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    La República Popular Socialista de Albania: Estado de dictadura del proletariado; Zija Xholi, 1984

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    Mensaje por Enver19 Sáb Mayo 19, 2018 2:39 am

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    «El 29 de noviembre del año en curso se cumplen 40 años del día de la liberación de la patria de los ocupantes nazi fascistas y de la instauración del poder popular, la mas esplendida victoria obtenida por nuestro pueblo en su historia secular. A lo largo de estos 40 años nuestro país ha avanzado resueltamente por el camino de la construcción del socialismo. Aquella industria escasísima, y casi inexistente ha sido sustituida por una industria compleja, de extracción y de transformación, pesada y ligera; aquella agricultura atrasada, apoyada en la pequeña propiedad privada, se ha transformado en una agricultura avanzada y desarrollada de manera multifacética, apoyada en la gran propiedad socialista; la ignorancia en que estaba sumida la mayoría de la población, dejo su lugar a la instrucción, a la cultura, a la ciencia, hoy dominio de la juventud y de las amplias masas trabajadoras y un poderoso factor de progreso y desarrollo.

    El pueblo trabajador, liberado de una vez y para siempre de la opresión y la explotación, es dueño de su presente y de su porvenir. Nuestra República Popular Socialista ha conocido este incontenible desarrollo merced a sus sólidos cimientos, a la sangre derramada por miles de mártires y a los sacrificios de todo un pueblo. Está dirigida por un Partido fiel hasta el fin a los intereses del pueblo, guiado por la victoriosa ciencia del marxismo-leninismo, apoyado en un poder y una nueva organización estatal, la dictadura del proletariado.

    Entre los factores que conforman el vigor y la fuerza invencible de nuestra República ocupa un lugar de primordial importancia la dictadura del proletariado. La existencia y el constante fortalecimiento de la dictadura del proletariado son vitales para el presente y el futuro de nuestro régimen económico y social, por eso en la ley fundamental, en la Constitución de la República Popular Socialista de Albania se afirma en primer término de modo claro y tajante que:

    «La República Popular Socialista de Albania es un Estado de dictadura del proletariado que expresa y defiende los intereses de todos los trabajadores». (Constitución de la República Popular Socialista de Albania, 1976)

    El Partido y su dirigente, el camarada Enver Hoxha, desde el día en que lanzaron el histórico llamamiento a la lucha por la libertad y la encabezaron, enseñaron al pueblo que la libertad sólo podría ser conquistada y garantizada, que los sueños de progreso y justicia social, sólo podrían ser logrados si se acababa con los ocupantes fascistas y con las clases reaccionarias y su poder, edificando sobre sus escombros el nuevo poder verdaderamente democrático y popular. En el programa del Partido y en su actividad revolucionaria práctica la liquidación del ocupante fascista y de las clases reaccionarias y la creación e instauración de un nuevo poder democrático y popular, no eran dos tareas separadas sino condicionas la una a la otra y estrechamente entrelazadas. La historia de la Lucha de Liberación Nacional de nuestro pueblo atestigua claramente que a medida que crecía y se desarrollaba la lucha de liberación, crecía y se consolidaba el nuevo poder, producto de esta lucha y al mismo tiempo apoyo de la misma. Desde el primer momento de la conquista de la histórica victoria de la liberación de Albania, ya estaban en pie y funcionando los principales órganos, en el centro y en la base, del nuevo poder, que pronto se transformaría en una verdadera dictadura del proletariado.

