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    "Islam y socialismo" - textos escritos por Dizdira Zalacaín en su blog La cocina de Dizdira en 2010 - Interesante

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Jul 27, 2013 12:11 pm

    Islam y socialismo

    textos escritos por Dizdira Zalacaín en su blog La cocina de Dizdira en 2010  

    se publica en el Foro en cuatro mensajes, los mismos que se publicaron en el blog, actualmente inactivo

    Desde la difusión general del socialismo científico a finales del s. XIX, han abundado las reflexiones teóricas sobre la posibilidad o no de conjugar religión y marxismo. Como el marxismo surgió y se difundió inicialmente en un entorno cultural cristiano, la mayor parte de lo dicho y de lo hecho sobre el tema se ha desarrollado en colaboración o en confrontación con el Cristianismo en sus distintas confesiones -católica, ortodoxa o protestante. El fin esencial de las iniciativas políticas marxistas es la justicia social. Pero este fin entra en competencia directa con uno de los fines de la acción religiosa, al menos en las religiones "del Libro" o abrahámicas. Esto, que debería ser un motivo de mutuo acercamiento y colaboración, ha provocado numerosos enfrentamientos entre religiosos y marxistas. Las causas de este enfrentamiento son muy variadas y son achacables casi siempre a prejuicios y malentendidos entre ambos bandos.

    En su libro, "Justicia social en el Islam", Sayyid Qutb dedica el primer capítulo a comparar la distinta naturaleza y evolución de las relaciones entre religión y sociedad en los mundos cristiano y musulmán. Considera que, históricamente, el Cristianismo se ha abstenido de influir en los asuntos sociales, limitándose a regular temas de moral privada. El Cristianismo, tras su alianza con el Imperio Romano, ha decidido delegar los temas de justicia social al poder civil. Esa dejación de responsabilidad ha equivalido en la práctica a un colaboracionismo cada vez mayor con los abusos de poder y la explotación. Ello al mismo tiempo ha provocado que el pueblo se haya ido distanciando de la religión y que progresivamente vea a ésta como una enemiga, en lugar de como un refugio. Por ello el marxismo es un fenómeno nacido en una sociedad que ya ha abandonado a la religión como fuente de justicia social porque la considera como un impedimento, como una droga adormecedora, un "opio."
    Esto contrasta con el desarrollo histórico del Islam, que no ha efectuado esa separación entre asuntos político-sociales y asuntos religiosos. Como bien dice Qutb, el Islam es una religión más totalizadora: el Islam no solo se ocupa de lo divino sino también de lo humano y de lo social. El musulmán no es solo un individuo aislado que responde ante Dios de sus actos, sino miembro de una comunidad. Sus actuaciones en esa comunidad son también de la incumbencia del Islam. En el Islam, dice Qutb, la religión lo impregna todo: no está solo en mi momento de oración sino en todos mis actos cotidianos.

    El análisis de Qutb quizá peque de falta de matices, pues ciertos desarrollos del Islam han sido históricamente muy similares a los de la sumisión del Cristianismo a los intereses del Imperio. No hay más que ver a la actual Arabia Saudita, en la que, como en la Edad Media europea, los rituales piadosos individuales camuflan la putrefacción moral de una injusticia social contraria a los principios islámicos. Por otro lado, el Cristianismo no está necesariamente imposibilitado para ocuparse en la justicia social, como lo demuestra la Teología de la Liberación. Su tendencia a la espiritualización, a la abstención de entrar en problemas "mundanos" y su colaboracionismo con los opresores se impuso desde muy pronto, ya con Pablo de Tarso. Pero no hay que olvidar el núcleo de radicalismo social y político que sobrevivió en algunos pasajes evangélicos al giro doctrinal impuesto poco después y que desplazó el Reino de Dios a "otro mundo." Es lo que Puente Ojea denomina "material furtivo" de los Evangelios.

