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Cada vez son más numerosas y frecuentes las consecuencias de la crisis que sufre la población trabajadora en el Estado Español. No suelen aparecer en los informativos ni en los periódicos porque esa otra “Marca España”, no interesa que se conozca. Algunos ejemplos a modo ilustrativo: en Alcorcón, en el mes de octubre un niño sufrió un desmayo en el instituto debido a la malnutrición. En las mismas condiciones se encontraba su hermano pequeño. Otra mujer se desmaya en Canarias en la calle junto a sus dos hijos pequeños tras varios días sin llevarse nada a la boca. Los servicios sociales del Ayuntamiento de Barcelona contabilizan en los primeros 6 meses de 2013, 703 casos de malnutrición en las escuelas de la ciudad. “Niños que van al colegio sin desayunar, se quedan dormidos en clase. Que no tienen merienda para el recreo. Que viven en familias donde sus padres recurren a bancos de alimentos y a Cáritas…” Relata un profesor de un centro escolar de Cataluña.
Todo esto hace saltar todas las alarmas sociales de algo que día a día se hace más común; familias enteras de trabajadores desempleados por la fuerza, que no pueden acceder a los alimentos más básicos y necesarios para su desarrollo y crecimiento, porque, aunque nos lo quieran ocultar, la malnutrición es consecuencia de los bajos salarios y de la situación de paro que venimos sufriendo los trabajadores especialmente desde el comienzo de la crisis económica.
Estos casos no son más que la punta del iceberg de algo que avanza imparable hacia el empobrecimiento, pero no de toda la sociedad, ni mucho menos, sino de las capas populares, que son las que verdaderamente soportan el empeoramiento de las condiciones laborales y de vida, debido a la concentración de riquezas en manos de los grandes empresarios y banqueros. Éstos, al poseer las fábricas, las máquinas, el dinero, etc…, son los que adquieren, bajo este régimen, el derecho legal de apropiarse en su mayoría del fruto del trabajo de los obreros, dejando cada vez menos a los mismos, empobreciéndonos, y tendiendo a el enriquecimiento de los primeros.
Es una relación inversamente proporcional en toda regla. Los datos recogidos por el banco Credit Suisse a través de un estudio de 2013 reflejan lo siguiente: el 1% de la sociedad posee el 46% de las riquezas, inevitablemente -y matemáticamente- el 99% de la sociedad posee el restante 54%, pero bien distribuido. Evidentemente esto genera la concentración de riqueza en ese 1% y la concentración de pobreza y carencias en el restante 99%.
La iniciativa de la Solidaridad Popular, lanzada desde el Ateneo Popular de Alcorcón, es un importante proyecto que se está desarrollando en nuestra ciudad y que se fundamenta en:
- En la medida de lo posible, cubrir las necesidades básicas para las familias de las capas populares que tienen graves carencias, consecuencia directa del injusto régimen capitalista, como puede ser la alimentación y la ropa -ente otras más-.
- Construirlo con la participación activa de todos/as y para todos/as. Sin la participación de cada uno/a no es posible construirlo, es responsabilidad de todos/as actuar con responsabilidad y solidaridad.
- El empoderamiento de los que formamos parte de las capas bajas de esta ciudad, empezando a tomar las riendas de la sociedad mediante la autogestión de estos bienes materiales creados por nosotros. No permitamos que el lobo cuide a las ovejas.
Desde el Partido del Trabajo Democrático (PTD), aplaudimos y apoyamos la iniciativa creada en el Ateneo Popular de Alcorcón, colaborando en el desarrollo de este proyecto con todos nuestros recursos. Es un importante proyecto de construcción entre aquellos/as que sufrimos o potencialmente podemos sufrir las consecuencias del régimen de los grandes empresarios y banqueros. Por ello, estimamos necesario que todos/as los trabajadores y miembros de las demás capas populares debemos participar activamente en la Solidaridad Popular o crear este tipo de iniciativas donde no existan.
Para que ninguna persona quede desamparada,
¡Construyamos democracia para la mayoría!
