Las Fuerzas Armadas ante la III República (Tú, el Último)
artículo de Antonio Maira (Capitán de Fragata jubilado. Analista político en medios alternativos)
Las Fuerzas Armadas ¿con el pueblo o contra el pueblo?. Ésa es la cuestión como lo fue hace exactamente 77 años
Parece evidente, incluso para los más desorientados por los medios de comunicación, los más fanáticos o los más lerdosi, que la Monarquía está en fase terminal.
La última excreción borbónica ha cumplido con creces las perspectivas que podían deducirse de sus antecedentes históricos generales y de su origen franquista particular; y terminará como sus predecesores: carcomida por la corrupción, su desprecio al pueblo, la mayestática presunción de perpetuidad, el progresivo regodeo en la inviolabilidad constitucional; y el fracaso definitivo de la construcción -por los partidos que han gobernado el Régimen de laTransición- de un hermoso “relato mediático” que se ha venido abajo estrepitosamente.
Del “Juan Carlos I salvador de la democracia” que cantaban los juglares bien pagados por los partidos rectores y cómplices del “cortejo constitucional” -después de un 23-F de sospechosísimo tufo monárquico-; hasta la imposibilidad de que cualquier miembro de la familia real pueda salir a la calle sin ser abucheado, han pasado más de 32 años.
Décadas de acumulación de riqueza, tráfico de influencias, creación de circuitos complejos para el enriquecimiento familiar, mediación a favor de los poderosos, amistades peligrosas tanto en el interior como en el exteriorii, derroche presupuestario, promoción de la OTAN y de las múltiples alianzas ad hoc creadas para facilitar “intervenciones humanitarias” (con decenas o centenares de miles de muertos), incitación a la guerra e, incluso, patrocinio de una especie de subimperialismo trasnacional interpretado como resurrección del Imperio españoliii en América Latina.
Mucho lastre para continuar, y mucho posible cargo judicial para dejar la Jefatura del Estado sin morir en la cama con la testa todavía coronadaiv.
La carcajada de la Historia: ¿Por qué no te vas?
El tan ignominioso y fatuo ¿Por qué no te callas? que un Borbón restaurado por el franquismo cadavérico -y encendido de vino y rosas-, dirigió coléricamente al presidente multielecto venezolano Hugo Chávez se está volviendo contra él en su “escenario natural”, el Reyno de las Españas.
El regio mandato a la América de sus antecesores –convertido en el segundo “gran momento de gloria”v del Monarca por la totalidad de los lameculos e integrados de Falsimedia, se ha convertido en la representación premonitoria de la caída de un Régimenvi. El hecho –denigrante en aquellos momentos-, tiene ahora las características de una verdadera carcajada de la Historia.
Juan Carlos I ordenaba callar a una América Latina renacida y en proceso de emancipación, para aportar su respaldo institucional y proteger al neofascista José María Aznar quien andaba de gira activista por América Latina. El expresidente trabajaba en paralelo con el Gobierno promocionando el “buen hacer” de las transnacionales españolas y no españolas, y negando la autoridad de los nuevos gobiernos populares para alterar sus contratos “leoninos”. Aznar apoyaba además la extensión al continente de los tratados de libre comercio (ALCA) apadrinados por Washington, daba cobertura exterior al intervencionismo –armado o encubierto- de EE UU; y animaba a las oligarquías dependientes a organizar golpes de estadovii de vieja o nueva factura para que los pueblos volviesen a la obediencia del Imperio y a su diseño de la globalización capitalista.
Para que la carcajada resuene ahora con más estrépito andaba por allí como máxima figura del papanatismo andante y parlante, el entonces presidente Zapatero; quien respaldó el “privilegio Real” para ordenar silencio en las Cumbres Latinoamericanas, y de paso defendió vehementemente la impunidad de Aznar como “ex presidente democrático de España” para violar todas las leyes internacionales y ofender a los gobiernos y a los “pueblos hermanos” de América Latina.