    Sin embargo, en la trayectoria general histórica, Qutb tiene toda la razón. El Islam pocas veces ha sido el opio que ha impedido al pueblo rebelarse contra la injusticia social de los poderosos. La religión no ha sido la que se ha opuesto, como en Occidente, a los cambios en pro de una mayor justicia social, sino que la mayoría de las veces ha estado detrás de las revueltas populares contra los abusos sociales.

    Visto desde nuestra perspectiva occidental, lo anterior puede sonar extraño, si no abiertamente falso: ¿Cómo que la religión en el Islam lucha por la justicia social? ¡No hay más que ver lo mal que se vive en muchos de esos países y los terribles abusos de poder que hay, por no hablar del machismo, etc!

    Ello se debe, creo yo, a no tener en cuenta varios factores ajenos al tema en discusión pero que distorsionan la correcta apreciación del problema. En primer lugar, no debemos confundir el poder económico, el confort, el acceso a la cultura, etc. con la justicia social. En una pequeña comunidad de campesinos de África puede perfectamente haber miseria, hambre e incultura. De ellas se derivan las conocidas lacras del machismo o el apego acrítico a tradiciones ancestrales, que los medios suelen considerar causadas por el Islam. Pero en realidad tales males son típicos de poblaciones privadas de los medios necesarios para desarrollarse como personas, independientemente de la religión que profesen. Sin embargo, cabe imaginar que, en su limitación material y cultural, esa pequeña comunidad pueda dar cabida a una perfecta vocación de justicia social, en el sentido de que nadie es explotado, en el sentido de que lo que hay, por más que sea poco, es repartido justamente y de que todas esas lacras materiales y culturales se intentan ir eliminando entre todos y para todos por igual.

    En segundo lugar, es necesario comprender que los abusos de poder y la pobreza la mayoría de las veces vienen precisamente de manos de gobernantes impuestos por Occidente y a los que casi siempre se oponen los grupos que la TV califica de fanáticos islamistas. Esta TV no nos explica a qué viene su oposición. Nos quieren hacer creer que es una oposición por cuestiones de fanatismo religioso irracional. Pero no es así. Las intifadas, las revueltas, los líderes religiosos y sus seguidores que se juegan la vida frente a la policía y el ejército no lo hacen por preceptos religiosos de tipo formal. Eso quizá sea cosa de Rouco Varela y sus pancarteros de la calle Serrano. Esa oposición es una respuesta a una situación de injusticia social sangrante, brutal y permanente, que haría rebelarse a cualquiera, sea musulmán o no. Una injusticia social que, en el Islam, además de inhumana, es antiislámica. La justicia social es un imperativo en el Islam. La defensa del oprimido es una obligación. La justicia social no es algo solo "deplorable", como nos dice Ratzinger, sino un mal ante el que es preciso oponer la mayor de las resistencias activas. No basta con lamentar y llorar: hay que combatir. Así lo dice el Corán:
    "Si Alá no permitiese que unos hombres se resistieran a otros, la Tierra ya se habría corrompido" (2:251)
     
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    Última edición por pedrocasca el Sáb Jul 27, 2013 12:36 pm, editado 2 veces
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Jul 27, 2013 12:14 pm

    Islam y Socialismo

    textos escritos por Dizdira Zalacaín en su blog La cocina de Dizdira en 2010  

    se publica en el Foro en cuatro mensajes, los mismos que se publicaron en el blog, actualmente inactivo

    En el pensamiento de Occidente, dos buenos y tempranos ejemplos de la necesidad de la vuelta a la religión tras el fracaso de la Ilustración para traer la justicia a este mundo son Walter Benjamin y Max Horkheimer.
    Benjamin mira hacia el pasado y se plantea lo siguiente: supongamos que realmente algún día acabamos con la explotación en el mundo y construímos una sociedad justa y libre, feliz y próspera. Esa sociedad se habrá construído sobre el sufrimiento de millones de víctimas fracasadas de revoluciones fallidas. ¿Es que no habrá justicia para ellos? Benjamin lo expresa bellamente en su opúsculo "Sobre el concepto de historia":

    "Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso."

