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    El fraude de la homeopatía

    James Randi
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    El fraude de la homeopatía Empty El fraude de la homeopatía

    Mensaje por James Randi Dom Dic 29, 2013 4:50 pm

    Paradójicamente muchos de vosotros habréis caído en la homeopatía, incluso sin saber qué significa esta misma palabra. En este post intentaré dar por sentados los principios que rige la homeopatía, y las medias verdades que utilizan para vender este tipo de fraude. Vayamos al grano:



    ¿Qué es la homeopatía?

    Según la definición de wikipedia "La homeopatía es un tipo de medicina alternativa caracterizada por el empleo de preparados altamente diluidos que pretenden crear los mismos síntomas que sufre el paciente." Es decir, es un tipo de medicamento muy diluido que tiene como objetivo generar unos síntomas, además no posee síntomas secundarios.

    Actualmente existe un ardiente debate entre la comunidad científica y los homeópatas (médicos que apoyan la práctica de la homeopatía) sobre si este tipo de medicamentos funcionan realmente o no.

    Al principio todo parece correcto, incluso para algunas personas parece científico, una palabra que vende mucho. Ahora bien: ¿Hasta qué punto está diluido el medicamento? ¿Por qué la comunidad científica está en contra de este supuesto medicamento? ¿No tiene todo lo bueno y le falta todo lo malo? ¡Es perfecto!

    Destrozando la homeopatía
    Las altas diluciones

    La homeopatía es un medicamento preparado a partir de una sustancia madre (que es la sustancia que sí que tiene efecto sobre nosotros), que se diluye varias veces en agua o alcohol hasta tener una disolución bastante elevada. El nivel de dilución (lo diluida que está la sustancia madre) depende de la cantidad de diluciones que hagamos, y son medidas en "CH". Estas siempre son diluidas en proporciones de 1 en 100 partes.

    Por ejemplo, tenemos en nuestra disposición cianuro, y queremos preparar una disolución de 5 CH, esto es diluir 5 veces en 100 de agua 1 parte de cianuro.
    Así que: Tenemos 1 mol de cianuro, o 26g de cianuro para los no entendidos en química. Esta cantidad la diluimos en 100g de agua, por lo que nos queda una concentración de un 26%. Bien, aquí tenemos una disolución de 1CH, porque hemos diluido 1 vez en 100 partes de agua. Si volvemos a diluir esta cantidad, tenemos un 0,26% del cianuro original, o lo que es lo mismo 2CH. Volvamos a diluir en 100 partes de agua: Obtenemos un 0,0026% del cianuro original mezclado en agua, o 3CH.

    Ahora te preguntarás. ¿Qué problema hay? Para que te hagas una idea de las disoluciones que tenemos:

              -Coge un 1L de algo.
              -Tírala en 20 de piscinas olímpicas.
              -Enhorabuena, tienes una disolución de 6CH.

              -Coge un 1L de algo.
              -Tírala en el océano atlántico.
              -Enhorabuena, tienes una disolución de 12CH.

    Si trabajamos a estas disoluciones ocurre una cosa que destroza por completo la homeopatía: No queda sustancia original, no queda medicamento, solo agua. Con un simple cálculo estequiométrico, podemos llegar a la conclusión de que si diluimos 1 mol de una sustancia hasta los 12CH, no nos queda una sola molécula, solo nos queda agua.

    El problema viene en:

    El fraude de la homeopatía Oscillococcinum

    La homeopatía diluye hasta 30CH, 50CH, 100CH, 200CH, incluso a 1000CH. ¿Sabéis que efecto tienen los medicamos que los diluimos hasta el punto de no quedar una molécula? Ninguno.
    Pero los homeópatas no se rinden fácilmente y por arte de magia surgió la llamada "Memoria del agua", que sirvió para salir de este túnel sin salida al que había llegado la homeopatía y poder seguir con la estafa.