Aquella escena polifónica de la diplomacia española, terminó en una fuga en estampida del Borbónviii hacia los terrenos familiares de una “impunidad e inviolabilidad” que no reconocía nadie en aquella asamblea de dignatarios electos. En estos momentos, en el estado español, el pueblo le ha dado la vuelta a aquél desmán borbónico: de la gloria mediática e indigna del “¿Por qué no te callas?”, a la demanda a voz en grito de ¿Por qué no te vas?ix
Acalorado y dando trompicones como en la Cumbre de Chile, Juan Carlos I de Borbón está a punto de hacer las maletas y salir del país toda prisa, como su abuelo.
La defensa de la Monarquía
Buena parte de la oligarquía económica que nos gobierna está utilizando a la monarquía como amortiguador social, consciente de que Juan Carlos I será el último de los Borbones, y que la abdicación en su primogénito no evitará el desplome.
Es cuestión de tiempo y el tiempo –con la política económica de recortes, liquidación de los derechos de los trabajadores y privatizaciones-, permite un gigantesco trasvase de riqueza de las clases populares y las antiguas clases medias, ahora proletarizadas, a los sectores más poderosos de la oligarquía financiera e industrial. Enormes masas de población que constituyen buena parte de tres generaciones: jóvenes, parados de larga duración y jubilados, están siendo empobrecidas y marginadas. Se les ha negado un futuro digno. La succión de capitales hacia la pequeña cúspide de la pirámide social está terminando con el ahorro familiar y con las posibilidades de sostenimiento que tenían hasta ahora una parte de los parados. Las mujeres están sufriendo una terrible explotación.
El estado de la Transición, aún carcomido por la falta de legitimidad y por una corrupción interiorizada como “mecanismo natural” de funcionamiento del sistema, sigue siendo un magnífico negocio.
La crisis catastrófica del capitalismo globalizado, incontrolable, está actuando como una máquina de concentración de riqueza, despojo de los más débiles y crecimiento de la desigualdad, la pobreza y la marginación de generaciones enteras de la población.
La clave de bóveda del Régimen de la Transición es la Monarquía y su conexión –constitucional y de fidelidad- con las FF.AA.
Al mismo tiempo, la Monarquía es, con el conjunto de la clase política, la institución más degradada ante los ciudadanos y ciudadanas. La imagen del Rey y de su familia constituye una absoluta “vergüenza país” en el exterior y un absoluto bochorno en el interior.
La progresiva revuelta popular
La respuesta popular contra la crisis y, fundamentalmente, contra las terribles consecuencias de la misma y las políticas de los sucesivos gobiernos, ha pasado de la perplejidad y el miedo, hasta la resistencia activa.
De la ocupación de las plazas públicas y las protestas masivas en la calle, hasta los repetidos intentos de bloquear y denunciar en sus propias sedes a los distintos poderes públicos. La invasión de las sedes parlamentarias y plenos municipales, las protestas sectoriales organizadas y progresivamente conectadas (las famosas mareas); los escraches a políticos, jueces y banqueros, se han convertido en hechos cotidianos. Con ello se denuncia el expolio de lo público, la absoluta falta de humanidad de los gobernantes, su subordinación absoluta a la oligarquía económica, el enriquecimiento ilícito y escandaloso de unos y otros, las medidas legislativas impopulares, y el desprecio de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) cuando esta se produce con apoyo masivo como en el caso de las hipotecas.
En este ascenso vertiginoso de la movilización y organización populares se han bloqueado y ocupado temporalmente las entidades bancarias que han saqueado a los pequeños ahorradores, se han ocupado fincas en Andalucía y se han realizado actos simbólicos de ocupación de locales de las grandes transnacionalesx. Ha habido, por fin, actos de defensa de los barrios ante las “entradas” de la policía.