    Horkheimer, por otro lado, ni siquiera confía en la posibilidad real de esa sociedad sin clases. La ilustración posee una naturaleza doble, contradictoria: el progreso técnico, la emancipación económica y cultural de una sociedad posee un reverso siniestro que parece esencial a ella. Sociedades opulentas y con todas las posibilidades para liderar la liberación del mundo, son las que al final lo esclavizan. Los avances de la Ilustración se utilizan para precisamente hundirse aun más en la barbarie. La Alemania nazi o los actuales Estados Unidos son dos buenos ejemplos de ello.

    Esta desalentadora mirada a las víctimas del pasado, imposibles ya de redimir, y a las del futuro, inevitables por la naturaleza dialéctica de la Ilustración, lleva a ambos pensadores a acudir a la religión como única salida. Sin lo sobrenatural no hay esperanza de redención para los caídos, para los millones de humillados por la Historia. Horkheimer identifica religión con anhelo de justicia, con el anhelo de que la eterna injusticia del mundo algún día sea vengada. Dice Horkheimer:

    "¿Qué es religión, en el buen sentido? El inextinguible impulso sostenido contra la realidad, de que ésta debe cambiar, de que se rompa la maldición y se abra paso la justicia."

    Sayyid Qutb, en el libro que comentamos en la entrada anterior, "Justicia social en el Islam", considera al marxismo como innecesario para el Islam. Piensa que el marxismo quizá sí sea una necesidad en Occidente, provocada por la carencia de una religión que se ocupe de la justicia social. Pero en el Islam es contraproducente: se trata de un producto ajeno a las peculiaridades, necesidades y tradiciones del mundo islámico, hecho a medida de Occidente. Esta actitud de hostilidad hacia el marxismo de este ideólogo de numerosos movimientos islamistas, especialmente el de los Hermanos Musulmanes en Egipto, generó durante muchos decenios una oposición frontal de los islamistas a los marxistas y viceversa. Ésta es una situación que, afortunadamente, está cambiando en los últimos años, como veremos en otro capítulo de este post. Ahora me gustaría explicar mi desacuerdo con esta idea de Sayyid Qtub.

    El principal problema que aqueja a la crítica de Qtub al marxismo es el mismo que aqueja a casi todas las críticas, bienintencionadas o no, a la aportación de Marx. Se trata de creer que el marxismo lo que hace es proponer un modelo determinado de sociedad, como modelo ideal. Si uno piensa que el marxismo es eso, entonces es normal que Sayyid Qutb diga algo así como: "Este señor alemán del siglo XIX no nos va a decir a los egipcios del siglo XX qué tipo de mundo es el que nos conviene; nosotros tenemos nuestras propias ideas, necesidades y tradiciones acerca de ese tema." Pero proponer modelos "ideales" de sociedad es algo que se ha hecho infinidad de veces en la historia de la humanidad: todos los autores de utopías lo han hecho. Pero la aportación fundamental de Marx no es esa. Lo que Marx aporta es una teoría científica acerca de los mecanismos de explotación: cómo funcionan "por dentro", cómo se expresan "por fuera", cómo evolucionan y cómo colapsan. Esto no es una cuestión de que nos guste o no. Esta teoría no nos pretende convencer de que hay que ser solidarios y no explotar a los demás, ni de que hay que rebelarse contra los abusos; es una teoría científica que describe hechos: no los juzga ni nos impele a actuar en un determinado sentido.

    Otra cosa distinta es la filosofía de Marx y también otra distinta su acción política. Para aceptar como científicamente válido el materialismo histórico, la teoría científica de Marx, no es preciso aceptar ni su sistema filosófico -denominado "materialismo dialéctico" ni su lucha política (a través de la Internacional, el Partido Comunista, etc.)

