Foro Comunista

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    "Andreu Nin estalinista" - texto de Artur Cussó publicado en Diario Octubre el 12 de agosto de 2013 (traducción del catalán) - Interesante - en los mensajes otro texto relacionado: ¿Quién tiene miedo a la historia?

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    Mensaje por pedrocasca Mar Ago 13, 2013 10:29 pm

    Andreu Nin estalinista

    texto de Artur Cussó (fundador del Partit Català Proletari i del PSUC)

    publicado en catalán en Diario Octubre el 12 de agosto de 2013 - tomado del otro Foro comunista

    Después de que el pasado 17 de junio ​​los antes pro-soviéticos PCC y PSUCviu de la mano de las formaciones trotskistas Lucha Internacionalista, Revolta Global y En Lucha, llevaron al Parlamento de Cataluña la figura de Andreu Nin para rendirle "un merecido homenaje", ya se puede decir que este ha sido elevado al panteón de las figuras incontrovertiblemente de izquierdas, mejor dicho indiscutiblemente de izquierdas. Modelo a seguir por las personas progresistas y los revolucionarios de Cataluña y poder del mundo entero.

    Después de las intervenciones en el Parlamento de un representante de ERC, uno del PSC, otro de ICV / EUiA, uno de la CUP, además de los sindicatos CCOO y UGT, el historiador Pelai Pagès y la presidenta del Parlamento de Nuria de Gispert (de CIU), a todos aquellos que defendemos una otro proyecto histórico (con luces y sombras como toda historia rica en el tiempo) nos ha quedado claro que somos unos "estalos" retrógrados que debemos renegar con arrepentimiento y vergüenza de militar en unas ideas y defender una cierta parte de la historia del movimiento obrero internacional.

    Como "estalinistas" impenitentes debemos renegar de nuestros ideales y creencias y aceptar como verdad revelada la nueva versión de los hechos. No aquella que parte de la Guerra Fría -¡qué mal pensados ​​y "estalos" que sois los "estalos"!- sino de la más profunda convicción en "los valores democráticos del socialismo", el "respeto" a las "opiniones contrarias"... y la serie de lugares comunes de los que practican el cretinismo parlamentario.

    Pero ante todo habría que hacer una aclaración sobre el calificativo "estalinista", que se ha convertido en una especie de etiqueta amorfa donde se puede colgar de todo. Una acusación política y de carácter social donde se puede incluir desde la normativa de una piscina municipal (¡Que "estalos" manejan con chanclas por la piscina!), hasta el debate dentro de una asamblea "chupi-guay" de un espacio social autogestionado (-Ecs, ¡Qué pedazo de "estalo"! ¡Quiere que votemos!). Para los más finos e intelectualoides, esta etiqueta tan estrujada queda reducida a la palabra "totalitario" (cuánto daño ha hecho Hanna Arendt) o en la versión "anarco-libre individualidad" como "autoritario" (otra palabra fetiche para definir a los enemigos ideológicos reales o hipotéticos).

    Pero bueno, como decíamos, Andreu Nin se ha transformado en una figura simbólica de tal magnitud que cuestionársela no sólo es casi tabú, sino que a la larga, y el acto del Parlamento podría ser la primera piedra en esta meta, constitutivo de un delito a la manera de las leyes anti-negacionistas de Alemania o las anti-comunistas de Polonia. La figura histórica de Andreu Nin se ha convertido en algo tan épico que es el mártir de las izquierdas y, por encima de cualquier otra consideración, un ejemplo de cómo actúa el "sectarismo intolerante de los extremismos políticos" .

    En su honor se le han dedicado bibliotecas, plazas, calles e institutos... realmente se puede decir que Andreu Nin es todo un revolucionario del sistema, un icono institucionalizado y asumido como el símbolo de "lo que no tiene que volverse a repetir" (¿Se refieren a la instauración del socialismo de manera efectiva en tres cuartas partes del mundo?... ¿Qué insinúas? ¡A callar "estalo"!).

    El transfuguismo de Nin o travestismo político del que hizo gala a lo largo de su meteórica vida política (meteórica entendida como aquellos asteroides que surcan el espacio sin rumbo y terminan chocando contra una masa de superficie superior, de la cual acaban desmenuzados en muchos pequeños trocitos), es fruto no ya de una "de las figuras más destacadas del campo marxista catalán" sino del ego más grande que haya podido pisar nunca estas tierras. Nin sólo fue fiel a alguien y este fue el mismo Nin.

