"Lenin y el arte de escribir para las masas obreras y campesinas"
texto de Nadjia Krupskaia
presente en "Recuerdo de Lenin", apéndices de la edición de 1937 - Editorial Fontamara, Barcelona, 1976. pp 193-200 (Apéndice II)
Desde la cárcel Lenin mandó cartas escritas en tinta química, en un libro, dos proclamas para los obreros: "La fiesta obrera del Primero de Mayo" y "Al gobierno zarista".
Axelrod y Plejánov se expresaron en términos muy favorables con respecto al folleto de Ilitch Explicación de la ley sobre las multas.
En la misma carta a Axelrod que hemos citado (16 de julio de 1897) Ilitch decía: "La opinión de V. y la de Plejánov sobre mis ensayos literarios (para los obreros) me han animado extraordinariamente".
Los jóvenes escritores que deseen aprender a escribir de modo que les comprendan las grandes masas, deben estudiar atentamente esos trabajos de Ilitch.
Si damos una ojeada al folleto Explicación de la ley sobre las multas veremos que está escrito en un lenguaje extraordinariamente simple, pero observaremos al mismo tiempo que está muy lejos de ser un documento superficial de agitación parecido a los que con tanta abundancia se lanzan hasta nuestros días. En el folleto no hay ninguna frase, ningún llamamiento de agitación. Pero la elección misma del tema es muy característica. Dicho tema agitaba mucho a los obreros de aquel entonces y por ello les era particularmente comprensible. El folleto parte de hechos concretos bien conocidos de los obreros: todo él está basado en hechos recogidos de fuentes de orígenes variados y múltiples y expuestos de un modo claro. En el folleto lo que habla, lo que convence, no son las palabras, sino los hechos y éstos son tan elocuentes, tan convincentes, que los trabajadores, una vez los conocen, sacan ellos mismos las consecuencias. El plan del folleto, que es asimismo el resultado de madura reflexión y que estudia la cuestión en todos sus aspectos, se reduce a lo siguiente: 1) lo que son las multas; 2) cómo se imponían antes y cuáles son los motivos que han dado origen a la nueva ley; 3) con qué pretextos el fabricante puede imponer las multas; 4) de qué cuantía pueden ser las multas; 6) (sic) adónde debe ir a parar, según la ley, el dinero procedente de las multas; 7) ¿se extiende a todos los obreros la ley sobre las multas?; 8)conclusiones. En las conclusiones no se hace más que formular brevemente las que el obrero ha sacado ya de los hechos citados en los capítulos precedentes y ayuda únicamente a generalizar y formular dichas conclusiones. Estas son simples, pero de una importancia inmensa para el movimiento obrero.
En el artículo "En qué piensan nuestros ministros" Lenin se mantiene fiel a esta manera de dirigirse al lector: toma la carta del ministro del Interior, Durnovo, al procurador del Santo Sínodo, Pobedonóstsev, la analiza y lleva a los obreros la siguiente conclusión:
"Trabajadores: ya veis qué miedo mortal tienen nuestros ministros a la unión de la ciencia con los obreros. Demostrad a todo el mundo que no hay fuerza capaz de quitar la conciencia a los obreros. Sin conocimientos, los obreros se hallan indefensos: con conciencia son una fuerza."
La proclama "la fiesta obrera del Primero de Mayo" fue escrita en la cárcel en 1896. Pero aunque no supiéramos la fecha en que fue escrita, no nos sería difícil determinarla por el carácter de la proclama misma. En ésta se hablaba de la fiesta internacional de los obreros, de la lucha internacional del proletariado, pero el punto de partida era la situación de los obreros de los grandes centros en aquella época, su lucha. La proclama fijaba las perspectivas de dicha lucha y era un llamamiento al combate huelguístico.
La proclama fue publicada el 1 de mayo de 1896, y en junio se hallaban ya en huelga, en Petersburgo, 30 mil obreros textiles.
La segunda proclama, "Al gobierno zarista", establecía el balance de los resultados de las huelgas, incitaba a la continuación de la lucha y terminaba con las siguientes palabras: "Las huelgas de 1895-96 no han sido inútiles, han prestado un inmenso trabajo a los obreros rusos; les han mostrado cómo hay que luchar por los propios intereses; les han enseñado a comprender la situación política y las necesidades de la clase obrera."