    Quizá alguien objete que es imposible que una persona religiosa acepte el "materialismo histórico" como teoría científica válida, pues el materialismo es incompatible con la concepción religiosa del mundo. Sin embargo, esto se debe a otra confusión, esta vez provocada por el propio Marx, que utilizó un término quizá poco afortunado. Marx llamó a su concepción de la historia "materialista" para distinguirla de la manera acientífica de tratar la historia que hasta entonces se había impuesto. Es como si a la química, una vez establecida como ciencia, se le hubiese denominado "materialismo alquímico" o a la astronomía "materialismo astrológico." Así pues "materialismo histórico" significa, simplemente, "Historia como ciencia." Lo mismo que cualquier religioso acepta que la medicina o la electrónica son compatibles con la religión, por más que sean científicas y materialistas, cualquier persona religiosa puede perfectamente seguir siéndolo y aceptar como científicamente válido el materialismo histórico.

    Sayyid Qutb confunde esta disciplina científica de Marx con la filosofía de Marx, el materialismo dialéctico, que, en efecto, es incompatible con la religión, puesto que se trata de un planteamiento filosófico ateo por definición.
    Me temo que, por increíble que parezca, numerosos marxistas también confunden continuamente ambas cosas. De ahí la mutua creencia en una incompatibilidad que, en realidad, no es tal. Yo afirmaría que, más bien, marxismo y religión son maravillosamente complementarios.
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Jul 27, 2013 12:17 pm

    Islam y Socialismo

    textos escritos por Dizdira Zalacaín en su blog La cocina de Dizdira en 2010  

    se publica en el Foro en cuatro mensajes, los mismos que se publicaron en el blog, actualmente inactivo

    Aunque no se esté de acuerdo con sus teorías, desde Freud en adelante no se puede pretender explicar el funcionamiento de la mente humana olvidando el papel básico de los procesos inconscientes. No se puede pretender que la mente humana funciona como un mecanismo de decisiones conscientes y voluntarias surgidas de la nada. Semejante postura resultaría acientífica y fantasiosa. Del mismo modo, tras los avances de la física en los cinco últimos siglos, tampoco es posible ya pensar en la Tierra como en una gran masa fija alrededor de la cual vuelan los astros siguiendo caminos prefijados. Para comprender nuestro mundo y para tratar de influir en él de manera positiva con disciplinas como la medicina, a nadie se le ocurre ya olvidar que muchas enfermedades se producen por la acción de microorganismos.
    Sin embargo, 150 años después de Marx, todavía la inmensa mayoría de la humanidad culta, incluso la mayoría de los que se llaman izquierdistas, sigue pensando que la explotación de la humanidad por unos pocos y las terribles injusticias que de ella se derivan desaparecerían si todos fuésemos mejores personas, o si las leyes fueran mejores o más justas. Este pensamiento equivale a querer solucionar el problema de las enfermedades confiando en que los microorganismos algún día sean buenos y no se empeñen en enfermarnos o incluyendo un artículo en la Constitución que prohiba tajantemente a éstos penetrar en nuestro cuerpo.
    Pero la explotación de unos seres humanos por otros es un fenómeno histórico y natural y por tanto obedece a causas naturales y estudiables. Si tiene solución, ésta solo puede obtenerse tras este estudio de sus causas y mecanismos. Los buenos deseos no cambian el mundo, porque desear no es conseguir. Las leyes tampoco cambian al mundo, es el mundo el que cambia a las leyes; las leyes no son ensalmos mágicos que basta con colocar sobre un libro magníficamente encuadernado para que se cumplan. Nadie deja de imcumplir la ley porque esté en ese libro: lo hace porque hay una fuerza que le coacciona a hacerlo. Quien tiene esa fuerza es quien ha redactado la ley.
    Sayyid Qutb es uno más de los que no parece haber comprendido o asimilado el avance fundamental de Marx. En su libro que estamos comentando, "Justicia Social en el Islam", establece una serie de criterios para crear una sociedad justa basados en las enseñanzas del Corán y en las tradiciones islámicas. La mayoría de sus deseos son maravillosos y compartibles por cualquier persona de buena voluntad, sea o no musulmán: soberanos justos y austeros, propiedad para el que la usa, justicia con los desfavorecidos -enfermos, ancianos, etc.-, educación y acceso a la salud universales... Pero está claro que el problema no es imaginar cómo sería un mundo ideal: el problema está en ponerlo en práctica.

