En los últimos meses hemos sido testigos de la vuelta del Tíbet a nuestras vidas. Se nos ha ido bombardeando en los distintos medios de comunicación de masas con la sorprendente noticia de que la Audiencia Nacional española había decidido imputar al ex dirigente chino Hu jing Tao por el delito de genocidio. Además, en la causa se plantea que las autoridades de la República Popular China son responsables de llevar a cabo tanto “masivas esterilizaciones” como “torturas a disidentes”[1], entre otros graves delitos. El último paso, dado tan solo hace unos días, ha sido la de pedir la orden de arresto contra el ex-presidente chino Jiang Zemin [2]
Si le preguntamos a cualquier persona que resida en occidente sobre que sabe del Tíbet, seguramente nos responderá con un retrato fiel de lo que toda la propaganda nos ha inculcado durante décadas. Una tierra paradisíaca, plagada de gentes místicas que gracias a su paz interior son plenamente felices, pero que desgraciadamente sufren una cruel tiranía comunista que con su internacionalismo reprime la potencialidad de su halo “espiritual”. Si se contaba en una película de Brad Pitt está claro que debe ser verdad. Por suerte contamos con la Historia para poder analizar lo que no nos contaron, la compleja realidad tibetana del siglo XX.
En primer lugar hay que destacar la extrema situación geográfica que tiene el Tíbet, lo que ha favorecido casi total aislamiento en diversos períodos de su Historia. Con el avance de la estructuración social tibetana vino su contacto con el mundo chino. Si bien en distintos momentos el territorio tibetano perteneció a China, siempre gozó de bastante autonomía, rindiendo la oligarquía tibetana tributos al emperador de turno. Su sistema socioeconómico estaba basado en un peculiar sistema de producción feudal [3], en el cual la clase dominante formada por una minoría de señores laicos y religiosos, explotaba de forma brutal a una inmensa capa de campesinos pobres. Antes de la década de los 50 y su liberación del yugo feudal, el sistema de trabajo forzado Ulag obligaba a mujeres y hombres a un trabajo diario de más de 16 horas. Los propietarios recibían el 70% de las cosechas y ejercían un dominio total de sus siervos [4], eran considerados seres inferiores que debían guardar absoluta obediencia y ni siquiera podían mirarlos a la cara. La brutal represión contra el pueblo trabajador tibetano era una cuestión cotidiana y se podía medir en latigazos. El tráfico de esclavos era considerado la normal general en Lhasa, la capital del estado teocrático, donde se hacinaban en miserables condiciones, mujeres, hombres y niños en busca de un buen comprador.
El budismo es una filosofía-religión que carece de dios y se desarrolló a partir de las enseñanzas de Siddhartha Gautama en la India al rededor del siglo V a.n.e. Se desconoce si este fue un príncipe o un noble pero lo que sin duda está claro es el origen de clase que tiene esta Filosofia. La idea principal del budismo es la búsqueda de la extinción o vaciamiento absoluto, es decir dejar de desear. Este tipo de filosofía originada por la clase dominante busca la quietud entre las clases oprimidas mediante la falsa idea de universalidad. Es decir, todas las personas pueden alcanzar el Nirvana y lograr la extinción del deseo mediante la reflexión y el conocimiento. Sin embargo no todas las personas tienen las mismas oportunidades debido al brutal sistema servil en que viven . Esta cosmovisión conlleva un inmovilismo mediante el cual se acepta la realidad tal cual se da y se preserva la quietud, evitando a toda costa cualquier cambio revolucionario, viviendo desde la individualidad y la aceptación de la dura realidad.
Lo que no muchos saben es que “Mujer” en Tibetano se dice Kimen , que significa “nacida inferior” [5]. Considerada casi como a un animal, la mujer tibetana, era cruelmente tratada en la sociedad lamaísta. La nobleza patriarcal podía tener tantas esposas como se pudiera costear, mientras que los nobles sin tierra tenían que compartir su esposa con sus hermanos. La violencia machista se hacía notar en sus más horribles formas, siendo frecuente la quema de mujeres acusadas de brujería por profesar ritos no budistas. Está sociedad fuertemente jerarquizada necesitaba mantener en la ignorancia a la población, contando con una tasa de analfabetismo del 95% en 1950, la escritura estaba restringida tan solo a cuestiones de la elitista casta sacerdotal.
