Bueno, por petición de algunos camaradas en otro tema, copio y pego mi trabajo en el foro. (*AVISO: el tema de los sóviet está tratado muy por encima y olvidé los congresos y la planificación, etc... por lo que puedo incurrir en errores en el texto). Abajo, la bibliografía completa que consulté (me llevó un tiempo de 3 semanas hacer el trabajo, pese a su no tan larga longitud).
SOBRE LAS CUESTIONES DE HISTORIA EN RELACIÓN A LA REVOLUCIÓN RUSA
"AlejoSola"//1º Antropología Soc. Cult.
LOS DOCUMENTOS A ANALIZAR:
Carta de Lev Tólstoi al Zar Nicolás II. 16 de enero de 1902.
"Querido hermano: Este calificativo me parece el más conveniente porque, en esta carta, me dirijo menos al emperador y al hombre, que al hermano. Y, además, os escribo casi desde el otro mundo, encontrándome en espera de una muerte muy próxima. (...)
Una tercera parte de Rusia está sometida a una continua vigilancia policíaca; el ejército de policías conocidos y secretos aumenta sin cesar; las prisiones, los lugares de deportación y los calabozos están repletos; aparte de doscientos mil criminales de derecho común, hay un número considerable de condenados políticos entre los cuales existen ahora multitud de obreros. La censura con sus medidas represivas ha llegado hasta un grado tal que no alcanzó en los peores momentos de los años que siguieron al de 1840. Las persecuciones religiosas no fueron nunca tan frecuentes ni tan crueles como lo son ahora, y cada vez van siendo más frecuentes y más crueles.
En las ciudades y en los centros industriales se han concentrado las tropas, que armadas de fusiles se han enviado contra el pueblo. En algunos puntos ya se han producido choques y matanzas y en otros puntos se preparan, y su crueldad aun será mayor.
El resultado de toda esta actividad cruel del gobierno, es que el pueblo agricultor, los cien millones de hombres sobre los cuales está fundada la potencia de Rusia, a pesar de los gastos del Estado que crecen considerablemente, o mejor dicho gracias a este crecimiento del presupuesto, se empobrecen de año en año, de manera que el hambre ha llegado a ser el estado normal, como igualmente el descontento de todas las clases y su hostilidad para el gobierno.
La autocracia es una forma de gobierno que ha muerto. Tal vez responda aún a las necesidades de algunos pueblos del África central, alejados del resto del mundo, pero no responde a las necesidades del pueblo ruso cada día más culto, gracias a la instrucción que va siendo cada vez más general. Así es que para sostener esta forma de gobierno y la ortodoxia ligada a él, es preciso, como ahora se hace, emplear todos los medios de violencia, la vigilancia policíaca más activa y severa que antes, los suplicios, las persecuciones religiosas, la prohibición de libros y de periódicos, la deformación de la educación, y en general de toda clase de actos de perversión y crueldad. Tales han sido hasta aquí los actos de vuestro reinado (...)"
Rosa Luxemburgo. Artículo publicado en el periódico espartaquista Rate Fahne. 14 de enero de 1919.
“¿Se podía esperar, del presente enfrentamiento, una victoria decisiva del proletariado revolucionario, se podía dar por sentado la caída de los Ebert-Scheidemann (2) y la instauración de la dictadura socialista? Ciertamente no, si no se tiene en cuenta todos los elementos que determinan la respuesta. Basta con poner el dedo en la llaga sobre la situación actual de la revolución; la falta de madurez política de la masa de soldados que continúan tolerando los abusos de sus oficiales y son utilizados con fines contrarrevolucionarios, sólo esto prueba que la posibilidad de una victoria duradera de la revolución no era posible (…).
Los campos, de donde ha partido un elevado porcentaje de la masa de soldados, continúan estando poco más o menos al margen de la revolución. Incluso Berlín está poco más o menos aislado del resto del Reich. En algunas provincias -en Renania, en la costa del mar del Norte, en Brunswick, Sajonia, Wurtemberg-, los focos revolucionarios están en cuerpo y alma al lado del proletariado berlinés. Pero lo que falla es la coordinación del movimiento, la acción común que diese a los impulsos y a las luchas de la clase obrera berlinesa una mayor eficacia.”
Declaración de los marineros sublevados de Kronstadt. 8 de marzo de 1921.
“Mediante la Revolución de Octubre la clase trabajadora había esperado lograr su emancipación. Pero el resultado ha sido una mayor esclavización de los seres humanos. El poder de la monarquía, con su policía y su gendarmería, ha pasado a manos de los usurpadores comunistas, que han dado al pueblo no la libertad sino el constante temor de ser torturados en la Checa (...).
A través del control estatal de los sindicatos han encadenado a los trabajadores a sus máquinas. (...) A las protestas de los campesinos, expresadas en alzamientos espontáneos, y a las de los obreros, cuyas condiciones de vida les han empujado a la huelga, han respondido con ejecuciones en masa y un derramamiento de sangre que excede incluso al de los generales zaristas. La Rusia de los trabajadores, la primera que levantó la roja bandera de la liberación, está empapada en sangre.”
Es necesario un cambio total en la política del gobierno. En primer lugar, los obreros y campesinos necesitan libertad. No quieren vivir según los decretos bolcheviques, sino decidir por sí mismos su destino. Exigid firmes y organizadamente: liberación de todos los detenidos obreros socialistas e independientes; levantamiento de la ley marcial; libertad de expresión, prensa y reunión para todos los trabajadores; nuevas elecciones libres de los consejos de fábricas, sindicatos y soviets.
En vista de los hechos y de que los actuales soviets no reflejan la voluntad de los obreros y campesinos, deben ser votados enseguida de nuevo con previa propaganda libre. Libertad de expresión y prensa para los obreros, campesinos, anarquistas y socialrevolucionarios de izquierdas, libertad de asociación para los sindicatos y asociaciones campesinas, liberación de todos los prisioneros de los partidos socialistas y de los obreros, campesinos, soldados y detenidos a raíz de sus movimientos. Supresión de todas las secciones políticas de la Armada, ya que ningún partido aislado debe tener derechos especiales para propagar sus ideas (…) Libre derecho de usufructo de los campesinos sobre su tierra y el derecho a conservar el ganado mientras no se ocupen en un trabajo asalariado.
La makhnovschina en Ucrania
La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece, y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos actuar, organizarse, entender en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. Los makhnovistas sólo pueden ayudarlos, dándoles consejos y opiniones, pero no pueden, pero no pueden ni quieren, en ningún caso, gobernarlos.
…
En la región donde opere el ejército makhnovista (según las necesidades de la lucha contra los blancos), la población obrera y campesina creará sus propias instituciones libres para la administración económica y política. Dichas instituciones serán autónomas y estarán ligadas federativamente –por pactos- con los organismos gubernamentales de las repúblicas soviéticas. (…)
(Rechazamos) los soviets, convertidos en organismos puramente políticos y organizados sobre bases autoritarias, centralistas y estatistas.
Lenin. “Cartas” de 23 al 26 de diciembre de 1922, dirigidas al XIII Congreso del PCUS.
"El camarada Stalin, desde que llegó a secretario general, ha concentrado en sus manos un inmenso poder, y no estoy seguro de que siempre sepa utilizarlo con prudencia.(...) Stalin es demasiado brutal, y este defecto, tolerante en las relaciones entre comunistas, es inadmisible en el puesto de secretario general. También propongo a los camaradas en la forma de desplazar a Stalin y de nombrar en ese puesto un hombre que presentara, desde ese punto de vista, la ventaja de ser más tolerante, más leal, más educado, más atento hacia los camaradas, menos caprichoso, etc.”
Stalin. Discurso en la presentación de la Constitución de 1936.
“Como veis, la clase obrera de la URSS es una clase obrera completamente nueva, desprovista de la explotación, como jamás se ha conocido en la historia de la humanidad. (...) La base de la nueva Constitución está en el sostenimiento de los principios del socialismo, y por tanto de la socialización de la tierra, las fábricas y todos los elementos de la producción de la desaparición de las clases explotadas. También figura la liquidación de la mísera y el lujo; desaparición de las huelgas, establecimiento del trabajo como obligación y deber y el bienestar de todo ciudadano apto para el trabajo, según la fórmula “quien no trabaja no come”. Se establece el derecho al trabajo; es decir todo ciudadano tendrá garantizado el trabajo, el descanso, la instrucción, etc. Parte nuestra Constitución del hecho de la no existencia de clases antagónicas.”
CUESTIONES A CONSIDERAR:
¿ERA EL ZARISMO UNA INSTITUCIÓN SÓLIDA EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN?
Para nada. De hecho la era revolucionaria surge desde la crisis económica y estructural del zarismo en 1902 (año en que se cita la carta de Tólstoi, quizás por dichas razones críticas), por intentar asimilar una superestructura feudal a una infraestructura que le permitiese progresar en el mundo capitalista al que la casta rusa tanto admiraba; es decir, una estructura neoliberal, más avanzada que el sistema feudal.
Por combinar una contradicción estructural tan exigente, el sistema zarista comenzó a debilitarse. Si a eso le sumamos las luchas obrera por la república burguesa (desde el ámbito bolchevique en general), unidas a las luchas burguesas por ésta, entendemos que el zarismo estuviese condenado a perecer.
El apoyo total de los trabajadores a la causa bolchevique dejó claro, ya establecida la república burguesa, que no se detendrían allí, como intentaban dejar ver los mencheviques, sino que lucharían en una nueva revolución contra las fuerzas conservadoras de los 2 regímenes anteriores (burgués y feudal) aprovechando la fuerza revolucionaria que detentaba el proletariado, lo que derivó a la guerra civil que, con el resultado de la victoria obrera y campesina, acabó con la creación de la URSS.
¿EN QUÉ DIFERÍAN IDEOLÓGICA Y DOCTRINALMENTE EL PROGRAMA DE LOS MILITARES DE KRONSTAD, EL MAKHNOVISTA Y EL BOLCHEVIQUE?
Verdaderamente, para un análisis correcto de la cuestión, tenemos que pensar quiénes eran los marineros de Kronstadt y su posición en la revolución desde un principio, luego compararlos a la minoría makhnovista, y luego a la situación en que se encontraba el Partido Bolchevique en la época tocante a 1921. Así, me veo obligado a una previa evalucación, aclaración, explicación, etc... de los documentos previamente citados, para dar sentido a la respuesta directa de ésta cuestión.
Pasamos en primer lugar a situar y evaluar la revuelta de Kronstadt en la línea temporal de la Guerra Civil rusa.
Tras la imposición del comunismo de guerra por la invasión de las potencias extranjeras de la Rusia Soviética y su desarrollo por todo el período 1919-1921, el descontento popular con la pobreza generada por dicho conflicto exclusivamente se manifestó en forma de una puerta abierta para el resurgimiento de las doctrinas contrarias al leninismo de antes de la revolución de octubre de 1917.
Estas doctrinas no eran otras que el anarquismo (makhnovistas), los mencheviques (creados por la decisión un grupo minoritario de escisión en la separación del II Congreso del POSDR, ocurrida así por iniciativa del trotskismo; iniciativa menchevique -siendo éstos una minoría que no pretendía someterse a lo aprobado por la mayoría cuando se trataba de un todo del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, tratándose el nombre de los grupos pues de los términos rusos que designaban a esa mayoría, bolcheviques, y a la otra minoría separatista, mencheviques-), y los eseritas.
Aprovecharon la situación de postguerra para, en el foco más alejado del ambiente revolucionario, la fortaleza-islote de Kronstadt, suplantar la dirección bolchevique del lugar por un éxodo de campesinos anarquistas de las zonas menos desarrolladas de Rusia y al grito de “¡Sóviets sin comunistas!” (que suplantó a su previo pero ya ignorado por el proletariado “¡Abajo los sóviets!”) que se debería poner en contacto con el resto sobrante de Guardias Blancos que, por culpa de la momentánea dirección de Trotski del ejército rojo, pudieron camuflarse en las filas de éste y de la dirección bolchevique del lugar, degenerando así en el manifiesto contrarrevolucionario que la fuente nos ofrece. Si bien sabemos que éste manifiesto fue apoyado por el movimiento makhnovista que, como comprobamos en el documento, ya intentaba camuflar su discurso anterior, sin efecto ideológico alguno ya entre los trabajadores.
