La evolución de los acontecimientos en torno al ataque contra Siria está siguiendo las líneas de desarrollo que establecimos en mensajes anteriores: No es el “imperialismo otánico” –ese conglomerado que “izquierdistas” eurocentristas tratan de vender como la realización del ultraimperialismo kautskiano– sino el imperialismo norteamericano el que establece los objetivos, los planes, los métodos, la distribución de fuerzas y las recompensas en la campaña de agresión depredadora y de rapiña contra Siria (así como antes lo fue contra Libia, contra Irak, Afganistán…). Los imperialismos europeos sólo sirven de comparsa en las aventuras belicistas de los capitales monopolistas norteamericanos, cuyos intereses son los que inspiran las acciones de rapiña del imperialismo norteamericano. El imperialismo inglés es el socio menor que desde fines de la Segunda Guerra Mundial, debilitado por la guerra y despojado de la mayor parte de sus mercados por su propio aliado, trata de obtener ganancias como resultado de secundar y poner sus intereses en función de los intereses del imperialismo norteamericano. De esta forma han configurado el imperialismo anglo-norteamericano que tiene la hegemonía mundial, subordinando a los otros imperialismos y países dependientes tras su política depredadora. La sociedad anglo-norteamericana no es sólo una alianza entre dos gobiernos en cuestiones de política exterior; esta alianza es el resultado de los intereses cruzados entre los capitales monopolistas de ambos países (por ejemplo, en el sector de energía, donde tienen participaciones conjuntas en empresas, contratos y proyectos de explotación).
Por su parte, el actual gobierno “socialista” de Francia ha expresado su vivo interés de ver la concreción y desarrollo de un eje compuesto por Estados Unidos, Inglaterra y Francia, con miras a asegurar su posición y presencia en las regiones donde tiene intereses, especialmente África, donde sigue a Estados Unidos en la lista de países con predominancia en la economía de muchos países de ese continente. Esta es la clave de su entusiasta apoyo a Estados Unidos en este caso y su disposición a participar en el ataque. La floja solidaridad de los imperialismos “otánicos” en su ocupación de Mali, país donde tiene presencia hegemónica, ha llevado al imperialismo francés a apostar por un bloque anglo-norteamericano-francés, con las obligaciones e implicancias que esto conlleva, sin las ataduras de la OTAN y de la ONU. Lejos está la época en que el imperialismo francés era visto como un imperialismo que se resistía a ser arrastrado por los intereses del capital monopolista norteamericano. La invasión a Mali puso en evidencia (como lo hace el actual caso de Siria) que los intereses de los países imperialistas de la OTAN son variados y que cada uno tiene sus propias prioridades.
El ataque a Siria ha demorado, debido, entre otras cosas, a que estas diferencias se han acentuado y a que la opinión pública no está dispuesta a apoyar una agresión gratuita. Y fue precisamente el socio más cercano del imperialismo norteamericano el que dio la señal: El parlamento británico rechazó participar en el ataque a Siria. Lo notable de este resultado es que el gobierno británico sin estar obligado a solicitar autorización del parlamento (debido que tiene prerrogativa para tomar decisiones sobre la guerra y la paz), lo hizo, anticipando la opinión pública contraria a esa aventura. Luego de la votación que rechazó participar en el ataque, el líder de la oposición (el primer ministro en la sombra) preguntó a Cameron si haría uso de la prerrogativa que tiene, siendo negativa la respuesta del primer ministro. Podría decirse que hasta los imperialismos, con todo lo agresivos y depredadores que son, a veces tienen que guardar las formas; y esto depende del grado de avance de las luchas de clase obrera internacional, de los pueblos y naciones oprimidas, de los movimientos democráticos y pacifistas, etc., así como de las contradicciones interimperialistas.