En lo alto de esta pirámide social se encontraban el Pachen-Lama (padre espiritual) y el todopoderoso Dalai-Lama que ejercía el poder terrenal. Eran al fin y al cabo los máximos responsables del genocidio continuado que sufrió el pueblo tibetano sin interrupciones desde siglos atrás hasta 1950. Nada que ver con esa amable y cálida imagen que trata de vendernos el imperialismo del destronado Dalai-Lama.
Por otra parte, retomando el hilo de la denuncia española, lo que no deja de llamar la atención es que sea precisamente un órgano directamente heredero del franquista Tribunal de Orden Público quien lleve semejante causa. Más que nada por aquello de que en España no se puede/debe investigar los crímenes del franquismo, no vaya ser que se reabran “heridas” o algún asesino acabe juzgado y condenado. Es realmente triste tener que recordar en pleno siglo XXI que estos crímenes contra la humanidad, perpetrados por un fascismo sanguinario los sufrimos durante más de 40 años de dictadura. Recordemos que fue la propia ONU la que dictaminó que “en sus orígenes, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco es un régimen fascista modelado sobre, y, en gran medida establecida gracias a la ayuda recibida de Alemania Nazi de Hitler y la Italia Fascista de Mussolini” [6]. Sin embargo las autoridades españolas que plantean penas para personas del otro lado del mundo falseando la Historia, han decidido olvidarse de que los primeros que demandamos verdad justicia y reparación están bastante más cerca. El sistema de impunidad español, blindado por los estrenados “demócratas”, aseguró por medio de la ley de Amnistía de 1977 y la constitución de 1978 que todo cambiara para que tristemente todo siguiera igual.
Carlos Vega, militante de Iniciativa Comunista d'Asturies
[1] http://www.elmundo.es/elmundo/2013/10/10/espana/1381425547.html
[2] http://www.publico.es/politica/501070/la-audiencia-nacional-emite-una-orden-de-arresto-contra-el-expresidente-chino-jiang-zemin
[3] Cantabrana, Erlantz; La otra Historia del Tibet en Breve memoria-historia (subjetiva) del siglo XX y XXI, pág 53, Editorial Templando el Acero
[4] Fierro Kalbhenn, Sebastián; La cara oculta del misticismo lamaista http://www.librered.net/?p=2982
[5] Egido Jose Antonio ;Por el pueblo de Tibet y contra el feudalismo lamaísta http://www.rebelion.org/noticia.php?id=64977
[6] Resolución 39(I) de la Asamblea General de la ONU sobre la cuestión española, 1946 http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/esp12dic46.html
http://www.iniciativacomunista.org/opinion/769-genocidio-azafran-vs-derechos-humanos
Si le preguntamos a cualquier persona que resida en occidente sobre que sabe del Tíbet, seguramente nos responderá con un retrato fiel de lo que toda la propaganda nos ha inculcado durante décadas. Una tierra paradisíaca, plagada de gentes místicas que gracias a su paz interior son plenamente felices, pero que desgraciadamente sufren una cruel tiranía comunista que con su internacionalismo reprime la potencialidad de su halo “espiritual”. Si se contaba en una película de Brad Pitt está claro que debe ser verdad. Por suerte contamos con la Historia para poder analizar lo que no nos contaron, la compleja realidad tibetana del siglo XX.
En primer lugar hay que destacar la extrema situación geográfica que tiene el Tíbet, lo que ha favorecido casi total aislamiento en diversos períodos de su Historia. Con el avance de la estructuración social tibetana vino su contacto con el mundo chino. Si bien en distintos momentos el territorio tibetano perteneció a China, siempre gozó de bastante autonomía, rindiendo la oligarquía tibetana tributos al emperador de turno. Su sistema socioeconómico estaba basado en un peculiar sistema de producción feudal [3], en el cual la clase dominante formada por una minoría de señores laicos y religiosos, explotaba de forma brutal a una inmensa capa de campesinos pobres. Antes de la década de los 50 y su liberación del yugo feudal, el sistema de trabajo forzado Ulag obligaba a mujeres y hombres a un trabajo diario de más de 16 horas. Los propietarios recibían el 70% de las cosechas y ejercían un dominio total de sus siervos [4], eran considerados seres inferiores que debían guardar absoluta obediencia y ni siquiera podían mirarlos a la cara. La brutal represión contra el pueblo trabajador tibetano era una cuestión cotidiana y se podía medir en latigazos. El tráfico de esclavos era considerado la normal general en Lhasa, la capital del estado teocrático, donde se hacinaban en miserables condiciones, mujeres, hombres y niños en busca de un buen comprador.
