El 27 de marzo la Agencia Telegráfica Central de Corea presentó una acusación contra los perversos actos de violación de derechos humanos de EE.UU.
El documento calificó la “campaña de derechos humanos” promovida por este país como farsa ridícula para encubrir sus feos defectos y chantajear a los Estados soberanos.
Enumeró las pruebas de que tiene los problemas más serios de los derechos humanos en el mundo y continuó:
Norteamérica es una sociedad basada en el excesivo individualismo y en la ley de la jungla.
En esa corrupta sociedad que pregona “bienestar e igualdad para todos”, uno tiene que mantener su existencia por medio de mentiras y fraudulencias, pues de lo contrario le toca sufrir en el último escalón social, privado de los más elementales derechos al alimento, techo y ropa.
Crímenes de toda índole amenazan permanentemente el derecho a la vida y la inviolabilidad. Y los perpetrados con armas azotan a la sociedad como una "epidemia".
Los derechos al empleo, a la justa recompensa por el trabajo realizado y a la segura e higiénica condición laboral existen hoy sólo de nombre.
Tras la vistosa apariencia que ostenta “libertad”, “democracia” y “civilización”, la inmensa mayoría de las masas populares son víctimas de la atroz violación institucional de derechos social, político y civil, y el sano desarrollo ideológico y cultural se ve frenado debido a múltiples males sociales.
En ese país la campaña electoral es una competencia de los que más tienen.
La libertad de ideología y opinión, de palabra y de manifestaciones y reuniones es pura formalidad.
Si nos atenemos a que el derecho civil requiere de la garantía y protección del Estado, resulta paradójico que en Norteamérica ese derecho se viole atrozmente por el mismo poder Estatal. Su ejemplo es la ilegal interceptación de comunicaciones, ampliamente generalizada, que provoca grandes escándalos.
Lo peor es que los mismos órganos judiciales, encargados de defender los derechos de la ciudadanía, se sitúan a la cabeza en la lista de sus infractores.
La policía es hoy sinónimo de gángster.
El acoso de las autoridades contra los presidiarios provoca críticas de la comunidad internacional.
La drogadicción, en boga en Estados Unidos, engrosa cada vez más las filas de los inválidos mentales y físicos.
La discriminación racial, que sin dudas contribuyó al nacimiento de ese país, sigue siendo la úlcera de la sociedad.
Mujeres y niños son privados de todo derecho por culpa de la dominante ley del más fuerte.
La peor violación de derechos humanos –denominada también como peor acto terrorista contra los Estados–, promovida por Norteamérica bajo el rótulo del “antiterrorismo”, la constituyen su provocación de conflictos en distintas latitudes del mundo y su intervención militar en los mismos. Su prueba elocuente es el hecho de que numerosos e inocentes civiles de países víctimas de la “guerra antiterrorista” pierden vida, bienes y dignidad debido al círculo vicioso matanza-destrucción-violencia-terrorismo, fomentado por tropas invasoras yanquis.
El bloqueo y las sanciones norteamericanos contra otros países amenazan la existencia y el progreso de los pueblos.
Autor y difusor de la actual crisis financiera, EE.UU. no puede librarse de su responsabilidad de haber puesto en gran peligro al género humano.
Este país también pisotea sin piedad la libertad de la religión y creencia de otras naciones.
A él lo llaman “país subdesarrollado en materia de derechos humanos”, por su “negligencia” para sumarse al esfuerzo internacional por protegerlos y mejorarlos.
Todos los hechos revelan que ése es el peor violador de los derechos humanos.
Es preferible que Norteamérica reflexione profundamente de sus problemas y crímenes, antes de quedar en ridículo ante el mundo por su ejercicio del “juez de derechos humanos”.
El documento calificó la “campaña de derechos humanos” promovida por este país como farsa ridícula para encubrir sus feos defectos y chantajear a los Estados soberanos.
Enumeró las pruebas de que tiene los problemas más serios de los derechos humanos en el mundo y continuó:
Norteamérica es una sociedad basada en el excesivo individualismo y en la ley de la jungla.
En esa corrupta sociedad que pregona “bienestar e igualdad para todos”, uno tiene que mantener su existencia por medio de mentiras y fraudulencias, pues de lo contrario le toca sufrir en el último escalón social, privado de los más elementales derechos al alimento, techo y ropa.
Crímenes de toda índole amenazan permanentemente el derecho a la vida y la inviolabilidad. Y los perpetrados con armas azotan a la sociedad como una "epidemia".
Los derechos al empleo, a la justa recompensa por el trabajo realizado y a la segura e higiénica condición laboral existen hoy sólo de nombre.
Tras la vistosa apariencia que ostenta “libertad”, “democracia” y “civilización”, la inmensa mayoría de las masas populares son víctimas de la atroz violación institucional de derechos social, político y civil, y el sano desarrollo ideológico y cultural se ve frenado debido a múltiples males sociales.
En ese país la campaña electoral es una competencia de los que más tienen.
La libertad de ideología y opinión, de palabra y de manifestaciones y reuniones es pura formalidad.
Si nos atenemos a que el derecho civil requiere de la garantía y protección del Estado, resulta paradójico que en Norteamérica ese derecho se viole atrozmente por el mismo poder Estatal. Su ejemplo es la ilegal interceptación de comunicaciones, ampliamente generalizada, que provoca grandes escándalos.
Lo peor es que los mismos órganos judiciales, encargados de defender los derechos de la ciudadanía, se sitúan a la cabeza en la lista de sus infractores.
La policía es hoy sinónimo de gángster.
El acoso de las autoridades contra los presidiarios provoca críticas de la comunidad internacional.
La drogadicción, en boga en Estados Unidos, engrosa cada vez más las filas de los inválidos mentales y físicos.
La discriminación racial, que sin dudas contribuyó al nacimiento de ese país, sigue siendo la úlcera de la sociedad.
Mujeres y niños son privados de todo derecho por culpa de la dominante ley del más fuerte.
La peor violación de derechos humanos –denominada también como peor acto terrorista contra los Estados–, promovida por Norteamérica bajo el rótulo del “antiterrorismo”, la constituyen su provocación de conflictos en distintas latitudes del mundo y su intervención militar en los mismos. Su prueba elocuente es el hecho de que numerosos e inocentes civiles de países víctimas de la “guerra antiterrorista” pierden vida, bienes y dignidad debido al círculo vicioso matanza-destrucción-violencia-terrorismo, fomentado por tropas invasoras yanquis.
El bloqueo y las sanciones norteamericanos contra otros países amenazan la existencia y el progreso de los pueblos.
Autor y difusor de la actual crisis financiera, EE.UU. no puede librarse de su responsabilidad de haber puesto en gran peligro al género humano.
Este país también pisotea sin piedad la libertad de la religión y creencia de otras naciones.
A él lo llaman “país subdesarrollado en materia de derechos humanos”, por su “negligencia” para sumarse al esfuerzo internacional por protegerlos y mejorarlos.
Todos los hechos revelan que ése es el peor violador de los derechos humanos.
Es preferible que Norteamérica reflexione profundamente de sus problemas y crímenes, antes de quedar en ridículo ante el mundo por su ejercicio del “juez de derechos humanos”.