No hay duda que el imperialismo norteamericano puede atacar Siria aún sin la participación activa de los países europeos, de quienes ha obtenido su “apoyo”, palmaditas en la espalda pero sin compromisos concretos (Alemania, por ejemplo). No es que necesite con urgencia de ellos, como tampoco necesita de ninguna autorización de la ONU. Pero siempre es bueno contar con argumentos que disfracen su carácter rapaz. Las fuerzas de ataque están dispuestas desde hace varios días, esperando la orden. Los blancos (algunos estiman 50) están definidos, para un bombardeo de dos días. Lo que cabe destacar son los alcances y los límites de ese ataque. Analistas de los principales diarios burgueses del mundo consideran que una ocupación de Siria le traería problemas al imperialismo norteamericano. La repercusión en los países cercanos sería inmediata, generaría un movimiento de resistencia dentro y fuera de Siria, que mantendría a las fuerzas imperialistas en constante asedio. Los rusos son conscientes de eso. La Rusia imperialista necesita tiempo para restablecer bajo su liderazgo la esfera de influencia que una vez fue de la Unión Soviética brezhnevista, y ayuda mucho que Estados Unidos esté enredado en conflictos. Los norteamericanos también saben que asumirían un gran peso en caso de ocupar Siria; esa es una de las razones por la que han prometido a su Congreso que el ataque se limitaría a bombardeos aéreos y navales sobre objetivos militares preestablecidos, sin pisar territorio sirio (“no boots on the ground”, dijo Kerry). No le interesa derrocar a Al-Assad, porque esto traería inestabilidad a la región, perjudicando el suministro de petróleo y otras materias primas. En realidad la posición norteamericana es de debilidad y no de fortaleza
Otro hecho singular es la posición de Israel. Esta vez no se ha sumado a la campaña imperialista norteamericana. La política israelí en este caso es de cautela. Las intervenciones anteriores en otros países, no produjeron los resultados de estabilidad en la región; por el contrario, empeoraron la situación. Además, en su frontera con Siria, Israel no ha tenido problemas, y como dice un analista, no se ha disparado un solo tiro en casi treinta años. Es comprensible, la actitud israelí en este caso, y, aunque a algunos les parezca increíble, no parece desear el derrocamiento de Al- Assad (en este caso, “más vale malo conocido que bueno por conocer”). Además, mantiene buenas comunicaciones con Rusia, el socio de varios de sus enemigos; Rusia a su vez tiene en cuenta la necesidad de escuchar a Israel.
La posición marxista-leninista es de repudio a la agresión imperialista norteamericana a Siria. Alguien preguntó por qué no se apoyó a Siria desde antes. Los marxista-leninistas apoyan a la clase obrera y a las masas populares en su lucha por la revolución democrática popular; están por el avance en su organización, la elevación de su conciencia política y la movilización política independiente por sus reivindicaciones antiimperialistas y antifeudales. El gobierno de Al-Assad es el representante de la gran burguesía y de los terratenientes en Siria, es el enemigo de la clase obrera siria –la clase más avanzada– y del pueblo sirio. En los conflictos entre las fuerzas del Estado sirio y los “rebeldes”, mercenarios y demás movimientos reaccionarios, en esos conflictos el proletariado y el pueblo sirios no tienen que tomar partido, porque ninguno de esos bandos representa sus intereses, los intereses de una genuina revolución democrática popular. La clase obrera y el pueblo sirios deben seguir su camino independiente y producir las organizaciones políticas que la representen, la organicen y dirijan: un partido proletario verdaderamente comunista y un frente único popular democrático, antiimperialista y antifeudal, que trabajen por la formación de su fuerza armada revolucionaria y la creación de órganos de poder popular.
Algunos “izquierdistas” de raigambre brezhnevista consideran que el Estado sirio es socialista, y por supuesto que uno de los factores (aparte de las "reformas") para otorgarle esa calificación es la existencia de dos partidos “comunistas” revisionistas de filiación brezhnevista y que desde la década de 1970 forman parte del “frente patriótico” que dirige el Estado sirio. Este “frente patriótico” es el medio por el cual la gran burguesía y los terratenientes, especialmente la familia Al-Assad, dirigen los destinos de ese país. En ese frente cohabitan diversas organizaciones, y todas ellas (incluidos esos partidos “comunistas” revisionistas) están subordinadas a la dirección del partido “socialista” Baaz de Al-Assad, según las leyes sirias. Para esos encallecidos oportunistas, que son parte de la estructura del Estado reaccionario de Siria, no existe dirección ni hegemonía proletaria de ninguna revolución que nunca van a hacer, y, al igual que en otras épocas y en otros experimentos “socialistas”, siempre están a la cola de la burguesía, como es costumbre en los partidos de esa filiación. Otro factor que hace supuestamente defendible a Siria, bajo cualquier circunstancia, es que no está bajo la esfera de influencia del “superimperialismo” “otánico”, porque la Rusia imperialista ha ocupado el lugar de la Unión Soviética brezhnevista, en cuanto imperialismo “amigo” del Estado sirio. Ante los ojos de estos “izquierdistas” de raigambre brezhnevista, esos son factores que determinan que se deba apoyar y defender al Estado sirio y su liderazgo, bajo cualquier circunstancia. Esta posición no es ninguna novedad, es la misma posición que mantuvieron los partidos seudo-comunistas bajo la influencia revisionista soviética. No sorprende que el “revolucionarismo” de este sector siempre tenga como piedra de toque no la lucha por la dictadura del proletariado sino el favorecimiento de la presencia del “aliado natural” (con la URSS revisionista) o del “imperialismo bueno, desarrollista” (la Rusia de hoy). Para Lenin ese tipo de política tenía un nombre…