    La memoria del agua

    Nos remontamos al año 1984, en el laboratorio del investigador y doctor Jacques Benveniste. El laboratorio en el que trabaja, en el INSERM (Instituto de Salud e Investigaciones Médicas) francés, había estado estudiando la degranulación basófila: la reacción de ciertos leucocitos sanguíneos a los alérgenos. Un día, Elisabeth Davenas, una de sus mejores técnicas de laboratorio, le informó de que había visto y registrado una reacción en los leucocitos a pesar de que había demasiadas pocas moléculas del alérgeno en la solución. Todo esto debía ser producto de un simple error de cálculo.

    Ella había pensado que la solución de partida estaba más concentrada de lo que estaba en realidad. Al tratar de diluir la solución hasta la concentración habitual, en realidad la había diluido hasta un punto en que quedaban muy pocas de las moléculas antígenas originales.

    -Los resultados que presentas son imposibles -dijo con confusión Benveniste-, ahí no hay moléculas. Has debido estar experimentando con agua, vuelve a repetir el experimento y envíame de nuevo el informe -concluyó-.
    Pero cuando se volvió a repetir el experimento con la misma disolución y obtuvo el mismo resultado, Benveniste se dio cuenta de que Elisabeth, podría haber tropezado con algo que mereciera la pena investigar.

    Durante varias semanas Elisabeth siguió yendo a su despacho con los mismos datos inexplicables, mostrando poderosos efectos biológicos de una solución tan debilitada que no podía tener suficientes antígenos para causarla, y a Jacques se le empezaron a ocurrir explicaciones cada vez más curiosas para poder encajar estos resultados en una teoría biológica reconocible.

    En aquel tiempo Jacques ni siquiera sabía qué era la homeopatía pero al investigador científico que llevaba dentro se le había abierto el apetito. Pidió a Elisabeth que diluyera las soluciones todavía más de modo que no quedara absolutamente nada de la sustancia original. En estos estudios Elisabeth continuó obteniendo resultados consistentes con los anteriores, como si el ingrediente activo siguiera estando allí sin importar lo diluida que estuviera la solución que a estas alturas era casi agua pura.

    Por su formación como especialista en alergias, Jacques usó en estos estudios la prueba de alergias normalizada, cuyo propósito es producir la típica respuesta alérgica en las células humanas. Había aislado los basófilos, un tipo de glóbulo blanco que contiene anticuerpos de IgE en su superficie.

    En estos estudios llevados a cabo a lo largo de cuatro años, entre 1985 y 1989, y esforzadamente registrados en los libros de laboratorio por Elisabeth Davenas, el equipo de Benveniste creó mezclas muy diluidas de anti-IgE vertiendo una décima parte de la solución anterior en el tubo siguiente y completándola con nueve décimos de un disolvente estándar. A continuación cada disolución era sacudida vigorosamente, como se hace con los preparados homeopáticos. El equipo usaba disoluciones de este tipo, una parte de solución por nueve de disolvente y después seguía diluyéndolas hasta que había una parte de solución por noventa y nueve partes de disolvente. Cada una de las disoluciones era añadida sucesivamente a los basófilos, que seguidamente eran contados bajo el microscopio.


    El fraude de la homeopatía Images?q=tbn:ANd9GcSYZgCq5CgJJ-9CQ8pPFwikacWt5RdGPICVnsxvgD2q0k0AzcUc

    Para sorpresa de Jacques y de todos los demás, descubrieron que estaban registrando efectos de inhibición en la absorción del tinte de hasta el 66%, incluso con disoluciones tan diluidas como una parte en 10 elevado a 60.
    Pero el fenómeno más inesperado estaba aún por llegar. La potencia de los anti-IgE llegaba a su punto máximo en concentraciones de una parte en 1000 (la tercera disolución decimal) y a partir de ahí iba decreciendo con cada dilución subsiguiente, como cabía esperar lógicamente. El experimento daba un giro de 180 grados en la novena dilución. El efecto del IgE altamente diluido empezaba a aumentar en ese punto y continuaba aumentando cuanto más se diluía (3). Como siempre había dicho la homeopatía, cuanto más débil sea la disolución, más poderoso es su efecto.
    Benveniste unió sus fuerzas con cinco laboratorios diferentes de cuatro países (Francia, Israel, Italia y Canadá) y todos ellos fueron capaces de replicar sus resultados.