    Los Hermanos Musulmanes, a los que perteneció el propio Qutb y de los que hablaré un poco en el siguiente post, han sido capaces de establecer una magnífica red propia de servicios sociales y de apoyo mutuo, independiente del gobierno egipcio. Para ello seguramente no han necesitado a Marx, como tampoco la mayoría de la gente que hace cosas tan estupendas como ésta por todo el mundo. Pero ¿pueden estas excelentes iniciativas hacer algo más que paliar momentáneamente el problema? Las compresas heladas en la frente pueden bajar un poco la fiebre pero no curan la enfermedad

    Para esto último es para lo que es necesaria, no digo ni siquiera la teoría de Marx, pero sí al menos una teoría que no olvide los descubrimeintos fundamentales de Marx. Hoy día la Astronomía tiene mejores teorías que las de Copérnico, pero no puede olvidar que, en efecto, la Tierra no es el centro del Universo alrededor de la cual giran las esferas celestes. La teoría marxista no nos va a decir cómo solucionar los problemas concretos, pero es imprescindible tenerla en cuenta para ello, lo mismo que las teorías de Newton no nos explican cómo construir una nave para viajar a Marte. Para ello son necesarias técnicas y disciplinas que han de estar en constante revisión y evolución; pero sin Newton, no serían posibles.

    Hemos visto, pues, que para cambiar el mundo hace falta conocerlo. Pero ¿basta con eso? En absoluto. También es necesario algo: el impulso para hacerlo. Ese impulso puede ser generado por muchos factores. La mayoría de los avances científicos y técnicos de nuestro tiempo se alcanzan gracias, principalmente, a una férrea, implacable voluntad de lucro. Sin ella, no se habrían lanzado naves al espacio ni excavado kilómetros de profundidad bajo tierra, ni desentrañado los misterios de la genética. Ante ese tipo de voluntad nada se detiene: las dos grandes masacres que denominamos guerras mundiales, en las que decenas de millones de seres humanos morían mientras otros producían los mayores avances tecnológicos, iban guiadas por la voluntad de lucro de una minoría de individuos. Esa misma voluntad de lucro es la que hoy amenaza seriamente a todo el planeta con una catástrofe ecológica y/o nuclear.
    La voluntad o el impulso que ha llevado a otros, desde Espartaco al Ché, desde Jesucristo a Sayyid Qutb, a sacrificar incluso su vida no es otro que el anhelo de justicia. ¿Y qué es el anhelo de justicia sino, como perfectamente la define Horkheimer, la religión, en el buen sentido? Recordemos de nuevo esa definición:

    "¿Qué es religión, en el buen sentido? El inextinguible impulso sostenido contra la realidad, de que ésta debe cambiar, de que se rompa la maldición y se abra paso la justicia."