El budismo es una filosofía-religión que carece de dios y se desarrolló a partir de las enseñanzas de Siddhartha Gautama en la India al rededor del siglo V a.n.e. Se desconoce si este fue un príncipe o un noble pero lo que sin duda está claro es el origen de clase que tiene esta Filosofia. La idea principal del budismo es la búsqueda de la extinción o vaciamiento absoluto, es decir dejar de desear. Este tipo de filosofía originada por la clase dominante busca la quietud entre las clases oprimidas mediante la falsa idea de universalidad. Es decir, todas las personas pueden alcanzar el Nirvana y lograr la extinción del deseo mediante la reflexión y el conocimiento. Sin embargo no todas las personas tienen las mismas oportunidades debido al brutal sistema servil en que viven . Esta cosmovisión conlleva un inmovilismo mediante el cual se acepta la realidad tal cual se da y se preserva la quietud, evitando a toda costa cualquier cambio revolucionario, viviendo desde la individualidad y la aceptación de la dura realidad.
Lo que no muchos saben es que “Mujer” en Tibetano se dice Kimen , que significa “nacida inferior” [5]. Considerada casi como a un animal, la mujer tibetana, era cruelmente tratada en la sociedad lamaísta. La nobleza patriarcal podía tener tantas esposas como se pudiera costear, mientras que los nobles sin tierra tenían que compartir su esposa con sus hermanos. La violencia machista se hacía notar en sus más horribles formas, siendo frecuente la quema de mujeres acusadas de brujería por profesar ritos no budistas. Está sociedad fuertemente jerarquizada necesitaba mantener en la ignorancia a la población, contando con una tasa de analfabetismo del 95% en 1950, la escritura estaba restringida tan solo a cuestiones de la elitista casta sacerdotal.
En lo alto de esta pirámide social se encontraban el Pachen-Lama (padre espiritual) y el todopoderoso Dalai-Lama que ejercía el poder terrenal. Eran al fin y al cabo los máximos responsables del genocidio continuado que sufrió el pueblo tibetano sin interrupciones desde siglos atrás hasta 1950. Nada que ver con esa amable y cálida imagen que trata de vendernos el imperialismo del destronado Dalai-Lama.
Por otra parte, retomando el hilo de la denuncia española, lo que no deja de llamar la atención es que sea precisamente un órgano directamente heredero del franquista Tribunal de Orden Público quien lleve semejante causa. Más que nada por aquello de que en España no se puede/debe investigar los crímenes del franquismo, no vaya ser que se reabran “heridas” o algún asesino acabe juzgado y condenado. Es realmente triste tener que recordar en pleno siglo XXI que estos crímenes contra la humanidad, perpetrados por un fascismo sanguinario los sufrimos durante más de 40 años de dictadura. Recordemos que fue la propia ONU la que dictaminó que “en sus orígenes, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco es un régimen fascista modelado sobre, y, en gran medida establecida gracias a la ayuda recibida de Alemania Nazi de Hitler y la Italia Fascista de Mussolini” [6]. Sin embargo las autoridades españolas que plantean penas para personas del otro lado del mundo falseando la Historia, han decidido olvidarse de que los primeros que demandamos verdad justicia y reparación están bastante más cerca. El sistema de impunidad español, blindado por los estrenados “demócratas”, aseguró por medio de la ley de Amnistía de 1977 y la constitución de 1978 que todo cambiara para que tristemente todo siguiera igual.
Carlos Vega, militante de Iniciativa Comunista d'Asturies
[1] http://www.elmundo.es/elmundo/2013/10/10/espana/1381425547.html
[2] http://www.publico.es/politica/501070/la-audiencia-nacional-emite-una-orden-de-arresto-contra-el-expresidente-chino-jiang-zemin
[3] Cantabrana, Erlantz; La otra Historia del Tibet en Breve memoria-historia (subjetiva) del siglo XX y XXI, pág 53, Editorial Templando el Acero
[4] Fierro Kalbhenn, Sebastián; La cara oculta del misticismo lamaista http://www.librered.net/?p=2982
[5] Egido Jose Antonio ;Por el pueblo de Tibet y contra el feudalismo lamaísta http://www.rebelion.org/noticia.php?id=64977
[6] Resolución 39(I) de la Asamblea General de la ONU sobre la cuestión española, 1946 http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/esp12dic46.html
http://www.iniciativacomunista.org/opinion/769-genocidio-azafran-vs-derechos-humanos