En otoño de 1897, Vladimir Ilitch trabajaba en el segundo folleto para los obreros, escrito, según el mismo tipo que el primero. El folleto se titula La nueva ley de fábricas. En 1899 escribió los opúsculos Sobre los subsidios a la industria y Sobre las huelgas.
El trabajo en esos folletos ayudó a Lenin a aprender todavía mejor a escribir y a hablar de tal modo que sus discursos y artículos fueran accesibles a las masas.
¿Quién había servido a Lenin de modelo para aprender a escribir y a hablar de un modo popular? Pisarev, al cual había leído mucho en su tiempo, y Chernichevski; pero lo que más le había servido en este sentido habían sido sus conversaciones con los trabajadores, con los cuales hablaba horas enteras, preguntándoles todas las menudencias relativas a su vida en la fábrica, prestando una particular atención a las observaciones hechas por ellos de paso, a las preguntas formuladas por los mismos, teniendo en cuenta el nivel de sus conocimientos, fijándose en lo que no comprendían y por qué no lo comprendían. En sus recuerdos sobre Lenin los obreros hablan de estas conversaciones.
En lo que más se esforzaba era en transmitir sus ideas a los obreros del modo más claro posible. Ilitch se indignaba ante toda forma excesivamente vulgar de exponer las ideas, ante la tendencia a simplificar la cuestión para los obreros. En ¿Qué hacer? (1901-1902), decía:
"Debemos preocuparnos principalmente de elevar a los obreros hasta hacerlos revolucionarios, y no de descender hasta la masa obrera, como lo quieren los economistas; hasta los "obreros-medianos", como lo quiere "Svoboda" (La Libertad) (la cual en este sentido se eleva hasta el segundo peldaño de la "pedagogía" de los economistas). Estoy muy lejos de negar la necesidad de literatura popular para los trabajadores y de una literatura particularmente popular (aunque no, naturalmente, banal) para los obreros atrasados. Pero me indigna esta manera de examinar las cuestiones de organización desde un punto de vista pedagógico. Vosotros, los señores que tenéis fija la vista en el "obrero mediano", ofendéis en sustancia a los trabajadores con vuestro afán de rebajaros antes de hablarles de política o de organización. Hablad de las cosas serias como es debido y reservad la pedagogía para los pedagogos y no para los políticos y los organizadores".
Ilitch se indigna ante toda tendencia encaminada a no presentar los problemas a los obreros en toda su magnitud, ante la sustitución del examen serio de las cuestiones por "frases y aforismos".
En los discursos y artículos de Ilitch los trabajadores veían siempre que éste, según la expresión de un obrero, hablaba con ellos "en serio".
Tres años después (en junio de 1905) Vladimir Ilitch vuelve de nuevo al tema tratado en ¿Qué hacer?
"En la actuación del partido socialdemócrata hay y habrá siempre un determinado elemento de pedagogía: hay que educar a toda la clase de obreros asalariados para el papel de combatientes por la emancipación de la humanidad de toda opresión, hay que educar constantemente a nuevos sectores de dicha clase, hay que saber acercarse a los representantes de esta clase más grises, menos desarrollados para aprender a hablar con ellos, a elevarlos, por medio de un trabajo paciente, al nivel de la conciencia socialdemócrata, sin convertir nuestra enseñanza en un dogma árido y enjuto, enseñando no sólo mediante el libro, sino además por medio de la participación de esos sectores del proletariado más grises y menos desarrollados en la lucha cotidiana. En dicha actuación constante hay, repetimos, un elemento pedagógico. El socialdemócrata que se olvidara de dicha actuación dejaría de ser un socialdemócrata. Esto es ciero. Pero entre nosotros se olvida ahora a menudo que el socialdemócrata que redujera sus objetivos políticos a la pedagogía dejaría también -aunque por otro motivo- de ser socialdemócrata. El que se imaginara convertir a dicha "pedagogía" en consigna particular, oponerlo a la política, edificar sobre la base de dicha oposición una orientación particular, apelar a las masas, en nombre de dicha consigna, contra los "políticos" de la socialdemocracia, se deslizaría inevitablemente hacia la demagogia."
