"La teoría de las ondas largas en la explicación de las crisis económicas"
texto de Arturo Guillén R. - publicado en el blog Marx desde cero en marzo de 2013
publicado en el blog Marx desde cero en marzo de 2013, en donde se presenta en texto de la siguiente manera:
Que la economía, como los astros, se mueve en ciclos no lo niegan ni los que condenaron a Galileo y que las crisis son al capitalismo lo que la heroína a un toxicómano. Pues bien, unos cuantos marxistas y otros nada marxistas han coincidido en algo, ¡eureka! y ese algo es la explicación de los movimientos económicos en diferentes ondas de mayor o menor duración y con diferentes consecuencias. Que tipos tan diferentes como Trostky, Schumpeter, Mandel o Kondrátiev -por citar a unos cuantos- hayan coincidido en ésto por algo será. Y también inquietante porque si recordamos como se superó la tercera onda larga (fascismo y Guerra Mundial) no queremos ni imaginar las futuras salidas para la actual onda.
se publica en el Foro en tres mensajes:
Introducción
Una de las interpretaciones más extendidas respecto a la crisis, es la teoría de las “ondas” o “ciclos largos”. En cuanto a la explicación de la dinámica a largo plazo de la acumulación capitalista, la teoría de las ondas largas tiene una vieja historia. Desde su fundación, coexisten en ella tanto autores marxistas como no marxistas.
Dentro de la corriente marxista los antecedentes más importantes son Parvus (1901) y Kautsky –autores de la Segunda Internacional- Van Gelderen (1913) y Trotsky. Dentro de los no marxistas destacan principalmente Kondrátiev –de hecho el autor que puso de moda el tema en la Unión Soviética- y de Schumpeter[1].
En la actualidad un buen número de autores tiende a explicar la crisis actual del capitalismo desde la perspectiva de las “ondas largas”. Entre los más conocidos en nuestro medio se encuentran Ernest Mandel, Paul Boccara, I. Wallerstein, Samir Amin, André Gunder Frank y, en alguna medida, el autor soviético S. Menshikov[2]. Autores latinoamericanos como Theotonio Dos Santos, José Valenzuela y Armando Córdova, entre otros, aceptan como válida esta teorización y la utilizan en el análisis de la crisis. Existen entre los diversos autores diferencias y matices en el tratamiento, así como perspectivas teóricas y políticas distintas. Sin embargo, coinciden en su apreciación de considerar a la crisis actual como la fase depresiva de una onda larga cuya fase expansiva comenzaría en la segunda posguerra.
Más que intentar una exposición detallada de las posiciones de los distintos autores, lo que rebasa el objetivo de este trabajo, me centraré en la interpretación de Ernest Mandel, a partir de la cual se intenta un balance inicial sobre los principales aportes y limitaciones de la teoría de las “ondas largas”.
El belga Ernest Mandel es uno de los marxistas contemporáneos más prolíficos, y reconocidos. Es autor de una vastísima obra sobre temas económicos, sociales y políticos. Fue uno de los primeros pensadores que estudió la crisis actual del capitalismo, a través de diversos materiales teóricos y de coyuntura desde finales de los años sesenta[3]. Ha publicado dos libros en los que sustenta su teoría de los ciclos largos que constituye la base teórica de su explicación de la crisis: El capitalismo tardío (1972) y Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista (1980).
Las ondas largas y sus mecanismos
Para el análisis de las “ondas largas”, Mandel parte del análisis de Marx sobre la relación que existe entre la duración de los ciclos económicos cortos y la renovación del capital fijo. Esta renovación se efectúa en un periodo que oscila entre 5 y 10 años y se realiza sobre una base tecnológica nueva.
Tomando en consideración la historia del capitalismo, plantea que aparte de los cambios cíclicos en la estructura del capital, existen periodos que abarcan plazos más largos, en los cuales se realizan verdaderas revoluciones tecnológicas en las que “no sólo hay una expansión, sino una renovación fundamental de la tecnología productiva o del capital fijo, que implica necesariamente un cambio cualitativo de la productividad del trabajo”[4].
Las revoluciones tecnológicas se caracterizan por revolucionar las técnicas de producción vigentes y por modificar radicalmente la producción de maquinaria y la base energética utilizada por el sistema maquinizado. Estas olas de revolución tecnológica afectan no solamente a algunas ramas aisladas de la producción, sino que su impacto se deja sentir en toda la economía, produciendo cambios revolucionarios en los medios de comunicación y los sistemas de transporte.