Además, ¿por qué, de ser correcta la causa de los marineros de Kronstadt -o de lo que quedaba de ellos si es que acaso quedaba- nadie la imitó en el resto del territorio bolchevique, cuando tuvo difusión por todos los medios de la burguesía en peligro y de los contrarrevolucionarios anarquistas?
Porque el proletariado ruso ya se conocía la verdadera causa de ésta “revolución” que en 1995 Boris Yeltsin reivindicó y santificó.
Si un estandarte del capitalismo ruso reivindicó Kronstadt, ¿no deberíamos preguntarnos acerca del verdadero carácter de clase de dicha sublevación?
Respondiendo a la pregunta, observamos que por la afluencia contrarrevolucionaria dentro de la dirección del sóviet de Kronstadt, ya fuese por la filtración de “blancos” debida a la negligencia de Trotski (retirado por amovilización miliciana de su puesto en el ejército en 1920 por el intento de realizar una “ofensiva” suicida hacia una zona controlada por los generales del ejército blanco, en concreto tras los Urales de Denikin, atravesándolos cuando gente como Stalin defendía que era mejor atravesar la cuaneca del Donetsk, de mayoría poblacional no hostil al Ejército Rojo) en venganza por la mala reputación que su contrarrevolucionarismo le estaba consiguiendo a pulso entre el proletariado ruso, o por la repentina “invasión” de campesinos anarquistas en las filas del ejército de marines de Kronstadt, que desvió el carácter de clase del sóviet del lugar.
Los pocos íntegros que quedaban en Kronstadt se embullieron en una partida de expedición hacia territorio peninsular con objeto de avisar a los sóviet bolcheviques del asunto, ya que los medios de difusión habían pasado a manos de los contrarrevolucionarios, pero, para cuando pretendieron volver, se encontraron con el caos más absoluto. Se reinstalaron por fin cuando los bolcheviques, bajo el liderazgo del General Voroshilov, reconquistaron el lugar arrebatando el control a los contrarrevolucionarios.
Podemos así mismo comprobar la similitud pasmosa del manifiesto de los marines de Kronstadt con el de los makhnovistas, que viene a reforzar mi posición de que algo tuvieron que ver estos dos.
Pero, ¿cómo pudieron entrar dichos campesinos anarquistas a formar parte integrante y mayoritaria del sóviet de Kronstadt? ¿Cómo pudo éste cambiar su posicionamiento de manera tan repentina y sorprendente?
Porque, sencillamente, la mayoría de viejos marineros bolcheviques ya habían muerto en el frente, en la heroica lucha contra el ejército blanco (y negro), por lo que una restauración del sóviet se hizo necesaria en el período 1920-21, teniendo las oficialidades mencheviques y blancas una posibilidad de oro para, junto al anarquismo, hacerse mayoría en el sóviet de Kronstadt con sus negras consecuencias para ellos mismos, a sabiendas de que era un suicidio provocar al Ejército Rojo en un momento tan sumamente delicado. Como decía Stalin, “no se puede hacer la revolución con guantes de seda”.
Aún así, no se cortaron ni un pelo y siguieron su táctica, consecuyendo en un movimiento huelguístico que derivó en la revuelta contrarrevolucionaria de Kronstadt, y todo una semana antes del X Congreso del PCBR, que no dudó en enviar las milicias del Partido en contra de la sublevación, al mando del general Voroshilov, que tomaron por asalto la fortaleza en nombre de los marineros bolcheviques, viejos y heroicos inquilinos de la misma, para restaurar el sóviet que en ella existía.
Justo después de la lucha de Kronstadt y ya en el X Congreso, se aprobó el plan económico que debería, según la Constitución de 1918, desarrollar la infraestructura capitalista en poco tiempo bajo una superestructura evolutiva de poder obrero que se culminó en 1936 con la nueva Constitución, mal citada en el fragmento.
Sobre la makhnovshina: movimiento anarquista arraigado en los ignorantes y cosacos principalmente de Ucrania, que conformaron la mayoría del "ejército" negro, que, en la Guerra Civil rusa, funcionó como un aliado del Ejército Imperialista (blanco) a modo de guerrillas para intentar dinamitar a los bolcheviques y al Ejército Rojo. De hecho, "La makhnovtchina" es un himno de los cosacos ucranianos que sirvieron al ejército blanco: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Tiene gracia que esté en francés, lengua de la aristocracia rusa.
Allí donde la makhnovtchina conquistaba un territorio, allí donde ejercían el mayor caos posible: carencia organizativa, individualismo, venta del campesino (único modelo de trabajador viable en el anarquismo) a las condiciones metereológicas y bélicas, etc... No es de extrañar que allí donde pisaba este movimiento, el reestablecimiento del poder blanco era más sencillo: se encontraban los imperialistas con la pasividad y la falta de cohesión: era como entrar en un gallinero.
Pasaremos a citar, a continuación, el discurso íntegro según se registró en los archivo de la Unión Soviética abiertos en 1989 por decisión de Mijaíl Gorbachov.
EL DISCURSO REAL DE STALIN:
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(STALIN, I.;: “Los resultados del primer plan quinquenal”, Obras completas, Ed. Lenguas extranjeras, Pekín, 1975)
Vemos así una prueba de a qué tipo de huelgas se refería Stalin: a las contramanifestaciones kulak, contra las protestas apoyadas por el PCUS de los campesinos pobres contra el resto del régimen de propiedad privada que restaba a la época.
El historiador Mijaíl Kilev prosigue al respecto:
“[…] Stalin dijo también que los elementos contrarrevolucionarios se han introducido principalmente en el campo, donde no hay clase obrera, donde los campesinos eran analfabetos, y donde los kulaks, más cultos y experimentados en su influencia sobre ellos, pueden encontrar a gente acabada que, por una botella de vodka, son capaces de incendiar almacenes de grano, haciendo así que le falte el pan al ejército y al pueblo. Esta destrucción trae el hambre en las ciudades que se va transformando en descontento y en divorcio con el poder.
A continuación, Stalin dice: «Algunos camaradas han comprendido el hecho de la destrucción de las clases, de la creación de una sociedad sin clases, como argumento de la tesis del debilitamiento de la lucha de clases -una teoría que es contrarrevolucionaria-. Esta gente no puede tener nada en común con nuestro Partido. Son renegados e hipócritas que hay que expulsar del Partido. No se alcanzará la eliminación de las clases con el debilitamiento de la lucha de clases, sino con su amplificación hasta el aniquilamiento definitivo de los restos de las clases agónicas, y organizando la defensa del país contra el cerco capitalista que no está como para ser aniquilado».” (KILEV, M.; Khrushchev y la desintegración de la URSS, PCU(m-l), 2002)
Con ese panorama era normal y dentro de lo lógico prever el comentario de Stalin al respecto, si bien sí que se produjeron, para contrarrestar dicha respuesta kulak, manifestaciones y huelgas en el sector privado de la economía, apoyadas por el PCUS, como dijimos, para aniquilar dicho sector y con éste, el parasitismo económico de la burguesía que restaba para poder avanzar en pos de la propiedad socialista, koljós y sovjós. Éstas son a las que nos referíamos con las manifestaciones que los kulak (organizados por los contrarrevolucionarios de la época que por entonces se resumían en revisionistas trotskistas y en anarquistas) intentaban contrarrestar defendiendo a pecho abierto su régimen de parasitismo.
Como sabemos, este glorioso camino se vio destruido por la iniciativa de Khrushchev ya en 1956, con la aprobación de las Tesis del discurso secreto del XX Congreso del PCUS, tras el parón generado por la II Guerra Mundial en el aspecto de la evolución hacia el comunismo que Stalin aludía en el discurso constitucional y que de hecho se estaba comprobando día a día por un proletariado cada vez más empoderado y libre . Veamos cómo trata ésto Mijaíl Kilev (íbid):
“[...]Pero Jruschov no entendió esto, o no quiso entenderlo. Olvidando en 1956 las contradicciones históricas en las cuales el capitalismo o el socialismo se llevará el gato al agua, olvidando por consiguiente, la lucha de clases a nivel internacional [...] Según Jruschov, la contradicción principal entre las clases habría sido resuelta, a consecuencia de los enormes éxitos de la edificación socialista, de ahí la conclusión de que la lucha de clases debía atenuarse para desaparecer definitivamente. Según Jruschov, el cerco capitalista y la política agresiva imperialista hacia la URSS, no eran factores que podían activar, amplificar y agudizar la lucha de clases en la URSS en la fase transitoria del capitalismo al comunismo: el socialismo. Jruschov no había asimilado lo que Lenin y Stalin preveían y avisaban, justamente, el peligro para la URSS del cerco capitalista1. En 1956, en la época de su informe a la «sesión secreta» del XX Congreso, poseía suficiente información y datos para poder admitir las características particulares de la lucha de clases en la época del imperialismo.
En primer lugar, para esto había que reconocer que la lucha de clases habría alcanzado un carácter internacional que sobrepasaba las fronteras nacionales, y que los países capitalistas eran solidarios entre ellos para debilitar y destruir al socialismo2.
Había que tener en mente la solidaridad de la burguesía alemana y francesa, quienes en la primavera de 1871, superando sus hostilidades de Estados en guerra, y unidos por su odio de clase hacia la Comuna de París, la aplastaban con una crueldad inaudita. Con este fin, el vencedor Bismarck, liberó a 100 000 rehenes del ejército francés para permitirles dirigirse con su armamento hacia París, donde se defendía la Comuna.
Y la burguesía francesa, para agradecer a Bismarck su solidaridad de clase, devolvió 100 000 hombres armados, apresados en la Primera Guerra Mundial, para reprimir a las formaciones soviéticas en Baviera y en Prusia.” (esto alude al documento de Rosa Luxemburgo, explicándolo en todo su ser).
Los informes son claros refiriéndose a que nadie podía creer que la lucha de clases en la URSS de los años 30 pudiese haberse destruido; seguía más fuerte que nunca, pero a favor de la clase obrera, empoderada a raíz del socialismo, tras un período de “calma” que vino a ser la NEP y sus consecuencias secundarias (incremento de la economía privada, capitalismo, etc...), contra las que la constitución de 1936 estaba llamada a luchar hasta al final.
Como vemos, Stalin nunca en su vida negó la existencia de contradicciones supervivientes en el seno de la sociedad soviética: sabía que la única forma de contrarrestarlas y hacerlas desaparecer era hacer evolucionar la voluntad de los intereses de la clase obrera gobernante; es decir, pasaba por transformar los antiguos sóviet por distrito/localidad/óblast/nación/supremo en la siguiente ordenación: sindicalidad/localidad/óblast/nación/supremo, si bien el supremo en ambos casos se dividía en sóviet central y sóviet político, siendo ambos dos representantes de todas las organizaciones del pueblo y del Partido respectivamente, si bien el Partido debía formar parte para sobrevivir de los mismos sóviet sindicales, para dar a entender que debían de desarrollar un trabajo en una colectividad para poder ganar un sueldo, si estaban en facultades de realizar trabajo alguno. Este paso evolutivo era el que la nueva constitución reflejaba.
Relativamente al sueldo, podemos citar como otro avance inmenso de la Constitución las tan repetidas y por primera vez puestas en práctica por el marxismo leyes de la remuneración socialista, que comenzaron a cobrar vida tras la desmantelación de la NEP por necesidades históricas de la clase obrera (necesidades históricas que así mismo generaron el requerimiento de dicha NEP tras la guerra civil rusa).
Son las siguientes, atenidas a la regla de: “percibes lo aportado al producto socialmente justo según tus méritos en dicho proceso” (MANDEL, E.; Iniciación a la economía marxista, Partido del Trabajo Belga, Bruselas, 1978)
Así, cobras según tus...: (MARX, K. Manifiesto Comunista, El Capital, Miseria de la filosofía, Manuscritos de economía y filosofía, Eds. Fontana (Barcelona, 2009), Akal (Madrid, 2012), EDAF, (Madrid, 2004) y Alianza (Madrid, 1980))
·Capacidades de desempeñar un trabajo:
-Se comprueban informes médicos, grado de discapacidad desprendido del estudio de los mismos, y tu rendimiento medio en tu trabajo, para delimitar cuánto puede ser retocada tu jornada laboral máxima/mínima para que se acomode a tus requisitos, cumpliendo la primera parte de la regla de oro marxista “de cada cuál según su capacidad, a cada cuál según su trabajo”, si bien la segunda parte de ésta es la siguiente a tratar.