    Pues bien: de este inextinguible impulso sostenido es de lo que carece la teoría marxista. Pero es que es normal que sea así: es una teoría científica. La teoría marxista te da un mapa, pero no te da las ganas ni la energía para viajar. Las ganas y la energía son ese impulso sostenido contra la realidad. Cada uno puede obtener ese impulso de cosas distintas. Yo lo obtengo principalmente de mi fe musulmana. Otro lo obtendrá de valores éticos o características psicológicas, o de varios de estos factores a un tiempo.
    La ventaja de las religiones y, en mi opinión, sobre todo del Islam, es su capacidad para generar en la gente ese impulso. Ese impulso que las marionetas mediáticas al servicio de los explotadores del mundo llaman fanatismo y que yo llamo coraje, dignidad y entereza. Sin la religión, me temo que el anhelo de justicia es una planta exótica en el páramo capitalista, en el que los anhelos de consumir estupideces y de ver la tele lo asfixian todo. Sin la religión, el anhelo de justicia solo surge en una minoría de hombres y mujeres honestos y aun vivos que, como pequeños faros repartidos en un inmenso océano oscuro y borrascoso, solo sirven para mantener el rumbo y confiar en la llegada del día.
    Y ante la visión horrible de este mundo a la deriva, que no invita sino al pesimismo, solo la fe en lo imposible que define a los religiosos, solo la esperanza, la confianza en que el mal no puede ser la última palabra, es la que les impide darse por derrotados.

    Simplificando algo la metáfora de Walter Benjamin, sobre el autómata que juega al ajedrez, yo compararía al materialismo histórico con un automóvil y a la religión con la gasolina que le permite moverse.

    vídeo Devastated Iraqi Woman, se puede ver en:

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    Última edición por pedrocasca el Sáb Jul 27, 2013 12:35 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Jul 27, 2013 12:21 pm

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    Para concluir estas consideraciones sobre la complementariedad de la religión musulmana y la ciencia marxista, será bueno dar un repaso a cómo, en la práctica, esta complementación y mutua comprensión han ido avanzando en los últimos tiempos. Pecaríamos precisamente de poco marxistas si pensásemos que los motivos de este progresivo acercamiento son obra de una labor teórica. Las circunstancias reales -políticas, económicas y sociales- han cambiado mucho en los últimos 50 años y son éstas las que han propiciado la construcción de nuevos compromisos en el plano de las ideas. Si un egipcio o un libanés medio, tras tantos años de enfrentamientos entre izquierda e islamismo, ahora ve posible conjugar Islam y Marx, es porque las circunstancias reales han cambiado. Veamos algunos de los casos más paradigmáticos.

    Cisjordania:

    En este sector de los Territorios Ocupados los dos grandes partidos políticos en lucha por el poder, al-Fatah y Hamás, no mantienen diferencias de tipo religioso. Aunque la TV pretenda hacernos pensar que Hamás es un grupo de fanáticos islamistas, lo cierto es que en el plano religioso son bastante más moderados que al-Fatah. La diferencia entre ambos es que al-Fatah es ambiguo con las acciones genocidas de Israel y Hamás no las tolera. Eso es lo que provoca que la TV nos los presente como "los malos." Y para demostrar lo malos que son se les tacha de fanáticos religiosos. Sin embargo, los hechos desmienten esta intoxicación informativa. El partido marxista FPLP, el tercero más votado, ha pactado con Hamás la alcaldía de ciudades como Belén y Ramala, en las que gobiernan en coalición. Vale la pena destacar que el puesto de alcalde de Ramala lo ostenta una mujer, y que ha accedido a él con seis votos del FPLP, más tres de Hamás, frente a los seis votos en contra de al-Fatah. Lo digo por si todavía hay quien se cree el cuento del machismo de Hamás.