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Cada vez son más numerosas y frecuentes las consecuencias de la crisis que sufre la población trabajadora en el Estado Español. No suelen aparecer en los informativos ni en los periódicos porque esa otra “Marca España”, no interesa que se conozca. Algunos ejemplos a modo ilustrativo: en Alcorcón, en el mes de octubre un niño sufrió un desmayo en el instituto debido a la malnutrición. En las mismas condiciones se encontraba su hermano pequeño. Otra mujer se desmaya en Canarias en la calle junto a sus dos hijos pequeños tras varios días sin llevarse nada a la boca. Los servicios sociales del Ayuntamiento de Barcelona contabilizan en los primeros 6 meses de 2013, 703 casos de malnutrición en las escuelas de la ciudad. “Niños que van al colegio sin desayunar, se quedan dormidos en clase. Que no tienen merienda para el recreo. Que viven en familias donde sus padres recurren a bancos de alimentos y a Cáritas…” Relata un profesor de un centro escolar de Cataluña.
Todo esto hace saltar todas las alarmas sociales de algo que día a día se hace más común; familias enteras de trabajadores desempleados por la fuerza, que no pueden acceder a los alimentos más básicos y necesarios para su desarrollo y crecimiento, porque, aunque nos lo quieran ocultar, la malnutrición es consecuencia de los bajos salarios y de la situación de paro que venimos sufriendo los trabajadores especialmente desde el comienzo de la crisis económica.
Estos casos no son más que la punta del iceberg de algo que avanza imparable hacia el empobrecimiento, pero no de toda la sociedad, ni mucho menos, sino de las capas populares, que son las que verdaderamente soportan el empeoramiento de las condiciones laborales y de vida, debido a la concentración de riquezas en manos de los grandes empresarios y banqueros. Éstos, al poseer las fábricas, las máquinas, el dinero, etc…, son los que adquieren, bajo este régimen, el derecho legal de apropiarse en su mayoría del fruto del trabajo de los obreros, dejando cada vez menos a los mismos, empobreciéndonos, y tendiendo a el enriquecimiento de los primeros.
Es una relación inversamente proporcional en toda regla. Los datos recogidos por el banco Credit Suisse a través de un estudio de 2013 reflejan lo siguiente: el 1% de la sociedad posee el 46% de las riquezas, inevitablemente -y matemáticamente- el 99% de la sociedad posee el restante 54%, pero bien distribuido. Evidentemente esto genera la concentración de riqueza en ese 1% y la concentración de pobreza y carencias en el restante 99%.
La iniciativa de la Solidaridad Popular, lanzada desde el Ateneo Popular de Alcorcón, es un importante proyecto que se está desarrollando en nuestra ciudad y que se fundamenta en:
- En la medida de lo posible, cubrir las necesidades básicas para las familias de las capas populares que tienen graves carencias, consecuencia directa del injusto régimen capitalista, como puede ser la alimentación y la ropa -ente otras más-.
- Construirlo con la participación activa de todos/as y para todos/as. Sin la participación de cada uno/a no es posible construirlo, es responsabilidad de todos/as actuar con responsabilidad y solidaridad.
- El empoderamiento de los que formamos parte de las capas bajas de esta ciudad, empezando a tomar las riendas de la sociedad mediante la autogestión de estos bienes materiales creados por nosotros. No permitamos que el lobo cuide a las ovejas.
Desde el Partido del Trabajo Democrático (PTD), aplaudimos y apoyamos la iniciativa creada en el Ateneo Popular de Alcorcón, colaborando en el desarrollo de este proyecto con todos nuestros recursos. Es un importante proyecto de construcción entre aquellos/as que sufrimos o potencialmente podemos sufrir las consecuencias del régimen de los grandes empresarios y banqueros. Por ello, estimamos necesario que todos/as los trabajadores y miembros de las demás capas populares debemos participar activamente en la Solidaridad Popular o crear este tipo de iniciativas donde no existan.
Para que ninguna persona quede desamparada,
¡Construyamos democracia para la mayoría!