·Cantidad de trabajo realizado (en tiempo de trabajo):
-Una vez se determinase por aproximación tu jornada máxima/mínima de acuerdo a tus capacidades, te desarrollas como ser humano (“el trabajo universal es lo que nos hace completarnos como seres sociales”, MARX, K.; Manuscritos de economía y filosofía, Ed. Alianza, Madrid, 1980) en una colectividad regida por los preceptos destacados de la obra de Makarenko, “El poema pedagógico”, que corresponden una mera evolución práctica de los ya perpetuados por Marx y Engels, para determinar un trabajo total por sindicalidad (sóviet sindical), anotado en su proceso de producción, y un trabajo individual total determinado por el tanto por ciento de tu jornada laboral predeterminada máx/mín. que hubieses completado, que, unido a incrementos porcentuales relativos a los 2 últimos sub-apartados que trataremos, determina tu salario en sí, que no se enfrentará a tasas ni a intereses privados por la previa abolición necesaria de la propiedad privada sobre los medios de producción (hecho recogido en la constitución soviética de 1936, que nos ha llamado al tema)
·Calidad de dicho trabajo ligada al primer precepto:
-Podías ver un ligero incremento de tu remuneración de hacer un trabajo excelente, y al contrario, si las condiciones en que se realizaron fueron objetivas: es decir, no se podría reprendir a un campesino que produjese poco y mal durante la quema de campos de la revuelta kulak en los años 30, porque dicho ambiente carecía totalmente de atisbo alguno de objetividad; es decir, porque fue provocado por un agente externo a los trabajadores.
·Dificultad y dureza del trabajo ejercido:
-En la URSS de ésta época, se dividían los trabajos en dificultades según 3 grados: A, B y C. (KUUSINEN, O.; Manual de Marxismo-Leninismo, Ed. Cooperativas de los obreros exranjeros en la URSS, 1960)
Si tu trabajo era de grado A, la jornada a la que tus capacidades moldearían sería de 8h máximo/4 mínimo.
Si tu trabajo era de grado B, la jornada a la que tus capacidades moldearían sería de 6h máximo/3'3 mínimo.
Si tu trabajo era de grado C, la jornada a la que tus capacidades moldearían sería de 4h máximo/2'5 mínimo.
(aproximaciones)
Podías ver así mismo “sub-grados”en función a la cantidad de trabajo socialmente necesario para producir algún tipo de bien, existentes entre los diferentes grados ya mencionados y establecidos. Pondré un ejemplo.
Un trabajador de extracción de diamantes y un minero están ambos en el grado C, pero como para encontrar un diamante se requiere mayor tiempo de trabajo que para un trabajo normal de minería, el salario percibido por el primer trabajo sería mayor que por el segundo.
En sí se podría decir que cada grado de trabajo correspondía a una mayor necesidad de trabajo para producir un mismo valor de uso abstracto, siendo A el grado en que ésto era menor y C en el que ésto era mayor, con sus subdivisiones de grados entre los mismos grados como el ejemplo anterior daba a saber.
Un trabajador que presentase más de un 30% de discapacidad podría trabajar sólo en trabajos del grado A, sin llegar al B, con todos sus “sub-grados”, mientras que era ilegal trabajar con más de un 36% de discapacidad a no ser que mostrases tu voluntad para ello, si bien cobrabas de la seguridad social por no poder trabajar (el sistema de seguridad social fue pionero de la URSS ya desde tiempos de la NEP, y se conoció por su máxima eficacia).
·Responsabilidad social de dicho trabajo para la construcción del socialismo:
-Se resume éste principio en que, de desempeñar un trabajo que requiriese una mayor responsabilidad social, como profesores, médicos, campesinos, obreros de fábrica, etc..., verías un plus salarial en tu remuneración, más que de ser, por ejemplo, limpiador o asistente de limpieza.
Como vemos, la falacia de que todos tenían que trabajar sí o sí y ya de paso la de que todos cobraban igual queda desmentida en las obras de Marx, Engels, Lenin, y Stalin.
Toda la información pertinente para tu remuneración quedaba recogida y anotada por códigos en una cartilla de trabajo, que funcionaba igualmente como el actual DNI español, pasaporte, etc... presentando diferentes secciones en volúmenes diferentes. Se renovaba en el edificio de la banca pública cuando fuese menester.
Podemos comprobar así que el lema “quien no trabaja no come” no puede, pues, entenderse como un precepto absoluto. Verdaderamente en el fragmento citado se sacó de contexto y se pierde su significación esencial, que hace referencia al tema del parasitismo económico capitalista: quiere decir que quien no aporte nada al producto socialmente justo, y esté en capacidades para ello, no podría pues obtener más que lo ínfimamente básico que sobrase de la repartición del resto del producto en comercio y consumo de los propios productores y prestadores de servicios mediante las retribuciones previamente mencionadas. Así los burgueses deberían abandonar su condición como tales para engrosar las filas del trabajo socialista.
Era la medida más acertada para el momento, y contribuyó a la paulatina desaparición de los kulak o clase terrateniente, única clase antes poseedora superviviente a la colectivización de 1934, y que por culpa de las guerras civil española y segunda mundial nunca se pudo derrotar, al superar dichos quehaceres al sóviet supremo de la URSS y al procedimiento de traición y conspiración que llevaba descubriéndose desde que la NEP se asentó y, con ella, el trotskismo como contrarrevolución en el seno del Partido.
Pasemos ahora a la citación de Lenin.
¿Cómo podría Lenin haberse referido a Stalin como “el poder que ha concentrado” (presuponiendo que ésto fuese, antihistóricamente, cierto) en 1922? ¿Qué posición ocupaba Stalin por el momento? ¿Y Lenin? Analicemos detenidamente la cuestión circundante.3
En la biografía de Stalin, los tergiversadores de la historia han supuesto que los últimos artículos de Lenin, dictados durante su enfermedad, constituían un verdadero testamento enfilado contra Stalin que demostraría un deterioro de las relaciones personales y políticas entre ambos. En contra de lo que replicó a Preobrajenski en el Congreso de marzo, Lenin se habría apercibido tardíamente de que Stalin asumía un cúmulo importante de funciones en el Partido y en el nuevo Estado, y no era el más capacitado para los tres cargos que ocupaba: ministro de las Nacionalidades, ministro de la Inspección Obrera y Campesina y Secretario General del Partido. Habría tratado de prevenir a sus camaradas de ello para que desplazaran a Stalin de sus funciones. La veracidad de esas Cartas, así como de los escritos de Lenin elaborados durante su enfermedad, ha sido puesta en duda recientemente por Sajarov en el periódico ruso Molnia, afirmando que se trata de otras tantas falsificaciones fabricadas por la oposición minoritaria dentro del Partido. El cúmulo de extrañezas que rodean esta última etapa de la vida de Lenin, que en definitiva ponen de manifiesto la intensa lucha política e ideológica en que estaba sumido el Partido bolchevique, exige como mínimo analizar pormenorizadamente todos y cada uno de esos escritos que, con reservas, tenemos aquí por auténticos. Pero por más que esos últimos escritos de Lenin no sean falsos, tampoco se los puede considerar como un testamento porque es impropio de comunistas dejar expuesto lo que otros camaradas deban hacer en circunstancias que es imposible prever de antemano. Resulta de todo punto inaceptable que Lenin, como si de una monarquía se tratara, dejara dispuesto para después de su muerte lo que los militantes del Partido debían acordar en su ausencia. Lenin no obró de ese modo ni siquiera en vida. Además, nadie transmite lo que no tiene, y Lenin no podía designar sustituto para la Secretaría General del Partido porque él no lo era; a su muerte no quedó vacante esa función sino la de miembro del Buró Político, en el que fue sustituido por Bujarin. La otra función que Lenin tuvo en la Rusia soviética fue la de Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo y, ya durante su enfermedad, le sustituyeron Tsurupa y Rikov. Stalin jamás ocupó ese cargo hasta la II Guerra Mundial y parece ocioso recordar que por más que dirigiera dos ministerios, en ese puesto no era más que un subordinado del Presidente del Consejo. Si en algún momento Lenin consideró que Stalin no era la persona más adecuada para desempeñar el papel de Secretario General del Partido bolchevique, los militantes tuvieron ocasión de conocer su criterio y, a pesar de ello, mantuvieron su decisión de que continuara al frente del Partido.
Naturalmente hay otro papel mucho más trascendental que Lenin cumplía: el de dirigente comunista del Partido y del proletariado. Salvo el de miembro del Comité Central, Lenin no necesitó ningún cargo dentro del Partido para que sus directrices fueran seguidas por todos los demás militantes. Para eso no había ningún sustituto.
No hubo más que un Lenin, un dirigente respetado y reconocido que nunca necesitó imponerse por la via disciplinaria. No sólo los bolcheviques sino todos los revolucionarios del mundo quedaron huérfanos cuando él falleció. No había testamento capaz de suplir ese hueco. En todas las entrevistas que concedió, cuando a Stalin le preguntaban si se consideraba el heredero de Lenin, respondió negativamente: él no era Lenin, sólo era un alumno de Lenin.
El asunto, tal y como ha quedado planteado por el trotskismo y la burguesía, es aún más absurdo, habida cuenta de que en el Partido bolchevique el Secretario General no era un dirigente al que todos debieran ninguna clase de obediencia. La dirección era colectiva y las pautas las marcaba el Comité Central, tanto en la época en la que Lenin vivía como después de su muerte. Pueden ponerse numerosos ejemplos en los que el voto de Lenin y Stalin quedó en minoría y fueron otras las decisiones adoptadas contra su criterio. Ahora bien, Trotski tenía otra concepción del Partido. Creía que si él era nombrado heredero de Lenin, podría por fin imponer sus criterios y todos los demás estarían obligados a cumplir sus órdenes. Esa presunción de ocupar el vacío de Lenin estaba en Trotski y en ningún otro militante bolchevique, como lo prueba ampliamente en su biografía de Stalin. Por eso habla de un forma verdaderamente aberrante y despreciativa de sus propios camaradas como segundones y testaferros. Por encima de ellos, en el lenguaje de Trotski, estaban los jefes que, a espaldas de los demás, conspiraban y se apuñalaban por la espalda para quedarse con la herencia. Trotski trató de aprovechar aquellos difíciles momentos en que Lenin estaba incapacitado para modificar la línea del Partido. Pretendió hablar en nombre de Lenin, exponer las auténticas ideas de Lenin que, según él, comenzaban a ser tergiversadas. Él había ingresado en el Partido bolchevique, pero no había modificado ni un ápice sus viejos principios mencheviques, no había rectificado y únicamente pretendía introducirlos en el seno del Partido. Para ello había que falsificar el leninismo y sustituirlo por el trotskismo. Trotski sabía que, por sí misma, su línea no podía cuajar, así que había que poner en boca de la máxima autoridad bolchevique sus propias tesis. La trascendencia que Trotski y Jruschov (y tras ellos toda la burguesía imperialista) dieron a los últimos escritos de Lenin es lo único que justifica un análisis algo pormenorizado de ellos. Esos escritos se divulgaron -a diferencia de otros que fueron acallados- porque el trotstkista estadounidense Max Eastman vendió el texto de Lenin al New York Times a cambio de una buena cantidad de dólares. No deja de resultar curioso que este mismo periódico, portavoz de los imperialistas estadounidenses, fuera el primero en publicar tanto el testamento como el Informe secreto de Jruschov. Sin embargo, en aquellos primeros momentos Trotski no reconoció la existencia de ningún testamento e incluso desmintió públicamente a Eastman en una carta dirigida al New York Daily Worker el 8 de agosto de 1925, al igual que Krupskaia. Pero luego, en su biografía de Stalin, no sólo alude al testamento sino que se lo inventa y, siempre a su sombra, los revisionistas y los imperialistas han continuado manteniendo esa falsificación histórica, como tantas otras. Finalmente esas cartas fueron difundidas por Jruschov en su Informe secreto ante el XX Congreso celebrado en 1956 para justificar su golpe de Estado bajo la coartada de la crítica del culto a la personalidad y tratando de separar a Lenin de Stalin, como antes había ensayado Trotski.