    Primero militó en el nacionalismo ramplón de Unión Federal Nacionalista Republicana, después al PSOE (interesante deriva del nacionalismo no rupturista al centralismo madrileño), para pasar después al anarcosindicalismo (¡se hizo anti-autoritario y anti-estatal después de haber militado en el PSOE!), lo intenta en el PCE (vuelve a un partido de obediencia estatal), después en el BOC (expulsado del PCE donde había aspirado a la Secretaría General, ¡todo modestia en él!), después en Izquierda Comunista (otro grupúsculo como el BOC), de donde es expulsado y vuelve de nuevo al BOC para fundar el POUM. ¡Toda una carrera! ¡No está mal!

    En medio un dato curioso y es que estuvo como delegado en Moscú de la Internacional Sindical Roja de 1921 a 1930 años del "terror estalinista" (de hecho la lucha del Estado soviético con Stalin al frente para evitar los complots involucionistas como bien explica Domenico Losurdo), llegando a ser un alto cargo de la burocracia soviética, después se convierte en Secretario de la ISR en 1926. Como alto miembro del aparato soviético durante esos años (y por tanto estalinista en sentido estricto, según la historiografía anti-comunista al uso), participó de los debates en contra de la oposición trotskista ratificando, como por otro lado hacían todos los altos cuadros de la Internacional Comunista, la condena y expulsión del PCR (b) de los oposicionistas de izquierda, con el mismo Trotsky a la cabeza.

    Es decir que el señor Nin estuvo de acuerdo con la depuración de Trotsky y los elementos de la plataforma opositora que éste había montado para disputarle el Partido a Stalin. De esta manera Nin, posteriormente mártir del estalinismo, participó de las "depuraciones" estalinistas cuando ocupaba la silla en Moscú en la segunda mitad de los años 20. ¡Toda una lección magistral de la catadura política y moral de este personaje! Su capacidad para buscar sólo la situación más favorable a sus intereses personales, su falta de escrúpulos y su oportunismo político lo harían ser candidato a "estalo"-maquiavélico" por cualquiera de sus corifeos actuales.

    Seguimos haciendo recuento. El POUM firmó dos veces el acuerdo de apoyo al Frente Popular, pero una vez expulsado Nin como Consejero de Justicia, pasó a pedir la aniquilación de la República (y esto no en tiempos parlamentarios pacíficos sino en medio de la lucha anti-fascista). A partir de que Nin deja de ser Consejero, la República pasa de ser el embrión soviético y revolucionario a convertirse en una República burguesa equiparable al fascismo del otro lado de la barricada. Así operaban los dirigentes del POUM en sus análisis y ésta es la versión que defienden sus admiradores actualmente.

    ¿De verdad un simple cambio institucional puede tener la repercusión histórica que le han querido dar los defensores de la "Revolución" del 36 por anatemizar los defensores de la opción de ganar primero la "Guerra"?. ¿No se trataba de acabar con el fascismo en los dos casos?. Para los poumistas y sus defensores posteriores resulta que la cosa no iba bien así. De esta manera ha pasado a categoría de hecho de trascendencia histórica (la destitución de Nin como Consejero) algo que sólo esconde un tacticismo institucional que después ha pasado a ser embellecido con una retórica izquierdistas del todo justificatoria. Para ello ha sido necesaria la connivencia entre el mundo universitario (Pelai Pagés y otros) con la esfera institucional (Parlamento de Cataluña, Diputación de Barcelona, sindicatos mayoritarios, partidos políticos...). Demasiada ayuda para una verdad supuestamente evidente, ¿verdad?

    La propaganda anti-republicana del POUM continuaría hasta Mayo del 37 (por cierto si tan controlada estaba la Cataluña republicana por los "estalos", ¿por qué el POUM no fue ilegalizado hasta después del golpe del 37?. ¿Cómo es que "La Batalla" podía salir regularmente a la calle hasta esa fecha?. Más inquietante aún como es que el mismo Mayo del 37 se atribuye a los "estalos" cuando la orden de asalto la dio Artemio Aiguader de ERC y Consejero de Seguridad Interior?. Misterios del mito Nin-POUM...

