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    [PCPE] Resolución del Partido Comunista ante la ley del aborto

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    Mensaje por rubenmunoz Mar Dic 24, 2013 2:46 pm

    Ni ayer ni hoy la maternidad en el Estado Español es una elección libre para la mujer, especialmente para la mujer de clase trabajadora. La maternidad ha sido siempre una imposición, tanto desde la superestructura ideológica como desde las regulaciones establecidas en leyes diversas, y -entre ellas- especialmente la del derecho al aborto; siempre ajustándose a las necesidades concretas de la burguesía en cada momento histórico del desarrollo capitalista. La regulación del aborto, desde el poder burgués, se ha utilizado para incrementar la fuerza de trabajo disponible para ser explotada, como mecanismo de defensa de la propiedad privada y también como dominación ideológica de toda la clase obrera a través del cuerpo de la mujer, como sucede en la actualidad.

    La presentación del anteproyecto denominado “Ley para la protección de la vida del concebido y derechos de las mujeres embarazadas” viene, en primer lugar, a dar una vuelta de tuerca a la utilización del derecho al aborto como mecanismo de disciplinamiento ideológico con el fin de llevar a la clase obrera a posiciones de  alienación reaccionaria, al tiempo que lo convierte en un privilegio de clase. Denominar al anteproyecto “... protección …. derechos de las mujeres embarazadas”, es una  bofetada en pleno rostro de la mujer trabajadora. Despedidas de sus trabajos de miseria -nada más conocer la empresa que se ha quedado embarazada-, perdidos muchos de los derechos laborales de maternidad, crianza, etc., a través de la eliminación de la ultraactividad en los convenios y de la desaparición de la negociación colectiva. Ahí no hay ningún derecho de la mujer embarazada que el capitalismo vaya a defender.

    Si prospera esta nueva ley, única y exclusivamente accederán al derecho al aborto aquellas mujeres que puedan pagar los dictámenes médicos (se requieren hasta dos informes), o quienes puedan viajar al extranjero con ese fin. Lejos, muy lejos, queda ese derecho para la mujer de las capas populares -cada vez más castigada con el desempleo, la precariedad y con crecientes dificultades para acceder a lo más básico. Para esas mujeres, para las que no transijan con la maternidad obligatoria, para las que no acepten sumisamente esa intolerable falta de autonomía sobre sí mismas, sólo les espera el verse abocadas a un aborto inseguro y peligroso, poniendo en grave riesgo su vida y su integridad.

    Esa situación extrema, o intentar superar la carrera de obstáculos que supone la nueva regulación que se pretende aprobar. Y ello siempre que consigan encontrar profesionales de la sanidad que no haga objeción de conciencia, y también permanecer firmes ante todas las presiones para que no aborte, pues tendrán que  acreditar con informes médicos y psiquiátricos que “su salud mental está en riesgo”.

    En segundo lugar, el título del anteproyecto es en sí mismo ofensivo a la inteligencia humana. Y toda una provocación y chulería de clase, al pavonearse y hacer bandera de la defensa de los cigotos y los nasciturus, para condenarles a la explotación y la miseria, una vez hayan nacido. Mientras no son nada toda la protección;  porque se les utiliza para promocionar una moralina esclavizante sustentada en creencias y supersticiones alienantes. Una  vez nacidos, sólo la explotación y la miseria, pues pasan a convertirse en fuerza de trabajo renovada para la acumulación capitalista.

    Pero el cinismo y la mentira  no conocen límites, tampoco para los ministros de la curia, y se  presiona a las mujeres para que tengan, no sólo hijos e hijas que no desean, sino incluso para que den a luz fetos con anomalías o malformaciones, incluso en los casos en que científicamente son no viables. Todo eso con el señuelo de las ayudas a la discapacidad. Ejercicio de cinismo extremo en una situación donde la Ley de Dependencia, y las ayudas a familias con miembros en situación de discapacidad, van desapareciendo paulatinamente; donde el repago se ha impuesto en los centros ocupacionales de dependientes (muchas veces privatizados). Situación ésta que se agravará en el futuro, con el aumento de todo tipo de recortes y privatizaciones, recayendo toda la asistencia social necesaria sobre la mujer trabajadora.