En esos últimos escritos aparecen afirmaciones nada habituales de Lenin e incluso contradictorias entre sí, por lo que deben tomarse en cualquier caso con suma cautela. Es sabido que Lenin elaboraba meticulosamente todos y cada uno de sus textos, que los corregía y pulía incansablemente hasta encontrar la redacción más precisa y clara. Nada de eso pudo hacer con aquellos escritos, no sólo porque la enfermedad limitaba su capacidad de trabajo sino porque no tuvo ocasión de revisar su dictado. Ninguno de esos artículos está firmado por él, lo cual no significa que no los dictara a sus taquígrafas. NormalmenteLenin recibía la transcripción de sus dictados, los corregía y los firmaba, pero con estos últimos escritos no pudo hacerlo. Por ello mismo, esos artículos y cartas deben ser examinados con especial atención. Aquí analizaremos exclusivamente aquellos que conciernen a la leyenda creada en torno a Stalin.
El texto más conocido es la Carta al Congreso, consistente en varios fragmentos dispersos de un mensaje dirigido al Congreso del Partido cuyo dictado Lenin inició el 23 de diciembre de 1922 y terminó el 4 de enero del año siguiente. En ella se abordan dos cuestiones distintas. Una primera es el aumento del número de miembros del Comité Central y Lenin la dictó el 23, 24, 25, 26 y 29 de diciembre de 1922. La segunda parte de la Carta al Congreso comprende las notas del 24 y 25 de diciembre de 1922 y el 4 de enero de 1923, conteniendo una caracterización subjetiva de algunos miembros del Comité Central.
El mensaje estaba promovido por el temor de Lenin a una escisión y a las pequeñas intrigas, por lo que el Comité Central ganaría en estabilidad ampliándose de 27 a 100 miembros. El mayor peligro de escisión proviene, según dice Lenin, de Stalin y Trotski, de los cuales hace la siguiente caracterización, que citaremos íntegra y literalmente: El camarada Stalin, llegado a secretario general, ha concentrado en sus manos un poder inmenso y no estoy seguro de que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia. Por otra parte, el camarada Trotski, según ha probado ya su lucha contra el CC con motivo del problema del Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación, no se distingue únicamente por dotes relevantes. Personalmente, quizá sea el hombre más capaz del actual CC, pero está demasiado ensoberbecido y se deja llevar demasiado por el aspecto puramente administrativo de los asuntos [...] Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de secretario general. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc. Esta circunstancia puede parecer una pequeñez insignificante, pero creo que, desde el punto de vista de prevenir la escisión y de lo que he escrito antes de las relaciones entre Stalin y Trotski, no es una pequeñez o se trata de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva.
Además, conviene citar otro párrafo en el que caracteriza a Bujarin (contra el que había dedicado críticas íntegramente hacia su persona), ya que la opinión de Lenin sobre él también se ha manipulado al citarlo parcialmente: Bujarin no sólo es un valiosísimo y notable teórico del Partido, sino que, además, se le considera legítimamente el favorito de todo el Partido; pero sus concepciones pueden calificarse de enteramente marxistas con muchas dudas, pues hay en él algo escolástico (jamás ha estudiado y creo que jamás ha comprendido del todo la dialéctica).
De entrada, el examen de esta Carta causa una perplejidad inicial por el tono personal y subjetivo que Lenin adopta hacia unos cuantos dirigentes del Partido, algo absolutamente inhabitual en él. Además, en la Carta, como no podía ser de otra manera,Lenin no ordena nada a sus camaradas; hace una propuesta que éstos debían considerar. En cualquier caso, lo que deja bien claro es que no había ninguna clase de divergencias políticas entre Lenin y Stalin, que el primero apunta una serie de rasgos subjetivos de la personalidad de Stalin y el temor de que no sea precisamente el dirigente más adecuado para ocupar el cargo de Secretario General en un momento en el que está en riesgo la unidad del Partido y es necesario actuar con tacto y prudencia. Lenin hablaba de una hipotética situación futura, no del pasado y, en contradicción con lo que había manifestado en el XI Congreso, ahora opina lo mismo que Preobrajenski (un viejo dirigente trotskista): que Stalin había concentrado en sus manos un poder inmenso. Es justamente ésto lo que promueve la sospecha acerca de la falsificación del texto, ya que no es probable que Lenin hubiera cambiado de opinión tan rápidamente. Ahí hay una contradicción y esa contradicción se duplica si comparamos este texto con otro muy próximo en el tiempo: el artículo Cómo tenemos que reorganizar la Inspección Obrera y Campesina en el que Lenin propone fusionar la Comisión Central de Control con la Inspección Obrera y Campesina, un órgano del Partido con un órgano del Estado, y todo ello bajo la dirección de Stalin. Eso significaba que Stalin, como dirigente de la Inspección Obrera y Campesina seguía acumulando más competencias adicionales, porque se encargaba también de la Comisión Central de Control del Partido, es decir, que acumulaba ya cuatro cargos. Parece que Lenin había vuelto a cambiar de opinión por segunda vez, de modo que no cabe más que aceptar alguna de estas tres hipótesis: admitir un carácter vacilante y dubitativo en Lenin, afirmar que la Carta al Congreso está falsificada o reconocer que la enfermedad le había privado del uso de sus facultades mentales (con lo cual tampoco cabría atribuir validez a dicha Carta). Cualquiera de la tres opciones aumenta sospechas acerca de esta Carta, de su elaboración y su recorrido posterior.
La leyenda continúa afirmando que Stalin ocultó al Congreso esta Carta de Lenin porque le perjudicaba. Esto sí es plenamente falso. La primera parte de la Carta al Congreso sobre la ampliación del Comité Central fue enviada el mismo día a Stalin, pero no se menciona en ninguna de las actas de las reuniones del Buró Político y ni de los Plenos del Comité Central. Por eso se dice que la ocultó.
Ahora bien, no es en esa parte de la Carta donde se alude a Stalin y, aunque no se leyera la Carta, el problema que en ella se aborda, la ampliación del Comité Central, no solamente fue discutido sino que sus propuestas se aprobaron. Otra cosa sucedió con la segunda parte de la Carta, la que caracteriza a algunos dirigentes del Partido. Este fragmento tardó en llegar a la Secretaría General, esto es, a manos de Stalin, pero no por responsabilidad suya. Fue Krupskaia, la mujer de Lenin, que la tenía en su poder, la que no la entregó al Secretariado ni al Buró Político, como era su obligación, sino a Zinoviev. A su vez, éste se quedó con ella un tiempo sin darla a conocer, como también era su obligación. Hasta el 18 de mayo de 1924, unos pocos días antes de inaugurarse el XIII Congreso del Partido, Zinoviev y Bujarin no informaron a Stalin de la existencia de ese escrito. Tres días después el Comité Central, tras escuchar el informe de la comisión encargada de recoger los papeles deLenin, adoptó el siguiente acuerdo: Se dará lectura a los documentos, de acuerdo con la voluntad de Vladimir Ilich, en el Congreso, leyéndose en cada delegación y estableciendo que no se reproducirán. Les darán lectura en las delegaciones miembros de la comisión encargada de recoger los papeles de Ilich. Por tanto, quedan muy claros varios hechos que importa consignar para restablecer la verdad histórica. Primero, que los militantes asistentes al Congreso escucharon las opiniones de Lenin sobre los miembros de la dirección. Segundo, que, a pesar del contenido del mensaje, confirmaron a Stalin en el cargo de Secretario General. Tercero, que alguien, violando los acuerdos de no reproducir el mensaje, hicieron copias del mismo que llegaron a manos de los imperialistas.
Por ello, y para terminar con la leyenda, dado que los imperialistas conocían el texto, había que darlo a conocer también a las masas, por lo que, en diciembre de 1927, el XV Congreso del Partido agregó el segundo fragmento a las actas y acordó publicar todos estos apuntes en las Recopilaciones Leninistas. Así que la Carta al Congreso no sólo se conoció sino que se publicó y difundió. En este punto el Informe secreto de Jruschov no era ninguna novedad. Que en manos de los revisionistas, como en las de los imperialistas, la Carta al Congreso haya ganado tanto aprecio sólo explica por su previa manipulación, de la que pretenden extraer falsas conclusiones.
Otro de los últimos escritos de Lenin, ideal para comprender su concepción sobre Stalin, es su Contribución al problema de las naciones o sobre la autonomización, un artículo dictado el 30 y 31 de diciembre de 1922 en el que Lenin responde al grave problema planteado en Georgia entre dos posiciones divergentes que surgieron con motivo de la formación de la URSS entre Ordjonikidze y Mdivani. La discusión versaba sobre si Georgia debía adherirse a la URSS directamente, como República independiente, o a través de la República de Transcaucasia de la que formaba parte. La política del Partido bolchevique en la región consistía en reforzar la cohesión de las repúblicas de Transcaucasia y prevenir posibles choques entre ellas, mientras que Mdivani -que tenía mayoría en la dirección del Partido Comunista de Georgia- frenaba, de hecho, la agrupación económica y política de las repúblicas de Transcaucasia y procuraba preservar el particularismo de Georgia, haciéndole el juego al nacionalismo burgués, a los mencheviques georgianos.
Lenin criticó las concepciones de Mdivani pero dijo que también Ordjonikidze había mostrado poca flexibilidad en la aplicación de la política nacional del Partido en Georgia. Había cometido errores de mera administración, había emprendido acciones precipitadas en la aplicación de la línea y no siempre contaba con la opinión de la dirección del Partido Comunista de Georgia. No había dado pruebas de cautela en las relaciones con el grupo de Mdivani, hasta el punto de que, al sentirse ofendido por uno de los adeptos del grupo de Mdivani, le dio un golpe. Entonces los partidarios de Mdivani dimitieron de la dirección y dirigieron una queja al Comité Central del Partido bolchevique. El 25 de noviembre de 1922 el Buró Político adoptó el acuerdo de enviar a Georgia una comisión encabezada por Dzherzhinski para que examinara aquella queja. El 12 de diciembre Dzherzhinski regresó a Moscú y ese mismo día Lenin tuvo una larga entrevista con él. Lenin relacionaba el problema georgiano con el problema general de la formación de la URSS y se mostraba preocupado por la aplicación consecuente de los principios del internacionalismo proletario en la formación de un Estado federal como la URSS. En la carta Contribución al problema de las naciones o sobre la autonomización Lenin criticó a Ordjonikidze y estimó también que la comisión de Dzherzhinski no había sido imparcial en la investigación del conflicto georgiano. Pero atribuía la responsabilidad política de todo eso a Stalin y a Dzherzhinski: Me temo que en esto han tenido un efecto fatal la precipitación y las aficiones administrativas de Stalin, así como su enconamiento contra el decantado socialnacionalismo. Lenin no respaldaba a Mdivani, defendió la Federación de Transcaucasia así como la formación de la URSS pero estimaba que el peligro principal radicaba en el chovinismo ruso de gran potencia y opinaba que la lucha contra este último recaía sobre los hombros de los comunistas de la nación dominante. Por eso, aún defendiendo la misma posición, Lenin centró la crítica en los errores de Stalin, Dzherzhinski y Ordjonikidze, curiosamente, dos georgianos y un polaco a quienes exige un cuidado exquisito en el tratamiento del problema nacional para superar los recelos y los agravios del pasado. A pesar de que no había más que una falta de tacto, Lenin propone sancionar ejemplarmente a Ordjonikidze y se plantea retroceder en la formación de la URSS, limitándola a los aspectos militar y diplomático para dejar a los Estados federados todas las demás competencias.
El 16 de abril de 1923 la taquígrafa Fotieva envió la carta de Lenin al Buró Político, que fue leída en el XII Congreso del Partido. En consonancia con sus indicaciones, se introdujeron varias modificaciones al proyecto de acuerdo del Congreso sobre el problema nacional.
Un tercer texto dictado por Lenin en sus últimos días es el artículo Cómo tenemos que reorganizar la Inspección Obrera y Campesina (Propuesta al XII Congreso del Partido), asunto estrechamente relacionado con la Carta al Congreso. Lenin dictó el guión a principios de enero de 1923 y luego, el 9 y el 13 de enero, su primera variante bajo el título ¿Qué debemos hacer con la Inspección Obrera y Campesina?.
Los días 19, 20, 22 y 23 de enero dictó la segunda variante, la definitiva.
En estos artículos Lenin declara que Stalin puede y debe ser mantenido en su cargo y que los miembros de la Comisión Central de Control, un órgano del Partido, que debían ser incluidos en la Inspección, un ministerio, le deben acatamiento. Esto significaba que, en contra de lo expuesto en la Carta al Congreso, las atribuciones de Stalin se iban a ampliar.