Mandel distingue tres grandes revoluciones tecnológicas en la historia del modo de producción capitalista.
1. La revolución industrial de finales del siglo XVIII que acompañó el surgimiento del capitalismo industrial y que se caracterizó por la introducción de la máquina de vapor y la sustitución de la manufactura por la gran industria maquinizada.
2. La segunda revolución tecnológica de la última década del siglo XIX que acompañó el ascenso del imperialismo y del capital monopolista, caracterizada por el surgimiento de los motores eléctricos y de combustión interna; y
3. La tercera revolución tecnológica efectuada después de la Segunda Guerra Mundial, que señaló el ascenso del capitalismo a una nueva fase de su desarrollo que el autor define como capitalismo tardío, y que estaría caracterizada por la “producción maquinizada de los aparatos movidos por la energía nuclear y organizados electrónicamente”[5].
Al permitir cambios fundamentales en la productividad del trabajo y al expandir y modernizar los sistemas productivos, las revoluciones tecnológicas abren nuevas vías a la acumulación de capital. De allí que, coincidiendo con Kondrátiev, Schumpeter y otros autores, Mandel considera que las revoluciones tecnológicas crean las condiciones para un periodo largo de expansión, como los conocidos por el capitalismo en el umbral del siglo XX y después de la Segunda Guerra Mundial.
Aparte, pues, de los ciclos cortos estudiados por Marx (los llamados ciclos Juglar o ciclos de los negocios en la literatura académica tradicional), Mandel soporta la tesis de que existen ondas largas, cuyas fases de expansión y contradicción tienen una duración aproximada de 25 a 30 años.
Así el capitalismo habría conocido cuatro “ondas largas” a lo largo de su historia:
1. El periodo que va desde fines del siglo XVIII hasta 1847.
2. El periodo que va de 1847 hasta principios de la última década del siglo XIX.
3. El periodo que va de finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial.
4. El periodo que comienza en la posguerra y que perdura hasta la actualidad.
Para comprobar la existencia de las “ondas largas”, Mandel utiliza básicamente dos indicadores: la producción industrial y el crecimiento del mercado mundial. Desecha otros indicadores como los precios porque, según él, el factor fundamental que determina las “ondas largas” son los movimientos de la tasa media de ganancia. De allí que los factores claves que expresan el movimiento de ésta son el crecimiento del sector productivo de la economía y la expansión de los mercados. En su opinión, las revoluciones tecnológicas no serían la causa de las ondas largas, sino un efecto de ascensos sustanciales en la tasa media de ganancia. De esta manera, rechaza que una explicación tecnologista de los ciclos largos. En su último trabajo sobre el tema señala que:
La idea de que las revoluciones tecnológicas –de las que distingo tres desde la revolución industrial- son la causa de ascensos a largo plazo de la tasa media de crecimiento industrial no se corresponde en absoluto con mis análisis (…).
En realidad cualquier teoría marxista de las ondas largas en el desarrollo capitalista sólo puede ser una teoría de la acumulación de capital o, si se desea expresar esa misma idea con otras palabras, una teoría de la tasa de ganancia. Desde un punto de vista marxista resulta una tautología decir que un marcado ascenso a largo plazo de la tasa media de crecimiento de la producción industrial sólo puede ser la expresión de subidas marcadas en la tasa de acumulación de capital y en la tasa media de ganancia, al menos dentro del marco del modo capitalista de producción.[6]
Según este autor, la tasa de ganancia registra movimientos de largo plazo que determinan la fuerza de la acumulación de capital y establecen el tránsito en las economías capitalistas de periodos largos de expansión a periodos largos depresivos en los que predomina la tendencia al estancamiento.
El análisis económico marxista –afirma Mandel- generalmente ha situado los movimientos de la tasa media de ganancia en dos marcos temporales diferentes: el ciclo industrial y el del ciclo vital del sistema capitalista… Nosotros propugnamos que debe intercalarse un tercer marco temporal, con el fin de ser coherentes tanto con el análisis teórico general como con los datos empíricos disponibles. Este tercer marco temporal es precisamente el de las llamadas ondas largas de veinte a veinticinco años de duración.[7]
La onda larga expansiva sobreviene cuando se da un aumento brusco de la tasa media de ganancia, como resultado de la acción de cuatro factores principales:
1. Una caída sustancial de la composición orgánica del capital, debido a la penetración del capital de los países desarrollados en países menos desarrollados.