    El aborto no vuelve a ser delito con esta ley, sino que nunca ha estado despenalizado, en un país donde la Iglesia católica impone su ideología misógina y reaccionaria en todos los ámbitos públicos; y que por ser la religión de las clases dominantes es también la religión del Estado. Esa ideología del odio hacia la mujer, alimentada con dinero público por los distintos gobiernos (el concordato con el Vaticano lo renovó el gobierno del PSOE), a través de prebendas, exenciones de impuestos, subvenciones a sus colegios, salarios a sus clérigos, y manteniendo como asignatura en las escuelas lo que no es sino oscurantismo acientífico, ha sido la verdadera causa de que tanto en la ley de supuestos de 1985 como en la de plazos de 2010, lo que quedaba fuera de  aquellos  supuestos o de 14 semanas,  se castigaba y se castiga en el código penal. Por mucho que se denominara la reforma del 2010 como “ley de salud sexual y reproductiva”, la mujer nunca fue considerada dueña de su cuerpo ni ser adulto para decidir por sí misma. El periodo de reflexión, antes de una interrupción voluntaria del embarazo -3 días con las normas  del PSOE y 7 días en la que propone el PP-, y la maternidad obligatoria, han sido las constantes en la configuración del derecho al aborto y un claro exponente de la  injerencia religiosa. La Iglesia católica siempre ha considerado a la mujer como ser inferior (en alguna época llegó a predicar que carecía de alma, y siempre la ha excluido del sacerdocio, violando la misma ley burguesa), siempre ha sido tratada como persona irreflexiva y frívola, necesitada de supervisión en sus decisiones. Sobre todo, y especialmente, en lo relativo a la maternidad. El derecho de la mujer a decidir siempre ha estado mediatizado,  contemporizando con los representantes del patriarcado en la tierra por un lado, y a mayor gloria de la propiedad privada por otro.

    Todas las regulaciones de la materia, hasta hoy, han dejado de lado la salud sexual y reproductiva de la mujer, concebida ésta como un derecho en el ámbito de la sanidad pública y gratuita, con amplias prestaciones de anticonceptivos, centros de planificación familiar y educación sexual,  para  así convertirla en unos lucrativos negocios privados.  Los datos son incuestionables, el 97% de las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE) se prestan en clínicas privadas, nunca se ha contemplado como alternativa accesible el aborto medicamentoso (menos invasivo para las mujeres y más barato), y la atención ginecológica ha ido desapareciendo de las prestaciones del sistema público, o prestándose muy deficientemente. La salud sexual y los derechos reproductivos están concebidos como  un negocio en las sociedades capitalistas, y en estos momentos de crisis estructural, no será la mujer de la clase trabajadora y las capas populares quien tenga facilidad para acceder a ellos; pues sólo quedan al alcance, y como derecho, de quién pueda pagárselos.

    Las propuestas del reformismo para enfrentar la ofensiva patriarcal son de la misma línea que las que hacen sobre la crisis sistémica. Generar confusión entre las trabajadoras, impulsando un pacto entre mujeres. Claman por un patriarcado de rostro humano y llevadero, al igual que piden el regreso de un capitalismo bueno. Sembrando de fantasías lo que debiera ser una contundente respuesta clasista, y generando dependencia ideológica donde debiera establecerse una línea divisoria por razón de clase y no pidiendo una solidaridad y complicidad de género. No, las mujeres trabajadoras y de las capas populares no comparten nada con las mujeres de las clases dominantes por el hecho de tener el mismo sexo. Tampoco en el caso del derecho al aborto, accesible para las mujeres ricas. La unidad de las mujeres no está al margen de ideologías, o de la pertenencia a la clase explotada o de los explotadores. Lo diga el PSOE, lo diga IU, y lo digan las asociaciones feministas del reformismo político y sindical. La única salida para las mujeres explotadas, las mujeres de la clase obrera, es la unidad en torno a un proyecto clasista que integre las reivindicaciones del feminismo de clase. Nunca los derechos afectivos, los derechos sexuales, el derecho al aborto, la autonomía sobre el propio cuerpo tendrán cabida en el capitalismo decadente, que es el único posible hoy. Así como tampoco se derrotará al patriarcado sin vencer al sistema capitalista.

    Por todo ello la lucha de la mujer trabajadora contra la nueva y retrógrada ley del gobierno del PP es la lucha de toda la clase obrera, para derrotar cualquier iniciativa que desarrolle este gobierno de la oligarquía, que no tiene otra finalidad que incrementar las cadenas para mantener la explotación y la opresión de la clase obrera, en este caso usando el cuerpo de la mujer trabajadora y su doble opresión en el sistema capitalista, siguiendo así las peores tradiciones de la alianza entre capital e Iglesia católica en el Estado Español.

    Por el derecho al aborto libre y gratuito
    Por la derrota del patriarcado
    Por el derecho de la mujer trabajadora a decidir sobre su propio cuerpo
    El socialismo-comunismo garantizará los derechos sexuales y reproductivos en libertad
    ¡A luchar y a vencer, hasta arrebatarles todo el poder para la clase obrera!