    Entonces los trece científicos publicaron conjuntamente los resultados de su colaboración de cuatro años en la edición de 1988 de la prestigiosa revista Nature, mostrando que si se diluyen soluciones de anticuerpos repetidamente hasta que ya no contengan ni una molécula del anticuerpo, seguían produciendo una respuesta en las células inmunes.

    La junta de revisión editorial de la revista mostró su preocupación por el hecho de que la publicación de este trabajo daría credibilidad a los practicantes de homeopatía incluso si los efectos observados por Benveniste no podían ser replicados. También hubo serias dudas de que la investigación fuera simplemente errónea. A pesar de eso, rechazar la publicación del artículo sin ningún motivo fue considerado inaceptable ya que, en ese momento, no se detectó ningún fallo metodológico.

    Finalmente se llegó a una solución de compromiso. El artículo sería publicado en el número 333 de Nature el 30 de junio de 1988, pero iría acompañado por un editorial de John Maddox (en ese momento editor de la revista) que señalaría que "Hay muchos motivos por los que la gente prudente debería, por el momento, suspender el juicio", y describiría algunas de las leyes fundamentales de la física y la química que violarían estos resultados, si se probaran ciertos. Además, Maddox exigió que los experimentos fueran repetidos bajo la supervisión de un grupo de expertos enviados por la revista, compuesto por el propio Maddox, el mago e investigador escéptico James Randi y el físico Walter Stewart, desmitificador de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.

    En la primera serie de experimentos supervisados se siguió el procedimiento original seguido para obtener los datos publicados en el artículo.
    Los experimentos tuvieron éxito y los resultados coincidieron bien con los datos publicados. Sin embargo, Maddox se dio cuenta de que durante el procedimiento, los investigadores sabían qué tubos de ensayo contenían originalmente anticuerpos y cuáles no. Así se realizó una segunda tanda de experimentos, en la que Maddox y su equipo se aseguraron de que el experimento se realizara en condiciones de doble ciego, los cuadernos de laboratorio fueron fotografiados, se grabó toda la actividad del laboratorio y los tubos de ensayo fueron intercambiados y codificados en secreto. Randi llegó a envolver las etiquetas en papel de aluminio, meterlas en un sobre y pegarlas en el techo para que Benveniste y sus colaboradores no las pudieran leer. En esta segunda serie no se apreció ningún efecto de memoria, contradiciendo los resultados originales.

    Y en cierto modo, si analizamos esta supuesta capacidad del agua con las leyes físicas y químicas actuales, nos damos cuenta de que es imposible. El agua es un fluido dinámico en el que la estructura de las moléculas, los enlaces de hidrógeno que se forman no duran mucho tiempo (del orden de los 50 femtosegundos) y los átomos de hidrógeno y oxígeno están en un continuo baile de rupturas y creaciones de enlace, es decir, el oxígeno y sus hidrógenos no permanecen perpetuamente juntos, sino que estos últimos andan intercambiándose con los de moléculas de agua vecinas. A veces, durante un rato, solo queda un hidrógeno unido al oxígeno de una de ellas. A veces son tres hidrógenos los que, en un instante dado, se unen al mismo oxígeno. La presencia de ácidos y bases en el agua cataliza esos procesos de intercambio pero, incluso en el agua pura, el tiempo medio que un hidrógeno pasa unido a un oxígeno es del orden del milisegundo, así que el baile es continuo.
    Por otro lado, en el corto espacio de tiempo que la molécula de agua permanece con sus dos hidrógenos unidos al oxígeno, la cosa tampoco está estática. Los enlaces que los unen son como muelles que están continuamente estirándose y contrayéndose, los hidrógenos se acercan y se alejan haciendo que el ángulo de la V se abra o se cierre y otro tipo de movimientos.
    Esto implica que en el agua no puede quedar grabada ninguna estructura molecular de ningún modo que se conozca, de lo contrario se violarían los conocimientos actuales de la química.

