El reto de la Izquierda
texto de Javier García Centeno (concejal de IU, de la dirección del PCM-PCE)
publicado en el blog Acero bolchevique en junio de 2013
en el Foro publicado en dos mensajes
Todo parece indicar, y no me refiero solo a encuestas, algunas de ellas de dudosa fiabilidad, que la izquierda transformadora en fechas no muy lejanas, y en cualquier caso para 2015, va a ser determinante a la hora de formar gobiernos. Y no se me mal interprete, en ningún momento seré yo quien afirme que la Izquierda Plural, sea quien sea quien la conforme, va a formar parte de futuros gobiernos, la experiencia demuestra, y no sólo ha ocurrido en Grecia, que los restos de lo que un día fue socialdemocracia, hoy poco queda del programa socialdemócrata, es más proclive a pactar con la derecha que con la izquierda real, de manera que tras las próximas elecciones generales, se produzcan cuando se produzcan, un gobierno PSOE-PP apoyado, con participación en él o sin ella, por nacionalistas conservadores o UPyD, la mezcla de los dos parece complicada pero todo puede ser, me parece el escenario más factible. Es más, un Gran Acuerdo de estas características, se llevaría por delante, por pura lógica, posibles acuerdos de gobierno de progreso nacidos de las elecciones autonómicas y locales si estas se celebraran antes, o los imposibilitarían si se celebraran simultánea o posteriormente. Aun así, creo estar en condiciones de afirmar, por un lado, que un acuerdo de esas características vendría determinado por el ascenso, tanto institucional como de influencia social, de la izquierda transformadora y por otro, que tal clase de acuerdo pondría fin al proceso iniciado con el consenso constitucional y los Pactos de la Moncloa, y que comúnmente llamamos Transición, al colocar de forma significativamente opuesta a los que, con más o menos matices, conforman el apoyo al sistema capitalista frente a los que, de manera también matizable, nos oponemos a ese mismo sistema. La derecha política, el PP, no tiene experiencia, en España, en este tipo de grandes acuerdos, pero sí la derecha económica, la poseedora de los medios de producción, de comunicación y financieros, en definitiva la burguesía, que lleva tiempo llegando a acuerdos de paz social con la parte más liquidacionista de la dirección de los sindicatos de clase. Además, la fuerza política, que en su día fue socialdemócrata, la dirección del PSOE, si tiene experiencia en pactar con la derecha política, baste recordar la legislatura 93-96, en la que Felipe González no dudó en apoyarse en Jordi Pujol, despreciando a IU con el hipócrita argumento, de se constituía una especie de pinza con el PP al no apoyarse al Ejecutivo en temas tan sensibles como la corrupción o los GAL.
Efectivamente, el modelo político, nacido en la Transición, y que tenía como uno de sus objetivos políticos, desde luego no el único, limitar la influencia de los comunistas, organizados en el PCE o fuera de él, tanto en el terreno electoral como sociopolítico, parece abocado a una transformación de fondo que pocos cuestionan, mientras que el régimen, cuyas principales características son el sistema económico capitalista y el sistema político de monarquía parlamentaria, aunque evidentemente erosionado, no parece correr un riesgo inminente, por más que haya quienes, con más voluntarismo que análisis riguroso, vean su caída como algo próximo.
Los datos son tozudos y, a día de hoy, la mayoría de los ciudadanos, y dentro de ellos, y para un marxista es un dato relevante, la mayoría de los trabajadores no cuestiona la esencia del sistema de producción capitalista, por ello hablar del noventa y nueve frente al uno por ciento, no deja de ser una consigna, menos brillante que aquellas de Seamos realistas pidamos lo Imposible o Prohibido Prohibir, pero igualmente inoperante por irreal. Pero estoy escribiendo lo que estoy escribiendo, y no estoy escribiendo lo que no estoy escribiendo, puede parecer una perogrullada, pero no lo es. En ningún momento he restado importancia, diría muy poco de mi capacidad de análisis, a la multiplicidad de movimientos o mareas que se están oponiendo a las agresiones generadas por el sistema, mareas de diversos colores, Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), movimientos vecinales de distinta índole, 15M, etc...Toda esta movilización contiene, en mayor o menor medida, un claro componente anticapitalista, y nuestra obligación, como izquierda política organizada, es conseguir que ese anticapitalismo que hoy es netamente defensivo, evolucione hacia posiciones de ofensiva buscando no ya oponerse al sistema, sino superar al sistema avanzando hacia una alternativa diferente, que para mi, como es lógico, es el socialismo.