    Egipto:

    Tras la Revolución de los Oficiales Libres de 1952, el rey Faruk es destronado y, con ello, Egipto se deshace del yugo del colonialismo británico. Se abrió un período de reformas que incluyeron la reforma agraria y la nacionalización del Canal de Suez, todo ello posible gracias al miedo que, en plena Guerra Fría, tenían las potencias del mundo capitalista al inmenso potencial militar soviético. Pero pronto el régimen de Nasser puso el freno en los avances sociales y aparecieron grupos Islamistas y comunistas que exigían seguir adelante con las reformas y la redistribución de las riquezas del país. La dura policía política de Nasser se enfrentó entonces, no a los elementos antirrevolucionarios que cabe esperar surjan tras una revolución, sino contra aquellos sectores a los que aquella revolución "light" había decepcionado: la izquierda radical y un grupo de islamistas especialmente implicados en los problemas sociales denominados "Hermanos Musulmanes", que, desde su fundación en 1928 por Hasan al-Banna, no habían cesado de ser objeto de persecuciones por parte de las autoridades coloniales.
    Los "Hermanos Musulmanes" poseen un ideario y un modus operandi que recuerda mucho, en el ámbito católico, al de ciertas comunidades jesuítas: Hasan al-Banna consideraba que una sociedad auténticamente islámica solo se puede empezar a implantar si las necesidades básicas, materiales y culturales, del pueblo están garantizadas. Para ello no dudaron en impulsar redes sociales que proporcionaran educación y sanidad así como empresas cooperativas de marcado carácter social. Profundamente religiosos, los "Hermanos Musulmanes" no son sin embargo fundamentalistas. Creen que las nuevas realidades sociales y económicas exigen una interpretación flexible y en permanente evolución del derecho islámico. Pero una cosa es no ser fundamentalista y otra muy distinta colaborar activa o pasivamente con los opresores: los HH MM nunca fueron apóstoles de la no-violencia. Ellos consideran que defenderse de las agresiones e injusticias intolerables es justo. Así, participaron en numerosas revueltas contra el régimen colonialista de Faruk. Cuando los sionistas iniciaron en 1947 su agresión contra los palestinos, los HH. MM., que para entonces se habían extendido por buena parte de Oriente Medio, no dudaron en ayudar a sus compañeros palestinos. Ello provocó que el rey Faruk comenzara una terrible campaña de represión y asesinatos contra la Hermandad, que culminó con el asesinato a traición del propio al-Banna, de autoría aun hoy desconocida, pero que no hace falta ser muy conspiranoico para atribuir al Mossad.
    Por entonces los HH.MM. tenían buenas relaciones con Nasser y con quienes poco después derrocarían a Faruk. Pero esta alianza duró poco. Pronto Nasser comenzaría a perseguir brutalmente a quienes se atrevieron a denunciar la superficialidad de su revolución. Perpetrar un atentado ecológico y arqueológico tan descomunal como la presa de Assuan no es el tipo de giro radical que la inmensa mayoría de los desheredados egipcios necesitaba. El viraje a la derecha del nasserismo se fue haciendo cada vez más evidente y, con él, la dureza y extensión de su represión. En 1966, el pensador Sayyid Qutb, del que hemos venido hablando en estos posts, fue condenado a muerte por el régimen de Nasser, acusado de un complot para asesinarle. El sucesor de Nasser, Anwar el-Sadat llevó la derechización del país al extremo de convertirse en aliado de EE.UU e Israel y excelente amigo del Shah de Persia. Tras su asesinato en un espectacular atentado del grupo al-Yihad, su sucesor Hosni Mubarak permanece en el poder desde entonces en un remedo de democracia al servicio del nuevo colonialismo yanqui.
    Es en este último período en el que la izquierda egipcia y los Hermanos Musulmanes han vuelto a acercar sus posiciones. Es perfectamente comprensible el recelo que el marxismo despertaba en los HH.MM., habida cuenta de que Nasser era, nominalmente, aliado de la URSS. Una vez que el tiempo ha puesto a cada uno en su sitio y los sucesores de Nasser han demostrado cuál es su talante, las viejas rencillas entre marxistas y HH. MM. están casi olvidadas.