La represión
La represión del Régimen de la Transición –brutal en momentos específicos, y ante los sectores más combativos-, ha desarrollado métodos de control masivo de la población. Las detenciones arbitrarias –algunas de muy larga duración-, los cacheos y fichajes de los ciudadanos en manifestaciones y asambleas, las amenazas a los dirigentes que alimentan las movilizaciones, las enormes multas, predicen la preparación de mecanismos de represión masivos si el movimiento popular sigue avanzando en organización, movilización y determinación en las protestas.
El Gobierno del PP, con la mínima presión o con la colaboración expresa del otro pie del bipartidismo, el PSOE, está activando, desde los ministerios del Interior y de Justicia, una verdadera estructura represiva: cambios en el Código Penal con agravación de condenas, cumplimiento del máximo legal de las mismas, procedimientos para activar la “condena perpetua revisable”, desactivación de los procedimientos de recurso ante las sentencias consideradas arbitrarias por el elevado coste de las mismas, cambio en la estructura del Poder Judicial, limitación drástica en el ejercicio de la “acción popular”.
En lo que se refiere a la impunidad en casos de brutalidad policial extrema, desproporcionada y arbitraria, la policía mantiene el secreto sobre los agentes implicados y sobre las “sanciones” recibidas. A pesar de las posibilidades tecnológicas para la vigilancia de los espacios abiertos y cerrados tampoco se aplican los métodos recomendados por las organizaciones de dd.hh. para garantizar a los ciudadanos contra el uso de la tortura.
La crisis política y el proceso constituyente
La característica principal del Régimen político es su absoluta rigidez constitucional.
En una monarquía parlamentaria, sin elecciones a la Jefatura del estado, con un sistema invariable de partidos (vinculados a la banca y a sectores muy poderosos de la oligarquía), una ley electoral que prima a las listas más votadas, sin más participación ciudadana que el hecho de votar, y con un sistema mediático a su servicio, es muy difícil encontrar los mecanismos de ruptura que permitan el inicio de un proceso constituyente. Sin embargo, no es, ni mucho menos, imposible.
Las dos primeras Republicas llegaron de manera poco previsible. La II República a través de unas “intrascendentes” elecciones municipales. El sistema constitucional en cuanto a la estructura general de poder era muy similar al nuestro.
La Constitución española es extremadamente rígida, de casi imposible transformación si no es con el “consenso” previo de los dos grandes partidos que se turnan en el gobierno.
La oligarquía económica ha hecho sin embargo un dramático y completo cambio constitucional al establecer como norma de ese rango el “equilibrio presupuestario” lo cual ha pulverizado todo el conjunto de derechos declarados en la constitución, y cuestionado todo el sistema de servicios y de propiedad pública.
El pueblo español –despreciado por el Régimen oligárquico de la Transición- no ha sido consultado. Ha sido un verdadero golpe de estado institucional.
El Eje de resistencia del Estado de la Transición
Es tal la potencia, la extensión, y la persistencia de las protestas populares, y tan abrumadoras las previsiones en relación con evolución de la crisis como factor de exclusión social y del crecimiento del sufrimiento humano, que el consorcio Gobierno-Oposición se está apoyando en las instituciones y en su cuerpo legal para garantizar la supervivencia del Régimen.
Las luchas sociales van, sin embargo, en aumento. También crece la conciencia colectiva, de pertenencia a las clases explotadas que hacen converger las luchas de los trabajadores, de los sectores medios precarizados y, especialmente de los trabajadores jóvenes de distinta cualificación.
Cada vez más las movilizaciones sociales levantan la bandera de la República. Cada vez más la exigencia de un “proceso constituyente” se plantea como el inicio de la solución a los problemas de este país, que no puede provenir de los responsables del desastre económico, de la corrupción, de la más absoluta degeneración de la democracia, y de la construcción y articulación de un poder económico-político de carácter absoluto y despótico.
El Régimen resistirá apoyado en los recursos institucionales y represivos de su estado.
La gran pregunta de las organizaciones sociales y políticas emergentes, de los sectores en lucha, de los que pretenden un mundo nuevo, es: ¿cuál va a ser el papel de las FF.AA y Fuerzas de Seguridad del Estado en la defensa de un Régimen de esta naturaleza?