     

    Diciembre 2.013
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    Mensaje por namregpxp Jue Dic 26, 2013 12:38 am

    Me lo e leído entero y aunque es complicado de entender es muy bueno y representa perfectamente nuestra opinión hacia el aborto.
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    Mensaje por PIELROJA Lun Dic 30, 2013 4:50 pm

    Málaga en la concentración contra la nueva ley del Aborto.

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    Mensaje por PIELROJA Sáb Feb 08, 2014 3:37 pm

    Manifestación de ayer en Málaga contra la nueva ley del aborto.

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    Madrid: Manifestación en contra de la ley del aborto¡ABORTO LIBRE,SEGURO Y GRATUITO! #8FABORTOLIBRE

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    Mensaje por sgc17 Dom Feb 16, 2014 6:10 pm

    Que verguenza... Camaradas esto no lo podemos permitir. No podemos dejar que la iglesia promueva la ignorancia con sus ideas retrógradas. Es inconcebible que a éstas alturas y después del esfuerzo de muchos, tengamos que aguantar una ley tan misógina y reaccionaria. Debemos unirnos para conseguir nuestros objetivos. Aquí os dejo un artículo de Fernando García De Cortázar que leí y que quería que vieseis porque me dió asco:


    “Un culto desorbitado al cuerpo, que en buena parte procede de los excesos de la posmodernidad quiere sacralizar una aberrante autarquía moral, una soberanía absoluta que desdeña los derechos de la criatura no nacida, pero también el carácter de bien social del acto de su gestación y su necesaria continuidad en una existencia mundana . En esta atmósfera amoral se palpan los aspectos más humillantes de nuestra historia reciente, aquellos en los que pudo decidirse qué vida tenía valor, qué existencia era digna de ser vivida”.
    Quizás la única virtud de estos tiempos de cólera sea la de obligarnos a descubrir, bajo los escombros de la indigencia moral y la verborrea relativista de la cultura de las últimas décadas, aquellos valores elementales que nos recuerdan nuestra exigente calidad de seres humanos. Lo que se ha hecho evidente en estos momentos de desorden es el fuste íntimo de una civilización, que no puede ser objeto de trapicheo, ni de arreglos circunstanciales, ni de ajustes de oportunidad. Nuestro error imperdonable sería prescindir de lo que ahora asoma, como esperanza de regeneración, justamente en medio de la peor crisis económica sufrida desde la guerra civil. Esta esperanza es el reencuentro con una vida que solamente puede ser libre si asume la grave responsabilidad de sus actos, si la dotamos de su precisa densidad moral, si preservamos la vigorosa conciencia del respeto a la dignidad humana.
    No debe extrañarnos que la oposición haya aprovechado la reforma legal de la interrupción del embarazo para alancear de nuevo al gobierno sometiéndolo a la consabida liturgia de palabras obesas y gestos inflamados. Con semejante alboroto nuestra pintoresca izquierda convierte el debate parlamentario en un espasmo cerril, zaragatero y triste que aleja a España de la modernidad y la devuelve al temblor de un viejo anticlericalismo con olor a moho. Más preocupante resulta que algunas personas con responsabilidad y proyección públicas hayan cedido al impulso de desautorizar el proyecto no tanto por sus propias convicciones cuanto por la necesidad de llegar a un consenso que, en definitiva, convierte principios esenciales en resoluciones revocables. Un acuerdo político establece la legalidad de una conducta, pero no altera la naturaleza de aquellos valores que la norma puede proteger o vulnerar. Y creer que la ley sustenta unos valores por el mero hecho de responder a una mayoría electoral es quizás el síntoma más desdichado y frecuente del profundo malestar de nuestra cultura.
    Lo cierto es que, como en tantos otros aspectos que pretenden resolverse al modo de un mero trámite administrativo, en España se hace necesario un debate a fondo sobre la cuestión del aborto. Un asunto que atañe tan íntimamente al concepto de la persona, a los límites de la libertad individual y a la preservación de derechos fundamentales no puede regularse por meras conveniencias de coyuntura, sean a favor del gobierno o de la oposición. Y, contra lo que se empeña en señalar una izquierda obsesionada con el catolicismo, no estamos ante una cuestión que afecte exclusivamente a las creencias religiosas de cada ciudadano. Católicos practicantes han señalado su acuerdo con las dos leyes que han regulado la interrupción del embarazo hasta ahora en España. Agnósticos o ateos se declaran en contra de cualquiera de las dos regulaciones por motivos que nada tienen que ver con el reconocimiento de autoridad eclesiástica alguna. Estos comportamientos manifiestan que el aborto no puede resolverse y ni siquiera plantearse como un asunto privado en el que el individuo responde, solo ante su conciencia o, mejor aún, ante sus intereses, de un acto que se refiere exclusivamente al uso en libertad del propio cuerpo.