    El Partido del Trabajo de Albania, como partido revolucionario marxista leninista, no podía considerar cumplida su obra sólo con la liberación del país. Miraba mucho más lejos: hacia el socialismo y el comunismo. Apenas creadas las condiciones, el Partido impartió inmediatamente la orientación de la transformación socialista de la sociedad. Condición decisiva para el éxito de esta orientación era el hecho de que a la cabeza del Estado se hallaba el proletariado y que en el país se había instaurado y funcionaba su propia dictadura. La dictadura del proletariado se convirtió en una potente arma, bajo la dirección del Partido, para sentar la industria, la agricultura y toda la economía sobre nuevas bases socialistas, para neutralizar las vacilaciones de las capas de la pequeña burguesía de la ciudad y del campo y encauzarlas por el camino del socialismo, para acabar con la resistencia y las tentativas hostiles de las clases reaccionarias derrocadas, fuertemente apoyadas por la reacción externa imperialista-revisionista. En el curso de la realización de todas estas grandes, difíciles y complejas tareas, creció y se fortaleció la dictadura del proletariado, se convirtió en un arma, querida por las masas y temida por los enemigos.

    Al instaurar y organizar la dictadura del proletariado en nuestro país, el Partido tenía en cuenta las experiencias históricas de la Comuna de París y la de la Revolución Socialista de Octubre, dirigida por Lenin y Stalin. Se inspiraba y se guiaba por una teoría, la ciencia marxista-leninista, por las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin.

    Respetando y valorando la experiencia revolucionaria mundial, fiel a las enseñanzas del marxismo-leninismo, nuestro Partido no las copió letra por letra, sino que la aplicó de forma creadora, conforme a las condiciones históricas concretas de nuestro país y teniendo presente la experiencia negativa de la degeneración revisionista de la Unión Soviética y de los demás países de ex democracia popular. Nuestro Partido y el camarada Enver Hoxha en el transcurso de estos 40 años, de un congreso a otro, de una obra a otra, han defendido, han enriquecido y desarrollado la teoría y la práctica de la dictadura del proletariado. Las enseñanzas y las generalizaciones de nuestro Partido y del camarada Enver Hoxha son tan numerosas y tan importantes que constituyen una valiosa contribución a la doctrina marxista-leninista sobre la dictadura del proletariado.

    El Partido y el camarada Enver Hoxha han defendido y desarrollado aún más el concepto marxista-leninista sobre la organización y el funcionamiento de la dictadura del proletariado como todo un sistema complejo, donde el Partido juega y debe jugar el papel dirigente. Respecto a esta cuestión recalcan que:

    «En primer lugar, la fuerza y el éxito de todo el sistema de dictadura del proletariado, de todos los órganos del poder y de las organizaciones de masas, radican en la dirección única e inseparable del Partido marxista-leninista». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

    Que:

    «Si se permite que se debilite o se deja a un lado este papel, la revolución y el socialismo corren grandes riesgos y les esperan graves derrotas». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

    En segundo lugar, que:

    «El papel dirigente del Partido en el sistema de dictadura del proletariado no es una tarea momentánea, sino una tarea permanente durante todo el período de la completa construcción de la sociedad socialista, hasta el comunismo». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

    Que:

    «Cuanto más avanza y se profundiza la revolución, tanto más ha de ser reforzado y perfeccionado el papel dirigente del Partido en cada esfera de la vida y de la actividad estatal y social». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

    Las tareas relacionadas con el ulterior fortalecimiento de la dictadura del proletariado pasan por la comprensión y la aplicación completa y exacta de estas enseñanzas y principios tal como recomendó el VIIIº Congreso del PTA de 1981, pasan porque los órganos y las organizaciones del Partido aseguren una dirección concreta y cualificada en los órganos del poder y en las organizaciones de masas, eleven su atención y su labor en ellos y al mismo tiempo trabajen y luchen para que crezca el papel y la responsabilidad de los órganos del poder y de las organizaciones de masas, para que se desarrolle la iniciativa, para reforzarlos política y organizativamente y capacitarlos a fin de que realicen lo mejor posible sus deberes.