Durante los últimos meses se han hecho públicas diversas manifestaciones militares que plantean la fidelidad al Rey, Jefe Supremo de las FF.AA, y el papel “propio” que a las órdenes de la Corona, les ha reservado la Constitución.
Alguno de ellos ha manifestado la existencia de un “patriotismo militar” que está por encima de cualquier Constitución y, por supuesto, de cualquier reclamo de soberanía popularxi. Otra vez, en la medida en que se desarrollan los conflictos sociales, los militares hacen ruido de sables en defensa de “su sistema de valores”, distinto y superior a los del pueblo. Ante un necesario cambio de Régimen algunos mandos han iniciado su “guerra preventiva” particular tratando de aterrorizar a la población. La “disuasión” es el primer escalón, tal como han aprendido de los manuales estratégicos y de su práctica intervencionista en la conformación del Régimen vigente.
Desde la posición de los militares que nos sentimos parte del pueblo en el que reside la soberanía, se plantea pues, en primer lugar y de manera urgente, la necesidad de neutralizar esa posibilidad de intervención militar cuando la revuelta popular resulte irresistible.
Las Fuerzas Armadas ¿con el pueblo o contra el pueblo? Ésa es la cuestión como lo fue hace exactamente 77 años.
Cádiz 17 de julio de 2013
Notas:
i El País –por ejemplo- combina cal y arena de manera casi estrambótica. Hace pocos días presentaba una de sus secciones especiales sobre el tema de la Constitución, bajo el título de “regeneración” –como si estuviésemos en una situación similar a la de 1898. El “periódico global en español” promovía la “reforma constitucional” cuyo estudio está realizando el Instituto de Estudios Políticos y Constitucionales con la conformidad del PP y del PSOE. La batuta del equipo regeneracionista que trabaja en ese viejo centro franquista es manejada por su presidente Benigno Pendás García, miembro del primero de esos partidos y del instrumento político de Aznar: la FAES.
En estos momentos, una parte importante del núcleo central del bipartito PP-PSOE y, desde luego, la derecha neofascista del PP, después de evaluar la posibilidad de abdicación o de sucesión forzada entre bastidores, en la persona de Felipe de Borbón, está “haciendo méritos” para situarse, si es preciso y a su debido tiempo, dentro de una III República que la movilización y creciente rebelión de las grandes mayorías populares hacen inevitable. “El Borbón borboneado” podría ser el título del próximo e inmediato capítulo bufo de nuestra historia.
ii https://www.youtube.com/watch?v=uNpHgO8icWQ
iii En realidad, un imperialismo de segundo orden subordinado a los Estados Unidos.
iv Como hace meses le exigía –casi como insoslayable obligación dinástica-, la muy “sabida” Sofía de Grecia, consorte de mucha experiencia familiar en regímenes neofascistas derribados y referéndums que señalaban el exilio imperativo para monarquías antipopulares. Sofía sabe que no hay término medio: resistir o resistir: su primogénito, Felipe, que comparte abucheos con el resto de la familia, no podrá aguantar la embestida en estos momentos en los que el rechazo de la monarquía crece vertiginosamente.
v El primero fue, como ya he dicho, la “historia oficial” del 23-F.
vi https://www.youtube.com/watch?v=Q8LjERqsXhM
vii Es muy conocida la intervención directa de Aznar en el golpe del 11 de abril de 2011, así como su apoyo a los “golpes institucionales” de Honduras y Paraguay.
viii https://www.youtube.com/watch?v=lSpYhpekNaE
ix https://www.youtube.com/watch?v=quf8AjhX0gs
x El SAT en Andalucía ha “recuperado” algunas fincas de grandes terratenientes –u ocupadas por el Ejército para sus “yeguadas”-, que habían sido entregadas a los jornaleros por la reforma agraria de la II República y devueltas a sus “propietarios” tras el golpe militar fascista del 18 de julio de 1936.
artículo de Antonio Maira (Capitán de Fragata jubilado. Analista político en medios alternativos)
Las Fuerzas Armadas ¿con el pueblo o contra el pueblo?. Ésa es la cuestión como lo fue hace exactamente 77 años
Parece evidente, incluso para los más desorientados por los medios de comunicación, los más fanáticos o los más lerdosi, que la Monarquía está en fase terminal.