    Líbano:

    En el Líbano, el caso más notable de acercamiento entre marxistas e islamistas lo vemos en Hezbollah y el Partido Comunista Libanés. El proceso es muy similar al de los otros casos. Tras un período inicial de acercamiento entre la mayoría chií desfavorecida y los comunistas, la izquierda, sobre todo desde finales de los 70, empieza a perder interés por los problemas sociales y a desarrollar una política "blanda" contra las agresiones israelíes. El triunfo de la revolución chií de Jomeini en Irán, por un lado, y la matanza de chiíes en Sabra y Shatila a manos de israelíes y ultraderechistas libaneses fueron los detonantes de la creación de Hezbollah. Gracias a Hezbollah, los israelíes ya no pudieron repetir impunemente lo de Sabra y Shatila: desde su creación todos sus intentos de invadir el Líbano han fracasado. Tras la guerra civil, consiguieron igualmente que el parlamento libanés -que tradicionalmente está dividido por confesiones religiosas- tuviera una representación acorde con la proporción real de cada grupo religioso. Además, sus redes sociales, similares a las de los Hermanos Musulmanes, han paliado en buena medida la situación de miseria no solo de los libaneses, sino de todos los refugiados palestinos que huyen del genocidio perpetrado por Israel.
    En la actualidad, Hezbolá cuenta con apoyos más que testimoniales del Partido Comunista Libanés. Un ejemplo del puente tendido entre Hezbollah y los comunistas es el períodico al-Akhbar que sigue una línea ideológica en la que se funden marxismo e islamismo chií. Este periódico es calificado por la objetiva Wikipedia como: "Perfecto ejemplo de periodismo a sueldo, de primitivos níveles de objetividad y profesionalidad."
    Recordemos que Hezbollah, que se creó para evitar nuevas masacres como las de Sabra y Shatila es considerado por EE.UU. como grupo terrorista. En muchos medios se los identifica con los nazis y se afirma que tienen el Corán en una mano y el Main Kampf en otra. Son cosas de esa prensa libre, de altos estándares de objetividad y profesionalidad...
    El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, no solo ha sido capaz de derrotar a la máquina de matar de los israelíes, en sus repetidos intentos de masacrar a los libaneses. También se ha mostrado un hábil político que ha conseguido aglutinar en torno a la resistencia contra la opresión israelí a los comunistas y a los cristianos maronitas.
    Una prueba de la admiración y agradecimiento sinceros de los libaneses de cualquier confesión hacia Hassan Nasrallah, es esta canción de la cristiana maronita Julia Boutros: cuya traducción al inglés podéis consultar aquí.
     
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    En estos momentos críticos, la justicia social requiere tanto del impulso ético de la religión como de la ciencia marxista. En esta serie de posts he procurado hacer ver que ambos factores no tienen nada de incompatibles en lo teórico. Ojalá los hechos demuestren que tampoco lo tienen en lo práctico.
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Jul 27, 2013 12:34 pm

    En los textos de Dizdira Zalacaín hay una serie de referencias y enlaces externos que a continuación relaciono tal y como se publicaron (probablemente el tiempo no ha pasado en balde y alguno no funcione):

    mensaje nº 1:

    En su libro, "Justicia social en el Islam", Sayyid Qutb
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    Es lo que Puente Ojea denomina "material furtivo"
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    mensaje nº 2:

    Benjamin lo expresa bellamente en su opúsculo "Sobre el concepto de historia":
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    mensaje nº 3:

    Simplificando algo la metáfora de Walter Benjamin,
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    mensaje nº 4:

    el puesto de alcalde de Ramala lo ostenta una mujer
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    Tras la Revolución de los Oficiales Libres de 1952
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    Los "Hermanos Musulmanes" poseen un ideario
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    la izquierda egipcia y los Hermanos Musulmanes han vuelto a acercar sus posiciones
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    el caso más notable de acercamiento entre marxistas e islamistas lo vemos en Hezbollah y el Partido Comunista Libanés
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    Este periódico es calificado por la objetiva Wikipedia como
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    cuya traducción al inglés podéis consultar aquí.
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    ---Fin del texto---FINAL---

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