Hoy se cumplen 45 años de este gesto y nos siguen sobrando razones para alzar un puño airado contra tanta miseria. (Manuel Zaragoza)
puños alzados al cielo
Ciudad de México, Estadio Olímpico, octubre de 1968.
La bandera de las barras y las estrallas flamea, triunfante, en el mástil más alto, mientras vibran los acordes del himno de los Estados Unidos.
Suben al podio los campeones olímpico. Y entonces, en el momento culminante, Tommie Smith, medalla de oro, y John Carlos, medalla de bronce, negros los dos, estadounidenses los dos, alzan sus puños cerrados, en guantes negros, contra el cielo de la noche.
El fotógrafo de “Life”, John Dominis, registra el acontecimiento. Esos puños alzados, símbolos del movimiento revolucionario Panteras Negras, denuncian ante el mundo la humillación racial en los Estados Unidos.
Tommie y John son inmediatamente expulsados de la Villa Olímpica. Nunca más podrán participar en ninguna competición deportiva. Los caballos de carreras, los gallos de riña y los atletas humanos no tienen el derecho de ser aguafiestas.
La esposa de Tommie se divorcia. La esposa de John se suicida.
De regreso a su país, nadie da trabajo a esos metelíos, John se las arregla como puede y Tommie, que ha conquistado once récords mundiales, la va coches a cambio de la propina.
Eduardo Galeano
Espejos
http://lamanchaobrera.es/punos-alzados-al-cielo/
puños alzados al cielo
Ciudad de México, Estadio Olímpico, octubre de 1968.
La bandera de las barras y las estrallas flamea, triunfante, en el mástil más alto, mientras vibran los acordes del himno de los Estados Unidos.
Suben al podio los campeones olímpico. Y entonces, en el momento culminante, Tommie Smith, medalla de oro, y John Carlos, medalla de bronce, negros los dos, estadounidenses los dos, alzan sus puños cerrados, en guantes negros, contra el cielo de la noche.
El fotógrafo de “Life”, John Dominis, registra el acontecimiento. Esos puños alzados, símbolos del movimiento revolucionario Panteras Negras, denuncian ante el mundo la humillación racial en los Estados Unidos.
Tommie y John son inmediatamente expulsados de la Villa Olímpica. Nunca más podrán participar en ninguna competición deportiva. Los caballos de carreras, los gallos de riña y los atletas humanos no tienen el derecho de ser aguafiestas.
La esposa de Tommie se divorcia. La esposa de John se suicida.
De regreso a su país, nadie da trabajo a esos metelíos, John se las arregla como puede y Tommie, que ha conquistado once récords mundiales, la va coches a cambio de la propina.
Eduardo Galeano
Espejos
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