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La Constitución burguesa de 1978 presenta la educación como un derecho. Un derecho que se consiguió mediante la organización y la lucha de los obreros durante muchos años. Esos derechos, formalmente reconocidos, se han convertido en una pose, su realización no es posible bajo el capitalismo. Se han quedado sobre el papel, pues especialmente ante un periodo de crisis, el capital no duda en recortar los pocos derechos que los trabajadores aún conservan.
Después de las últimas reformas, la educación obligatoria, ya no es ni totalmente gratuita. Estas reformas, impuestas por el sistema político burgués, están aumentando aún más el adoctrinamiento de las masas para convertirlas, más si cabe, en simples proletarios (“ciudadanos”) obedientes. El aumento de alumnos y la disminución de profesores hace que sea más difícil dar clase y que cada vez la enseñanza pública esté también más degradada.
A esto hay que sumarle los continuos recortes perpetrados por el Estado, cuyo objetivo es ahogar a la clase trabajadora. Sobran los trabajadores formados en paro ¿para qué gastar dinero en preparar nuevos? Así piensa la burguesía. Los proletarios nos vemos condicionados por el capital a la hora de desarrollar nuestras aptitudes, ya que lo que no produce dinero no interesa en esta sociedad.
Insistimos en la necesidad de cambiar de pleno el sistema, la única manera de que exista una autentica educación pública y universal que garantice de verdad el desarrollo intelectual y espiritual, y no una maquina de adoctrinamiento que hace que al acabar los estudios las personas amen al opresor y odien al oprimido.
Bajo estas ideas nos guiamos hacia el objetivo de la formación de las masas trabajadoras, necesaria para organizar la derrota de este sistema que martiriza a la humanidad. El capitalismo agoniza y está condenado a perecer, nuestro deber es dirigir su derrumbe y superación.
Llamamos a la clase trabajadora a la búsqueda de la raíz del problema, el sistema capitalista. Llamamos a estudiarlo para poder organizarnos, terminar con él y garantizar un futuro sin explotación del hombre por el hombre.
La Constitución burguesa de 1978 presenta la educación como un derecho. Un derecho que se consiguió mediante la organización y la lucha de los obreros durante muchos años. Esos derechos, formalmente reconocidos, se han convertido en una pose, su realización no es posible bajo el capitalismo. Se han quedado sobre el papel, pues especialmente ante un periodo de crisis, el capital no duda en recortar los pocos derechos que los trabajadores aún conservan.
Después de las últimas reformas, la educación obligatoria, ya no es ni totalmente gratuita. Estas reformas, impuestas por el sistema político burgués, están aumentando aún más el adoctrinamiento de las masas para convertirlas, más si cabe, en simples proletarios (“ciudadanos”) obedientes. El aumento de alumnos y la disminución de profesores hace que sea más difícil dar clase y que cada vez la enseñanza pública esté también más degradada.
A esto hay que sumarle los continuos recortes perpetrados por el Estado, cuyo objetivo es ahogar a la clase trabajadora. Sobran los trabajadores formados en paro ¿para qué gastar dinero en preparar nuevos? Así piensa la burguesía. Los proletarios nos vemos condicionados por el capital a la hora de desarrollar nuestras aptitudes, ya que lo que no produce dinero no interesa en esta sociedad.
Insistimos en la necesidad de cambiar de pleno el sistema, la única manera de que exista una autentica educación pública y universal que garantice de verdad el desarrollo intelectual y espiritual, y no una maquina de adoctrinamiento que hace que al acabar los estudios las personas amen al opresor y odien al oprimido.
Bajo estas ideas nos guiamos hacia el objetivo de la formación de las masas trabajadoras, necesaria para organizar la derrota de este sistema que martiriza a la humanidad. El capitalismo agoniza y está condenado a perecer, nuestro deber es dirigir su derrumbe y superación.
Llamamos a la clase trabajadora a la búsqueda de la raíz del problema, el sistema capitalista. Llamamos a estudiarlo para poder organizarnos, terminar con él y garantizar un futuro sin explotación del hombre por el hombre.