2. Un incremento rápido de la tasa general de plusvalía, lo que podría implicar una derrota radical de la clase obrera.
3. Una caída brusca de los precios de los elementos constitutivos del capital constante.
4. Una reducción repentina en el tiempo de rotación de capital, como resultado de una revolución de los medios de transporte y comunicación u otros factores.[8]
Al final de una onda larga expansiva se produce una caída acusada de la tasa general de ganancias, motivada por un aumento de la composición orgánica del capital y por crecientes obstáculos para elevar la tasa de plusvalía. En ese momento se inicia un proceso de experimentación de nuevas técnicas de producción que se generaliza durante la fase depresiva.
En esta fase se produce también la creación de una “reserva histórica de fondos de capital” ya que, al contraerse la inversión, una parte importante del capital se congela bajo la forma de capital-dinero. De allí que una vez que se crean las condiciones para el alza de la tasa de ganancia y para el inicio de una nueva fase larga expansiva, las innovaciones tecnológicas fundamentales se generalizan y se cuenta con los fondos de capital que hacen posible su financiamiento.
Es interesante hacer notar que para Mandel la entrada a una fase depresiva responde a factores endógeno, mientras que la salida de ésta es exógena y no responde a la lógica de las leyes de la acumulación de capital. En este aspecto establece un deslinde con otras explicaciones del ciclo largo como la de Kondrátiev, para quien el tránsito de una fase a otra se produce regularmente. Para Mandel, por el contrario, es indispensable introducir en el análisis factores exógenos vinculados a la lucha de clases en escala nacional e internacional.
Retomando las tesis usadas por Trotsky para refutar la teoría de Kondrátiev,[9] Mandel considera que fenómenos como las guerras, las revoluciones sociales y la debilidad orgánica o ideológica de la clase obrera han jugado un papel de primera importancia en las salidas de otras grandes crisis del capitalismo, como fue el caso de la gran depresión de los años treinta u otras grandes crisis anteriores.
Pero a diferencia de Trotsky que negaba la posibilidad de establecer la periodicidad o regularidad de las “ondas largas” en forma parecida a los ciclos cortos, Mandel sostiene que si bien no es posible establecer ningún automatismo, es posible aceptar la regularidad de las ondas largas sobre la base de los movimientos a largo plazo de la valorización del capital.
Una vez que queda establecido que las curvas ascendentes y descendentes de una onda larga están determinadas por el entrecruzamiento de diversos factores y que se ha enfatizado que estas “ondas largas” no poseen la misma periodicidad intrínseca de los ciclos clásicos de modo de producción capitalista entonces, no hay por qué negar su estrecha conexión con el mecanismo central, que es por su naturaleza misma, una expresión sintética de todos los cambios a los que el capital está sujeto permanentemente: las fluctuaciones en la tasa de ganancia.[10]
En las ondas largas del desarrollo capitalista precisa su concepción llegando a concluir que mientras el inicio de las fases depresivas responde a factores “endógenos”, el inicio de las fases expansivas está ligado fundamentalmente a factores “exógenos”.
Por todas las razones señaladas, nos aferramos a nuestro concepto de un ritmo básico asimétrico para las ondas largas del desarrollo capitalista, en el cual la tendencia descendente (el paso de una onda larga expansiva a una depresiva) es endógena, mientras que la ascendente no lo es; ésta última depende más bien de aquellos cambios radicales que se producen en el medio histórico y geográfico del modo de producción capitalista, cambios capaces de inducir un ascenso fuerte y sostenido de la tasa de ganancia.[11]
El movimiento de largo plazo de la acumulación capitalista no elimina, de acuerdo con nuestro autor, la existencia de los ciclos cortos de 7 a 10 años estudiados por Marx y los teóricos del ciclo económico. Por el contrario, se podría sostener que existe una articulación entre las ondas largas y los ciclos cortos.