La última excreción borbónica ha cumplido con creces las perspectivas que podían deducirse de sus antecedentes históricos generales y de su origen franquista particular; y terminará como sus predecesores: carcomida por la corrupción, su desprecio al pueblo, la mayestática presunción de perpetuidad, el progresivo regodeo en la inviolabilidad constitucional; y el fracaso definitivo de la construcción -por los partidos que han gobernado el Régimen de laTransición- de un hermoso “relato mediático” que se ha venido abajo estrepitosamente.
Del “Juan Carlos I salvador de la democracia” que cantaban los juglares bien pagados por los partidos rectores y cómplices del “cortejo constitucional” -después de un 23-F de sospechosísimo tufo monárquico-; hasta la imposibilidad de que cualquier miembro de la familia real pueda salir a la calle sin ser abucheado, han pasado más de 32 años.
Décadas de acumulación de riqueza, tráfico de influencias, creación de circuitos complejos para el enriquecimiento familiar, mediación a favor de los poderosos, amistades peligrosas tanto en el interior como en el exteriorii, derroche presupuestario, promoción de la OTAN y de las múltiples alianzas ad hoc creadas para facilitar “intervenciones humanitarias” (con decenas o centenares de miles de muertos), incitación a la guerra e, incluso, patrocinio de una especie de subimperialismo trasnacional interpretado como resurrección del Imperio españoliii en América Latina.
Mucho lastre para continuar, y mucho posible cargo judicial para dejar la Jefatura del Estado sin morir en la cama con la testa todavía coronadaiv.
La carcajada de la Historia: ¿Por qué no te vas?
El tan ignominioso y fatuo ¿Por qué no te callas? que un Borbón restaurado por el franquismo cadavérico -y encendido de vino y rosas-, dirigió coléricamente al presidente multielecto venezolano Hugo Chávez se está volviendo contra él en su “escenario natural”, el Reyno de las Españas.
El regio mandato a la América de sus antecesores –convertido en el segundo “gran momento de gloria”v del Monarca por la totalidad de los lameculos e integrados de Falsimedia, se ha convertido en la representación premonitoria de la caída de un Régimenvi. El hecho –denigrante en aquellos momentos-, tiene ahora las características de una verdadera carcajada de la Historia.
Juan Carlos I ordenaba callar a una América Latina renacida y en proceso de emancipación, para aportar su respaldo institucional y proteger al neofascista José María Aznar quien andaba de gira activista por América Latina. El expresidente trabajaba en paralelo con el Gobierno promocionando el “buen hacer” de las transnacionales españolas y no españolas, y negando la autoridad de los nuevos gobiernos populares para alterar sus contratos “leoninos”. Aznar apoyaba además la extensión al continente de los tratados de libre comercio (ALCA) apadrinados por Washington, daba cobertura exterior al intervencionismo –armado o encubierto- de EE UU; y animaba a las oligarquías dependientes a organizar golpes de estadovii de vieja o nueva factura para que los pueblos volviesen a la obediencia del Imperio y a su diseño de la globalización capitalista.
Para que la carcajada resuene ahora con más estrépito andaba por allí como máxima figura del papanatismo andante y parlante, el entonces presidente Zapatero; quien respaldó el “privilegio Real” para ordenar silencio en las Cumbres Latinoamericanas, y de paso defendió vehementemente la impunidad de Aznar como “ex presidente democrático de España” para violar todas las leyes internacionales y ofender a los gobiernos y a los “pueblos hermanos” de América Latina.