    La burguesía y sus ideólogos especulan enormemente sobre el papel dirigente del Partido en nuestra sociedad, presentándolo como «violación de la democracia». El hecho de que en los países capitalistas actúen distintos partidos es para ellos una muestra de «verdadera democracia». Esta tesis burguesa la hacen suya los revisionistas modernos, que han integrado en sus programas y en la propaganda cotidiana el pluralismo político. Lo falso de esta pretensión ya fue demostrado científicamente por Lenin en su tiempo. Lo prueban además tanto la experiencia del país socialista como la de los países capitalistas. El hecho de que en los países capitalistas existan numerosos partidos ni ha cambiado ni podía cambiar en absoluto la naturaleza del régimen burgués, ni ha traído ni podía traer la verdadera democracia, la democracia para el pueblo. El régimen capitalista es un régimen antidemocrático acorde con la defensa y la salvaguardia de los privilegios de una minoría explotadora en detrimento de las amplias masas trabajadoras. El papel dirigente del Partido en nuestro país socialista garantiza la ampliación y la consolidación de la verdadera democracia, la democracia popular socialista.

    La democracia socialista en nuestro país se manifiesta en múltiples terrenos y en primer lugar en el hecho de que la clase obrera y las masas trabajadoras son las dueñas del país, participan directamente en todos los asuntos del Estado, en el gobierno del país. Sólo pueden gozar realmente de este gran derecho democrático bajo la dirección del Partido, que profundiza y amplía la participación de las masas en la gestión del país, materializándola en la práctica.

    La invencible fuerza de nuestro régimen socialista, la garantía de la democracia socialista radican en la dirección del Partido, en la aplicación de su línea y su política.

    La dictadura del proletariado al ser por su propia esencia la dirección del Estado y del conjunto de la sociedad por la clase obrera presupone no sólo el papel dirigente del Partido en tanto que destacamento más resuelto, más organizado y consciente de la clase obrera, sino además la participación directa de las masas y su responsabilidad frente a todos los fenómenos que se producen en el Estado y en la sociedad, lo que constituye el principal contenido de la democracia socialista y el principal rumbo de su desarrollo. A fin de ampliar y realizar prácticamente este contenido principal de la democracia socialista, el Partido ha llevado a cabo una vasta actividad creadora que ha dado grandes resultados. De año en año las amplias masas trabajadoras se han hecho conscientes de que son ellas mismas los dueños del país y al mismo tiempo se han educado y capacitado para ejercer prácticamente este gran derecho suyo. La participación de los trabajadores, con su pensamiento y acción, en los asuntos del Estado y del gobierno del país, sigue siendo, también en nuestros días, la principal tarea para la ampliación y el reforzamiento de la democracia socialista. Sigue siendo la principal tarea, además, en la lucha y en los esfuerzos desplegados para la materialización de los planes económicos.

    La construcción socialista de nuestro país prueba a diario que el entusiasmo, la disciplina, la cualificación masiva, el tener en cuenta las opiniones de las masas, el control de las masas, son capaces de hacer milagros. En la educación revolucionaria de las masas, en su participación en el gobierno del país, en la aplicación de las orientaciones y las enseñanzas del Partido relacionadas con estas cuestiones radica asimismo la fuerza de la dictadura del proletariado, la fuerza invencible de nuestro régimen socialista, la condición decisiva para aplicar en la práctica la democracia socialista.

    La dictadura del proletariado y la democracia socialista se ven amenazados desde dentro por dos peligrosos enemigos: el burocratismo y el liberalismo. Como ha demostrado la experiencia negativa de la Unión Soviética y de los países ex socialistas, el burocratismo y el liberalismo no sólo impiden la plasmación de la línea de masas en el ejercicio del poder y del gobierno del país, sino que además son en sí mismos semilla de degeneración y del peligro de restauración del capitalismo.

