolista de primera hora, que también en palabras de sus aduladores e ideólogos condena a la mujer a una vida al margen de la vida publica o intelectual y reservándole el mismo papel tradicionalista en la "nueva España . Y es que junto al desprecio manifiesto de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido fascista Falange Española, al papel en el parlamento republicano de mujeres como Clara Campoamor, Margarita Nelken o Victoria Kent, se sumaba su escepticismo al papel soberano de la mujer cuando dice :
"No soy feminista; por tanto, huelga que le diga que no soy partidario de dar el voto a la mujer."
También, en otro discurso, el líder fascista afirmaba lo siguiente:
"Habéis querido, mujeres extremeñas, venir a acompañarnos en nuestra despedida. Y acaso no sabéis toda la profunda afinidad que hay entre la mujer y la Falange. Ningún otro partido podréis entender mejor, precisamente porque en la Falange no acostumbramos usar ni la galantería ni el feminismo.
La galantería no era otra cosa que una estafa para la mujer. Se la sobornaba con unos cuantos piropos, para arrinconarla en una privación de todas las consideraciones senas. Se la distraía con un jarabe de palabras, se la cultivaba una supuesta estúpida, para relegarla a un papel frívolo y decorativo. Nosotros sabemos hasta dónde cala la misión entrañable de la mujer, y nos guardaremos muy bien de tratarla nunca como tonta destinataria de piropos.
Tampoco somos feministas. No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnifico destino y entregarla a funciones varoniles. A mí siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada en una rivalidad donde lleva –entre la morbosa complacencia de los competidores masculinos– todas las de perder. El verdadero feminismo no debiera consistir en querer para las mujeres las funciones que hoy se estiman superiores, sino en rodear cada vez de mayor dignidad humana y social a las funciones femeninas.
Pero por lo mismo que no somos ni galantes ni feministas, he aquí que es, sin duda, nuestro movimiento aquel que en cierto aspecto esencial asume mejor un sentido femenino de la existencia. No esperaríais, sin duda, esta declaración de boca de quien manda –inferior en esto a cuantos le obedecen– tantas filas magníficas de muchachos varoniles.
Los movimientos espirituales del individuo o de la multitud responden siempre a una de estas dos palancas: el egoísmo y la abnegación. El egoísmo busca el logro directo de las satisfacciones sensuales; la abnegación renuncia a las satisfacciones sensuales en homenaje a un orden superior. Pues bien: si hubiera que asignar a los sexos una primacía en la sujeción a esas dos palancas, es evidente que la del egoísmo correspondería al hombre y la de la abnegación a la mujer. El hombre –siento, muchachas, contribuir con esta confesión a rebajar un poco el pedestal donde acaso lo teníais puesto– es torrencialmente egoísta; en cambio, la mujer casi siempre acepta una vida de sumisión, de servicio, de ofrenda abnegada a una tarea".
Con ello, mostraba un claro escepticismo al papel intelectual de la mujer, que como bien matizaría después Pilar Primo de Rivera, su hermana y fundadora de la Sección Femenina de Falange en 1943:
"Las mujeres nunca descubren nada. Les falta, desde luego, el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo que los hombres han hecho."
No obstante, ello no obedece a una locura personal de la familia Primo de Rivera, si no que este prejuicio misógino y machista contra la mujer se ve ampliamente apoyado por aduladores nazis tan destacados como el "doctor" Antonio Vallejo Najera:
"A causa de la debilidad mental el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal."
O el insigne representante de las letras españolistas, el declarado carlista, tradicionalista y anti comunista Ramón del Valle Inclán cuando afirma con un aplomo tajante y sin más matización:
"En la presente civilización no tienen nada que hacer las mujeres."
Ello queda muy bien ejemplificado en producciones de la España fascista muy conocidas y de contenido abiertamente machista que circularon durante la dictadura, como la famosa "Guía de la buena esposa", en la cual se inculcaban valores de sumisión servil hacia la figura del varón elevándolo casi a un dios en la casa.
Más contundente se mostraba el fundador del movimiento fascista internacional, el italiano Benito Mussolini el cual, durante su mandato de hierro, convirtió a Italia en un autentico país misógino y de férrea exaltación machista.
De hecho, era frecuente que en la propaganda fascista se produjeran imágenes donde se veía a niñas cosiendo con la y niños jugando con un fusil, seguidos de mensajes del estilo;
"Tu hermana cose con la singer y tú te entrenas con el mosquetón.”
No obstante y por si ello fuera poco, vemos como el falangismo importa de los caudillos fascistas otras de las cualidades típicas de los seres habituados con este tipo de ideologías el maltrato y la violencia machista contra la mujer cuando, en boca de Hitler, dice :
"El hombre debe ser instruido para la guerra y la mujer para la procreación y descanso del guerrero. Si vas con la mujer...¡¡no olvides el látigo!!"
Ello en palabras de un ser que pocos látigos pudiera haber levantado nunca por su carácter enclenque. Pero este látigo se levanto literalmente contra la mujer pero también metafóricamente, de modo que durante los años de la II Guerra Mundial había en el III Reich poco más de 100.000 mujeres en fábricas o puestos públicos frente al mas de 1.500.000 ellas que en esos mismos años se ocupaban en casas como criadas y sirvientas, frente a un numero similar de ellas que ocupaban puestos en fabricas, talleres y demás oficios públicos en países mas evolucionados como la Unión Soviética.
El propio Mussolini también despreciaba el papel de la mujer fuera del sexo y el cuidado, exaltando la violencia machista mas soez y pueril cuando afirmaba:
“A las mujeres, bastonazos e hijos”.
Por ello, frente a la afirmación del nazi-fascismo (varonil o femenino) de su apuesta por el papel tradicional de la mujer, frente a sus constantes afirmaciones de que "ellos no son misóginos, porque entienden el elevado papel de la mujer en casa"...no se dude nunca de que se esconde la mas pueril, vergonzosa y criminal excusa de aquellos que imitando a genocidas, pervive hoy en día en nuestras calles y escupiendo, humillando y despreciando a las mujeres de todo el mundo, una ideología que sigue fomentado la sumisión, humillación y desprecio contra la mujer, tal y como decían sus ídolos hace ya mas de 60 años.
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