Aquella escena polifónica de la diplomacia española, terminó en una fuga en estampida del Borbónviii hacia los terrenos familiares de una “impunidad e inviolabilidad” que no reconocía nadie en aquella asamblea de dignatarios electos. En estos momentos, en el estado español, el pueblo le ha dado la vuelta a aquél desmán borbónico: de la gloria mediática e indigna del “¿Por qué no te callas?”, a la demanda a voz en grito de ¿Por qué no te vas?ix
Acalorado y dando trompicones como en la Cumbre de Chile, Juan Carlos I de Borbón está a punto de hacer las maletas y salir del país toda prisa, como su abuelo.
La defensa de la Monarquía
Buena parte de la oligarquía económica que nos gobierna está utilizando a la monarquía como amortiguador social, consciente de que Juan Carlos I será el último de los Borbones, y que la abdicación en su primogénito no evitará el desplome.
Es cuestión de tiempo y el tiempo –con la política económica de recortes, liquidación de los derechos de los trabajadores y privatizaciones-, permite un gigantesco trasvase de riqueza de las clases populares y las antiguas clases medias, ahora proletarizadas, a los sectores más poderosos de la oligarquía financiera e industrial. Enormes masas de población que constituyen buena parte de tres generaciones: jóvenes, parados de larga duración y jubilados, están siendo empobrecidas y marginadas. Se les ha negado un futuro digno. La succión de capitales hacia la pequeña cúspide de la pirámide social está terminando con el ahorro familiar y con las posibilidades de sostenimiento que tenían hasta ahora una parte de los parados. Las mujeres están sufriendo una terrible explotación.
El estado de la Transición, aún carcomido por la falta de legitimidad y por una corrupción interiorizada como “mecanismo natural” de funcionamiento del sistema, sigue siendo un magnífico negocio.
La crisis catastrófica del capitalismo globalizado, incontrolable, está actuando como una máquina de concentración de riqueza, despojo de los más débiles y crecimiento de la desigualdad, la pobreza y la marginación de generaciones enteras de la población.
La clave de bóveda del Régimen de la Transición es la Monarquía y su conexión –constitucional y de fidelidad- con las FF.AA.
Al mismo tiempo, la Monarquía es, con el conjunto de la clase política, la institución más degradada ante los ciudadanos y ciudadanas. La imagen del Rey y de su familia constituye una absoluta “vergüenza país” en el exterior y un absoluto bochorno en el interior.
La progresiva revuelta popular
La respuesta popular contra la crisis y, fundamentalmente, contra las terribles consecuencias de la misma y las políticas de los sucesivos gobiernos, ha pasado de la perplejidad y el miedo, hasta la resistencia activa.
De la ocupación de las plazas públicas y las protestas masivas en la calle, hasta los repetidos intentos de bloquear y denunciar en sus propias sedes a los distintos poderes públicos. La invasión de las sedes parlamentarias y plenos municipales, las protestas sectoriales organizadas y progresivamente conectadas (las famosas mareas); los escraches a políticos, jueces y banqueros, se han convertido en hechos cotidianos. Con ello se denuncia el expolio de lo público, la absoluta falta de humanidad de los gobernantes, su subordinación absoluta a la oligarquía económica, el enriquecimiento ilícito y escandaloso de unos y otros, las medidas legislativas impopulares, y el desprecio de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) cuando esta se produce con apoyo masivo como en el caso de las hipotecas.
En este ascenso vertiginoso de la movilización y organización populares se han bloqueado y ocupado temporalmente las entidades bancarias que han saqueado a los pequeños ahorradores, se han ocupado fincas en Andalucía y se han realizado actos simbólicos de ocupación de locales de las grandes transnacionalesx. Ha habido, por fin, actos de defensa de los barrios ante las “entradas” de la policía.