    Como Consejero de Justicia de la Generalitat Republicana, supo adaptarse a los nuevos tiempos y una vez pasado el "veranillo" anarquista (dos meses y pico les duró el control del poder a los anarquistas, a través del Comité de Milicias Antifascistas) ayudó a las autoridades de la Generalidad a restablecer el orden republicano. (¿Cómo? ¿Pero no era el PSUC aquel que traicionó la Revolución?).

    Pues sí, allí estaba nuestro intrépido hombre, acompañando a Josep Tarradellas en Lleida un 30 de septiembre de 1936 para acabar con el "vacío de poder" que eran los organismos revolucionarios de las Juntas Locales del Comité de Milicias, controladas por pobres militantes de base de la CNT y el POUM que no habían entendido que lo de la revolución era cosa de "dirigentes" como ellos, sobre todo de Nin: teórico, militante y revolucionario ejemplar.

    Ahí está como Consejero de Justicia decretando la legalización de los Tribunales Populares, pero una vez expulsado del Govern, apoyando la actuación de las Patrullas de Control hasta que éstas se les "escaparon de las manos" en Fatarella.

    En fin, un muestrario de incongruencias con el único referente a seguir en el "candelero" político del momento al coste que fuera, de un personaje que francamente no habría pasado a la posteridad de la manera que lo hizo si no hubiera sido encumbrado de la manera que lo ha sido por objetivos del todo espurios. ¡Pero si incluso se le ha querido hacer pasar por teórico del nacionalismo cuando sólo hizo que vulgarizar las tesis expuestas sobre el tema por Lenin y Stalin!.

    En fin, que hace gracia ver cómo los antes enemigos históricos y hasta hace dos días políticos (no son los del PCC y el PSUCviu de EUiA que formó parte del tripartito, ¿no son socios de ICV que tuvo como Consejero de Interior Saura?) ahora se unen para rendir homenaje a la "insigne" figura del "revolucionario" Andreu Nin. ¡Cualquier combinación es buena mientras lleve agua al molino del anti-comunismo!.

    Sólo nos queda implorar mirando al cielo ¡Ay Stalin!. ¿Por qué siempre te llevaste los más chapuceros? ¿No podrías haberte cargado a Joan Comorera, a Antoni Sesé o a mí mismo? Quizás de esta manera ahora tendríamos nombres en plazas, calles, institutos públicos y bibliotecas, nos editarían libros y más libros, nos harían loas y alabanzas continuas... ¿Quién sabe si incluso una Cruz de San Jorge con carácter póstumo?. ¿O no?


    Última edición por pedrocasca el Mar Ago 13, 2013 10:50 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por pedrocasca Mar Ago 13, 2013 10:36 pm

    Hay algunos temas en el Foro relacionados con Andreu Nin y el POUM. En ambos casos se localizan con el uso del buen Buscador del Foro o con el conocido Google. Especialmente interesante me parece el tema titulado:

    "Sobre el anticomunismo de izquierdas, el “estalinismo”, el POUM y el Movimiento Comunista" - texto de Albert Escusa

    http://www.forocomunista.com/t21680-sobre-el-anticomunismo-de-izquierdas-el-estalinismo-el-poum-y-el-movimiento-comunista-texto-de-albert-escusa
    ?

    Hay, además, un tema sobre el POUM que tiene 30 páginas de comentarios:

    POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) - Opinad

    http://www.forocomunista.com/t303-poum-partido-obrero-de-unificacion-marxista-opinad?

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    Mensaje por pedrocasca Mar Ago 13, 2013 10:48 pm

    En el blog argentino Bandera roja (curiosamente de sesgo trotskista) se publicó hace por lo menos tres o cuatro años el siguiente texto, sin indicación de autoría ni fecha alguna. También se ha publicado en el foro de rebeldemule en el tema Influencia de Stalin en la Guerra Civil Española:

    ¿Quién tiene miedo a la historia?

    Aprovechando el 70 aniversario del golpe de Estado de Barcelona, la burguesía fascista y sus corifeos han vuelto a la carga para repetirnos otra vez una historia de la guerra civil que parece condensarse en mayo de 1937, el POUM y la ejecución de Andrés Nin. Parece que la guerra civil no fue más que ese momento o que ese momento fue lo más importante de la guerra civil. Tenemos POUM, Nin y mayo de 1937 para rato: todo el rato que la burguesía logre retener sus medios de engaño y manipulación.