Esto no es más que una aclaración a lo que había sido dicho antes y lo que determina las exigencias de Ilitch en lo que respecta a la literatura popular.
En 1903, cuando empezaron las insurrecciones campesinas espontáneas, Ilitch escribe un folleto popular A los campesinos pobres, en el cual explica a estos últimos por lo que luchan los obreros y por qué deben combatir junto con estos últimos.
En julio de 1905, Ilitch escribe su conocida hoja "Tres constituciones o tres formas de régimen del Estado". En la hoja se establece la comparación entre la monarquía autocrática, la monarquía constitucional y la república democrática por la forma, el contenido y los fines. La hoja es un modelo de estilo popular, pero al mismo tiempo de la forma seria de tratar una cuestión, un modelo de "conversación en serio".
En los momentos de cambios bruscos, los comunistas, a juicio de Ilitch, se hallan particularmente obligados a escribir y a hablar de un modo popular. En la conferencia de abril de 1917 Vladimir Ilitch decía:
"Muchos de entre nosotros, yo entre ellos, hemos tenido que hablar ante los soldados, y yo creo que si se explica todo desde el punto de vista de clase, para ellos lo menos claro en nuestra posición es precisamente la cuestión de cómo queremos terminar la guerra, de cómo consideramos posible poner fin a la misma. En las masas hay una multitud de equívocos, una incomprensión completa de nuestra posición. Por esto debemos hablar del modo más popular posible."
En ese mismo discurso Lenin decía: "Al hablar a las masas hay que dar respuestas concretas". "Es necesario un pensamiento político claro. Lo que le falta a la consigna de la fraternización es un pensamiento político claro. Al hablar de que la realización de las condiciones de paz es imposible sin quebrantar la dominación de los capitalistas, Lenin insistía en la necesidad de exponer esta idea con claridad a las masas.
"Lo vuelvo a repetir: para las masas populares poco desarrolladas esta verdad exige eslabones intermedios que permitan llevar hasta la cuestión a la gente poco preparada. Todo el error y la falsedad de la literatura popular sobre la guerra consiste en que se evita dicha cuestión, en que guarda silencio sobre la misma, presentando la cosa como si no existiera lucha de clases alguna y como si dos países vivieran amigablemente, uno de ellos atacara al otro y éste se defendiera. Este es un razonamiento vulgar en el cual no hay ni una sombra de objetividad, es un engaño consciente del pueblo por parte de la gente ilustrada."
Resumamos, Lenin concedía una importancia inmensa al arte de hablar y escribir de un modo popular. Esto es necesario para hacer accesible y comprensible a las masas el comunismo, para que consideren a éste como su propia causa. Un discurso, un folleto populares deben tener un fin concreto, fin que incita a una acción determinada. El pensamiento político desarrollado en un discurso popular debe ser claro, concreto, significativo. Es inaceptable toda vulgarización, toda simplificación excesiva, toda desviación de la objetividad. La exposición debe ser clara por su plan, ayudar al oyente o al lector a sacar conclusiones él mismo y limitarse únicamente a resumir, a formular dichas conclusiones.
Hay que partir no de razonamientos abstractos, sino de hechos conocidos del lector o del oyente y que le interesan y aclarar progresivamente, de eslabón en eslabón, la conexión existente entre dichos hechos y las cuestiones más importantes de la lucha de clases, de la edificación del socialismo.
Es así como Lenin enseñaba a hablar y a escribir de un modo popular.
En el momento actual la literatura popular adquiere una particular importancia, la agravación de la lucha de clases exige que las masas comprendan la situación con la mayor claridad posible, que aprendan a comprender la relación existente entre los hechos de su vida cotidiana que les agitan y las cuestiones fundamentales de la lucha por el socialismo. La literatura con que contamos de este género es ridículamente insuficiente. Es preciso crearla. Hay que aprender en Lenin, en las masas, cómo escribir de un modo popular. El arte de escribir de un modo popular hay que aprenderlo trabajando colectivamente en el sentido de elaborar para sí este arte, comprobando en la práctica los resultados obtenidos.
texto de Nadjia Krupskaia
presente en "Recuerdo de Lenin", apéndices de la edición de 1937 - Editorial Fontamara, Barcelona, 1976. pp 193-200 (Apéndice II)
Desde la cárcel Lenin mandó cartas escritas en tinta química, en un libro, dos proclamas para los obreros: "La fiesta obrera del Primero de Mayo" y "Al gobierno zarista".