    Nuestro Partido siempre ha tenido presentes los peligros del burocratismo y del liberalismo y ha adoptado una serie de medidas ideológicas, políticas y económicas para combatirlos y salirles al paso. Nuestro Partido ha dedicado y dedica una gran importancia, al respecto, al establecimiento de relaciones lo más justas posible entre los cuadros y las masas, entre los funcionarios y los trabajadores, relaciones en las que el lugar central, de dirección lo tienen las masas, la clase obrera y los trabajadores, mientras los cuadros, los funcionarios del Estado están a su servicio, deben trabajar y actuar siempre en interés suyo. En unos momentos en que en el mundo capitalista-revisionista predomina el concepto y la práctica de que los funcionarios y los que están en el poder hacen la ley y son todopoderosos, en el país socialista predomina el concepto contrario, según el cual, son las masas las que hacen la ley, ellas son los omnipotentes y deben poner bajo su control directo y cotidiano a los cuadros y funcionarios del Estado. La clase obrera y las masas trabajadoras ejercen su control sobre los cuadros y los funcionarios por diversos medios. Ejercen su control por medio de la elección de los diputados a la Asamblea Popular y de los órganos locales de poder. El papel decisivo de las masas no termina con la elección de los diputados, sino que prosigue después. Durante todo el período del ejercicio de sus funciones los diputados están bajo el control de las masas, que tienen el derecho a revocar a aquellos representantes que no justifiquen la confianza depositada en ellos. No sólo los diputados, sino todos los cuadros y funcionarios de cualquier rango están en nuestro país bajo el control diario de las masas.

    Una de las formas del control directo y permanente de las masas sobre los cuadros y los funcionarios del estado, expresión de la democracia socialista en acción, es el ilimitado derecho que tienen los trabajadores de dirigir a los órganos máximos del Partido y del Estado quejas y observaciones sobre cualquiera que piensen y constaten que ha violado sus derechos y no actúa conforme a las leyes y a las normas que rigen nuestra sociedad socialista.

    Además, para realizar en la práctica la participación de las masas en la gestión del país, para revolucionar aún más a los cuadros, para establecer relaciones los más correctas posible entre las masas y los cuadros, el Partido ha descubierto y ha puesto en práctica una serie de iniciativas y de formas como el control de las masas desde abajo y en primer lugar, el control obrero-campesino, la rendición de cuentas de los cuadros ante las masas, la participación de los cuadros durante un período determinado en el trabajo productivo junto a los obreros y campesinos, la reducción de las diferencias entre los sueldos, reduciendo los sueldos altos y elevando los bajos, etc.

    Tal como han señalado los clásicos del marxismo-leninismo y como ha probado y prueba cada día la experiencia de nuestro país, la construcción socialista no es un proceso espontáneo y tranquilo. Al contrario, se realiza por medio de una dura lucha de clases que tiene que ver tanto con la educación comunista de las amplias masas trabajadoras, como con aplastar la resistencia de los enemigos de clase, viejos y nuevos y con el hacer frente al peligro exterior que proviene de los fines agresivos del imperialismo y del socialimperialismo.

    «Hemos logrado vencer diversas presiones hostiles y superar las numerosas dificultades con las que hemos chocado en nuestro camino porque hemos desarrollado de manera ininterrumpida, consecuente y ateniéndose a los principios, la lucha de clases en todos los terrenos, contra la actividad hostil y contra las manifestaciones extrañas a nuestra ideología, tanto en la vida social, en las filas del Partido, como en la conciencia de cada cual». (Enver Hoxha. «Informes y Discursos 1974-1975» ed. en albanés, Págs. 33-34)

    El arma poderosa que asegura el éxito en esta dura lucha de clases y que conduce adelante la revolución socialista hasta la completa y definitiva victoria, el comunismo, ha sido y sigue siendo la dictadura del proletariado.

    Nuestro Partido jamás ha olvidado en ningún momento este importante aspecto de la dictadura del proletariado. Ha sabido descubrir correctamente los diversos aspectos y frentes de la lucha de clases, comprender debidamente los tipos de contradicciones que actúan en nuestra sociedad y conforme a ello encontrar las vías y utilizar los medios más adecuados para darles solución. De este modo las manifestaciones extrañas en la sociedad, en la conciencia de determinados individuos o en las filas del Partido, a pesar de hallarse en antagonismo con la concepción del mundo marxista-leninista y con la moral comunista, son contradicciones no antagónicas, porque se manifiestan en las filas de los trabajadores, entre gentes que ideológica, política y económicamente están ligadas a los intereses de la patria y del socialismo. Esto condiciona la correspondiente vía para su solución que es la de la crítica y la autocrítica, la de la educación y la reeducación revolucionarias.