    Desde un principio es fácil observar que, así expuestos, los hechos aparecen distorsionados, con una dimensión de la que carecen. El POUM es un partido con más libros que militantes; es insólito que una organización de esas características acapare tanta atención. Además, a juzgar también por el número de libros que se han difundido, Nin es el muerto más importante de la guerra civil; debió ser un personaje de mucho relieve durante la República porque algunos le rinden un culto que ya lo quisiera Buda para sí. Lo de Nin fue un magnicidio. Inflando los hechos de esa manera es como si el crimen fuera aún más horroroso: no sólo los pérfidos stalinistas mataron a un opositor político, sino que este opositor político era algo así como un lenin hispánico, un revolucionario de gran valía, un teórico, etc. Al aumentar el tamaño de la víctima aumentan el tamaño del crimen.

    Pero eso no les parece suficiente. Para hacer más horrendo el crimen la muerte no basta: hay que decir que fue torturado antes de matarlo. Pero si el cadáver no ha aparecido, ¿cómo saben que fue torturado? Lo saben porque un renegado como Jesús Hernández así lo dijo en sus desmemorias, a pesar de que no fue testigo de ello. De ese modo presenta los hechos la intoxicación disfrazada de historia objetiva e imparcial.

    A diferencia de la historia, la propaganda lo que tiene que movilizar no es la razón (en el doble sentido de esta palabra) sino la emoción porque la tortura se digiere peor que el asesinato, sobre todo en un contexto como la guerra en el que cada día mueren millares de personas. La narración de unas inexistentes torturas no es ningún descuido sino algo bien meditado por los expertos imperialistas en intoxicación. La tortura de Nin es el punto a partir del cual ya todo es de color negro. Por tanto, es también el punto en el cual un lector cuidadoso de los textos identifica a un mercenario que escribe al dictado.

    La diarrea intelectual

    La diarrea del intelecto es una marca comercial patentada por los trotskistas: no paran de escribir porque es la mejor manera de que luego se escriba sobre ellos, generando así un volumen de letras que no tiene nada que ver con la realidad. El caso de su maestro imprimió su sello a toda la pocilga: Trotski no sólo escribió su autobiografía, lo que ya es insólito dentro de la historia del movimiento obrero, sino que además escribió la de su adversario, Stalin. Así no dejaba ningún cabo suelto.

    En un modo de producción que hace mucho tiempo tiene establecida la división entre trabajo manual y trabajo intelectual, la sobredosis de trabajo intelectual expone la penuria de trabajo manual. Quien tanto escribe no tiene callos, ni roña en la uñas. Esa perversa escisión provoca que unos sean el motor de la historia mientras los otros van por detrás escribiéndola a su manera. Los que cayeron en las trincheras heroicamente, haciendo, no pudieron escribir, no nos llegan sus voces, pero los que escriben (porque tienen tiempo para ello) es seguro que no hacen y no hacen porque no están; escriben sobre lo que se imaginan, sobre lo que les dicen. Los historiadores son intelectuales, normalmente burgueses que, por tanto, valoran a los de su misma clase y condición. Por ejemplo, ven con buenos ojos a escritores como Maurín, Nin, Gorkin, Victor Alba, Ignacio Iglesias, Juan Andrade, es decir, a toda la canalla trotskista, a los que califican como brillantes, mientras que los revolucionarios son grises, mediocres y burócratas. Realmente repulsivo.

    A Maurín, en una época como la republicana, donde las masas lucieron con orgullo por la calle su mono azul de trabajo, le gustaba presentarse con su traje a medida y que le trataran de usted. Por su profesión de maestro, quizá estaba acostumbrado a pasearse por la palestra 30 centímetros por encima de sus alumnos, enseñar al dictado y que todos se levantaran de sus pupitres cuando él entraba en el aula. Quizá siempre pensó que las masas obreras eran como escolares suyos. No vestía boina sino sombrero canotier de señorito porque él no se consideraba el camarada de ningún ser inferior, de nadie que no fuera capaz de competir con su amplia cultura académica. Maurín no era maestro: era El Maestro en el sentido feudal de la palabra y así le llamaban sus colegas de partido. Él era brillante, o por lo menos eso pensaba de sí mismo. Por eso su biógrafa Anabel Bonsón Aventín le califica como el más aristocrático de todos los líderes obreros, porque a los obreros, como a todo rebaño, siempre les gustó ser dirigidos por la aristocracia. La historia le trató injustamente. Maurín no pudo llegar a ser el jefe del PCE, que es lo que se merecía; sólo pudo llegar a serlo en el POUM, una versión menor, entre otras razones porque le redujo a un ámbito político provinciano. Su sueño estaba en Madrid.

