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¿Es un iluso o es posible esa transformación futura del PCE al ml?
Javier Parra
El pasado 22 de septiembre, en el último día de la Fiesta del PCE, llegó a mis manos un panfleto de un grupo autodenominado “marxista-leninista” que aprovechó el contexto de la fiesta de los comunistas españoles para repartir propaganda en la que después de una serie de citas de Marx, Engels, Lenin y Mao, intercaladas de extractos de documentos del PCE, declaraciones de Cayo Lara y párrafos de Mundo Obrero, se concluye que el Partido Comunista de España es, ni más ni menos, que un “partido burgués”, y se hace un llamado a encuadrarse en un “Partido de Nuevo Tipo”.
No es extraño encontrarse cada año en la Fiesta grupos que hacen de la pureza ideológica su bandera, y para quienes todo aquel no se cuadre ante sus postulados es revisionista, traidor… y ahora hasta burgués. Todos estos grupos se caracterizan – desde hace décadas – por tener como referente negativo al PCE, al que sin embargo necesitan para su propia existencia como el aire que respiran. Leí el panfleto y acto seguido lo rompí, lo que desató las iras de los miembros del grupo autor del texto, que me acusaron – en un texto posterior – de adoptar una actitud infantil y anti-dialéctica. Sirva este texto para reafirmarme en el gesto, apropiado ante la falta de respeto de dicho grupo al acudir a la casa de los comunistas a insultarnos y acusarnos de estar en la trinchera del enemigo, al igual que otros intentaron reventar el mitin del sábado por la noche.
La verdad es que es fácil y cómodo ser un guardián de la pureza desde la cibermilitancia y la lectura de los clásicos jaleado por un reducido de camaradas igualmente puros, escondidos tras unas siglas o unos seudónimos, y dando lecciones de lo que es o no es ser leninista, y después de pasar por numerosas escisiones provocadas entre puros y otros más puros aún, capaces de dar mejores lecciones que ellos, incluso hasta el punto de ser capaces de recitar a Lenin sin respirar, aunque sin entender nada.
Lo complicado, sin embargo, es trabajar día a día en la vida real, trabajando y organizando a aquellos que sufren y son explotados pero que no han leído en su vida a Lenin, ni lo harán. Es complicado y duro trabajar en foros donde no nos aplauden por nuestra pureza, y donde la única manera de hacer llegar un mensaje es trabajando duro y de manera desinteresada, siendo leal a los compañeros, no traicionarlos ni insultarlos nunca, y tratando de organizar a las clase obrera, incluidos los trabajadores de derechas en batallas cotidianas, aumentando poco a poco su nivel de conciencia y conocimiento sobre el sistema injusto que los asfixia, los explota y los devora; todo ello sin mencionar una cita de Lenin o de Marx.
Es complicado también crear una agrupación del Partido allí donde no existe y conseguir organizar a tu lado a cientos de personas (no necesariamente marxistas-leninistas). Es complicado reconstruir una juventud comunista en España – como lo ha hecho del País Valenciano (JCPV) – y a quien nadie es capaz de dar lecciones de leninismo, de organización ni de formación marxista, y por supuesto nadie es capaz de dar lecciones de como trabajar duro y desinteresada y pacientemente, ayudando a reconstruir el Partido que otros en su tiempo destrozaron.
Es duro estar en minoría, perder votaciones, y seguir avanzando siendo leal a una siglas, a una historia y a una ideología, sin sucumbir al desaliento y la huida. Es duro cambiar y reconstruir una organización de miles de militantes comunistas, donde no todo el mundo piensa de la misma manera, pero donde la mayoría trabaja cada día para reconstruir el gran Partido Comunista que una vez fue el PCE, y que algún día volverá a ser leninista (y no sólo nominalmente).
La mayoría de los militantes del PCE no son marxistas-leninistas, es cierto, pero es una realidad irrefutable que la mayoría de los marxistas-leninistas españoles están encuadrados en el PCE, trabajando codo con codo con otros camaradas que no lo son, y probablemente nunca lo sean, pero avanzando inexorablemente a la Reconstrucción del Partido Comunista de España, el Partido de los comunistas españoles, y donde acabarán muchos de quienes hoy jalean a los “purísimos” que nos acusan de burgueses cuando comprendan que encuadrarse en el PCE, trabajar con el pueblo, formar cuadros, no desfallecer y dar lo mejor de sí mismos sin esperar aplausos, y debatir incluso en las condiciones más duras, es la única vía para recuperar el gran Partido Comunista que nunca debió dejar de tener España.
Un Partido Comunista no se levanta desde la cibermilitancia ni desde el sectarismo, se levanta arremangándose, trabajando en los frentes de masas, hablándole a las clases populares en el lenguaje del pueblo, predicando con el ejemplo, ayudándoles en las cosas cotidianas, ayudando a que no les desahucien, a que no les roben, a que no les machaquen, mostrándoles la realidad sin recitarles libros y citas. Un Partido Comunista no se reconstruye desde las atalayas de la suficiencia y la infalibilidad, y por supuesto no se reconstruye acudiendo a la casa de los comunistas a insultarnos; se reconstruye trabajando.
