Alocución a los estudiantes del Instituto Tecnológico de California
texto breve de Albert Einstein
fuente: Babel, Revista de arte y crítica, N°22. Julio-Agosto 1944
Mis queridos y jóvenes amigos: Me alegro de veros aquí formando un grupo floreciente de jóvenes que ha elegido com oprofesión la técnica. Podría cantar un himno de alabanzas repitiendo el estribillo del magnífico progreso que ya hemos alcanzado en la técnica y del enorme progreso ulterior que ocasionaréis vosotros.
En efecto, vivimos en la época y, además, en la tierra nativa de la técnica. Pero hablar de esta manera sería tergiversar mi pensamiento. Más aun, recuerdo, al respecto, el caso del joven que se había casado con una mujer no muy atrayente y que al preguntársele si era o no feliz, respondió: “Si quisiera decir la verdad, tendría que mentir”. Así me ocurre a mí.
Considerad, en efecto, si la experiencia de un indio absolutamente salvaje es menos rica y feliz que la del hombre civilizado común. Me es difícil creerlo. Es profundamente significativo que los niños de todos los países civilizados gusten tanto de jugar a los indios. ¿Por qué esta magnífica técnica, que economiza trabajo y hace la vida más fácil, nos procura tan poca felicidad?. La respuesta es sencillamente la siguiente: porque todavía no hemos aprendido a usarla sensatamente.
En la guerra, sirve para que nos envenenemos y mutilemos mutuamente. En la paz, ha hecho que nuestras vidas sean presurosas e inseguras. En vez de librarnos de un trabajo que nos deja espiritualmente exhaustos, ha transformado a los hombres en esclavos de la máquina, que en su mayoría terminan descontentos su monótono y largo trabajo cotidiano, y tiemblan por sus pobres raciones.
Pensaréis vosotros que este viejo os está cantando una canción desagradable. Lo hago, sin embargo, con la buena intención de sacar una consecuencia. No es suficiente que dominéis la técnica para que vuestro trabajo pueda aumentar las bendiciones del hombre. Para que las creaciones de vuestra mente sean una bendición y no una maldición para la humanidad,
La preocupación por el hombre mismo y su destino debe constituir el interés principal de todas las tareas técnicas, la preocupación por los grandes problemas no resueltos de la organización del trabajo y de la distribución de la riqueza.
Nunca olvidéis esto en medio de vuestros diagramas y ecuaciones.
texto breve de Albert Einstein
fuente: Babel, Revista de arte y crítica, N°22. Julio-Agosto 1944
Mis queridos y jóvenes amigos: Me alegro de veros aquí formando un grupo floreciente de jóvenes que ha elegido com oprofesión la técnica. Podría cantar un himno de alabanzas repitiendo el estribillo del magnífico progreso que ya hemos alcanzado en la técnica y del enorme progreso ulterior que ocasionaréis vosotros.
En efecto, vivimos en la época y, además, en la tierra nativa de la técnica. Pero hablar de esta manera sería tergiversar mi pensamiento. Más aun, recuerdo, al respecto, el caso del joven que se había casado con una mujer no muy atrayente y que al preguntársele si era o no feliz, respondió: “Si quisiera decir la verdad, tendría que mentir”. Así me ocurre a mí.
Considerad, en efecto, si la experiencia de un indio absolutamente salvaje es menos rica y feliz que la del hombre civilizado común. Me es difícil creerlo. Es profundamente significativo que los niños de todos los países civilizados gusten tanto de jugar a los indios. ¿Por qué esta magnífica técnica, que economiza trabajo y hace la vida más fácil, nos procura tan poca felicidad?. La respuesta es sencillamente la siguiente: porque todavía no hemos aprendido a usarla sensatamente.
En la guerra, sirve para que nos envenenemos y mutilemos mutuamente. En la paz, ha hecho que nuestras vidas sean presurosas e inseguras. En vez de librarnos de un trabajo que nos deja espiritualmente exhaustos, ha transformado a los hombres en esclavos de la máquina, que en su mayoría terminan descontentos su monótono y largo trabajo cotidiano, y tiemblan por sus pobres raciones.
Pensaréis vosotros que este viejo os está cantando una canción desagradable. Lo hago, sin embargo, con la buena intención de sacar una consecuencia. No es suficiente que dominéis la técnica para que vuestro trabajo pueda aumentar las bendiciones del hombre. Para que las creaciones de vuestra mente sean una bendición y no una maldición para la humanidad,
La preocupación por el hombre mismo y su destino debe constituir el interés principal de todas las tareas técnicas, la preocupación por los grandes problemas no resueltos de la organización del trabajo y de la distribución de la riqueza.
Nunca olvidéis esto en medio de vuestros diagramas y ecuaciones.
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Albert Einstein
Albert Einstein