    Juan Andrade es otro buen ejemplo de gacetillero trotskista de aquel momento. El elenco de libros que ha escrito no se podría contar con los dedos, por no hablar de sus artículos, que suman centenares. Pero si aparte de sus escritos alguien tiene la curiosidad de interesarse por saber si hizo algo más, se encontraría con dudas. ¿Hizo algo más (aparte de escribir)? Hay un detalle en su vida que lo dice todo. En 1936, cuando los fascistas se aprestaban a tomar Madrid al asalto, cuando ahí se jugaba el destino del proletariado mundial, cuando Durruti lo entendió claramente y se trasladó desde Barcelona con los suyos, Juan Andrade hizo el trayecto contrario: se largó de Madrid a Barcelona con el rabo entre las piernas. Lo suyo era escribir, no combatir.

    Los extraños compañeros de cama

    Es también sencillo comprobar que si en mayo de 1937 se produjo una complicidad entre trotskistas y anarquistas (éstos de manera parcial), por un lado, y fascistas por el otro, actualmente esa complicidad prosigue y lo mismo que dicen trotskistas y anarquistas (esta vez volcados todos ellos en cuerpo y alma) siguen diciendo los fascistas hoy. El ejemplo más claro ha sido el último libro de Zavala (subdirector de la revista Capital) sobre el tema, mencionado elogiosamente por César Vidal, Jiménez Losantos, La Razón, la COPE y demás consortes. Nadie debería dejar de leerlo para vacunarse para siempre contra el tifus revolucionario; es como el Libro Negro del Comunismo pero en versión española, sin subtítulos.

    La historia tiene muy poco recorrido, la propaganda no acaba nunca; ambos son términos inversamente proporcionales: donde hay mucha propaganda hay poca (o ninguna) historia. La intoxicación lo que demuestra es el miedo a la historia: si algo de lo que cuentan tuviera una mínima sombra de verosimilitud, no sería necesario tanto aparato; los hechos resplandecerían con su propia luz.

    Sobre el golpe de Barcelona de 1937 nosotros ya publicamos en líneas generales cómo sucedieron los hechos, aunque dejamos de lado las biografías personales de algunos de los participantes, que también tienen cierto interés histórico. Sobre el poumista Gorkin ya expusimos su posterior vinculación con las campañas sicológicas de la CIA durante la guerra fría. Que esa deriva no era algo personal sino muy característico del trotskismo lo demuestra que otros poumistas también se pusieron al servicio del imperialismo en su época más negra y siniestra. Es el caso de Víctor Alba o Ignacio Iglesias. La propaganda del imperialismo y la del trotskismo no eran dos cosas diferentes sino que formaban parte de lo mismo. En España la Editorial Janés formaba parte de ese tinglado, y no es ninguna casualidad que le diera trabajo a Maurín en 1946 cuando salió de la cárcel. Las campañas de intoxicación de esa editorial llegan hasta nuestros días.

    Venimos llamando la atención sobre el hecho de que en la guerra civil, como caso obvio de quintacolumnismo, se organizaron tres traiciones y los tres personajes claves relacionados con ellas fueron puestos en libertad al finalizar la guerra casi al mismo tiempo sin resultar fusilados por los fascistas. Nos referimos a Ajuriaguerra (PNV), Maurín (POUM) y Mera (CNT). Ni siquiera cumplieron largas condenas de cárcel a pesar de que no eran unos personajes anónimos sino bien conocidos; no eran miembros de línea sino altos dirigentes, y en el caso de Mera, además, coronel del Ejército. En unas fechas donde aún se fusilaba en masa a los antifascistas de base, el hecho de que tres dirigentes reconocidos fueran indultados y salieran en libertad, tiene un extraordinario significado: el fascismo no fusilaba de manera indiscriminada sino que apuntaba muy bien y sabía recompensar los servicios prestados.