¿Es un iluso o es posible esa transformación futura del PCE al ml?
Javier Parra
El pasado 22 de septiembre, en el último día de la Fiesta del PCE, llegó a mis manos un panfleto de un grupo autodenominado “marxista-leninista” que aprovechó el contexto de la fiesta de los comunistas españoles para repartir propaganda en la que después de una serie de citas de Marx, Engels, Lenin y Mao, intercaladas de extractos de documentos del PCE, declaraciones de Cayo Lara y párrafos de Mundo Obrero, se concluye que el Partido Comunista de España es, ni más ni menos, que un “partido burgués”, y se hace un llamado a encuadrarse en un “Partido de Nuevo Tipo”.
No es extraño encontrarse cada año en la Fiesta grupos que hacen de la pureza ideológica su bandera, y para quienes todo aquel no se cuadre ante sus postulados es revisionista, traidor… y ahora hasta burgués. Todos estos grupos se caracterizan – desde hace décadas – por tener como referente negativo al PCE, al que sin embargo necesitan para su propia existencia como el aire que respiran. Leí el panfleto y acto seguido lo rompí, lo que desató las iras de los miembros del grupo autor del texto, que me acusaron – en un texto posterior – de adoptar una actitud infantil y anti-dialéctica. Sirva este texto para reafirmarme en el gesto, apropiado ante la falta de respeto de dicho grupo al acudir a la casa de los comunistas a insultarnos y acusarnos de estar en la trinchera del enemigo, al igual que otros intentaron reventar el mitin del sábado por la noche.
La verdad es que es fácil y cómodo ser un guardián de la pureza desde la cibermilitancia y la lectura de los clásicos jaleado por un reducido de camaradas igualmente puros, escondidos tras unas siglas o unos seudónimos, y dando lecciones de lo que es o no es ser leninista, y después de pasar por numerosas escisiones provocadas entre puros y otros más puros aún, capaces de dar mejores lecciones que ellos, incluso hasta el punto de ser capaces de recitar a Lenin sin respirar, aunque sin entender nada.
Lo complicado, sin embargo, es trabajar día a día en la vida real, trabajando y organizando a aquellos que sufren y son explotados pero que no han leído en su vida a Lenin, ni lo harán. Es complicado y duro trabajar en foros donde no nos aplauden por nuestra pureza, y donde la única manera de hacer llegar un mensaje es trabajando duro y de manera desinteresada, siendo leal a los compañeros, no traicionarlos ni insultarlos nunca, y tratando de organizar a las clase obrera, incluidos los trabajadores de derechas en batallas cotidianas, aumentando poco a poco su nivel de conciencia y conocimiento sobre el sistema injusto que los asfixia, los explota y los devora; todo ello sin mencionar una cita de Lenin o de Marx.
Es complicado también crear una agrupación del Partido allí donde no existe y conseguir organizar a tu lado a cientos de personas (no necesariamente marxistas-leninistas). Es complicado reconstruir una juventud comunista en España – como lo ha hecho del País Valenciano (JCPV) – y a quien nadie es capaz de dar lecciones de leninismo, de organización ni de formación marxista, y por supuesto nadie es capaz de dar lecciones de como trabajar duro y desinteresada y pacientemente, ayudando a reconstruir el Partido que otros en su tiempo destrozaron.
Es duro estar en minoría, perder votaciones, y seguir avanzando siendo leal a una siglas, a una historia y a una ideología, sin sucumbir al desaliento y la huida. Es duro cambiar y reconstruir una organización de miles de militantes comunistas, donde no todo el mundo piensa de la misma manera, pero donde la mayoría trabaja cada día para reconstruir el gran Partido Comunista que una vez fue el PCE, y que algún día volverá a ser leninista (y no sólo nominalmente).
La mayoría de los militantes del PCE no son marxistas-leninistas, es cierto, pero es una realidad irrefutable que la mayoría de los marxistas-leninistas españoles están encuadrados en el PCE, trabajando codo con codo con otros camaradas que no lo son, y probablemente nunca lo sean, pero avanzando inexorablemente a la Reconstrucción del Partido Comunista de España, el Partido de los comunistas españoles, y donde acabarán muchos de quienes hoy jalean a los “purísimos” que nos acusan de burgueses cuando comprendan que encuadrarse en el PCE, trabajar con el pueblo, formar cuadros, no desfallecer y dar lo mejor de sí mismos sin esperar aplausos, y debatir incluso en las condiciones más duras, es la única vía para recuperar el gran Partido Comunista que nunca debió dejar de tener España.
Un Partido Comunista no se levanta desde la cibermilitancia ni desde el sectarismo, se levanta arremangándose, trabajando en los frentes de masas, hablándole a las clases populares en el lenguaje del pueblo, predicando con el ejemplo, ayudándoles en las cosas cotidianas, ayudando a que no les desahucien, a que no les roben, a que no les machaquen, mostrándoles la realidad sin recitarles libros y citas. Un Partido Comunista no se reconstruye desde las atalayas de la suficiencia y la infalibilidad, y por supuesto no se reconstruye acudiendo a la casa de los comunistas a insultarnos; se reconstruye trabajando.