Axelrod y Plejánov se expresaron en términos muy favorables con respecto al folleto de Ilitch Explicación de la ley sobre las multas.
En la misma carta a Axelrod que hemos citado (16 de julio de 1897) Ilitch decía: "La opinión de V. y la de Plejánov sobre mis ensayos literarios (para los obreros) me han animado extraordinariamente".
Los jóvenes escritores que deseen aprender a escribir de modo que les comprendan las grandes masas, deben estudiar atentamente esos trabajos de Ilitch.
Si damos una ojeada al folleto Explicación de la ley sobre las multas veremos que está escrito en un lenguaje extraordinariamente simple, pero observaremos al mismo tiempo que está muy lejos de ser un documento superficial de agitación parecido a los que con tanta abundancia se lanzan hasta nuestros días. En el folleto no hay ninguna frase, ningún llamamiento de agitación. Pero la elección misma del tema es muy característica. Dicho tema agitaba mucho a los obreros de aquel entonces y por ello les era particularmente comprensible. El folleto parte de hechos concretos bien conocidos de los obreros: todo él está basado en hechos recogidos de fuentes de orígenes variados y múltiples y expuestos de un modo claro. En el folleto lo que habla, lo que convence, no son las palabras, sino los hechos y éstos son tan elocuentes, tan convincentes, que los trabajadores, una vez los conocen, sacan ellos mismos las consecuencias. El plan del folleto, que es asimismo el resultado de madura reflexión y que estudia la cuestión en todos sus aspectos, se reduce a lo siguiente: 1) lo que son las multas; 2) cómo se imponían antes y cuáles son los motivos que han dado origen a la nueva ley; 3) con qué pretextos el fabricante puede imponer las multas; 4) de qué cuantía pueden ser las multas; 6) (sic) adónde debe ir a parar, según la ley, el dinero procedente de las multas; 7) ¿se extiende a todos los obreros la ley sobre las multas?; 8)conclusiones. En las conclusiones no se hace más que formular brevemente las que el obrero ha sacado ya de los hechos citados en los capítulos precedentes y ayuda únicamente a generalizar y formular dichas conclusiones. Estas son simples, pero de una importancia inmensa para el movimiento obrero.
En el artículo "En qué piensan nuestros ministros" Lenin se mantiene fiel a esta manera de dirigirse al lector: toma la carta del ministro del Interior, Durnovo, al procurador del Santo Sínodo, Pobedonóstsev, la analiza y lleva a los obreros la siguiente conclusión:
"Trabajadores: ya veis qué miedo mortal tienen nuestros ministros a la unión de la ciencia con los obreros. Demostrad a todo el mundo que no hay fuerza capaz de quitar la conciencia a los obreros. Sin conocimientos, los obreros se hallan indefensos: con conciencia son una fuerza."
La proclama "la fiesta obrera del Primero de Mayo" fue escrita en la cárcel en 1896. Pero aunque no supiéramos la fecha en que fue escrita, no nos sería difícil determinarla por el carácter de la proclama misma. En ésta se hablaba de la fiesta internacional de los obreros, de la lucha internacional del proletariado, pero el punto de partida era la situación de los obreros de los grandes centros en aquella época, su lucha. La proclama fijaba las perspectivas de dicha lucha y era un llamamiento al combate huelguístico.
La proclama fue publicada el 1 de mayo de 1896, y en junio se hallaban ya en huelga, en Petersburgo, 30 mil obreros textiles.
La segunda proclama, "Al gobierno zarista", establecía el balance de los resultados de las huelgas, incitaba a la continuación de la lucha y terminaba con las siguientes palabras: "Las huelgas de 1895-96 no han sido inútiles, han prestado un inmenso trabajo a los obreros rusos; les han mostrado cómo hay que luchar por los propios intereses; les han enseñado a comprender la situación política y las necesidades de la clase obrera."