    A la par de las manifestaciones extrañas, en la sociedad socialista se producen acciones hostiles, cuyo objetivo es el debilitamiento del socialismo y el socavamiento de éste, efectuadas por los enemigos de clase o por determinados elementos degenerados. Aquí nos hallamos ante contradicciones antagónicas, ante acciones contrarias e irreconciliables con los elevados intereses de la Patria y del socialismo. Esto condiciona la adecuada vía para su solución, que es la de la vigilancia y la violencia revolucionarias, la de las medidas represivas y de la aniquilación de todas las tentativas de tales enemigos. La dictadura del proletariado ha sido y continúa siendo un arma insustituible y un poderoso medio de la clase obrera y de las masas trabajadoras en esta encarnizada lucha de clases. Por eso también en nuestros días, cuando prosigue la lucha de clases como una de las principales fuerzas motrices de nuestra sociedad, cuando no han cesado los intentos hostiles de los enemigos de clase y de los elementos degenerados, cuando existe el riesgo de degeneración revisionista y de agresión imperialista-revisionista, es preciso mantener en alto la vigilancia revolucionaria del pueblo e incrementar la capacidad defensiva y la disposición de todos los órganos y organismos relacionados con la lucha contra los enemigos, los malhechores y los saboteadores, así como con la defensa de la patria socialista, en una palabra, es preciso consolidar ininterrumpidamente la dictadura del proletariado. No fue casual que Marx hiciera hincapié en que la dictadura de clase del proletariado es una fase indispensable para pasar a la eliminación de las diferencias de clase en general, que se prolongará hasta el comunismo.

    La dictadura del proletariado es el instrumento básico en manos de la clase obrera para la construcción de la nueva vida socialista. Por eso los marxista-leninistas y los auténticos revolucionarios defienden la teoría y la práctica de la dictadura del proletariado, mientras los oportunistas y los renegados del socialismo la niegan y la tergiversan. Nuestro Partido y el camarada Enver Hoxha en su lucha por la construcción con éxito del socialismo en Albania y en defensa del marxismo-leninismo han golpeado y han desenmascarado de manera multilateral a los diversos revisionistas modernos que niegan y tergiversan la teoría y la práctica marxista-leninista de la dictadura del proletariado en su conjunto o en sus aspectos particulares. En los congresos del Partido y en las numerosas obras del camarada Enver Hoxha se ha puesto al descubierto la esencia antimarxista y liquidadora de las teorizaciones de los revisionistas de toda laya que niegan el papel dirigente del Partido en el sistema de dictadura del proletariado, que abren una brecha entre la dictadura y la democracia, considerando la dictadura del proletariado como supuesta negación de la democracia, que separan el concepto de dictadura del proletariado del concepto Estado y que pretenden que la dominación de la clase obrera no adquiera forma Estatal o que la dictadura del proletariado se sustituya por el «Estado de todo el pueblo».

    Además de la Unión Soviética revisionista y de los países ex socialistas de Europa, hay en el mundo otros países que pretenden ser socialistas, hay gobiernos dirigidos por socialistas, pero no obstante, las masas trabajadoras de tales países no ven por ninguna parte el socialismo, la sociedad sin opresión ni explotación. La razón es que para llegar al socialismo no basta sólo con ponerle esa etiqueta, sino que se requieren importantes condiciones sociales: la revolución socialista, el poder de la clase obrera dirigida por su partido marxista-leninista revolucionario, la organización de un nuevo poder, la dictadura del proletariado, tal como han argumentado científicamente los clásicos del marxismo leninismo y como lo prueba actualmente la práctica y el florecimiento de estos 40 años de la República Popular Socialista de Albania». (Zija Xholi; La RPS de Albania: Estado de dictadura del proletariado, 1984)


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