Conseguir que la parte políticamente más consciente, más avanzada, de todas estas mareas y movimientos, supere un cierto anticapitalismo primario y se sume a avanzar políticamente hacia el socialismo es una tarea prioritaria que no está, ni mucho menos, exenta de dificultades. De vez en cuando no está de más recurrir a los clásicos del marxismo, por ejemplo a Antonio Gramsci, y para ello nadie tan autorizado como José María Laso. Refiriéndose a los grupos sociales, Gramsci escribe: "Cada grupo social, naciendo en el terreno propio de una función esencial en el mundo de la producción económica, crea con él orgánicamente, una o varias capas de intelectuales que le dan su homogeneidad y la conciencia de su propia función no solamente en el terreno económico, sino igualmente en el terreno social y político" . Salvando las lógicas distancias existentes entre la Italia de los años veinte del siglo pasado y la actualidad, el análisis me parece absolutamente vigente: Estos movimientos nacidos de la reacción a la agresión del sistema que son, desde el punto de vista de la composición de clase, completamente heterogéneos, generarán el intelectual colectivo que los hegemonice y, y aquí está la clave del problema, de la composición de ese intelectual va a depender si esos movimientos, plataformas y mareas son capaces de sumarse a la lucha por el socialismo, o por el contrario terminan por convertirse en colaboradores objetivos del sistema revestidos, eso sí, de un lenguaje ultraizquierdista. Y no tengo reparo en acudir a otro clásico, en este caso Lenin, recomendando muy especialmente la relectura de los capítulos destinados a la participación de los revolucionarios, tanto en los sindicatos reaccionarios como en los parlamentos burgueses, de El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.
Hoy, a mi juicio, la situación es preocupante y estamos corriendo el riesgo de que aparezcan fenómenos del estilo Grillo, responsable último de que Berlusconi, aunque sea indirectamente, participe en el gobierno y que estuvo a punto de provocar que un mafioso presidiera el Parlamento italiano. Si bien, y es parte importante del problema, la inexistencia de izquierda política italiana ha contribuido notablemente al fenómeno. No sabemos muy bien que es el llamado Partito Democrático, pero en su comportamiento cada día recuerda más la izquierda de la Democracia Cristiana dirigida por Benigno Zaccagnini, y que tenía por seña de identidad principal la colaboración con la izquierda exceptuando a los comunistas.
texto de Javier García Centeno (concejal de IU, de la dirección del PCM-PCE)
publicado en el blog Acero bolchevique en junio de 2013
en el Foro publicado en dos mensajes
Todo parece indicar, y no me refiero solo a encuestas, algunas de ellas de dudosa fiabilidad, que la izquierda transformadora en fechas no muy lejanas, y en cualquier caso para 2015, va a ser determinante a la hora de formar gobiernos. Y no se me mal interprete, en ningún momento seré yo quien afirme que la Izquierda Plural, sea quien sea quien la conforme, va a formar parte de futuros gobiernos, la experiencia demuestra, y no sólo ha ocurrido en Grecia, que los restos de lo que un día fue socialdemocracia, hoy poco queda del programa socialdemócrata, es más proclive a pactar con la derecha que con la izquierda real, de manera que tras las próximas elecciones generales, se produzcan cuando se produzcan, un gobierno PSOE-PP apoyado, con participación en él o sin ella, por nacionalistas conservadores o UPyD, la mezcla de los dos parece complicada pero todo puede ser, me parece el escenario más factible. Es más, un Gran Acuerdo de estas características, se llevaría por delante, por pura lógica, posibles acuerdos de gobierno de progreso nacidos de las elecciones autonómicas y locales si estas se celebraran antes, o los imposibilitarían si se celebraran simultánea o posteriormente. Aun así, creo estar en condiciones de afirmar, por un lado, que un acuerdo de esas características vendría determinado por el ascenso, tanto institucional como de influencia social, de la izquierda transformadora y por otro, que tal clase de acuerdo pondría fin al proceso iniciado con el consenso constitucional y los Pactos de la Moncloa, y que comúnmente llamamos Transición, al colocar de forma significativamente opuesta a los que, con más o menos matices, conforman el apoyo al sistema capitalista frente a los que, de manera también matizable, nos oponemos a ese mismo sistema. La derecha política, el PP, no tiene experiencia, en España, en este tipo de grandes acuerdos, pero sí la derecha económica, la poseedora de los medios de producción, de comunicación y financieros, en definitiva la burguesía, que lleva tiempo llegando a acuerdos de paz social con la parte más liquidacionista de la dirección de los sindicatos de clase. Además, la fuerza política, que en su día fue socialdemócrata, la dirección del PSOE, si tiene experiencia en pactar con la derecha política, baste recordar la legislatura 93-96, en la que Felipe González no dudó en apoyarse en Jordi Pujol, despreciando a IU con el hipócrita argumento, de se constituía una especie de pinza con el PP al no apoyarse al Ejecutivo en temas tan sensibles como la corrupción o los GAL.