    Maurín: una biografía truncada

    También lo hemos expuesto alguna vez: si el POUM y los poumistas, a diferencia del PCE, que era reformista y burgués, fueron los revolucionarios de verdad, los auténticos, no nos vale que su biografía se acabe tristemente en 1939. Justamente entonces es cuando debió comenzar. Nosotros estaríamos dispuestos a reconocer con mucho gusto que el POUM y los anarquistas tenían razón cuando se alzaron contra la República burguesa, pero entonces se hubieran debido alzar aún con más ímpetu contra el fascismo a partir de 1939, que es justamente cuando desaparecieron del escenario de la historia.

    Pero ¿por qué desaparecen? Es evidente: ya habían cumplido con su función, la de combatir a la República burguesa en nombre de la revolución. Pero cuidado: para ellos no se trataba de impulsar la revolución sino de hundir a la República en nombre de la revolución. Son dos cosas distintas. En sus bocas la revolución es sólo una coartada para conseguir lo otro.
    Pasemos a las biografías. Nosotros ya hemos expuesto en otro artículo el paralelismo entre Maurín y su cuñado Souvarin, otro personaje con una turbia biografía, que se inicia en París en los años veinte y circula por Nueva York durante la II Guerra Mundial. Existe un aspecto clave tanto en la biografía personal de Maurín como en la historia del BOC y del POUM que los historiadores académicos no saben explotar: Maurín es el Cambó del Frente Popular y sus instrumentos políticos BOC-POUM son uno de los largos brazos sobre los que se sostiene la burguesía catalana. Ese es el secreto de su separatismo y de su iberismo. Lo denunciaron en su momento los anarquistas, lo denunció Trotski y lo denunció el PCE que le expulsó -entre otras razones- por nacionalista, un calificativo que también le lanzó Nin. Cuando algún historiador serio se detenga a analizar este fenómeno encontrará muchas de las claves políticas de Catalunya en aquella época, entre ellas el golpe de Estado de mayo de 1937.

    Maurín nació en 1896 y murió en Nueva York en 1973; vivió, pues, 77 años y su biografía política se inicia a los 17 años cuando funda el periódico El Talión. Son 60 años de madurez de los cuales sólo 20 atraen el interés de los historiadores; el resto no interesa para nada. La conclusión es simple: no es posible comprender la biografía de una persona contando sólo con un tercio de su vida, como si el resto hubiera sido un zombi. La lucha de Maurín se acaba en 1946 cuando los fascistas le gratifican con un indulto y le dejan en libertad. Si era tan revolucionario como dicen que había sido antes, ¿qué sucedió entre 1946 y 1973? ¿dónde está la lucha de Maurín? En plena guerra fría, Nueva York, donde vivió Maurín, no era precisamente el centro de la revolución mundial (sino todo lo contrario). Por ejemplo, los historiadores no nos cuentan detalles interesantes de aquel periodo como los siguientes:

    — en 1959 Maurín se declaró enemigo a la revolución cubana
    — dos años después Estados Unidos le recompensa otorgándole la nacionalidad yanqui.

    Si la historia no se cuenta entera no es historia. La de Maurín es toda una metáfora de un momento histórico. No es su biografía: todo el POUM se acaba en 1939 y eso, que no puede extrañar de los trotskistas porque ya habían cumplido el papel que los fascistas les tenían asignado, sí extraña en cierto modo en el caso de los anarquistas que, a partir de entonces, dejaron de ser lo que habían sido. La mayor parte de ellos lo achacan al franquismo, a la represión, etc., pero si meditaran un poco acerca de ello obtendrían conclusiones muy interesantes, sobre todo para ellos mismos.

    Con un pie en el estribo

    Nin era muy diferente de Maurín: vacilante y sinuoso como un camaleón sin personalidad política de ninguna clase, siempre en busca de su propio acomodo intelectual, siempre con un pie en el estribo. El BOC de Maurín le acusó de ser un político voluble (1) y García Oliver dice de él que no fue un tránsfuga sino un fugitivo (2) porque, en una carrera breve pero trepidante, había recorrido casi todas las organizaciones políticas de izquierda existentes en Catalunya en el primer tercio del siglo XX.

    Empezó en el nacionalismo burgués, luego se pasó al PSOE, luego a la CNT anarquista, luego al PCE stalinista, luego creó la OCE trotskista, luego tampoco estuvo a gusto a las órdenes de Trotski, las desobedeció y su minúscula organización se fusionó con el BOC para crear el POUM (que no se sabe lo que era, si chicha o limoná).