Sobre la base de las indicaciones de Lenin, el Comité Central celebrado del 21 al 24 de febrero aprobó con varias enmiendas las tesis para el mejoramiento de la dirección del Partido y adoptó el acuerdo de poner el problema de organización como punto especial de la agenda del XII Congreso. (*)
SOBRE LAS CUESTIONES DE HISTORIA EN RELACIÓN A LA REVOLUCIÓN RUSA
"AlejoSola"//1º Antropología Soc. Cult.
LOS DOCUMENTOS A ANALIZAR:
Carta de Lev Tólstoi al Zar Nicolás II. 16 de enero de 1902.
"Querido hermano: Este calificativo me parece el más conveniente porque, en esta carta, me dirijo menos al emperador y al hombre, que al hermano. Y, además, os escribo casi desde el otro mundo, encontrándome en espera de una muerte muy próxima. (...)
Una tercera parte de Rusia está sometida a una continua vigilancia policíaca; el ejército de policías conocidos y secretos aumenta sin cesar; las prisiones, los lugares de deportación y los calabozos están repletos; aparte de doscientos mil criminales de derecho común, hay un número considerable de condenados políticos entre los cuales existen ahora multitud de obreros. La censura con sus medidas represivas ha llegado hasta un grado tal que no alcanzó en los peores momentos de los años que siguieron al de 1840. Las persecuciones religiosas no fueron nunca tan frecuentes ni tan crueles como lo son ahora, y cada vez van siendo más frecuentes y más crueles.
En las ciudades y en los centros industriales se han concentrado las tropas, que armadas de fusiles se han enviado contra el pueblo. En algunos puntos ya se han producido choques y matanzas y en otros puntos se preparan, y su crueldad aun será mayor.
El resultado de toda esta actividad cruel del gobierno, es que el pueblo agricultor, los cien millones de hombres sobre los cuales está fundada la potencia de Rusia, a pesar de los gastos del Estado que crecen considerablemente, o mejor dicho gracias a este crecimiento del presupuesto, se empobrecen de año en año, de manera que el hambre ha llegado a ser el estado normal, como igualmente el descontento de todas las clases y su hostilidad para el gobierno.
La autocracia es una forma de gobierno que ha muerto. Tal vez responda aún a las necesidades de algunos pueblos del África central, alejados del resto del mundo, pero no responde a las necesidades del pueblo ruso cada día más culto, gracias a la instrucción que va siendo cada vez más general. Así es que para sostener esta forma de gobierno y la ortodoxia ligada a él, es preciso, como ahora se hace, emplear todos los medios de violencia, la vigilancia policíaca más activa y severa que antes, los suplicios, las persecuciones religiosas, la prohibición de libros y de periódicos, la deformación de la educación, y en general de toda clase de actos de perversión y crueldad. Tales han sido hasta aquí los actos de vuestro reinado (...)"
Rosa Luxemburgo. Artículo publicado en el periódico espartaquista Rate Fahne. 14 de enero de 1919.
“¿Se podía esperar, del presente enfrentamiento, una victoria decisiva del proletariado revolucionario, se podía dar por sentado la caída de los Ebert-Scheidemann (2) y la instauración de la dictadura socialista? Ciertamente no, si no se tiene en cuenta todos los elementos que determinan la respuesta. Basta con poner el dedo en la llaga sobre la situación actual de la revolución; la falta de madurez política de la masa de soldados que continúan tolerando los abusos de sus oficiales y son utilizados con fines contrarrevolucionarios, sólo esto prueba que la posibilidad de una victoria duradera de la revolución no era posible (…).
Los campos, de donde ha partido un elevado porcentaje de la masa de soldados, continúan estando poco más o menos al margen de la revolución. Incluso Berlín está poco más o menos aislado del resto del Reich. En algunas provincias -en Renania, en la costa del mar del Norte, en Brunswick, Sajonia, Wurtemberg-, los focos revolucionarios están en cuerpo y alma al lado del proletariado berlinés. Pero lo que falla es la coordinación del movimiento, la acción común que diese a los impulsos y a las luchas de la clase obrera berlinesa una mayor eficacia.”
Declaración de los marineros sublevados de Kronstadt. 8 de marzo de 1921.
“Mediante la Revolución de Octubre la clase trabajadora había esperado lograr su emancipación. Pero el resultado ha sido una mayor esclavización de los seres humanos. El poder de la monarquía, con su policía y su gendarmería, ha pasado a manos de los usurpadores comunistas, que han dado al pueblo no la libertad sino el constante temor de ser torturados en la Checa (...).
A través del control estatal de los sindicatos han encadenado a los trabajadores a sus máquinas. (...) A las protestas de los campesinos, expresadas en alzamientos espontáneos, y a las de los obreros, cuyas condiciones de vida les han empujado a la huelga, han respondido con ejecuciones en masa y un derramamiento de sangre que excede incluso al de los generales zaristas. La Rusia de los trabajadores, la primera que levantó la roja bandera de la liberación, está empapada en sangre.”
Es necesario un cambio total en la política del gobierno. En primer lugar, los obreros y campesinos necesitan libertad. No quieren vivir según los decretos bolcheviques, sino decidir por sí mismos su destino. Exigid firmes y organizadamente: liberación de todos los detenidos obreros socialistas e independientes; levantamiento de la ley marcial; libertad de expresión, prensa y reunión para todos los trabajadores; nuevas elecciones libres de los consejos de fábricas, sindicatos y soviets.
En vista de los hechos y de que los actuales soviets no reflejan la voluntad de los obreros y campesinos, deben ser votados enseguida de nuevo con previa propaganda libre. Libertad de expresión y prensa para los obreros, campesinos, anarquistas y socialrevolucionarios de izquierdas, libertad de asociación para los sindicatos y asociaciones campesinas, liberación de todos los prisioneros de los partidos socialistas y de los obreros, campesinos, soldados y detenidos a raíz de sus movimientos. Supresión de todas las secciones políticas de la Armada, ya que ningún partido aislado debe tener derechos especiales para propagar sus ideas (…) Libre derecho de usufructo de los campesinos sobre su tierra y el derecho a conservar el ganado mientras no se ocupen en un trabajo asalariado.
La makhnovschina en Ucrania
La libertad de los campesinos y de los obreros les pertenece, y no puede ni debe sufrir restricción alguna. Corresponde a los propios campesinos actuar, organizarse, entender en todos los dominios de la vida, siguiendo sus ideas y deseos. Los makhnovistas sólo pueden ayudarlos, dándoles consejos y opiniones, pero no pueden, pero no pueden ni quieren, en ningún caso, gobernarlos.
…
En la región donde opere el ejército makhnovista (según las necesidades de la lucha contra los blancos), la población obrera y campesina creará sus propias instituciones libres para la administración económica y política. Dichas instituciones serán autónomas y estarán ligadas federativamente –por pactos- con los organismos gubernamentales de las repúblicas soviéticas. (…)
(Rechazamos) los soviets, convertidos en organismos puramente políticos y organizados sobre bases autoritarias, centralistas y estatistas.
Lenin. “Cartas” de 23 al 26 de diciembre de 1922, dirigidas al XIII Congreso del PCUS.
"El camarada Stalin, desde que llegó a secretario general, ha concentrado en sus manos un inmenso poder, y no estoy seguro de que siempre sepa utilizarlo con prudencia.(...) Stalin es demasiado brutal, y este defecto, tolerante en las relaciones entre comunistas, es inadmisible en el puesto de secretario general. También propongo a los camaradas en la forma de desplazar a Stalin y de nombrar en ese puesto un hombre que presentara, desde ese punto de vista, la ventaja de ser más tolerante, más leal, más educado, más atento hacia los camaradas, menos caprichoso, etc.”
Stalin. Discurso en la presentación de la Constitución de 1936.
“Como veis, la clase obrera de la URSS es una clase obrera completamente nueva, desprovista de la explotación, como jamás se ha conocido en la historia de la humanidad. (...) La base de la nueva Constitución está en el sostenimiento de los principios del socialismo, y por tanto de la socialización de la tierra, las fábricas y todos los elementos de la producción de la desaparición de las clases explotadas. También figura la liquidación de la mísera y el lujo; desaparición de las huelgas, establecimiento del trabajo como obligación y deber y el bienestar de todo ciudadano apto para el trabajo, según la fórmula “quien no trabaja no come”. Se establece el derecho al trabajo; es decir todo ciudadano tendrá garantizado el trabajo, el descanso, la instrucción, etc. Parte nuestra Constitución del hecho de la no existencia de clases antagónicas.”
CUESTIONES A CONSIDERAR:
¿ERA EL ZARISMO UNA INSTITUCIÓN SÓLIDA EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN?
Para nada. De hecho la era revolucionaria surge desde la crisis económica y estructural del zarismo en 1902 (año en que se cita la carta de Tólstoi, quizás por dichas razones críticas), por intentar asimilar una superestructura feudal a una infraestructura que le permitiese progresar en el mundo capitalista al que la casta rusa tanto admiraba; es decir, una estructura neoliberal, más avanzada que el sistema feudal.
Por combinar una contradicción estructural tan exigente, el sistema zarista comenzó a debilitarse. Si a eso le sumamos las luchas obrera por la república burguesa (desde el ámbito bolchevique en general), unidas a las luchas burguesas por ésta, entendemos que el zarismo estuviese condenado a perecer.
El apoyo total de los trabajadores a la causa bolchevique dejó claro, ya establecida la república burguesa, que no se detendrían allí, como intentaban dejar ver los mencheviques, sino que lucharían en una nueva revolución contra las fuerzas conservadoras de los 2 regímenes anteriores (burgués y feudal) aprovechando la fuerza revolucionaria que detentaba el proletariado, lo que derivó a la guerra civil que, con el resultado de la victoria obrera y campesina, acabó con la creación de la URSS.
¿EN QUÉ DIFERÍAN IDEOLÓGICA Y DOCTRINALMENTE EL PROGRAMA DE LOS MILITARES DE KRONSTAD, EL MAKHNOVISTA Y EL BOLCHEVIQUE?
Verdaderamente, para un análisis correcto de la cuestión, tenemos que pensar quiénes eran los marineros de Kronstadt y su posición en la revolución desde un principio, luego compararlos a la minoría makhnovista, y luego a la situación en que se encontraba el Partido Bolchevique en la época tocante a 1921. Así, me veo obligado a una previa evalucación, aclaración, explicación, etc... de los documentos previamente citados, para dar sentido a la respuesta directa de ésta cuestión.
Pasamos en primer lugar a situar y evaluar la revuelta de Kronstadt en la línea temporal de la Guerra Civil rusa.
Tras la imposición del comunismo de guerra por la invasión de las potencias extranjeras de la Rusia Soviética y su desarrollo por todo el período 1919-1921, el descontento popular con la pobreza generada por dicho conflicto exclusivamente se manifestó en forma de una puerta abierta para el resurgimiento de las doctrinas contrarias al leninismo de antes de la revolución de octubre de 1917.
Estas doctrinas no eran otras que el anarquismo (makhnovistas), los mencheviques (creados por la decisión un grupo minoritario de escisión en la separación del II Congreso del POSDR, ocurrida así por iniciativa del trotskismo; iniciativa menchevique -siendo éstos una minoría que no pretendía someterse a lo aprobado por la mayoría cuando se trataba de un todo del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, tratándose el nombre de los grupos pues de los términos rusos que designaban a esa mayoría, bolcheviques, y a la otra minoría separatista, mencheviques-), y los eseritas.
Aprovecharon la situación de postguerra para, en el foco más alejado del ambiente revolucionario, la fortaleza-islote de Kronstadt, suplantar la dirección bolchevique del lugar por un éxodo de campesinos anarquistas de las zonas menos desarrolladas de Rusia y al grito de “¡Sóviets sin comunistas!” (que suplantó a su previo pero ya ignorado por el proletariado “¡Abajo los sóviets!”) que se debería poner en contacto con el resto sobrante de Guardias Blancos que, por culpa de la momentánea dirección de Trotski del ejército rojo, pudieron camuflarse en las filas de éste y de la dirección bolchevique del lugar, degenerando así en el manifiesto contrarrevolucionario que la fuente nos ofrece. Si bien sabemos que éste manifiesto fue apoyado por el movimiento makhnovista que, como comprobamos en el documento, ya intentaba camuflar su discurso anterior, sin efecto ideológico alguno ya entre los trabajadores.
Además, ¿por qué, de ser correcta la causa de los marineros de Kronstadt -o de lo que quedaba de ellos si es que acaso quedaba- nadie la imitó en el resto del territorio bolchevique, cuando tuvo difusión por todos los medios de la burguesía en peligro y de los contrarrevolucionarios anarquistas?