La represión
La represión del Régimen de la Transición –brutal en momentos específicos, y ante los sectores más combativos-, ha desarrollado métodos de control masivo de la población. Las detenciones arbitrarias –algunas de muy larga duración-, los cacheos y fichajes de los ciudadanos en manifestaciones y asambleas, las amenazas a los dirigentes que alimentan las movilizaciones, las enormes multas, predicen la preparación de mecanismos de represión masivos si el movimiento popular sigue avanzando en organización, movilización y determinación en las protestas.
El Gobierno del PP, con la mínima presión o con la colaboración expresa del otro pie del bipartidismo, el PSOE, está activando, desde los ministerios del Interior y de Justicia, una verdadera estructura represiva: cambios en el Código Penal con agravación de condenas, cumplimiento del máximo legal de las mismas, procedimientos para activar la “condena perpetua revisable”, desactivación de los procedimientos de recurso ante las sentencias consideradas arbitrarias por el elevado coste de las mismas, cambio en la estructura del Poder Judicial, limitación drástica en el ejercicio de la “acción popular”.
En lo que se refiere a la impunidad en casos de brutalidad policial extrema, desproporcionada y arbitraria, la policía mantiene el secreto sobre los agentes implicados y sobre las “sanciones” recibidas. A pesar de las posibilidades tecnológicas para la vigilancia de los espacios abiertos y cerrados tampoco se aplican los métodos recomendados por las organizaciones de dd.hh. para garantizar a los ciudadanos contra el uso de la tortura.
La crisis política y el proceso constituyente
La característica principal del Régimen político es su absoluta rigidez constitucional.
En una monarquía parlamentaria, sin elecciones a la Jefatura del estado, con un sistema invariable de partidos (vinculados a la banca y a sectores muy poderosos de la oligarquía), una ley electoral que prima a las listas más votadas, sin más participación ciudadana que el hecho de votar, y con un sistema mediático a su servicio, es muy difícil encontrar los mecanismos de ruptura que permitan el inicio de un proceso constituyente. Sin embargo, no es, ni mucho menos, imposible.
Las dos primeras Republicas llegaron de manera poco previsible. La II República a través de unas “intrascendentes” elecciones municipales. El sistema constitucional en cuanto a la estructura general de poder era muy similar al nuestro.
La Constitución española es extremadamente rígida, de casi imposible transformación si no es con el “consenso” previo de los dos grandes partidos que se turnan en el gobierno.
La oligarquía económica ha hecho sin embargo un dramático y completo cambio constitucional al establecer como norma de ese rango el “equilibrio presupuestario” lo cual ha pulverizado todo el conjunto de derechos declarados en la constitución, y cuestionado todo el sistema de servicios y de propiedad pública.
El pueblo español –despreciado por el Régimen oligárquico de la Transición- no ha sido consultado. Ha sido un verdadero golpe de estado institucional.
El Eje de resistencia del Estado de la Transición
Es tal la potencia, la extensión, y la persistencia de las protestas populares, y tan abrumadoras las previsiones en relación con evolución de la crisis como factor de exclusión social y del crecimiento del sufrimiento humano, que el consorcio Gobierno-Oposición se está apoyando en las instituciones y en su cuerpo legal para garantizar la supervivencia del Régimen.
Las luchas sociales van, sin embargo, en aumento. También crece la conciencia colectiva, de pertenencia a las clases explotadas que hacen converger las luchas de los trabajadores, de los sectores medios precarizados y, especialmente de los trabajadores jóvenes de distinta cualificación.
Cada vez más las movilizaciones sociales levantan la bandera de la República. Cada vez más la exigencia de un “proceso constituyente” se plantea como el inicio de la solución a los problemas de este país, que no puede provenir de los responsables del desastre económico, de la corrupción, de la más absoluta degeneración de la democracia, y de la construcción y articulación de un poder económico-político de carácter absoluto y despótico.
El Régimen resistirá apoyado en los recursos institucionales y represivos de su estado.
La gran pregunta de las organizaciones sociales y políticas emergentes, de los sectores en lucha, de los que pretenden un mundo nuevo, es: ¿cuál va a ser el papel de las FF.AA y Fuerzas de Seguridad del Estado en la defensa de un Régimen de esta naturaleza?