En una fase de expansión, los periodos de auge cíclico serán más largos y más intensivos, y las crisis cíclicas de sobreproducción serán más cortas y superficiales. Inversamente, en las fases de la onda larga en las que la tendencia al estancamiento prevalece, los periodos de auge serán menos febriles y más breves, mientras que los periodos de crisis cíclicas de sobreproducción serán, por contraste, más largos y profundos[12].
texto de Arturo Guillén R. - publicado en el blog Marx desde cero en marzo de 2013
publicado en el blog Marx desde cero en marzo de 2013, en donde se presenta en texto de la siguiente manera:
Que la economía, como los astros, se mueve en ciclos no lo niegan ni los que condenaron a Galileo y que las crisis son al capitalismo lo que la heroína a un toxicómano. Pues bien, unos cuantos marxistas y otros nada marxistas han coincidido en algo, ¡eureka! y ese algo es la explicación de los movimientos económicos en diferentes ondas de mayor o menor duración y con diferentes consecuencias. Que tipos tan diferentes como Trostky, Schumpeter, Mandel o Kondrátiev -por citar a unos cuantos- hayan coincidido en ésto por algo será. Y también inquietante porque si recordamos como se superó la tercera onda larga (fascismo y Guerra Mundial) no queremos ni imaginar las futuras salidas para la actual onda.
se publica en el Foro en tres mensajes:
Introducción
Una de las interpretaciones más extendidas respecto a la crisis, es la teoría de las “ondas” o “ciclos largos”. En cuanto a la explicación de la dinámica a largo plazo de la acumulación capitalista, la teoría de las ondas largas tiene una vieja historia. Desde su fundación, coexisten en ella tanto autores marxistas como no marxistas.
Dentro de la corriente marxista los antecedentes más importantes son Parvus (1901) y Kautsky –autores de la Segunda Internacional- Van Gelderen (1913) y Trotsky. Dentro de los no marxistas destacan principalmente Kondrátiev –de hecho el autor que puso de moda el tema en la Unión Soviética- y de Schumpeter[1].
En la actualidad un buen número de autores tiende a explicar la crisis actual del capitalismo desde la perspectiva de las “ondas largas”. Entre los más conocidos en nuestro medio se encuentran Ernest Mandel, Paul Boccara, I. Wallerstein, Samir Amin, André Gunder Frank y, en alguna medida, el autor soviético S. Menshikov[2]. Autores latinoamericanos como Theotonio Dos Santos, José Valenzuela y Armando Córdova, entre otros, aceptan como válida esta teorización y la utilizan en el análisis de la crisis. Existen entre los diversos autores diferencias y matices en el tratamiento, así como perspectivas teóricas y políticas distintas. Sin embargo, coinciden en su apreciación de considerar a la crisis actual como la fase depresiva de una onda larga cuya fase expansiva comenzaría en la segunda posguerra.
Más que intentar una exposición detallada de las posiciones de los distintos autores, lo que rebasa el objetivo de este trabajo, me centraré en la interpretación de Ernest Mandel, a partir de la cual se intenta un balance inicial sobre los principales aportes y limitaciones de la teoría de las “ondas largas”.
El belga Ernest Mandel es uno de los marxistas contemporáneos más prolíficos, y reconocidos. Es autor de una vastísima obra sobre temas económicos, sociales y políticos. Fue uno de los primeros pensadores que estudió la crisis actual del capitalismo, a través de diversos materiales teóricos y de coyuntura desde finales de los años sesenta[3]. Ha publicado dos libros en los que sustenta su teoría de los ciclos largos que constituye la base teórica de su explicación de la crisis: El capitalismo tardío (1972) y Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista (1980).
Las ondas largas y sus mecanismos
Para el análisis de las “ondas largas”, Mandel parte del análisis de Marx sobre la relación que existe entre la duración de los ciclos económicos cortos y la renovación del capital fijo. Esta renovación se efectúa en un periodo que oscila entre 5 y 10 años y se realiza sobre una base tecnológica nueva.
Tomando en consideración la historia del capitalismo, plantea que aparte de los cambios cíclicos en la estructura del capital, existen periodos que abarcan plazos más largos, en los cuales se realizan verdaderas revoluciones tecnológicas en las que “no sólo hay una expansión, sino una renovación fundamental de la tecnología productiva o del capital fijo, que implica necesariamente un cambio cualitativo de la productividad del trabajo”[4].
Las revoluciones tecnológicas se caracterizan por revolucionar las técnicas de producción vigentes y por modificar radicalmente la producción de maquinaria y la base energética utilizada por el sistema maquinizado. Estas olas de revolución tecnológica afectan no solamente a algunas ramas aisladas de la producción, sino que su impacto se deja sentir en toda la economía, produciendo cambios revolucionarios en los medios de comunicación y los sistemas de transporte.