En otoño de 1897, Vladimir Ilitch trabajaba en el segundo folleto para los obreros, escrito, según el mismo tipo que el primero. El folleto se titula La nueva ley de fábricas. En 1899 escribió los opúsculos Sobre los subsidios a la industria y Sobre las huelgas.
El trabajo en esos folletos ayudó a Lenin a aprender todavía mejor a escribir y a hablar de tal modo que sus discursos y artículos fueran accesibles a las masas.
¿Quién había servido a Lenin de modelo para aprender a escribir y a hablar de un modo popular? Pisarev, al cual había leído mucho en su tiempo, y Chernichevski; pero lo que más le había servido en este sentido habían sido sus conversaciones con los trabajadores, con los cuales hablaba horas enteras, preguntándoles todas las menudencias relativas a su vida en la fábrica, prestando una particular atención a las observaciones hechas por ellos de paso, a las preguntas formuladas por los mismos, teniendo en cuenta el nivel de sus conocimientos, fijándose en lo que no comprendían y por qué no lo comprendían. En sus recuerdos sobre Lenin los obreros hablan de estas conversaciones.
En lo que más se esforzaba era en transmitir sus ideas a los obreros del modo más claro posible. Ilitch se indignaba ante toda forma excesivamente vulgar de exponer las ideas, ante la tendencia a simplificar la cuestión para los obreros. En ¿Qué hacer? (1901-1902), decía:
"Debemos preocuparnos principalmente de elevar a los obreros hasta hacerlos revolucionarios, y no de descender hasta la masa obrera, como lo quieren los economistas; hasta los "obreros-medianos", como lo quiere "Svoboda" (La Libertad) (la cual en este sentido se eleva hasta el segundo peldaño de la "pedagogía" de los economistas). Estoy muy lejos de negar la necesidad de literatura popular para los trabajadores y de una literatura particularmente popular (aunque no, naturalmente, banal) para los obreros atrasados. Pero me indigna esta manera de examinar las cuestiones de organización desde un punto de vista pedagógico. Vosotros, los señores que tenéis fija la vista en el "obrero mediano", ofendéis en sustancia a los trabajadores con vuestro afán de rebajaros antes de hablarles de política o de organización. Hablad de las cosas serias como es debido y reservad la pedagogía para los pedagogos y no para los políticos y los organizadores".
Ilitch se indigna ante toda tendencia encaminada a no presentar los problemas a los obreros en toda su magnitud, ante la sustitución del examen serio de las cuestiones por "frases y aforismos".
En los discursos y artículos de Ilitch los trabajadores veían siempre que éste, según la expresión de un obrero, hablaba con ellos "en serio".
Tres años después (en junio de 1905) Vladimir Ilitch vuelve de nuevo al tema tratado en ¿Qué hacer?
"En la actuación del partido socialdemócrata hay y habrá siempre un determinado elemento de pedagogía: hay que educar a toda la clase de obreros asalariados para el papel de combatientes por la emancipación de la humanidad de toda opresión, hay que educar constantemente a nuevos sectores de dicha clase, hay que saber acercarse a los representantes de esta clase más grises, menos desarrollados para aprender a hablar con ellos, a elevarlos, por medio de un trabajo paciente, al nivel de la conciencia socialdemócrata, sin convertir nuestra enseñanza en un dogma árido y enjuto, enseñando no sólo mediante el libro, sino además por medio de la participación de esos sectores del proletariado más grises y menos desarrollados en la lucha cotidiana. En dicha actuación constante hay, repetimos, un elemento pedagógico. El socialdemócrata que se olvidara de dicha actuación dejaría de ser un socialdemócrata. Esto es ciero. Pero entre nosotros se olvida ahora a menudo que el socialdemócrata que redujera sus objetivos políticos a la pedagogía dejaría también -aunque por otro motivo- de ser socialdemócrata. El que se imaginara convertir a dicha "pedagogía" en consigna particular, oponerlo a la política, edificar sobre la base de dicha oposición una orientación particular, apelar a las masas, en nombre de dicha consigna, contra los "políticos" de la socialdemocracia, se deslizaría inevitablemente hacia la demagogia."