Durante los últimos meses se han hecho públicas diversas manifestaciones militares que plantean la fidelidad al Rey, Jefe Supremo de las FF.AA, y el papel “propio” que a las órdenes de la Corona, les ha reservado la Constitución.
Alguno de ellos ha manifestado la existencia de un “patriotismo militar” que está por encima de cualquier Constitución y, por supuesto, de cualquier reclamo de soberanía popularxi. Otra vez, en la medida en que se desarrollan los conflictos sociales, los militares hacen ruido de sables en defensa de “su sistema de valores”, distinto y superior a los del pueblo. Ante un necesario cambio de Régimen algunos mandos han iniciado su “guerra preventiva” particular tratando de aterrorizar a la población. La “disuasión” es el primer escalón, tal como han aprendido de los manuales estratégicos y de su práctica intervencionista en la conformación del Régimen vigente.
Desde la posición de los militares que nos sentimos parte del pueblo en el que reside la soberanía, se plantea pues, en primer lugar y de manera urgente, la necesidad de neutralizar esa posibilidad de intervención militar cuando la revuelta popular resulte irresistible.
Las Fuerzas Armadas ¿con el pueblo o contra el pueblo? Ésa es la cuestión como lo fue hace exactamente 77 años.
Cádiz 17 de julio de 2013
Notas:
i El País –por ejemplo- combina cal y arena de manera casi estrambótica. Hace pocos días presentaba una de sus secciones especiales sobre el tema de la Constitución, bajo el título de “regeneración” –como si estuviésemos en una situación similar a la de 1898. El “periódico global en español” promovía la “reforma constitucional” cuyo estudio está realizando el Instituto de Estudios Políticos y Constitucionales con la conformidad del PP y del PSOE. La batuta del equipo regeneracionista que trabaja en ese viejo centro franquista es manejada por su presidente Benigno Pendás García, miembro del primero de esos partidos y del instrumento político de Aznar: la FAES.
En estos momentos, una parte importante del núcleo central del bipartito PP-PSOE y, desde luego, la derecha neofascista del PP, después de evaluar la posibilidad de abdicación o de sucesión forzada entre bastidores, en la persona de Felipe de Borbón, está “haciendo méritos” para situarse, si es preciso y a su debido tiempo, dentro de una III República que la movilización y creciente rebelión de las grandes mayorías populares hacen inevitable. “El Borbón borboneado” podría ser el título del próximo e inmediato capítulo bufo de nuestra historia.
ii https://www.youtube.com/watch?v=uNpHgO8icWQ
iii En realidad, un imperialismo de segundo orden subordinado a los Estados Unidos.
iv Como hace meses le exigía –casi como insoslayable obligación dinástica-, la muy “sabida” Sofía de Grecia, consorte de mucha experiencia familiar en regímenes neofascistas derribados y referéndums que señalaban el exilio imperativo para monarquías antipopulares. Sofía sabe que no hay término medio: resistir o resistir: su primogénito, Felipe, que comparte abucheos con el resto de la familia, no podrá aguantar la embestida en estos momentos en los que el rechazo de la monarquía crece vertiginosamente.
v El primero fue, como ya he dicho, la “historia oficial” del 23-F.
vi https://www.youtube.com/watch?v=Q8LjERqsXhM
vii Es muy conocida la intervención directa de Aznar en el golpe del 11 de abril de 2011, así como su apoyo a los “golpes institucionales” de Honduras y Paraguay.
viii https://www.youtube.com/watch?v=lSpYhpekNaE
ix https://www.youtube.com/watch?v=quf8AjhX0gs
x El SAT en Andalucía ha “recuperado” algunas fincas de grandes terratenientes –u ocupadas por el Ejército para sus “yeguadas”-, que habían sido entregadas a los jornaleros por la reforma agraria de la II República y devueltas a sus “propietarios” tras el golpe militar fascista del 18 de julio de 1936.