Mandel distingue tres grandes revoluciones tecnológicas en la historia del modo de producción capitalista.
1. La revolución industrial de finales del siglo XVIII que acompañó el surgimiento del capitalismo industrial y que se caracterizó por la introducción de la máquina de vapor y la sustitución de la manufactura por la gran industria maquinizada.
2. La segunda revolución tecnológica de la última década del siglo XIX que acompañó el ascenso del imperialismo y del capital monopolista, caracterizada por el surgimiento de los motores eléctricos y de combustión interna; y
3. La tercera revolución tecnológica efectuada después de la Segunda Guerra Mundial, que señaló el ascenso del capitalismo a una nueva fase de su desarrollo que el autor define como capitalismo tardío, y que estaría caracterizada por la “producción maquinizada de los aparatos movidos por la energía nuclear y organizados electrónicamente”[5].
Al permitir cambios fundamentales en la productividad del trabajo y al expandir y modernizar los sistemas productivos, las revoluciones tecnológicas abren nuevas vías a la acumulación de capital. De allí que, coincidiendo con Kondrátiev, Schumpeter y otros autores, Mandel considera que las revoluciones tecnológicas crean las condiciones para un periodo largo de expansión, como los conocidos por el capitalismo en el umbral del siglo XX y después de la Segunda Guerra Mundial.
Aparte, pues, de los ciclos cortos estudiados por Marx (los llamados ciclos Juglar o ciclos de los negocios en la literatura académica tradicional), Mandel soporta la tesis de que existen ondas largas, cuyas fases de expansión y contradicción tienen una duración aproximada de 25 a 30 años.
Así el capitalismo habría conocido cuatro “ondas largas” a lo largo de su historia:
1. El periodo que va desde fines del siglo XVIII hasta 1847.
2. El periodo que va de 1847 hasta principios de la última década del siglo XIX.
3. El periodo que va de finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial.
4. El periodo que comienza en la posguerra y que perdura hasta la actualidad.
Para comprobar la existencia de las “ondas largas”, Mandel utiliza básicamente dos indicadores: la producción industrial y el crecimiento del mercado mundial. Desecha otros indicadores como los precios porque, según él, el factor fundamental que determina las “ondas largas” son los movimientos de la tasa media de ganancia. De allí que los factores claves que expresan el movimiento de ésta son el crecimiento del sector productivo de la economía y la expansión de los mercados. En su opinión, las revoluciones tecnológicas no serían la causa de las ondas largas, sino un efecto de ascensos sustanciales en la tasa media de ganancia. De esta manera, rechaza que una explicación tecnologista de los ciclos largos. En su último trabajo sobre el tema señala que:
La idea de que las revoluciones tecnológicas –de las que distingo tres desde la revolución industrial- son la causa de ascensos a largo plazo de la tasa media de crecimiento industrial no se corresponde en absoluto con mis análisis (…).
En realidad cualquier teoría marxista de las ondas largas en el desarrollo capitalista sólo puede ser una teoría de la acumulación de capital o, si se desea expresar esa misma idea con otras palabras, una teoría de la tasa de ganancia. Desde un punto de vista marxista resulta una tautología decir que un marcado ascenso a largo plazo de la tasa media de crecimiento de la producción industrial sólo puede ser la expresión de subidas marcadas en la tasa de acumulación de capital y en la tasa media de ganancia, al menos dentro del marco del modo capitalista de producción.[6]
Según este autor, la tasa de ganancia registra movimientos de largo plazo que determinan la fuerza de la acumulación de capital y establecen el tránsito en las economías capitalistas de periodos largos de expansión a periodos largos depresivos en los que predomina la tendencia al estancamiento.
El análisis económico marxista –afirma Mandel- generalmente ha situado los movimientos de la tasa media de ganancia en dos marcos temporales diferentes: el ciclo industrial y el del ciclo vital del sistema capitalista… Nosotros propugnamos que debe intercalarse un tercer marco temporal, con el fin de ser coherentes tanto con el análisis teórico general como con los datos empíricos disponibles. Este tercer marco temporal es precisamente el de las llamadas ondas largas de veinte a veinticinco años de duración.[7]
La onda larga expansiva sobreviene cuando se da un aumento brusco de la tasa media de ganancia, como resultado de la acción de cuatro factores principales:
1. Una caída sustancial de la composición orgánica del capital, debido a la penetración del capital de los países desarrollados en países menos desarrollados.