    No hubo más recorrido porque había agotado todas las posibilidades del espectro político catalán. Posiblemente, como buen individualista, Nin sólo se encontraba a gusto consigo mismo, pero viajando de posada en posada, haciendo entrismo en todas y cada una de las habitaciones de aquel hotel de la política.

    Su travestismo no fue sólo ideológico sino un estilo de hacer política. Por eso, aunque disimulen, en voz baja Nin no gusta a nadie. Utilizan su memoria para combatir al comunismo, que es lo que les interesa, y nada más. Lo único que les une a todos ellos es esa lucha común y ante nosotros aparecen como si formaran un frente. Por eso vemos a los anarquistas publicar libros trotskistas, tan alejados de sus postulados. Ni unos ni otros tienen principios; no se guían por ese tipo de cosas tan dogmáticas. Los anarquistas no soportan a Nin porque éste llevó a la CNT a la Internacional Sindical Roja, según ellos violando los acuerdos confederales. Pero a Nin ni siquiera le soportan los propios trotskistas; los del BOC con los que se fusionó siempre desconfiaron de él y cuando Maurín fue detenido no le dieron el cargo de secretario general del POUM: cambiaron el cargo de nombre. Sus colegas siempre dijeron que Nin había aceptado entrar de consejero de la Generalitat sin consultarles antes, es decir, que hizo con ellos lo mismo que antes había hecho con los anarquistas, es decir, que también entonces actuaba por su cuenta, sin contar más que consigo mismo.

    Pocos días después de que el POUM firmara el pacto del Frente Popular, Trotski difundió un comunicado titulado La traición del Partido Obrero de Unificación Marxista. Los historiadores de pacotilla deberán tener en cuenta, por tanto, que nosotros los comunistas no somos los únicos que acusamos a Nin de traición; es más, lo que preguntamos es qué organización no le acusó en algún momento de traición. Nosotros seguimos diciendo bien alto lo que todos gritaron siempre: traición y Nin significan lo mismo.

    Lo que sucede es que de traición sólo pueden hablar quienes tienen principios, no los pragmáticos, ni los tránsfugas, ni los entristas. Es lógico que se enfaden cuando se les llama traidores porque para ellos la traición es lo normal, la práctica habitual, la esencia misma de su forma de entender la lucha política. Su microclima son las facciones, tendencias, corrientes, escisiones, subdivisiones y demás métodos de pesca submarina. Nin firmó (dos veces) el pacto del Frente Popular y se levantó contra el Frente Popular; Nin fue consejero del gobierno de la República y se levantó contra la República. Los acuerdos y los juramentos están para incumplirlos: así actúan los que carecen de principios.

    Nin se levantó contra la República porque ésta era burguesa y reaccionaria, pero unas semanas antes, cuando era consejero de la Generalitat, no debía ser tan burguesa ni tan reaccionaria. ¿Había dejado de ser lo que era? Nin y los suyos, como buenos camaleones, jugaban a todas las barajas. Que nadie busque aquí ni una pizca de eso que algunos valoran tanto en la lucha política y que se llama coherencia.

    Nin en el PSOE

    Nin es un caso único en la historia: en 1913 ingresó en el PSOE pero no por ello abandonó las filas del nacionalismo burgués: siguió en su cargo de redactor de El Poble Català. Con la mano derecha escribía en ese periódico para la burguesía y con la izquierda escribía para los obreros en La Justicia Social. Lo suyo era eso, escribir, no importa qué ni para quién. Por la mañana era autonomista e incluso federalista; por la tarde era el clásico jacobino centralista del PSOE.

    En las filas del PSOE Nin vivió dos acontecimientos históricos de aquel siglo. El primero fue la I Guerra Mundial que, sin género de dudas, puso a prueba el carácter internacionalista del movimiento obrero. Como es bien sabido, la posición de la dirección del PSOE entonces se mostró partidaria del imperialismo aliado anglo-francés y Nin (lo mismo que Maurín) expresamente estuvo de acuerdo con el alineamiento oficial de su Partido. Ambos eran patrioteros; nada que ver con Lenin y los bolcheviques, ni con los internacionalistas.