Esto no es más que una aclaración a lo que había sido dicho antes y lo que determina las exigencias de Ilitch en lo que respecta a la literatura popular.
En 1903, cuando empezaron las insurrecciones campesinas espontáneas, Ilitch escribe un folleto popular A los campesinos pobres, en el cual explica a estos últimos por lo que luchan los obreros y por qué deben combatir junto con estos últimos.
En julio de 1905, Ilitch escribe su conocida hoja "Tres constituciones o tres formas de régimen del Estado". En la hoja se establece la comparación entre la monarquía autocrática, la monarquía constitucional y la república democrática por la forma, el contenido y los fines. La hoja es un modelo de estilo popular, pero al mismo tiempo de la forma seria de tratar una cuestión, un modelo de "conversación en serio".
En los momentos de cambios bruscos, los comunistas, a juicio de Ilitch, se hallan particularmente obligados a escribir y a hablar de un modo popular. En la conferencia de abril de 1917 Vladimir Ilitch decía:
"Muchos de entre nosotros, yo entre ellos, hemos tenido que hablar ante los soldados, y yo creo que si se explica todo desde el punto de vista de clase, para ellos lo menos claro en nuestra posición es precisamente la cuestión de cómo queremos terminar la guerra, de cómo consideramos posible poner fin a la misma. En las masas hay una multitud de equívocos, una incomprensión completa de nuestra posición. Por esto debemos hablar del modo más popular posible."
En ese mismo discurso Lenin decía: "Al hablar a las masas hay que dar respuestas concretas". "Es necesario un pensamiento político claro. Lo que le falta a la consigna de la fraternización es un pensamiento político claro. Al hablar de que la realización de las condiciones de paz es imposible sin quebrantar la dominación de los capitalistas, Lenin insistía en la necesidad de exponer esta idea con claridad a las masas.
"Lo vuelvo a repetir: para las masas populares poco desarrolladas esta verdad exige eslabones intermedios que permitan llevar hasta la cuestión a la gente poco preparada. Todo el error y la falsedad de la literatura popular sobre la guerra consiste en que se evita dicha cuestión, en que guarda silencio sobre la misma, presentando la cosa como si no existiera lucha de clases alguna y como si dos países vivieran amigablemente, uno de ellos atacara al otro y éste se defendiera. Este es un razonamiento vulgar en el cual no hay ni una sombra de objetividad, es un engaño consciente del pueblo por parte de la gente ilustrada."
Resumamos, Lenin concedía una importancia inmensa al arte de hablar y escribir de un modo popular. Esto es necesario para hacer accesible y comprensible a las masas el comunismo, para que consideren a éste como su propia causa. Un discurso, un folleto populares deben tener un fin concreto, fin que incita a una acción determinada. El pensamiento político desarrollado en un discurso popular debe ser claro, concreto, significativo. Es inaceptable toda vulgarización, toda simplificación excesiva, toda desviación de la objetividad. La exposición debe ser clara por su plan, ayudar al oyente o al lector a sacar conclusiones él mismo y limitarse únicamente a resumir, a formular dichas conclusiones.
Hay que partir no de razonamientos abstractos, sino de hechos conocidos del lector o del oyente y que le interesan y aclarar progresivamente, de eslabón en eslabón, la conexión existente entre dichos hechos y las cuestiones más importantes de la lucha de clases, de la edificación del socialismo.
Es así como Lenin enseñaba a hablar y a escribir de un modo popular.
En el momento actual la literatura popular adquiere una particular importancia, la agravación de la lucha de clases exige que las masas comprendan la situación con la mayor claridad posible, que aprendan a comprender la relación existente entre los hechos de su vida cotidiana que les agitan y las cuestiones fundamentales de la lucha por el socialismo. La literatura con que contamos de este género es ridículamente insuficiente. Es preciso crearla. Hay que aprender en Lenin, en las masas, cómo escribir de un modo popular. El arte de escribir de un modo popular hay que aprenderlo trabajando colectivamente en el sentido de elaborar para sí este arte, comprobando en la práctica los resultados obtenidos.
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mitin de V. I. Lenin
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