2. Un incremento rápido de la tasa general de plusvalía, lo que podría implicar una derrota radical de la clase obrera.
3. Una caída brusca de los precios de los elementos constitutivos del capital constante.
4. Una reducción repentina en el tiempo de rotación de capital, como resultado de una revolución de los medios de transporte y comunicación u otros factores.[8]
Al final de una onda larga expansiva se produce una caída acusada de la tasa general de ganancias, motivada por un aumento de la composición orgánica del capital y por crecientes obstáculos para elevar la tasa de plusvalía. En ese momento se inicia un proceso de experimentación de nuevas técnicas de producción que se generaliza durante la fase depresiva.
En esta fase se produce también la creación de una “reserva histórica de fondos de capital” ya que, al contraerse la inversión, una parte importante del capital se congela bajo la forma de capital-dinero. De allí que una vez que se crean las condiciones para el alza de la tasa de ganancia y para el inicio de una nueva fase larga expansiva, las innovaciones tecnológicas fundamentales se generalizan y se cuenta con los fondos de capital que hacen posible su financiamiento.
Es interesante hacer notar que para Mandel la entrada a una fase depresiva responde a factores endógeno, mientras que la salida de ésta es exógena y no responde a la lógica de las leyes de la acumulación de capital. En este aspecto establece un deslinde con otras explicaciones del ciclo largo como la de Kondrátiev, para quien el tránsito de una fase a otra se produce regularmente. Para Mandel, por el contrario, es indispensable introducir en el análisis factores exógenos vinculados a la lucha de clases en escala nacional e internacional.
Retomando las tesis usadas por Trotsky para refutar la teoría de Kondrátiev,[9] Mandel considera que fenómenos como las guerras, las revoluciones sociales y la debilidad orgánica o ideológica de la clase obrera han jugado un papel de primera importancia en las salidas de otras grandes crisis del capitalismo, como fue el caso de la gran depresión de los años treinta u otras grandes crisis anteriores.
Pero a diferencia de Trotsky que negaba la posibilidad de establecer la periodicidad o regularidad de las “ondas largas” en forma parecida a los ciclos cortos, Mandel sostiene que si bien no es posible establecer ningún automatismo, es posible aceptar la regularidad de las ondas largas sobre la base de los movimientos a largo plazo de la valorización del capital.
Una vez que queda establecido que las curvas ascendentes y descendentes de una onda larga están determinadas por el entrecruzamiento de diversos factores y que se ha enfatizado que estas “ondas largas” no poseen la misma periodicidad intrínseca de los ciclos clásicos de modo de producción capitalista entonces, no hay por qué negar su estrecha conexión con el mecanismo central, que es por su naturaleza misma, una expresión sintética de todos los cambios a los que el capital está sujeto permanentemente: las fluctuaciones en la tasa de ganancia.[10]
En las ondas largas del desarrollo capitalista precisa su concepción llegando a concluir que mientras el inicio de las fases depresivas responde a factores “endógenos”, el inicio de las fases expansivas está ligado fundamentalmente a factores “exógenos”.
Por todas las razones señaladas, nos aferramos a nuestro concepto de un ritmo básico asimétrico para las ondas largas del desarrollo capitalista, en el cual la tendencia descendente (el paso de una onda larga expansiva a una depresiva) es endógena, mientras que la ascendente no lo es; ésta última depende más bien de aquellos cambios radicales que se producen en el medio histórico y geográfico del modo de producción capitalista, cambios capaces de inducir un ascenso fuerte y sostenido de la tasa de ganancia.[11]
El movimiento de largo plazo de la acumulación capitalista no elimina, de acuerdo con nuestro autor, la existencia de los ciclos cortos de 7 a 10 años estudiados por Marx y los teóricos del ciclo económico. Por el contrario, se podría sostener que existe una articulación entre las ondas largas y los ciclos cortos.
En una fase de expansión, los periodos de auge cíclico serán más largos y más intensivos, y las crisis cíclicas de sobreproducción serán más cortas y superficiales. Inversamente, en las fases de la onda larga en las que la tendencia al estancamiento prevalece, los periodos de auge serán menos febriles y más breves, mientras que los periodos de crisis cíclicas de sobreproducción serán, por contraste, más largos y profundos[12].
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