    El efecto placebo

    Es casual encontrar a personas convencidas del efecto milagroso de la homeopatía, de nuevo encontramos este tipo de generalización y debemos remitirnos a la siguiente reflexión: El testimonio individual o colectivo no se puede ser considerado una prueba sólida de la veracidad de una hipótesis. Muy probablemente, si la persona ha sanado, se debe a su capacidad de autosugestión, es decir, la propia creencia de que el remedio natural funciona consigue hacer que sane la persona, pero no por el remedio ingerido, sino por causas psicológicas.

    Todavía se desconoce el papel que tiene la sugestión en la rama médica. Muchas de las medicinas alternativas naturales, como las Flores de Bach, tienen resultados positivos gracias a la sugestión del sujeto que la toma, es decir, es curado por el llamado efecto placebo.  No se tiene conocimiento sobre el mecanismo con el que trabaja el placebo, sólo podemos dar respuestas incompletas: Como la actuación de las endorfinas o de la dopamina asociada a un sistema de recompensa cerebral. Como ejemplo práctico, podríamos suponer que un sujeto ha cogido un buen resfriado. Si le suministramos una aspirina placebo sin que él lo sepa, es decir, que no tiene principio farmacológico y el sujeto cree que está tomando un medicamento real, obtenemos como posible resultado que su salud mejore notablemente únicamente por factores psicológicos.

    En medicina, para eliminar este poder de sugestión y poder analizar únicamente el potencial del fármaco activo, se realiza un experimento denominado Doble Ciego, con el que podemos eliminar los prejuicios del investigador a la hora de analizar los datos obtenidos y podremos comparar la eficacia del medicamento respecto a la eficacia del placebo. De este modo obtenemos la diferencia entre el medicamento activo y la eficacia producida por el placebo.

    Para realizar este experimento, un investigador prepara placebos y el supuesto medicamento que se quiere probar. Una vez preparado, un individuo ajeno al proyecto los enumera y guarda la leyenda en un sobre sellado, es decir, que dentro del sobre está el código que indica qué número es placebo, y qué número pertenece al supuesto medicamento. Una vez anotados, se sella el sobre con las respuestas dentro de él. Ahora el investigador no sabe qué es placebo y qué es el supuesto medicamento, por lo que no puede tener prejuicios en cuanto qué tiene más eficacia que qué.

    Pongamos un ejemplo:

    El investigador número 1, encargado de realizar el análisis, prepara 20 pastillas placebo, y otras 20 de la medicina en cuestión.
    Un investigador número 2, enumera las 20 aspirinas placebo y las 20 aspirinas medicinales de la siguiente mantera:

    Placebo
    1, 2, 3, 5, 8, 10, 11, 13,16, 17, 21, 23, 27, 28, 30, 32, 33, 34, 39, 40.

    Medicamento
    4, 6, 7, 9, 12, 14, 15, 18, 19, 20, 22, 24, 25, 26, 29, 31, 35, 36, 37, 38.


    Una vez numerados, el investigador número 2, sin que el investigador número 1
    pueda verlo, sella este código dentro del sobre. De tal modo, obtenemos una situación en la que el investigador número 1 desconoce totalmente qué número pertenece a qué, luego, se procede al análisis de datos.