La posición marxista-leninista es otra: defiende y apoya a Siria ante el ataque del imperialismo norteamericano, y llama a la clase obrera y al pueblo sirio a que se preparen, organicen y movilicen para hacer frente a esta agresión y la posible ocupación del territorio por fuerzas imperialistas. Y en ese sentido, exige que el Estado sirio distribuya armas al pueblo para que participe en la resistencia contra el agresor y se organice un frente único amplio que dirija la lucha contra la ocupación, en el que estén representadas todas las fuerzas antiimperialistas, a las que se debe conceder la libertad de expresarse, organizarse y movilizarse, y a las que se proporcionen los recursos materiales para su actividad de resistencia. Los partidos seudo-comunistas que comparten el poder con Al-Assad, es lo mínimo que deberían exigir si es que en verdad toman en serio su “comunismo” y están a favor de una guerra de resistencia contra el imperialismo. Mientras tanto ¿qué deben hacer los marxistas fuera de Siria? Realizar actividades de repudio a la agresión imperialista y rechazar la adhesión, respaldo o neutralidad de “su” burguesía en relación con el ataque imperialista contra Siria, afirmando el derecho de las naciones a decidir su propio destino, el derecho a su soberanía e independencia estatal. Particularmente, luchar contra la dictadura burguesa en su propio país. El apoyo a Siria (es decir, incluyendo al gobierno de Al-Assad) es condicional, responde a una realidad concreta, a la inminencia del ataque imperialista y a la eventual ocupación militar, lo que significa la subordinación temporal de la lucha de clase contra la dictadura gran burguesa-terrateniente para hacer frente a la agresión militar norteamericana. Esta posición no tiene nada que ver con apoyar a falsos socialismos y a imperialismos “buenos” y “desarrollistas”, sino al rechazo de cualquier injerencia agresiva imperialista en los asuntos internos del país. La clase obrera y el pueblo sirio, por su cuenta, tarde o temprano, resolverán los problemas fundamentales de la sociedad siria, de forma revolucionaria, es decir, derrocando al actual régimen explotador. Esa es su misión en la actual etapa de su lucha; decir otra cosa es renunciar a la lucha revolucionaria y a la tradición marxista-leninista.
En las últimas horas Rusia –actuando como mediador y con la anuencia del gobierno sirio– ha presentado una salida “pacífica” al problema: un plan para que Siria entregue sus reservas de armas químicas (que el gobierno sirio ha reconocido tener, según la declaración del ministro de relaciones exteriores aceptando el plan ruso). De aceptarse este plan –como parece ser el caso– "todos ganan": Siria no es atacada ni ocupada, Al-Assad mantiene su gobierno, Rusia aumenta su prestigio ante sus socios-clientes en Medio Oriente y Asia Central, la ONU saldrá reforzada como organismo a través del cual se deben resolver los problemas internacionales, etc… pero sobre todo ganará Estados Unidos.
Hace mucho que Estados Unidos no se encontraba en una posición tan vulnerable en medio de tanta demostración de determinación y de fuerza arrolladora. No se ha visto a una “administración” norteamericana más errática en cuestiones de política internacional en muchas décadas; el tibio apoyo de sus aliados estaba haciendo dudar al gobierno norteamericano de la conveniencia del ataque a Siria; por su parte la opinión pública internacional y la de su propio país no contribuyen a una agresión contra viento y marea; aparte de que no son alentadores los posibles escenarios posteriores al ataque; etc. Fue el propio Secretario de Estado Kerry, viajando por distintos países tratando de convencer a sus aliados para que se mostraran favorables al ataque de manera más militante, el que planteó la posibilidad de que Siria pueda evitar el ataque rindiendo sus arsenales de armas químicas. Rusia tomó la iniciativa y hoy tiene la anuencia del gobierno sirio y la predisposición de todos. Es muy probable que se apruebe, aunque los medios y procedimientos para verificar que Siria entregue todas sus reservas no sean claras y tal vez no se cumplan a cabalidad. Pero eso no importa, así Estados Unidos salvará la cara, aparecerá como respetuoso de los acuerdos de la ONU, manifestará su buena voluntad para resolver las cosas pacíficamente, y tendrá la “autoridad moral” para atacar Siria más adelante y en mejores condiciones. Lo que debemos sacar en claro es que este es un momento de debilidad del imperialismo norteamericano y también de los europeos, corresponde a las fuerzas revolucionarias avanzar en la organización y movilización de las masas populares, y corresponde a los marxista-leninistas ponerse a la cabeza de las luchas contra las burguesías de su propio país y contra las tentativas de agresión de cualquier imperialismo en cualquier lugar del mundo.