Efectivamente, el modelo político, nacido en la Transición, y que tenía como uno de sus objetivos políticos, desde luego no el único, limitar la influencia de los comunistas, organizados en el PCE o fuera de él, tanto en el terreno electoral como sociopolítico, parece abocado a una transformación de fondo que pocos cuestionan, mientras que el régimen, cuyas principales características son el sistema económico capitalista y el sistema político de monarquía parlamentaria, aunque evidentemente erosionado, no parece correr un riesgo inminente, por más que haya quienes, con más voluntarismo que análisis riguroso, vean su caída como algo próximo.
Los datos son tozudos y, a día de hoy, la mayoría de los ciudadanos, y dentro de ellos, y para un marxista es un dato relevante, la mayoría de los trabajadores no cuestiona la esencia del sistema de producción capitalista, por ello hablar del noventa y nueve frente al uno por ciento, no deja de ser una consigna, menos brillante que aquellas de Seamos realistas pidamos lo Imposible o Prohibido Prohibir, pero igualmente inoperante por irreal. Pero estoy escribiendo lo que estoy escribiendo, y no estoy escribiendo lo que no estoy escribiendo, puede parecer una perogrullada, pero no lo es. En ningún momento he restado importancia, diría muy poco de mi capacidad de análisis, a la multiplicidad de movimientos o mareas que se están oponiendo a las agresiones generadas por el sistema, mareas de diversos colores, Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), movimientos vecinales de distinta índole, 15M, etc...Toda esta movilización contiene, en mayor o menor medida, un claro componente anticapitalista, y nuestra obligación, como izquierda política organizada, es conseguir que ese anticapitalismo que hoy es netamente defensivo, evolucione hacia posiciones de ofensiva buscando no ya oponerse al sistema, sino superar al sistema avanzando hacia una alternativa diferente, que para mi, como es lógico, es el socialismo.
Conseguir que la parte políticamente más consciente, más avanzada, de todas estas mareas y movimientos, supere un cierto anticapitalismo primario y se sume a avanzar políticamente hacia el socialismo es una tarea prioritaria que no está, ni mucho menos, exenta de dificultades. De vez en cuando no está de más recurrir a los clásicos del marxismo, por ejemplo a Antonio Gramsci, y para ello nadie tan autorizado como José María Laso. Refiriéndose a los grupos sociales, Gramsci escribe: "Cada grupo social, naciendo en el terreno propio de una función esencial en el mundo de la producción económica, crea con él orgánicamente, una o varias capas de intelectuales que le dan su homogeneidad y la conciencia de su propia función no solamente en el terreno económico, sino igualmente en el terreno social y político" . Salvando las lógicas distancias existentes entre la Italia de los años veinte del siglo pasado y la actualidad, el análisis me parece absolutamente vigente: Estos movimientos nacidos de la reacción a la agresión del sistema que son, desde el punto de vista de la composición de clase, completamente heterogéneos, generarán el intelectual colectivo que los hegemonice y, y aquí está la clave del problema, de la composición de ese intelectual va a depender si esos movimientos, plataformas y mareas son capaces de sumarse a la lucha por el socialismo, o por el contrario terminan por convertirse en colaboradores objetivos del sistema revestidos, eso sí, de un lenguaje ultraizquierdista. Y no tengo reparo en acudir a otro clásico, en este caso Lenin, recomendando muy especialmente la relectura de los capítulos destinados a la participación de los revolucionarios, tanto en los sindicatos reaccionarios como en los parlamentos burgueses, de El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.
Hoy, a mi juicio, la situación es preocupante y estamos corriendo el riesgo de que aparezcan fenómenos del estilo Grillo, responsable último de que Berlusconi, aunque sea indirectamente, participe en el gobierno y que estuvo a punto de provocar que un mafioso presidiera el Parlamento italiano. Si bien, y es parte importante del problema, la inexistencia de izquierda política italiana ha contribuido notablemente al fenómeno. No sabemos muy bien que es el llamado Partito Democrático, pero en su comportamiento cada día recuerda más la izquierda de la Democracia Cristiana dirigida por Benigno Zaccagnini, y que tenía por seña de identidad principal la colaboración con la izquierda exceptuando a los comunistas.
---fin del mensaje nº 1---
Última edición por pedrocasca el Lun Jun 24, 2013 12:16 pm, editado 3 veces