    Nin también vivió en el PSOE la Revolución socialista de 1917. Como también es bien sabido, a causa de ello las Juventudes Socialistas, a las que Nin pertenecía, se separaron para formar el Partido Comunista e incluso había una fuerte corriente tercerista dentro del propio PSOE. No fue ese el camino de Nin, que se pasó entonces... a la CNT.

    Por tanto, a pesar de todo lo que digan sus secuaces, Nin era totalmente ajeno al bolchevismo y al internacionalismo.

    Luego, desde la CNT, Nin tuvo una segunda oportunidad de demostrar su oposición a la Revolución de Octubre cuando en 1919 la CNT se planteó el ingreso en la III Internacional. Nin asistió en Madrid al Congreso de la CNT del Teatro de la Comedia donde, al contrario que la mayoría anarquista, que mostró sus simpatías por la revolución bolchevique, él no sólo no la defendió sino que expresó su acuerdo con Quintanilla, que es quien más se había opuesto a ella.

    Con un poco de retraso

    Nin llegó tarde a todas las citas, cuando sobre el mantel no había más que desperdicios. Al llegar a Moscú a finales de 1921 tenía el carnet de la CNT en el bolsillo; lo tiró a la papelera; se hizo stalinista, y decimos stalinista porque al poco de llegar él, en 1923, comienzan las intrigas de Trotski, pero Nin tampoco se presentó a tiempo a esa cita. Durante toda la batalla contra los trotskistas, Nin es stalinista. Por tanto:

    miente Bullejos en sus desmemorias cuando dice: Desde los comienzos de la crisis interior del Partido soviético sus simpatías [las de Nin] estaban al lado de Trotski (3).

    miente el historiador Joan Estruch cuando asegura que al ser designado Bullejos como Secretario General del PCE en 1925, Nin (mucho más capacitado que Bullejos) fue excluido del cargo a causa de sus relaciones con la Oposición trotskista (4).

    miente la historiadora Anabel Bonsón Aventín cuando nos asegura que desde 1921 (¡nada más llegar a Moscú!), antes de aprender a hablar el ruso, Nin ya estaba próximo a Trotski (¿eran vecinos?) y, por tanto, ya estaba perseguido por Stalin (le persiguió por Moscú pero no le encontró hasta varios años más tarde).

    miente también Victor Serge en sus desmemorias...

    La respuesta es bien simple y lo reconoció con claridad el propio Nin en abril de 1925: estaba contra Trotski (5).

    La batalla contra el trotskismo acabó en noviembre de 1927. Cuando la oposición trotskista ya había sido depurada de sus cargos, cuando Trotski ya estaba desterrado en Alma Ata, Nin seguía en la dirección de la Internacional Sindical Roja, participó en su IV Congreso (marzo de 1928) y luego en el VI Congreso de la Internacional Comunista (julio-septiembre de 1928).

    Su nueva vuelta de tuerca, como todas las demás, tardó algunos años. Nin se convirtió al trotskismo cuando el trotskismo ya había sido derrotado. En 1930 ya le vemos en los flamantes tinglados internacionales de su jefe Trotski que en España utilizaban las siglas OCE, es decir, Oposición Comunista de España. ¿Por cuánto tiempo? No mucho. Hacia 1932 Nin ya estaba en contra del entrismo en el PCE que preconizaba Trotski. Pero tampoco está con Maurín y su BOC recién formado. Mejor dicho, está y no está; está pero rompe. Está en tierra de nadie o está consigo mismo. Crea un tinglado llamado Izquierda Comunista para deshacerlo y volver en 1935 al punto de partida: ICE de Nin más BOC de Maurín igual a POUM.

    Por eso preguntamos: ¿qué era Nin?, también preguntamos: ¿quién era Nin?, y también: ¿por qué interesa tanto Nin?, y finalmente ¿a quién le interesa tanto Nin?.

    Notas:

    (1) La Batalla, 17 de setiembre de 1931.
    (2) El eco de los pasos, Ruedo Ibérico, Barcelona, 1978, pg.432.
    (3) La Comintern en España. Recuerdos de mi vida, México, 1972, pg.60.
    (4) Historia del PCE. 1920-1939, El Viejo Topo, Barcelona, 1978, tomo I, pg.50.
    (5) «Chacun a sa place!», en La Correspondence International, núm. 48, 6 de mayo de 1925; la carta está traducida en Francesc Bonamusa: El Bloc Obrer i Camperol, Curial, Barcelona, 1974, pgs.353-354.

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