Porque el proletariado ruso ya se conocía la verdadera causa de ésta “revolución” que en 1995 Boris Yeltsin reivindicó y santificó.
Si un estandarte del capitalismo ruso reivindicó Kronstadt, ¿no deberíamos preguntarnos acerca del verdadero carácter de clase de dicha sublevación?
Respondiendo a la pregunta, observamos que por la afluencia contrarrevolucionaria dentro de la dirección del sóviet de Kronstadt, ya fuese por la filtración de “blancos” debida a la negligencia de Trotski (retirado por amovilización miliciana de su puesto en el ejército en 1920 por el intento de realizar una “ofensiva” suicida hacia una zona controlada por los generales del ejército blanco, en concreto tras los Urales de Denikin, atravesándolos cuando gente como Stalin defendía que era mejor atravesar la cuaneca del Donetsk, de mayoría poblacional no hostil al Ejército Rojo) en venganza por la mala reputación que su contrarrevolucionarismo le estaba consiguiendo a pulso entre el proletariado ruso, o por la repentina “invasión” de campesinos anarquistas en las filas del ejército de marines de Kronstadt, que desvió el carácter de clase del sóviet del lugar.
Los pocos íntegros que quedaban en Kronstadt se embullieron en una partida de expedición hacia territorio peninsular con objeto de avisar a los sóviet bolcheviques del asunto, ya que los medios de difusión habían pasado a manos de los contrarrevolucionarios, pero, para cuando pretendieron volver, se encontraron con el caos más absoluto. Se reinstalaron por fin cuando los bolcheviques, bajo el liderazgo del General Voroshilov, reconquistaron el lugar arrebatando el control a los contrarrevolucionarios.
Podemos así mismo comprobar la similitud pasmosa del manifiesto de los marines de Kronstadt con el de los makhnovistas, que viene a reforzar mi posición de que algo tuvieron que ver estos dos.
Pero, ¿cómo pudieron entrar dichos campesinos anarquistas a formar parte integrante y mayoritaria del sóviet de Kronstadt? ¿Cómo pudo éste cambiar su posicionamiento de manera tan repentina y sorprendente?
Porque, sencillamente, la mayoría de viejos marineros bolcheviques ya habían muerto en el frente, en la heroica lucha contra el ejército blanco (y negro), por lo que una restauración del sóviet se hizo necesaria en el período 1920-21, teniendo las oficialidades mencheviques y blancas una posibilidad de oro para, junto al anarquismo, hacerse mayoría en el sóviet de Kronstadt con sus negras consecuencias para ellos mismos, a sabiendas de que era un suicidio provocar al Ejército Rojo en un momento tan sumamente delicado. Como decía Stalin, “no se puede hacer la revolución con guantes de seda”.
Aún así, no se cortaron ni un pelo y siguieron su táctica, consecuyendo en un movimiento huelguístico que derivó en la revuelta contrarrevolucionaria de Kronstadt, y todo una semana antes del X Congreso del PCBR, que no dudó en enviar las milicias del Partido en contra de la sublevación, al mando del general Voroshilov, que tomaron por asalto la fortaleza en nombre de los marineros bolcheviques, viejos y heroicos inquilinos de la misma, para restaurar el sóviet que en ella existía.
Justo después de la lucha de Kronstadt y ya en el X Congreso, se aprobó el plan económico que debería, según la Constitución de 1918, desarrollar la infraestructura capitalista en poco tiempo bajo una superestructura evolutiva de poder obrero que se culminó en 1936 con la nueva Constitución, mal citada en el fragmento.
Sobre la makhnovshina: movimiento anarquista arraigado en los ignorantes y cosacos principalmente de Ucrania, que conformaron la mayoría del "ejército" negro, que, en la Guerra Civil rusa, funcionó como un aliado del Ejército Imperialista (blanco) a modo de guerrillas para intentar dinamitar a los bolcheviques y al Ejército Rojo. De hecho, "La makhnovtchina" es un himno de los cosacos ucranianos que sirvieron al ejército blanco: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Tiene gracia que esté en francés, lengua de la aristocracia rusa.
Allí donde la makhnovtchina conquistaba un territorio, allí donde ejercían el mayor caos posible: carencia organizativa, individualismo, venta del campesino (único modelo de trabajador viable en el anarquismo) a las condiciones metereológicas y bélicas, etc... No es de extrañar que allí donde pisaba este movimiento, el reestablecimiento del poder blanco era más sencillo: se encontraban los imperialistas con la pasividad y la falta de cohesión: era como entrar en un gallinero.
Pasaremos a citar, a continuación, el discurso íntegro según se registró en los archivo de la Unión Soviética abiertos en 1989 por decisión de Mijaíl Gorbachov.
EL DISCURSO REAL DE STALIN:
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(STALIN, I.;: “Los resultados del primer plan quinquenal”, Obras completas, Ed. Lenguas extranjeras, Pekín, 1975)
Vemos así una prueba de a qué tipo de huelgas se refería Stalin: a las contramanifestaciones kulak, contra las protestas apoyadas por el PCUS de los campesinos pobres contra el resto del régimen de propiedad privada que restaba a la época.
El historiador Mijaíl Kilev prosigue al respecto:
“[…] Stalin dijo también que los elementos contrarrevolucionarios se han introducido principalmente en el campo, donde no hay clase obrera, donde los campesinos eran analfabetos, y donde los kulaks, más cultos y experimentados en su influencia sobre ellos, pueden encontrar a gente acabada que, por una botella de vodka, son capaces de incendiar almacenes de grano, haciendo así que le falte el pan al ejército y al pueblo. Esta destrucción trae el hambre en las ciudades que se va transformando en descontento y en divorcio con el poder.
A continuación, Stalin dice: «Algunos camaradas han comprendido el hecho de la destrucción de las clases, de la creación de una sociedad sin clases, como argumento de la tesis del debilitamiento de la lucha de clases -una teoría que es contrarrevolucionaria-. Esta gente no puede tener nada en común con nuestro Partido. Son renegados e hipócritas que hay que expulsar del Partido. No se alcanzará la eliminación de las clases con el debilitamiento de la lucha de clases, sino con su amplificación hasta el aniquilamiento definitivo de los restos de las clases agónicas, y organizando la defensa del país contra el cerco capitalista que no está como para ser aniquilado».” (KILEV, M.; Khrushchev y la desintegración de la URSS, PCU(m-l), 2002)
Con ese panorama era normal y dentro de lo lógico prever el comentario de Stalin al respecto, si bien sí que se produjeron, para contrarrestar dicha respuesta kulak, manifestaciones y huelgas en el sector privado de la economía, apoyadas por el PCUS, como dijimos, para aniquilar dicho sector y con éste, el parasitismo económico de la burguesía que restaba para poder avanzar en pos de la propiedad socialista, koljós y sovjós. Éstas son a las que nos referíamos con las manifestaciones que los kulak (organizados por los contrarrevolucionarios de la época que por entonces se resumían en revisionistas trotskistas y en anarquistas) intentaban contrarrestar defendiendo a pecho abierto su régimen de parasitismo.
Como sabemos, este glorioso camino se vio destruido por la iniciativa de Khrushchev ya en 1956, con la aprobación de las Tesis del discurso secreto del XX Congreso del PCUS, tras el parón generado por la II Guerra Mundial en el aspecto de la evolución hacia el comunismo que Stalin aludía en el discurso constitucional y que de hecho se estaba comprobando día a día por un proletariado cada vez más empoderado y libre . Veamos cómo trata ésto Mijaíl Kilev (íbid):
“[...]Pero Jruschov no entendió esto, o no quiso entenderlo. Olvidando en 1956 las contradicciones históricas en las cuales el capitalismo o el socialismo se llevará el gato al agua, olvidando por consiguiente, la lucha de clases a nivel internacional [...] Según Jruschov, la contradicción principal entre las clases habría sido resuelta, a consecuencia de los enormes éxitos de la edificación socialista, de ahí la conclusión de que la lucha de clases debía atenuarse para desaparecer definitivamente. Según Jruschov, el cerco capitalista y la política agresiva imperialista hacia la URSS, no eran factores que podían activar, amplificar y agudizar la lucha de clases en la URSS en la fase transitoria del capitalismo al comunismo: el socialismo. Jruschov no había asimilado lo que Lenin y Stalin preveían y avisaban, justamente, el peligro para la URSS del cerco capitalista1. En 1956, en la época de su informe a la «sesión secreta» del XX Congreso, poseía suficiente información y datos para poder admitir las características particulares de la lucha de clases en la época del imperialismo.
En primer lugar, para esto había que reconocer que la lucha de clases habría alcanzado un carácter internacional que sobrepasaba las fronteras nacionales, y que los países capitalistas eran solidarios entre ellos para debilitar y destruir al socialismo2.
Había que tener en mente la solidaridad de la burguesía alemana y francesa, quienes en la primavera de 1871, superando sus hostilidades de Estados en guerra, y unidos por su odio de clase hacia la Comuna de París, la aplastaban con una crueldad inaudita. Con este fin, el vencedor Bismarck, liberó a 100 000 rehenes del ejército francés para permitirles dirigirse con su armamento hacia París, donde se defendía la Comuna.
Y la burguesía francesa, para agradecer a Bismarck su solidaridad de clase, devolvió 100 000 hombres armados, apresados en la Primera Guerra Mundial, para reprimir a las formaciones soviéticas en Baviera y en Prusia.” (esto alude al documento de Rosa Luxemburgo, explicándolo en todo su ser).
Los informes son claros refiriéndose a que nadie podía creer que la lucha de clases en la URSS de los años 30 pudiese haberse destruido; seguía más fuerte que nunca, pero a favor de la clase obrera, empoderada a raíz del socialismo, tras un período de “calma” que vino a ser la NEP y sus consecuencias secundarias (incremento de la economía privada, capitalismo, etc...), contra las que la constitución de 1936 estaba llamada a luchar hasta al final.
Como vemos, Stalin nunca en su vida negó la existencia de contradicciones supervivientes en el seno de la sociedad soviética: sabía que la única forma de contrarrestarlas y hacerlas desaparecer era hacer evolucionar la voluntad de los intereses de la clase obrera gobernante; es decir, pasaba por transformar los antiguos sóviet por distrito/localidad/óblast/nación/supremo en la siguiente ordenación: sindicalidad/localidad/óblast/nación/supremo, si bien el supremo en ambos casos se dividía en sóviet central y sóviet político, siendo ambos dos representantes de todas las organizaciones del pueblo y del Partido respectivamente, si bien el Partido debía formar parte para sobrevivir de los mismos sóviet sindicales, para dar a entender que debían de desarrollar un trabajo en una colectividad para poder ganar un sueldo, si estaban en facultades de realizar trabajo alguno. Este paso evolutivo era el que la nueva constitución reflejaba.
Relativamente al sueldo, podemos citar como otro avance inmenso de la Constitución las tan repetidas y por primera vez puestas en práctica por el marxismo leyes de la remuneración socialista, que comenzaron a cobrar vida tras la desmantelación de la NEP por necesidades históricas de la clase obrera (necesidades históricas que así mismo generaron el requerimiento de dicha NEP tras la guerra civil rusa).
Son las siguientes, atenidas a la regla de: “percibes lo aportado al producto socialmente justo según tus méritos en dicho proceso” (MANDEL, E.; Iniciación a la economía marxista, Partido del Trabajo Belga, Bruselas, 1978)
Así, cobras según tus...: (MARX, K. Manifiesto Comunista, El Capital, Miseria de la filosofía, Manuscritos de economía y filosofía, Eds. Fontana (Barcelona, 2009), Akal (Madrid, 2012), EDAF, (Madrid, 2004) y Alianza (Madrid, 1980))
·Capacidades de desempeñar un trabajo:
-Se comprueban informes médicos, grado de discapacidad desprendido del estudio de los mismos, y tu rendimiento medio en tu trabajo, para delimitar cuánto puede ser retocada tu jornada laboral máxima/mínima para que se acomode a tus requisitos, cumpliendo la primera parte de la regla de oro marxista “de cada cuál según su capacidad, a cada cuál según su trabajo”, si bien la segunda parte de ésta es la siguiente a tratar.