    Que la izquierda desee hacer del aborto libre uno de sus factores de identificación añade una paradoja más al acervo de extravagancias en que ha convertido su tradición política. Un socialismo empeñado en que el Estado controle todas y cada una de las cuestiones que afectan a la realización comunitaria de la persona, un socialismo dispuesto a imponer sus encajes de ortopedia ministerial en cualquier iniciativa que nazca en la sociedad, sólo parece detener su vocación intervencionista al llegar a un espacio en el que va a decidirse si se desarrolla o se interrumpe una vida. Esta conversión no es el resultado de un excesivo amor a la libertad, sino el producto de una defectuosa valoración de la existencia humana, que además de discrepar de los fundamentos del catolicismo, lo hace de aquellos principios en que se ha desarrollado nuestra cultura. Y esta onerosa quiebra moral es la que debería preocupar a quienes, creyentes o no, tienen que salir ya al paso de la pérdida de referentes éticos sobre la que quiere edificarse una sociedad vacía e irresponsable.
    Lo que se destruye en un aborto no es simple material orgánico, sino una vida que habrá de convertirse en experiencia humana, en existencia en el mundo. Un culto desorbitado al cuerpo, que en buena parte procede de los excesos de la posmodernidad, pero que encuentra antecedentes terribles en el periodo de entreguerras, quiere sacralizar una aberrante autarquía moral, una soberanía absoluta que desdeña los derechos de la criatura no nacida, pero también el carácter de bien social del acto de su gestación y su necesaria continuidad en una existencia mundana. En esta atmósfera amoral se palpan los aspectos más humillantes de nuestra historia reciente, aquellos en los que pudo decidirse qué vida tenía valor, qué existencia era digna de ser vivida. Considerar que algo así corresponde sólo a un asunto de fe, o que nos divide en avanzados o reaccionarios, en progresistas o conservadores expresa el grado de perversión de virtudes sociales al que nos hemos permitido llegar, el barrizal de silencio en el que encallan las palabras originarias de nuestro lenguaje ético.
    En La decisión de Sophie, una de las más conmovedoras novelas sobre el exterminio nazi, su autor trataba de comprender los motivos de un oficial de las SS para hacer que una madre desesperada tuviera que elegir cúal de sus dos hijos había de morir en la cámara de gas. Von Niemand era un católico devoto que había extraviado la fe en la barbarie de sus actos. Para él, la selección de quienes iban a morir era una pura rutina, un expediente del que se ausentaba cualquier consideración religiosa o moral. El Bien había dejado de existir y, por tanto, tampoco existía el Mal. Buscando en mitad de aquella noche un espantoso camino de redención, von Niemand creyó que sólo cometiendo un inmenso pecado restauraría la noción de Dios y la noción del Bien. Sólo en aquel mundo de moral desquiciada, la elección entre la vida y la muerte podía definir un acto de libertad. Pero sobre esta infame falsificación del derecho a decidir pudo reconstruir von Niemand una idea del Bien y del Mal que la rutina del crimen de masas había extinguido.
    Nuestra sociedad se ha redimido de sus culpas asumiendo que nuestros actos son una elección entre lo que es bondadoso y lo que es malvado. Ha recuperado su consistencia cívica sabiendo que la libertad supone tomar una decisión moral, y que la elección no es sólo una cuestión de leyes, sino de conciencia del bien y del mal. Para algunos, puede tratarse de un mundo con Dios o sin él. Para otros, se trata de algo que nada tiene que ver con un precepto religioso, sino con el deseo de alcanzar una edad de la inocencia en la que volvamos a ser personas dignas, seres humanos hechos a imagen y semejanza de una civilización ya milenaria.
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    Mensaje por PIELROJA Dom Feb 16, 2014 7:23 pm

    Bloc comunista a la manifestació d'ahir a Barcelona.

    Pel dret a l'avortament lliure i gratuït.
    Per la derrota del patriarcat.
    Pel dret de la dona treballadora a decidir sobre el seu propi cos.
    El socialisme-comunisme garantirà els drets sexuals i reproductius en llibertat.
    A lluitar i a vèncer, fins a arrabassar-los tot el poder per a la classe obrera! (4 fotos)
    El bloque comunista en la manifestación de ayer en Barcelona.

    Por el derecho al aborto libre.
    Para la derrota del patriarcado.
    El derecho de la libertad de decisión € ™ s decidir sobre sus propio cuerpo. socialismo-comunismo garantía de derechos sexuales y reproductivos.
    A luchar y a ganar, ellos arrebatar todo el poder para la clase obrera!

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