    Supongamos que los supuestos medicamentos 1, 2, 3, 5, 8, 10, 11, 13, 16, 17, 23, 24, 25, 26, 29, 30, 32, 33, 34, 39 y 40 han dado un resultado negativo, es decir, que no han demostrado tener eficacia. Mientras que los suministrados 4, 6, 7, 9, 12, 14, 15, 18, 19, 20, 21, 22, 27, 28, 31, 35, 36, 37 y 38  han resultado ser positivos.


    Una vez obtenidos los resultados, se procede a abrir el sobre sellado anteriormente y se comparan los resultados.
    Los que han presentado eficacia son:



    Placebo
    1, 2, 3, 5, 8, 10, 11, 13,16, 17, 21, 23, 27, 28, 30, 32, 33, 34, 39, 40.

    Medicamento
    4, 6, 7, 9, 12, 14, 15, 18, 19, 20, 22, 24, 25, 26, 29, 31, 35, 36, 37, 38.


    Lo que es equivalente a que en el grupo de la medicina real el 16 de 20 han dado positivo, o en otras palabras, presenta una eficacia de un 80%, mientras que el placebo ha dado una eficacia del 15%.  Por lo que se deduce claramente que el medicamento ha funcionado, ya que el placebo ha obtenido muchísima menos cualificación en cuanto a porcentajes. En cambio, si el medicamento hubiese obtenido una eficacia del 32% frente a un 25% del placebo, no se consideraría como válido, ya que los porcentajes del placebo y la supuesta medicina son iguales o casi iguales, lo que indica que no tiene mayor efecto que el placebo, o lo que es lo mismo, funciona igual que la “nada”.




    Documental sobre la historia de Benveniste













    Conclusión

    En efecto, la homeopatía, es una estafa. No hay ninguna evidencia que la respalde. Rompe con todas las leyes físicas y químicas establecidas.
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    El fraude de la homeopatía Empty Re: El fraude de la homeopatía

    Mensaje por PequeñoBurgués Dom Dic 29, 2013 9:28 pm

    Es uno de los timos más monumentales del Siglo XX sin duda alguna, pero que mueve mucho dinerito, no es raro encontrar alguna universidad española que en su desesperación por recaudar fondos incluye cursos dados por estas empresas en sus programas lectivos, con la consiguiente avalanchas de críticas al decano de la facultad de turno.
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    Una mujer canadiense de Calgary afronta cargos criminales por la muerte de su hijo de siete años por supuesta negligencia, ya que en vez de llevarlo al médico le suministró medicina homeopática.



    Según la Policía, Tamara Lovett, prefirió tratar la infección bacteriana de su hijo con hierbas homeopáticas en lugar de llevarlo al médico, una decisión que -sospecha- causó la muerte a Ryan, informa el diario 'Calgary Herald'.

    "Debe servir como advertencia para otros padres", asegura el policía a cargo del caso, Mike Cavilla. "El mensaje es simple: si tu hijo está enfermo, llévalo al médico", sentencia.

    Además, la Policía asegura que no existen informes médicos que demuestren que Ryan visitara alguna vez el médico para revisiones o cualquier otra consulta. "No hay ningún registro médico en toda su vida", asegura Cavilla.

    Por su parte, la familia Lovett consideran que las alegaciones de negligencia pueden ser erróneas. El abuelo del niño, Donn Lovett, asegura que la imagen que los cuerpos de seguridad dan sobre su hija se basa únicamente en su preferencia por los remedios anternativos.

    La autopsia reveló que la infección había sido provocada por estreptococos del tipo A. Tras consultar a varios expertos médicos, la policía detuvo a la mujer el pasado viernes, acusada de negligencia por no suministrar a su hijo los medios necesarios para salvarle la vida.

    En Canadá está penado por ley que los padres nieguen a sus hijos comida, alojamiento, cuidados y atención médica. "Si no le das atención médica a tu hijo, serás culpable", subraya Cavilla, enfatizando que el uso de la medicina no tradicional costó la vida a un niño con una infección que podría haber sido tratada fácilmente con penicilina.

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