·Cantidad de trabajo realizado (en tiempo de trabajo):
-Una vez se determinase por aproximación tu jornada máxima/mínima de acuerdo a tus capacidades, te desarrollas como ser humano (“el trabajo universal es lo que nos hace completarnos como seres sociales”, MARX, K.; Manuscritos de economía y filosofía, Ed. Alianza, Madrid, 1980) en una colectividad regida por los preceptos destacados de la obra de Makarenko, “El poema pedagógico”, que corresponden una mera evolución práctica de los ya perpetuados por Marx y Engels, para determinar un trabajo total por sindicalidad (sóviet sindical), anotado en su proceso de producción, y un trabajo individual total determinado por el tanto por ciento de tu jornada laboral predeterminada máx/mín. que hubieses completado, que, unido a incrementos porcentuales relativos a los 2 últimos sub-apartados que trataremos, determina tu salario en sí, que no se enfrentará a tasas ni a intereses privados por la previa abolición necesaria de la propiedad privada sobre los medios de producción (hecho recogido en la constitución soviética de 1936, que nos ha llamado al tema)
·Calidad de dicho trabajo ligada al primer precepto:
-Podías ver un ligero incremento de tu remuneración de hacer un trabajo excelente, y al contrario, si las condiciones en que se realizaron fueron objetivas: es decir, no se podría reprendir a un campesino que produjese poco y mal durante la quema de campos de la revuelta kulak en los años 30, porque dicho ambiente carecía totalmente de atisbo alguno de objetividad; es decir, porque fue provocado por un agente externo a los trabajadores.
·Dificultad y dureza del trabajo ejercido:
-En la URSS de ésta época, se dividían los trabajos en dificultades según 3 grados: A, B y C. (KUUSINEN, O.; Manual de Marxismo-Leninismo, Ed. Cooperativas de los obreros exranjeros en la URSS, 1960)
Si tu trabajo era de grado A, la jornada a la que tus capacidades moldearían sería de 8h máximo/4 mínimo.
Si tu trabajo era de grado B, la jornada a la que tus capacidades moldearían sería de 6h máximo/3'3 mínimo.
Si tu trabajo era de grado C, la jornada a la que tus capacidades moldearían sería de 4h máximo/2'5 mínimo.
(aproximaciones)
Podías ver así mismo “sub-grados”en función a la cantidad de trabajo socialmente necesario para producir algún tipo de bien, existentes entre los diferentes grados ya mencionados y establecidos. Pondré un ejemplo.
Un trabajador de extracción de diamantes y un minero están ambos en el grado C, pero como para encontrar un diamante se requiere mayor tiempo de trabajo que para un trabajo normal de minería, el salario percibido por el primer trabajo sería mayor que por el segundo.
En sí se podría decir que cada grado de trabajo correspondía a una mayor necesidad de trabajo para producir un mismo valor de uso abstracto, siendo A el grado en que ésto era menor y C en el que ésto era mayor, con sus subdivisiones de grados entre los mismos grados como el ejemplo anterior daba a saber.
Un trabajador que presentase más de un 30% de discapacidad podría trabajar sólo en trabajos del grado A, sin llegar al B, con todos sus “sub-grados”, mientras que era ilegal trabajar con más de un 36% de discapacidad a no ser que mostrases tu voluntad para ello, si bien cobrabas de la seguridad social por no poder trabajar (el sistema de seguridad social fue pionero de la URSS ya desde tiempos de la NEP, y se conoció por su máxima eficacia).
·Responsabilidad social de dicho trabajo para la construcción del socialismo:
-Se resume éste principio en que, de desempeñar un trabajo que requiriese una mayor responsabilidad social, como profesores, médicos, campesinos, obreros de fábrica, etc..., verías un plus salarial en tu remuneración, más que de ser, por ejemplo, limpiador o asistente de limpieza.
Como vemos, la falacia de que todos tenían que trabajar sí o sí y ya de paso la de que todos cobraban igual queda desmentida en las obras de Marx, Engels, Lenin, y Stalin.
Toda la información pertinente para tu remuneración quedaba recogida y anotada por códigos en una cartilla de trabajo, que funcionaba igualmente como el actual DNI español, pasaporte, etc... presentando diferentes secciones en volúmenes diferentes. Se renovaba en el edificio de la banca pública cuando fuese menester.
Podemos comprobar así que el lema “quien no trabaja no come” no puede, pues, entenderse como un precepto absoluto. Verdaderamente en el fragmento citado se sacó de contexto y se pierde su significación esencial, que hace referencia al tema del parasitismo económico capitalista: quiere decir que quien no aporte nada al producto socialmente justo, y esté en capacidades para ello, no podría pues obtener más que lo ínfimamente básico que sobrase de la repartición del resto del producto en comercio y consumo de los propios productores y prestadores de servicios mediante las retribuciones previamente mencionadas. Así los burgueses deberían abandonar su condición como tales para engrosar las filas del trabajo socialista.
Era la medida más acertada para el momento, y contribuyó a la paulatina desaparición de los kulak o clase terrateniente, única clase antes poseedora superviviente a la colectivización de 1934, y que por culpa de las guerras civil española y segunda mundial nunca se pudo derrotar, al superar dichos quehaceres al sóviet supremo de la URSS y al procedimiento de traición y conspiración que llevaba descubriéndose desde que la NEP se asentó y, con ella, el trotskismo como contrarrevolución en el seno del Partido.
Pasemos ahora a la citación de Lenin.
¿Cómo podría Lenin haberse referido a Stalin como “el poder que ha concentrado” (presuponiendo que ésto fuese, antihistóricamente, cierto) en 1922? ¿Qué posición ocupaba Stalin por el momento? ¿Y Lenin? Analicemos detenidamente la cuestión circundante.3
En la biografía de Stalin, los tergiversadores de la historia han supuesto que los últimos artículos de Lenin, dictados durante su enfermedad, constituían un verdadero testamento enfilado contra Stalin que demostraría un deterioro de las relaciones personales y políticas entre ambos. En contra de lo que replicó a Preobrajenski en el Congreso de marzo, Lenin se habría apercibido tardíamente de que Stalin asumía un cúmulo importante de funciones en el Partido y en el nuevo Estado, y no era el más capacitado para los tres cargos que ocupaba: ministro de las Nacionalidades, ministro de la Inspección Obrera y Campesina y Secretario General del Partido. Habría tratado de prevenir a sus camaradas de ello para que desplazaran a Stalin de sus funciones. La veracidad de esas Cartas, así como de los escritos de Lenin elaborados durante su enfermedad, ha sido puesta en duda recientemente por Sajarov en el periódico ruso Molnia, afirmando que se trata de otras tantas falsificaciones fabricadas por la oposición minoritaria dentro del Partido. El cúmulo de extrañezas que rodean esta última etapa de la vida de Lenin, que en definitiva ponen de manifiesto la intensa lucha política e ideológica en que estaba sumido el Partido bolchevique, exige como mínimo analizar pormenorizadamente todos y cada uno de esos escritos que, con reservas, tenemos aquí por auténticos. Pero por más que esos últimos escritos de Lenin no sean falsos, tampoco se los puede considerar como un testamento porque es impropio de comunistas dejar expuesto lo que otros camaradas deban hacer en circunstancias que es imposible prever de antemano. Resulta de todo punto inaceptable que Lenin, como si de una monarquía se tratara, dejara dispuesto para después de su muerte lo que los militantes del Partido debían acordar en su ausencia. Lenin no obró de ese modo ni siquiera en vida. Además, nadie transmite lo que no tiene, y Lenin no podía designar sustituto para la Secretaría General del Partido porque él no lo era; a su muerte no quedó vacante esa función sino la de miembro del Buró Político, en el que fue sustituido por Bujarin. La otra función que Lenin tuvo en la Rusia soviética fue la de Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo y, ya durante su enfermedad, le sustituyeron Tsurupa y Rikov. Stalin jamás ocupó ese cargo hasta la II Guerra Mundial y parece ocioso recordar que por más que dirigiera dos ministerios, en ese puesto no era más que un subordinado del Presidente del Consejo. Si en algún momento Lenin consideró que Stalin no era la persona más adecuada para desempeñar el papel de Secretario General del Partido bolchevique, los militantes tuvieron ocasión de conocer su criterio y, a pesar de ello, mantuvieron su decisión de que continuara al frente del Partido.
Naturalmente hay otro papel mucho más trascendental que Lenin cumplía: el de dirigente comunista del Partido y del proletariado. Salvo el de miembro del Comité Central, Lenin no necesitó ningún cargo dentro del Partido para que sus directrices fueran seguidas por todos los demás militantes. Para eso no había ningún sustituto.
No hubo más que un Lenin, un dirigente respetado y reconocido que nunca necesitó imponerse por la via disciplinaria. No sólo los bolcheviques sino todos los revolucionarios del mundo quedaron huérfanos cuando él falleció. No había testamento capaz de suplir ese hueco. En todas las entrevistas que concedió, cuando a Stalin le preguntaban si se consideraba el heredero de Lenin, respondió negativamente: él no era Lenin, sólo era un alumno de Lenin.
El asunto, tal y como ha quedado planteado por el trotskismo y la burguesía, es aún más absurdo, habida cuenta de que en el Partido bolchevique el Secretario General no era un dirigente al que todos debieran ninguna clase de obediencia. La dirección era colectiva y las pautas las marcaba el Comité Central, tanto en la época en la que Lenin vivía como después de su muerte. Pueden ponerse numerosos ejemplos en los que el voto de Lenin y Stalin quedó en minoría y fueron otras las decisiones adoptadas contra su criterio. Ahora bien, Trotski tenía otra concepción del Partido. Creía que si él era nombrado heredero de Lenin, podría por fin imponer sus criterios y todos los demás estarían obligados a cumplir sus órdenes. Esa presunción de ocupar el vacío de Lenin estaba en Trotski y en ningún otro militante bolchevique, como lo prueba ampliamente en su biografía de Stalin. Por eso habla de un forma verdaderamente aberrante y despreciativa de sus propios camaradas como segundones y testaferros. Por encima de ellos, en el lenguaje de Trotski, estaban los jefes que, a espaldas de los demás, conspiraban y se apuñalaban por la espalda para quedarse con la herencia. Trotski trató de aprovechar aquellos difíciles momentos en que Lenin estaba incapacitado para modificar la línea del Partido. Pretendió hablar en nombre de Lenin, exponer las auténticas ideas de Lenin que, según él, comenzaban a ser tergiversadas. Él había ingresado en el Partido bolchevique, pero no había modificado ni un ápice sus viejos principios mencheviques, no había rectificado y únicamente pretendía introducirlos en el seno del Partido. Para ello había que falsificar el leninismo y sustituirlo por el trotskismo. Trotski sabía que, por sí misma, su línea no podía cuajar, así que había que poner en boca de la máxima autoridad bolchevique sus propias tesis. La trascendencia que Trotski y Jruschov (y tras ellos toda la burguesía imperialista) dieron a los últimos escritos de Lenin es lo único que justifica un análisis algo pormenorizado de ellos. Esos escritos se divulgaron -a diferencia de otros que fueron acallados- porque el trotstkista estadounidense Max Eastman vendió el texto de Lenin al New York Times a cambio de una buena cantidad de dólares. No deja de resultar curioso que este mismo periódico, portavoz de los imperialistas estadounidenses, fuera el primero en publicar tanto el testamento como el Informe secreto de Jruschov. Sin embargo, en aquellos primeros momentos Trotski no reconoció la existencia de ningún testamento e incluso desmintió públicamente a Eastman en una carta dirigida al New York Daily Worker el 8 de agosto de 1925, al igual que Krupskaia. Pero luego, en su biografía de Stalin, no sólo alude al testamento sino que se lo inventa y, siempre a su sombra, los revisionistas y los imperialistas han continuado manteniendo esa falsificación histórica, como tantas otras. Finalmente esas cartas fueron difundidas por Jruschov en su Informe secreto ante el XX Congreso celebrado en 1956 para justificar su golpe de Estado bajo la coartada de la crítica del culto a la personalidad y tratando de separar a Lenin de Stalin, como antes había ensayado Trotski.
En esos últimos escritos aparecen afirmaciones nada habituales de Lenin e incluso contradictorias entre sí, por lo que deben tomarse en cualquier caso con suma cautela. Es sabido que Lenin elaboraba meticulosamente todos y cada uno de sus textos, que los corregía y pulía incansablemente hasta encontrar la redacción más precisa y clara. Nada de eso pudo hacer con aquellos escritos, no sólo porque la enfermedad limitaba su capacidad de trabajo sino porque no tuvo ocasión de revisar su dictado. Ninguno de esos artículos está firmado por él, lo cual no significa que no los dictara a sus taquígrafas. NormalmenteLenin recibía la transcripción de sus dictados, los corregía y los firmaba, pero con estos últimos escritos no pudo hacerlo. Por ello mismo, esos artículos y cartas deben ser examinados con especial atención. Aquí analizaremos exclusivamente aquellos que conciernen a la leyenda creada en torno a Stalin.
El texto más conocido es la Carta al Congreso, consistente en varios fragmentos dispersos de un mensaje dirigido al Congreso del Partido cuyo dictado Lenin inició el 23 de diciembre de 1922 y terminó el 4 de enero del año siguiente. En ella se abordan dos cuestiones distintas. Una primera es el aumento del número de miembros del Comité Central y Lenin la dictó el 23, 24, 25, 26 y 29 de diciembre de 1922. La segunda parte de la Carta al Congreso comprende las notas del 24 y 25 de diciembre de 1922 y el 4 de enero de 1923, conteniendo una caracterización subjetiva de algunos miembros del Comité Central.
El mensaje estaba promovido por el temor de Lenin a una escisión y a las pequeñas intrigas, por lo que el Comité Central ganaría en estabilidad ampliándose de 27 a 100 miembros. El mayor peligro de escisión proviene, según dice Lenin, de Stalin y Trotski, de los cuales hace la siguiente caracterización, que citaremos íntegra y literalmente: El camarada Stalin, llegado a secretario general, ha concentrado en sus manos un poder inmenso y no estoy seguro de que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia. Por otra parte, el camarada Trotski, según ha probado ya su lucha contra el CC con motivo del problema del Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación, no se distingue únicamente por dotes relevantes. Personalmente, quizá sea el hombre más capaz del actual CC, pero está demasiado ensoberbecido y se deja llevar demasiado por el aspecto puramente administrativo de los asuntos [...] Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de secretario general. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc. Esta circunstancia puede parecer una pequeñez insignificante, pero creo que, desde el punto de vista de prevenir la escisión y de lo que he escrito antes de las relaciones entre Stalin y Trotski, no es una pequeñez o se trata de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva.
Además, conviene citar otro párrafo en el que caracteriza a Bujarin (contra el que había dedicado críticas íntegramente hacia su persona), ya que la opinión de Lenin sobre él también se ha manipulado al citarlo parcialmente: Bujarin no sólo es un valiosísimo y notable teórico del Partido, sino que, además, se le considera legítimamente el favorito de todo el Partido; pero sus concepciones pueden calificarse de enteramente marxistas con muchas dudas, pues hay en él algo escolástico (jamás ha estudiado y creo que jamás ha comprendido del todo la dialéctica).
De entrada, el examen de esta Carta causa una perplejidad inicial por el tono personal y subjetivo que Lenin adopta hacia unos cuantos dirigentes del Partido, algo absolutamente inhabitual en él. Además, en la Carta, como no podía ser de otra manera,Lenin no ordena nada a sus camaradas; hace una propuesta que éstos debían considerar. En cualquier caso, lo que deja bien claro es que no había ninguna clase de divergencias políticas entre Lenin y Stalin, que el primero apunta una serie de rasgos subjetivos de la personalidad de Stalin y el temor de que no sea precisamente el dirigente más adecuado para ocupar el cargo de Secretario General en un momento en el que está en riesgo la unidad del Partido y es necesario actuar con tacto y prudencia. Lenin hablaba de una hipotética situación futura, no del pasado y, en contradicción con lo que había manifestado en el XI Congreso, ahora opina lo mismo que Preobrajenski (un viejo dirigente trotskista): que Stalin había concentrado en sus manos un poder inmenso. Es justamente ésto lo que promueve la sospecha acerca de la falsificación del texto, ya que no es probable que Lenin hubiera cambiado de opinión tan rápidamente. Ahí hay una contradicción y esa contradicción se duplica si comparamos este texto con otro muy próximo en el tiempo: el artículo Cómo tenemos que reorganizar la Inspección Obrera y Campesina en el que Lenin propone fusionar la Comisión Central de Control con la Inspección Obrera y Campesina, un órgano del Partido con un órgano del Estado, y todo ello bajo la dirección de Stalin. Eso significaba que Stalin, como dirigente de la Inspección Obrera y Campesina seguía acumulando más competencias adicionales, porque se encargaba también de la Comisión Central de Control del Partido, es decir, que acumulaba ya cuatro cargos. Parece que Lenin había vuelto a cambiar de opinión por segunda vez, de modo que no cabe más que aceptar alguna de estas tres hipótesis: admitir un carácter vacilante y dubitativo en Lenin, afirmar que la Carta al Congreso está falsificada o reconocer que la enfermedad le había privado del uso de sus facultades mentales (con lo cual tampoco cabría atribuir validez a dicha Carta). Cualquiera de la tres opciones aumenta sospechas acerca de esta Carta, de su elaboración y su recorrido posterior.
La leyenda continúa afirmando que Stalin ocultó al Congreso esta Carta de Lenin porque le perjudicaba. Esto sí es plenamente falso. La primera parte de la Carta al Congreso sobre la ampliación del Comité Central fue enviada el mismo día a Stalin, pero no se menciona en ninguna de las actas de las reuniones del Buró Político y ni de los Plenos del Comité Central. Por eso se dice que la ocultó.
Ahora bien, no es en esa parte de la Carta donde se alude a Stalin y, aunque no se leyera la Carta, el problema que en ella se aborda, la ampliación del Comité Central, no solamente fue discutido sino que sus propuestas se aprobaron. Otra cosa sucedió con la segunda parte de la Carta, la que caracteriza a algunos dirigentes del Partido. Este fragmento tardó en llegar a la Secretaría General, esto es, a manos de Stalin, pero no por responsabilidad suya. Fue Krupskaia, la mujer de Lenin, que la tenía en su poder, la que no la entregó al Secretariado ni al Buró Político, como era su obligación, sino a Zinoviev. A su vez, éste se quedó con ella un tiempo sin darla a conocer, como también era su obligación. Hasta el 18 de mayo de 1924, unos pocos días antes de inaugurarse el XIII Congreso del Partido, Zinoviev y Bujarin no informaron a Stalin de la existencia de ese escrito. Tres días después el Comité Central, tras escuchar el informe de la comisión encargada de recoger los papeles deLenin, adoptó el siguiente acuerdo: Se dará lectura a los documentos, de acuerdo con la voluntad de Vladimir Ilich, en el Congreso, leyéndose en cada delegación y estableciendo que no se reproducirán. Les darán lectura en las delegaciones miembros de la comisión encargada de recoger los papeles de Ilich. Por tanto, quedan muy claros varios hechos que importa consignar para restablecer la verdad histórica. Primero, que los militantes asistentes al Congreso escucharon las opiniones de Lenin sobre los miembros de la dirección. Segundo, que, a pesar del contenido del mensaje, confirmaron a Stalin en el cargo de Secretario General. Tercero, que alguien, violando los acuerdos de no reproducir el mensaje, hicieron copias del mismo que llegaron a manos de los imperialistas.
Por ello, y para terminar con la leyenda, dado que los imperialistas conocían el texto, había que darlo a conocer también a las masas, por lo que, en diciembre de 1927, el XV Congreso del Partido agregó el segundo fragmento a las actas y acordó publicar todos estos apuntes en las Recopilaciones Leninistas. Así que la Carta al Congreso no sólo se conoció sino que se publicó y difundió. En este punto el Informe secreto de Jruschov no era ninguna novedad. Que en manos de los revisionistas, como en las de los imperialistas, la Carta al Congreso haya ganado tanto aprecio sólo explica por su previa manipulación, de la que pretenden extraer falsas conclusiones.
Otro de los últimos escritos de Lenin, ideal para comprender su concepción sobre Stalin, es su Contribución al problema de las naciones o sobre la autonomización, un artículo dictado el 30 y 31 de diciembre de 1922 en el que Lenin responde al grave problema planteado en Georgia entre dos posiciones divergentes que surgieron con motivo de la formación de la URSS entre Ordjonikidze y Mdivani. La discusión versaba sobre si Georgia debía adherirse a la URSS directamente, como República independiente, o a través de la República de Transcaucasia de la que formaba parte. La política del Partido bolchevique en la región consistía en reforzar la cohesión de las repúblicas de Transcaucasia y prevenir posibles choques entre ellas, mientras que Mdivani -que tenía mayoría en la dirección del Partido Comunista de Georgia- frenaba, de hecho, la agrupación económica y política de las repúblicas de Transcaucasia y procuraba preservar el particularismo de Georgia, haciéndole el juego al nacionalismo burgués, a los mencheviques georgianos.
Lenin criticó las concepciones de Mdivani pero dijo que también Ordjonikidze había mostrado poca flexibilidad en la aplicación de la política nacional del Partido en Georgia. Había cometido errores de mera administración, había emprendido acciones precipitadas en la aplicación de la línea y no siempre contaba con la opinión de la dirección del Partido Comunista de Georgia. No había dado pruebas de cautela en las relaciones con el grupo de Mdivani, hasta el punto de que, al sentirse ofendido por uno de los adeptos del grupo de Mdivani, le dio un golpe. Entonces los partidarios de Mdivani dimitieron de la dirección y dirigieron una queja al Comité Central del Partido bolchevique. El 25 de noviembre de 1922 el Buró Político adoptó el acuerdo de enviar a Georgia una comisión encabezada por Dzherzhinski para que examinara aquella queja. El 12 de diciembre Dzherzhinski regresó a Moscú y ese mismo día Lenin tuvo una larga entrevista con él. Lenin relacionaba el problema georgiano con el problema general de la formación de la URSS y se mostraba preocupado por la aplicación consecuente de los principios del internacionalismo proletario en la formación de un Estado federal como la URSS. En la carta Contribución al problema de las naciones o sobre la autonomización Lenin criticó a Ordjonikidze y estimó también que la comisión de Dzherzhinski no había sido imparcial en la investigación del conflicto georgiano. Pero atribuía la responsabilidad política de todo eso a Stalin y a Dzherzhinski: Me temo que en esto han tenido un efecto fatal la precipitación y las aficiones administrativas de Stalin, así como su enconamiento contra el decantado socialnacionalismo. Lenin no respaldaba a Mdivani, defendió la Federación de Transcaucasia así como la formación de la URSS pero estimaba que el peligro principal radicaba en el chovinismo ruso de gran potencia y opinaba que la lucha contra este último recaía sobre los hombros de los comunistas de la nación dominante. Por eso, aún defendiendo la misma posición, Lenin centró la crítica en los errores de Stalin, Dzherzhinski y Ordjonikidze, curiosamente, dos georgianos y un polaco a quienes exige un cuidado exquisito en el tratamiento del problema nacional para superar los recelos y los agravios del pasado. A pesar de que no había más que una falta de tacto, Lenin propone sancionar ejemplarmente a Ordjonikidze y se plantea retroceder en la formación de la URSS, limitándola a los aspectos militar y diplomático para dejar a los Estados federados todas las demás competencias.
El 16 de abril de 1923 la taquígrafa Fotieva envió la carta de Lenin al Buró Político, que fue leída en el XII Congreso del Partido. En consonancia con sus indicaciones, se introdujeron varias modificaciones al proyecto de acuerdo del Congreso sobre el problema nacional.
Un tercer texto dictado por Lenin en sus últimos días es el artículo Cómo tenemos que reorganizar la Inspección Obrera y Campesina (Propuesta al XII Congreso del Partido), asunto estrechamente relacionado con la Carta al Congreso. Lenin dictó el guión a principios de enero de 1923 y luego, el 9 y el 13 de enero, su primera variante bajo el título ¿Qué debemos hacer con la Inspección Obrera y Campesina?.
Los días 19, 20, 22 y 23 de enero dictó la segunda variante, la definitiva.
En estos artículos Lenin declara que Stalin puede y debe ser mantenido en su cargo y que los miembros de la Comisión Central de Control, un órgano del Partido, que debían ser incluidos en la Inspección, un ministerio, le deben acatamiento. Esto significaba que, en contra de lo expuesto en la Carta al Congreso, las atribuciones de Stalin se iban a ampliar.
Sobre la base de las indicaciones de Lenin, el Comité Central celebrado del 21 al 24 de febrero aprobó con varias enmiendas las tesis para el mejoramiento de la dirección del Partido y adoptó el acuerdo de poner el problema de organización como punto especial de la agenda del XII Congreso. (*)
Última edición por AlejoSola el Lun Ene 13, 2014 7:56 pm, editado 1 vez